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What if: Reencuentro por xtoonz

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Notas del fanfic:

Créditos;


+ ONE PIECE y todos sus personajes no son de mi autoría, solo presto los personajes de Oda-sensei para deleite de mi imaginación, todo aquí es netamente ficción hecha de una fan para fans. Favor mantener discreción ante el contenido.


 


- X t o o n Z -

La tripulación había anclado en un pequeño puerto de la isla Yayami, inmediatamente algunos fueron al pueblo por provisiones para la despensa, otros iniciaron los preparativos para el campamento improvisado —Tenían la pequeña costumbre de hacer una fogata en tierra firme la primera noche al desembarcar, una tradición familiar, por así decirlo. —Mientras la mayoría de los comandantes desaparecía por algún burdel en busca de compañía femenina, Ace era la excepción, por alguna razón no importaba lo que sus nakamas le dijeran para incitar al joven pirata, este simplemente sonreía y pasaba amablemente en cada ocasión.

 

—De verdad, reprimirse con tanta mujer dispuesta ¡Aprovecha tu juventud, Ace! — Le había regañado Jozu, agradeció el golpe que Izo le proporcionó luego.

 

Para él, no era tan simple como ir, buscar una prostituta y hacerlo, se dio cuenta hace mucho, su sexualidad no iba realmente para ese lado.

 

—No tengo ganas —Repitió sin animos antes de bostezar y volver al barco, necesitaba una siesta después de pasar la noche vigilando el Moby Dick.

 

—¡Marco! ¡Dile algo! —Escuchó a su espalda la voz de Jozu nuevamente, siendo la respuesta vaga de su mejor amigo un —¿Ah? no tiene nada que ver conmigo, o con ustedes, es cosa de Ace —Nadie más dijo nada. Sonrió involuntariamente. Marco era un buen tipo, era algo así como su mejor amigo a pesar de los años que le llevaba, y con ese peinado tan gracioso sin duda se llevaría bien con Luffy y con...

 

Miró el techo de su solitaria recámara, ¿Cuándo fue la última vez? ¿Cuándo fue la última vez que su mente lo llevó al recuerdo de Sabo involuntariamente? Si cerraba los ojos un momento podía verlo claramente como si el recuerdo del chico rubio permaneciera intacto al de ese día.

 

"Sabo" Sonrió con nostalgia, rubio de ojos azules con la sonrisa brillante y carente de un diente, fue la primera persona que lo aceptó en este mundo que aborrecia la existencia de su sangre sucia. "Te extraño mucho ¿sabes? Hace unos años me encontré con Luffy, él lo está haciendo bien... siendo Luffy, consiguió buenos nakama" Le alegraba, profundamente, su mayor preocupación era el desastre que ese pequeño idiota podía causar por su cuenta. "Al menos hay gente que va a vigilar sus estupideces" Porque estaba seguro de que no iban a poder evitar los desastres, Luffy de por si era un desastre andante. Se rió un poco, sus ojos continuaban cerrados "Él ya no me necesita, pero..." Tomó una bocanada de aire, era difícil respirar cuando lo decía, lo soltó "Todavía... no puedo ir contigo. Le prometí que iba a vivir para siempre ¿Crees que nuestro tonto hermano no se lo tomara literalmente? posiblemente si, así que aunque quiera verte otra vez... ¿me esperaras cierto?" Su voz tembló. Las lágrimas se derramaron por sus mejillas.

 

Todavía seguía llorando con su recuerdo, ese día, si solo ese barco no hubiera disparado, si solo hubiera zarpado antes, si solo... "Si solo me hubieras dicho, al menos estaría contigo. No paro de pensar en eso ¿todavía crees que soy un buen hermano?" Recordó a Luffy, lo destrozado y vulnerable que lucia aferrandose a su sombrero mientras lloraba mirando el mar, el día que hizo la promesa. "Le mentí en la cara, deseaba estar muerto, solo pude llorar por el coraje en la noche, en silencio, todos los días, por años, no quería verme débil, alguien tenía que ser el hermano mayor" Sollozo, lloró y sufrió en el silencio de su habitación como hace tantos años sintiéndose un niño con el corazón agrietado llamando a gritos al único niño que realmente amo en su vida.

 

(...)

 

Mientras tanto afuera el campamento estaba casi montado en su totalidad, los chicos volvían de a poco para iniciar la fogata tradicional mientras el sol bajaba dando una vista espléndida del atardecer.

 

—Oye ¿Qué estás haciendo?-yoi —Maro notó la presencia de alguien desconocido demasiado cerca del barco. Un encapuchado misterioso reparo en su presencia y no tardó en huir. —¡Ey, espera!

 

—¿Marco? ¿qué estás haciendo? —Barbablanca y sus enfermeras descendían del barco para unirse a la fiesta. El viejo miró en dirección a donde miraba el Fénix, extrañado al no ver nada. —¿Sucede algo, hijo?

 

—Tal vez... un mirón, pero ya se fue. —Ayudó a las damas a bajar el equipo médico de Padre. —¿Has sentido alguna diferencia el día de hoy, oyaji?

 

—Solo la alegría de mi familia por una nueva isla —Y en efecto, la tripulación estaba muy animada desde temprano, Marco sonrió mientras examinaba si realmente todo estaba en orden con la salud del capitán. —Por cierto, hace un rato que no veo a Ace ¿Fue a la ciudad?

 

—¿Preocupado de la mala influencia de Jozu? —El viejo rió sin ocultarlo. Demasiados burdeles no le hacía bien a ese cabeza dura. —Está durmiendo en su camarote, así que tranquilo, tu hijo sigue siendo puro. —Bromeó.

 

—¿Quién sigue siendo puro? —Ace, como siendo invocado, apareció con los ojos rojos llamando la atención de ambos hombres mayores. —¿Qué? ¿Por qué me ven así?

 

Marco iba a preguntar, era la primera vez que imaginó a Ace sufriendo al punto de llorar por ello ¡Nunca le había visto derramar ni una sola gota! Sin embargo, el viejo imaginó sus intenciones y habló primero, agarrando el hombro de Marco como señal de silencio.

 

—Ace, hijo, Marco me comentó que el licor es bastante puro y bueno ¿puedes ir a ayudar a bajar las botellas de las cajas? —Señaló a Thatch abriendo unas cajas solo. —Estoy seguro que tu hermano apreciará la ayuda.

 

Algo pasó, en unos segundos, al decir "hermano" Marco vio en los ojos del pecoso un cambio, fue un instante, pero lo vio, era como si la extensión de un inmenso dolor hubiera tomado forma a través del rostro siempre tranquilo y adormilado de Ace. Le sorprendió lo mucho que eso lo impactó, pues Ace ya estaba al otro lado del campamento ayudando mientras él trataba de comprender que fue eso.

 

—¿Lo viste? —Miró al viejo quién le hablaba nuevamente. —Claro que lo viste ¿Estás bien hijo?

 

¿Que si estaba bien?

 

—Creo que deberías preguntarle eso a  Ace... —Reparo en lo que dijo. —espera... ¿Tú lo sabías?

 

—Lo vi en sus ojos ese día que me desafió. —Cerró sus cansados ojos recordando. El modo salvaje en que saltó a la batalla sin importarle su oponente, sin medir consecuencias después, su cuerpo agotado peleó con todo su espíritu... pero no se sentía de ese modo, algo andaba mal con ese chico tan intrépido, era como si no quisiera ganar y no temiera por ello, como si lo ansiara desesperadamente. Y luego, de un momento a otro, emitía totalmente lo contrario, retrocedía y tenía una mirada confusa, como si no creyera lo que estaba haciendo. Un ciclo de indecisión que duró tres horas hasta la victoria del capitán Barbablanca y la incorporación del próximo segundo comandante. —Era abrumador.... como si deseara morir, pero no, al mismo tiempo. —No podía describirlo de otra forma, aunque sonara absurdo.

 

Marco miró al pecoso con preocupación, no quería meterse en sus asuntos, pero su lado de doctor le indicó una clara señal de alarma al oír eso.

 

—¿Por qué no me dejaste preguntar? es mi deber asegurarme de que mis nakama se encuentren bien. —El viejo emperador sonrió por la determinación de su hijo.

 

—Hay cosas que es mejor no preguntar, debes ser paciente y dejar que el tiempo le de a Ace la confianza de hablar de sus demonios por sí mismo. —Dijo con tranquilidad.

 

—Como amigo lo entiendo, además, odio ser invasivo —Dijo. —Pero como médico estoy completamente alerta desde ahora. Esto puede ser serio a nivel psicológico, padre. —Y ese nivel ya sobrepasaba sus capacidades curativas, por lo que era una posibilidad preocupante.

 

 

(...)

 

 

La noche cayó igual de hermosa por todo el basto mar, canciones, comida y bebidas, los piratas de Barbablanca bailaban al rededor de la enorme fogata tradicional, algunos pasados de copa arrastraban los pies como Haruma y Nomur, mientras que el capitán compartía sake con Thatch y Marco sin pizca de ebriedad a pesar de ser la quinta botella, Ace permaneció sentado comiendo una buena ración de carne, de las favoritas de Luffy, se rió al recordar su cara satisfecha después de dejarlos sin cena a él y al abuelo esa vez en las montañas.

 

—¿Te contó un buen chiste ese pedazo de carne? — Jozu carruntoneo bailando con Izo y algunas enfermeras cerca de él. —Anda, diviértete un poco niño ¿o no linda? — Estaba totalmente ebrio, de otro modo no le hubiera dicho eso a Izo, quien ya lo sometió como costal de papas para después volver a bailar con las señoritas.

 

—Me divierte verte ahí — Sonrió y comenzó una riña con el borracho de su nakama, era entretenido fastidiar y no ser el fastidiado, y Jozu borracho era el blanco perfecto para bromas de esta noche. —¿Que sucede? ¿No puedes competir con mi genialidad? —Esquivó otro golpe sin mucho esfuerzo. Jozu cayó de cara por el movimiento, balbuceo unas cuantas maldiciones contra Ace. —¿Ah? No entiendo lo que dices con tanta tierra en tu boca.

 

Escupió y saltó sobre el pecoso sin éxito, estaba muy borracho y comenzaba a perder el equilibrio yendo de un lado a otro, para ese entonces los demás los tenían rodeados mientras reían y apoyaban a sus candidatos.

 

—¡Eso, Ace, acábalo! —Gritó Squard.

 

—¡Deja de tragar tierra Jozu! —preocupado y divertido Marco también comenzó a gritar.

 

Jozu, profundamente traicionado, se abrió paso para otro ataque, saltó todos los metros que su estado de ebriedad le permitieron, agradeciendo no haber vomitado y creado una lluvia desagradable para todo el mundo, se impulsó hacia el tranquilo Ace, que se hizo a un lado fácilmente dejando a Jozu comiendo tierra otra vez. Todos saltaron a felicitar a Ace por su "victoria", aunque solo seguían la broma para fastidiar al orgulloso comandante faldero.

 

—¡Cómo puede ser genial... este tipo! —Se quejó entrecortadamente a causa del alcohol, todavía sintiendo la traición de todos ¡confabulación! Actuó sin pensar, estaba borracho, de otro modo no habría dicho lo que descubrió ese día. —Alguien que llora repitiendo nombre de otro tipo no puede... ser genial... ¡Hip!

 

Ace se congeló ¿Cómo fue qué...? ¡La puerta! No la cerró esa tarde y Jozu era lo suficientemente insistente como para ir a su camarote y querer arrastrarlo a por algunas mujeres.

 

—Oye, creo que el golpe te afectó un poco. —Se acercó a su nakama y le tendió la mano, no le importaba mucho exponer su sexualidad, pero sacar el tema de Sabo todavía era difícil, no quería tener esa conversación, no porque no confiara en sus nakama, si no porque no confiaba en sí mismo para medir sus emociones, y si había algo que odiaba era que lo vieran como alguien débil. —¿Te sientes adolorido en alguna parte? —Le sonrió como si nada ocurriera, Marco miró al viejo y este asintió, se levantó para intervenir de ser necesario, y por la reacción de Jozu no había duda de ello.

 

—¡No necesito ayuda! —Golpeó la mano de Ace, se levantó con esfuerzo y señaló a Ace acusadoramente. —¿Por qué actuas... Así? si algo te molesta deberías hablar conmigo ¡hip! ¿por qué no dijiste que preferias otro tipo de ayudita? —Negó como si estuviera decepcionado. —¿No vas a... decir nada? ¡Hip!

 

Izo se acercó con aires de dar pelea, estaba actuando como un ebrio cretino y no lo iba a permitir.

 

—No, Izo, esta bien. —Ace detuvo otra pelea absurda, no necesitaba causarle más problemas a los demás. —Jozu quiero que cierres la boca, no digas nada más, por favor. —Trató de sonar calmado, pero algo en su interior estaba ardiendo.

 

—Oye Ace... —Jozu lo miró como si entendiera perfectamente lo que estaba pensando. Sonrió tontamente y sin ningún descaro preguntó. —¿Quién es Sabo?

 

Un hilo delgado en su interior se rompió.

 

Marco saltó sobre Ace cuando este estrelló a Jozu contra el suelo y comenzó a golpearlo. Agarró a su amigo con toda su fuerza esperando que reaccionara a su presencia y dejara ir al otro, lastimosamente ese no fue el caso.

 

Frente a los ojos de la tripulación de barbablanca, en pleno conflicto y la revelación, los golpes y la furia de Ace, por primera vez, todos ellos vieron lo impensable.

 

Ace era retenido por Marco mientras lloraba desconsoladamente.

 

 

(...)

 

 

Una semana después del incidente en el campamento, todos se preparaban para dejar la isla Yayami, la incomodidad podía cortarse del aire con un cuchillo, Jozu se disculpó con todos por el caos ocasionado, pero no tenía cara para ver a Ace, era un completo estúpido cuando bebía... y cuando no, aunque solo un poco. Marco llamó a todos después del incidente avisando que Ace estaba cedado y que absolutamente nadie podía sacar el tema nuevamente.

 

"Por la reacción de Ace, es posible que sea algún tipo de trauma para él, una experiencia traumática ligada al nombre de ese chico. Mantendré a Ace en observación unas horas mas por si acaso, pero tengan cuidado con lo que dicen a partir de ahora. "

 

La semana paso tortuosamente lenta, nadie volvió a mencionar el tema como Marco había ordenado, bueno, no en la presencia de él o la de Ace.

 

—¿Crees que Ace fue...? ya sabes, antes dijo que creció con bandidos, siempre hay uno que otro depravado que se aprovecha de los niños...

 

—Idiota, ni siquiera pienses en una posibilidad tan horrible.

 

—¿Sus gritos no te parecieron del calibre? Hombre, todavía lo escucho en mis sueños.

 

—¡No digo que no sea una posibilidad! pero es muy... ya sabes, no quiero ni pensarlo.

 

—¿Y qué dicen de un esclavo? tal vez escapó con la redada de Tiger.

 

—Idiooota, Ace no es tan viejo.

 

—Tal vez era de algún noble, ahora es legal hasta para ellos.

 

Después de esa noche, la tripulación estaba haciendo todo tipo de teorías sobre el "trauma" de Ace, prácticamente olvidando las órdenes de Marco.

 

—¿Y si todos se callan de una vez? —Interrumpió Thatch, estaba harto de oír cada pasado trágico que le inventaban a Ace. —¿Tienen tiempo siquiera de parlotear? Nos vamos de esta isla hoy, mejor ayuden a subir las provisiones.

 

La mayoría salió a regañadientes, bufando. Izo le sirvió una taza con té cuando se sentó frente a él.

 

—¿Marco lo logró? —Preguntó después de un rato en silencio.

 

—Ace es demasiado terco, lo sabes. —Respondió y suspiró. —Seamos sinceros ¿tu aceptarías Izo?

 

—Supongo que todos somos tercos. —Se rió en respuesta, era desafortunadamente cierto. —Lo que no sabía era que Marco también era psicológico.

 

Ahora Thatch fue el que se rió.

 

—No lo es, para nada... pero aún así es bueno para escuchar y Ace confía en él a pesar de ser muy cabezota. Ya va a ceder. Créeme.

 

Los últimos días Marco había hablando con Ace para realizar reuniones y conversar sobre su... problema o problemas, o cualquier cosa, necesitaba hacer que el otro hablara con él, aligerar su carga aunque fuera un poco, quizás fuera más soportable y de paso le quitaba la preocupación a sus amigos. Pero, vamos, estamos hablando de Ace, testarudo hasta la médula, el terco cabeza dura, capitán no necesito ayuda. A pesar de sus esfuerzos Marco todavía no lograba meterle al consultorio del barco ni para un simple chequeo.

 

—No te desesperes hijo, no necesitas presionarlo tanto para obtener respuesta, eventualmente él accederá al notar nuestra preocupación. —Fue lo que le dijo el viejo ¡Pero ya había pasado una semana y nada! Ace se refugiaba en lo alto del barco o en su camarote, no se dejaba ver para nada más que la hora de comer y la cena, está de más mencionar el incómodo silencio en cada ocasión.

 

Fue casi como si un milagro se manifestara ante sus ojos cuando lo vio entrar por voluntad propia al consultorio esa misma tarde ¿finalmente la preocupación de todos lo alcanzó, padre?

 

—Estoy perfectamente bien. —Anunció, ordenó y proclamó para el desconcierto del médico. —¿Puedes decirle a todos para que dejen de verme como si tuviera la plaga? Ya no lo soporto más.

 

Marco lo miró analizando todos los posibles resultados de la conversación, comenzando por su respuesta, de eso dependía que Ace se quedara para poder hablar sobre "el asunto" y determinar el nivel psicológico de daño.

 

—Sé que estás bien físicamente. —Cedió. Primero tenía que hacerle ver que estaba de su lado. —Posiblemente eres una de las personas más saludables del barco... —Ace alzó una ceja en espera del pero. —Pero hay una pequeña posibilidad de que tengas... algún problema más... complicado. —Habló evitando usar la palabra "Trauma" Ace posiblemente negara el hecho y se cerrara nuevamente.

 

—¿Por qué todos están haciendo eso?

 

—¿Qué cosa? —Preguntó extrañado.

 

—Tener cuidado con lo que dicen, puedo notarlo ¿sabes? no son muy discretos que digamos. —A paso firme caminó hasta sentarse en la camilla. —Mira, estoy bien ¿sí? lo de la fiesta fue un desliz que no se va a repetir, así que por favor acaba ya con esta mierda y diles a todos allá afuera que no tengo absolutamente nada para terminar con todo el asunto de una buena vez.

 

Marco se quitó las gafas para dejarlas en su escritorio y frotarse el puente de la nariz. ¿Por qué tenía que ser tan terco?

 

—Puedo ver que no es así, quiero ayudarte Ace, ¿por qué no me dejas? —Lo miró con los ojos cansados, esos días tampoco le cayeron muy bien que digamos, era inevitable no preocuparse por su nakama y mejor amigo después de verlo tan roto y devastado con sus propios ojos. —Padre y los chicos están preocupados. Yo estoy preocupado, Ace.

 

Por mucho que deseaba cambiar eso, no podía. El simple hecho de recordar era como vivirlo en carne propia otra vez, no lo podía soportar, no podía soportar la idea de que él ya no estaba, nadie podía entender nunca como se sentía y no quería que nadie lo hiciera, ya era suficientemente patético cómo mostró su debilidad esa noche. Lo odiaba.

 

Se refugió en su camarote luego del intento de Marco por hacerle hablar, no tenía apetito ni ganas de ver a nadie del barco, miró el techo en silencio.

 

"Tal vez mi tiempo aquí terminó" Pensó con calma. "Prefiero huir que hablar de ello. Soy un cobarde ¿verdad, Sabo?" Sintió sus ojos acuosos "No tengo remedio"

 

Se quedó dormido en algún punto de sus pensamientos, siendo sacudido de la cama por la fuerza del ruido en cubierta.

 

—¿Qué está pasado? —Bostezo antes de frotarse el chichon ocasionado al caer de la cama. —Es casi media noche ¿Qué están haciendo?

 

Justo en ese momento otra sacudida lo golpeó contra el suelo nuevamente. Se levantó molesto y fue a ver porque tanto escándalo.

 

Antes de salir a cubierta lo escucho.

 

—¡Nos atacan!

 

 

 

(...)

 

 

 

Miró el horizonte sin parpadear, su compañera le habló de algunas cosas que no alcanzó a entender, si fijaba su mirada a lo lejos el barco de Barbablanca aún era visible.

 

—¿Estás segura que...? —Preguntó, no podía creerlo del todo todavía. —¿Estás segura? —Repitió.

 

—Lo confirmé hace una semana, lo que buscas definitivamente está ahí. —La chica se cubrió con su larga capucha y subió al pequeño bote frente a ellos. —Uno de los comandantes me descubrió, pero al parecer no le dio importancia a mi presencia.

 

—Agradezcamos por ello entonces. —Saltó al bote también, ajustó su capucha hasta cubrir bien sus ojos. —No puedo esperar.

 

—¿Qué es eso? ¿Estás sonriendo? —El muchacho rió sin ocultar las emociones en su corazón. —Enserio, me causaste muchos problemas, más vale que valga la pena.

 

—Él lo vale, créeme. —Dijo tontamente ganándose un pellizco cariñoso de la chica.

 

—Eres un cursi Sabo-kun. —Lo regañó.

 

—¿Lo soy? —Se rió avergonzado.

 

Pensar que después de dos meses de navegar e investigar buscando a los piratas Barbablanca al fin había tenido resultados. Ace estaba a unos metros de él. Después de tantos años. Por fin podía verlo otra vez "¿Aún me recuerdas, cierto? Ace yo todavía... no, te lo diré cuando te vea. Por ahora, por favor, espera un poco más" Había mucho de que hablar de hecho, comenzando por su amnesia, Dragon-san, los revolucionarios, sus recuerdos vagos que se aclararon al ver su cartel de recompensa, lo orgulloso que estaba de que zarpara, el encuentro con Luffy, los momentos que pasó recordando al niño pecoso que ahora era todo un hombre, el lazo que compartieron, su amistad sincera y las palabras que tantas veces calló. —Quiero decírtelo todo.

 

Koala lo miró como tratando de analizar la sonrisa tonta en su cara. —Eres muy raro ¿sabes?

 

Sabo tarareo de acuerdo o de alegría o simplemente por hacerlo, Koala estaba casi segura de que no la estaba escuchando otra vez. Negó y continuó su trabajo, lo más probable es que fueran detectados en un rango de veinte metros si contaban con haki de observación.

 

—Sabo-kun prepárate para pelear... —La tripulación pirata de un emperador no era cualquier día al parque, probablemente tuvieran miles de espadas sobre el cuello antes de decir nada, estar alerta y prepararse para lo peor era lo mas sensato. —¿Me escuchas? —Trono los dedos para despertarlo. Asintió. —Bien, por ahora sigamos el curso y abordaremos más entrada la noche.

 

El plan era sencillo, esperaban ser detectados —había oído que el capitán Edward Newgate no acostumbraba matar sin dar oportunidad a la palabra— y tener la oportunidad de conversar tranquilamente para explicarse y mostrar no ser una amenaza, solo quería ver a Ace.

 

Ese era el plan.

 

El plan se fue al carajo.

 

Koala y él subieron al Moby Dick como tenían planeado e inmediatamente fueron rodeados, no había problema, también era parte de plan, la cosa se puso mal cuando Sabo se presentó, por alguna razón, los tripulantes saltaron al ataque en sincronía ¿no debió decir que era del Ejército revolucionario? a algunos piratas no le agradaba las actividades que realizaban así que fue tonto no suponerlo, pero, lo que no entendía era el porque le gritaron "bastardo" "noble" "violador" entre otras cosas más desconcertantes.

 

—¡Solo vengo por Ace, no quiero ponerme violento con sus nakamas! —Esquivó el ataque de la espada de uno, saltó sobre la cubierta reteniendo la fuerza del impacto con haki en ambos brazos, cubriendo a Koala. —¡Por favor, escuchen! ¡Yo soy...!

 

Marco salió a ver porque tanto escándalo.

 

—¿Qué está pasado?

 

—¡Nos atacan! —Gritó Squard.

 

Harto de que nadie le dejara hablar, Sabo utilizó la garra del Dragón para hacer una enorme grieta en la madera de la cubierta llamando la atención de todos y logrando que guardaran silencio.

 

—¡Ya basta! ¡No quiero pelear con nadie! ¡Solo quiero ver a Ace! ¡Él es mi...!

 

—¿Sabo?

 

Todos estaban en silencio, de otro modo no hubiera oído su voz, sus ojos viajaron a toda dirección buscando ansiosamente hasta que lo vieron, no había duda.

 

¡ese era Ace!

 

Bajo su capucha revelando su rostro, la verdad de ese día, la cicatriz del accidente, era él, estaba ahí, vivo.

 

—Ace...

 

Todos estos años donde lo creía muerto, ansiando reunirse con él, verlo sonreír una vez más, dejar que sus brazos lo rodearan para decirle que estaba ahí, con él, que todo fue un mal sueño, que nunca lo iba a dejar, amanecer con las lágrimas secas de un sueño que ahora parecía posible.

 

Había tanto que quería decirle, tanto que hacer, tiempo que recuperar, todo pasó por su mente como una felicidad irreal ¿es real? sus piernas cedieron por la emoción golpeando el suelo duro de madera ¡era real! se tambaleo y casi cede ante el piso mientras corre, corre como un niño desesperadamente aterrado de perderlo todo nuevamente.

 

—¡Sabo! —Grita mientras se aferra fuertemente al muchacho rubio, lo ve como si todavía no pudiera creerlo, sus ojos se inundan de lágrimas y grita su nombre una vez más aliviado de sentir el calor de su cuerpo ¡estaba vivo frente a él! Lo abraza más fuerte escondiendo su rostro disfrutando de su aroma, en todos esos años, no había cambiado ¿como era siquiera posible? llora tan fuerte pero no le importa, nada más que Sabo le importaba ahora, la única persona que podía devolver el abrazo de ese modo diciendo que todo estaba bien y calmar su corazón con el susurro de su voz.

 

—Te extrañé mucho, Ace. —Acarició sus cabellos sabiendo que eso le gustaba aunque no lo admitiera en voz alta, al menos así era cuando eran niños, ahora tal vez fuera diferente, no podía esperar que el pasar del tiempo no influyera en él, pero solo quería decirle una cosa . —Todo este tiempo yo...

 

—¡Yo pensé... pensé que estabas muerto! —Lo miró con ojos llorosos acusadores, estaba feliz y molesto ¿dónde demonios se metió todos esos años? —¿Por qué no me buscaste antes pedazo de idiota? ¿sabes lo horrible que fue para Luffy y para mi? ¡Siempre haces todo a tu manera sin pensar en lo que siento! —Lo golpeó, un puño limpio, lo simpático era que pareció arrepentido luego.

 

—Esta bien, merezco esa. —Admitió. Si hubiera seguido algún tratamiento era posible que hubiera recuperado la memoria más rápido, culpaba a su Sabo sin recuerdos y la falta de interés en su vida antes del accidente. —¿Te sientes mejor?

 

Ace lo ayudó a pararse y luego se limpió la cara al ser consiente de sus nakama y la señorita que también golpeó a Sabo.

 

—¿Que te dije de usar esa técnica en misiones de reconocimiento? —lo regaño, luego miró a Ace y le sonrió con amabilidad. —Hola, soy Koala, la compañera de este tonto de aquí.

 

Ace hizo una reverencia, las clases de modales de makino en acción.

 

—Gracias por cuidar de este idiota por mi. —Dijo ganándose una sonrisa de la chica, ella le caía bien.

 

Marco y los chicos bajaron sus armas para acercarse también, bastante desconcertados por la escena de hace unos minutos.

 

—Permítanme presentarme otra vez. —Dijo colocándose su sombrero. —Mi nombre es Sabo, soy el hermano de Ace. Y necesito hablar sobre un asunto importante con todos ustedes.

 

 

 

(...)

 

 

 

El capitán del barco y varios comandantes estaban reunidos con Sabo mientras Koala vigilaba la puerta ante cualquier curioso a bordo. En todo momento Sabo se mostró muy serio dando a entender la voluntad de sus intenciones ante la tripulación.

 

—No volveré a separarme de Ace, no sólo porque es preciado para mi, sino porque el Gobierno está movilizandose y Dragon-san tiene la certeza de quien está en la mira esta vez. —La sangre de Ace llegó a oídos de altos cargos, por ahora seguía siendo un secreto, pero eventualmente todo se sabe quieras o no en el mar. —No puedo revelar el motivo por el que Ace está en peligro, solo asegurar su seguridad como segundo al mando del Ejército revolucionario.

 

—¿Estás insinuado que no puedo proteger a uno de mis hijos, mocoso?

 

—Así es. —A pesar del tono intimidante no bacilo en responder. —Lo mejor para Ace es desaparecer conmigo, siendo un revolucionario estará a salvo, se lo aseguro.

 

Ambos hombres se mantuvieron la mirada.

 

—Tienes agallas, niño. —Se rió el viejo. —Sin embargo, le preguntas a la persona equivocada... Ace es quien tiene la última palabra en este asunto.

 

Sabo sonrió, se inclinó quitándose el sombrero como señal de respeto.

 

—Necesitaba el permiso del padre antes de llevarme a uno de sus hijos ¿no?

 

Levantó la cabeza con confianza, el viejo rió por su elocuencia del muchacho, parecía una pedida de mano.

 

—Ace, hijo, depende de ti. —El mencionado tapaba su rostro acalorado por las palabras de Sabo, ¿no tenía vergüenza acaso?

 

Sabo le sonrió como si nada desde el centro de la habitación, rodeado por los más fuertes comandantes y el capitán pirata que se consideraba una leyenda, él hablaba tan tranquilo y confiado mientras aguardaba el "sí" decisivo.

 

¿Pero estaba realmente bien aceptar?

 

—¿En qué piensas? —Preguntó Marco poniendose a su lado para ver mar. —¿Sabo? Seguro es todo en lo que puedes pensar en estos momentos ¿cómo te sientes? Es una pregunta mejor.

 

Ace, cansado de evitar hablar, no miró a su amigo y lo soltó.

 

—Estoy enamorado de él, siempre lo hice. —Comenzó a decir y cerró los ojos, no quería ver la expresión de Marco. —Desde que era niño enfrente el rechazo de las personas por mi sangre... mi papá fue una mala persona, el odio que ocasionó recayó sobre mi sin que pudiera hacer nada y estaba bien, no me importaba mucho en realidad... la única persona que no me rechazó era otro niño que robaba en mi área, comenzó como una rivalidad tonta por las presas del otro hasta que sin darme cuenta alguien esperaba por mi cada día y llenabamos un árbol con dinero para ser piratas juntos ¿extraño, no? entendí como se sentía estar conectado a otro, me hacía feliz saber que tenía un amigo. —Suspiró con el recuerdo de esos días felices. —No entiendo como cambió, pero empecé a ser consiente de su cercanía en las noches frías, nuestras manos rozarse o lo hermoso que me parecían sus ojos cuando me decía cosas a las que realmente no prestaba atención. —También recordaba las ganas de abrazarlo sin motivo y de robarle un beso inocente para que dejara de hablar, pero Marco no necesitaba escuchar eso. —Cuando ocurrió el accidente... creí que ya no tenía un motivo para vivir, pero, Luffy estaba a mi lado y yo era el hermano mayor, él todavía me necesitaba, también estaba la promesa de zarpar algún día ¿tendré cara para ver a Sabo si muero por capricho? Fue lo que pensé cada vez que estaba a punto de ceder a la oscuridad.  —Abrio los ojos. —Ahora que está aquí conmigo no lo quiero soltar otra vez... pero... agh, no lo sé, me da... me da miedo ser feliz Marco ¿Puedes creerlo? estar jodido a ese punto...

 

Marco no cambió su expresión tranquila, oyaji tenía razón, Ace tenía que ser el que decidiera abrirse a los demás, agradeció que confiara lo suficiente en él para dicho momento.

 

—¿Se lo dijiste? —Dijo, refiriéndose a Sabo.

 

—¿Cómo podría? —Ponerlo en palabras frente a él ¿Como reaccionará? ¿Feliz? ¿Asqueado? Era un sentimiento latente que siempre sintió gritando entre ellos, pero ¿y si solo él podía oírlo? ¿y si Sabo no... lo quería... así? —No podría soportar el rechazo, no de él entre todas las personas.

 

—¿Por qué estás tan seguro de su respuesta antes de preguntar?

 

—Soy... realista. —No había forma de que Sabo lo viera así. —¿No lo escuchaste? Dijo que es mi hermano, siempre fue y seguirá siendo de ese modo para él.

 

—No lo sé, me pareció mera formalidad, ademas, ¿vas a negar que prácticamente pidió tu mano a padre hace un momento...? —Bromeó logrando avergonzar al pelinegro sin mucho esfuerzo. —No puede ser ¿Hiken no Ace está sonrojado?

 

—¡Cá-cállate! —Lo golpeó y se abanico el calor del rostro con su sombrero.

 

Marco sonrió al verle animado otra vez, su amigo era muy tonto para el romance ¿cómo podía no ver lo obvio? el enorme elefante* era visible para toda la tripulación en ese momento, bueno, a excepción del pecoso avergonzado a su lado. Eso de que el amor te hace tonto tenía bastante sentido.

 

—¿Te doy un consejo que puede ahorrarte muchos dolores de cabeza?

 

Ace lo miró a expensas con las mejillas todavía pintadas de un lindo tono carmín.

 

—Dime. —Carraspeo.

 

—Se más egoísta con lo que quieres. —Pausa. Mira detrás de Ace y sonríe antes de continuar. —Ahora que lo tienes ¿de verdad piensas dejarlo ir sin hacer nada?—Apuntó con la cabeza, Ace volteó.

 

Sabo y Koala hablaban animadamente a unos metros, Sabo lucía despreocupado y le sonreía a la chica por alguna tontería que él mismo había dicho, inconsciente del efecto que tenía en las reacciones de chica, ella miro a otro lado sonrojada y no dijo nada.

 

Ace miró a Marco nuevamente, este asintió entendiendo la conclusión a la que había llegado el otro.

 

—Si no haces nada te arrepentirás cuando aparezca alguien más valiente que tú.

 

¿Podría soportar verlo con alguien más? La mera idea le daba vueltas en el estómago, por supuesto que no podría.

 

Como buen amigo, Marco apoyó su mano en el hombro de Ace dándole ánimos para hablar.

 

Reunió todo el coraje que tenía para sacarlo de su sistema.

 

Lo que más temía.

 

—Marco, con lo jodido que estoy ¿Crees que yo pueda hacerlo feliz?

 

El comandante sintió que se le apretó el corazón, jamás había visto a Ace verse tan vulnerable, ¿ese era el motivo real por el que dudaba tanto? se esforzó por tener cuidado con sus palabras.

 

—Es un salto de fé. —Señaló al rubio que se acercaba feliz de haber encontrado a Ace. —Y, ¿Ace? sí está bien querer ser feliz.

 

Se despidió de Ace y el recién llegado, mirando a este último con una clara advertencia que dejó desconcertado al rubio menor.

 

—¿No le caigo bien? —Preguntó sorprendido.

 

Sabo, su Sabo, incluso como una versión adulta de sí mismo aún conservaba esa actitud infantil de preocuparse por pequeñeces como caerle bien a sus mayores, había mejorado considerablemente en sus modales, pero seguía siendo ese niño prófugo que conoció en Gray Terminal. Su Sabo, vivo, alegre y de sonrisa completa.

 

—Debe ser por los daños que causaste en la cubierta ¿Conoces la palabra"límites"? Me sorprende que los carpinteros no te hayan matado ya.

 

—Fue absolutamente necesario, en mi defensa. —Zanjo, como quien no quiere la cosa. Posó sus brazos por el borde madera donde Ace estaba recargado también, la luna brillaba reflejada en el mar. —¿No tienes sueño?

 

—¿Bromeas? Lo último que quiero es dormir, necesito pensar en todo lo que pasó, de lo contrario mi mente va a explotar. —Sabo ya le había mencionado lo que ocurrió luego del accidente, sus años en el Ejército Revolucionario y la amnesia que cargó con él hasta hace poco. —Todavia no puedo creer que realmente estás aquí. —Susurró feliz, las inmensas ganas de envolverlo entre sus brazos lo impulsaron a acercarse más, pero solo eso, no fue una petición verbal y aún así Sabo entendió su silencioso deseo, era cálido otra vez estar entre sus brazos.

 

—Lo estoy, te aseguro que sí y esta vez no me volveré a apartar de tu lado. —Prometió. —Eso, claro, ¿Si me permites quedarme contigo?

 

Sé egoísta con lo que quieras.

 

—Mas vale que cumplas tu promesa. —Respondió. Alzó la mirada cohibido por la manera en la que el otro lo observaba detenidamente sin decir nada, admirando con calma cada detalle en su rostro. Ace quedó hipnotizado, sus ojos seguían igual de hermosos y lo observaba de una forma tan... —Sabo... —Tembló.

 

—¿Tienes frío? Lo siento, olvidaba tu manía de andar semidesnudo a toda hora. —Los brazos del rubio apretaron más su cuerpo. La cara del pecoso descansaba en el pecho del más alto, avergonzado. —¿Mejor?

 

Su cuerpo era el mismo fuego, podía subir su temperatura a voluntad, el frío realmente no era un problema para él.

 

Está bien querer ser feliz.

 

—Mucho. —Cerró los ojos disfrutando la cercanía, era tan cálido y seguro estar entre sus brazos, sin preocupaciones, solo ellos dos contra el mundo otra vez ¿estaba bien si Ace... deseaba quedarse así un poco más?

 

—Me alegro. —Tarareo para luego acariciarle el cabello lentamente, se sentía bien tenerlo así, este Ace adulto era más calmado que el recuerdo del malhumorado niño pecoso estoico al contacto humano.

 

—¿De qué te ríes? —Preguntó extrañado sin apartarse ni un centímetro del agradable cuerpo de Sabo. Eso, y no quería que viera el lío carmín que era en esos momentos.

 

—Antes odiabas que te tocaran, me golpeaste con un tuvo esa vez que te agarré la mano al cruzar la calle. —Dijo sintiendo el golpe fantasma en sus costillas. —Has crecido mucho, estoy feliz. —Al igual que sus costillas.

 

Ace apretó el elegante abrigo de Sabo, incrédulo, ¿odiarlo? ¿no se dio cuenta de que le daba pena y no sabía de qué otra forma reaccionar a esas situaciones? Fue su turno para reír.

 

—Pensé que tu eras el listo entre nosotros. —Dijo dejando que su risa inundara el silencio de la noche.

 

—¿No entiendo a que...?

 

—Dime ¿recuerdas lo pegajoso que era Luffy? Si no estaba pegando a tu espalda estaba colgado de la mia. —Explicó. Sabo lo miró sin entender. —Haa, en serio... Él, literalmente, estaba pegado a mi todo el día, pero nunca hice nada al respecto porque no me importaba mucho que él me tocara... a comparación de si tú lo hacías ¿entiendes? —Miraba a Sabo con nerviosismo, esperando que entendiera antes de sufrir un paro cardíaco.

 

—Sigo sin comprender del todo a donde quieres llegar. —Mintió con cautela, ¿era lo que estaba pensando? Ace estaba avergonzado mirándolo a los ojos tratando de formular una nueva respuesta, lucía tan adorablemente hermoso determinado con un brillo especial que Sabo siempre había visto en él.

 

Quería besarlo.

 

—Lo que trato... Lo que trato de decir es que, si eres tú... yo no puedo estar tranquilo. —Ni antes, ni ahora. —Me pongo nervioso como el demonio, odio eso, quiero estar contigo sin estar ansioso pensado cosas que no tienen sentido, solo quiero estar contigo, pero no es como tú... —Su cara ardía, pero su corazón no iba a vacilar más. —Sabo, yo... no te veo como un hermano.

 

Lo dijo.

 

Sabo quería besarlo demasiado ahora.

 

—¿Cómo me ves entonces? —Preguntó expectante. Un poco más, quería oírlo todo primero.

 

Ace trago antes de dar el último paso.

 

Un salto de fe.

 

—Eres la persona que amo. —Dijo, apretó la ropa del mayor y se relamio los labios con nerviosismo. —Te amo, Sabo.

 

No pudo más.

 

Besó a Ace con la misma intensidad de los años separados el uno del otro, lo sostuvo con fuerza y acarició los costados del menor sin poder dejar sus manos quietas. Lo necesitaba tanto. Todo ese tiempo perdido, no perdería ni un segundo más para disfrutar al otro hombre con todo el amor acumulado en su corazón.

 

Ace jadeo por aire, su corazón latía con prisa al igual que sus emociones ¿alivio? ¿alegría? ¿felicidad? lo sentía todo a la vez, y más, se sentía amado como solo Sabo podía hacerlo sentir. Sabo se separó alarmado al sentir algo húmedo caer en su mejilla.

 

—Lo siento ¿Te lastime? —Dijo preocupado, limpiando las lágrimas del otro. —Me dejé llevar un poco ¿estás bien?

 

Ace asintió respirando agitadamente, ni siquiera notó el momento en que comenzó a llorar.

 

—No me lastimaste, solo... —Dijo y errojecio.

 

—¿Solo...? —Lo instó a continuar. Ace agarró su ya muy arrugado abrigo hasta lograr robarle un fugaz beso.

 

—...estoy feliz.

 

Era el turno de Sabo para ponerse colorado, su sorpresa se volvió alivió y sonrió.

 

Recargo su frente en la clavícula del pelinegro sin poder creerlo, estaba tan feliz que podría llorar también ¿cuanto tiempo espero por este momento? aún sin recuerdos siempre sintió una sensación de anhelo por algo, como un vacío persistente, la sensación de tener que estar en otro lado mientras miraba el mar. Todo eso explotó junto a miles de recuerdos hace unos meses cuando se le asignó la seguridad del joven pirata frente a él. Al ver su rostro altanero en ese cartel de recompensa todo se acomodó en su cerebro. Eso... no, ese es, ese chico era lo que faltaba, el anhelo de su presencia. Ace, su Ace. 

 

Lloró tanto que Koala lo fastidió por semanas, pero no podía importarle menos ¡Ace estaba allá afuera pensando que murió! le rogó a Dragon-san que no lo sacara de la misión —se desmayó del shock por lo que el mayor estaba preocupado de enviarlo en su estado post-recuperación de memoria— Necesitaba verlo cuanto antes, decirle tantas cosas, abrazarlo, tener a su querido Ace a su lado nuevamente. A mala gana y con ayuda de Koala y sus ojos de perrito abandonado, pudieron convencer al líder del Ejército para poder ir ¡Con la condición! de ser serios en la misión, no dejarse llevar por el reencuentro y poner en peligro al hijo de Roger.

 

Bueno, al menos Sabo estaba siendo bastante serio al tomar su boca una vez más, eso era algo ¿no?

 

—¡Hm! S-sabo... —Gimió. Besarlo resultó sentirse mucho mejor de lo esperado ¡demasiado bien de hecho! tanto que su cuerpo comenzó a reaccionar ¡pero aún estaban afuera por amor a dios! No necesitaba otro motivo de incomodidad con sus nakama. —¡espe-espera! —Frenó las traviesas manos del otro sobre su trasero.

 

—¿Qué es? —Preguntó agitado separando sus labios de su cuello, los sonidos que hacía Ace lo alteraron bastante también. —¿No te gusta? —Bajó sus manos y lo miró ansioso.

 

—No es eso... —Dijo, miró a todos lados y agarró la mano de Sabo tirando de él. —Habitación. —Susurró sin mirarlo mientras caminaba a su lugar privado del barco, aunque era difícil con el problema en su pantalón.

 

Sabo no estaba mucho mejor que él, de hecho, usó todo el autocontrol posible para no tirarse a Ace en la primera habitación que encontrara ¿Por qué estaba tan lejos su camarote de todos modos? No resistió robarle algunos besos en el camino, se rió por lo fácil que era avergonzar al pelinegro quién se quejó de ser descubiertos por su imprudencia, aunque su rostro y reacciones al robarle osculos no demostraron más que excitación.

 

A tropezones chocaron con la dichosa habitación, Ace jadeo ante la brutalidad del contacto ¡joder! los fuertes brazos de Sabo alcanzaron sus muslos alzando sus caderas hasta tenerlo totalmente rodeado a su cintura, gimió fuerte cuando volvió a atacar su cuello, a ese paso iba tener que usar un bufanda para cubrir las enormes mordidas en la zona.

 

—Todavía no... entramos.. ¡Ngh! —Se quejó, tanteo la perilla desde su apretada posición dando con ella después de un rato de besos hambrientos de un muy excitado Sabo.

 

La oscuridad del cuarto era únicamente iluminada por el resplandor nocturno de una pequeña ventana del otro lado de la habitación. El cuerpo de Ace tembló al ser arrojado a la cama, el chico rubio lo miraba intensamente mientras se subía sobre su cuerpo apretádolo contra la cama y dejando que sus caderas chocaran en una deliciosa fricción haciéndolos gemir al mismo tiempo.

 

La vista de Ace bajo su cuerpo completamente expectante al siguiente movimiento, deseándolo, sin dejar de verlo con los ojos llenos de anhelo, era simplemente hermoso. Sonrió.

 

—¿Quieres ser mío esta noche? —Preguntó tontamente, ganándose la risa entrecortada de Ace.

 

—¿Preguntas... ahora? ¿después de casi hacermelo en la puerta? —Su risa fue más clara y fuerte. Los ojos de Sabo siguieron el movimiento grabando el momento mientras le daba un beso fugaz en la frente. Ace parpadeo. —¿Y eso?

 

Sabo sonrió encojiendose.

 

—¿Por casi hacértelo en la puerta? —Ace negó para luego volver a reír, no tenía remedio.

 

—Está bien. —Respondió al fin.

 

—¿El qué?

 

—¿Quieres que te golpee?

 

—Me gustaria escucharlo en voz alta ¿puedes? ¿Por favor? —Lo miró con ojos suplicantes, aprovechándose de la debilidad de Ace ante sus encantos. —¿Por favorcito?

 

El pelinegro suspiró, tenía la sensación de que Sabo descubrio perfectamente como hacerlo ceder e iba a usar esto con mucha frecuencia desde ahora. Un Sabo caprichoso, por así decirlo.

 

¡Tenía que recuperar el control de la situación de algún modo!

 

Sabo jadeo sorprendido ante el violento movimiento. Ace empujó su cuerpo hasta tenerlo medio sentado/acostado en el respaldo de su cama, se subió encima de sus caderas hasta lograr sentarse sobre el atrapado miembro del rubio, este soltó un gemido ansioso. Miró a Ace sin entender el cambio de actitud, este sonrió satisfecho consigo mismo.

 

Se acercó al oído del rubio sintiendo el escalofrío anticipado de sus palabras sobre su propio cuerpo.

 

—Quiero ser tuyo esta noche y todas las siguientes. —Susurró, dejando que su voz sonara con una tranquilidad inexistente bajo la bruma de placer que provocó en Sabo.

 

Lo siguiente que supo fue que no tenía pantalones ni ropa interior, su rostro completamente rojo estaba contra las sábanas mientras los besos de Sabo descendían peligrosamente por su espalda baja.

 

—¡Ahh! —Su cuerpo tembló, Sabo le había mordido demasiado cerca de su entrada, sentía algo palpitando ansioso en su interior, si bajaba su boca un poco más... la imagen mental le mandó un pinchazo a su adolorido pene. —Sa-Sabo... —pidió desesperadamente, necesitaba más que simples roces juguetones.

 

—Shh, paciencia. —Dijo complacido por fastidiar un poco a su amante, Ace apretó las sábanas respirando agitadamente ¡podía sentir su aliento sobre su agujero! —¿Qué pasa? —Preguntó solo para molestarlo más.

 

—¡lo estás haciendo a propósitaahg! ¡Ahh! ¡Sa-sabo! —Sus piernas flaquearon, de no ser sostenido por Sabo a tiempo estaba seguro de haber cedido. La lengua del rubio adentrándose en su interior se sentía demasiado bien, entró profundo arrancándole sonidos vergonzosos que salían sin permiso de sus labios hinchados y rojos por la sesión de besos pasionales en juego previo.

 

Sabo penetró esa pequeña abertura siendo tragado con gusto por el cuerpo de Ace, era evidente lo ansioso que estaba, podía sentir su propio cuerpo en el límite también, su pene parado como mástil goteaba dolorosamente en busca de atención.

 

Salió de su cuerpo haciendo un sonido obsceno provocando otro gemido grutual de Ace.

 

—Ace, date vuelta, quiero verte para lo que viene. —Dijo limpiándose el exceso de saliva con el dorso.

 

Ace se quejó momentáneamente por la falta de contacto, pero hizo lo que ordenó el otro. Las marcas en su cuello y pecho resaltaban más ahora, a la mañana siguiente tendría el color similar a los moretones, si es que no eran de ese tono ya, no podía distinguir bien con la escala luz que proveía la ventana.

 

—¿Y ahora? —Ace tenía una dolorosa erección entre sus piernas, amaba a Sabo y la tierna manía suya de quedarsele viendo sin razón alguna por minutos, pero ahora no tenía la paciencia necesaria para esperar que termine de admirarlo, necesitaba más contacto ¡Ya!

 

—Ahora, ven aquí... —Sabo se sentó dejando a la vista todo su cuerpo desnudo, tenía una mordida bastante profunda cerca de su garganta y varias marcas de besos en su pecho, al mirar más abajo de sus abdominales su miembro estaba de muy buenos animos hirgiendose en toda su gloria. —¿Te gusta lo que ves? —Bromeo, pero Ace no se enfadó o enrogeció -más- simplemente se apresuró a subirse encima otra vez teniendo una idea vaga de lo que seguía.

 

—¿Vas a seguir hablando o a meter tus dedos de una vez? —La vergüenza se perdió en algún lado hace bastante rato, ya se había desnudado en más de una forma frente a Sabo y este aún estaba ahí, no necesitaba dudar o avergonzarse más por lo que quería.

 

Sabo respiró profundamente, tenía que prepararlo, era su seguridad primero, lo sexy que se ve encima suyo y esas palabras sucias no tenían que afectar su autocontrol.

 

Autocontrol Sabo, autocontrol.

 

Además, después de la primera ronda podía ponerse más rudo sin miedo a lastimarlo.

 

Besó a Ace aprovechando la cercanía entre sus cuerpos para frotar su parte baja con la del pecoso. Estiró su brazo hasta dar con su pantalón sin dejar de succionar la lengua de Ace en una pequeña ronda de besos, agarró el frasco en el bolsillo derecho y hábilmente lo destapó con una mano manchando sus dedos con el resbaloso líquido dejando que los envolviera por completo.

 

Soltó la boca de Ace para que pudiera respirar un poco, aunque solo podía jadear y gemir por el constante movimiento de sus miembros frotándose entre ellos. Sabo no perdió más tiempo y dirigió el primer dedo a su nuevamente estrecha entrada, estaba caliente y húmeda por la actividad anterior, entró sin problemas mientras Ace se aferró a sus hombros con fuerza.

 

—N-no duele... Sabo más... ¡Ngh! pro-profundo... —Jadeó. Sus ojos estaban perdidos en el placer, algo en su interior, más profundo, latía, necesitaba que llegara hasta allí, algo le decía que no iba a lamentarlo. —¡Ra... rápido!

 

Autocontrol. AUTOCONTROL SABO.

 

Metió el segundo rápidamente, estirando la entrada hasta colocar el tercero, ahora era difícil, las paredes se resistían demasiado.

 

—Ace, relájate... ahh... —Era más difícil para él también, el movimiento de cadera no era suficiente para satisfacer las ganas de entrar en esa apretada entrada.

 

—¡Só-sólo entra en mí ya! —Sus piernas dolían, su interior ardía entre dolor y placer mientras su voz sonaba extraña y desesperada. —¡Te necesito ahora!

 

AL CARAJO EL AUTOCONTROL.

 

Ace jadeó al ser empujado nuevamente en la cama, sus piernas fueron sostenidas y apartadas con rapidez mientras era arrastrado hasta quedar con Sabo entre sus piernas mirándolo sin pestañear, él lucia absolutamente hermoso con el deseo latente en sus ojos y la abrumadora necesidad de hacerlo un desastre.

 

Su cuerpo se estremeció de pies a cabeza con la primera fuerte embestida en su interior... Se sentía repleto, dolor y placer mezclados.

 

—¡Ahm! —Soltó un gemido estrangulado cuando repitió el movimiento, arañó su espalda sin darse cuenta, Sabo se estremeció y volvió a embestir con la misma fuerza, era absolutamente increíble en su interior. —¡Ngh! ¡Sa-Sabo! ¡Ahh!

 

Los movimientos comenzaron a tomar ritmo, más preciso, más profundo, la habitación se llenó del olor a sexo, gemidos y el insesante rechinido de la cama golpeando la pared con cada estocada al delicioso cuerpo de Ace, Sabo lo estaba profanando sin piedad mientras el pelinegro lloraba de placer bajo su cuerpo dejándose llevar por la exquisita sensación recibida en cada golpe.

 

Perfecto. Así se sentía tener a Ace gritando de placer bajo su cuerpo, agarró con fuerza sus caderas seguramente dejando las marcas de sus dedos quemandole la piel, embistió concentrado en encontrar ese lugar especial que lo haría llorar aún más.

 

—¡AHHH! —Bingo. Dirigió todos sus empujes a esa zona, su pene fue tragado con gusto haciendo de su tarea más sencilla, el cuerpo de Ace era bastante honesto. —¡AHÍ! ¡SABO NO PARES...! —Al igual que su dueño en esos momentos.

 

Ace sintió algo acumulándose en su estómago, la sensación intensa de dejarlo ir todo. Gritó cuando Sabo volvió a golpear ese glorioso lugar retorciéndose antes de soltar su esperma con la mejor sensación de su vida y Sabo todavía golpeando en su interior.

 

—Resististe bastante... estoy orgulloso... —Sabo tuvo que aguantar y no correrse con semejante imagen y la fuerte estimulación que esto tuvo en el interior de Ace. —¿Estás satisfecho? —Preguntó. Ace no podía comprender cómo hablaba tan normalmente mientras continuaba metiéndole el pene.

 

—Lo estaré cuando haa... termines... ngh. —Su propio pene dolía por aplasar tanto la eyaculación ¿Sabo realmente estaba bien? ¿Era humano?

 

—Ven aquí. —Agarró su brazo y arrastró su sensible cuerpo hasta tenerlo de costado levantando una pierna dando una muy buena vista de su estirada entrada y su miembro semi-duro. —Ngh, sí... puedo ir más profundo así... —Se deslizó fácilmente hasta el fondo, se retiró y volvió a empalarle su pene sin esperar más. Ace estaba totalmente duro para el segundo empuje, ciertamente sus embestidas llegaba más lejos de ese modo, apretó las sábanas  comenzando a gemir nuevamente.

 

La respiración de Sabo estaba cerca de su rostro, podía sentir lo agitado que estaba con cada empuje, uno más rápido que el anterior. Estaba llegando a su límite.

 

—A-Ace..  ¿puedo...?

 

—¡Hazlo! —Gimió sintiendo esa sensación en su estómago otra vez, su cuerpo estaba demasiado sensible anticipando el final. —¡Sabo!

 

Se corrió por segunda vez en la noche/madrugada manchando las sábanas y apretando lo mas posible su interior. Sabo mordió su hombro ahogando su voz mientras se dejaba ir completamente dentro de su cuerpo.

 

Respiraciones agitadas en busca de calma llenaron la habitación, Sabo apretaba en cuerpo de Ace sin ceder ni un poco a tenerlo así por más tiempo, besaba su cuello provocándole cosquillas con su respiración.

 

Había sido genial.

 

¡Nunca pensó en lo bien que podía sentirse hacer esto! no le atraían las mujeres, tampoco le llamaban la atención los hombres, la idea de revolcarse con algún desconocido le daba ganas de vomitar, no lo entendió muy bien en su adolescencia "¿Algo anda mal conmigo?" pensó varias veces. Un día conoció a esta pareja extraña de dos chicas, donde una decía no ser lesbiana, Ace recuerda la risotada que soltó ¿No estaba casada con otra chica? ¿Como no podía ser lesbiana? Entonces ella sonrió y le dijo algo que nunca olvidó "Hay quienes amamos sin importar el género ni la etiqueta, solo importa lo que esa persona te hace sentir, no puedes evitar ser asi. Pero está bien, porque no está mal"

 

Amar para desear.

 

Demisexual, podía decir que se identificaba de ese modo. Aunque no le gustaba usar etiquetas.

 

—¿Que tal está tu cuerpo? ¿Te duele en algún lado? —Preguntó después de un agradable y relajante silencio.

 

—¿Qué harías si digo que sí? —Solo quería saber. Su cuerpo estaba algo cansado y marcado, pero estaría bien.

 

—Ir por un doctor y luego lanzar a Sabo jr. al mar. —Bromeó logrando sacarle una carcajada al menor.

 

—Tentador. —Secundó mientras fingía pensar en su respuesta. Volteó su rostro y le sonrió. —Pero no, Sabo Jr. es demasiado importante en esta relación.

 

—¿Asi que solo me quieres por Sabo jr., eh? —Bajo sus manos para hacerle "cosquillas venganza" ese ridículo juego que inventaron hace años. Ace se retorció entre sus brazos, riendo.

 

—¡Bas... Basta jajaja! —Suplicó mientras Sabo aprovecho para atacar su cuello otra vez.

 

A este paso una bufanda no iba ser suficiente.

 

 

 

(...)

 

 

 

 

—¿Estás seguro?

 

—¡Te digo que no lo soñé!

 

Koala ingresó a la cocina del Moby Dick en busca de cafeína, por dios, su cuerpo lo necesitaba todas las mañanas.

 

—¿No estabas bebiendo anoche? Tal vez fue tu imaginación de borracho.

 

—¡No bebí nada anoche! Me fui a dormir porque me dolía la cabeza ¡Te lo juro!

 

Se sirvió en la primera taza que encontró agradeciendo internamente a quién sea que también tenía su manía por cafeína a esa hora. Se sentó junto a los dos hombres que conversaban animadamente desde que entro y comenzó a desayunar.

 

—¡Es en serio! ¡De verdad escuché gritar a alguien anoche! Además, alguien estaba peleando, hubo muchos ruidos de golpes.

 

—¿A media madrugada?

 

—¡¿Por qué no me crees?!

 

—Mira, te lo pongo así: sé que bebiste anoche, alucinas y déjame comer mi pastel de arándanos o te golpeare.

 

Koala lo escuchó la conversación bastante interesada. Pastel de arándanos ¿todavía quedaba un poco?

 

—¡Ahg! ¿Cómo hago que me creas...? ¡Ah! ¡Ya sé! ¡Ace! ¡El duerme a lado de mi habitación! ¡Seguro escuchó los gritos y golpes extraños de anoche!

 

Koala escupió su café.

 

¿Qué clase de azúcar usaban en ese barco?

 

Se limpió con una servilleta y salió disgustada por el mal sabor de boca. Mentas, necesitaba mentas.

 

Recorrió el barco saludando a los tripulantes que pasaban junto a ella, era gracioso, casi la mataban el día anterior.

 

—¿Eres Marco el doctor, verdad? —Saludo al hombre de peinado simpático tan pronto lo encontró. —¿Tienes mentas o algún caramelo medicinal?

 

—Hola. —Dijo. Buscó en su bolsillo y le mostró un dulce con envoltura morada —Uno normal ¿te sirve?

 

Ella asintió feliz y agradecida metiendo el caramelo en su boca sin pensarlo mucho.

 

—¡Gracias! —Se despidió alegremente.

 

—Espera-yoi. —La detuvo. —¿A dónde vas?

 

—A darle un buen sermón al holgazán de mi jefe, ¿Por?

 

—No te recomiendo que vayas con él ahora. —Trato de disuadirla, si las cosas habían salido bien para Ace -y sabía que era así, pues jamás se pierde el desayuno llueve, truene o tiemble- probablemente estén haciendo algo indecente en algún lado, no quería ver cómo se rompía el corazón de esta señorita, no de una manera tan perturbadora. —¿Y si me acompañas a tomar una taza de cafe?

 

Ella levantó una ceja.

 

—¿Qué clase de azúcar usas?

 

Marco imitó su gesto.

 

—¿Quién le pone azúcar al café?

 

Koala sonrió, ¡al fin alguien con cultura!

 

—Me agradas hombre piña. Está bien.

 

 

 

(...)

 

 

 

 

Sabo tarareo animadamente mientras caminaba a la cocina por algo de comer para el bello durmiente que lo esperaba en el camarote totalmente exausto por la agitada noche compartida. Un buen trozo de carne al despertar le garantizaba su puesto de buen hermano... novio ¿hermanovio?

 

Entró a la cocina sin reparar el todos los pares de ojos sobre él, repitiendo la extraña palabra inventada en su cabeza como tratando de recordar algo importante.

 

Esperen.

 

Anoche...

 

¿Le pidió salir con él?

 

Recuerda la linda confesión de Ace bajo la luna, estaba tan conmovido que se dejó llevar atacando sus labios sin esperar más. Todo el revoltijo de sentimientos pasando por su mente y expresado en caricias.

 

¿No lo transmitió con palabras también?

 

¡No puede ser! ¡No se lo dijo! ¡Tenía que decírselo también!

 

—Err ¿Te encuentras bien? —Preguntó a quién reconoció como el comandante Thatch, parecía extrañado y preocupado mientras lo miraba alzando una ceja. Los chicos a su alrededor parecían divertidos, en cambio.

 

Tal vez mirar la nevera por diez minutos haciendo gestos mientras susurraba cosas sin sentido no fue la mejor de sus ideas.

 

—Sí, sí, cosas mías nada más. —Se rascó la nuca avergonzado.

 

El hombre al lado del comandante —el tal Juzo... Jazu... o algo así, no lo recordaba bien— señaló el compartimiento a unos pies de distancia. —El desayuno de Ace está ahí si es lo que buscas.

 

Que agradable sujeto, pensó Sabo.

 

Agradeció la ayuda y sacó el plato con comida lista para su amado Ace.

 

—Espera un poco —Le habló Juzo/Jasu otra vez antes de salir de la cocina. —¿En verdad vas a llevarte a Ace?

 

Izo lo codeo por ser tan directo y sin tacto al preguntar, ahora sí notó todos los ojos sobre él, los demás también prestaban atención para saber su respuesta.

 

La noche anterior solo pudo hablar con el capitán y algunos comandantes que estaban despiertos o tenían ganas de escuchar lo que tenía para decir, asi que realmente muchos en el barco aún no sabían con certeza todo lo mencionado y lo que iba a pasar en adelante. La evidente preocupación por la partida de uno de sus nakama se reflejaba en los ojos de todos los hombres que lo miraban ahora.

 

No quería ser cruel.

 

Pero Ace le había dicho que lo amaba, no pensaba soltarlo nunca más.

 

—Así es. Ace estará conmigo desde ahora. —Respondió.

 

Jozu —como era realmente su nombre— golpeó la mesa con ambos puños llamando su atención nuevamente. —¿Por qué quieres llevártelo? ¿Es realmente verdad lo de que está en peligro? ¡¿Cómo podemos confiar en un extraño que llega de un día para el otro queriendo llevarse a uno de nuestros camaradas y no decir nada al respecto?!

 

Los demás en la mesa —a excepción de Thatch e Izo— saltaron apoyando firmemente las palabras del gigantón, Ace era uno más de ellos ¡no podía simplemente llevárselo!

 

Sabo regresó sus pasos y se detuvo frente a la mesa.

 

—Ya he pedido permiso ante su capitán... —Dijo mantenimiento la serenidad que lo caracterizaba, bajó su sombrero y se inclinó ligeramente. —pero supongo que como también se consideran hermanos de Ace tienen derecho a estar molestos al dejarlo irse con un desconocido. Lo siento, no planeo renunciar a él, solo puedo garantizar que lo mantendré feliz y a salvo con mi palabra. No importa si no me creen o tratan de detenerme, Ace es mi preciado tesoro y no planeo compartirlo. —Terminó con una brillante sonrisa sin pizca de mentira en sus palabras.

 

Se colocó nuevamente su adorado sombrero listo para regresar al camarote de Ace con la satisfacción de haber dejado sin palabras a todos los tripulantes en el comedor.

 

Volteó encontrándose con un Ace totalmente rojo de vergüenza que lo miraba como si no se decidiera entre besarlo o arrojarlo al mar.

 

—Despertaste. —Dijo como saludo, su cara también comenzó a sentirse caliente al intuir que escuchó todo.

 

—Desperté. —Asintió sin decir nada más.

 

Sabo actuó como un robot todo tieso e incómodo mientras le dejaba un enorme plato de comida en sus manos y salía de la cocina hechando humo por las orejas. Así que también podía sentirse avergonzado, un lindo descubrimiento.

 

—¿Está rico? —Le preguntó Izo después de un rato viéndole devorar la comida a su lado.

 

Asintió con las mejillas repletas y feliz, un aura inusual que todos notaron enseguida ¿desde cuando sonreía tanto al comer? la comida era buena, no lo iba a negar nadie, pero tampoco era para lograr esos milagros.

 

—¿Por qué estás usando una camisa? —Le preguntó alguien entonces, ciertamente todos conocían su manía de andar semidesnudo a toda hora en el barco por lo que verlo con esa prenda puesta sorprendió a más de uno.

 

—¿El frío? —Tragó y respondió.

 

—Pensé que esas cosas no te afectaban.

 

—Yo igual. —Dijo otro.

 

—Me puedo enfermar como cualquier persona normal ¿Saben? —Zanjó. Tomó el vaso de jugo frente a él y se lo tomó a grandes tragos.

 

—¿Que es esa marca que tienes ahí? —Izo, preocupado, tocó el pequeño punto rojo/morado bajo su barbilla.

 

Ace aguantó las ganas de atragantárse.

 

—Mos... mosquitos. —Respondió nervioso.

 

—¿Qué? A mi no me picó nad-

 

—Anoche me atacaron los mosquitos ¿Okay?—Le cortó tajante. ¿Por qué todos hacían tantas preguntas innecesarias?

 

—¡Oh, Ace! Te estaba buscando por todos lados amigo —Llegó corriendo y se sentó a su lado. —Nomur no me cree nada, ¡Pero estoy seguro que tu también lo oíste!

 

—¿El qué? —Le dió otra mordida a su carne, estaba un poco fría.

 

—¡¿Cómo que qué?! ¿No escuchaste los gritos y todos esos golpes extraños de anoche? ¡Fue cerca de tu habitación!

 

Se atragantó.

 

 

 

 

(...)

 

 

 

 

Koala practicaba alegremente con un muy tranquilo Marco, este había insistido en darle un recorrido personal por todo el Moby Dick después de que la chica terminara su suministro secreto de café. Las cosas que hacía por su amigo.

 

—...y por eso adoro a los osos polares.

 

Marco asintió sin saber realmente cómo pasó de segundo al mando a guía turístico de esa chica tan habladora.

 

—¿sabes? Me pregunto si Trafalgar Law me dejará acariciar a su navegante si lo llegara a encontrar algún día.

 

—Probablemente no le agrade mucho la idea.

 

—¿tu crees? a veces las apariencias engañan, tal vez sea un buen tipo y deje que... —Notó al chico rubio caminando hacia su dirección. —¡Ahí estabas Sabo-kun! te estuve buscando desde hace rato. —Se acercó a grandes pasos seguida de su guía.

 

—Estaba con Ace hasta hace poco ¿que sucede?

 

—¡¿Cómo preguntas eso?! Debemos prepararnos para partir de inmediato, no es seguro para Ace-kun permanecer más tiempo aquí. ¿Lo convenciste?

 

El jefe se rasco nervioso.

 

—Podría decirse que sí...

 

—No le preguntaste directamente todavía ¿verdad?

 

—Me conoces tan bien que da miedo. No te preocupes, se lo diré enseguida. —Miró a Marco sin entender que hacía a solas con su compañera —¿Te amenazó de algún modo? —Preguntó preocupado por el muchacho.

 

Koala lo golpeó.

 

—Marco-kun me daba un tour antes de irnos. —Dijo con una sonrisa fingida y el puño en alto ante otra estupidez que se le ocurriera decir al respecto. —Por cierto, ¿ya le dijiste a Ace-kun cómo te sientes? Conociéndose me atrevo a decir que lo olvidaste.

 

—Auch, auch... —Se froto el chichón. —Deja de adivinar todo lo que hago, es aterrador.

 

Koala lo golpeó otra vez, pobre Ace-kun, le tocó lidiar con el amor de ese idiota sin remedio.

 

—Mira que ser así de estúpido ya es pasarse Sabo-kun. —Sabía que algo malo iba pasar cuando le pidió descaradamente un fracaso de lubricante la noche anterior ¡ahi iba ella y se lo daba también! Seguro le saltó encima al pobre chico sin decir nada. —¡eres tan bestia! ¡Ve y dile que lo amas antes de que te mate a golpes! —El rubio salió corriendo, Koala no estaba bromeando para nada y lo sabía. —¡No olvides decirle que nos vamos en una hora! ¡Que empaque todo rápido! ¡¿Me oyes?!

 

Suspiró, se lo iba a cargar un día se estos.

 

—¿lo sabías? —Preguntó Marco, se había olvidado de él por un momento.

 

—¿Hm?

 

—De sus sentimientos por Ace. —Aclaró. Al parecer se preocupó en vano por detenerla en la mañana.

 

—Es bastante obvio ¿cómo podría no verlo? Sabo-kun es muy evidente con lo que siente, nunca lo oculta.

 

—Ya veo.

 

—Tú también eres bastante obvio aunque no lo creas. ¿Pensaste que no sabía lo que tratabas de hacer? —Sonrió complacida al lograr borrar la cara de poker del comandante. —Eres muy considerado, pero te equivocas en una cosa. No me gusta Sabo-kun, no de ese modo quiero decir.

 

—¿Cómo lo...?

 

—Pff, necesitas más que una buena taza de café y una cara bonita para engañar a una chica, Marco-kun. —Ella hizo un pequeño asentimiento agradeciendo la compañía y se retiró para preparar el momento de partir dejando a Marco el Phoenix sorprendido y avergonzado.

 

"¿Me dijo bonito?"

 

 

 

(...)

 

 

 

 

Regresó a la cocina a preguntar por Ace, no lo había encontrado en su camarote ni en la cubierta, probablemente continuaba comiendo con sus nakama, sin embargo los chicos allí le dijeron un rotundo "No sabemos" al unísono, y, por alguna razón, le sonreían con picardía. ¿pasó algo de lo que no se enteró?

 

Estaba por buscar otra vez en la cubierta cuando se cruzó nuevamente con Marco, este no dudó en responder sin nisiquiera preguntarle leyendo su preocupación fácilmente.

 

—Arriba. Si no está en su camarote, solo puede estar descansando en el nido.

 

Le agradeció y de paso se disculpó por si Koala lo había amenazado realmente hace rato, solo por si acaso. Marco negó rápidamente y Sabo notó con sus muy curiosos ojos un pequeño rubor en el rostro del mayor ante la mención de la muchacha. No le dio importancia en ese momento, después hablaría con Koala sobre este interesante descubrimiento.

 

Llegó al nido del cuervo del barco, era un barco realmente grande con muchas presencias fuertes que confundían un poco su haki de observación, sin embargo, a esta distancia podia afirmar con seguridad que Ace se encontraba del otro lado de esa puerta, sólo y tranquilo ¿durmiendo quizás? entró sin hacer ruido solo para confirmar su suposición.

 

Estaba agotado todavía, su cuerpo reposaba sobre el sofá en medio de la sala, totalmente ajeno a su presencia. Le acarició la frente deslizando los mechones rebeldes fuera de sus párpados para poder admirarlo mejor.

 

Él era hermoso.

 

Sus fracciones eran maduras y sus pecas más pronunciadas sobre esa tersa piel morena, acarició con su pulgar el contorno de sus cejas y escuchó atentamente su respirar tranquilo y quedo, como si una paz contagiosa fuera expulsada de su cuerpo dejándolo indefenso a soltar un suspiro.

 

—Realmente te extrañe mucho, Ace... —Dijo, sus dedos jugando con un mechón rebelde que se negaba a dejar la frente de Ace. Sonrió al darse cuenta de ese detalle, el niño desalineado que odiaba usar un peine todavía seguía existiendo a pesar del paso de los años.

 

Sin embargo, no pudo seguir admirando la calma en su rostro por más tiempo, notó sus ojos fuertemente cerrados cambiando rápidamente su expresión ¿un mal sueño? tal vez, era lo más lógico ya que comenzó a hipar conteniendo los sollozos en su garganta.

 

—Shh... tranquilo. —Dijo con voz serena, limpiando la humedad que descendía por sus mejillas, era la tercera vez que lo veía en ese estado. No le gustó. Porque sabía lo que significaba. Aunque trató de no pensar en ello.

 

Ace era cerrado con sus emociones a tal grado de fingir estar bien frente a los demás. Odiaba llorar porque tenía el pensamiento de verse a sí mismo débil al expresar las emociones en su corazón. Desde que llegó era como si lo viera desmoronarse cada vez que lo tenía cerca. Un sentimiento latente que llora. —¿Cuánto...? —Lo apretó en una abrazo desesperado, sus ojos se humedecieron sintiendo la culpa golpear profundamente todo su cuerpo. —¿Cuánto tiempo te obligaste a no sentir nada?

 

Solllozó.

 

Él era la razón.

 

Un trauma.

 

Causa y consecuencia.

 

Le dolió respirar.

 

—Perdón por haberte dejado sólo... por haber "muerto" ese día ¡por no haber zarpado juntos como te prometí...!

 

Se aferró a él tratando inútilmente de quitarle el peso de sus heridas de algún modo, todo era su culpa ¡¿por qué tuvo que subirse a ese estúpido bote?! ¡Si tan solo hubiera buscado otra forma de ser libre junto a su hermanos...! Tal vez, y sólo tal vez Ace no hubiera salido lastimado de esta forma, ellos hubieran zarpado juntos ¡y...!

 

—Haces mucho ruido... —Ace le devolvió el abrazo y suspiro sobre su cuello, sin mirarlo. —¿Por qué dices todo eso como si fuera tu culpa?

 

El hubiera no existe, Ace entendió eso a la fuerza y lo aceptó, como todo lo que venía con ello, porque no le quedó de otra, porque no podía  cambiar el pasado y porque no podía perder el tiempo pensando en el "hubiera"  porque no existía como tal, solo le quedaba vivir como prometió, zarpar, ser un pirata y enorgullecer a Sabo desde donde sea que lo estuviera observando. Por muy difícil que esto fuera.

 

—¡Ace...! lo siento, no quise despertarte. —Se limpió la cara sin soltarlo, no pensaba dejarlo solo nunca más. —¿Estás mejor?

 

—¿Por qué evitas el tema? —Se removió sin éxito. —Sueltame, quiero ver tu cara.

 

Sabo se quejó.

 

—No quiero. Te vas a reír

 

Se removió con más fuerza, pero nada. No cedía. Pensó en otra forma de pedirlo.

 

—Déjame verte... por favor, hablemos de frente y resolvámoslo juntos ¿está bien?

 

Finalmente sus brazos fueron liberados y pudo tener cara a cara al rubio. Sus ojos y boca temblaban peligrosamente cerca del llanto contenido con un ceño fruncido mientras su nariz moqueba como la de un niño.

 

—Quieres reírte. —Acusó y sobrio sus mocos sin cambiar su expresión.

 

Ace lo examinó por segunda vez admitiendo para sí que quería reírse un poquito de él, pero no iba a hacerlo, Sabo nunca lo hizo ante sus peores momentos por muy igual de vergonzoso que se luciera.

 

—No lo haré. —Afirmó. Lo sujetó firmemente de los hombros para que no evitara el tema ni huyera de su mirada. —¿Por qué crees que es tu culpa? Nada de esto lo es, deja de ser absurdo.

 

—Lo es, debí cuidarte mejor. Yo era el hermano mayor y les fallé ese día. —Se volvió a limpiar su cara llorosa.

 

Ace lo asesinó con la mirada.

 

—Te lo pongo de este modo entonces... —Dijo, guardó un momento de suspenso y continuó con una sonrisa que reflejaba su enfado. —Te golpearé si tratas de hacerte sentir responsable por casi haber muerto.

 

—¡Pero yo...! —Su voz tembló. —Ace, yo...  te rompí... es mi culpa que seas tan duro contigo mismo.

 

Ace lo miró sorprendido ¿de eso se trataba todo?

 

No pudo ocultar su sonrisa.

 

—Tú... ¿Eres idiota? —Se rió. Debió suponer que estaba pensando demasiado para su propio bien. —Te aseguro que ya estaba bastante jodido desde antes de conocerte. —Subió sus manos hasta su cara y chocó suavemente sus frentes sin dejar de mirarlo. —Sabo, tu no me rompiste, al contrario, me salvaste tantas veces que es vergonzoso.

 

—¿de qué estás...?

 

—Así como lo oyes, idiota. —Le robó un corto beso. Recordó entonces todas las veces que creyó imposible este momento, las veces que casi cedió a la oscuridad y todas las veces que su recuerdo lo salvó. No quería fallarle, no impotaba lo doloroso que fuera no tenerlo a su lado. —Reconozco que tengo algunos problemas que resolver... —La oscuridad, el veneno que carcomia su cuerpo susurrando la forma fácil de acabar con todo, no le quedaba más que aceptar que cargaba con ello y afrontarlo. Casi podía ver la sonrisa de "te lo dije" de Marco. Agarró coraje y continuó. —...lo único que me hacía seguir adelante aunque no pudiera más era saber que cargaba tu voluntad conmigo. Tú eres la razón de que siga vivo ¿No puedes verlo? Incluso 'muerto' me protegiste todo este tiempo.

 

No podía creer lo que estaba escuchado. Se dejó consolar por el calor de sus manos sin romper el dulce momento, se sintió avergonzado y enternecido por la facilidad en que sus palabras lo alcanzaron.

 

Ace juntó sus labios una vez más, despacio esta vez, disfrutando el contacto sin miedo. Sabo también era humano, también podía sentirse inseguro, también necesitaba que Ace lo cuidara. Lo sujetó fuertemente pasado sus brazos detrás de su cuello dejándose llevar por la necesidad de hacerle saber que estaba ahí, los dos, juntos, cómo sería a partir de ahora hasta el siguiente segundo.

Y el siguiente.

Y el siguiente a ese.

 

—Para mi no tienes que ser perfecto, te amo de la forma que seas. —Exclamó seguro, palabras tan naturales como respirar. —Con tus demonios y todo lo que venga detrás, te amo, pase lo que pase estaré contigo, quiero que te ames y valores tanto como yo lo hago. ¿Me dejas ser ser esa persona especial?

 

—Tienes razón, no soy perfecto —Dijo, sus labios ardían al igual que todo su cuerpo. —Mi mente es un desastre, hay sangre sucia en mis venas, el odio siempre me persigue y soy, aunque lo odie, débil de muchas formas... si aún así me quieres, aunque sea un poco, ¿por qué rendirme conmigo mismo? quiero ser egoísta, quiero quererme, quiero ser feliz, Sabo... ¿Me ayudarás?

 

—No podría estar más feliz de otra forma. Te amo Ace ¿de acuerdo? Te amo. Y no eres débil, te lo demostraré no importa el tiempo que me tome. —Lo besó, acariciando su cabello mientras lo apoyaba en su pecho.

 

—Eso significa que me iré contigo ¿verdad?

 

Esa era la misión, Dragon-san fue muy específico en explicar la importancia de llevarse a Ace y el peligro que corría solo. Sin embargo...

 

—Si es lo que quieres. No planeo forzarte a nada que no desees. —Dijo, ambos acostados en el pequeño sofá, acurrucados.

 

—¿Cómo es allá? —Preguntó después de breve silencio.

 

—Baltigo. Caluroso y agradable, hay muchas personas de todo el mar, hombres, mujeres y niños, todos buscan cambiar sus vidas de algún modo, estaban perdidos, esclavizados, huérfanos, o eran buscados, todos sufrieron, lloraron, siguieron y lo superaron. Ahora quieren cambiar la realidad de otros más como ellos, nadie merece sufrir bajando la cabeza. Eso es lo que creen, eso es lo que son. —Tocó la cicatriz alrededor de su ojo. —Lo sé mejor que nadie.

 

Ace imitó el contacto sonriendo levemente, la cicatriz había sido tratada de la mejor manera, se notaba por lo facil que podía deslizar su dedo, no había bultos o lineas marcadas, era como si tuviera piel más oscura alrededor de su ojo y nada más.

 

Baltigo y los revolucionarios, gracias a ellos Sabo estaba frente a él en ese momento. Un lugar que él y muchos más consideraban un hogar. Donde podías ir para avanzar.

 

Un nuevo comienzo.

 

—¿Cuándo nos vamos?

 

 

(...)

 

 

 

 

Koala le saludó alegremente desde el pequeño bote bajo la sombra de MD, le regresó el gesto avergonzado —Sabo le comentó innecesaria y tranquilamente sobre el frasco de lubricante que le pidió descaradamente a la chica.— El bote estaba preparado para navegar, miró su equipaje —Mayormente shorts y sombreros.— en su regazo, todo estaba allí, listo, y, sin embrago, todavía sentía que le faltaba algo.

 

—¡Ace~kun, te extrañaré! —Lloró Oars jr. llamando su atención.

 

Volteó para encontrarse con todos sus nakamas viéndolo y gritando su nombre entre lágrimas. No pensó que vinieran a despedirse, y menos con tantos gritos y pañuelos ¿de dónde sacaron pañuelos en medio del océano para empezar? los miró sin saber que decir, ¿por qué? él se estaba yendo, iba a dejarlos, después de toda la amabilidad que le mostraron él estaba abandonado la familia y ellos, aún así ellos estaban...

 

—¡Mas te vale comerte tus vegetales pequeño idiota!

 

—¡Cuidado con dormir donde sea!

 

—¡Usa ropa abrigada si te puedes enfermar!

 

—¡Lamento lo de la otra vez! ¡Y no grites tanto al hacerlo! ¡Ay! ¡¿Por qué me pegas Izo?!

 

—¡Ven a visitarnos de vez en cuando!

 

—¡Si consigues otro mejor amigo no te lo perdonare-yoi!

 

—¡Guararara! ¡¡Sé feliz hijo!!

 

Ace sintió la brisa darle escalofríos, alzó los brazos mientras el pequeño bote se alejaba cada vez más, inhalo ondo y gritó con todas sus fuerzas.

 

—¡¡¡Hasta el día de hoy... por haberme querido... muchas gracias...!!!

 

Sabo y Koala se miraron entre sí y sonrieron.

 

—Ara, ¿estás llorando Ace-kun? —que tierno, pensó.

 

Miró su reflejo a través de la calma en el mar, estaba llorando, otra vez, sin embargo, el llanto que normalmente veía como una debilidad se sentía... bien, era sereno y extrañamente relajante. Algo necesario y no vergonzoso. —Supongo que estoy llorando. —Admitió más para sí que para la chica. Era ligero.

 

—¿Y estás bien? —preguntó Sabo, poniéndose a su lado mirando el reflejo de ambos.

 

Cada vez que lo dejaba salir, a parte de enfadarse consigo mismo, sentía esta otra cosa extraña, algo haciéndose pequeño, desapareciendo poco a poco, aligerandose.

 

—Lo estaré... este es un buen comienzo. —Volteó para sonreir a ambos revolucionarios. —Y, cuando sea todo un revolucionario como ustedes... —Pausó para fijarse solo en Sabo. Koala se retiró lentamente a la pequeña cabina riendo. Ace señaló acusadoramente al rubio y continuó.  —Cumpliras tu promesa.

 

Sabo admiro la determinación que demostraba a pesar de su cara avergonzada, "la promesa, huh" no esperó que fuera él quien lo dijera primero.

 

Agarró el dedo acusador que todavía lo señalaba deslizando sus dedos hasta sostener su mano y la alzó a la altura de sus labios complacido ante las reacciones que provocaba ese simple gesto en Ace. Se aseguraría de llenarlo de mimos hasta acostumbrarlo a todas sus caricias, a recibir amor de ahora en más.

 

—Zarpar juntos como lo prometimos, los dos contra el mundo otra vez ¿cómo podría negarme?

 

Esta vez sería fuerte, más fuerte, nadie iba a quitarle lo que amaba nunca más.

 

—Mas te vale, una promesa es una promesa... —Dijo ganándose un beso corto en la mejilla. —y sin muertes esta vez, por favor.

 

Sabo rió y asintió besando sus labios y sonriendo de vez en cuando ganándose las quejas entrecortadas de Ace.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Los años pasaron.


 


Y quién sabe, tal vez cumplieron su promesa, tal vez hubo una muy animada visita al barco pirata de un chico con sombrero de paja, tal vez descubrieron que su pequeño hermano ya no era tan inocente, tal vez Ace casi decapita a alguien.


 


En fin.


¡Gracias por leer!


¡Los comentarios son más que bienvenidos!


Nos vemos en el extra ~


 


- X t o o n Z -


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