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Physical por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!!

Espero que estén muy bien!! Hoy les traigo un nuevo capítulo. ¿Saben? últimamente no he tenido mucho ánimo y por eso me costó actualizar, creo que el hecho de estar tanto tiempo encerrado me está pasando la cuenta, y eso que siempre pensé que no me afectaba el estarlo... En fin, espero que todos ustedes estén sobrellevando de buena manera todo esto que nos está ocurriendo... Les envío muchos abrazos!!

 

Y espero que todos sus deseos se estén cumpliendo! :D

Marcelo II

 

Supe que algo extraño estaba sucediendo cuando Tomás dejó de asistir a sus clases de judo. En un principio el gordito estaba entusiasmado, le gustó la disciplina y la posibilidad de superar sus propias limitaciones, y de pronto, no llegó más. Eso algo tenía que ver con Enrique, estaba seguro que intentaba boicotear mi plan para ganarme el aprecio de Patricia.

Un día llegué más temprano a Physical y cautelosamente caminé hasta el salón de aquel cretino. Grande fue mi sorpresa al verle coqueteando torpemente con aquel chico. ¿Qué pretendía? Sé perfectamente que no le gustan los hombres, y aunque así fuera, Tomás no estaría ni cerca de sus estándares de belleza. Aquella jugada sucia y sin escrúpulos me llenó de ira, por lo que fui directamente hasta la oficina de la jefa.

-Buenos días, Marcelo, ¿por qué vienes tan afligido? –me recibió su secretaria, la siempre fiel Berna.

-Me acabo de enterar de algo terrible y quería contárselo a Patricia. ¿Está? –

-Sí, está viendo un tema importante eso sí. ¿De qué quieres hablarle? Ya sabes que ella no guarda ningún secreto conmigo –y era verdad, aquella mujer siempre ha estado al lado de la modelo, desde aquellos años en que era su manager y la convirtió en una estrella de las pasarelas.

-Lira está utilizando a Tomás. Lo vi coqueteándole, y no puedo permitir que se burle de ese muchacho. Sé que sus intenciones no son buenas, que solo se burlará de él y no quiero que el hijo de Patricia sufra-

-Ay cariño, si yo también se lo he dijo a Paty, pero no entra en razón –

-¿Qué? ¿Me estás queriendo decir que ella sabe todo? – estaba impactado, jamás pensé que ella pudiera estar de acuerdo con algo tan atroz.

-No solo lo sabe, sino que fue su idea – percibí cierta vergüenza en la mujer de melena negra.

No aguanté, colapsé ante la insensibilidad de la mujer a quien amo, de esa estrella que venero desde mi infancia y que ahora cada vez me parece más terrenal.

-¡Patricia! No puedo creer que estés de acuerdo con...-entré sin pedir permiso, aun cuando la secretaria me agarró por la espalda. Sin embargo, no pude cruzar más allá del dintel de la puerta, porque lo que contemplé me dejó aún más anonadado.

Hay un hombre muy famoso en la política nacional, Hugo Neumann, un empresario que se hizo senador y que todo el mundo sabe que fue para aprovecharse de su posición. Sigue metido en los negocios, haciéndole favores a sus amigos y utilizando sus influencias para beneficiarlos. Un corrupto con todas sus letras. Él estaba allí, aunque lo que más me sorprendió fue que estuviera besando a Patricia.

-Estarás ocupada. Nos vemos en otro momento –al verme entrar de improviso, el senador se marchó.

La modelo solo se arregló el cabello antes de sentarse detrás de su escritorio y observarme con toda la furia que podían transmitir esos ojos celestes.

-¿Por qué has entrado de esa manera? Estaba en medio de algo muy importante –me dirigió la palabra, aunque estaba tan pasmado, que no podía responderle.

-Se ha enterado que le pediste a Enrique que enamorara a Tomasito, y le ha parecido una pésima idea, tal como te lo dije yo – Berna habló por mí.

-Él es mi hijo y yo sé perfectamente lo que es mejor –

-¡No le has visto desde los diez años! Ni siquiera nosotros que trabajamos todo el día a tu lado, sabíamos de su existencia, ¿y ahora nos vas a decir que es una buena idea decirle al imbécil de Lira que lo enamore? ¿Dónde tienes la cabeza? ¿Cómo te comportas de esa manera? –cuando por fin pude hablar, no pude controlarme y grité como un enajenado.

Estaba alterado por encontrarme con la realidad de pronto, al descubrir que la mujer a quien siempre vi intachable no era realmente tan prístina como lo imaginaba. Había roto mis ilusiones, y con ello mi compostura.

-¿Tú crees que con su rostro podrá encontrar a alguien que lo quiera? ¿Que podrá enamorar a alguien con su cuerpo grasiento? Es muy joven para sufrir a causa de este mundo tan cruel, y si yo puedo darle la alegría de un amor perfecto, aunque sea falso, lo haré –

-Es cruel, ¿acaso crees que nunca se va a enterar? –

-Está prohibido que le digas, ¿me entiendes? – su mirada hacia mí empeoraba cada vez más.

-Esto terminará muy mal, estoy seguro de eso –

Controlé mi respiración, intenté que mis pensamientos se tranquilizaran, armonicé mis energías con aquella fuerza implacable que me aprisionaba. No quería discutir con Patricia, no más, por lo que traté de amenizar la situación.

-Pero tú sabes más que yo sobre Tomás. No diré nada, no te preocupes –

Ella también se tranquilizó. Respiró hondo e intentó explicarme lo que había visto recién.

-Hugo es un viejo amigo. Tuvimos un amorío hace mucho tiempo, pero se acabó y lo que viste fue solo un recuerdo, nada más –

-No tienes que darme explicaciones, no soy nadie para merecerlas. Hasta luego –no quería llorar en ese momento, por lo que preferí retirarme.

Desde pequeño he intentado comportarme con fortaleza, no demostrar la pena, tan solo que hay momentos en que es imposible controlarlo. Caminé rápido hasta el baño, donde me refugié en un cubículo y pude dar rienda suelta al llanto.

Me dolió, me afectó demasiado el encontrar a la mujer a quien amo en los brazos de otro. No es que haya imaginado que nunca ha tenido una aventura con otros hombres, tan solo que es muy distinto verlo en persona. Aunque tengo veinticuatro, sigo siendo un niño en comparación con Patricia y es obvio que ella prefiere a gente de su edad. Solo soy un bebé a su lado, un mañoso que fue a hacerle un berrinche a su oficina.

-Am... ¿Marcelo? ¿Estás bien? –de pronto vi una cabeza en el espacio inferior del cubículo, alguien estaba husmeando.

-Tomás, me asustaste –se trataba del hijo de mi amada.

-Lo que sucede es que me estaba lavando las manos y tú entraste llorando, por eso me preocupé. ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? –estaba en el suelo mirándome como un niño que trata de consolar a otro en el jardín infantil.

-Estoy bien, será mejor que te levantes y te vayas –pero no soporto ese tipo de sentimientos.

Tan solo que el muchacho es igual de testarudo que su madre y me esperó hasta que yo saliera de mi escondite.

-Es normal llorar ¿sabes? Yo lo hago todas las noches porque, aunque no lo creas, me doy cuenta que no le agrado del todo a mi mamá, pero no me doy por vencido. Sea lo que sea que te sucede, no dejes que te gane, siempre el destino te sorprenderá con alguna belleza en el camino... Si supieras lo maravilloso que me está sucediendo ahora –el pobre se había creído toda la historia con Enrique, aunque lo que más me sorprendió fue lo tierno que fue.

En realidad, le apenaba verme triste, por lo que me abrazó con mucha fuerza, mientras me acariciaba la espalda como si me conociera hace mucho tiempo, como si fuera su hermano.

-Te prometo que regresaré a tus clases y que podrás hablar conmigo siempre que quieras, cuando te sientas triste o cuando estés feliz –

Era igual de tierno que un bebé y me entregó esa misma energía, esa fuerza de inocencia y calidez que al hacernos mayores solemos perder, pero que él derrocha, y que guarda con celo detrás de esa apariencia tan grotesca. No dije nada, aunque debo reconocer que solo gracias a él pude sentirme mejor después de la decepción que me había llevado. Y por ello, al darme cuenta de lo puro que es, no permitiré que Enrique le destruya, no se saldrá con la suya acosta del sufrimiento de este peque. 

 


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