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Oblígame por MugiKore

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Notas del capitulo:

Como prometí, no voy a dejar esta historia sin final... Aunque soy un desastre y seguiré actualizando de cuando en cuando, lo siento jejeje

 

Me ha gustado escribir este cap, buen día el de hoy. 

Un saludo (:

Mierda.

No puede ser.

Joder.

 

Silencio.

 

- ¿Estabais peleando otra vez? Ni siquiera en una fiesta podéis aguantar las ganas. –Dijo el niño entre carcajadas.

 

Bendita inocencia.

 

-Eso es lo que hacíamos. –Dijo rápidamente el rubio mientras se levantaba y acomodaba la ropa. –Eres un idiota marimo. –Gritó intentando sonar molesto. Aunque realmente sentía que sus mejillas ardían y sólo quería escapar de ese lugar lo antes posible.

- ¿Qué haces despierto, mocoso? Te llevaré a casa para asegurarme que no te escapas de nuevo. –Respondió el peliverde con simpleza.

- Pero yo también quiero estar de fiesta con vosotros. –Se quejó el pequeño mientras salían del lugar.

A veces envidiaba como su compañero era capaz de mantener la calma ante ese tipo de situaciones. Parecía que realmente no le importaba lo que había estado a punto de pasar entre ellos, ni que hubieran sido interrumpidos y casi descubiertos. Sin embargo, él notó como sus piernas flaquearon en cuanto se quedó sólo. Se dejó caer al suelo mientras recuperaba la respiración. Esto era más que una tregua ¿Qué coño acababa de pasar? Nunca había tenido deseos por otro hombre, pero no era eso lo que le importaba. Al fin y al cabo, cada uno era libre de enamorarse de la persona que quisiese, pero ¿Por qué coño tenía que ser de un alga parlante, ruda, malhumorada…? Espera, él no estaba enamorado. Sólo se sentía atraído… No. Confundido. Estaba borracho…

 

¿A quién quieres engañar?

Cállate.

Joder.

 

Después de unos largos quince minutos el rubio decidió aprovechar que todo el mundo estaba entretenido con la fiesta para acercarse al barco. Pasaría la noche en el Sunny. Necesitaba pensar. Además, no se veía capaz de compartir habitación con Zoro esa noche.

 

- ¿Has visto al cejas rizadas? –Preguntó el espadachín a su capitán después de dejar a Luxyo en casa con su madre. -Nada como un susto para que la borrachera se esfume. -Pensó al notar que podía pronunciar sin errores.

-Hff idff adf (hip) –El moreno movía la boca intentando articular las palabras, pero apenas era capaz.

-Creo que quiere decir que el cocinero-san ha decidido pasar esta noche en el Sunny. –Respondió susurrando Robin que estaba junto a ellos. –Aunque será mejor no hablar de esto muy alto.

-Ese bastardo quiere huir. No es más que un cobarde. –Pensó el peliverde enfadado.

Y como si le hubiese leído la mente la morena se acercó a él, dejando a Luffy con Franky que contaba sus batallitas a un grupo de aldeanos y le alejó del resto para poder hablar.

- ¿Ha pasado algo? –Preguntó curiosa

- ¿Alguna vez te han dicho que haces demasiadas preguntas, Robin? –Intentó sonar amenazante, pero estaba agotado.

-Creo que Sanji necesita estar solo. –Dijo seria haciendo que el otro la mirase con sorpresa.

-No es eso lo que me ha parecido antes… -Se tapó la boca en cuanto se dio cuenta de lo que acababa de decir.

-La morena relajó su expresión e incluso pareció sonreír. Aunque Zoro no estaba del todo seguro de esto último. –Creo que sólo necesita tiempo. –Puso su mano sobre el hombro de su compañero. –No siempre matamos a nuestros dragones a la primera. En ocasiones nos queman unas cuantas veces hasta que podemos dar el primer espadazo.

- ¿Qué coño quieres decir? No te entiendo cuando te pones así y usas tu jerga de historiadora. ¿No sabes hablar de forma directa? –Zoro estaba nervioso. Sabía que la arqueóloga estaba al tanto de su extraña relación con Sanji y también estaba seguro de que sabía más de lo que le contaba.

-Es duro ver a alguien que te importa quemarse, pero debes dejar que sea él quien da el primer espadazo, espadachín-san. –Dijo dándose la vuelta. –Dale el tiempo que necesita y tal vez encuentres respuestas. –Añadió antes de volver al grupo de gente que seguía festejando.

-Tsk, maldita. No tengo ni idea de que mierda me estás hablando. –Agotado y sin ganas de hablar con nadie, decidió irse a dormir.

 

Al intentar abrir los ojos aquella mañana, sintió un punzante dolor de cabeza. Los brazos le pesaban horriblemente y apenas era capaz de levantarse.

-Yohohoho, buenos días bello durmiente. –La voz de Brook le recordó que estaba en el Sunny.

-Menuda fiesta os montasteis ayer y yo aquí encerrado con este pervertido que sólo sabe pedir a las mujeres que le enseñen sus bragas. –Se quejó con envidia Usopp

-Te recuerdo que estás aquí porque eres un cobarde y no te atreviste a bajar del barco siquiera. –Dijo Sanji con dificultad. Aún no estaba del todo despierto.

-No es verdad. –Gritó el francotirador ofendido

-En realidad, sí lo es, pondría la mano en el fuego por que sí lo dijiste. Aunque claro, yo no tengo mano, yohohoho.

-De pronto un pensamiento cruzó su mente. - ¿Qué hora es? Aún no nos vamos, ¿verdad?

-Tranquilo viejo amigo, sé lo que estás pensando. Esta mañana temprano ha llamado Robin para decirnos que iba a ser imposible levantar a Luffy hasta casi la hora de cenar, así que aún pasaremos un día más aquí. –Dijo Usopp haciendo un puchero. –Esto es aburrido. Quiero irme de aquí para poder llegar ya a Germa. –Añadió fingiendo que disparaba con una pistola de rayos laser imaginaria. –Cuidado Brook, tengo un rayo láser y soy peligroso. –Gritó apuntando al esqueleto.

-Tal vez deberías tener cuidado con mi arma secreta. –Continuó el contrario siguiéndole el juego. –Sanji-san, ¿Estás bien? Te ves algo pálido

 

Germa

Vinsmoke

No, por favor, papá, déjame

No entiendo qué he hecho mal

 

- ¡SANJI! –El grito de sus compañeros sacó al rubio de sus pensamientos. - ¿En qué estabas pensando?

-Nada, simplemente sigo cansado por lo de anoche. –Otra punzada de dolor. Pero esta vez en el estómago. Lo de anoche no fue un sueño húmedo. Él y el marimo habían estado a punto de… -Debo irme al pueblo o empezarán a sospechar. Gracias por cuidar el barco, chicos. –Dijo mientras se vestía para enfrentarse al mundo real.

Al llegar, le hizo gracia lo que se encontró. La mitad de los aldeanos aún dormían en medio de la calle. Algunos incluso tenían jarras de sake casi vacías en las manos. Fue al hostal repitiendo en su cabeza una y otra vez el discurso que había memorizado, pero contra más cerca estaba, más notaba cómo el miedo se apoderaba de él.

 

Esto no es una buena idea.

Cállate ya.

 

- ¡Sanji! –Chopper y Luxyo estaban en la puerta jugando con los utensilios médicos del renito. –No te vi anoche después de que Zoro y tú os pelearais. Tuvo que ser una pelea muy fuerte para que te fueras a dormir. –Dijo el pequeño demostrando su inocencia de nuevo.

- ¿Pelea? ¿Qué pelea? No me digas que incluso mientras celebramos sois incapaces de estar sin discutir. –El médico estaba a punto de empezar con su discurso y el cocinero no tenía tiempo para eso.

-Nami-swan –Al ver a la pelirroja sus ojos se volvieron corazones y se acercó a ella mientras parecía bailar. - ¿Qué tal ha dormido mi bella dama?

-He dormido genial, gracias por tu interés. Por cierto, anoche Zoro preguntó por ti. Creo que Luffy casi cuenta que habías ido al Sunny, pero por suerte, al final fue Robin la que habló con él.

-Al oír su nombre tuvo que tragar saliva. Estaba asustado, pero no podía dejar que nadie se diese cuenta. - ¿Cómo… cómo está él? –Preguntó intentando disimular su interés.

La navegante le miró dudando unos segundos. –Está en el bar. Ya sabes que es un animal, así que lo primero que ha hecho al despertarse, ha sido continuar bebiendo. Tal vez ni ha desayunado. -Ella no era tonta, sabía que algo había tenido que pasar para que sus compañeros se buscasen y tuvieran tanto interés de pronto el uno en el otro, pero eso no era asunto suyo, así que decidió centrarse en su plan: Ser lo más simpática y agradable posible con los habitantes de Reville y si cuando se marchasen les querían recompensar de alguna manera, ¿Quién era ella para decir que no?

-Gracias my lady. No puedo quedarme. Lo siento muchísimo. –Dijo rogando el perdón de la chica. Sin embargo, Nami estaba fantaseando con todo el oro que iba a recibir y ya no le escuchaba.

Se acercó a la taberna que tan bien conocía ya, pero cuando quiso dar el paso para entrar, los nervios volvieron a azotarle y esta vez con más fuerza que antes. Sintió cómo su respiración se aceleraba y decidió sentarse en el escalón más cercano a la entrada. Encendió un cigarro y comenzó a jugar con el humo mientras intentaba que su mente volviera a su velocidad habitual. Tantos pensamientos, a tanta velocidad hacían que la cabeza del rubio diera vueltas. Sentado, flexionó sus piernas y metió la cabeza entre éstas.

Cálmate joder, pareces un crío. –Se decía.

Dio otra calada al cigarro y sintió que sus dedos se quemaban. ¿Tan rápido fumaba? Sin pensarlo dos veces, se encendió otro. Esta vez dejó que sus pulmones se llenasen con cada calada. Observaba el humo dibujar círculos irregulares en el cielo y se permitió cerrar los ojos. Respiró profundo buscando una señal que le indicase que lo que quería hacer era buena idea, que no estaba a punto de estropearlo todo.

Pero… ¿Estropear el qué? ¿Acaso tenía claro lo que quería sacar de esa conversación? Comenzaba a olvidarse de todo lo que había planeado decir. Sintió de nuevo la oleada de pensamientos veloces acercarse y se dio cuenta de que había lanzado el cigarro consumido al suelo. Se encendió otro cigarro.

 

Vamos, respira

 

-Si sigues así morirás de cáncer antes de que puedas encontrar el All Blue, cejas de sushi.

-Joder, serás cabrón. Me has asustado. –Dijo Sanji dando un brinco.

Zoro no respondió. Simplemente se sentó a su lado mientras el rubio fumaba. Le observó detalladamente. Sanji jugaba con el humo convirtiéndolo en pequeños círculos dentro de otros más grandes. Era realmente asombroso. El silencio no era incómodo sino más bien como un aliado en ese momento. Disfrutaba de tener tan cerca al cocinero sin necesidad de discutir y después de lo de la noche anterior, no quería hacer o decir algo inapropiado.

-Zoro…

-Oír su nombre de la boca de su compañero le hizo estremecer. Le dejó continuar.

-Yo… Creo que debemos hablar de lo de anoche. –Dijo por fin sintiendo cómo un gran nudo en su estómago desaparecía, para dar lugar a otro.

-No hace falta que lo hablemos. –Una mirada llena de confusión le hizo recapacitar. –No, a ver, no quería decir eso. Quiero decir que no tenemos por qué hablarlo ahora. Puedo esperar.

- ¿Estás de coña? –Preguntó exaltado –Llevas días, qué digo días. Meses. Llevas meses detrás de mí, buscándome con las excusas más tontas, comportándote extraño y diciéndome cosas… -Al recordar sus anteriores encuentros, se sonrojó. - ¿Y ahora de repente me dices que puedes esperar? ¿Quieres volverme loco, estúpida alga idiota?

-El peliverde se acercó y posó su mano sobre la contraria. –¿Qué tal si lo hablamos esta noche? Tendremos tiempo de sobra y nadie nos va a molestar. –Dijo esto último con voz seductora a modo de burla.

El otro apartó su mano rápidamente.

 

Mierda.

Eres idiota.

Realmente idiota.

 

-Lo siento, yo no quería… Yo creía que sabía lo que quería decirte, pero… Creo que tienes razón. Esta noche. –No quería hacer sentir mal al espadachín y al ver su cara de decepción ante sus acciones quiso meterse en un agujero y no salir jamás. –Oí… -Le llamó buscando su mirada. –Sigues siendo un alga con la cabeza hueca. –Sonrió y se levantó para marcharse. Iría a buscar al resto de sus compañeros.

Zoro por su parte se quedó mirando como la figura que hacía unos segundos estaba junto a él, iba desapareciendo y cuando finalmente, dejó de verle, entró de nuevo al bar. Esa conversación iba a requerir al menos tres jarras más de sake.


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