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El príncipe de hielo por Miho Nagisa

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Notas del fanfic:

Hola! Ya volví! :D

Después de estar cómo 3 o 4 años desaparecida bueno me animé a regresar por un tiempo, la verdad no había echado una mirada por aquí, es triste ver que antes la categoría era la más alta en contenido y ahora es una de las más olvidadas y muchas autoras han dado de baja su cuenta junto con sus fics :( pero a la vez me doy cuenta que hay nuevas autoras con muy buen contenido que bien, eso me anima a saber que el fanatismo por nuestros bellos personajes sigue en pie :3

Buenos regreso con unos pocos fics que tenía olvidados por allí, ¿pueden creer que este fic lo tenía desde hace 3 años? Esque se me murió bien feo la inspiración, se supone que era un regalo por el cumpleaños del cachorro wheeler y siempre que llegaba enero decía que lo traería a la página y al final me rendía, en serio que no había imaginación para terminarlo, hasta que dije ya! ahora si hay tiempo, demasiado tiempo en casa y de una u otra forma lo finalicé.

Notas del capitulo:

Pues esta historia cortita se me vino a la mente un día que me enfermé de gripe, es por eso que le puse ese título porque tenía mucho frío que ni podía respirar, y toda histérica pensé que me iba a morir, para mi desgracia aquí sigo.

Los Personajes de Yu Gi Oh no me pertenecen, le pertenecen a su respectivo autor original. Yo sólo tomé prestados algunos de sus personajes por mera diversión.

Espero que les guste. ¡Puppyshipping Obvio!

Aceleró sus pasos a lo que sus piernas pudieran dar, sus finos cabellos de oro bailaban a intensidad sobre su cabeza cuando chocaba con el viento y su respiración agitada comenzaba a escasear, tan sólo unos pasos más y llegaría con bien a su primer día de trabajo, tan sólo esperaba que su jefe no fuera tan severo con él por ser un simple estudiante de preparatoria. Si todo marchaba bien no tendría por qué preocuparse en seguir buscando empleos temporales, además al fin tendría una buena cena por las noches.

Salió de su compañía, tantos proyectos y enlaces en mente, tanto trabajo en su escritorio y en su cabeza, necesitaba un respiro. Caminó a paso lento por el parque principal de Ciudad Domino caminando sin rumbo sólo observando con la frente en alto, justo como lo hace Seto Kaiba ante todo.
Mientras caminaba, una mujer misteriosa de cabello largo color negro, ropas extrañas y sucias se acercó al castaño pidiendo algo de dinero.

Joven de bella mirada azul por favor podría darme algo de dinero, por favor ayude a esta pobre mujer-pidió la mujer de rostro cubierto.

Lo siento, la humildad no esta en mí, no tengo nada que darle-le dijo y siguió su camino.

Por favor sólo pido unas cuantas monedas, a cambio puedo predecirle su destino, puedo concederle el mayor deseo que aguarda en su corazón-confesó la mujer acercándose al castaño.

¡Ja! Eso me lo han dicho miles de veces, no tengo tiempo para estas cosas, ve a molestar a alguien más-respondió y la hizo a un lado.

Es entonces que el cuerpo de la mujer comenzó a brillar, sus cabellos corrían con el viento en vuelo y de sus manos emanaba una luz que guió sus ojos molestos y decepcionados hacia el corazón que estaba a punto de hechizar.

En sus ojos azules no hay más que odio y rencor, el hielo de su corazón sellará su propia maldición, la única cura que habrá será el deseo que aguarda detrás de su orgullosa prisión. ¡Te maldigo, te lanzo mi hechizo príncipe de hielo!-dijo y la luz corrió hacia Kaiba.

De pronto una ráfaga de aire comenzó a rodear el cuerpo del castaño, como si la madre naturaleza se hubiera puesto en su contra y el azul de sus ojos comenzó a disminuir, convirtiendo el viento en pequeños cristales de hielo que quedaron abandonados en el suelo.

¡¿Pero qué demonios?!-gritó con exasperación. Observó a su alrededor, la mujer ya no estaba, no había nadie cerca de allí  es como si nada hubiera pasado, pero sabia muy bien que algo extraño sucedió, además esas palabras que había dicho la mujer le parecían por demás extrañas.

A la mañana siguiente, los chicos uniformados de azul comenzaron sus clases, el pequeño de Yugi jugaba un duelo de cartas amistoso con sus amigos, Joey por el contrario se encontraba cansado, sus ojos se cerraban de vez en cuando y sus bostezos sonaban como cigarras.

-Oye Joey parece que no tuviste una buena noche-mencionó el pequeño Yugi.

-Lo siento, chicos, ayer me quedé hasta tarde en mi nuevo trabajo-afirmó el rubio restregándose los ojos.

-Oye Joey la operación de tu hermana ya pasó, no necesitas conseguir más dinero-dijo la castaña de su amiga Tea.

-No es eso Tea, también necesito dinero para pagar algunas cosas-respondió Joey dejando fuera algunas cosas de la conversación.

-Joey si quieres puedo decirle a mi abuelito que te dé la oportunidad de trabajar en la tienda, bueno tal vez no sea mucho pero al menos no tendrás que esforzarte tanto, recuerda que necesitas ponerte al corriente en la escuela-dijo Yugi

-No te preocupes Yugi, prometo que sólo estaré por un tiempo en ese trabajo, después buscaré otro-admitió Joey para darle seguridad a sus amigos, en verdad sólo había pasado un día y se sentía fatal, pero si quería pagar las deudas que tenía gracias a su padre necesitaba seguir con el empleo.

Estiró sus brazos en el pupitre y recargó su cabeza en ellas, tan sólo serían cinco minutos de descanso, sólo eso necesitaba. A los pocos segundos comenzó a roncar,Tristan le quiso jugar una broma pesada sin que éste se percatara cuando el otro pensaba que si lo había hecho, comenzó a empujar a Joey de su pupitre y sólo hizo unos cuantos movimientos para que el rubio cayera al suelo con un infantil lloriqueo.

-¡Tristan eres un idiota!-mencionó el rubio en el suelo.

-Vaya y yo que creí que fingías, que malos reflejos tienes, Joey-dijo Tristan.

-A un lado Wheeler, estorbas- dijo el castaño de ojos azules pasando a lado de Joey quien lo miraba con enojo- ¿Que nadie te dijo que la basura hay que ponerla en su lugar?

-¡¿Acaso me estas llamando basura, Kaiba?!- respondió Joey observando directamente a su oponente aunque algo raro había en él- ¡Déjame darte tu merecido, Bocón!

-¡Joey basta!- dijo Tea.

-Harás que te lleven de nuevo a la dirección- comentó Tristan.

-Esta bien me calmaré, Kaiba debería de agradecerles por detenerme o de lo contrario el pobre se quedaría sin dientes- afirmó Joey de brazos cruzados y con una sonrisa boba en los labios.

-Tú no lastimas ni a una mosca, Wheeler- comentó Kaiba en su pupitre.

-¡Cállate Kaiba!- gritó Joey, haciendo que sus amigos sólo rieran.

Sonrió con orgullo impregnado en sus labios, adoraba molestar al tonto de Wheeler, ver aquellas rabietas que hacía por sus insultos simplemente eran encantadoras puesto que lo único bueno de molestar a Joey era para sentirse bien, para sentirse importante, para saber que esos ojos color caramelo sólo centraban su mirada en él.
Pero entonces, algo en su interior comenzó a doler, sentía como si algo dentro de él comenzaba a quemarle, el aire comenzaba a faltarle y sentía que algo apretaba su corazón, después un aire frío se coló por sus pulmones, un aire frío que lo hizo temblar.

Se tocó el pecho ¿qué era lo que había sentido? Observó a todos en el salón de clase, todos actuaban normal, afuera hacía un calor del demonio pero él tenía frío mucho frío, además esa sensación en su corazón jamás la había sentido ¿acaso era algo malo?
Joey observó despistadamente a Kaiba, se había comportado de una manera extraña segundos atrás, cómo si le hubieran dado un susto o algo por el estilo, además algo en él se veía diferente, ¿su cabello? No ¿su voz? No ¿había subido de peso? ¡No! Sus ojos, sus ojos se veían apagados, no mostraban el azul zafiro de antes, no, más bien eran...azules, pero de un color muy diferente al suyo. Decidió no ponerle atención aunque fuera por un rato y se dedicó a ver las jugadas de duelo que hacia su amigo Yugi.

Cuando las clases terminaron, Joey conversó un rato con sus compañeros y después se despidió de ellos para dirigirse a su trabajo, si llegaba a tiempo tal vez llegaría más temprano a casa y podría dormir más horas.
Por otro lado, Kaiba se dirigía a su empresa, necesitaba cerrar los tratos con otros negociadores que le habían acechado por más de un año, si lograba cumplir esas asociaciones su empresa sería aún más poderosa y reconocida, después podría deshacerse de dichas empresas. Su pecho, dios como le dolía su pecho, le era imposible respirar con normalidad, sin mencionar el insoportable frío que le acalambraba los huesos, de seguro una maldita gripe estaba por darle, bueno cuando terminara de trabajar llamaría a su doctor.

No estaba seguro que había sido lo peor del día, el trabajo excesivo que había en su empresa, las irresponsabilidades de sus empleados o el terrible dolor que sentía en todo su cuerpo, cada vez que daba órdenes y reclamos el dolor se intensificaba, si regañaba a uno de sus empleados literal él era el que sufría, ya no estaba seguro si gritar o no puesto que malo o bueno que fuera una terrible opresión en su pecho tenía como respuesta.
Cansado, frustrado y preocupado decidió regresar a su mansión, necesitaba descansar,tal vez era lo que necesitaba. Cuando llegó fue recibido por su pequeño hermano de cabello negro que a diferencia de él sonreía pese a cualquier circunstancia.

Hermano me alegra que hayas llegado-comentó Mokuba, pero pronto notó algo extraño en su hermano- Seto ¿Te encuentras bien? ¿Te pasó algo?

Sólo tuve un mal día, Mokuba, no te preocupes-confesó el castaño-¿Dónde está Noah?

Está en su habitación terminando el informe que le pediste- dijo el pequeño- Oye Seto ¿estás seguro que te sientes bien? Por alguna razón noto algo raro en ti.

Estoy bien, iré a mi habitación-dijo y se dirigió a su habitación. Quería creer que nada malo estaba pasando y si así lo fuera ¿Qué demonios estaba ocurriendo? Era como si todo en él comenzara a fallar, cómo si algo malo sólo le estuviera sucediendo a él y bueno eso no era nada extraño, pero... Pero algo había empezado mal, algo no estaba bien...

No, todo marchaba bien, nada malo sucedía, ya mañana las cosas serían como antes.

Joey llegó cansado a su hogar, la noche se mostraba densa y oscura, el viento frío movía con diversión las persianas de su hogar y el silencio incomodaba más que los maullidos agudos de los gatos que corrían evasivos por el lugar. Se lanzó a la cama, su cabeza le dolía, su cuerpo le pesaba, sus ojos poco a poco se perdían en la luz. Suspiró, había tarea que hacer, su maestro de matemáticas les había pedido hacer unas cuantas ecuaciones, sin mencionar los innumerables apuntes que debía hacer. Tomó con desgano su cuaderno de apuntes y se dirigió a la pagina para comenzar, ni siquiera recordaba lo que habían visto en clase, se pasaba la mayor parte del tiempo pensando o mirando por la ventana que jamás prestaba atención. Leyó unas cuantas veces lo que debía hacer y después sin pensarlo se quedó dormido.

3:00 a.m
Kaiba se movía con brusquedad sobre su cama, sus manos apretaban con fuerza el colchón y las sábanas, el dolor que sentía era horrible, sentía como si sus órganos comenzaran a reventar uno tras otro, pero no había nada, no había evidencias, no había hemorragia, sólo había dolor sin explicación y ese frío, ese viento helado que congelaba sus pulmones y acongojaba su corazón, debía saber que era lo que le estaba pasando, necesitaba descubrir que era lo que le estaba sucediendo.  Se paró de su cama y se dirigió a la cocina, necesitaba algo que le calentara. Se preparó café, muy caliente para establecer la temperatura de su cuerpo, pero ni la taza aguantó el frío que emanaban sus manos por lo que en cuestión de segundos se enfrió, y así sucedió las veces que lo intentó.

Mokuba bajó al comedor a lado de Noah, a pesar de que Kaiba hizo el cuerpo de Noah un poco más mayor que la edad de Mokuba, ambos se llevaban de maravilla, como Seto pasaba la mayor parte del día en Kaiba Corp, Noah convivía más con el pequeño de Mokuba en la Mansión logrando que se conocieran mejor. Los dos chicos bajaron a desayunar encontrándose a Kaiba dormido en el comedor.

Seto ¿Estás bien? ¿Tuviste una mala noche?-exclamó Mokuba zarandeando un poco a su hermano para que despertara, quien poco a poco abrió sus ojos.

¡Mira tus ojos! Están diferentes-comentó Noah al ver los ojos desconocidos del castaño.

Es cierto y te ves más pálido de lo normal ¿Hermano acaso estás enfermo?-exclamó Mokuba.

Kaiba buscó algo con qué reflejar su rostro y allí se vio, su piel pálida y débil, algo así como un muerto viviente y sus ojos casi grises olvidándose del azul que le caracterizaba.

Algo me ha estado pasando estos últimos días, algo que no me había pasado antes-afirmó Kaiba.

¿Qué ocurre?-preguntó Noah

No lo sé exactamente, mi cuerpo comienza a comportarse extraño cuando me altero y mi temperatura corporal ha bajado precipitadamente, como si me estuviera congelando-mencionó.

Además tus ojos han cambiado de color, eso no es algo que se ve todos los días, deberías ir a revisarte, Seto-opinó Mokuba.

Es como si el azul de tus ojos se lo hubiera llevado el viento o algo así, además sentir frío en esta temporada creo que no está bien-dijo Noah.

Es entonces que Kaiba tuvo un deja vú dentro de su cabeza, tal ves era una observación tonta pero podía ser cierta, ese viento que había sentido cuando se encontró a esa mujer en el parque era el mismo frío que sentía a su cuerpo envolver. Tal vez podía ser, todo comenzó cuando se encontró con esa mujer.

Regresó al lugar en dónde se había encontrado con ella, pero no la veía por ninguna parte, trató de buscarla en varios lugares pero le fue imposible encontrarla, la mujer no se veía por ninguna parte ¿A dónde se había ido? ¿Quién era ella? Y ¿Qué le había hecho?

Dime una vez más qué fue lo que te dijo-pidió Noah buscando información en varios libros.

Algo sobre una teoría de un tal príncipe de hielo-respondió Seto poniendo esta vez atención a lo que le había dicho la extraña mujer.

No encuentro nada acerca de ello, tal vez esa mujer sólo jugó contigo-dijo el peli verde.

Creo que a Seto lo hechizó esa mujer-opinó Mokuba.

¡No digas tonterías, Mokuba!-respondieron al unísono los otros dos que estaban en la habitación, vaya aunque todavía no se llevaban del todo bien, ambos tenían muchas cosas en común.

Eso sólo ocurre en los cuentos de hadas y los cuentos de hadas ¡no existen!-dijo Noah.

Recuerda Mokuba que la magia no existe-dijo el castaño.

Vaya que los dos si coincidían en muchas cosas, a pesar de que ciertamente Seto no tenía intención de confiar en todo a Noah, ambos opinaban y actuaban igual en varias maneras, sin mencionar las terribles batallas que tenían cuando se llevaban la contraria.

Piénsalo Seto, tal vez esa mujer te lanzó una maldición, lo mismo dice en las palabras que te mencionó, todo ocurrió después de que la viste en el parque, no existe ninguna enfermedad con los síntomas que tienes, puede ser una posibilidad-confesó el pequeño.

Bien, supongamos que la hipótesis de que esa mujer le lanzó un hechizo a Seto sea cierto-supuso Noah haciendo énfasis con dos de sus dedos ante tal cosa-Pero entonces ¿Qué haremos para revertirlo?

Ella dijo que la única cura será el deseo que más anhela Seto-contestó Mokuba.

¿Y qué puede anhelar un hombre que lo tiene todo?-preguntó Noah y tanto él como Mokuba observaron fijamente a Seto.

Tal vez es algo que el dinero no puede comprar-dijo Mokuba y le sonrió a su hermano mayor- Dime Seto ¿Qué es aquello que tienes qué buscar y que no se puede comprar?

De pronto, una sonrisa retorcida y perturbadora apareció en los labios de su hermano- Ya sé lo que es ¡Debo destruir a Yugi y recuperar mi corona como el duelista número uno!-afirmó Kaiba con orgullo en sus pálidos ojos.

¡Noooo! Es el amor, Seto, debes encontrar a alguien a quien amar-respondió el pequeño casi arrancándose los cabellos.

Yo ya los quiero a ustedes dos, eso es suficiente para mí-admitió Kaiba.

No ese tipo de amor, Seto, debes enamorarte de alguien, ese alguien que haga temblar a tu corazón-confesó Mokuba y observó el ceño fruncido de su hermano- Tal vez pueda ser una suposición, no pierdes nada con intentarlo, pues por lo que veo es lo único que falta en tu vida, enamorarte de la persona indicada y vivir feliz a lado de ella.

No estaba muy convencido a lo que decía Mokuba, no creía en eso de hechizos y brujas, y mucho menos en el amor, pero ya se había quedado sin alternativas, además tal vez podía ser cierto, tal vez era buena idea conocer a alguien, sólo esperaba que ese alguien apareciera, aunque en realidad ese alguien ya existía...

Los chismes del espectáculo corrían por toda Ciudad Domino, miles de reporteros y amantes de los espectáculos miraban expectantes todos los movimientos del joven Kaiba, después de que sorpresivamente el joven magnate de negocios comenzara a salir con las modelos más bellas del planeta los noticieros ya tenían de que hablar, cada semana Kaiba salía con una nueva chica, compraba costosos arreglos florales para ellas, llenaba sus hogares con lujosos regalos y las complacía con románticas cenas por la noche. Bueno Kaiba no se limitaba en nada, no sólo salía con mujeres también salía con varones, varios de los hijos de sus negociadores habían sido sus amantes, pero ninguno, nadie, no había nadie que llenara sus expectativas, sólo habían empeorado su estado de ánimo, su cuerpo lo sentía cada vez más tenso y frío.

Decidió regresar a sus hábitos de siempre, ya había faltado mucho a la escuela, debía regresar y reponer sus clases cuanto antes.
Cuando llegó a su escuela no podían faltar las miradas coquetas hacia él, los rumores que mencionaban y las peticiones de niñas tontas que le pedían. Bueno el problema ahora era quitarse a todas esas resbalosas que nada más buscaban algún interés en él, si quería seguir con el patético plan de Mokuba debía buscar a buenos candidatos. Se sentó en su lugar y observó a todo su salón de clases, jamás se interesó por alguno de ellos, pero alguien podría servir. ¿Y qué tal Yugi? Se le retorció el estomago en sólo pensarlo, ¿pero en que estaba pensando? Ni aunque fuera la última persona en la tierra, jamás saldría con ese enano pelos de cuerpo espín, necesitaba pensar en alguien más. ¿Qué tal Tea? ¡Ni de chiste! Esa mujer era detestable. Suspiró, necesitaba mejor pensar en otra solución, encontrar el amor verdadero era una hipótesis muy tonta a su problema ¿por qué demonios le hizo caso a Mokuba? Lo mejor era consultar a buenos especialistas en salud, alguien podría ayudar con su rara enfermedad.
La puerta del salón se abrió, un desanimado Wheeler entró al lugar, saludó a sus amigos fingiendo una sonrisa tierna y se sentó en su lugar. Un saltito despertó a su corazón, ahora recordaba que era lo único bueno de ir a la escuela, era molestar a Wheeler, aún cuando tenía un humor de los mil demonios hacer enojar a Joey le hacía sentir mejor. Estaba por gritarle algo al rubio cuando de pronto la respuesta ante su enigma apareció en su cabeza, tal vez Wheeler era la clave para resolver su problema, él era una de las personas que hacían cambiar su estado de ánimo, esta vez Wheeler podía servir de algo.

En el receso, Joey subió a la azotea a pensar un poco las cosas, le gustaba ver el cielo aclararse cuando se sentía por los suelos, ahora que había perdido su trabajo no estaba seguro de qué hacer, necesitaba conseguir un trabajo cuanto antes o de lo contrario su padre se molestaría, aún no entendía porque seguía a su lado si sabía que seguir así no le traería nada bueno. La puerta de la azotea se abrió, sin embargo no le puso atención, sólo se dedicaba a seguir mirando al cielo, si tan sólo Joey fuera más atento se daría cuenta de unos finos pasos que se acercaban a él.

Wheeler-escuchó a sus espaldas, se volteó y observó al castaño de cuerpo perfecto mirándolo con atención.

¿Qué quieres Kaiba? No estoy de humor para soportarte, vete de aquí-dijo el rubio y volvió a su postura inicial, dándole la espalda a Kaiba.

El castaño se acercó a él, lo tomó de un brazo y lo hizo voltearse, Joey lo miró con extrañeza, pero antes de reclamarle, Kaiba le dio un beso forzado en los labios. Agrandó sus ojos por la sorpresa, Kaiba lo estaba besando y no sabía qué hacer, su cuerpo estaba totalmente paralizado. Kaiba rompió abruptamente el beso y no sintió ningún cambio, su cuerpo aún lo sentía de la misma manera, no como antes, pero aún no regresaba a la normalidad. Tomó a Joey por los cabellos y lo volvió a besar con más fuerza, ¿por qué no funcionaba? Si estaba seguro que Wheeler podía ser el indicado. Lo besó una y otra vez hasta que el rubio fue quien detuvo a Kaiba, su cuerpo estaba muy aturdido, pero aún así tuvo las fuerzas suficientes como para empujar al castaño y alejarse de él.

No sé a qué estás jugando Kaiba, pero conmigo no lo harás-mencionó Joey-Déjame en paz, no te metas conmigo.

Joey regresó a su salón de clases, Kaiba por su parte se quedó en donde estaba, no entendía por qué no se había roto la maldición si Wheeler era alguien diferente a los demás, cuando estaba con él su cuerpo actuaba diferente, su corazón se agitaba y sus manos temblaban, sabía muy bien que Wheeler tenía algo que ver para su recuperación, ese perro tonto siempre le hacía desesperar, todo lo malo que le pasaba era por su culpa. Ese perdedor sin duda tenía que pagar, ¿cómo lo haría? No estaba seguro, pero no lo dejaría escapar, tarde o temprano Wheeler tenía que ceder.

Su vida no podía estar de mal en peor, no había podido conseguir un nuevo empleo, estaba por reprobar todo el semestre y por si fuera poco su padre no había estado tan feliz en todos estos días. Ah, y claro también estaba Kaiba, de un día para otro ese ricachón engreído había estado acosándolo, se pasaba toda la hora de clase observándolo, ya no lo soportaba, no estaba seguro qué era lo que quería, pero si lo que quería era molestarlo, Kaiba estaba haciendo un buen trabajo.

Al terminar las clases, Yugi le preguntó a Joey si quería acompañarlo para pasar un rato juntos en la tienda de juegos a lado de su abuelo, por más que Joey quisiera necesitaba seguir buscando un empleo, bueno sólo que ahora sería un trabajo de medio tiempo, lo suficiente como para reponerse en la escuela. Se disculpó con Yugi y mintió que debía complementar unas horas extras en su trabajo, tal vez podrían reunirse en otra ocasión, inconscientemente también estaba dejando de lado a sus amigos. Pero en cuanto las cosas volvieran a marchar bien pasaría más tiempo con sus amigos como antes. Se despidió de Yugi y comenzó su recorrido por la ciudad, ya no importaba que tipo de trabajo le pudieran ofrecer sólo que fuera uno muy bueno para él lo suficiente para ganar algo de dinero. El mayor problema es que aún era estudiante, la mayoría de los lugares a donde había ido lo habían rechazado por ser un simple estudiante, que mala suerte, a estas alturas ya no le molestaba ser un simple barredor. Suspiró y siguió caminando por la ciudad, algo bueno tenía que salir, bueno al menos eso esperaba. Siguió caminando y chocó con una persona, había estado tan pensativo que no prestaba atención por donde caminaba.

Lo siento-se disculpó

¿Qué estás haciendo aquí, Wheeler?-Demonios, con quien se vino a topar...

Kaiba ¡Eso no te importa!-respondió y ladeo su rostro, desde que Kaiba se le había insinuado se ponía muy nervioso cuando le tenía en frente, sin mencionar el rubor avergonzante de sus mejillas, algo que Kaiba no dejaba desapercibido, al parecer su plan con Joey estaba funcionando- ¿Tú qué haces por aquí?

Camino por la ciudad ¿gustas acompañarme?-exclamó el castaño.

¡Ni en un millón de años, Kaiba!-contestó- Ahora si me disculpas tengo algo importante qué hacer- decidió seguir con su camino, pero antes sintió un apretón fuerte en uno de sus brazos y se sintió tirar de nuevo hacia Kaiba para sentir sus labios sobre los suyos. Un escalofrío le recorrió por todo el cuerpo al sentir la fría lengua de Kaiba jugar con la suya y sus frías manos acariciar su rostro. Empujó a Kaiba y se limpió su rostro, creyó que estar en los brazos de ese hombre le traería paz y felicidad, pero se equivocó, no encontraba otra cosa que no fuera asco y repulsión.

Observó al castaño con inseguridad a la vez que caminaba en reversa y hasta sentirse seguro siguió su camino lejos de Kaiba, odiaba admitirlo pero los acosos de Kaiba comenzaban a causarle miedo. Entre más lejos estuviera de él las cosas estarían mejor. Ya tenía suficientes problemas como para soportar las burlas de Kaiba. En cuanto consiguiera un trabajo las cosas estarían mejor.

Bueno al menos eso pensaba...

Kaiba por el contrario, un rostro indiferente marcó su teoría, no era raro ver a alguien alejarse de su lado, qué más daba, si ninguna persona de la realeza llenó sus expectativas, que le haría creer que Wheeler era el indicado. Tal cómo lo pensó, el plan de conseguirse una pareja era patético. ¿Por qué le hizo caso a Mokuba? ¿Por qué Mokuba pensó en ese plan tan patético? Y ¿por qué tuvo que ceder a él? Se encogió de hombros y siguió su camino en dirección opuesta, tenía que regresar a la corporación a arreglar unas cuantas cosas.

A la mañana siguiente, el rocío bañó con cariño el despertar de las flores, el canto de los pajarillos que aleteaban sus húmedas alas y las hojas sedosas brincar en sus ramas. Joey salió tranquilamente de su departamento, cerró la puerta con fuerza, los gritos del hombre en la habitación bajaron de volumen al igual que la vibración de las ventanas. Se pasó el brazo por la comisura de sus labios, ahora los golpes no habían sido tan fuertes, después de un tiempo decidió por defenderse de los ataques de su padre, por las noches había aprendido que debía dormir con la cerradura puesta y estar al pendiente de los sonidos y movimientos que había en su casa. Suspiró y revolvió su cabello, debía ocultar muchas cosas si quería verse un poco presentable al pedir trabajo, lo deseaba tanto, era una de las tantas maneras para estar fuera de casa. Aflojó los hombros y comenzó a caminar, era mejor que ir en bicicleta, lo ayudaba a sentirse mejor...

Por otro lado, Kaiba se preparaba para presentar una conferencia en la presentación de la venta de un nuevo juego por parte de Kaiba Corp, haría de los duelos mucho más interesantes.
Junto con Noah había supervisado el prototipo del juego, no había nada que pudiera salir mal. Mokuba y Noah se mantenían atrás del grupo de seguridad, por el contrario Kaiba se presentaba ante los diferentes grupos de prensa y publicidad.

Los televisores de la ciudad emitieron en todo rincón de ciudad Domino la presentación del mejor empresario de Japón, los residentes ya estaban acostumbrados a este tipos de cosas por lo cual no muchos le ponían atención al mensaje. Siempre que había una presentación de Kaiba Corp, era común que después verían la venta del juego nuevo, no había mejor tecnología que la de ellos.

Joey seguía caminando por la ciudad en busca de trabajo, algunos le habían dado la espalda, mientras que otros habían negado de la mejor manera, después de todo no era necesario personal por ahora. Joey suspiró y decidió descansar un poco, le dolía mucho su cabeza, tenía tanta hambre, el calor era insoportable y sus energías comenzaban a agotarse, si el día seguía así, podía ir a pedirle ayuda a su amigo Yugi, era agradable confiar en él.
En los televisores de un local cercano Kaiba seguía exponiendo los planos y el diseño de su nuevo juego virtual, la prensa fotografiaba cada movimiento que el castaño hacía, al parecer todo marchaba bien.
Joey decidió ir a casa de Yugi, tal vez Yugi sería comprensivo si le explicaba algunas cosas, en verdad deseaba que alguien lo escuchara. De pronto una mujer de ropas extrañas de cabello oscuro se le acerco pidiendo algo de dinero.

Joven de hermosos ojos ámbar podrías por favor darme algo de dinero, ayuda a esta pobre mujer-le dijo.

Joey se acogió, de seguro esa mujer no había comido en días, bueno él tampoco no tan bien, pero era mejor ayudarla a pesar que no traía mucho dinero en sus bolsillos.

Sólo traigo unas cuantas monedas, espero que sirvan de algo-comentó Joey y se las entregó a la mujer.

Tu corazón es puro y dulce, tienes una personalidad cálida y valiente, tú eres capaz de quebrar hasta el corazón más frío-comentó la mujer.

Joey miró confundido a la mujer, ¿qué era exactamente lo que trataba de decirle? Es entonces que las personas que pasaban a su alrededor miraban atónitos las pantallas de la ciudad, gritaban alarmados lo que había sucedido...

"Seto Kaiba había colapsado durante la entrevista"

El cuerpo inconsciente de Kaiba era atendido por varios presentes, mientras que la fuerza de seguridad hacía lo necesario por alejar a las cámaras del lugar. El corazón de Joey se aceleró, su instinto le pedía a gritos correr tras él y su voz decía en alto el nombre de Seto. ¿Qué le había pasado?
Corrió lo mejor que pudo, hasta dónde sus piernas lograran llegar, la mansión Kaiba estaba más lejos que la corporación, por lo tanto trató de llegar lo antes posible, sólo esperaba que todo resultara bien.

El castaño fue llevado a su habitación, varios de los doctores de la familia revisaron con detenimiento a su paciente, sin embargo la mayoría había llegado al análisis más propio al caso, era un episodio muy raro por lo cual debían ser pacientes hasta encontrar mejora de Kaiba. Mokuba se aferraba a los brazos de Noah, no podía aceptar lo que decían los doctores, cómo era posible que su hermano tuviera que pasar por esto, debía haber otra explicación de su condición, su hermano no podía seguir así, jamás lo aceptaría verlo de esa manera. Sus ojitos con lagrimas se dirigieron hacía la ventana, viendo a los miles de reporteros buscando algo de información, todos querían saber que le había pasado al empresario de la mejor compañía de juegos. Entre esa multitud logró observar una cabellera rubia que se debatía con la multitud, tratando de pedir permiso para entrar. Ese rubio elocuente y perspicaz sin duda era Joey.
Mokuba avisó que dejaran entrar a Joey, hoy más que nunca necesitaba el apoyo de aquellos que consideraba sus amigos, sobre todo a la persona favorita de su hermano.
Mokuba corrió a los brazos del rubio, se sentía fatal por su hermano, quería morir en ese momento, sólo Joey podía comprenderlo, sabía que Joey también sentía angustia por Seto.

Tu hermano estará bien, Mokuba, recuerda que él siempre ha sido fuerte en todas sus batallas, saldrá adelante-afirmó.

¡Joey mi hermano está muy mal! ¡Los doctores no esperan mejoras en él! ¡Tal vez nunca despierte!-decía el pequeño hundiendo su rostro en el pecho de Joey- ¡Mi hermano está en coma!

Joey apretó sus puños como la fuerza angustiante apretó su corazón, pero aún así permaneció tranquilo ante Mokuba.

Nada dice que tu hermano no despertará, yo confío en que si lo hará, Mokuba, él ha vencido peores batallas que esta, debemos confiar en él, estoy seguro que no se rendirá, no podemos hacerlo nosotros ¿o sí?-mencionó y acarició los cabellos negros del pequeño.

El rubio se acercó a la habitación del castaño, necesitaba verlo, era una realidad insuperable, pero ansiaba ver una vez más a Seto. Cerca de los pasillos observó a Noah, debía admitir que jamás le agradó ese chico al cien, sin embargo era alguien importante en la familia Kaiba. Pasó de largo cerca del peli-verde y entró cuidadosamente a la habitación de Kaiba.

Estaba oscuro y silencioso, los pocos rayos de luz del medio día apenas y lograban contornear la figura durmiente en la cama. Se acercó precavidamente y observó con detalle a Seto sin ningún rasgo de reproche o dolor, su rostro era liso y pálido, como un muñeco de porcelana, no daba indicios de que incluso respiraba. Su corazón comenzó a martillar dentro de su pecho, ver al castaño con los resultados que habían dicho los doctores sin duda eran terribles, no podía creerlo en su totalidad, sabía que Kaiba podía despertar en cualquier momento, él no era de los que se rendían.

Kaiba debes despertar-susurró, en el fondo esperaba que lo escuchara- Trata de despertar, Mokuba está sufriendo por ti.

Acarició sus lacios cabellos castaños, así como parte de su rostro frío, ¿por qué Kaiba tenía que pasar por esto? ¿Qué era exactamente lo que le ocurría? ¿Acaso era un castigo por parte del destino?

¡Kaiba despierta ya! Tienes que recuperarte, ¿qué hará Mokuba sin ti? ¿Qué haré sin ti?- se revolvió sus propios cabellos, cómo era posible que esta bomba de emociones lo atormentaran, los sentimientos que tenía por Kaiba sabía que eran diferentes a los que sentía por sus amigos, ver a Kaiba al menos en sus sueños lo hacían sentirse bien, era una de las cosas por las cuáles aún podía mantenerse de pie.

¿Pero ahora que haría?

Kaiba tienes que despertar, necesito ver esos ojos azules llenos de orgullo y decisión, quiero volver a verte a los ojos-pasó una de sus manos por los ojos cerrados del castaño y se aproximó a sus labios, delineando el contorno-Quiero volver a ver una sonrisa en ellos.

El corazón de Joey golpeaba con más fuerza, recordaba los momentos en que Kaiba lo había besado, eran besos sumamente forzados y sin amor pero sin duda habían sido especiales para él, siempre había deseado besar tan siquiera una vez al hombre que le hacía la vida imposible, que le obligaba a ser mejor duelista, que le ayudaba a ser fuerte, deseaba tanto poder haber callado con un beso los insultos que Kaiba le decía día a día. Y ahora, ni siquiera escucharía su nombre salir de esos labios.

Sé que despertarás, yo sé que lo harás- confesó Joey y con algo de fuerza sonrió esperando que fuera cierto. Inclinó un poco su rostro, sintiendo el frío emanar por el rostro de Kaiba, era como sentir el frío invierno acariciar su piel, se acercó lentamente y besó con cariño sus labios semi azules, sintiendo un suspiro congelarle la garganta.

Joey infantilmente tembló por el golpe del frío, sus dientes tintinearon como cascabeles y un fuerte estornudo retumbó por la habitación. Vaya que la habitación parecía un congelador. Se abrazó con ambos brazos y volvió a observar al paciente en su cama, sin embargo el cuerpo se le heló como paleta de hielo y por un momento sintió que su corazón se detuvo por varios segundos, no sabía si por miedo o por hipotermia porque Kaiba había abierto los ojos y lo observaba con detenimiento. Tardó varios segundos en reaccionar y salió corriendo de la habitación en busca de algún doctor, el castaño había despertado.


Más tarde, Joey debía esperar en la sala principal de la mansión Kaiba, Mokuba le había dicho que por órdenes del castaño no se marchara aún, la felicidad de Mokuba había vuelto, sabía que Joey había ayudado en algo, ahora sólo era de esperar lo que pasaría después.
Joey un poco nervioso esperaba jugando con los bolsillos de su suéter, ya había perdido mucho tiempo y aún no había conseguido un trabajo, si volvía a casa sin nada de dinero tendría una pelea más con su padre, además haber venido a la mansión Kaiba y enfrentarse con su mismo dueño le alarmaba más que con las disputas de su padre. Temblorosamente hacía cálculos con los dedos de cuantos días le quedaban de vida.
Una sonora marca de pasos distrajo a Joey de sus actividades y observó la figura de Kaiba, fue la única que se asomaba en la sombra del pasillo que guiaba a las habitaciones, el chico le hizo señas a Joey para que lo siguiera, al parecer quería hablar con más privacidad. Le siguió el paso a unos metros lejos de él, Joey prefirió calmar sus nervios observando los detalles que había en la mansión, era grande y linda, como un castillo de la realeza. Kaiba abrió la puerta e hizo pasar a Joey, pensando que tal vez sería su despacho o alguna otra parte de la casa en dónde pudieran hablar, jamás pensó que sería en la propia habitación del castaño dónde antes había estado.
Joey observó al castaño, había cerrado la habitación con llave y ahora sólo se dedicaba a observarlo fijamente.

¿Qué es lo que querías decirme?- exclamó el rubio desviando la mirada lejos de la vista de Kaiba.

Quítate la ropa-le dijo.

¿¡Qué!?-Joey gritó más por asombro que por molestia.

Quítate la ropa y acércate a la cama-le dijo el castaño caminando en dirección a Joey.

¡Estás loco, deja de decir tonterías!-respondió Joey retrocediendo poco a poco cuando Kaiba se aproximaba más a él.

No es ninguna tontería, así que obedece y haz lo que te digo-mencionó Kaiba sin rectificar ninguna de sus palabras.

Joey siguió retrocediendo los pasos que Kaiba formaba hacia él, sin notar que estaba a pocos centímetros de la cama hasta chocar y caer en ella. No sabía que daba más miedo, sus ganas por obedecerle a Kaiba o la mirada sin emoción del castaño. Quiso ponerse de pie lo más rápido posible, pero el brazo fuerte de Kaiba lo hizo caer de nuevo en la cama, un escalofrío entumecedor le pasó por todo el cuerpo. El brazo del de ojos azules seguía apretando el pecho blanco de Joey para detener sus movimientos, Joey trató de quitárselo de encima pero la mano contraria de Seto tomó una de las suyas.

No voy a hacerte daño-dijo el castaño acercándose a pocos centímetros del rostro de Joey- Voy a calentar tu cuerpo, ¿es eso lo que deseabas?, querías que volviera a besar cada parte de ti ¿Cierto?

En el rostro de Kaiba una sonrisa dominante se posó en él, era como ver al payaso malvado de ciudad Gótica jugar con el héroe enmascarado, y en sus ojos azules sólo podía reflejarse el rostro confundido de Joey. Una vena salteada en la frente de Joey se enmarcó, ese estúpido de seguro había fingido hacerse el muerto y había escuchado todo lo que le había dicho. Maldito tonto sin emociones, de seguro quería burlarse de todo lo que le había dicho.

¡Oye tú...!-el reclamo de Joey fue callado por un beso invasor en su cálida abertura, las fuerzas de Joey dudaban si alejar al castaño de sí o apretar el cuerpo perfecto y caliente de su acompañante. Sus ojos abiertos con exasperación comenzaron a cerrarse lentamente tratando de profundizar el beso. 

Seto rompió el beso, inhalando con necesidad en busca de calmar la ola de emociones que aturdían su cuerpo. Joey buscó de nuevo los labios de Kaiba y los unió con los suyos, sus manos agitadas contorneaban el cuerpo contrario, intentando colarse dentro de la camisa y con cariño tocar un poco más de la piel del castaño.
Si esto era un sueño, si el que iba a morir era él, por favor que nadie se atreviera a despertarlo...


                          ~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~.~



Y es así como el príncipe de hielo logró destruir el hechizo y vivió feliz por siempre-dijo Joey observando a un pequeño de tan sólo seis meses de edad que lo miraba con inocencia con sus grandes y bellos ojos castaños así como su bolita de cabello-Bueno se acabaron las historias, es hora de dormir.

Joey acomodó unas cuantas sabanitas y almohadas cerca del niño, entregó un lindo conejito azul para abrazar y lo vio dormir en su cuna en cuestión de minutos sin antes observar a sus dos padres quienes lo miraban con cariño. Joey lo cobijó y apagó la lamparilla que había a lado de la cuna. Seto se encontraba a su lado, le gustaba observar a Joey cuando le contaba historias al pequeño bebé. Tiró un poco de las caderas del rubio para guiarlo a salir de la habitación de su hijo y dirigirse a su habitación la que compartían ambos.

Joey dio un bostezo largo y se tiró a la cama, expandiendo todo su cuerpo en ella, ah decir verdad no hacía gran cosa durante el día, cuidaba del pequeño y estudiaba en línea. Pero a mitad del día caía rendido. Seto se sentó a uno de sus lados, quitándose la mayor parte del traje blanco que traía puesto, cuando nació el pequeño, había reducido considerablemente sus horas de trabajo en la compañía.

Y bien ¿listo para complacer a tu esposo por esta noche?-exclamó el castaño acostándose a lado del rubio. Joey hizo una mueca graciosa y negó con la cabeza.

No queremos despertar a nuestro hijo, hoy fue un día muy pesado así que mejor hay que dormir-confesó Joey y se estiró un poco más en la cama, a pesar de ser indiferente hacía ciertas acciones para tentar a su esposo.

Esto es muy malo de tu parte-dijo el castaño y se cruzó de brazos.

¿Yo soy el malo? Kaiba literal me violas cada noche, me tienes secuestrado en esta mansión por más de un año, de no ser por Mokuba mis amigos seguirían pensando que fui raptado por yakuzas o aliens- respondió Joey lanzándole una almohada a su esposo, en verdad se sentía muy feliz de estar casado con Kaiba, verlo dormir a su lado era un sueño de nunca acabar sin mencionar lo feliz que estaba de tener un hijo con él, no había deseado nada más que este sueño hecho realidad.

Ah pues no recuerdo que te hayas quejado alguna vez, juraría que te encanta provocarme, a decir verdad el que sufre de abuso sexual soy yo-admitió el de ojos azules acostándose encima de su rubio esposo. Ver ambas sortijas de oro matrimonial puestas en diferentes manos era sin duda un tesoro que le gustaba ver día a día, jamás pensó que llegaría a tener a Joey a su lado...bueno al menos no tan pronto.

¿Qué? ¡Claro que no! No sé de lo que hablas, yo jamás haría tales cosas-contestó Joey con una boba sonrisa en los labios, en verdad si le gustaba sacar de sus casillas a Kaiba y su bajo temperamento en cuestiones sexuales. Joey pasó descaradamente una mano por la erección creciente de su esposo, ante el simple contacto el cuerpo de Kaiba se paralizó- Mira quien está ansioso...

Eso ya lo veremos-mencionó el castaño usando la mejor compostura que su cuerpo le permitía. 

El rubio sonrió y capturó los labios de su esposo, jugando con los primeros botones de la camisa celeste que llevaba puesta. Seto con delicadeza metió sus manos por sobre la ropa de Joey acariciando su delicada y suave piel que descubría cada día, amando cada parte de su esposo.

¿Qué tal tu día de trabajo?-exclamó Joey distrayéndose de ver a su esposo desesperado por expulsar la ropa de ambos cuerpos.

Nada es mejor que esto, eso te lo puedo asegurar-confesó el castaño acercándose al rostro de Joey y besó la punta de su nariz-Pero estuvo bien.

Me alegro-dijo el rubio estirando nuevamente su cuerpo -¿Listo para comenzar?

Siempre lo he estado-afirmó Kaiba y besó el cuello blanco de Joey, bajando lentamente por cada parte que reclamaba cómo suyo, cada parte que conocía muy bien y besaba cómo si fuera la primera vez.


En cuestión de segundos la ropa de ambos fue esparcida en alguna parte de la habitación, una de las tantas tareas que Joey hacía por la mañana era acomodar delicadamente la ropa en el cesto, era algo penoso que los trabajadores descubrieran la aventura que tenían noche tras noche, sin mencionar las envolturas de protectores que seguramente se escondían bajo la cama.
Un suspiro salió de los labios del rubio al sentir los besos húmedos de su esposo ser depositados con cariño en el huequito que se formaba en la flexión de sus piernas y después pasaba con asfixiante lentitud sobre la piel que envolvía sus testículos para aproximarse a su entrada. A pesar de conocer perfectamente las caricias que le brindaba Seto, su piel se erizaba cuando sus manos se posaban cerca de sus glúteos y se adentraban en lugares que sólo habían sido marcados por él. El aire caliente expulsado de los labios del castaño fue cómo una advertencia a la larga y deliciosa lamida que degustó la separación de ambos pliegues aterciopelados y prontamente un pequeño cuerpo estimulaba su entrada. Apretó las sábanas de la cama en un intento de calmar los espasmos que sentía en cada movimiento, aunque no era un amateur del todo en la cama, las manos inquietas de su esposo lo hacían enloquecer, además el panorama que tenía entre sus piernas era sumamente encantador. En verdad le encantaba sacar de quicio a su pareja cuando intimaban, podrá ser un gran CEO en negocios, pero se quedaba corto en práctica sexual, a comparación de Joey y su fanatismo en videos para adultos en su época de preparatoria, y claro su admiración hacia cierto chico castaño que lo hacía gritar por las noches y en sus ratos libres en la bañera. Y ahora tener esos labios explorando cada uno de sus puntos de placer, era mucho más erótico que ver cualquier revista de chicas, apostaba que cualquiera de ellas deseaba estar en su lugar. Echó su cabeza hacia atrás si eso era posible, escondiendo su cabello entre las capas de seda que cubrían las almohadas y elevó sus caderas cuando la estimulación despertaba poco a poco sus tremendas ganas de venirse. Kaiba enredó las piernas del rubio sobre su cuello y con la yema de sus dedos acariciaba circularmente la entrada de su esposo, ésta al contacto se contraía. ¡Maldición! Kaiba mejoraba en sus técnicas, cuando antes al castaño un simple contacto por su cachorro se corría y dejaba al otro a medias, ahora parece que los papeles se invertían, la temperatura de su cuerpo aumentaba y con ello sus gemidos se presentaban en diferente volumen. Movió sus caderas en una sensual danza que sin duda hizo flaquear las fuerzas del empresario, tal vez el cambio de papeles aún no cedía, Joey con algo de dificultad sonrió al ver la fuerza contraída que Kaiba ocultaba para no correrse en ambos cuerpos. Aumentó el ritmo de movimiento de sus caderas y sus gemidos se volvieron más agudos, junto con el bello sonrojo de sus mejillas, lo que Seto tenía ante sus ojos era el más bello espécimen caído del cielo. El miembro de Seto comenzó a palpitar cuando se vio cubierto por el condón que su esposo le obligaba a usar, el azul de sus ojos se perdió en la neblina causada por el deseo, de su pecho se escuchaba el destellante golpeteo cardiaco y las gotas cristalinas de sudor marcaban cada uno de sus tonificados músculos, ni el mayor de sus problemas lo veía así de vulnerable cómo lo tenía Joey en ese momento. Una mirada consoladora le permitió al castaño entrar en aquello que sabía que le pertenecía y lo recibía en bello regocijo, mientras que un pequeño cojín bajo las caderas del rubio es lo que les acompañaba en la frotación de ambos cuerpos y un ligero zip zip pronunciaba una embestida tras otra. Los gemidos fueron intercambiados por besos que robaban el aliento, la lengua contraria luchaba por derribar a la otra, y suaves palabras de amor que no siempre se decían en el día hacían arder lo que les quedaba de cordura. El movimiento rítmico iba en aumento, largas y ásperas manos acostumbradas a crear máquinas ahora tocaban con ansiedad un cuerpo que subía y bajaba recibiendo al suyo con deleite y necesidad. Una dura embestida hizo temblar el cuerpo del rubio quién apretó satisfactoriamente todos los nervios sensibles y alterados de un dragón ojiazul que pedía a gritos un lugar en el cielo, que placentero sentía al unirse en cuerpo y alma con la persona que más amaba, aquel ser que ahora gemía quedito su nombre y se movía fascinado al compas de su cuerpo, no deseaba otra cosa en el mundo que vivir en esos brazos por el resto de su vida. Un ligero movimiento por parte de su esposo le hizo salir de su ensoñación y se aproximó a observar, cuidadosamente Joey separó el coito al cambiar de posición y enterró su rostro entre las almohadas, elevando su trasero ante los ojos ajenos, y buscó con una mano a tientas el hinchado miembro de su esposo para juntarlo nuevamente con su parte baja. Si de algo estaba seguro es que a pesar de tener algunos altibajos cómo pareja y no siempre estar de acuerdo en algunas decisiones, su corazón le pertenecía por entero a su castaña obsesión, sí, amaba crisparle la paciencia, amaba hacerlo enfadar, amaba retarlo, pero más que nada lo amaba a él. Sí, amaba verlo reír, amaba escucharlo, amaba su voz, sus ojos, sus labios, y sobre todo amaba ser suyo. Expulsó un largo y agudo gemido cuando el miembro de Kaiba se enterró en sus entrañas por segunda vez y cómo ligeras palmadas era el ritmo que tomaban las embestidas. Bueno, ésta no era su posición favorita, pero durante todas sus noches aprendió que esta era la mejor postura para estimular su próstata, así cómo complacer a su esposo cuándo de poder se trataba, qué más daba a veces era mejor rendirse. Se abrazó a una almohada como un salvavidas en cuanto las embestidas aumentaron de velocidad, mordió su labio inferior en un intento por apagar sus ruidosos gemidos que sólo provocaban más cosquilleos por su vientre que le advertía que estaba por venirse. Su ano como tanto su cuerpo se contraían repetidas veces, que podría jurar que escuchaba los lloriqueos de Kaiba tras su espalda, Oh sí! Ya casi terminaba! Dios! Sentía que iba a explotar y perderse en el cielo estrellado, podía sentir las estrellas por su cabeza, ya no había límites. Arqueó su cuerpo gritando altivamente el nombre de su amado, sintiendo como cadenas los brazos de su esposo incrustarse cerca de su pecho, apretando más sus cuerpos si eso era posible, empujando una estocada tras otra a su dolorida próstata, repitiendo con fuerza el nombre de Seto. Kaiba ocultó su rostro en el húmedo cuello de su rubio y frotó frenéticamente ambas caderas enlazadas a punto de llegar, acompañando a Joey gimiendo su nombre en alto, para lo que en ese entonces era su mayor orgullo, su más bella y sagrada posesión, su más grande condena. Con un último golpe derramó su esencia en el recipiente de plástico que envolvía su sexo, Joey prisionero de su agarre contrajo todos sus nervios al tener empalado el falo palpitante y duro de Kaiba que apretaba como estaca todos sus sentidos y le hicieron venirse, expulsando su semilla en las sábanas de la cama cayendo en ellas agotado, junto con el peso ajeno del otro cuerpo. La respiración de ambos poco a poco recuperó su ritmo natural, Joey sacó las manos de Seto escondidas bajo su pecho y las enlazó con las suyas a sus costados, desanivelando el peso de ambos cuerpos lo que provocó que el miembro de Kaiba se moviera irregularmente en su interior, eso lo hizo gritar pero no se movió de dónde estaba. Con cuidado el castaño se puso de pie y caminó hacia el baño, allí arrojó el condón en el cesto de basura y limpió su miembro con una toalla húmeda, para después recostarse de nuevo con su esposo en la misma posición, sólo que esta vez sin penetrar. Posó sus labios por los hombros de Joey y dio pequeños mordiscos en ellos, escuchando un desanimado gruñido de los labios del rubio y después se giró para quedar boca arriba manteniendo sus ojos cerrados. Kaiba besó sus labios y con la toalla húmeda que había usado limpió el abdomen y miembro de su cachorro hasta dejarlo sin residuos, depositando un pequeño beso en la herida cocida de su vientre dónde había visto crecer vida. Ante las caricias, los orbes castaños se abrieron con lentitud, fundiéndose con el azul zafiro de su amado, como cada noche no había otra cosa más hermosa que verlo dormir y despertar enlazado entre sus brazos.

Te amo- susurró el empresario halando del brazo a su esposo para acomodarlo en sus brazos.

Y yo a ti- contestó el rubio cepillando unos cuántos mechones castaños hacia el lado contrario. Besó repetidas veces sus labios sin detener sus caricias hasta ver a Seto dormir. Un gran suspiro salió por sus labios en cuanto lo vio cerrar sus ojos, jamás se cansaría de velar sus sueños por las noches, era simplemente hermoso tenerlo a su lado, el destino los había unido de manera extraña y distinta a como lo hubiera imaginado. Quién diría que un año atrás reñía con aquel que ahora es su esposo, que en vez de golpes cambiaron a caricias, que los gritos se convirtieron en gemidos y los insultos se transformaron en besos y ahora su forma de vivir era verlo entrar por la puerta y tomarlo en regocijo cariño. Delineó suavemente con uno de sus dedos los rasgos de ese perfecto rostro y observó movimientos provenientes de él, encontrando en pocos segundos esas lindas gemas azules fijarse en él.

¿No puedes dormir?- exclamó Kaiba casi en un susurro.

Sólo pensaba en algunas cosas-respondió el rubio y besó sus labios. El castaño nuevamente se colocó encima de su esposo y ocultó su rostro en el hueco cálido por su cuello, aspirando con calma la esencia de su cachorro, esperando que la tranquilidad de la noche lo llevara consigo a dormir.

Joey pasó con suavidad sus manos por detrás del cuero cabelludo de su esposo, sintiendo los pequeños suspiros que expulsaba, ante él tenía al todo poderoso Seto Kaiba que hacía estremecer a cualquiera, que demostraba fuerza y coraje en cada una de sus palabras, quién en su mirada portaba frialdad y temor como las fuertes tormentas que acaparaban el cielo. Pero que al cruzar el marco de sus grandes pedestales de la mansión parecido a un gran castillo las cosas cambiaban, jamás estuvo cien por ciento seguro si Seto en verdad había sido hechizado por una maldición, pero a ciencia cierta el castaño también cambió su forma de parecer, no deseaba estar con nadie más que con aquel hombre que decidió dejar de lado todo por él.

Mi príncipe de hielo-pronunció cariñosamente en voz baja envolviendo las caderas de Seto con sus brazos antes de cerrar sus ojos con tranquilidad y caer finalmente en los aposentos de Morfeo.

El día terminó bajo las luces de la luna solitaria que les acompañaba en esa noche, y en el exterior, a un lado de la calle desierta, una mujer de ropas opacas y viejas se transformaba en una bella damisela de piel celeste, intercambiando sus mechones oscuros en dorados rodeando su cabeza con una coronilla y su cuerpo ser cubierto por un bello manto color esmeralda, sonreía ilusionada creando en sus manos pequeñas esferas que pronto fueron lanzadas al cielo en forma de estrella para darle compañía a la luna, y finalmente desaparecer de ese mundo, probablemente para dirigirse al suyo, o no.

Notas finales:

Estoy tan oxidada en relatar un lemon y sobre todo darle un bonito final, en serio que desde la parte del lemon y el final lo escribí cómo 3 o 4 veces, de hecho iban a ser cómo 3 partes de puro lemon pero al final se me hizo muy pervertido y yo quería que el final fuera medio romanticón y entre todo lo que escribí pues me gustó cómo quedó.

Por si se preguntan quién era la mujer, en realidad era la elfa mística, una carta del duelo de monstruos, de la nada se me ocurrió agregarla en el fic para que fuera más icónico, lo quise poner como una relación con las cartas, se me hizo bonito.

Me encantó poner al Joey amante del porno como en el manga, y burlandose de la poca capacidad de kaiba, lo leí en una referencia a un doujin y dije si es cierto porque ponemos cómo semental al castaño si él sólo pensaba en su compañia y jamás en acariciarse el gansito, hasta Yugi tenía perversiones ocultas, bueno esto lo tendré más en cuenta jaja.

Gracias por leer, espero que les haya gustado, tal vez y vuelva después, saludos y gracias a todas las chicas que me dejaron mensajes de que regresara, prometo traer más fics luego ;)


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