Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oblígame por MugiKore

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que os guste, yo he disfrutado mucho escribiendo este capítulo(:

Llevaba tiempo entrenando, pero no era capaz de concentrarse. El ruido de una pesa cayendo al suelo hizo que el espadachín diera un pequeño brinco y suspirara. No podía posponerlo más. Tenía que hablar con el rubio y eso es lo que iba a hacer así que se dirigió hacia la enfermería. Estaba a punto de llegar cuando empezó a oír voces. Sanji no estaba sólo. Se acercó a la puerta y permaneció en silencio. Robin hablaba con el cocinero sobre algo. No quería interrumpir así que iba a darse la vuelta y a volver a cubierta cuando algo llamó su atención.

-Antes de irme, quería hablar contigo de otro tema. 

-Claro, Robin-chan, ¿De qué se trata?

-Del espadachín-san. -Zoro abrió los ojos sorprendido.

-¿El musgo parlante? ¿Por qué quieres hablar de él?

-Creo que deberías hablar con él. No es que a mi me importe, no me gusta meterme donde no me llaman, pero creo que está confuso por lo de anoche. Además, pensaba que estabais en una tregua. -Este comentario no hizo gracia al peliverde. Si Robin no quería meterse donde no la incumbía, ¿Por qué demonios lo hacía? Aunque tuviese razón en algunas cosas...

-¿Cómo sabes lo de la tregua? 

-Digamos que aquel día, cuando hablasteis, yo estaba subiendo al barco y bueno, no quise molestar, así que regresé a la ciudad, pero sin querer escuché parte de vuestra conversación. - Así que además de metiche, la morena era una cotilla. -Pensó Zoro.

-Joder había olvidado la tregua. Soy un idiota. -¿Qué había dicho? Eso realmente no se lo esperaba.

-¿Realmente le odias? -Aquella pregunta hizo que se acercase aún más sin darse cuenta.

-¿Al marimo? Es un idiota, un bruto, un cabezota, un orgulloso, un maleducado y un montón de cosas más, pero… No le odio. Él me importa ¿Sabes? Pero somos incapaces de estar juntos sin matarnos. Supongo que es él quien me odia... 

-Observó al rubio y cómo este parecía estar… ¿Triste? ¿De verdad pensaba que le odiaba? No supo exactamente cómo le habían afectado las palabras del contrario, pero algo no iba bien. Sintió como sus manos empezaron a sudar, la boca se le secaba y el estómago le lanzó una punzada molesta que no supo cómo parar. Ni siquiera se dio cuenta de que seguía avanzando paso a paso hasta que un ruido le sacó de sus pensamientos. Había golpeado sin querer una estantería y un bote de cristal había caído al suelo rompiéndose y haciendo que todos los de la habitación le mirasen.

-¿Marimo? ¿Qué haces aquí? -Preguntó el rubio con un ligero rubor en sus mejillas.

 

Antes de que Zoro pudiese responder, Robin se adelantó. -Yo debo irme. Prometí que ayudaría a Nami-san con uno de sus mapas. Me alegra que te encuentres mejor, cocinero-san. -Al decir esto, apretó suavemente el hombro del rubio y le dedicó una sonrisa antes de desaparecer por la puerta.

Los corazones no tardaron en aparecer en la mirada del otro que le devolvió la sonrisa mientras le gritaba cuánto la quería. Sin embargo, pronto se dio cuenta de lo que acababa de pasar y sintió como el calor subía de nuevo a sus mejillas.

-¿Estás sordo? ¿Vas a decirme que coño haces aquí? ¿Acaso has venido a reírte de mí? -Sanji no paraba de hablar. Parecía nervioso.

El peliverde intentó responder, pero la voz del cocinero volvió a sonar por encima. -Mira, he prometido a Chopper que guardaré reposo, así que quita esa estúpida cara de mi vista. 

-Oi, cejas rizadas, Estás hablando sin parar ¿Has acabado? -Respondió el otro con simpleza.

-Bastardo. -Susurró Sanji avergonzado.

-No va a hacer falta que me andes evitando. He venido para pedirte disculpas. -Ahora eran las mejillas del espadachín las que se tiñeron de un color rosado.

-¿Qué has dicho? -El rubio estaba realmente sorprendido.

-No pienso repetirlo, idiota. Es tu culpa por no haberme dicho lo de tu pierna. -Al decir esto vio como su compañero miraba hacía abajo y por alguna razón, esa reacción no le gustó. -Aún así, debí haberme fijado. Yo jamás jugaría sucio en una pelea.

-Lo sé. -Dijo el cocinero cortándole. -No fue tu culpa... Bueno, sí, eres un cabeza hueca, un alga parlante y un bruto, pero yo debería haber tenido cuidado así que... También lo siento. No tendría que haberme peleado, pero no pude evitarlo. Eres un estúpido.

-¿Eso intentaba ser una disculpa? -Zoro arqueó una ceja

-Já, ¿Una disculpa? Tú eras quien venía a disculparse. -Empezaba a elevarse el tono de la conversación.

-¿Es que no me has escuchado? Te he dicho que lo siento ¿Vale? ¿Por qué eres incapaz de tener una conversación civilizada?

-¿Yo soy el que es incapaz de ser civilizado? Has entrado aquí rompiendo cosas, igual que rompiste la jarra de la bodega que no quisiste limpiar. No pienses que lo he olvidado. -Sanji vio como el otro cambiaba su expresión a una de frustración. No se lo estaba poniendo fácil, pero no sabía cómo controlarse.

-Si lo que quieres es no discutir para cumplir tu promesa, lo estás haciendo fatal. 

-Es tu culpa marimo, me sacas de quicio. 

-¿Podemos simplemente volver a la tregua? -Preguntó el peliverde.

Después de unos segundos el rubio asintió algo avergonzado por haber vuelto a perder las formas. El espadachín simplemente se dio la vuelta y se dirigió a la salida.

-Tú también me sacas de quicio, pero… Yo tampoco te odio, estúpido cejas de sushi. -Cerró la puerta después de estas palabras.

 

Sanji oyó como los pasos de Zoro se alejaban y por tercera vez sus mejillas empezaron a arder. Agradecía que su compañero no hubiese sacado el tema de su conversación con Robin hasta el final para que no le viese así. Por un momento, se asustó al pensar que tal vez el espadachín había estado escuchando desde el principio y sabía la verdad sobre él, pero eso era imposible, ya que sino, no habría hecho como si nada, así que desechó la idea.

Volvió a centrarse en las últimas palabras que le había dedicado el marimo. Sonrió. No sabía cómo reaccionar con él. Estaba claro que era una persona con un gran sentido del honor y la lealtad y en cierto modo le admiraba, pero también tenía un humor de perros, parecía odiar a todo el mundo, hablar con él era como hablar con una pared y por eso, a veces no le soportaba.

Sin embargo, Zoro le había dicho que no le odiaba y por primera vez, le pareció ver una pequeña luz esperanzadora en su relación. No pensaba convertirse en su mejor amigo ni mucho menos, pero iba a intentar darle una oportunidad a la tregua y pensaba esforzarse por no volver a las estúpidas peleas de siempre. Al menos, cuando el resto de la tripulación estuviese delante.

Volvió a mirar el reloj y vio que ya era hora de preparar la comida así que se levantó con cuidado y se puso en marcha. Ni siquiera se dio cuenta de que seguía sonriendo.

 

El día avanzó rápido y sin nada que resaltar. Los sombrero de paja habían ayudado Sanji en su tarea en la medida de lo posible, pero esto sólo había estresado al cocinero que prefería trabajar en la intimidad de su cocina sin que nadie le molestase.

Zoro era el único que se había mantenido al margen de aquel circo. Había pasado el día entrenando y ni siquiera habia comido. Esto no pasó desapercibido por el rubio que al terminar de fregar todo con ayuda de Chopper y Franky, llenó un plato de comida y se marchó de la cocina.

-¿Crees que puedes saltarte la comida así como así? -Dijo serio mientras dejaba un plato de comida en el suelo.

-¿Eso es para mí? -El espadachín se sorprendió por el gesto. -Sí que te has tomado enserio lo de la tregua. -Bromeó.

-Soy cocinero y por ello, no puedo dejar que nadie pase hambre si puedo darle de comer. -Sanji creía firmemente en lo que decía y la convicción con la que habló hizo que el otro sonriese inconscientemente. -¿Qué es lo que te hace tanta gracia, marimo? 

-Gracias por la comida, cejas de sushi. No faltaré a la cena, lo prometo. -Dijo el peliverde de pronto, ignorando a su compañero y cogiendo el plato de comida.

El rubio no entendía por qué le era tan difícil controlarse cuando estaba con su nakama. Era incapaz de mantenerse tranquilo y el otro no se lo ponía nada fácil con sus cambios de humor ¿Qué coño le pasaba al musgo parlante? ¿Ahora incluso le sonreía? ¿Y cómo debería responder a eso? Tantas preguntas sin respuesta le estaban empezando a dar dolor de cabeza.

-Más te vale. -Dijo mientras miraba a Zoro y salía de ahí.

 

Cuando llegó la hora de la cena, todo parecía haber vuelto a la normalidad. Toda la tripulación se encontraba reunida alrededor de la mesa mientras comían y charlaban alegremente.

-Mañana llegaremos a Reville antes de la hora de comer. -Anunció la navegante.

-He oído que los ciudadanos de ese lugar odian a los piratas. Así que habrá que ir con cuidado. -Dijo Franky.

Automáticamente todos miraron a Luffy. -¿Qué paghsa? -Dijo el capitán con la boca llena.

-¡Eres un guarro! -Nami le golpeó la cabeza haciendo que le saliera un chichón al instante.

-Au, duele. -Luffy hizo pucheros.

-Esto es serio, deberíamos decidir cómo vamos a actuar, no es que yo esté asustado. El gran Dios Usopp no teme a nada, pero, yo prefiero quedarme cuidando el barco. Dormiré aquí. -El francotirador habló intentando hacerse el valiente, pero sus compañeros suspiraron ante su comentario. -Si alguien quiere quedarse conmigo, es bienvenido. -Añadió algo avergonzado.

-Yohohoho. Yo me quedaré contigo. Lo pasaremos genial. -Dijo el esqueleto.

-Está bien. El resto deberíamos disfrazarnos y hacernos pasar por turistas. -El cocinero se alegraba de poder ir a comprar alimentos. La bodega empezaba a quedarse vacía.

-Yo compraré todas las medicinas que necesito. -El renito también estaba deseando llegar. 

-Ya que vamos a pasar la noche en Reville, deberíamos hospedarnos en algún sitio. Tal vez un sitio con muchos lujos, suites, vestidores gigantes… -La navegante había comenzado a soñar despierta con el dinero.

-En realidad, sólo hay un hostal en todo el pueblo. -Dijo Robin sacando a la pelirroja de sus pensamientos y haciendo que ésta pusiera una mueca de decepción. 

 

La conversación terminó y cuando la noche cayó sobre el Sunny y la mayor parte de la tripulación ya estaba en sus habitaciones durmiendo. Sólo dos personas emitían algún sonido en aquel enorme barco que parecía aún más imponente cuando el silencio se adueñaba de cada metro cuadrado. 

Por un lado, el rubio había rogado a sus compañeros que le dejasen limpiar la cocina sólo y tras mucho esfuerzo, lo había conseguido. No había pasado ni un rato en soledad y aunque agradecía con todo su corazón el apoyo y la ayuda que había recibido durante todo el día, necesitaba un momento para él.

Por otro lado, el espadachín debía quedarse vigilando esa noche por lo que después de cenar había subido al nido de cuervo y no se había movido de allí desde entonces.

 

Aunque había sido un día bastante tranquilo, estaba agotado. Los medicamentos que le daba el renito para el dolor de su pierna, le daban una profunda sensación de cansancio, así que cuando terminó de limpiar todo, fue directo a su habitación y cayó redondo apenas pasados unos minutos. Sin embargo, se despertó en medio de la noche con un ataque de tos. Tenía la garganta seca y una sed tremenda así que decidió ir a la cocina a por algo para beber. Estaba tan adormilado mientras bebía el vaso de agua que acababa de llenarse, que no se dió cuenta de que ya no estaba sólo.

-¿No deberías estar descansando, cejas de sushi?

-La voz de Zoro le sobresaltó -Joder marimo, me has asustado. ¿Es que ahora eres un acosador?

-Sólo venía a por algo de comer. ¿Acaso no puedo? 

-Claro que no. Ya has cenado. Además, es mi cocina y es mi nevera. No te acerques o tendré que patearte el trasero. -Dijo el rubio serio.

- ¿Por qué siempre tienes que buscar una excusa para que nos peleemos? 

-Aquella pregunta sorprendió a Sanji. Últimamente cada vez que hablaba con el peliverde sentía que no sabía cómo actuar con él. Parecía un estúpido que no sabía hacer otra cosa que discutir, pero la realidad era que no quería pelearse con el espadachín. El problema era, que no sabía de qué otra manera relacionarse con su compañero. -Lo siento. -Susurró.

-¿Puedes repetir eso? -El espadachín tenía los ojos abiertos.

-Que te jodan, estúpida alga, ya me has oído. -Se sonrojó.

-Llevas un tiempo raro, cocinero. Más de lo normal quiero decir… Algo no va bien, no es sólo lo de tu pierna. Hay algo más ¿Verdad? -Zoro miraba fijamente a Sanji y éste desvió la mirada.

-Que te haya pedido perdón, no te da derecho a meterte en mis asuntos. Todo está bien. Además, ¿Desde cuando te importa lo que me pase?

-Eres un cabeza hueca que no para de meterse en líos. Todo porque siempre tienes que ser el héroe que protege a los demás. Joder, eres demasiado estúpido para darte cuenta. -El espadachín parecía frustrado

-Así que ¿Soy yo el que se mete en líos para proteger al resto? ¿Y qué hay de ti? ¿Ya no recuerdas lo que pasó con aquel Shichibukai? ¡Podrías haber muerto!. Y ¿De qué demonios se supone que debo darme cuenta? -Sanji había empezado a gritar.

-Baja el volumen, idiota. Justamente hablo de eso. Si no recuerdo mal, tú estabas dispuesto a sacrificarte también. -El rubio guardó silencio. Recordaba perfectamente lo que pasó. -Estabas dispuesto a sacrificarte por mí… 

-Eso es agua pasada. Tú lo enfrentaste y sobreviviste… Tal vez yo no habría corrido la misma suerte. -Desvió la mirada. -En fín, ha sido un placer hablar contigo, marimo. -Dijo mientras se dirigía de nuevo a las habitaciones. 

Antes de que pudiese irse, el peliverde le agarró del brazo. -Todo es muy complicado cuando se trata de ti, ero-cook. No sé lo que buscas, no sé lo que quieres de mí. A veces parece que me odias y otras...

-¿Otras veces qué? -Le interrumpió -¿Ahora vas a ponerte cursi? Me habría sacrificado por cualquiera de vosotros… -El cocinero comenzaba a ponerse nervioso, cosa que no pasó desapercibida por el espadachín. 

-Así que, ¿No te pone ni un poco nervioso que haga esto? -Zoro se acercó a Sanji haciendo que la distancia que quedaba entre ellos fuera de escasos centímetros. 

-¿Qué coño haces, bastardo? 

-No pienso hacer nada. Sólo quiero que seas sincero.  

-Silencio. 

-Quiero saber que es lo que pasa. Por qué demonios no podemos tener una relación normal. 

-De nuevo silencio.

-Sé que no soy el único que se siente confuso, cejas rizadas. 

-Más silencio.

-¿No piensas decir nada?

- ….

Zoro suspiró y se separó con intención de irse, pero antes de poder reaccionar, el rubio lo sujetó por los hombros y volvió a acortar la distancia quedando aún más cerca que antes. Podía notar la respiración del espadachín chocando contra sus labios. Subió una de sus manos hasta la mejilla del contrario. El tacto con su piel hizo que se estremeciera y que un escalofrío recorriera todo su cuerpo. El corazón le latía tan rápido que pensó que se le saldría del pecho así que intentó tranquilizarse. Cerró los ojos y tomó aire.

Antes de que el peliverde pudiese decir algo, Sanji le besó.

 

-¡SANJI! Es hora de que vayamos a preparar el desayuno. Hoy te ayudaré yo ¿No es genial? ¡¡COMIDA!! -La voz de Luffy le hizo abrir los ojos de golpe. 

¿Qué demonios acababa de pasar? ¿Eso había sido un sueño? ¡¿Acababa de soñar que besaba al marimo?! Y sobretodo… -Se tocó los labios con su mano. -¿Desde cuando un sueño podía sentirse tan real? 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).