Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Oblígame por MugiKore

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lo siento ya que este capítulo es algo más corto, pero me ha costado dedicarle tiempo estas últimas semanas a escribir

Aún así estoy contenta con el resultado. Es posible que pronto haya salseo (:

Abrió los ojos perezosamente al sentir que los rayos del sol se colaban por la ventana de la habitación. Estaba girado y sintió un pinchazo en el brazo izquierdo, posiblemente debido a la postura en la que había dormido. A pesar de haber caído rendido según llegó al cuarto, sentía como si no hubiese descansado lo más mínimo. Un fuerte dolor de cabeza comenzaba a aparecer, haciendo que el rubio se frotara las sienes mientras se giraba lentamente.

Primero, quedó boca arriba mirando el techo y reconociendo poco a poco donde estaba. Después, giró su cuerpo hacia la puerta esperando encontrar en la cama de al lado a su compañero roncando. Sin embargo, lo que encontró, le sorprendió mucho. Zoro estaba sentado en el suelo, al lado de su cama. Estaba apoyado malamente contra la pared y tenía la cabeza sobre su colchón. Un hilillo de baba casi invisible, caía por la comisura de sus labios.

El olor a alcohol no tardó en inundar sus fosas nasales. Seguramente, el marimo había llegado en medio de la noche borracho y no había sido capaz siquiera de encontrar su propia cama. Además, ¿Qué cojones hacía tan cerca? Su corazón se aceleró y sintió que sus latidos sonaban tan fuerte que podrían despertar al contrario. Se recostó en la cama y llevó su mano con rapidez hacia el espadachín con la intención de golpearle, pero por alguna razón se detuvo a medio camino y sus dedos comenzaron a juguetear con su pelo.

Los movimientos comenzaron a surgir sin apenas darse cuenta y su mirada se centró en la cara de su compañero. Parecía estar totalmente tranquilo y por un instante, sintió envidia de la facilidad del otro para conseguir que los problemas no le afectasen. Deslizó sus dedos desde el pelo de Zoro, hasta su cara y continuó bajando hasta llegar a sus labios.

El peliverde emitió un ligero gruñido y empezó a moverse. Se estaba despertando. Sanji comenzó a entrar en pánico levantándose de golpe. No sabía qué hacer así que con la esperanza de que su nakama apenas supiese lo que había pasado debido al alcohol, le empujó con fuerza.

 

Cogió la mano que se agarraba con desesperación a la suya y la apretó con fuerza.  -Tranquilo, todo está bien. -Susurró esperando que sus palabras consiguieran calmar al rubio. Estuvo tentado a despertarle, pero pronto, el otro se relajó sin soltar su agarre. Zoro suspiró. ¿Qué podía hacer? ¿Qué estaría soñando?

Bajó la mirada hacia su mano y vio que inconscientemente llevaba un rato acariciando la del cocinero. Se sonrojó al instante y suspiró de nuevo. Si su compañero se despertaba en ese preciso instante, seguramente le patearía como si fuese un saco. Sonrió amargamente. Los efectos del alcohol no tardaron en hacerse presentes y el espadachín ni siquiera fue consciente cuando el sueño acabó  apoderándose de él.

Aquella noche soñó con Sanji. Fue un sueño agradable, sin necesidad de fingir o de disimular, sin frustración ni mentiras. Incluso el cocinero se acercó a él y acarició su pelo con… ¿Cariño? Sí, fue un toque delicado como si no quisiera que se diese cuenta. La mano caminó pasando de su pelo a su cara y se detuvo al llegar a su labios.

Aquello parecía muy real y Zoro se revolvió en su sitio sin saber lo que estaba pasando. Sin embargo, cuando apenas había podido abrir los ojos, un empujón lo mandó hacia el otro lado de la habitación haciendo que se sobresaltara.

-¿Qué cojones haces, ero-cook? -Gritó exaltado al ver lo que había pasado.

-¡¡Yo soy quien debería preguntar eso!! ¿Es que ahora te dedicas a espiarme mientras duermo? Dios marimo, ¡¡Eres un pervertido!!

-Claro que no, idiota. Pensaba irme a mi cama, pero me quedé dormido por el sake. -Dijo calmado provocando que el rubio se pusiera aún más nervioso.

-¿Estás de coña? ¿Crees que esa es una buena respuesta? ¿Me puedes decir por qué mierda estabas junto a mi cama? -Comenzaba a enfadarse.

-Tú me lo pediste. -Respondió simple.

-Perdona, ¿Cómo dices? 

-Cuando entré a la habitación, estabas teniendo una pesadilla. Y debía ser una realmente mala porque… -Recordó sus lágrimas y miró a su compañero. No podía decírselo o el otro se pondría a la defensiva. -Porque no parabas de suplicar para que no nos hicieran daño. 

-En ese momento la cara de Sanji palideció -¿Dije algo más? -Quiso saber

-No, bueno sí, pero no logré entenderte. Intenté despertarte, pero, tú sólo dijiste mi nombre y sujetaste mi brazo aún en sueños. 

-¿Que hice qué? -El cocinero sabía perfectamente a qué parte del sueño se refería. 

Recordaba la pesadilla. Era igual a las que, desde hace días, le atormentaban. Su familia… Mejor dicho, los Vinsmoke, atrapaban a su tripulación y amenazaban con matarles, pero esa noche había sido diferente.

La imagen de sus compañeros siendo torturados desapareció y dio lugar a algo diferente. Empezó a revivir sus recuerdos con el espadachín. Su sonrisa le hacía sentir calmado.

Joder, hacía mucho que no sentía tanta paz.

El nombre del contrario se le escapó como un susurro. No sabía que había hablado en sueños. Y menos aún que Zoro estaría escuchando. Un escalofrío recorrió su espalda y notó cómo su cuerpo comenzaba a temblar. Supo al instante lo que estaba a punto de suceder.

-”Mierda” 

-Intentó decir algo, pero no conseguía que las palabras salieran de su boca. 

-”Intenta controlarlo esta vez…” 

-Su respiración comenzó a agitarse y tuvo problemas para coger aire ya que intentaba hacerlo más rápido de lo que su propios pulmones le permitían. 

-”Joder, otra vez no. Por favor…” 

-Esto hizo que se atragantara y con la tos, la sensación de ahogo fue aún peor. Sentía un gran dolor en el pecho y un sudor frío que le provocaba una gran incomodidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas y segundos más tarde, se dejó caer de rodillas al suelo.

-¡SANJI! -El espadachín corrió hacia él ayudándole a ponerse en pie y llegar hasta la cama. Una vez allí, lo recostó y comenzó a hablarle. Sin embargo, el rubio aún se atragantaba al intentar coger aire. Estaba pálido y sus temblores no cesaban. -Oi, tranquilo, todo está bien. Concéntrate en mi voz, ¿Puedes hacerlo?

 -Asintió. 

-Bien, necesito que cojas lentamente el aire por la nariz y lo expulses por la boca. -El peliverde puso la mano en el abdomen del otro, sintiendo sus latidos incluso a esa distancia. -Concéntrate en tu estómago y en cómo sube y baja con cada respiración.

No supo cuánto tiempo estuvieron en silencio. Sanji no tardó en volver respirar con normalidad y aunque mantenía sus ojos cerrados, estaba despierto y consciente. Había recuperado su color rosado habitual y se encontraba mucho más calmado.

Por su parte, Zoro había notado como los latidos del cocinero iban ralentizándose hasta ser prácticamente imperceptibles. A pesar de esto, el peliverde no había retirado la mano y no parecía que al otro le molestase este gesto.

-¿Donde aprendiste a hacer eso, marimo? -La pregunta le hizo dar un pequeño brinco.

-Son técnicas de relajación que aprendí entrenando… Me alegra que estés mejor. -Quería saber qué estaba pasando, pero sabía que su compañero no le contaría nada.

-Debes pensar que soy patético. -El rubio sonrió con una mueca. Estaba apunto de llorar.

-¿Sufres ataques de pánico desde hace mucho? -Zoro decidió arriesgarse a preguntar.

-Yo… -Dudó. -Cuando era pequeño tenía constantemente, pero hacía años que no me pasaba. Siento que lo hayas visto. 

-¿Hay algo de lo que quieras hablar, ero-cook? -Había esperanza en el tono de voz que utilizó.

La mano del espadachín ardía contra su pecho, quería apartarla, levantarse e irse de ahí, pero sólo tuvo fuerzas para poner su propia mano sobre la del contrario. Esta acción sorprendió a ambos.

-Debemos irnos. Hemos quedado en encontrarnos con Luxyo y si seguimos aquí llegaremos tarde. -Vio la decepción reflejada en la cara de su nakama y algo dentro de él, le provocó un punzante dolor en el pecho. 

Sanji se separó y se puso en pie y antes de darse la vuelta por completo, el peliverde sujetó su muñeca con cuidado llamando su atención. -No eres patético. Sea lo que sea que te pasa, no está mal tener miedo. Todos lo tenemos.

-Se tomó unos segundos pensando qué decir. -¿Puedo pedirte un favor? 

-Dime.

-¿Podemos hacer como si esto no hubiese pasado? Por favor… 

-Sus labios formaron una pequeña sonrisa. -Está bien, cejas de sushi. -Zoro soltó la muñeca del rubio y se dirigió hacia la puerta, pero la voz de éste le hizo detenerse en seco.

-Espera, antes de olvidarlo todo… -Se acercó lentamente al espadachín que le miraba confuso. Sonrió tímidamente y aunque dudó unos segundos, al final, decidió no darle más vueltas y le abrazó. -Muchas gracias por lo que has hecho. Mi madre solía ayudarme con mis ataques como tú has hecho antes. A veces estaba horas conmigo y… Ha sido un bonito recuerdo después de todo. -Zoro se quedó totalmente sorprendido y el cocinero salió de la habitación mientras una pequeña lágrima se deslizaba por su mejilla.

 

Poco después, toda la tripulación se encontraba en la plaza donde el día anterior Luffy y Chopper conocieron a Luxyo. El pequeño estaba emocionado por conocer a la tripulación y no paraba de brincar y dar abrazos a todos.

-Oi mocoso ¿Qué haces? -Zoro le lanzó una mirada amenazante.

-Algún día seré tan fuerte como tú. -Respondió el menor como si no hubiese sido consciente de cómo habían sonado las palabras del otro. 

-¿Tan fuerte como el alga parlante? Deberías replantearte tus modelos a seguir. -Dijo Sanji mirando de reojo al espadachín.

-¿Qué quieres decir con eso, cejas rizadas? -Se acercó quedando a unos centímetros.

-Na-nada, ¡Idiota!… -El rubio se sonrojó al instante. -Sólo quiero que Luxyo tenga un buen ejemplo y obviamente un animal, cabeza hueca que se pierde hasta en su propia casa, no es la mejor opción. -Todos asintieron ante esta descripción como si hubiese acertado de pleno. Cosa que hizo que Zoro susurrara algo entre dientes. 

-El niño estalló en carcajadas. -Sois muy graciosos. y tú eres realmente genial, Sanji. -Le abrazó.

El cocinero devolvió el abrazo mientras sonreía. 

-¿Y tu madre? -Preguntó de pronto Nami

-Está en casa. Vivimos cerca ¿Queréis venir? Seguro que deja que os quedéis a comer. 

-¡¡COMIIIDAAA!! -El capitán comenzó a correr hacia delante sin ni siquiera esperar al resto. 

-¿DONDE VAS IDIOTA? NO SABES POR DONDE ES. -La voz de la navegante le hizo frenar en seco.

-Será un placer ir a tu casa, Luxyo-chan. Te seguimos. -Robin le dedicó una sonrisa que el pequeño respondió ampliando aún más la suya y asintió.

 

El día pasó rápido y entre risas. Franky no había parado de jugar con sus artilugios provocando que Luffy, Chopper y el menor se asombraran cada vez más. Incluso había dejado que el nuevo miembro honorífico de la tripulación (así le había llamado el del Sombrero de Paja haciendo que el niño se emocionara), probara combinaciones extrañas para sus peinados mientras el renito se quejaba de que él también quería.

Nami y Robin habían hecho buenas migas con la madre de Luxyo. La mujer había sido historiadora y conocía toda clase de leyendas muy interesantes. Sobretodo para la arqueóloga que escuchaba atentamente lo que la otra persona narraba de sus investigaciones.

Zoro había disfrutado mucho de la comida, pero al terminar se fue al bar del pueblo y aunque invitó a Sanji a acompañarlo, éste se negó con una excusa. El rubio por su parte había estado todo el día dando vueltas a todo lo que había sucedido en las últimas horas.

El pequeño había conseguido llegarles al corazón y realmente quería ayudarle con su problema. Se enfadó mucho cuando supo cómo le trataban los demás en el pueblo. Le recordaba a los malos tratos que había sufrido a manos de sus hermanos y su padre.

En más de una ocasión había querido salir de ahí y correr hasta que sus piernas dejasen de responderle, pero sabía que el resto habría hecho preguntas. De hecho, estaba seguro de que algunos ya sospechaban que algo no iba bien. Hasta Zoro le había preguntado. Zoro… Ese estúpido no paraba de rondar por su cabeza. Es verdad que el peliverde había sido muy amable en los últimos días. Incluso cuando él se había comportado como un verdadero idiota…

-Mierda. -Soltó de pronto en medio de sus pensamientos. 

-¿Qué te pasa, Sanji? -El renito acercó la mano a su frente con rapidez para tomarle la temperatura. -¿Te encuentras bien?

-Claro Chopper, es sólo que…

-El cocinero-san se ha mareado antes y aún se siente algo débil. No quería preocuparte y por eso no ha dicho nada. Pero ya está mejor ¿Verdad? -La mirada de Robin se clavó fijamente en la del otro.

-Eso es. No es nada, no te preocupes, por favor. -Respondió sonriendo al médico.

-Está bien… Pero ve con cuidado. Últimamente estás teniendo varios problemas de salud.

-Creo que lo mejor será que vayas a dar un paseo para que te dé el aire. Te acompaño. -La morena miró al reno para ver si aprobaba su idea y éste simplemente asintió sonriendo. Parecía mucho más tranquilo.

-Gracias Robin. -Susurró Sanji mientras salían de la casa.

 

Andaron en silencio durante varios minutos. No era un silencio incómodo, sino todo lo contrario. El rubio disfrutaba del momento. Se encendió un cigarrillo y le dió una larga calada mientras continuaba andando. Por fin la arqueóloga habló.

-¿Estás bien? 

-Sí, es sólo que la historia de Luxyo me hizo recordar lo que tuve que pasar con los Vinsmoke. 

-Lo siento, Sanji-san. -La mano de la morena se posó sobre el hombro de su compañero.

-Tranquila robin-chan, con tu presencia me siento mucho mejor. -Dijo mientras le dedicaba una mirada seductora

A Robin se le escapó una pequeña risilla. -Y… ¿Qué tal va la tregua con el espadachín-san? -Preguntó de pronto haciendo que el otro se atragantara con el humo.

-¿Con el cabeza musgo? Pues… Bien, ¿Por qué? ¿Te ha dicho algo?

-La morena arqueó una ceja -Creo que me estás ocultando algo.

-Últimamente está muy raro. Se preocupa, me ayuda… Está siendo demasiado amable conmigo. -No tardó en aparecer un pequeño sonrojo en su cara.

-Yo pienso que le importas más de lo que tú crees. Y por lo visto, a ti también te interesa más de lo que intentas hacer ver… -Sonrió de lado.

-Robin-chan… No me hagas pensar más sobre este tema, por favor. 

-Lo siento. Es sólo que… Creo que llevas mucho tiempo siendo tu peor enemigo. Date tiempo, aclárate, pero sobretodo, haz lo que tú quieras. No tienes que demostrar nada a nadie. -De nuevo tocó su hombro y lo apretó ligeramente.

-Sanji no supo qué responder a las palabras de la arqueóloga, así que simplemente asintió. Sabía que tenía razón. Ella siempre la tenía. 

Después de una larga charla, Robin volvió a casa de Luxyo y Sanji le pidió que le discupase con el resto, ya que prefería volver al hostal a descansar y aclarar su cabeza. Al llegar, se dio una larga ducha de agua caliente y después salió al pueblo en busca de algún lugar donde cenar.

Aún era pronto, pero estaba agotado. No tardó en volver a la habitación que compartía con el peliverde y tumbarse en la cama. Después de mucho darle vueltas, decidió que se tomaría su tiempo para ver qué demonios pasaba con el marimo y descubrir por qué ahora parecía tan interesado en él. ¿Acaso quería tomarle el pelo? Tal vez simplemente sentía pena por él. Sí, debía ser eso. 

 

-”Llevas mucho tiempo siendo tu peor enemigo”. -La voz de la morena resonó en su cabeza. Joder, ahí estaba otra vez.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).