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Physical por jotaceh

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Notas del capitulo:

Hola a todos!!

Espero que estén muy bien y que todos sus sueños se estén cumpliendo! ¿Cómo les ha ido con el coronavirus? ¿Están todos a salvo? Espero que así sea.

 

El capítulo de hoy es... bueno... creo que un poco difícil, por lo que espero que no me odien mucho :( toda historia tiene un desarrollo y ésta debe pasar por estas circuntancias para llegar al clímax.

 

Espero estén bien! Nos leemos!

Enrique III

 

No puedo más con esta mierda, es lo más asqueroso que he tenido que hacer en la vida y ya no lo soporto. ¿Saben lo que significa tener que besar a alguien que te da asco? Apenas resisto las ganas que me dan de vomitar, y ni hablar de la primera vez, que tuve que correr al baño para botar todo lo que tenía en el estómago.

Tomás no solo es obeso, sino que tiene un olor corporal nauseabundo, como si nunca se bañara, y su aliento, rayos, es más parecido al azufre que a la menta. Tan solo que no puedo ser sincero y debo fingir, tengo que ser su príncipe azul a pedido de Patricia.

¿Y saben qué es lo peor que ahora sucede? Que el malnacido de Marcelo se ha enterado de todo y le han dado ganas de arruinarlo. Claro, quiere dejarme mal delante de la mujer a quien ambos amamos. Es un perdedor, un embustero que se hace pasar por alguien decente, cuando sé perfectamente que es un hijo de puta igual que yo.

Tuve que alejar al obeso de su lado, porque le estaba llenando la cabeza con patrañas.

-No quiero que te vuelvas a juntar con él, ¿entendido? – le advertí.

-¿Por qué? ¿Acaso estás celoso? –

El muy imbécil creyó que lo hacía por celos, cuando lo único que quiero es que no se entere que lo estoy utilizando, que le miento todos los días por órdenes de su mamá.

-Sí, en verdad sí ¿eso querías escuchar? –tuve que fingir para que me hiciera caso.

-Si eres tan lindo. Nunca antes alguien me había hecho una escena de celos, eso quiere decir que me amas de verdad- sonrió como si hubiera visto al hada de los dientes, antes de abrazarme restregándome sus tetas de gordo en el pecho.

Respiré hondo para soportar su hedor a trasero de burro.

-Creo que en realidad me amas, y por eso te regalaré el mayor tesoro que guardo –me susurró al oído.

¿Y ahora qué mierda se le había ocurrido a éste? Quizás querría darme un peluche o un juguete, con lo infantil que es. Tan solo que el muy desgraciado sí sabía cómo aprovecharse.

-Te voy a dar mi virginidad. Hoy en la noche mi mamá saldrá, así que estaré a solas en el departamento. Te espero, para que podamos hacer el amor –me dijo restregándome el olor que apestaba en su boca.

-Tomasito, yo no podría, eres solo un niño y quiero que sea realmente especial...-quería desligarme de esa responsabilidad, tan solo que no me dejó.

-Ya estoy listo, no te preocupes por mí, solo piensa en tu placer ahora, porque te prometo que lo gozarás como nunca –después de eso se marchó.

¡Mierda! ¡Mierda! ¿Cómo lo iba a hacer? ¿Cómo iba a conseguir tener una erección si ese sujeto no me interesa en lo más mínimo? Me di cuenta que debía hacerlo, que todavía no habíamos conseguido que el gordo adelgazara lo suficiente. Sí, ha perdido un par de kilogramos, tan solo que no es lo suficiente como para decir que es delgado. Le falta mucho todavía. Así es que tenía que hacer todo lo que él quisiera para no perder su confianza, y lo más importante, para que no se pasara al bando de Marcelo.

Tuve que comprar una pastilla de viagra. Jamás la he necesitado, soy todo un semental en la cama con las féminas que he conquistado, pero como no soy un puto maricón, en esta situación no lograría llegar a la excitación porque simplemente los hombres no me atraen en absoluto y mucho menos uno gordo, peludo y hediendo.

Después de la farmacia, fui a un bar, tenía que emborracharme para perder un poco el conocimiento y que no fuera tan traumática la experiencia. Pedí unas cuatro o cinco cervezas, ya no me acuerdo bien. Luego tomé un taxi y me fui directo al departamento de Patricia, ahí donde el obeso se iba a aprovechar de mí. Me paré frente a la puerta, saqué la pastilla azul y me la tomé. Haría efecto en un rato, por lo que toqué el timbre y esperé a que saliera mi verdugo.

El muy cretino se vistió como si fuera un conejo sexy, aunque en realidad parecía más un borracho después de una resaca. Tenía un cintillo con orejas grandes, un calzón rojo que le cubría parcialmente el trasero grande y peludo, mientras que arriba llevaba una polera rosada que le apretaba las tetas.

-¿Cómo me veo? ¿Te parezco irresistible? –fue lo primero que me preguntó.

Solo quería complacerlo lo más rápido posible, para poder irme de allí, así es que no le respondí y solo lo besé con fuerza, cerrando los ojos y es que se veía realmente mal.

Me llevó a su pieza, y en ese trayecto sentí como mi pene comenzó a pararse, el efecto se había adelantado, supongo que por efecto del alcohol, por lo que cuando me lanzó a su cama ya estaba como un puto fierro.

El gordo se sentó en el suelo para bajarme los pantalones y liberar mi polla. Estaba ebrio, pero logro recordar que veía con mucho deseo mi carne caliente, era la primera vez que se llevaba uno a la boca, porque lo hizo pésimo.

-Qué rico, ¿te gusta cómo lo hago? –preguntó creyéndose una puta.

-Sí, bien...-aunque la verdad es que me mordía a cada rato.

Ya no quería que siguiera, así que me levanté, lo coloqué en cuatro patas y le dije que lo iba a follar.

-Wow, que rudo te colocas cuando estás caliente –Tomás estaba desatado.

Saqué un condón de mi pantalón y en ese instante me di cuenta que el envase del viagra estaba todavía en el bolsillo. Si esa mierda estaba ahí, ¿qué me había tomado al entrar?

El mundo se me vino encima cuando me percaté que había sido paracetamol. ¿Qué mierda me había ocurrido entonces? ¿Cómo pude lograr excitarme con ese mono obeso? Y es que el pene todavía no se me bajaba, como si estuviera hechizado.

-¿Ya te lo colocaste? Estoy un poco nerviosito porque es mi primera vez y tú lo tienes muy grandes. Tienes que metérmelo lentito ¿ok? Que me va a doler – el gordo se había quitado toda la ropa, dejándome al aire el culo.

¿Qué mierda había ocurrido conmigo? ¿Acaso soy un maldito maricón? Ni que fuera eso cierto, ¿cómo me excita alguien tan grotesco como él? ¿Será un fetiche? Mi cabeza daba mil vueltas, intentando explicar lo que había ocurrido.

Todo es culpa del alcohol. Sí, eso tuvo que haber sido. Quise creerme esa excusa y seguir con lo que había iniciado.

Me puse el preservativo para luego introducir mi polla lentamente en el trasero estrecho del gordo. Aunque no había tomado nada que me ayudara, mi compañero no se bajaba y seguía parado. Finalmente, se lo introduje por completo y cuando ya no estrilaba más por el dolor, comencé a embestirlo, a restregarle mi erección en sus entrañas mientras el asqueroso hijo de Patricia mordía la almohada como el putito que es.

-¿Te gusta la verga maricón? ¿Te gusta que te destruya el culo? –le grité mientras le tomé por la barriga para metérsela más profundo.

-Sí... me encanta...- gemía como una perra.

Esas palabras me dieron más ánimos para continuar, por lo que lo di vuelta para ver cómo le gustaba que lo follara, para ver su cara de putito al sentir mi pito caliente, grande y gordo destruyéndolo. Comencé a sudar mientras lo hacía, al igual que él, que ya apestaba más de lo normal. No me pude aguantar más y eyaculé dando un grito enorme que se esparció por cada rincón de la habitación.

Solo en ese momento pude percatarme de lo que había hecho y no lo aguanté, no pude dar crédito a la asquerosidad que había cometido. Sin darme cuenta, me desmayé. 

 


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