Apolo IV:
¿Cómo se puede amar a alguien que te ha hecho tanto daño? Me pregunto seguido aquello desde que supe lo que Sebastián me ha hecho y, es que aunque lo intento, no puedo dejar de pensarle, de estar atento a lo que hace y eso me daña, me rompe el corazón entender que la persona a quien amo en realidad me utilizó, que jamás le importé y que solo fui un juguete, alguien desechable en su vida.
-¿No deberías estar en tu clase de yoga?- me preguntó Marcelo cuando me encontró viendo el cielo en el patio de trabajadores, al fondo del gimnasio.
Quizás cuánto tiempo estuve en esa posición que ni siquiera me acordaba cómo había llegado. Imagino que mi subconsciente se acordaba que ese era un lugar tranquilo para pensar.
-No tengo ánimos para nada hoy- dije sin pensar.
-El imponente Apolo reconoce que tiene un mal día, eso es nuevo en ti... aunque muy común en Tomás. ¿Será posible que estés volviendo a ser como en realidad eres?- sonrío antes de sentarse a mi lado.
¿Volver a ser como en realidad soy? ¿Eso qué significa? ¿Acaso todo lo que representa este Apolo es una mentira? ¿No existo?
-¿Te gustaría que fuera como antes?- pronuncié, pero fui incapaz de mirarlo a los ojos.
-Me gustaría volver el tiempo atrás y no cometer los mismos errores, salvarte de lo que te estaba sucediendo... pero supongo que eso siempre será solo un sueño, porque es imposible remediar lo que ya pasó-
-¿Te sientes culpable aún? Según Celeste sigues enamorado de Tomás, ¿eso es verdad? -
Dentro de todo, yo estaba tranquilo en ese momento. Todavía me cuesta asumir que ese Tomás soy yo, por lo que muchas veces habló de mí mismo en tercera persona, como si realmente pudiera separar ambas personalidades, aunque ya veo que eso le afecta al resto.
Marcelo se conmocionó de tal manera que se levantó de la banca y caminó un par de minutos por el patio antes de responderme.
-¿Por qué lo dices tan fríamente? ¿Sabes lo que significan tus palabras? ¿Sabes lo que es amar?- se enfadó, recién en ese momento vi su rostro y noté las lágrimas que querían brotar de sus ojos. Una mezcla de desconcierto y frustración invadían sus orbes.
-La primera vez que me enamoré de alguien fue en mi infancia, en el colegio, cuando creía que el chico que se burlaba de mi en los recreos podía sentir algo por mí. ¿Cómo se puede ser tan imbécil de creer que alguien que te daña puede amarte? Pero esa fue mi forma de aprender sobre el amor, y para mi desgracia siempre ha sido así. Me enamoré de Enrique, del hombre que mi propia madre obligó a que me enamorara. ¿Recuerdas lo que sucedió? Porque para mí desgracia el momento en que era violado fue de los primeros que llegaron a mi mente cuando entendí que yo era Tomás. Nuevamente el amor me demostraba cómo era. Y luego, imaginé que todo podía mejorar, que en realidad un hombre podía enamorarse de mí, alguien tierno y que al parecer se preocupaba por mi, que era gentil y comprometido, pero resultó ser que todo era un plan entre mi mejor amiga y él para supuestamente hacerme olvidar a Enrique. ¿Acaso no habían formas menos crueles de ayudarme? Y ahora, siendo que imaginaba que era otra persona, muy distinta al antiguo Tomás, resulta ser que me enamoré de un desquiciado, de un sujeto que me obliga a meterme con quien supuestamente es mi verdadero padre, un hombre que me utilizó como si fuera un animal, que tomó mi cuerpo y mente para convertirme en un arma, en un utensilio. ¿No sé lo que es el amor? ¿Lo tomo muy a la ligera? ¿Cómo quieres que lo vea si todo lo que he aprendido de él es sufrimiento? -
Sus preguntas me dieron rabia, era como si un bebé intentara explicarle a un anciano lo que es vivir. ¿Qué sabía Marcelo del amor si siempre estuvo enganchado de la imagen de Patricia? De esa idealización que creó sin tener ningún sustento, solo basándose en lo hermosa que ella es. No sabe nada y eso hizo que me hirviera la sangre por dentro.
La pena no desapareció de sus ojos, pero sí la razón mutó. Ya no tenía rabia por mi supuesto descaro, sino que sentía compasión. Noté que había entendido que los recuerdos afloraron en mi mente, que ya no era un desconocido de las penurias de Tomás y, que incluso, el mismo Apolo había heredado la misma mala suerte.
-Lo siento, no tuve que decir eso-volvió a sentarse a mi lado, arrepentido.
-Disculpa, supongo que si vamos a ser aliados debo confiar en ti y no verte como un enemigo, aunque me cueste... después de recordar ciertas vivencias del pasado, me es muy difícil confiar en ustedes tres y es que todos me hicieron daño de una u otra manera- refiriéndome a Enrique, Celeste y a él.
-¿Y quién no estaría igual en tu situación? A veces se nos olvida lo que hicimos y solo recordamos lo muy arrepentidos que estamos, pero no dudes de nuestras intenciones, te puedo asegurar que todos estamos comprometidos con ayudarte y no es porque nuestras vidas dependan de ello, sino que porque sabemos que te debemos demasiado, que debemos pagar por nuestros errores y no descansaremos hasta lograrlo. Solo te pido que nos des un voto de confianza, te prometo que no te vamos a desilusionar-
La tristeza dio paso a la esperanza, sus ojos brillaban con un fulgor despampanante. La energía que emitía su cuerpo era tal, que terminó tomando mi manos para hablarme con confianza y sinceridad, intentando expresar lo mucho que desea ayudarme.
-Lo mejor en este momento es ser frío y dejar los sentimientos a un lado, debemos enfocarnos en nuestra meta -
Un silencio invadió el lugar. Los pajaritos cantaban en la cima del cerezo, mientras a lo lejos se escuchaban los vehículos que transitaban por la calle. Supuse que no era la respuesta que él esperaba.
-Celeste tiene razón, sigo enamorado de ti -
-Creo que quién debe responder tu pregunta eres tú mismo. ¿Sabes lo que es amar? Estuviste toda tu vida obsesionado con Patricia y luego, cuando se suponía te habías interesado en mí, me engañaste, urdiste un plan con mi amiga que terminó por destruirme. ¿Eso es para ti amar? Si yo estoy lejos de comprender el tema, creo que tú eres todo un caso perdido - no iba a caer nuevamente en sus palabras. Apolo es muy distinto de Tomás.
-Está bien, me equivoqué... finalmente creo que no se puede definir, que el amor no tiene un solo significado, pero eso no quiere decir que no sienta algo por ti, llámalo como quieras. De todos modos me preocupas y quiero lo mejor para ti, sea a mi lado o no...-
-Di lo que quieras, no me puede importar menos. Ahora debemos centrarnos en nuestro plan... - y sin querer, mi pecho se oprimió tan fuerte que sentí que podía morir en ese preciso momento.
-Está bien, aunque todavía no sé muy claramente qué es lo quieres de mí-
-Me alegra mucho que preguntes, porque justo en este momento nos podrías ayudar con algo...- recordé una conversación que tuve hace unos minutos atrás.
-¿Justo ahora? ¿Qué sucedió?-
-Miguel me contó que repentinamente Paulo se le ha acercado estos días, y aunque él es muy inocente, se dio cuenta que algo extraño había detrás de su repentina amabilidad. Y como todos sabemos que él siempre ha estado interesado en ti, necesito que te acerques a él y averigües qué es lo que planea y si es así, saber con quién está confabulado -
-Espera... ¿quieres que finja que me interesa Paulo? -
-Exacto, tú eres muy bueno haciendo eso ¿no? Finge cómo lo hiciste conmigo -lo sé, ese comentario estuvo demás, pero no pude aguantarlo. Y para mi extrañeza, en vez de enojarse, Marcelo esbozó una sonrisa tímida.
-Está bien, fingiré entonces... Y si quieres que seamos fríos, deberías intentar serlo tú también, porque por tus palabras me das a entender que te sigue importando lo que vivimos juntos - se rio en mi cara, lo que me molestó demasiado. Me levanté de la banca y lo encaré.
-¡No digas imbecilidades! Deberías ser más como Celeste, que no se quejó cuando le pedí que se dejara seducir por Berna -
-¿Qué? ¿Por qué le pediste eso? Sabes lo mucho que ha sufrido por culpa de esa mujer - él también se alteró.
-Solo se está vengando, la está utilizando como ella lo hizo antes. ¿Eso es cruel? Además necesitábamos que Patricia supiera que yo soy su hijo, que soy Tomás, eso es primordial para nuestro plan y era evidente que enviaría a Berna a averiguar... cómo también es evidente que Paulo está haciendo lo mismo, ¿pero para quién? En eso te tienes que enfocar tú, en nada más, ¿de acuerdo? - alcé la voz para que comprendiera qué era lo importante en este momento. Acto seguido, me retiré de allí, toda esa plática me había desgastado de una manera que no había imaginado jamás.
Ahora no es momento para pensar en lo sucedido con Marcelo, debo enfocarme en Hugo Neumann y en la mejor forma de seducirlo sin que él sospeche nada.