Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oblígame por MugiKore

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hago chasssssssss y aparezo a tu ladooooo.

Gracias (:

La noche estaba repleta de estrellas y la navegante no pudo evitar sonreír al pensar en la cita que en estos momentos estarían compartiendo sus nakamas. Echó hacia atrás su silla y se dejó caer en ella mostrando su tripa hinchada por todo lo que había cenado.

-Estaba todo riquísimo. Creo que nunca he estado tan llena. –Dijo agradeciendo la invitación a Luxyo y a su madre.

- ¿No-ghm vas a ghm comerte eso? –Dijo Luffy mientras masticaba.

-No seas cerdo. –Le regañó la pelirroja. –Sé agradecido.

Una sonrisa enorme se formó en la boca del capitán mientras miraba a sus anfitriones. –MUCHAS GRACIAS POR LA COMIDA. –Gritó de pronto.

- ¡SII! Todo está SUPER. –Añadió Franky.

-Es una lástima que vuestros compañeros no hayan podido venir. –Dijo algo apenada la madre del pequeño. –Realmente quería agradeceros a todos lo que habéis hecho por Luxyo y por todos nosotros.

-Es cierto, ¿Dónde están esos dos? –Preguntó el carpintero. –Espero que no estén peleando por ahí. –Se frotó las sienes como muestra de agotamiento.

De pronto una mano tocó con suavidad la suya dando un ligero apretón. –No te preocupes, tenían un asunto que resolver y era importante. Estoy segura de que sienten mucho no haber podido venir hoy a cenar. –Al decir esto último, miró a Luxyo y su madre.

El peliazul se sonrojó un poco ante el inesperado contacto, pero sonrió y guiñó un ojo a su compañera como respuesta. Robín sonrió de forma casi imperceptible.

-Eh. –Susurró Nami a Robin. - ¿Qué sabes de esos dos? –Preguntó curiosa tras escuchar la respuesta que había dado la morena sobre el tema pendiente de esos dos.

-Supongo que somos las únicas con dos ojos aquí. –Respondió la arqueóloga sin perder la sonrisa

- ¡CHOPER! –Un gritó les alarmó a todos. Sanji. –Ven aquí y ayúdame joder.

-El renito fue como un rayo hacia la ventana y al ver la escena se le escapó un pequeño grito. Abrió la puerta de la casa donde habían estado cenando y festejando tiempo antes y se encontró con Sanji cargando al espadachín. Las piernas le temblaban y apenas era capaz de mantenerse en pie por mucho más tiempo. Dirigió su mirada al herido. Después volvió a mirar a Sanji. - ¿Qué diablos ha pasado? –Gritó sin intentar tranquilizarse.

-Creo que se le ha abierto la herida. De pronto se encogió por el dolor y calló al suelo. Ha estado consciente un buen rato, de hecho, insistió en andar por él mismo, pero entre el alcohol y el esfuerzo… Ha acabado desmayándose. –Sanji parecía preocupado. - ¿Es grave?

-Voy a echarle un vistazo, pero no lo creo. Seguramente ha hecho algún movimiento que no debería entrenando. –Se dio una palmada en la frente, agotado. –Mira que le dije que guardase reposo. Volveré a coserle y dejaré que duerma unas horas.

-Puede quedarse aquí. –Invitó Luxyo tras haber comprobado que, para su madre no suponía ningún problema.

Sanji se sonrojó al pensar en los movimientos que habían podido provocar que al espadachín se le abriese la herida. Se alegró de que el renito hubiese dado por hecho tan rápido que había sido entrenando y no pensaba sacarle de su error. Notó como su respiración volvía poco a poco a la normalidad ahora que sabía que Zoro iba a estar bien.

-Lo malo es… -Comenzó el médico. –Que debería guardar reposo un par de días y no creo que viajar en el Sunny le venga bien.

-Los papos del capitán se hincharon indignado. - ¿QUÉ? ¿Entonces todavía no podemos irnos? Quiero llegar ya al reino de Germa. –Dijo haciendo un puchero.

Una punzada en el estómago del rubio le hizo retroceder un poco.

-¿Estás bien Sanji? –Preguntó con preocupación el reno. –Deja que te observe a ti también. Has cargado a Zoro hasta aquí y sigues teniendo la rodilla algo débil.

-Sí. –Contestó bajito el cocinero. Parecía que su mente estuviese en otra cosa.

-Tengo una idea. –Todos miraron a Robin con curiosidad tras estas palabras. En especial el cocinero. –Creo que debemos marcharnos.

-Pero… -Chopper la intentó interrumpir, pero la mujer siguió hablando.

-Espadachín-san debería quedarse unos días más, para terminar de recuperarse. Aunque obviamente, no puede quedarse sólo. –Dijo esto último mirando a Sanji. Estaba claro que la arqueóloga tenía un plan. –El resto emprenderá el camino al reino de Germa y nos encontraremos ahí.

-Pero… -Chopper iba a sacar lagunas al plan cuando Franky se le adelantó.

–No es mala idea. –Volvió a guiñar un ojo a la morena al decir esto último. Sabía que Robin planeaba algo y empezaba a sospechar que sus compañeros no habían estado peleando por ahí sino algo muy distinto. ¿Lo sabría Robin? Claro que sí. Ella sabía todo. Sonrió sin darse cuenta. -Podemos dejar escondido el Shark Submerge III –Al decir esto, sus ojos se convirtieron en estrellas. –A máxima velocidad podría llegar en apenas un día, así que será SUPER fácil que nos alcance. Podemos quedar directamente en el reino de Germa. Además, si no lo hacemos... Pensad cómo será soportar a nuestro capitán aburrido durante dos días en una isla donde debemos ser discretos...

-Todos se miraron con una mirada sombría y lúgubre al pensar en las palabras del carpintero.

-Cocinero-san, ¿Qué tal la rodilla? –Dijo la morena de nuevo mirando a su compañero para asegurarse de que éste sabía qué pretendía.

-Chopper se adelantó a contestar. –Está bien. Aunque algo cargada. No te vendría mal reposar un poco también. Podemos quedarnos los tres y así puedo hacerme cargo de vosotros y asegurarme de que estáis bien. –Añadió.

-NO. –Gritó Sanji. –Se dio cuenta de lo brusco que había sonado así que suavizó el tono. –Quiero decir, que creo que la tripulación te necesita más que nosotros. ¿Y si por el camino os encontráis con algún enemigo y alguien resulta herido? Nosotros estaremos bien.

-Oh calla cabrón, ¿Tan necesario crees que soy? –Dijo el pequeño mientras se sonrojaba por completo.

-Así que, ¿Te quedarás tú, Sanji? –Preguntó algo sorprendido Luffy. Jamás habría pensado que Sanji voluntariamente querría quedarse en una isla perdida con Zoro. Tal vez su fantasía no eran tan descabellada...

-El rubio simplemente asintió. Estaba seguro de que todos empezaban a sospechar que algo raro pasaba entre ellos, pero no le importaba. Sabía lo que Robin pretendía con ese plan y aún no estaba seguro de lo que haría, pero al menos tendría un par de días con su compañero a solas.

-El capitán sonrió de oreja a oreja. Estaba feliz de ver que por fin esos dos parecían llevarse bien. -ESTÁ DECIDIDO ENTONCES, -gritó. –Nos iremos al amanecer. Sanji. –Dijo mirándole. - ¿Podemos hablar?

-Cla-claro. –Respondió el otro sorprendido.

Salieron fuera mientras el resto de la tripulación volvía a centrarse en disfrutar de la despedida que les habían preparado Luxyo y su madre.

 

- ¿Estás bien? –Quiso saber de pronto.

-Las manos de Sanji temblaron un poco al coger un cigarro y dirigirlo a su boca para encendérselo. –Claro que sí. El marimo no pesa tanto. –Dijo sin estar seguro de que su capitán se refiriese a eso. Duda que confirmó al instante.

-No hablo de eso. Estás raro desde hace tiempo. –Un sudor frío le recorrió toda la espalda. –Creo que Zoro también lo nota. Está preocupado, bueno, todos lo estamos. Somos tus nakamas y te apoyaremos en lo que sea. Lo sabes ¿No?

-Sanji tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no dejar escapar las lágrimas. –Lo sé. Luffy yo… -Oh no. Ahí estaba otra vez. La sensación de quedarse sin aire. No quería volver a sufrir un ataque de pánico. –Yo… Necesito descansar. –Dijo cogiendo aire y dirigiéndose de nuevo a la casa. -Gracias. –Dijo antes de entrar. –Te prometo que pronto estará todo mejor, pero ahora… Necesito tiempo.

-Luffy simplemente sonrió. –Ah, lo había olvidado. ¿Qué tal ha ido tu cita con Zoro?

-Sanji casi se cae al suelo al escuchar al moreno. - ¿Qu-qué cojones dices? Pero, ¿Cómo…?

-Él me lo contó shishishishi. Dijo que tenía una charla importante contigo así que supuse que después de la historia que le conte sobre vosotros, era una cita. Espero que lo hayáis pasado bien. –Terminó antes de volver a reír y entrar a la casa también.

 

En plena madrugada, los Mugiwara se dirigían entre risas y bromas a sus habitaciones de la posada. Debían guardar todo su equipaje y prepararse para salir en apenas dos horas. Todos a excepción de dos hombres que descansaban en la casa en la que la tripulación había estado festejando tiempo antes. Zoro seguía durmiendo como un tronco en la cama de Luxyo tras haber sido curado por el renito. Su respiración era fuerte y su sueño profundo. A su lado, cierto cocinero luchaba contra el cansancio mientras vigilaba a su compañero para asegurarse de que todo estaba bien. Tan sólo se separaba de él para ir al baño o para salir a fumar. Fue en uno de esas escapadas en busca de la tan ansiada nicotina donde volvió a encontrarse con el médico de los mugiwara.

- ¿Qué tal está? –Preguntó algo preocupado. Estaba claro que no le gustaba la idea de dejar a un miembro de su tripulación herido sin supervisión médica.

-Está bien. –Sanji posó su mano en la cabeza de Chopper y le revolvió el pelaje como si fuese un niño pequeño. –No te preocupes. Sigue durmiendo, ya sabes cómo es el cabeza cactus. Además, con tus cuidados, se despertará como una rosa. –Dijo sonriendo buscando animar a su nakama.

Obviamente las palabras del rubio surtieron el efecto deseado y el pequeño no tardó en sonrojarse mientras decía cosas como –Oh, cállate. Serás mamón. Vas a hacer que me sonroje.

-En fin. –Continuó una vez se le pasó la emoción por los elogios recibidos. –Voy a echarle un último vistazo antes de irnos. Ya hemos cargado todo en el Sunny y todos están esperándome.

-Sanji simplemente asintió.

-Ah, por cierto. Robin me ha pedido que te dé un mensaje de su parte. El mensaje es - “Cocinero-san espero que este descanso te dé el tiempo que necesitabas”. –Chopper habló imitando la voz y los gestos de la arqueóloga provocando que al otro se le escapara una risita, aunque enseguida se puso serio. -Me ha dicho que sabrías a lo que se refiere. –Añadió inocente el menor mientras entraba en la casa a revisar las heridas del espadachín.

Sanji simplemente suspiró. –Sí, sé a lo que se refiere. Gracias por el mensaje Chopper. ¿Qué tal está el musgo parlante? –En esos momentos era lo único que le interesaba saber.

El renito terminó de examinar al mayor y sonrió. –Todo está en orden. Debe evitar esfuerzos al menos durante dos días. Asegúrate de que lo cumple, por favor. –Dijo preocupado. –No podéis pelearos ¿Queda claro?

La carcajada de Sanji llenó la habitación. –No pienso pegar a alguien herido, esperaré a que se mejore para poder partirle esa cara de idiota. –Vio como el pequeño médico le dedicaba una mirada asesina y sintió un escalofrío. –Joder Chopper, era broma. Estará bien. Te lo prometo.

 

Apenas media hora después, la tripulación de los Mugiwara ponía rumbo al reino de Germa. Todo se hizo lo más silenciosamente posible para que los habitantes del pueblo ni siquiera se dieran cuenta de su partida. Al fin y al cabo, exceptuando a Luxyo y a su madre, nadie en el pueblo sabía su verdadera identidad de piratas y así debía seguir siendo.

 

Los rayos del sol llevaban tiempo colándose por la ventana de aquella habitación y la luz empezaba a iluminar el interior. Sintió como sus ojos se movían incómodos y se giró con la esperanza de taparse con el brazo para poder seguir durmiendo. De pronto, notó una ligera molestia en el costado y abrió los ojos de golpe para comprobar qué estaba pasando.

Reconoció la habitación del niño que tanto les había ayudado durante sus días en la isla, pero, espera ¿Qué hora era?, ¿Y su tripulación? ¿Dónde demonios estaba todo el mundo? Intentó incorporarse algo dolorido por la brusquedad de los movimientos.

- ¿Qué mierda haces, idiota? –Gritó Sanji al volver de otra de sus escapadas para fumar. –¿Con cada herida eres más estúpido o qué?

-Oí, cejas de sushi, ¿Tan temprano y ya quieres pelear? Además, sólo estaba buscando a la gente. Por cierto… -Miró su vendaje y volvió a mirar al contrario. –Supongo que se me abrió la herida después de…

-Sanji enrojeció al instante y le interrumpió antes de que pudiese terminar. - ¡Cállate joder! Supongo que tendré que tratarte con más cuidado la próxima vez. –Dijo más bajito.

Este comentario no pasó desapercibido para el peliverde que sonrió de lado de forma pícara. - ¿Qué tal estás tú? –Preguntó preocupado.

- ¿Yo? Tú eres el que casi se desangra de camino ¿Qué mierda de pregunta es esa? Oí, cabeza musgo, ¿Estás seguro de que no te afectó la pérdida de sangre al cerebro?

-Tsk. –Sanji se calló al notar al otro molesto. No entendía qué estaba pasando. - ¿Sigues sin arrepentirte de lo de anoche?

-El rubio pensó su respuesta. La noche anterior se dijeron muchas cosas y aunque todas eran ciertas, él tampoco podía evitar pensar que no podía ser verdad. Después de tanto tiempo evitando todo esto, ahora parecía haber estallado en la cara de ambos y la sensación era bastante abrumadora.

-Sólo me arrepiento de no haberlo hecho antes… -Dijo desviando un poco la mirada. Se acercó a Zoro y se sentó a su lado. Entonces, le miró fijamente. –Necesito que confíes en mí. Sé que no parece real, pero lo es. Anoche fui más feliz de lo que recuerdo haber sido nunca. –Ese comentario hizo que el peliverde se extrañase, pero prefirió guardar silencio. –No me arrepiento de nada. –Le besó el hombro desnudo y dirigió su vista al costado de nuevo cubierto por vendas blancas. –Bueno… Puede que me arrepienta un poco de esto. –Añadió mientras dirigía su mano a la zona herida y acariciaba con cuidado.

El espadachín posó su mano sobre la del contrario y después sonrió. Sanji soltó una pequeña carcajada al ver a su nakama. - ¿Ahora te ríes de mí cejillas? –Dijo molesto.

-JAJAJA. Lo siento, es que no pensé que podías ser… Tierno. Podría acostumbrarme. –Respondió el otro.

-Vaya, vaya. –La sonrisa volvió a su cara. –Yo también podría acostumbrarme a que te disculpes. Siempre había pensado que te las dabas de educado, pero que sólo nos mirabas al resto por encima. Hasta estos últimos meses jamás te habías disculpado conmigo. –Esta situación le divertía. Sabía con exactitud qué teclas tocar.

Apretó los dientes irritado. –Oí gilipollas, tal vez no lo había hecho antes porque nunca me habías mostrado respeto. Siempre me has infravalorado.

-Zoro se sorprendió. - ¿Me tomas el pelo? –Elevó el tono. –¿Cómo te atreves a decir que yo soy el que no muestro respeto? Joder, ahí están de nuevos esos aires de superioridad.

- ¿Qué? Te partiría esa cara de alga que tienes si no estuvieses convaleciente.

-INCLUSO EN ESTE ESTADO ACABARÍA CONTIGO DIANA CON PATAS.

- ¿Pero ¿qué está pasando aquí? –La madre de Luxyo abrió la puerta de la habitación de su hijo con fuerza. Era una mujer que infundaba respeto y confianza a partes iguales. Sanjí la admiraba.

-Lo sentimos, Beca-swan. –Zoro frunció el ceño y se avergonzó de no recordar o tal vez ni siquiera saber el nombre de la mujer. –El marimo ha despertado con hambre y no hay quien lo soporte así.

-El aludido gruñó, pero todos los que estaban en esa habitación lo ignoraron.

-Volveremos al hostal aprovechando que ya está despierto. –Se acercó a la mujer y se inclinó. –Muchas gracias por toda tu hospitalidad, de verdad estamos muy agradecidos. No te molestaremos más. Eres fuerte y valiente por lo que has hecho por nosotros. Has guardado nuestro secreto y, además, Luxyo… Dios mío es una persona increíble. –Sonrió al pensar en el pequeño.

La mujer miró al mayor y le dedicó una sonrisa. –¿Cómo te encuentras, Zoro?

-Se sorprendió al ver la reacción de la mujer y soltó una carcajada. El cocinero tenía una habilidad especial para cazar a la gente. Era capaz de ver cosas que a él se le escapaban de primeras. Entendió por qué Sanji trataba a Beca con tanto respeto y se tragó un poco sus propias palabras de hacía unos minutos sobre la superioridad moral de la que había acusado al otro.

-Estoy bien. Gracias. –Dijo tan escueto como siempre, pero mantuvo su sonrisa. –El cejas rizadas tiene razón en todo. –El nombrado dio un pequeño respingo. –Ese crío es bueno. Y tú también. Además, el niño adora al idiota este. Y es mutuo. –Miró a Sanji, que le devolvió una mirada llena de agradecimiento. –Lo siento.

-Gracias, es todo lo que quería. La disculpa, quiero decir, no los cumplidos. –Ambos hombres se relajaron al instante. –No tenéis que daros ninguna prisa. Además, aún no ha vuelto Luxyo. Salió a la mañana con unos amigos. Por lo visto, ahora tiene amigos. Mi hijo es un chico listo, es sensato, pero también sincero. No sólo con los demás en la medida de lo posible, sino consigo mismo. Él sabe de cerca lo que es sentirse sólo. –La mujer paró unos segundos. –A veces está bien ¿Sabéis? La soledad. Es necesaria para poder desarrollar, no sé partes de uno mismo, ¿Entendéis a lo que me refiero?

- Ambos asintieron a la vez.

-Pero cuando se apodera de ti… Dios mío, es algo tan… Asfixiante. Sobre todo, cuando no quieres sentirla, cuando deja de estar bien porque no es una opción. Es como si el mundo decidiese por ti sin ni siquiera darte una oportunidad…

-Silencio.

-Me alegra que Luxyo tenga amigos. Porque, aunque las personas pueden hacer daño, también pueden ser... ¿Cómo lo llamáis vosotros, nakamas?

-Sí. -Dijo Sanji entendiendo lo que Beca decía.

-Luxyo merece tener una vida feliz, rodeado de quien él elija. No quiero que nadie decida por él. En este pueblo la gente es ignorante, a veces es ruda, pero también son leales. Al menos, vuelven a serlo. Habéis traído la esperanza de nuevo, tripulación de los Mugiwara. El padre de Luxyo por fin descansa en paz. Y yo también. Así que yo también estoy agradecida.

-Sanji abrazó con fuerza a la mujer que devolvió el abrazo. El espadachín simplemente observó la escena cautivado.

Justo en ese momento, la puerta se abrió y el pequeño Luxyo llegó.

-¡¡Estáis aquí!! Pensaba que ya os habríais marchado. –Se unió al abrazo de su madre con Sanji y después fue a donde Zoro y le abrazó también. El mayor nervioso respondió igual.

-Seguiremos aquí un par de días. –Antes de que su compañero pudiese decir algo añadió. –Te lo explicaré de camino. –Podemos hacer algún plan antes de irnos y así nos despedimos en condiciones.

- ¿ENSERIO? –Gritó el niño emocionado.

-Oí, mocoso, me has taladrado el oído.

-Cállate idiota, no te metas con él o te parto la cara.

- ¿Otra vez con esas? ¿Quieres intentarlo ero-cook?

Luxyo y su madre se miraron y comenzaron a reírse, esos dos eran unos auténticos chalados. Pero en un mundo tan devastado por las desgracias como este… ¿Quién no?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).