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Physical por jotaceh

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Enrique I

 

¿Qué es lo más complicado de ser yo? Supongo que ser muy guapo. ¿Y lo mejor? Ser jodidamente sexy. ¿A quién engaño? Soy perfecto y nada puede salirte mal si eres atractivo y tienes dinero.

Me llamo Enrique Lira, tengo veinte años y soy entrenador físico en el mejor gimnasio de todo el país, en el templo de la belleza y la sofisticación, en el altar de la hermosa Patricia de la Fuente: Physical. Todo el mundo quiere trabajar aquí, pero su dueña solo contrata a gente realmente bella, no meramente guapos de feria o modelos de revistas de venta por correspondencia. No, aquí solo se admite esa gente que encuentras una vez en la vida y a la cual debes tomar mucha atención, porque es un lujo contemplar su divinidad con tus ojos mundanos. Tal cual como yo lo soy.

Recuerdo cómo era el colegio. Todas mis compañeras estaban locas por mí, me escribían cartas de amor y me regalaban dulces en los recreos. Eran tan ingenuas que pensaban que iba a mirarlas siquiera. Tan solo que no, desde pequeño siempre he sido muy exigente con las mujeres y por eso es que no me involucro con cualquiera. Y es que solo me he enamorado de una sola persona en mi vida. Aunque eso no significa que no tenga aventuras, que no me deje engatusar un par de minutos por una mujer que logre divertirme aunque sea un poco.

Hoy desperté en el departamento de una rubia, una de esas típicas chicas de disco que tienen senos falsos y una nariz hecha en cirugía. Era guapa, candente y por sobre todo, sabía mamarla como los dioses. O eso recuerdo, es que estaba demasiado ebrio cuando llegué a su cama.

-Estuviste grandioso anoche -me susurra al oído al darse cuenta que he despertado.

-Tú igual, Camila...-mierda, ¿así se llamaba? ¿O ésa era la morena?

-Me llamo Laura...-se enfadó. Sabía que era la otra la que me había gustado más.

-Lo siento, hermosa... es que tengo que aprenderme muchos nombres en el trabajo, pero de tu sonrisa no me voy a olvidar jamás -digo galante antes de intentar besarla. Mierda, ¿qué comió anoche? Le apesta la boca. ¡Concéntrate Enrique! Un caballero aguanta todo por una dama.

Me visto rápidamente y es que voy tarde al trabajo. Me coloco los zapatos y trato de escapar de aquel departamento donde me tenían atrapado.

-¿Nos vamos a volver a ver? -me pregunta la chica desnuda, antes de abrazarme y restregarme sus pechos de plástico en mi abdomen.

-Claro, yo te llamo -¿le pedí el número? Ya da igual, si ni está tan buena.

Me coloco la chaqueta de cuero y salgo del lugar. Bajo por el ascensor, allí donde una mujer madura me queda viendo detenidamente. Y eso que los acosadores somos los hombres.

-Hace frío ¿no? -intento hablarle. Total, una madura siempre es un desafío.

-Pero contigo no se puede tener frío -veo que es tímida la mujer.

-Y no sabes cuánto te puedo hacer sudar - me muerdo el labio mientras la veo de pies a cabeza.

-Vivo en el quince, por si quieres pasar un día -

-Lo tendré presente...-y me despido de un beso en la boca antes de bajarme.

Nunca hay que tener una sola opción en esta vida, eso lo he aprendido con mis años y es que si la vida te da demasiado, es descortés desaprovechar las posibilidades.

Me subo a mi Maserati rojo, me arreglo el calzoncillo para que mi bestia viaje tranquila y apreto el acelerador. No quiero llegar tarde al gimnasio y es que eso es algo que Patricia detesta.

Entro al edificio y como es costumbre, se me acercan todas mis alumnas de la mañana. En general son en su mayoría modelos de pasarela y esposas de empresarios famosos. Solo le hago clases a damas y es que no me gusta ayudarle a otros hombres. Debemos ser independientes y fuertes por nosotros mismos, si un varón viene a pedirme ayuda simplemente le rechazo. Que se vaya con algún maricón que le guste ver a monos peludos sudados y hediondos. Prefiero quedarme con las féminas, con sus traseros redondos y su olor a flores.

-Llegas cinco minutos tarde, Enrique-

Y por el pasillo aparece la diosa que me quita el aliento desde que la conocí. La dueña de Physical, la modelo más reconocida en la historia del país, esa mujer que recorrió las pasarelas de Milán y Paris como si fuera su reina, aquella que conocí cuando apenas tenía quince años y vio en mí un gran potencial. Patricia de la Fuente es la única mujer que realmente me interesa, a la que siempre escucho y medito cada palabra que me dice. A quien amo con locura y por quien haría todo, absolutamente todo para conseguir que también me ame.

-Lo siento, había mucho tráfico -

-¿Y te acuerdas en el departamento de qué muchachita despertaste hoy? -menciona sarcástica mientras se acomoda el cabello.

La contemplo con delicadeza, de la misma manera en que un artista observa un cuadro perfecto. Veo su piel nívea, aquella que parece resplandecer al ser tocada por la luz del sol. Sus ojos son profundamente celestes los que se ven coronados por esas largas y oscuras pestañas que hacen contraste con su cabellera castaña, que lisamente cae grácil por sus hombros hasta la altura de la cintura. Es esbelta y alta, como cualquier modelo de reputación. Siempre viste elegante y jamás como una cualquiera, es una mujer que además de hermosa, es culta y sumamente inteligente. No es común ni ordinaria, es toda una diosa.

-¿Acaso estás celosa, Patricia? -bromeo.

-Por favor, ella jamás se fijaría en un sujeto tan machista y superficial como tú -escucho a mi espalda al sujeto más desagradable que he conocido en la vida: Marcelo Bontempi.

Podría ser el hombre de aquel gimnasio, el macho que lograra enamorar a aquella diosa, sin embargo, tengo que competir siempre con el engreído de Marcelo, que cree que por tener un título universitario y que por leer mucho, le hace alguien especial. Estoy seguro que es maricón, o que por lo menos tiene el pito chico.

-Por favor, chicos, no quiero que discutan nuevamente... Iré a mi oficina, no quiero que nadie me moleste- nos los dice y es que somos como si fuéramos su mano derecha.

Observo con desprecio al de cabellera negra que imparte Judo. Tenemos que ir a nuestros salones, por lo que caminamos por el pasillo cuando de pronto, escuchamos que todos se sorprenden por un nuevo visitante. ¿Qué tan raro puede ser?

Y me quedo boquiabierto al igual que todos en Physical. ¿En serio hay gente tan fea en este mundo? Y es que casi me dan ganas de vomitar al ver a ese obeso que usa anteojos tan gruesos como mi polla, que viste ropa rosada con jardinera y sostiene en su mano una maleta de Hello Kitty, o sea, que además de gordo es fleto. Y ni hablar de su rostro, de ese campo de espinillas y puntos negros que más parecen el trasero de un perro con sarna. Y ni siquiera se afeita, tiene unos cuantos pelos largos por la barbilla y el labio.

-Disculpa, nosotros no hacemos milagros -le menciono aún impresionado por su fealdad.

-Será mejor que busques otro centro -sentenció Bontempi.

-No, yo... yo no quiero inscribirme... yo... bueno... soy hijo de Patricia de la Fuente... ¿me pueden llevar con ella? -dijo apenas y es que sabía que todos le estaban observando.

¿El hijo de mi hermosa Patricia? ¿Qué es esto? ¿Una broma? ¿Cómo alguien tan horrendo comparte la misma sangre que mi amada? Debo pensar un poco ante esa situación y es que colapso ante la idea.

 


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