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BANGYONGGUK por erickkbaj

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Capítulo II: Hikikomori

“Se que no puedo contarle a nadie

Nos hacemos amigos de los ángeles solitarios”

—Bang YongGuk; Hikikomori.

 

A veces se preguntaba si era el único en que podía sentirse de esa manera, pero sabía que en el exterior millones de personas compartían ese mismo dolor solo que todos permanecen aislados en sus propias mentes. Cuando abrió los ojos todo lo que alcanzaba a ver era negro, una inmensa oscuridad, ¿Era un sueño? No, realmente se está ahogando, pero ¿Cómo? Cuando sus sentidos vienen a él nota como una sombra aún más oscura esta encima, sobre su regazo e inclinada sobre él ahorcándolo, YongGuk no la detiene, pero se esfuerza por saber que esta pasando y estira su cuerpo con imperiosa necesidad, con fuerza que consideraba sobre humana para prender la luz de aquella oscura y surrealista habitación hasta que finalmente lo logra.

Baja sus ojos, los entorna y ve como su izquierda esta rodeando su propio cuello, algo asombrado ve como aquella sombra se escabulle a quedarse dentro del armario que tiene a un lado de su cama. YongGuk está más desconcertado por haberse encontrado a sí mismo ahorcándose que por aquel ente. Siente el miedo de aquella sombra, y voltea a verla resguardada en la oscuridad de su armario, se siente identificado y empático, quisiera hablarle, decirle algo, pero no puede, y no es por miedo simplemente es porque no sabe que decir así que solo sacude la mano a manera de saludo, respirando más fuerte, inhalando y exhalando se relaja y se queda recostado sobre la cama, boca arriba viendo el techo de la habitación preguntándose si esas acciones, esas pesadillas de inmovilidad son sus verdaderos deseos de una mente cansada y harta de este vacío mundo. Tick-tack el reloj era lo único que avanzaba dentro de la habitación, casi no comía, comía solo lo suficiente, solo lo que su cuerpo tuviera ganas, unas veces cubierto y otras descubierto, su día pasaba con él sobre la cama, solo y sucio, días sin bañarse, habitación y hogar desatendido ¿Cómo era que había llegado a esto? Le habían robado su corazón, el mundo no había sido bueno, sabía que la vida era así, pero ¿Por qué tenía que afectarle tanto? Había pasado años luchando contra ello, enfrentando la vida y sus obstáculos, pero en un momento todo parecía demasiado y golpe tras golpe se fue cansando hasta que estaba por rendirse ¿Qué diría el YongGuk del pasado al verle en ese estado? Las lágrimas ya no bajaban estaba seco, vacío y frío.

Resguardado en la oscuridad de su hogar veía como el sol y la vida se paseaban fuera de sus ventanas, un mundo que no era para él, un mundo que lo ha dejado solo, ¿Realmente tenía amigos? No, solo unos cuantos a los cuales no quería incomodar o preocupar porque así era él ¿No? Quien guiaba a todos, quien les daba la confianza y seguridad para avanzar y enfrentarse a todo y a todos, pero ese hombre ahora solo se resguardaba en su sombra, en los arañazos de su suelo, de las paredes pidiendo ayuda en gritos silenciosos. Los aplausos de los escenarios hacían eco en su mente y llenaba de calidez recordarlo, todo ese amor incondicional y ciego de tantas personas, pero… Eso ya no estaba, también ellos se habían ido y el recuerdo se tornaba oscuro, pues cuando la noche acababa solía irse con sus miembros al hotel y descansar, solía abrazar al amor de su vida, sostener su mundo entre sus brazos y dormir con tranquilidad y amor, pero ahora no quedaba nada y el vacío llenaba su corazón roto. Tanas cosas por decir, por reclamarse a si mismo, cada día que pasaba el cansancio lo vencía, las noches se llenaban de jadeos por la falta de aire y su cama lo consolaba por las noches de insomnio ¿Debería de seguir viviendo así? Siempre ha pensado en los demás, pero ¿Cuándo los demás pensarán por él? No valía realmente la pena.

Cansado de un día similar, cansado de que su mente no lo dejara escapar de su pasado y temerle a su futuro dejó la cuchilla sobra la mesa del centro de la sala, al menos el sentimiento de arrepentimiento le hacía sentir algo en vez del vacío, pero ¿Qué más daba? A nadie le importa, ni a él le interesa, aunque quizá esta noche se había pasado un poco, había hundido más el metal y su muñeca no dejaba de sangrar, por un momento se había preocupado, sin embargo, era eso a lo que pretendía llegar, rasgar tanto como para acabar todo, pero quizá solo era un cobarde más. Con calma y un alivio interno en su cuerpo, mente y alma fue por algo de papel higiénico para limpiarse la sangre, sus brazos llenos de cicatrices, unas aun sanando, otras recién hechas y otras oscurecidas por el tiempo, ya no quería fingir que todo estaba bien, nada lo estaba, necesitaba ayuda, pero no sabe como pedirla, fatigado, camino a través del pasillo hasta su habitación, quizá sumergirse en sus sueños le daría la respuesta, quizá hasta que vuelva a salir después de otros dos meses, YongGuk solo anhelaba calma para su alma.


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