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Oblígame por MugiKore

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Notas del capitulo:

AWWWWWW da igual las veces que diga que voy a subir antes, no lo voy a cumplir xd

pero de verdad que pienso terminar esta historia

Siento haber tardado, para variar U_U'

 

 

-Creo que con el vendaje será suficiente, pero si ves que la herida te duele, puedes tomarte alguna medicina para el dolor. No dudes en pedirme lo que necesites, Zoro. –El renito mantenía esa cara de preocupación propia de él cuando alguno de sus nakamas resultaba herido.

-Te preocupas demasiado, Chopper. Estaré bien. –Dijo el espadachín sin prestar demasiada atención a su compañero. Las palabras de Luxyo aún resonaban en su cabeza. –Estúpido cejas de sushi, jamás has hablado de ninguna hermana. –Pensó sin darse cuenta de que había salido de la habitación.

-Cuidado, espadachín-san. Si vas tan distraído puedes chocar con alguien. –La arqueóloga le sacó de sus pensamientos.

Ni siquiera respondió. Se limitó a emitir un gruñido.

-Tal vez hay algo que te ronda la cabeza. -Continuó Robin

-¿Qué dices? Deberías dejar de ser tan chismosa. –Respondió serio.

Ella soltó una pequeña risa antes de continuar su camino. –Por cierto, puede que esto no tenga nada que ver, pero el cocinero-san ha preguntado por ti.

-El peliverde suspiró enfadado. Esa mujer sabía más de lo que decía y eso no le gustaba. Sin embargo las palabras de la morena no habían pasado desapercibidas. ¿Qué querría ese estúpido? Tras preguntar al resto de la tripulación, descubrió que el rubio había salido a dar una vuelta así que decidió despejar su mente y tomar una jarra de sake en la taberna del pueblo. Al entrar, se dirigió con rapidez hacia la barra y llamó la atención del camarero. Éste al verle sonrió y le saludo como si ya se conociesen. Aunque claro, habían salvado a todos los habitantes de la isla al enfrentarse a la tripulación de Blue Silver.

-No me lo digas, una jarra del mejor sake que tenga. –Se apresuró a decir dejando al peliverse atónito. -¿No lo recuerdas? Normal, la otra noche acabaste algo… Perjudicado. –Continuó. Aquel hombre debió haberle servido la noche que se emborrachó. La noche que encontró a Sanji teniendo esa horrible pesadilla.

–Basta ya. Has venido aquí para despejarte. –Se dijo a sí mismo. –Sí, por favor. –Respondió finalmente.

-¿Sucede algo, señor? Suelen decir que los camareros somos expertos en escuchar. –Dijo mientras dejaba una jarra helada ante los ojos del espadachín.

-¿También son expertos en meterse donde no les llaman? –Escupió sin pensar mientras daba un gran sorbo a su bebida.

La cara del camarero se entristeció, pero cuando se dio la vuelta para volver al trabajo una voz le hizo girarse. -¿Esas son maneras de tratar a la gente que tan bien nos ha acogido en este pueblo? –Un rubio extendió su mano dando un golpe en la cabeza del que tan mal le había hablado. De pronto, se dirigió a él. –Perdónale. Cuando no descansa se pone de muy mal humor. Ya sabes, es como un niño pequeño. Muchas gracias por la jarra, póngame otra para mí. –Dijo sonriendo.

El camarero recobró la expresión alegre de su cara. –Claro, señor. No tiene importancia, es normal que estén cansados. La bebida corre por nuestra cuenta.

-El peliverde aún estaba acariciando la zona de la nuca donde había recibido el golpe cuando las palabras del cocinero le hicieron reaccionar. -¿Cómo que un niño pequeño, cejas de sushi? ¿Acaso quieres pelea?

-¿Lo ves? Igualito a un niño. –Dijo Sanji al camarero ignorando por completo a su compañero. Esto provocó que Zoro se enfureciera cogiendo al rubio por los cuellos de su camisa.

-¿Es que tienes ganas de jugar? –Susurró de forma amenazante. Sin embargo, para el camarero, aquellas palabras sonaron mucho más insinuantes que amenazantes.

-¿Por qué en vez de discutir, no me das las gracias? Acabo de conseguirte alcohol gratis.

-En ese momento, el espadachín desvió su mirada hacia la barra y vio que había dos jarras en lugar de una. -¿Y esto? ¿Piensas acompañarme?

-En menos de una hora empezará la fiesta. He pensado que no era mala idea beber algo un poco antes de tiempo. Además, he vuelto a la casa y me han dicho que habías salido así que estaba seguro de que te encontraría aquí. –Sonrió de lado provocando que el contrario se sonrojase ligeramente.

-Es verdad, me han dicho que me estabas buscando, ¿Qué querías? –Intentó cambiar de tema.

-Sólo quería saber qué tal estaba tu herida. –Inconscientemente dirigió su mano hacia el costado del peliverde haciendo que éste diera un pequeño brinco. –Lo siento. –Se apartó un poco avergonzado. –Luxyo me dijo que Chopper te dio medicación para tomar si te duele, pero no deberías mezclarla con alcohol…

-Tranquilo cejas rizadas. –Le interrumpió Zoro. Con su mano derecha cogió la mano izquierda del contrario volviéndola a llevar al costado. –Estoy bien ¿Lo ves? Sólo han sido unos puntos de nada.

-Sentía la respiración del espadachín muy cerca. Era incapaz de retirar su mirada de la suya, pero la voz del camarero le hizo reaccionar y apartarse con rapidez. -¿Otra? –Se fijó en que su compañero ya había terminado su jarra cuando él ni siquiera la había empezado.

-¿Cómo puedes beber tan rápido? –Dijo provocando la risa de su nakama y haciendo que el ambiente volviese a ser distendido y relajado como antes. –Yo apenas he empezado.

-La siguiente ronda, la pago yo. Además, no se me ha olvidado que me debes una copa. –Respondió guiñando un ojo.

Sanji comenzó a beber con rapidez. Si quería alcanzar al peliverde, debía darse prisa. Miró al contrario desviando su mirada hacia una gota de sake que resbalaba por la comisura de sus labios… ¿Qué demonios estaba pensando?

 

-¡KANPAI! –Gritaron algunos de los Mugiwara mientras brindaban. Les acompañaban la madre de Luxyo, el alcalde del pueblo y varios habitantes que no paraban de reír y bailar.

-Y decidddddgme aamiggosd (hip) ¿Quiee uus traajjo poor aqqqui (hip)? –Quiso saber el alcalde.

Nami empezó a hablar intentando inventar una historia. Sin embargo, el alcohol ya afectaba a la mayoría de los presentes. –Puesss (hip) nosoootrrrosd vamooos dee (hip) puebbbblgo en (hip) puebblgo ayuuuudnando aal rreessto (hip) ¡Praaaaaascticaamentte soomossg (hip) heeeroes!

-CLAARO QUEEEEEE SIII, (HIP) ¡KAANPAIII! –Brindaron Usopp y Chopper

–Luffy, Brook y Franky comenzaron a cantar. –Sooooomoss heeroooess valienggtesss (hip), soomosss heeeeroess valieeegntes. -Poco después se unieron la navegante, el renito y el narilarga.

-¿Enseeeeiro? Ess geniaaaaaaalg. –Dijeron los habitantes con estrellas en los ojos.

-Por fgaavvor (hip), contaaadnoss tooodsa vuestraaaaaas aveeenturdsaas (hip) Teeenemos tooodsa la nochieee (hip).

-En ese momento, el sombrero de paja se dispuso a hablar, pero una mano de Robin apareció de pronto tapándole la boca. El resto de la tripulación miró a la arqueóloga, que parecía la única con sus capacidades en perfecto estado, y vieron como ésta les susurraba que tuviesen cuidado. No tardaron en darse cuenta de que les acababa de salvar de que Luffy se fuera de la lengua.

La gente del pueblo miró extrañada la escena, pero el carpintero se dispuso a hablar. –Looo sentimooos (hip), ess quee estttaaaaa un poooco pasaaaado de aaalcohhgol (hip) y esoo no eees superrrrr (hip)

-Oh vamos, deja el interrogatorio, debemos estar agradecidos a los forasteros. –Se apresuró a añadir la madre de Luxyo que, junto a la morena, parecía la única que no se había pasado con la bebida.

-Eees cieerttto (hip), mas saaakeee porfvcavorrr (hip) –Gritó el alcalde mientras el resto suspiraban tranquilos.

-¿Dónde están Zoro y Sanji? –Luxyo se acercó a Robin consciente de que en ese momento era la única que le podía ayudar.

-Hm, la verdad es que hace tiempo que no veo a Cocinero-san y Espadachín-san. Cenaron con todos aunque ya parecían algo perjudicados “Seguramente, estuvieron bebiendo en la taberna antes de empezar la fiesta”. –Pensó. –Después les perdí de nuevo la pista. Hace horas de eso.

-¿Vamos a buscarles? –Preguntó inocente el pequeño.

-Creo que no es una buena idea, Luxyo-chan. –Dijo la morena con ternura y antes de que pudiese replicar, volvió a hablar. –Es tarde. Deberías ir a dormir. Mañana podrás hablar con ellos.

-Está bien… -Respondió el niño sin estar del todo convencido. Se dirigió a su casa con intención de hacer caso, sin embargo, en el último momento su curiosidad le superó y decidió ir en busca de los dos hombres.

 

-Eresss uun esttuipoidoo maaarinmoo (hip) –Decía mientras reía el cocinero de la tripulación.

-Caallate cejassdesushihhii (hip), apeenass te mantieenses en pie. –Respondió el otro riendo igual.

Ambos se encontraban en la recepción de la posada ya que todos los habitantes del pueblo estaban en la fiesta. El lugar era bastante entrañable. Poseía una decoración capaz de hacerte sentir como en casa. Había un par de sofás más o menos grandes ocupados por las únicas personas que en ese momento estaban presentes y una gran mesa en el medio. Las paredes estaban llenas de fotografías antiguas y recortes de periódicos. Destacaba un gran ventanal en el lateral derecho que hacía que la luz de la luna se posase sobre las dos figuras haciendo que la imagen estuviese en total armonía. Por un lado, Zoro estaba tumbado boca arriba con una botella en la mano, parecía mirar al techo pensativo. Por el otro, Sanji estaba de lado con las piernas flexionadas y la cabeza apoyada en su mano derecha. Parecía hipnotizado mirando a través del gran ventanal.

-Oi, ero-cook. –Llevaba mucho tiempo pensando cómo sacar el tema.

-¿Hm? ¿Queee pasgaa (hip)?

-Tú nuuncaa noss haas hbalaadoo dee (hip) tuuu famiiliaa. –Empezó con cuidado.

El cuerpo del cocinero se tensó y esto no pasó desapercibido para el espadachín. –Claaro que siii (hip) Zeff es mii fmailiia y la gente deel Baraatie (hip). –Empezaba a ponerse nervioso.

-No me refieeero a esoo, idioota (hip). Quieerod decirrrr familiia de fverrdad. Ya saabesss, paadre, maaadfre, hermnaano, heermaanaa…

-Mi madre murió. –Dijo tajante el rubio como si de pronto los efectos del alcohol no le afectasen. –No tengo más familia.

-Zoro tragó saliva. -¿Y por qué a Luxxyoo le dijisste quee sí tenías una heeermnaana?

-Sanji se levantó de golpe y se dirigió en silencio hacia su compañero. Una vez le tuvo en frente, le agarró de las solapas del cuello de la chaqueta obligando al peliverde a ponerse de pie tambaleándose.

Una vez estuvieron frente a frente, el espadachín fue incapaz de reaccionar. Los ojos de su compañero estaban llenos de lágrimas que, incapaces de retenerlas, comenzaban a bajar por sus mejillas. Quiso abrazarle, pero era incapaz de moverse. De pronto, un puñetazo le lanzó hacia el sofá de golpe.

-¡No vuelvaas a hablarr dee ellaa! ¿Mee oeyes estunppiddoo amarrimo? –El sake volvía a estar presente.

-No puedo más.

-¿? –Sanji le miró sin entender. Estaba al borde de un ataque de nervios. No sabía cómo habían llegado a esa situación. Si tan solo el alga parlante se hubiese estado callada…

-No sé qué haceeerr, Sanji (hip). –A pesar de su estado, el tono con el que hablaba demostraba que iba totalmente enserio. –No sé coomo reacioonar contgio, no pueedo fingiir más que noo me importaa, no puuedo seguiir con estoo. –El cuerpo de Zoro estaba tan tenso que había comenzado a temblar sin darse cuenta.

Ni siquiera lo pensó. Había bebido tanto intentando alcanzar a su nakama que la vergüenza o las consecuencias de sus actos, eran palabras que había borrado por completo de su vocabulario. No estaba preparado para hablar de su familia con Zoro. No por ahora, pero había algo en la actitud que el peliverde había tenido con él en los últimos meses, que le había descolocado. No sabía cómo debía sentirse cuando estaba con él. No sabía cómo reaccionar cuando Zoro le decía cosas como que le importaba o que se preocupaba por él.

Nunca había visto a su compañero con esos ojos hasta hacía relativamente poco y de hecho, siempre solía desechar esos pensamientos que a veces aparecían de forma furtiva en su cabeza. Pero en ese momento, viendo a Zoro en el sofá al que acababa de lanzarle acariciando su mandíbula por el golpe recibido, sintió cómo las pocas fuerzas que le quedaban de contención desaparecían. Se sentó sobre su compañero sintiendo como un relámpago se extendía por todo su cuerpo provocando un gran escalofrío.

Miró a los ojos de contrario que lo miraban con una extraña mezcla de sentimientos. Incredulidad y sorpresa ante ese acto tan poco propio del rubio. Ganas y alivio por tanto tiempo de contención. Miedo a las consecuencias de lo que estaban a punto de hacer y por úlitmo, tristeza. Esta emoción era la que hacía que el estómago de Sanji se encogiese como si estuviese siendo apretado por un puño. No quería ser el causante de la tristeza de Zoro. Quería provocar en él todo lo contrario. Y pensaba demostrárselo.

Se acercó sin intención ninguna de perder el tiempo y le besó. Como sospechaba, el beso no tardó en ser correspondido. Tantas emociones escondidas durante tanto tiempo. El beso empezó rápido, el ansía y el miedo de que no fuera real y que ese momento pudiese acabar como si de un sueño se tratase, estaban presentes. El rubio sentía que podía explotar en cualquier momento.

No era consciente de sus propios actos y tampoco le importaba. Por su parte, el espadachín comenzó a acariciar la espalda del contrario por encima de la ropa, pero no era suficiente. Metió sus manos por dentro de la camisa se Sanji acariciando con sus dedos los costados de éste causando espasmos en su cuerpo por los escalofrios que el movimiento había provocado. Tras unos segundos posó sus manos y comenzó a pasearlas por la espalda con calma. No quería perderse ningún detalle, ningún centímetro de cuerpo por tocar.

En ese momento, Sanji se separó de Zoro provocando que un hilillo de baba casi invisible se rompiese. Le observó mientras se mordía el labio y de nuevo se acercó para besarle. Esta vez, el beso fue lento, como si se tratase de un baile. Las manos de Sanji sujetaban su peso, pero terminaron por dejarse caer al completo sobre su nakama y sus besos fueron bajando hacia su cuello.

-¿No te arrepentirás? Estamos borrachos. –El espadachín hizo un gran esfuerzo por hablar bien.

-Antes has dicho mi nombre. –Sanji respondió del mismo modo y además intentó poner la mejor voz seductora que había hecho en su vida. –Quiero oír como lo dices una y otra vez.

-Más te gustaría, cejas rizadas.

-Por favor. -¿Acababa de suplicar? Realmente estaba muy borracho. Jamás había suplicado antes.

Zoro respondió a su compañero con un beso tierno. –Tendrás que ganártelo –Susurró en su oído.

De pronto, las tornas cambiaron y el peliverse puso al rubio bajo su cuerpo. Como había hecho antes, introdujo sus manos dentro de la camisa del otro acariciando su cuerpo. Empezó por el abdomen y continuó subiendo con ambas manos. Al llegar a los pezones, dirigió su mano derecha a uno de estos y apretó ligeramente provocando que Sanji emitiera un pequeño gruñido. Sonrió y decidió subir la camisa del cocinero, exponiéndole al completo. Un sonrojo empezó a aparecer en su cara y tras mirarle y recibir un asentimiento como respuesta, acercó su cara a sus pezones y mordió con cuidado. De nuevo un gruñido, pero esta vez más fuerte.

-Deeja dee hacerrr el gilipollaaas estuutpidoo mariimo (hip).

-El espadachín bajó su camisa y volvió a besarle. Se levantó mientras se quitaba la chaqueta. –¿Lo recoordarás maañana? (hip) –Preguntó con esperanza.

-¿Recordar el qué?

….

-¡¡LUXYO!!


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