Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Adrenalize (JooKyun) por Karmilla46664

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Glosario de Términos

Latiente: Mortal.

Sangre Adrenalizada: Sangre bebida del cuerpo de un latiente.

Sangre Extraída: Sangre destinada a transfusiones.

Muerte Gris: Droga compuesta por un cóctel de opiáceos.

Compañero del Alma/ Compañero: Pareja destinada, alma gemela.

Los latientes se aferran a la vida con todas sus fuerzas. Están tan temerosos de la muerte que intentan exprimir cada segundo de su existencia como si tuviera el mínimo valor. Cobardes. Ignoran lo bien qué se siente al morir. Las neuronas del núcleo paraventricular del tálamo bombean adrenalina al verse en peligro. El ritmo cardiaco aumenta, se agudizan los sentidos y nuestro organismo nos proporciona enormes cantidades de energía. Las terminaciones nerviosas de las neuronas nociceptores envían mensajes al cerebro que son recibidos por el tálamo para evitar más daño. Y, como colofón, la glándula pineal expulsa una sustancia más potente que la serotonina: el DMT o dimetiltriptamina, sustancia encargada de las alucinaciones propias de la muerte. Ni túneles con un final luminoso, ni ver mi cuerpo inerte, ni ver mi vida pasar rápidamente. Lo que sentí fue una felicidad orgásmica y por eso entendí por qué los franceses llaman al clímax “la petite mort”.

 

Es interesante ver sus ojos cristalizados por el pánico de perder algo tan efímero como es la vida. Ese bombeo furioso de la sangre producto de la adrenalina hace mucho más excitante la experiencia de beberles la existencia. Mucho más que simplemente tomar sangre extraída con anterioridad. Solía ir a cazar delincuentes con mi compañero del alma, dándonos a diario un festín de sangre adrenalizada, aunque hace siglos que sólo bebo sangre extraída para transfusiones. No es tan placentero pero me mantiene vivo. Tiene gracia: “vivo” es una palabra que se desvirtúa de su significado original cuando eres alguien como yo. ¿Qué hace que un cuerpo esté vivo? ¿Un corazón palpitando en el pecho o la actividad cerebral? He leído tantos relatos sobre mi especie que ya no creo nada. Vampiro, no muerto, nosferatu y demás palabras para tratar de explicar este fenómeno. No es más que folklore e invenciones de los latientes para describir algo que no pueden ni imaginarse pero que anhelan: la vida eterna.

 

(---)

 

Cuando era un latiente solía sentirme profundamente desdichado porque ansiaba morir. No concebía una vida sin amor y pasión pero mi existencia era pecado. Nadie sabía mi condición y mis padres insistían en que debía casarme con una buena mujer para formar una familia. La sola idea de intimar con alguien del sexo opuesto me repugnaba; aquello sí que era anti natural para mí. Recé para ser como se esperaba que debía ser un hombre y cumplir las expectativas, mas no funcionó. Traté en vano de quitarme la vida sin embargo a última hora mi instinto de latiente me detenía. Cuando estaba a punto de ahorcarme en el robusto árbol de la colina cercana a mi casa, los ojos oscuros de un extraño me cautivaron. Me sonrió dejando aflorar un par de hoyuelos y supe en ese mismo instante que había estado dormido por veinticuatro largos años. De repente sentí una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, mis brazos hormigueaban y me sentía mareado. El desconocido se acercó con pasos decididos pero sin prisa. Me había quedado paralizado al lado de la soga que colgaba mecida por el viento. A medida que se aproximaba y su rostro se dibujaba con claridad en mi mente, más brioso me sentía. Su cabello oscuro caía en cascadas onduladas sobre sus anchos hombros y sus ojos eran los más hermosos que había observado en toda mi vida. Sus labios carnosos en forma de corazón invitaban a ser besados. Era tan bello que se me olvidó el motivo de estar en esa colina. Se detuvo frente a mí, con sus botas embarradas y perladas gotas de sudor surcando su pálida frente. Entornó los ojos debido a que la luz del sol parecía molestarle y me dedicó una sonrisa.

-¿Qué haces en esta solitaria colina, amigo? – se me secó la boca al escuchar su voz grave- ¿Eres infeliz?

Hizo un gesto con la cabeza señalando el nudo. Me ruboricé de exponerme tan vulnerable ante ese joven.

-¿No sientes que la vida es demasiado larga?- cuestioné.

Él soltó una sonora carcajada, como si se riera de un chiste interno, y asintió.

-Sólo cuando no la comparto con un galán tan radiante como tú.

Jamás había tenido el placer de que un hombre coquetease conmigo, sin embargo ese chico había decidido saltarse cualquier decoro o moral para alagarme de una forma poco convencional.

-Tu respuesta es muy generosa, no sé qué decir.

-Dime lo que estás pensando y no te atreves a verbalizar. Nadie podrá juzgarnos.

Me sentía abrumado por la sonrisa de ese joven.

-Ni siquiera sé tu nombre, ¿por qué debería compartir mis pensamientos con un desconocido?

-Bueno, si me permites tendré toda la eternidad para deshacerme de esa molesta etiqueta de “desconocido”. Hace falta toda una vida para conocer a alguien, ¿no crees? Me llamo Lee Jooheon, para serviros. A cambio de mi nombre exijo tus pensamientos. Dilo.

Me miró con una profundidad que pareció hipnotizarme.

-Haría contigo cosas que deshonrarían a la virtud humana.

-Afortunado soy pues no queda en mí un ápice de humanidad. Sería un poco descortés por tu parte no decirme tu nombre tras haber faltado a la moral- bromeó.

-Im Changkyun.

Repitió mi nombre como si estuviera saboreando un buen vino.

-Lo justo es que yo también exponga mis pensamientos. Estoy pensando en que venía hacia aquí con la intención de matarte pero creo que será más excitante convertirte. Hay pocos hombres que gusten de la compañía de otros hombres, y sin duda tú eres el más atractivo de todos ellos- se acercó peligrosamente a mí pero no me moví ni un ápice- Dime, Changkyun, ¿me concederás el honor de beberte? Lo haré de igual modo pero quería ser cortés.

Sus ojos, eran como caer en un lago profundo y no querer salir a la superficie. Quería ahogarme en él.

-Hazlo.

-Lo haré suave por ser tú- me susurró. Con una fuerza sorprendente tomó mi cuerpo y lo tumbó sobre el follaje otoñal. Nuestros alientos se mezclaban, necesitaba besarle, pero él giró su rostro hacia mi cuello- Despídete de la vida tal y como la conoces.

Sus colmillos rasgaron mi piel como afilados cuchillos. Los sentía hincarse cada vez más profundo por lo que intenté quitar su cuerpo de encima del mío. Él se mecía sobre mí, agarrando mi cabello para que mi cuello estuviera más expuesto. Aquello no es lo que había imaginado hacer con ese chico. Su lengua acariciaba mi castigada piel para no dejar ir ninguna gota de sangre. Hacía ruidos como de una bestia en celo mientras que yo me sentía cada vez más cansado. Como si hubiera terminado de ahogarme en su lago, todo se volvió negro. Dejó su tarea con un rugido de excitación y murmuró con voz cantarina “Dulces sueños, compañero”.

 

(---)

 

Han pasado cuatro siglos de aquello pero aún puedo sentirlo como si estuviera ocurriendo. Cuando me inyectaba Muerte gris solía recrearme en ese recuerdo para intentar revivirlo. Al principio funcionaba. Lo ingería de forma oral o esnifado y sentía de nuevo cómo moría. Pero mi cuerpo se hizo tolerante por lo que comencé a tomarlo vía intravenosa, a veces mezclado con sangre tipo 0 – mi favorita-. Necesito doblar la dosis para tener el mismo efecto del principio, el inconveniente es que no es fácil de conseguir esos opiáceos. Sólo se de alguien que podría tener los ingredientes para fabricarla y nunca la he visto en persona. Alguien me trae el pedido en su nombre. Intento no consumir a menudo aunque se está convirtiendo en un hábito difícil de dejar. Debido a esto, mi viejo amigo Minhyuk decidió que sería una buena idea interrumpir mi preciada calma con su escandalosa presencia.

-¿No te cansas de vivir alejado de la sociedad siendo un huraño? Las cosas se están poniendo interesantes ahí fuera. Mírate, pareces un cantante de grunge mortificado por su éxito.

-¿Para qué has venido?

-La cortesía ya no es lo que era, Changkyun. ¿Ni siquiera vas a abrir las cortinas?

-La luz me molesta.

-Sabes tan bien como yo que eso son supersticiones.

-Insisto en que no estoy en absoluto interesado en recibir visitas, ni siquiera de ti.

-¿Recibiste la carta de Hyungwon?

-No iré a esa fiesta, no iré a ningún lado.

-Por eso he venido. Te voy a sacar de este retiro auto impuesto en el que llevas desde principios del siglo pasado. Es hora de que salgas de esta casa en ruinas, que ni es original ni acogedora. ¿No se supone que los vampiros debemos vivir en palacios majestuosos?

-Primero, odio el término vampiro. Segundo, no todos somos tan excéntricos como tú o Hyungwon, hay quienes preferimos la discreción.

-¿Sabes que Hoseok se dedica a las peleas ilegales?- cambió de tema abruptamente para no dar espacio a mis réplicas- Es una maravilla verle luchar contra latientes, no tiene ni que esforzarse en derribarlos aunque disfruta jugando con ellos y cansándolos.

-No están en igualdad de condiciones, debería pelear con alguien de nuestra especie.

Minhyuk me observa pero no levanto la vista de la alfombra polvorienta.

-Changkyun, no quieres ir a la fiesta por si te lo encuentras, ¿verdad? Deberías haberlo superado ya.

El rostro sonriente de Jooheon apareció en forma de nebulosa en mi mente. Aún duele. Es raro porque mi corazón dejó de latir cuando me convertí sin embargo lo siento como un miembro fantasma. Sí, me duele el corazón al recordarle.

-Prefiero quedarme en casa leyendo o componiendo antes que ir a una de las fiestas hedonistas de Hyungwon.

-Sé que te encanta ese derroche de alcohol y opio, la música del siglo XIX que tanto disfrutas y su culto al placer que ensombrece las bacanales romanas. Esté o no Jooheon, deberías venir y disfrutar del mes más inolvidable de tu vida. Hace mucho tiempo que no ves a nuestros amigos, te alejaste de todo y de todos.

No iba a dejarme convencer aunque lo cierto es que necesitaba opio para fabricar más Muerte Gris. Pero, ¿merecía la pena pasar por todo aquello? Podría simplemente beber la sangre de un latiente y sentir ese chute de adrenalina sin necesidad de ir a una interminable fiesta orgiástica con el temor de verle de nuevo. Me prometí a mí mismo no volver a matar para beber pero me encontraba en una difícil disyuntiva.

Durante una semana Minhyuk se ha quedado en mi casa. Me ha puesto al día de los chicos. HyunWoo es forense en la morgue del hospital de Múnich, lo que le da acceso fácil a sangre extraída. Él es de los más ancianos del grupo ya que lleva más tiempo convertido. Fue el primero de todos en decidir no matar más. Por el contrario, Kihyun sigue siendo un asesino a sueldo para poder beber sangre adrenalizada casi a diario. Hoseok viaja por Europa del este con el dinero que gana de las peleas clandestinas. Hyungwon trafica con obras de arte y restos arqueológicos de incalculable valor; últimamente está detrás de unas joyas extraídas de pirámides saqueadas. Minhyuk por su parte ha estado viajando por la Cordillera de los Andes ya que siempre se ha sentido fuertemente atraído por su herencia cultural. No me ha comentado nada sobre Jooheon y yo no he querido preguntar: no sé si estoy preparado para saber de él.

Mientras más hablo con Minhyuk, de sus planes y de nuestros viejos amigos, más ganas siento de acudir a la fiesta, aunque me censuro a mí mismo esos pensamientos. Mi amigo recibió una llamada de HyunWoo preguntando si hemos sacado los billetes a Londres para la semana siguiente. Todos han confirmado su asistencia excepto yo. A decir verdad estoy algo cansado de estar escondido. Es cierto que no es el escondite más original del mundo ya que construí una cabaña en el mismo sitio donde crecí. El mundo ha cambiado mucho desde entonces pero el viejo árbol sigue ahí, imponente y cobijando a los animales  que lo necesiten. A menudo me tumbo bajo su sombra para leer. Pero desde que vino Minhyuk he tenido de nuevo la necesidad de socializar. Me escribo de vez en cuando con mis viejos amigos ya que me niego a usar cualquier tecnología que no sea estrictamente necesaria y para mí el teléfono o el ordenador son completamente prescindibles.

-¿Me dejas que arregle este desastre? -Le miro curioso por saber a qué se refiere y le veo señalando mi cabello- Parece un nido de cuco.

-Exageras.

-Por favor, hazme feliz, nunca te pido nada- me hace pucheros porque sabe que soy incapaz de resistirme a eso. Suspiro. ¿Qué hay de malo en un corte de pelo y un cepillado?

Al terminar me miro en el espejo; hace mucho que no me veo tan arreglado, y eso que sólo ha cambiado mi pelo. Me observo desde varios ángulos y me encuentro atractivo.

-Has hecho un buen trabajo, Min.

Este sonríe halagado.

-Debes estar presentable para la fiesta.

-No iré- afirmo con rotundidad, aunque tampoco le detengo al ver cómo hurga en mi viejo baúl donde guardo la ropa de gala.

-Te exijo que lleves esta chaqueta, me encanta el bordado en rojo. Y estos pantalones tan elegantes… ¿Crees que te seguirán estando bien?

Me pruebo los pantalones junto a la chaqueta. Hace tanto que no me veo tan apuesto que siento que he recuperado mi confianza. Meto las manos en los bolsillos y poso frente al espejo de cuerpo entero. Si al final decido ir creo que este es el look con el que quiero que me vea después de un siglo.

 

(---)

 

Es la primera vez que viajo en avión y me embarco en un vuelo intercontinental. Me aferro al asiento con los ojos cerrados. No me creo estar haciendo esto. Sé que es el medio de transporte más seguro pero no puedo evitar sentir vértigo como si fuera un latiente. Supongo que aún me quedan retazos evolutivos de mi anterior vida. Minhyuk lee distraído una revista de moda, parece conocer a todas esas personas aunque yo jamás he visto sus rostros. No me interesa demasiado la época contemporánea, es sumamente aburrida y narcisista. Trato de ignorar esos pensamientos porque sé a dónde me llevan, especialmente después de que mi amigo no pudiera aguantar más el secreto y dijera qué es de Jooheon.

Mi compañero del alma, si es que aún puedo seguir considerándolo así, vive en Tanzania. Compró un territorio y fundó un culto llamado “La Esperanza” aprovechando el auge de las sectas y el oscurantismo que se dio en el siglo pasado. Sus seguidores suelen tener tendencias suicidas por lo que Jooheon los capta, muy probablemente con su mirada capaz de convencer al más ateo de los latientes, y les promete una muerte placentera cuando ellos decidan. Para él está ofreciendo un servicio muy necesario para la sostenibilidad del planeta y como alternativa a la eutanasia. Les acoge en esa especie de aldea, les da todo cuanto quieren y termina por beberles hasta matarlos. Jooheon siempre ha tenido una capacidad innata para retorcer las palabras hasta hacerte dudar de la realidad. Si considera que hace algún bien regodeándose en el desprecio que siente por los latientes y así tener una escusa “ética” para matar, no quiero participar de su mentira e hice bien en separar nuestros caminos.

El aterrizaje ha sido la peor parte, pensé que iba a vomitar. Nos adentramos en esa vorágine de escaleras movedizas y maletas llamado aeropuerto. Minhyuk había insistido en que ya la gente no viaja con baúles ya que son pesados, por lo que me compró una enorme maleta gris metálico. Me da vértigo toda esa afluencia de gente. Cuando viajé hace dos siglos a Londres en barco me sentí más libre que en este momento. Insisto en que no me gusta en absoluto la época contemporánea, soy un nostálgico como Hyungwon, quien vive anclado en la época victoriana y se niega a adaptarse a los nuevos tiempos. En mi caso soy dos siglos más antiguo que él, y no soy tan rígido en cuanto a consumir cultura de otras épocas – soy una gran amante de la música de la primera mitad del siglo XX- pero tampoco me siento cómodo con toda esta gente y sus tecnologías. Ni siquiera miran por dónde andan y ya me han chocado dos veces. Debo contener mi instinto para no sacar los colmillos y cometer una masacre.

-Nos reuniremos con Hoseok y viajaremos hasta Gales.

-No soporto un viaje más, te lo suplico Min, ten piedad- lloriqueo aunque él sólo ríe negando.

-Te prometo que no será tan pesado como el que acabamos de hacer. Son sólo cuatro horas y media en coche.

Ahora sí que me ha dejado abatido. Adoro a Hyungwon pero estoy planteándome seriamente tirarme al Támesis y que me arrastre la corriente a dios sabe dónde.

-¡Chicos!- un par de fuertes brazos nos levanta del suelo- ¡Cuánto tiempo sin veros! Pensé que no vendrías, Chang.

Nuestro amigo está tan atractivo como siempre, quizás más musculoso. Lleva gafas de sol y una ropa tan ordinaria que parece un latiente más. Nos saludamos y ponemos brevemente al día. Resulta que Hoseok, al igual que Minhyuk, ha sido capaz de adaptarse fácilmente a los nuevos tiempos y ahora incluso conduce.

-Se supone que el resto está ya en Gales, aunque quizás Kihyun llegue mañana- nos comenta Minhyuk, quien siempre está al tanto de las novedades. Supongo que eso del teléfono inalámbrico ayuda a estar conectado.

El camino en coche se hace más ameno de lo que esperaba. Paramos en un par de bares de carretera para comprar cigarrillos y repostar gasolina. Hoseok habla animado de que cuando fue a Rumanía visitó el castillo de Drácula.

-¿Te imaginas que es el originario, algo así como un tatarabuelo lejano de todos nosotros?- pregunta entusiasmado.

-Sólo fue un tipo bastante sanguinario, pero no diría que Vlad Tepes era como nosotros.

-Eres un aguafiestas, Chang. ¿Por qué no zambullirnos en las leyendas urbanas y participar de ellas? Nuestra existencia es una contradicción de la naturaleza y no lo vivimos como algo extraordinario. Si me muero donad mi cuerpo a la ciencia y que investiguen este fenómeno.

-No creo que Hyungwon nos lo permitiera. Probablemente haga taxidermia con tu cadáver y te exhiba en el salón- mi amigo finge un escalofrío mientras ríe.

-Sólo dejaré que mancille así mi cuerpo si promete recubrirme de oro como si fuera un héroe de guerra. Ah, espera, sí que lo fui en la otra vida. Me merezco ser una estatua.

El resto del camino nos hemos dado consejos para conseguir fácilmente sangre extraída. Ellos dos no beben sangre adrenalizada excepto en ocasiones especiales, por lo que sus consejos son de utilidad. He probado sangre de mamíferos no humanos pero no es tan gratificante: igualmente siempre saca de un apuro en horas bajas de suministro. Ninguno ha tocado el tema de mi consumo de alucinógenos ni tampoco han nombrado a Jooheon, cosa que agradezco. Será un mes de festividad en la que habrá más de un momento incómodo, prefiero disfrutar de este momento con ellos.

Es ya de noche cuando llegamos al Castillo Gwrych en Gales. Es un sitio realmente hermoso y estaba abandonado hasta que Hyungwon lo hizo suyo. Ahora está resplandeciente, un camino de antorchas iluminan la entrada.

-Querido, te he dicho un millón de veces que no mancilles mi templo de paz con ese artefacto.

Hoseok lo levanta en brazos y le besa con amor. Mi pecho se encoge porque hace demasiado que yo no siento algo así.

-Sabes que hace siglos que la gente no viaja en carruaje de caballos.

Abrazo a mi viejo amigo al que hace siglos que no veo. Se enamoró de este país y desde entonces se niega a salir de él. Tampoco es como si necesitara de algo viviendo en un lujoso castillo.

-Pensé que no vendrías- me susurra feliz mientras acaricia mi espalda.

-No puedo perderme más maravillosas fiestas como la que acontece. Eres el mejor anfitrión que se pueda desear.

-Si las cosas se ponen feas el castillo es lo suficientemente grande como para no veros a excepción de que os busquéis.

Asiento algo incómodo pero agradecido por esa información. Ansiedad. Me sigo sorprendiendo a mí mismo cómo al salir de mi zona de confort vuelvo a tener emociones tan humanas. ¿Por qué demonios alguien que es incapaz de morir o correr un peligro real puede sentir ansiedad o vértigo? Una parte de mí se arrepiente de haber salido de mi cabaña.

Al entrar en Gwrych nos encontramos con HyunWoo, quien ahora dice sentirse más cómodo con su nombre falso con el que ejerce de forense: Shownu. Para nuestra sorpresa Kihyun ha llegado antes de tiempo. Trato de evitarlo pero mi mirada viaja por cada rincón del castillo, temeroso a que vaya a salir de cualquier lugar. Si algo le caracteriza es por su teatralidad y afán de captar todas la miradas, por lo que no me sorprende si se hace de rogar en el saludo. Sin embargo mis amigos me advierten que el avión de Jooheon se ha retrasado y llegará mañana. Nos reunimos alrededor de la enorme mesa de roble del salón y brindamos con nuestras copas llenas de sangre, cada uno a su elección. Kihyun no está demasiado contento con la elección de sangre servida, ya que él prefiere la adrenalizada, pero admite que la AB sigue teniendo buen sabor aún siendo extraída. Es genial volver a juntarnos después de tanto tiempo. Estoy realmente feliz de verles y no puedo borrar la sonrisa de mi rostro. Quiero a esos chicos que son como mis hermanos de eternidad. Trato de memorizar cada detalle de ese momento para poder recrearlo en mi próxima ingesta de Muerte Gris. Aún no he tenido oportunidad de hablar con Hyungwon en privado para pedirle que comparta sus reservas de alucinógenos. De mañana no puede pasar, necesito algo para poder sobrellevar esta situación sin consumirme. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que quise sumergirme en el profundo lago que son los ojos de Jooheon. Ya no quiero ahogarme en él ni desvanecerme en esa oscuridad. Pero no puedo mantenerme sereno si me mira con esa intensidad hipnótica. Necesito ser fuerte y no lo he sido desde hace un siglo, desde la última vez que le vi.

 

(---)

 

Cuando cae la noche nos despertamos. Algunos se habían quedado despiertos pero yo necesitaba recargar la energía que había consumido en tan largo viaje. Iba a bajar las escaleras hacia el salón pero me detuve al ver a Hyungwon y Hoseok bailando un vals como si no hubiera vida más allá del otro.

Hoseok fue quien convirtió a Hyungwon y lo escogió como compañero del alma. Él era un general de la milicia del rey Yongjo de la Dinastía Joseon. Luchó con orgullo y fue condecorado en numerosas ocasiones aunque una herida letal hizo que un desconocido decidiera convertirlo y dejarlo a su merced. Hoseok tomó esta nueva oportunidad de vivir como un gran regalo, por lo que dejó su carrera bélica para viajar por el continente asiático. Fue en 1812 cuando vio a Hyungwon y sintió que sería el elegido para compartir la eternidad. Desde entonces ambos se aman con una devoción  envidiable.

Convertir a alguien no le hace necesariamente tu compañero del alma: más bien se trata de una corriente eléctrica que sienten ambos, el no muerto y el latiente, como si fuera un contrato universal que hace que dos personas sepan que es el elegido. Normalmente no convertimos a nadie si no consideramos que tenemos un férreo vínculo con esa persona, simplemente bebemos la existencia del latiente hasta que muere.

Verles tan enamorados me recuerda que el vínculo sagrado que tengo con mi compañero de alma está profundamente dañado, pero es indestructible a menos que uno de los dos muera: y, aún así, eso no asegura la extinción del vínculo. Doy media vuelta y me dirijo a la tina para darme un baño y despejar la mente. Preparo la ropa que Minhyuk eligió en la cabaña, quiero verme impresionante. Aunque esté mucho tiempo en la bañera no se me arrugan las yemas de los dedos. Cierro los ojos y tarareo una canción que no logro identificar a qué ópera pertenece. Juego con el agua, creando ondas y dejando que se escurra entre mis dedos. Cierro los ojos y apoyo la cabeza en el borde. Siento que estoy a punto de recordar la ópera, lo tengo en la punta de la lengua. Tarareo con convicción, me hace feliz estar tan cerca de la respuesta. Un profundo estruendo me hace incorporarme de golpe. La puerta ha sido abierta de par en par. No me da pudor mi cuerpo desnudo pero me siento terriblemente violento al ver a Jooheon jadeando en el umbral mientras con sus brazos extendidos sostiene las dos puertas. Su pecho sube y baja con fuerza mientras clava sus oscuros ojos fieros en mí. Nos miramos en la distancia, reconociéndonos el uno al otro.

-No podía esperar a verte- rompe el silencio. Soy incapaz de articular palabra, sólo le observo aún anonadado por la situación- Tosca.

-¿Cómo dices?

-La ópera Tosca de Giacomo Puccini. Estabas tarareando “E lucevan le stelle”. Buena elección, aunque algo dramática, ¿no crees?

Me observa con esa sonrisa de hoyuelos, aún en la entrada a la habitación.

-Preferiría terminar de bañarme sólo así que, si no te importa- hago un gesto con la mano despachándolo. Se ríe pero obedece.

Me hundo en la bañera y grito, siendo amortiguado el ruido por el agua. No ha sido tan temible como esperaba. Me visto sin prisa alguna. La luz de la luna ilumina el baño y me planteo no volver a salir al exterior. Hyungwon me prometió que el castillo era lo suficientemente grande como para no vernos… excepto si queríamos encontrarnos. Suspiro. Estoy realmente atractivo con ese traje por lo que me siento seguro. Bajo las escaleras y me doy cuenta de que la música de Vivaldi suena por toda la planta baja y pronto reparo en que hay una orquesta tocando para deleite de los invitados. Todas las habitaciones están perfectamente iluminadas por cálidas antorchas ya que mi amigo se resiste a utilizar la electricidad aún teniendo un generador en la parte trasera del castillo. Una marea de personas vestidas con ropajes del siglo XIX danzan por todas partes. Sé que la mayoría son latientes y me temo que desconocen el por qué han sido invitados a tan majestuosa fiesta.

-Changkyun, creo que aún no habéis tenido la oportunidad de veros- escucho la voz del anfitrión tras de mí. Su brazo pasa por el hombro de Jooheon, quien me ofrece una sonrisa de hoyuelos. Ahora que está más iluminado soy capaz de apreciar el traje de seda negro con unas discretas rayas de hilo dorado.

-Un placer volver a verte, amigo- hace una exagerada reverencia sin apartar su mirada de mí- ¿Te sigue pareciendo extenuantemente larga la vida?

Es increíble cómo con un simple guiño y esas palabras tan similares a las que me ofreció la primera vez que nos vimos puede hacerme dudar de mi propia existencia. Sin embargo ya no soy aquel joven asqueado de sí mismo, ni siquiera soy el mismo Changkyun de hace un siglo. Adopto una pose relajada y tomo un vaso de lo que parece sangre diluida en agua.

-Se ha vuelto más placentera ahora que no tengo distracciones inútiles en mi vida.

Su boca y ojos se abren en una graciosa expresión de sorpresa, pero trata de mantener la compostura. Hyungwon me mira con una sonrisa cómplice antes de marcharse.

-¿Has construido la cabaña para que te encuentre?- le miro sin comprender de dónde ha sacado esa información.

-¿Qué tal por Tanzania?- pregunto en un intento de esquivar su cuestión ya que, en parte, lo hice con esa esperanza. Lo cierto es que no me apetece en absoluto que me cuente detalles de su nueva vida como gurú o como quiera que se llame a sí mismo.

-Responde tu primero.

Clava sus pupilas en las mías pero aparto la mirada; sé lo que se viene de continuar con su juego. Abro la boca para inventarme una buena excusa para irme pero, como tampoco considero que le deba alguna, me marcho sin más. Busco a Minhyuk y le veo rodeado de gente siendo él el centro de atención. Si algo le caracteriza es su capacidad de conversación y amenizar las veladas: es normal que la gente quiera estar a su lado.

-¿Bailas?

Una joven me mira temerosa de una negativa. Le sonrió tranquilizadoramente y la tomo de la cintura y mano para comenzar nuestra danza.

-Te advierto que el vals no es lo mío.

-La verdad es que tampoco sé bailarlo, sólo intento recordar cómo lo hacían las princesas Disney – bromea, haciéndome reír- Esta música es muy vieja pero supongo que es lo que bailaban en esa época.

-Realmente hay varios anacronismos en la fiesta, empezando por tu vestido y peluca Renacentista. Aunque estás guapa- trato de enmendar lo dicho al ver cómo me mira recelosa.

-¿No me presentas a tu amiga?

Cielo santo, esa voz grave que se impone muy por encima de la música. Mi compañera de baile suelta mis manos inmediatamente al ver a Jooheon.

-No creo que le apetezca ser presentada.

-Sí que quiero- asiente con firmeza esa idiota. No sabe lo que está haciendo.

Jooheon toma su mano y la besa, haciéndole sonrojar.

-Acabo de conocerte y ya quiero beberte la vida.

Lo que parece una invitación al mejor sexo oral que haya recibido esa latiente en realidad acaba de firmar su muerte. Me debato internamente si frenar o no esa situación. No es nadie importante pero me molesta que tenga que beber sangre adrenalizada cuando hay extraída de todo tipo. Sé por qué lo hace, está molesto por mi indiferencia y quiere vengarse de esa forma porque sabe que estoy en contra de asesinar para beber.

-Jooheon, no lo hagas.

-Oye, métete en tus asuntos. Igualmente no iba a acostarme contigo.

Sé que es estúpido sentir mi ego magullado por una latiente, pero en cierta forma lo ha hecho. Miro a mi compañero y asiento: él sabe lo que eso significa. Adiós cortesana Renacentista, disfruta de la muerte. Un destello de culpabilidad cruza mi pecho. Yo no soy así, no quiero ser así, pero estar al lado de mi compañero de alma provoca que mis instintos latan con fuerza aún si intento controlarlos. Pero no voy a dejar que su presencia domine mis sentidos, sé vivir a base de sangre extraída y no voy a romper mi juramento.

Decido que por hoy es suficiente, especialmente al ver regresar a Jooheon con las pupilas dilatadas y una sonrisa torcida. Sé que en este mes morirán muchos más latientes y que esa chica es sólo una entre los cientos de invitados, pero me siento ligeramente arrepentido. Cruzo el salón y camino escaleras arriba hacia la habitación que me ha asignado Hyungwon. No logro dormir ya que estoy con un exceso de adrenalina. Me gustaría saber dónde guarda el opio para tomar un poco, lo suficiente como para poder dormir un día entero y esquivar la presencia de mi compañero. Sin embargo no puedo hacer otra cosa que permanecer tumbado con las cortinas echadas y pensar. He sobrevivido al primer día a su lado, por lo que lo tacho de mi calendario mental. Me recreo en los nuevos recuerdos adquiridos, en la forma tan hambrienta e impertinente que tiene de mirarme, como si fuera capaz de leerme. El momento en el baño… Me sonrojo de pensar en ello. Ojalá mi cuerpo no reaccionara a él, así sería más fácil evitarlo. Pero sé que lo estoy llamando, puedo sentir ese hormigueo producto de la adrenalina al igual que sé que este día no vendrá a mi habitación sólo para hacerme desearlo con más fuerza.

 

(---)

 

Cuando decido que ya he permanecido suficiente tiempo aislado bajo al salón. Mis amigos están reunidos en un semicírculo alrededor de la chimenea. No queda ni rastro de los latientes y eso me sorprende ya que daba por hecho que se quedarían en el castillo para ser consumidos en este mes. En parte me tranquiliza. El anfitrión está sentado en el regazo de Hoseok con su cabeza apoyada en el hombro del otro. Minhyuk mira atento a  Jooheon, quien parece estar teniendo un acalorado debate con Shownu y Kihyun.

-Los latientes son una lacra para el planeta. Lo destrozan todo cuanto tocan y son unos ignorantes. Necesitan un depredador natural y por eso existimos nosotros. No quiero decir que haya que extinguir a los latientes, pero sí que hay un exceso de población. Sólo provocan miseria y dolor con sus guerras para ver quién es más poderoso y acabar muertos y putrefactos.

-Yo fui general de guerra por si lo has olvidado- participó Hoseok.

-Sí, y ¿de qué sirvió? Cuando te convirtieron elegiste dejar de luchar porque sabes tan bien como yo que es un sin sentido.

-Opino igual- intervino Kihyun- No creo que nadie eche de menos a unos cuantos criminales. Dicen que no hay que mezclar trabajo y placer pero yo adoro a lo que me dedico.

-¡Exacto! Yo no soy un asesino, les doy la oportunidad a mis seguidores de que elijan cuándo morir y lo hacen de una forma digna. La vida puede ser muy larga para quienes sufren.

Me dedica una mirada sentida, haciendo que mis amigos se percaten de mi presencia.

-Lo siento pero no lleváis razón. Yo creo en la reinserción, en el poder del crecimiento personal. Incluso los criminales merecen la oportunidad de redimirse antes que ser bebidos hasta la muerte.

-Shownu, tú no eres mejor que nosotros- le amonestó su compañero- La sangre extraída está destinada a las transfusiones que muchas veces son cuestión de vida o muerte. Sabes que muchas veces hace falta más donantes y, aún así, tú consumes las reservas del hospital.

-No puedo verlo como tú, Kihyun, es cuestión de autocontrol. No necesitamos matar para vivir, podríamos hacerlo incluso con sangre animal pero vosotros decidís hacerlo a lo salvaje.

-Nuevas noticias para ti, amigo, somos feroces. Está en nuestra naturaleza beber sangre adrenalizada, te guste o no. ¿Tú qué opinas, Changkyun?

Esa pregunta es un dardo envenenado. Sabe que ese fue uno de los tantos motivos por lo que tomamos caminos diferentes. Cree tenerme acorralado, quiere sacar la fiera que late en mi interior pero no pienso darle el gusto. Mis amigos me miran invitándome a participar en la conversación.

-Me niego a ser un asesino y creer mis propias mentiras para justificar los delitos que pueda llegar a cometer. Llevo un siglo viviendo en una cabaña alejada de la humanidad y nunca he sentido que me hacía falta nada.

-Estás castrando tu instinto- arremete.

-Cuando no me quedan reservas de sangre extraída bebo la de algún animal.

-Es una opción respetable pero de vez en cuando apetece adrenalizada- interviene Minhyuk- no lo hago a menudo, trato que sea espaciado en el tiempo. No sabe igual, beberla caliente y del cuello de un latiente. Es…

-Afrodisiaco- afirma Hyungwon.

Jooheon asiente con vehemencia.

-No es necesario tener una dieta tan estricta como lleváis tú y Shownu, tenemos la eternidad para nosotros y los latientes no son nada si lo comparamos con la historia del planeta- Hoseok se posiciona con el argumento de Minhyuk.

-No son latientes, son personas con nombres y familias- mi amigo parecía desesperado de tener que justificar algo que para él es de sentido común.

-¿Dónde están los invitados de anoche?- cuestiono algo compungido.

-En una maldita granja humana en el cobertizo. Es enfermizo- dice el forense al borde de las lágrimas. Me pregunto cómo puede seguir amando a Kihyun sabiendo a qué se dedica y su afición por la sangre adrenalizada.

-No les faltará comida, tampoco es como si estuvieran enjaulados, tienen espacio suficiente para vivir- afirma Hyungwon.

-¿Cómo, entre sus propios excrementos? Deben estar atemorizados.

-Eso hará que su sangre sea más deliciosa- afirma Jooheon con las pupilas dilatadas por la anticipación.

-Es repugnante, no quiero participar de todo esto. Sabía que no era buena idea venir.

Me doy media vuelta dispuesto a volver a mi habitación pero una voz grave tan conocida para mí me deja congelado.

-Has venido en busca de opiáceos, ¿no es cierto?

-Jooheon, no- le amonesta Minhyuk, pero este le ignora.

-¿Crees que no sabemos que eres un adicto a los alucinógenos? ¿Cómo era la receta de la Muerte Gris? A ver, déjame recordar…- alza su mano izquierda, recogiendo un dedo a medida que va diciendo un componente- Heroína, fentanilo, carfentanilo, opio sintético y, el ingrediente estrella, sangre.

Me giro sobre mis propios talones, encarándole.

-Al menos he descubierto una alternativa a la sangre adrenalizada. No hago daño a nadie y no es como si me fuera a matar la droga.

Antes de darme tiempo a apartarme coge mi brazo y expone los pinchazos amoratados de mi antebrazo.

-Mírate, te autolesionas con tal de reprimir tus instintos. Déjate llevar, Changkyun, lo estás deseando.

Su cálido aliento peina mi cara y sus ojos me hipnotizan. Sé fuerte, Changkyun, sé fuerte. No eres como él. Mejor ser un yonki a un asesino.

-Si querías opio sólo tenías que decírmelo. Pero yo no lo consumo así- dice Hyungwon señalando mi brazo. No puedo proporcionarte los otros ingredientes, exceptuando la sangre, pero te ayudará a pasar la abstinencia.

-¿Desde cuando llevas así?- cuestiona Hoseok con palpable preocupación.

Minhyuk mira de reojo a mi compañero, pero no es nada discreto. Consumo desde que se fue y, por el silencio aplastante que impera en el salón todos han entendido esa mirada. Excepto Minhyuk, todos conocemos a nuestro compañero del alma y saben lo fuerte que es ese vínculo, lo doloroso que es intentar reprimir ese sentimiento que nada tiene que ver con el amor de los latientes. Nadie dice nada y mi compañero sonríe victorioso. Está disfrutando de exponerme y llevarme al límite.

-Dale opio- interviene Shownu sin ser capaz de mirarme.

El anfitrión asiente y me guía hasta la cima de una de las torres. Numerosos cojines descansan en el suelo alfombrado. Me ofrece una pipa y él se sirve otra. Le doy una profunda calada y me dejo atrapar por los cojines. Me siento liviano, el dolor desapareciendo de mi pecho.

-¿Cómo te sientes?- cuestiona mi amigo en una postura similar a la mía.

-En paz.

-Es similar a morir.

-Es como estar en un placentero sueño vívido- argumento.

Apenas me quedan fuerzas para hablar a la cuarta calada. Quiero dormir, quiero desaparecer en la alfombra roja y no volver a ser consciente mí mismo. Quiero dejar de sentir tan intensamente.

-He traído un poco de sangre tipo 0- saca una pequeña petaca y me la ofrece- Bebe, te sentirás mejor.

No quiero hacerlo pero tampoco puedo evitarlo: termino con todo el contenido y pierdo el conocimiento en aquella torre.

 

(--)

 

Cuando despierto me encuentro en completa soledad, la luna en lo más alto. Debo haber dormido más de doce horas, me siento como si hubiera tenido un sueño reparador. No quiero bajar, tengo todo lo que necesito en la torre. No me gustaría ser descortés con Hyungwon pero no me apetece otro debate como el de anoche. Quiero una velada pacífica con mis viejos amigos, contarnos anécdotas graciosas alrededor de la chimenea y beber algo de sangre extraída. Aún perdura la calma en mi interior y no deseo que nadie estropee eso.

-¿Interrumpo?

Minhyuk me mira dubitativo de si es bien recibido o no, pero tomo su mano y le invito a sentarse. No sé muy bien por qué ha subido si él no consume alucinógenos.

-¿Todo bien?- cuestiono.

Parece estar pensándose mucho si hablar o no. No le insisto, dejo que él cuente lo que le apetezca.

-¿Cómo se siente al encontrar a tu compañero del alma?

Observo sus ojos cristalizados.

-¿Te sientes sólo?- veo cómo asiente decaído- Que estemos aquí con nuestros compañeros no significa que estés de más. Fíjate en mí, no hago otra cosa que rehuir de ese vínculo.

-Quiero sentir lo que sentís vosotros, quiero tener esa conexión con alguien.

-No es tan bonito como parece. Por ejemplo, Shownu es incapaz de dejar a Kihyun aunque deteste sus hábitos.

-Y Jooheon es incapaz de dejarte ir por mucho que intentes apartarlo- le observo sorprendido. Siempre me he sentido el dependiente de la pareja, quizás porque yo fui el convertido y pensé que era lo natural. No esperaba esa afirmación.

-Él vive feliz en Tanzania cometiendo crímenes de forma impune.

-Sabes que no es del todo cierto. Aunque no quieras verlo él también sufre con vuestro distanciamiento pero es demasiado orgulloso como para demostrarlo. A menudo me escribe preguntando por ti y las veces que lo he visto este último siglo estaba ojeroso y consumido. No ha sido hasta llegar al castillo cuando ha recuperado su fortaleza característica.

Una parte de mí está satisfecha el comprobar que no soy el débil de la pareja.

-Minhyuk, algún día verás a alguien a los ojos y sabrás que es tu compañero. Sentirás una descarga en todo tu cuerpo, se te dormirán las extremidades y te quedarás petrificado, pero sabrás que es él. Te queda la eternidad para poder encontrarlo, quizás aún no ha nacido.

-Siento que estoy cerca de encontrarlo, que mis viajes por la cordillera andina no es en vano. Siento que tengo que estar ahí, no sé cómo describirlo.

Asiento sabedor de a qué se refiere.

-Estoy seguro de que pronto tendrás un compañero de viaje.

Sonríe tiernamente al imaginarlo. Quiero mucho a Minhyuk y sólo espero que ese vínculo que está a punto de nacer no le consuma como el que tenemos Jooheon y yo.

 

(--)

 

Llevo un par de días esquivando a mis amigos. Ya es hora de bajar y dejar de encerrarme en mí mismo como hago siempre. Me encuentro a Kihyun leyendo tranquilamente en uno de los sillones orejeros. Levanta la vista del libro que está escrito en una lengua que desconozco y me sonríe.

-Me alegra verte. ¿Estás sediento?

Niego. Lo cierto es que puedo estar días sin beber, me he entrenado para ello.

-¿Dónde se ha metido todo el mundo?

-Shownu ha ido a sacarle sangre a los latientes. Nos ha rogado que no matemos, que podemos beberla recién extraída ya que es bastante parecida. Sé que me va a costar pero lo intentaré. No sé si alguien más ha ido a acompañarle o si están en sus habitaciones, el castillo es enorme.

Dejo que continúe leyendo. Realmente no busco a nadie en particular, simplemente pensé que estarían todos reunidos. Paseo por el castillo y, aunque no quiero hacerlo, mis pies me conducen a la torre donde tomé opio con Hyungwon. Me maldigo por no haber esperado a que Shownu trajese sangre recién extraída pero quizás con un poco de suerte haya alguna rata a la que hincarle el diente. Al llegar me encuentro a mi compañero de espaldas, mirando por la ventana.

-Te estaba esperando- se gira y puedo ver que luce ojeras- No has bajado en días.

Me siento como un estúpido. No sé qué decir, sólo quería fumar un poco y desconectar.

-Es que no quiero verte.

Tuerce la boca en una mueca que interpreto de contrariedad.

-No puedes huir de mí eternamente.

-No fui yo quien se marchó sin ninguna explicación- le recrimino.

De nuevo siento mi corazón fantasma dolorido. Mi compañero se sienta en los mullidos cojines y saca del bolsillo de su chaqueta una pipa.

-Hace siglos que no hago esto- la enciende y aspira con vehemencia el humo. Sus ojos se quedan en blanco y suspira pesadamente. Vuelve a darle otra calada honda y se recuesta en la alfombra. Su cabello ya no luce tan largo como cuando le conocí pero me encanta la forma en que se le revuelve al estar en esa posición. Le observo, sabedor de que debe estar sintiéndose extasiado- Hace días que no bebo.

Me cuesta escucharlo ya que su voz es apenas audible.

-¿Por qué?- No responde. Siento que está perdiendo fuerzas por lo que agudizo mis sentidos en busca de algún animal al que matar. Una incauta paloma se posa en la ventana y la apreso. Trata de escaparse de entre mis dedos por lo que le doy un mordisco que la atonta. Jooheon me mira y le ofrezco el cuerpecito que se debate entre la vida y la muerte pero mi compañero, con un movimiento veloz me agarra por el antebrazo y clava sus colmillos en mi muñeca. – Detente. Jooheon, ya basta.

Pero mis ruegos no son escuchados. Comienzo a marearme por lo que la paloma cae al suelo. Lo siento en mi vientre, el vínculo está más activo que en toda la semana. Él ya ha recuperado el color brillante en el rostro y sus pupilas dilatadas me invitan a hacer con él lo mismo. Quiero contenerme sin embargo ya estoy bebiendo de su cuello y se siente como tocar el cielo con la punta de los dedos. Me sorprendo al escuchar mis propios gemidos y mi compañero suelta una profunda carcajada victoriosa. Me aparto, acabo de caer en su trampa.

-Sabía que no podrías resistirte a darme de beber.

Me abalanzo sobre él. Quiero golpearle, hacerle sufrir. Ambos sabemos que, una vez bebida su sangre me va a ser casi imposible domar mis instintos. Le odio.

-Eres despreciable. Ojalá te mueras para poder deshacerme de esta maldición.

-¿Cuánto opio calculas que necesitarás para resistirte? Vamos, fuma, quiero ver como fracasas. Acéptalo, Changkyun, tú me pediste que te convirtiera, no trates de negar tu naturaleza.

Busco a tientas la pipa, pero mi compañero la sostiene en alto.

-Dámela.

- Un beso a cambio de tu juguete- trato de arrancárselo de las manos pero me esquiva.

-No pienso besarte.

-Hazlo, estás deseando con todo tu ser.

Esa mirada hipnótica de ojos azabache. Me hundo, siento mi cuerpo pesado, dejo de existir. Le beso. Quisiera poder saborearlo porque hace demasiado tiempo que no soy besado por nadie y anhelo ese tipo de contacto, pero me niego disfrutar. Tiende su mano y me da la pipa. Ni siquiera me he sentado cuando le doy la primera calada. Calma, pero no suficiente. Aún siento cómo lucho contra mí mismo para no matar. Termino la pipa y, aunque estoy más tranquilo, no es suficiente. Necesito cocinar Muerte Gris, o al menos poder tomar el opio inyectado. Miro con ojos llorosos a Jooheon que me observa complacido. Minhyuk dijo que me echaba de menos pero lo cierto es que él sólo me quiere cuando actúo a su semejanza. Cuando éramos un par de adictos a la sangre adrenalizada e íbamos cada noche a pubs en busca de algún latiente al que matar. Prefiero debilitarme con la droga antes que dejarme llevar por sus imperativos deseos. ¿Por qué no podemos ser como Hyungwon y Hoseok? Me duele pensarlo.

 

(--)

 

No sé en qué momento perdí la consciencia ni quien me trajo a la habitación. Estoy agotado de sentir con tanta intensidad todo. No debí venir, ha sido un error tremendo.

Salgo de la cama y corro por los pasillos en busca de Hoseok, él es el único que puede sacarme de este infierno. Grito su nombre desquiciado. Sale de una habitación y me mira preocupado.

-Llévame a Inglaterra, no lo soporto.

Shownu nos ha escuchado por lo que sale de su habitación y se nos acerca.

-¿Qué ocurre?- pregunta el recién llegado.

-El vínculo es cada vez más fuerte- responde el otro.

-Necesito irme, no puedo más.

Estoy llorando con una angustia que me ahoga. Sólo llevo una semana a su lado y ya siento que me muero.

-Sabes que esto te pasa por no aceptarle como compañero, ¿verdad?- cuestiona el luchador- Te guste o no estáis unidos, evitarlo sólo hará que te consumas.

-Te lo suplico, sácame de aquí.

Uno a uno van llegando el resto. Minhyuk me mira compadeciéndome. Shownu me agarra del brazo y me saca del castillo.

-Esto no se lo contaremos a nadie, ¿entendido?

Me lleva hacia el cobertizo. Un centenar de latientes me miran asustados y buscan ayuda.

-No- me niego.

-Es la única forma. Elige uno- dice mirando hacia el techo de paja incapaz de ver semejante escena.

Escojo a uno al azar. No puedo evitar cruzar miradas con él y eso me hace sentir miserable.

-Lo siento.

Bebo y siento una euforia vigorizante. Hace siglos que no tomo sangre adrenalizada, ni siento cómo un cuerpo de latiente se va deshinchando como un globo hasta caer muerto en mis brazos. No quiero admitirlo pero esto es mucho mejor que la Muerte Gris.

-Sólo lo he hecho para aliviarte un poco el dolor, pero espero que sepas que no apruebo esta clase de actos.

Abrazo a mi amigo quien luce muy afectado por lo que acaba de ocurrir. Por mi parte estoy demasiado acelerado como para tener remordimientos. Me siento capaz de todo, incluso de ir en contra de mis propios sentimientos. Sé que esto es pasajero, que sólo me siento así por haber consumido sangre adrenalizada, pero es genial sentirse poderoso después de un siglo sumido en la melancolía.

 

Regresamos al castillo y todos están en el salón preocupados.

-Hemos tenido una charla y me siento mucho mejor.

No hay quien se crea mi mentira. Probablemente tenga las pupilas más dilatadas de lo normal.

-A ver, ¿no creéis que es irónico que en el folklore siempre nos hayan asociado con los murciélagos y sean esos bichos los que han causado una pandemia que tiene a los latientes atemorizados? No es justo que se lleven el mérito- Jooheon desvía la conversación a sí mismo y me guiña un ojo. No puedo evitar sonreír por aquel gesto.

 

(--)

 

Lo cierto es que ahora soy capaz de disfrutar de su compañía, incluso de buscarla. Quizás es por eso que ahora mismo estamos en la bañera juntos. Estamos jugando a tararear canciones e intentar adivinarlas. He de admitir que me estoy divirtiendo.

-Te lo acabas de inventar- le molesto echándole agua a la cara.

-Eres realmente malo a este juego. Era Gaudete, una canción popular en las misas medievales.

-Perdona por no pillar esas referencias, te recuerdo que no soy tan antiguo como tú.

Me acoge entre sus brazos, quedando mi espalda contra su pecho.

-No puedo vivir esto como tú, por eso me fui- trato de girarme para verle pero me lo impide- No puedo ni quiero inhibir mis instintos. Sigues con un pensamiento religioso de cuando eras latiente pero ya nadie habla de moral o virtud. No soy un criminal como piensas, tú mismo ibas a acabar con tu vida cuando te conocí.

-No es lo mismo.

-Hay gente que es incapaz de sobrellevar la vida. En ocasiones no hay psicólogo, droga, fé o voluntad que les haga ser felices. Simplemente no pueden más. Yo les doy los últimos días que desean, no acelero el proceso para satisfacer mi sed. Y, cuando se sienten preparados, bebo su existencia.

-Tienes un discurso muy elaborado, Jooheon, pero ya sé lo convincente que puedes llegar a ser. ¿Por qué sólo matas a latientes suicidas como yo? ¿Has convertido a alguno?

-Sólo te convertí a ti, compañero. Esto es algo que nunca te he llegado a contar. - suspira pesadamente-Tenía una hermana pequeña que nació enferma. Sufría dolencias estomacales y parecía no haber cura alguna. Tenía nueve años cuando saltó por el acantilado…

Me petrifico. Jamás me ha contado esta historia y sé que es real porque nuestro vínculo ha sanado. Me giro y veo su rostro contraído por el dolor, por lo que lo acuno entre mis manos.

-Amor mío, ¿por qué has cargado con ese peso en silencio?

Como es costumbre en él no responde, simplemente lanza una nueva pregunta para desviar la conversación a su antojo.

-Es terriblemente doloroso ver como tu compañero del alma prefiere matarse antes que estar contigo, ¿no crees?

Asiento en silencio. Como siempre he supuesto que él no me ama de la forma en que yo lo hago no he pensado nunca que pueda llegar a sufrir por verme consumir alucinógenos con sangre diluida.

-¿Intentaremos seguir juntos o volveremos cada uno a sus vidas como si no hubiera pasado nada? ¿Cómo lo haremos?

-A mi manera.

-Siempre es a tu manera.

-Es que es más divertida. Estás radiante esta noche - me guiña, ofreciéndome una sonrisa coqueta- Im Changkyun, ¿me concedes el inestimable privilegio de beber sangre adrenalizada del mismo latiente? Como en los viejos tiempos.

Negarme sería en vano ahora que he vuelto a probar esa delicia y el opio no es suficiente para sedar mis instintos. Salimos de la bañera y nos vestimos con un par de batines. Cogidos de la mano vamos hacia el cobertizo y oteamos el escenario del crimen que va a acontecer. Jooheon señala a una chica que está hecha un ovillo en el suelo.

-No puedo hacerlo.

Me ha entrado el pánico, no quiero cruzar la línea.

-No vayas a echarte atrás en el último momento- me mira con ojos amenazadores pero me mantengo firme.

-No voy a hacerlo. He luchado mucho como para tirarlo todo por la borda.

Jooheon agarra a la chica y, con violencia, desgarra su yugular haciendo que su sangre salpique como una fuente.

-Bebe, no querrás desperdiciar una vida así, ¿verdad?

-Toda tuya- reprimo una arcada al verle consumir ese pequeño cuerpo moribundo.

No puedo permitirme flaquear, me hice una promesa y no la romperé ni siquiera por Jooheon. Me muestra su boca, que aún contiene sangre, y bebo en un beso.

-¿Esto sí puedes hacerlo?- cuestiona acariciando mi cintura.

-Ya está muerta, no creo que me reclame nada.

Mi compañero suelta una profunda carcajada de satisfacción y me besa con pasión.

-No puedo creer cuánto te amo en este momento- exclama al cielo como un lunático.

Lo observo sonriente. Aunque no pronuncia ninguna palabra puedo leer lo que dice en su mirada. La cópula no es algo esencial en nuestra vida ya que obtenemos placer al beber: pero puedo ver en sus ojos un deseo latente.

Caminamos de vuelta al castillo, nuestros cuerpos muy cerca pero sin llegar a rozarnos. De vez en cuando nos miramos en silencio. Adoro sus hermosos hoyuelos y la forma en que me sonríe. Quizás sea por cómo su cabello brilla bajo la luna llena, por beber sangre adrenalizada o simplemente porque nuestro vínculo me hace vibrar; sea como fuere, necesito conectarme a él.

Los batines caen al suelo y nos fundimos en una espiral de besos ansiosos y caricias salvajes.

-Lo haré suave por ser tú- me susurra con voz queda, y siento que voy a desfallecer cuando entra en mí.

Nuestros cuerpos se mueven en una danza de gemidos descompasados y promesas de amor eterno. Siento una cadencia in crescendo que sube por mi bajo vientre, estoy cerca, puedo sentirlo… Muerdo con furia su cuello provocando que ruja de placer. Vértigo, mis piernas tiemblan cuando caigo en una espiral de placer que me nubla la mente.

Es la octava noche y no hemos podido resistirnos más a este deseo abrumador de estar uno al lado del otro. Acaricia con suavidad mi vientre. Los mechones oscuros de su cabello se pegan a su frente por el sudor, así que los aparto para poder observar mejor sus preciosos ojos.

-Mi dulce agonía- lamento compungido.

Toma mi mano y la besa tiernamente. Me observa: esa mirada me habla con tanta fuerza que me desborda. Sé que para él esto es tan confuso, excitante y doloroso como lo es para mí.

-No puedes pedirme de nuevo que renuncie a ti después de lo que acaba de ocurrir, compañero.

No le contesto, pues ni siquiera yo mismo sé que va a pasar después de este mes. Lo único en lo que puedo pensar es en cómo mi cabeza se adapta tan bien a su pecho y la paz que anida en mi interior.

 

(--)

 

Los días pasan con más rapidez de la que me gustaría. Cada noche suena música en directo, enmarcando las risas de nuestras largas conversaciones. Bebemos sangre recién extraída hasta embriagarnos, bailamos como poseídos, vivimos con tanto entusiasmo que ahora entiendo por qué Hyungwon se niega a abandonar esta forma de vida. Incluso yo podría abandonar la vida campestre para entregarme al hedonismo.

Los violines suenan apresurados mientras fumo un poco de opio que ha bajado mi amigo expresamente para mi disfrute. Me recuesto en el suelo y siento como el estampado de la alfombra persa se enreda alrededor de mi cuerpo, haciéndome cosquillas. Río para mis adentros pero mi felicidad es interrumpida por unas fuertes sacudidas. Abro exageradamente los ojos en un intento de volver a la realidad y veo a Shownu con cara de preocupación.

-Han ido al jardín, o eso han dicho.

-¿Por qué no te unes a ellos?

No quiero ser maleducado pero desearía que me dejara en paz.

-Creo que han ido al cobertizo.

Me incorporo con más rapidez de la que soy capaz en este estado, por lo que me mareo.

-¡Pero si llevamos toda la noche bebiendo!

Sé que es estúpido tratar de detenerlos, pero mi amigo insiste en que debemos ir antes de que ocurra alguna desgracia. Al llegar nos encontramos con una imagen desoladora: es un festival de cuerpos sin vida y ríos de sangre bañando los pies de los latientes que siguen con vida horrorizados por la masacre que acaban de presenciar. Nuestros amigos están en el suelo, demasiados llenos como para poder moverse.

-¿Qué vamos a hacer con todos esos cadáveres?- cuestiona el forense sin poder asimilar la grotesca escena.

-Que se encarguen ellos cuando sean capaces de levantarse.

Es difícil no arrodillarse en el suelo y beber de los charcos de sangre. Por suerte ambos estamos muy por encima de nuestros instintos. Aunque, siendo honesto ya no puedo presumir de esa virtud. No soy tan fuerte como Shownu, estar cerca de mi compañero sigue afilando mi naturaleza monstruosa. Volvemos al castillo decepcionados por lo ocurrido.

-Es difícil aceptar que Kihyun haya participado en esto- confiesa decaído.

-Estoy furioso con ellos. Siempre usan el argumento de que sólo beben a delincuentes pero, ¿quiénes son todos esos latientes que están encerrados esperando su muerte? Me juego lo que sea a que no han hecho nada que les haga merecer pasar por esta pesadilla.

-Perdona que te diga esto pero no puedo alejarme de mi compañero del alma, no al verte tan…

Busca la palabra menos hiriente que describa mi salud, pero simplemente me mira encogiéndose de hombros.

-Al final he conseguido acostumbrarme a la soledad. Aprecio enormemente el tener tiempo para mis aficiones. He aprendido a vivir con ese peso en mi alma; la Muerte Gris hace la situación más llevadera.

-¿No crees que esa situación es insostenible? ¿Vas a pasarte la eternidad consumiendo alucinógenos, ese es el plan?

Me encantaría dar una alternativa mejor, pero es lo único que me ha funcionado hasta ahora.

 

(--)

 

La tensión es palpable. Nos evitamos los unos a los otros. Me paso los días en la biblioteca del ala oeste, he debido de leer una veintena de libros en lo que llevo de semana. Es más fácil dejar de pensar en lo que hay a tu alrededor cuando te adentras en una buena historia. De vez en cuando tengo que salir a beber, aunque intento hacerlo lo menos posible.

-Te dije que el castillo es enorme a menos que quieras encontrar a alguien- alzo la vista y Hyungwon me observa con una media sonrisa. Se sienta enfrente de mí, cruzando las piernas- ¿Crees que podrás perdonarnos?

Cierro el libro con fuerza y lo miro cansado. No me gusta estar enfadado con mis amigos, pero aquello fue totalmente innecesario y desproporcionado.

-Lo que pasó la otra noche es inhumano.

-No quiero sonar como Jooheon pero te recuerdo que no somos humanos.

-Tienes a media centena de latientes en la parte trasera del castillo esperando ser bebidos. Una cosa es beberle la existencia a un criminal de vez en cuando y otra matar a inocentes por placer.

Mi amigo luce calmado, como si tuviera respuesta para todo.

-Los latientes tratan así a los animales y no les resulta una salvajada. Aceptemos nuestro status evolutivo- alza su mano para callar mi réplica- De acuerdo, lo de la otra noche fue ir demasiado lejos pero, ¿quién no comete excesos cuando festeja?

-Sabes mejor que nadie que hay suficiente reservas de sangre extraída como para aguantar las próximas dos semanas. Déjales ir, por favor.

-Soy un anfitrión democrático, por lo que nos reuniremos todos en el salón a las ocho para hablarlo. Sé que tu postura es compartida por Shownu pero veo justo escuchar más propuestas.

Asiento sin convicción. Supuestamente habían prometido no beber más sangre adrenalizada y faltaron a su palabra.

 

El salón no está tan animado como días atrás donde la música y las risas cómplices reinaban. Todo el mundo ha tomado asiento en la mesa de roble, Hyungwon a la cabeza. Se han servido unas copas de sangre aunque ninguno parece tener humor para un brindis. Me posiciono junto a Minhyuk, quien no se atreve a mirarme.

-A petición de Shownu y Changkyun, se soltarán a los latientes que han sobrevivido- informa el dueño del castillo.

Nadie habla, sólo miran sus copas. Excepto él, por supuesto, tenía que ser él quien diera un alegato en contra.

-Lo que hicimos estuvo mal pero, ¿no podemos quedarnos con unos cuántos? ¿Qué pasa si se agotan las reservas de sangre? No podemos arriesgarnos a morir de sed porque un par de los nuestros tengan complejo de latientes- nos señala acusadoramente.

Hoseok asiente por el discurso de mi compañero.

-Es una solución intermedia; no morirán todos y nos aseguraremos de tener bebida de sobra. Podemos quedarnos con diez.

- Y, ¿cómo elegiremos quién se queda? ¿Les preguntamos si son criminales o suicidas?- ahora mismo estoy iracundo.

-Sé razonable, Chang, no todos estamos preparados para vivir únicamente de sangre extraída.

Veo que mi amigo quiere buscar un acercamiento entre las posturas más radicales, pero no lo comparto. Busco con la mirada a Shownu, quien no ha intervenido aún.

-Nos quedaremos con dos hombres, los más robustos- habla Kihyun- Estará prohibido ir al cobertizo a excepción de Shownu y sólo si se agotan las reservas. Son sólo dos semanas bebiendo sangre extraída, sobreviviremos. Cuando terminen las fiestas, soltaremos a los dos hombres.

Todos parecen satisfechos, por lo que aceptamos su propuesta.

Ver cómo los latientes corren asustados por el puente, alejándose del castillo, es bastante triste. Pero más horrible es tener que señalar a los dos hombres que son los elegidos para seguir cautivos y que nos miren con pavor porque saben su destino.

 

(--)

 

Tras la decisión colectiva el buen ambiente se ha vuelto a instalar. Sigo receloso y me es complicado dejar de ignorar a mi compañero. Me busca con la mirada en las reuniones, esperando que dé el paso de hablarle primero. No lo haré. Los días en la biblioteca me han hecho recordar lo pacífica que es la eternidad cuando simplemente me centro en mí en vez de obsesionarme con el vínculo que tenemos. Eso me ha fortalecido. He fumado algo de opio aunque ahora lo relaciono con la noche catastrófica y me da asco. No es agradable ver una masacre cuando te encuentras bajo los efectos de psicotrópicos.

Tan sólo queda una semana de convivencia y ya nos echamos de menos. Hoseok quiere que organicemos un viaje al castillo de Erzsébet Báthory, la condesa sangrienta, cuya leyenda dice que era como nosotros. De nuevo ese entusiasmo de mi amigo por encontrar la raíz de este fenómeno viajando por Europa del este.

Kihyun ha decidido dejar de trabajar como asesino a sueldo e intentar adoptar una dieta a base de sangre extraída, por lo que se mudará una temporada a Múnich con su compañero hasta que sea capaz de controlar sus instintos.

El soñador de Minhyuk sigue queriendo volver a la cordillera de los Andes porque “allí he encontrado mi hogar, Changkyun”.

Las miradas vuelan de un lado al otro de la habitación. Jooheon está dejado caer en la estructura de ladrillo que forma la chimenea en una pose relajada. Balancea su copa de sangre tipo 0- ambos compartimos el gusto por ese sabor dulzón propio de ese tipo- y me mira retadoramente, invitándome a contar mis planes. El forense decide echarme una mano cuando simplemente pregunta “¿Tanzania?” mirando a mi compañero. Observo cómo aprieta la mandíbula y su mirada se oscurece.

-Por el momento sí, aunque estoy abierto a cambiar de parecer dependiendo de la respuesta de un apuesto galán- bebe y lame sus labios en forma de corazón- ¿Qué harás, compañero?

-Me siento halagado de que te plantees cambiar tu camino por mí, sería toda una novedad después de cuatro siglos compartiendo la eternidad.

Veo cómo mis amigos contienen la risa por mi respuesta. Estoy muy satisfecho de mí mismo, pero Jooheon no me dejaría salir impune, por lo que arremete.

-Quizás simplemente debería convertir a alguien que no me dé tantos problemas, tal vez así se rompa el vínculo que tanto detestas.

Sé que no lo piensa en serio, pero duele. Ha sido un golpe bajo.

-No seré yo quien te detenga. A estas alturas te conozco lo suficiente como para poder afirmar con rotundidad que tú siempre consigues lo que te propones, sin importar a quién te lleves por delante con tal de salirte con la tuya- hago una pausa para poder ordenar mi mente, que ahora mismo se siente colapsada- Volveré a mi cabaña. Cuando decidas que estás dispuesto a cambiar, me encontrarás en el árbol de la colina.

Me dispongo a marcharme, necesito opio.

-¡No pasaré la eternidad de puntillas y con miedo a mí mismo! Yo ayudo al planeta y a quienes están cansados de habitarlo.

Tal y como pensaba, su promesa de cambiar de parecer respecto a volver a Tanzania era sólo charlatanería barata. Suelto una sonrisa irónica antes de abandonar la estancia.

Al contrario de lo esperado, Jooheon me sigue a la habitación.

-Se te da escandalosamente bien el entrar sin avisar.

-Ven conmigo a Tanzania, quiero que veas cómo vivo y juzgues con fundamento. Al contrario de ti yo no tengo Muerte Gris para paliar el dolor de nuestra separación.

-No, pero tienes sangre adrenalizada de un grupo de latientes cegados por tu carisma.

-La vida no es blanca o negra, podrías darme la oportunidad de demostrártelo.

Estoy cansado de sus idas y venidas, de nuevo intenta enredarme en sus juegos.

-¿Por qué no puedes ser un poco más como Kihyun? Él ha decidido dejar sus malos hábitos por Shownu.

-Siento que estoy en deuda con mi hermana, ¿acaso eres incapaz de ver eso?

Suspiro, ha apostado su última carta.

-Lamento profundamente la pérdida de tu hermana y que no hubiera cura para sus dolencias. La medicina ha avanzado, de haber vivido en otra época no hubiera tenido que sufrir. Eso no justifica lo que haces, siempre hay una alternativa.

Se arrodilla y abraza mi cintura.

-Pues muéstramelo, te lo imploro. ¿Serás capaz algún día de perdonar que me marchase? Te prometí la eternidad y yo no falto a mis promesas.

Acaricia su cabello y él simplemente se deja consolar.

-Iré contigo- sus ojos se agrandan por la sorpresa y una sonrisa aflora en sus labios- Sólo si me prometes no volver a beber sangre adrenalizada.

Se incorpora lentamente, parece pensárselo.

-Sólo una última vez, contigo. Y luego lo dejaré para siempre.

-Lo que me pides es demasiado.

-No comparado con una eternidad bebiendo sangre extraída. ¿Qué me dices, compañero, una última bebida juntos?

No sé si creerle. Me confunde. A veces actúa como si despreciara a los latientes y otras como si nuestro vínculo le importase más. Quiero creer en sus palabras, pero necesito pruebas de que va en serio. Hace menos de una hora estaba amenazándome con convertir a un extraño y romper nuestro vínculo.

-¿Por qué es para ti tan importante que bebamos juntos?

Sonríe quedamente.

-Porque cuando salíamos a matar delincuentes disfrutaba. Echo de menos esa época, en la que no había esta distancia abismal entre ambos. Quiero recrear esos recuerdos una última vez.

-Me lo pensaré.

Parece dudar, actitud poco habitual en él.

-¿Puedo quedarme esta noche a tu lado?- Su mirada me invita de nuevo a sumergirme en sus deseos- Sé que lo deseas tanto como yo.

Nos tumbamos en la cama, abrazados en silencio.  La luna está menguando, al igual que la barrera que impuse entre nosotros.

 

Sigo sin confiar en él, por lo que hago una petición especial a mi pareja de amigos.

-¿Para qué quieres ir a Londres?- cuestiona Hoseok.

-Quiero hacerme una prótesis dental.

-¡Qué original! Un vampiro con prótesis dental- exclama su compañero.

Cómo detecto ese apelativo.

-Parece que se ha aficionado al Hip-Hop- bromea el luchador.

-No necesito que sea de toda la dentadura, con recubrir los colmillos de plata será suficiente.

Ambos se miran temerosos de preguntar.

-¿Por qué algo tan específico?

-Sin preguntas- es toda respuesta.

Aceptan a regañadientes. Nadie se ha enterado de nuestra incursión ya que han dado por hecho que estaríamos en cualquier rincón del castillo. En dos días viajaré a Tanzania pero necesito ir sobre seguro. Sigo pensándome lo de probar una última vez la sangre adrenalizada y aún no he tomado una decisión al respecto.

 

(--)

 

La última noche la pasamos bebiendo hasta embriagarnos y contando anécdotas de nuestras vidas anteriores, cuando éramos latientes. Memorizo cada gesto de mis amigos: los echaré de menos.

-Chang, no permitiré que desaparezcas otro siglo- me amenaza Hoseok con una sonrisa- Te quiero, amigo.

-Tranquilo, sé dónde vive- bromea Minhyuk.

-Pues id actualizando la dirección porque se viene conmigo.

Jooheon pasa su brazo por mis hombros. Está radiante, hace mucho que no lo veo tan feliz. Me tiene cautivado.

-Haz el maldito favor de comprarte un teléfono, incluso Hyungwon tiene uno- me regaña Kihyun.

-Las cartas son más íntimas.

-En eso hay que darle la razón- afirma Shownu.

-Recordad que tenemos un viaje pendiente a Hungría para visitar a nuestra tatarabuela. Brindemos- Hoseok alza su copa- Por la amistad eterna.

Todos alzamos nuestras copas al centro y brindamos por nosotros. Este mes ha sido muy intenso en todos los sentidos, pero estoy feliz de haber venido.

-Mi castillo siempre estará abierto a visitas.

-Deberías plantearte comprar un castillo en la Europa oriental y así contentar a tu compañero del alma.

Ambos se miran con amor incondicional. Quizás haya que actualizar más de una dirección.

 

(--)

 

El viaje ha sido horrible, sigo sin acostumbrarme a la sensación vertiginosa de volar. Hemos tenido que tomar otro avión hasta Zanzíbar, que es la región donde mi compañero fundó el culto.

 Es un lugar más discreto de lo que imaginé. Cerca de la playa de aguas cristalinas y rodeadas de palmeras, un conjunto de chozas dan hogar a las personas del culto. Cuando ven llegar a Jooheon enseguida le reverencian como si fuera una deidad encarnada. Éste alza las manos intentando aplacar el barullo. Me siento intimidado por la devoción que parecen procesarle. Hay gente de todas las razas y edades llorando por su llegada y él sonríe complacido.

-Amigos, os presento a Im Changkyun: mi amado.

Una oleada de gente me rodea, asfixiándome a preguntas.

-¿Tú también vienes a salvarnos?

-¿Eres como el Imamu Tendaji?

-Imamu significa “líder espiritual” y Tendaji  “el que hace que las cosas ocurran” en swahili- me susurra mi compañero.

Toman mi mano y la estrechan. No me gusta esto, me siento superado por la situación.

-Por favor, acaba con mi existencia primero- me ruega un latiente besándome los pies.

-Nuestro amigo Chayne se ofrece a ser bebido. ¿Qué dices, compañero, dejamos que él sea nuestra última bebida juntos?

Tengo un latiente suplicando que acabe con su vida, jamás me había visto en esa situación.

-No puedo hacerlo.

-Me lo debes- masculla entre dientes.

-¿Si lo hago harás que todos estos latientes vuelvan con sus familias?

-No querrán irse, me adoran. Mírales, luchan entre sí para ser bebidos.

-Jooheon, recuerda tu promesa. Quítales la venda a estos pobres infelices y déjales marchar en paz.

Mi compañero asiente.

-Amigos, esta noche se llevará a cabo un último ritual- alza sus manos y todos le escuchan con atención- Changkyun elegirá al privilegiado al que le beberemos su existencia. Después de eso, abandonaréis la isla.

Un murmullo colectivo de desaprobación se eleva alrededor nuestra. Me miran con recelo. ¿Cómo alguien puede estar tan desesperado como para odiar la vida de esa forma? El recuerdo de Jooheon convirtiéndome el día que iba a colgarme me azota. Puedo llegar a entenderles, aunque me siento muy lejos de esos días de tristeza.

 

Han encendido una hoguera. La gente danza alrededor y piden ser bebidos para acabar con su dolor. Jooheon observa la escena orgulloso.

-Elige uno- me empuja hacia la multitud, instándome a tomar una decisión.

Los latientes tratan de llamar mi atención, agarrándome del brazo y señalándose a ellos mismos. Extiendo mi brazo y apunto al hombre que me había suplicado horas antes. Besa mi mano agradecido y siento lástima por él. Mis colmillos salen cuando expone su cuello. Está decidido, será la última vez para mi compañero del alma y para mí. Ambos enterramos nuestros colmillos con una sincronicidad envidiable y el latiente se retuerce en nuestros brazos. Me siento mareado de placer, exprimo el cuerpo sin vida con la vana esperanza de extraer una gota más. La cálida sangre bajando por mi garganta es embriagante. Busco la mirada de mi compañero, quien sigue castigando el cadáver. Puedo ver que sigue sediento, me lo dicen sus ojos azabaches.

-No lo hagas- verbalizo, pero es demasiado tarde.

Uno a uno comienzan a caer cuerpos inertes. Es una liturgia espeluznante donde los latientes gritan extasiados deseosos de morir. Jooheon no tiene piedad, pero me he quedado petrificado. Tengo que detenerlo, ha enloquecido. Siento el peso de las prótesis de colmillos de plata en mi bolsillo derecho. Debo hacerlo. Me los coloco y corro hacia mi compañero, esquivando a los latientes que ofrecen sus cuellos para que les beba la existencia.

-Has faltado a tu promesa- grito encolerizado.

Él me mira con una sonrisa de oreja a oreja, las pupilas dilatadas y la mandíbula ensangrentada. Me ofrece su boca sangrienta.

-Así sí puedes beber, no van a reclamarte nada.

Tomo su rostro entre mis manos y nos fundimos en un apasionado beso. Agarro su cabello y expongo su cuello.

-Espero que me perdones, compañero del alma.

Sus ojos ya no muestran júbilo al ver mis colmillos de plata.

-Te amo.

Trata de ablandarme con esas tiernas palabras, lo que desconoce es que serán las últimas que pronunciará. Clavo con fiereza los colmillos y bebo de él hasta que no es más que un títere en mis brazos. Mezo su cuerpo sin vida, estrechándolo contra mi pecho, y estallo en llanto. El vínculo está roto, he sido liberado. La muchedumbre parece que me ha bautizado como el nuevo Imamu Tendaji ahora que he matado a Jooheon, pero me niego a asumir esa posición. Aunque usaré mi privilegio para una sola cosa.

-Necesito un bote- mis deseos son concedidos de inmediato.

Recuesto el cadáver de mi compañero y dejo entre sus manos los colmillos plateados que han acabado con su vida. Cierro sus ojos y dejo que las olas arrastren la barca mar adentro. Lágrimas surcan mi rostro compungido. Veo como la oscuridad de la noche lo devora, hasta sólo ser recuerdo. Finalmente ha sido él quien se ha sumergido en la profundidad y no yo ahogado en su mirada. Tenía que hacerlo, ya está hecho. Espero sentado en la playa hasta que veo aparecer el primer avión de la mañana y hago gestos para que me saque de allí. Los latientes parecen perdidos sin un líder al que seguir, pero no seré yo quien tome esa responsabilidad. Me alejo del archipiélago de Zanzíbar y pronto me vuelvo a embarcar en un último vuelo intercontinental, dejando atrás Tanzania y el horror que presencié la noche anterior. No veo la hora de llegar a casa. Me siento tan apenado que desearía dormir una década para poder olvidar el dolor que siento.

 

 

Al llegar a la seguridad de mi cabaña encuentro una carta de Minhyuk. Dejo mi maleta en cualquier parte y salgo a la colina. Me recuesto bajo el voluminoso árbol centenario y me dispongo a leer su carta.

“Querido amigo, no vas a creerlo cuando te lo cuente:

Ya sé que no nos ha dado tiempo de echarnos de menos pero necesitaba que fueras el primero en enterarse. Te mandaré esta carta por correo urgente, necesito que lo sepas antes que nadie. Cuando iba a tomar el avión a Bolivia crucé miradas con el hombre más apuesto que he visto en mi vida. Podría describírtelo a la perfección pero no quiero aburrirte en detalles. Al subir al avión me encuentro con que me han asignado el asiento contiguo al joven moreno. Pude sentirlo, Changkyun, sentí el hormigueo. Me dijo que volvía a su país a visitar a su familia. Pasamos el vuelo conversando sin parar, como si fuéramos amigos de toda la vida. En cuanto pisamos tierra firme le conté sobre mi naturaleza y me pidió que le convirtiera. Cuando bebí para convertirlo sentí un placer jamás experimentado, ¿lo puedes creer? Estoy enamorado, amigo. Encontrar a tu compañero del alma es algo que no hubiera podido describir antes de comprobarlo por mí mismo. Te dije que estaba en el lugar correcto, que faltaba poco para encontrarlo. Supongo que cuando leas esto habrás regresado de tu viaje a Tanzania. Ya me actualizarás tu nueva dirección si es que has decidido abandonar esa horrible cabaña en la que vives como un ermitaño. Deseo que seas al menos la mitad de feliz de lo que yo lo soy en estos momentos. Te quiero, amigo.”

Cierro la carta y sonrío mirando al cielo. Me siento más libre que en toda mi vida, amigo, no sabes el peso que se ha quitado mi alma. Me incorporo para regresar a la cabaña mientras tarareo una canción de ópera que no consigo recordar. Una corriente de aire proveniente de ningún lugar me azota. Río a carcajadas.

-¡Habanera de Bizet!- exclamo alegremente al recordar el nombre de la canción.

La corriente de aire mece la copa del árbol, dejando caer varias hojas sobre mi cabeza. Soy feliz.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).