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Mi apellido es Kaiba. por Artemisa El Britannia

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Notas del capitulo:

Espero que disfruten el leerlo como yo al esribirlo. 

Capítulo único

 

 

Habían pasado ya 3 días desde la fiesta y Seto se había quedado en la mansión por orden de su padre, aún no lo había visto para poder llevar a cabo mi plan maestro, pero ya tenía todo a la mano para cuando lo encontrara.

 

-       ¿Qué haces aquí? – brinque del susto al oír la voz de Seto en mi oído, estaba en la biblioteca de la casa haciendo mi tesis del doctorado y había perdido por completo la noción del tiempo, además de que no lo había escuchado entrar.

-       Mi tesis – seguí tecleando como desesperado antes de distraerme y olvidando por completo que tenía que hablar con mi hijastro. No me di cuenta, pero se encontraba parado detrás de mí leyendo todo lo que estaba escribiendo y de donde sacaba la información.

-       Vaya de verdad eres listo, pensé que ese día solamente fanfarroneabas – volví a saltar del susto, ¿acaso no respiraba ese chico? No había hecho ni un solo ruido mientras leía mi investigación.

-       No solamente soy inteligente, sino que también soy astuto – sus ojos azules me vieron fijamente, me sentía intimidado por la mirada, pero no iba a retroceder ante un chico 6 años menor que yo – conseguí información que te puede ser útil – me vio con evidente burla – Ganzaburo me dijo donde encerró a tu hermano – su mirada cambio de burlona a una psicópata, prácticamente me amenazaba para que siguiera hablando – pero antes de que te lo diga, necesito que firmes esto – le entregué una simple hoja y al leerla me vio con mucho odio.

-       Así que este era tu plan desde el inicio, evitar que siga siendo una molestia para tu “amado” esposo – yo no sonreía, la verdad no me gustaba jugar con la libertad de otra persona, pero debía de conseguir que lo firmara si quería ayudar a Mokuba, no quería que sus ojos se llenaran de tristeza o de odio como su hermano, prefería ser aborrecido por el castaño antes de que un inocente se perdiera en el camino del rencor, todo por culpa de ese juego de poderes que tenían ambos Kaiba.

-       Piensa lo que quieras, solo fírmalo – mi mirada no se desvió en ningún momento Seto trataba de buscar en mis ojos una señal de debilidad o que le demostrara que el plan era de su padre y no mío… no estoy seguro de por qué, pero al parecer quería encontrar bondad en mí, pero debía de seguir siendo el objeto de su odio, así podría ayudar a que no dañaran a su hermano.

-       Bien… si es una clase de broma lo pagaras caro – puso su elegante firma en la hoja y sentí que me quitaba el mundo de encima, así que le quite el contrato, se lo entregue a Tristán para que lo guardar lejos del castaño y le dije dónde estaba Mokuba.

 

Como pensé salió corriendo a rescatarlo y yo me sentí más tranquilo, al menos había ayudado a los hermanos a no volver a ser separados, claro seguramente no volverían a hablarme de por vida, pero igual podía tolerar seguir siendo un desconocido para esa familia a la cual no pertenecía.

Por la noche mientras cenaba solo en el enorme comedor, oí que se abría la puerta principal, pensé que era Seto volviendo con su hermano, pero grande fue mi sorpresa al ver a mi esposo parado en la entrada viéndome con mucho… ¿orgullo? No creo, pero igual no quería tenerlo cerca de mí, así que le indique a las sirvientas que retiraran mi planto y espere a que él diera el primer paso, no habíamos cruzado palabras en la mansión desde que me había dejado botado en una habitación al llegar de nuestra luna de miel, asi que tenía miedo de que en ese momento él hiciera algo indebido.

 

-       No puedo creer que de verdad lograras que Seto firmara esa hoja – empezó acercarse a mí como gato sigiloso, medí sus movimientos y cautelosamente me fui separando de la mesa, no quería estar a merced de ese hombre, no quería volver a sufrir.

-       No fue difícil, solamente quería tener a su hermano a salvo, es un instinto natural del ser humano – Tristán veía nuestros movimientos, pero no sabía exactamente qué hacer, si bien mi marido pagaba su sueldo, a mí era al que debía de proteger y era obvio que mi esposo no venía con buenas intenciones y yo sudaba miedo por los poros.

-       Tienes razón, esa es la debilidad de todo los seres humanos, el amor – y ahí estaba de nuevo la misma sonrisa psicópata que había visto en nuestras primeras horas de esposos, no lo pensé dos veces y salí corriendo en dirección contraria de donde él venía, al tratar de alcanzarme salte sobre la mesa y salí corriendo escaleras arriba, tenía 30 años menos que ese hombre, pero parecía que teníamos la misma edad, ya que había podido alcanzarme en el descanso de las escaleras, todos los sirvientes vieron como me tiraba al piso y yo lo peleaba para que me soltara – si te mueves así será peor para ti – sus palabras me dieron una idea de lo que iba a pasar, era más que obvio, así que lo vi a los ojos y decidí no mostrar miedo, debía ser valiente aunque se me salieran las lágrimas.

-       Si tanto asco te doy ¿por qué me haces esto? – mi esposo ya me había quitado la camisa, para empezar a morderme sin consideración por todo el pecho, causando que los empleados decidieran retirarse, no querían ver como su jefe me violaba.

-       Digamos que demostraste ser un digno cónyuge, Seto no cae en cualquier trampa, pero tu lograste que firmara, por lo cual si tengo un hijo contigo será igual de astuto que tú, solamente piénsalo será superior a sus hermanos y a cualquiera, cuando lo eduque, seguramente podrá gobernar el mundo – mientras decía eso, pensé que solamente sería un horno para tener un hijo y me lo quitarían de inmediato, así que volví a tratar de zafarme de las garras de mi esposo, no quería traer al mundo a una creatura para que se convirtiera en todo lo que yo odiaba, así que lo golpe en los bajos y volví a correr, tenía mi pantalón desabrochado por lo cual perdí velocidad al tratar de sujetarlo con las manos, al llegar al pasillo que daba a mi cuarto, mi esposo arremetió contra mí y mi cabeza reboto en un muro, literalmente perdí todas mis funciones motoras, pero me mantenía consiente, el golpe había sido muy duro, todo mi cerebro había rebotado y si me quedaba dormido no sería bueno.

-       Suéltame – aún sin fuerza trataba de pelear contra ese hombre, pero me cargo y me llevó a su habitación antes de que cerrara la puerta vi a Tristán a lo lejos, me veía con lástima por no poder hacer nada.

-       Me gusta esa voluntad de hierro que tienes, espero que nuestro hijo la saque.

 

Me tiró sobre la cama sin ningún cuidado y me amarró a la cabecera con su corbata, mi cabeza aun no regresaba a la realidad, seguía aturdido por el golpe que me había ganado al tratar de huir, mis piernas apenas si se movían y mi cuerpo no respondía a mis pensamientos, además de que al ver como mi esposo empezaba a desvestirme me entraba más el miedo y la desesperación, al final me quitó los pantalones e ingresó su miembro en mi entrada sin ninguna preparación, lo movió de inmediato sin considerar que me dolía.

Me estuvo violando de la misma manera hasta que se hartó de mí, cuando se quitó de encima y me desamarro, me hice bolita y continué llorando, pero poco me duro ese lujo, ya que me tomó del brazo, me dio mi ropa en la mano y me sacó de su cuarto literalmente de una patada y cerró la puerta.

Me sentía humillado, seguramente toda la mansión sabía lo que había pasado ahí dentro, yo había estado gritando que me soltara hasta que se me acabo la voz, él me había golpeado para que me callara y más aparte me había sacado de su habitación como si fuera una ramera que había contratado y que hora debía de irse como pudiera, Tristán apareció casi de inmediato a mi lado con una manta para cubrir mi desnudes, me ayudó a llevarme a mi habitación y también se dedicó a ayudarme a limpiar mis las heridas.

En la bañera seguía llorando por el dolor, la humillación y la impotencia de no haberme podido defender, me había prometido no volver a dejar que un Kaiba me sobajara, pero en esta ocasión había perdido. Al terminar el baño Tristán me llevó a la cama y me ayudó a que pudiera estar “cómodo”, para al final dejarme solo.

 

No recuerdo en que momento me quede dormido, pero me despertó el sonido de la puerta abrirse con brusquedad, me levante casi de inmediato temiendo lo peor, pero ahí estaba Mokuba parado con una cara de molestia que daba ternura, se me acercó y señalándome con su pequeño dedo me amenazó.

 

-       Mi hermano es muy listo, esta será la última vez que lo engañas – escondí mi cara entre mis flecos y sonreí al ver la energía del menor de los Kaiba, definitivamente era un rayo de luz en esa espantosa casa, lo vi correr hacia la puerta y lo seguí con la mirada cuando mis ojos chocaron con los hielos azules de mi hijastro, tuve que volver a esconder mi rostro.

-        Al parecer mi padre no ha cambiado su modo de educar a las personas, haces algo bien y te mete una paliza diciéndote que pudiste hacerlo mejor – sentí que mi pecho se estrujaba, seguramente esa había sido la forma en que lo había criado y con tal de defender a su hermano se había llevado lo peor.

-       Esto no es nada – lo voltee a ver con la decisión marcada en mis ojos, me iba a vengar de ese trato, aún no podía, pero lo haría – puedo aguantar más que unos simples golpes – los ojos azules de Seto estaban llenos de curiosidad hacia mis palabras, iba a acercarse, pero Tristán apareció y lo detuvo.

-       Lo siento joven Kaiba, pero tengo ordenes de su padre de que nadie excepto él entre en esta habitación junto al amo Joey – Seto lo vio con odio y se fue, al verlo irse me volví a recostar, no había notado el dolor que me había causado levantarme por culpa del susto al pensar que podía ser de nuevo mi marido – ¿se encuentra bien?

-       No me voy a parar por el día de hoy, así que podrías decirle a las chicas que me sirvan aquí mis alimentos – Tristán acató la orden y se retiró, me puse a pensar en la amenaza que había dado a entender cuando se presentó Seto en mi habitación, pero aún no sabía cómo iba a lograrlo, Ganzaburo me tenía atado de manos en todos los sentidos, si él o yo pedíamos el divorcio el contrato que mantenía a mi familia a flote se daba por anulado y acabaríamos en la calle, posiblemente los empleados estarían a salvo, pero a nosotros nos esperaba la venganza de un enojado Ganzaburo, “desearía que Seto lo matara antes de que él me mate a mí”.

 

Todo ese día me dedique a recuperarme lo mejor posible, debía de estar bien para mañana y así poder ir al médico, si mi esposo estaba esperando poder embarazarme debía empezar a usar métodos anticonceptivos rápidamente, no iba a permitir que un niño inocente fuera transformado en un monstruo sin escrúpulos.

 

A la mañana siguiente estaba manejando rumbo al hospital privado de la familia Kaiba, pero antes de llegar me frené de golpe asustando a Tristán, si iba a ese hospital le dirían a mi esposo que me estaba cuidando y seguramente no me dejaría tomar los anticonceptivos correspondientes, así que busque rápidamente en internet una clínica lo más alejada posible de la mansión y donde no tuvieran medidas de seguridad tan extremas como los hospitales para personas ricas.

Llegue a una pequeña clínica donde había solamente 3 consultorios y una pequeña recepción donde había 5 sillas donde apenas estaba la opción de moverse libremente entre ellas, le pedí a Tristán que esperara en el auto, no quería que fuera cómplice y mi esposo le hiciera algo malo por mi rebeldía, adicional para tomar medidas de precaución contra el acoso de mi esposo lo deje estacionado en un restaurante a unos 20 minutos de distancia y que aún pertenecía a la zona rica de Domino, para que no supiera que había ido a esa clínica.

 

-       Buenas tardes, soy Katsuya, hice una cita hace unos minutos y me dijeron que podía venir – en la recepción una chica de cabello castaño y de sonrisa amable me vio con cierta sospecha, no era para menos tenía maquillaje en la cara para evitar que se me vieran los moretones que me había dejado Ganzaburo en el rostro, al parecer no quiso incomodarme más, me entrego un par de folletos y me pidió que esperaba en lo que terminaba la doctora con el último paciente.

-       Señor Katsuya, ya puede pasar – me pasó a la tercera puerta donde una mujer exuberante y de cabello rubio largo me barrio de pies a cabeza, suspiro y me invitó a sentarme.

-       Creo saber a qué vienes – la mujer me vio con cierto enojo en la mirada y no pude entender el por qué, pero espere a que siguiera hablando – es normal en esta zona, seguramente tu novio te golpeo al enterarse de que estabas embarazado, te dio dinero y te mando a que abortaras – mis ojos se abrieron como platos y no supe exactamente que decir ante tal declaración – pero sabes, tienes opción a romper el silencio, debes de hablar con tus padres o conmigo, conozco muchas personas que pueden ayudarte a salir a delante, darte ayuda para tu bebé, que acabes tu educación y ese bastardo que te golpeó acabe en la cárcel por ponerte la mano encima – me mostró una serie de hojas donde venían las fotos de mujeres que eran un caso de éxito al momento de denunciar a sus parejas.

-       Yo no vine a abortar – fue lo único que salió de mi boca por la impresión, me daba tristeza pensar que muchas mujeres sufrían maltrato y humillación de sus parejas – busco un método anticonceptivo – la doctora me vio con los ojos abiertos como platos y volvió a gritarme.

-       ¿Osea que después de que te golpea aún pretendes tener relaciones sexuales con ese infeliz? – mi cara se puso roja de la pena, no sabía cómo explicarle mi situación, pero tampoco quería que pensara mal de mí.

-       Esto no es lo que parece – resoplo en varias ocasiones, pero al final se guardó todos sus comentarios y simplemente continuó con la consulta como si no viera los moretones en mi rostro, también ignoró los quejidos que salían de mi boca cada vez que me tocaba en alguna de las zonas donde mi amado esposo me había hecho daño y al terminar la consulta me preguntó si me dejaría revisar el daño que había hecho, yo sólo me sonrojé y por instinto cerré mis piernas y negué con la cabeza, por lo cual ella decidió respetar mi decisión.

-       No te voy a obligar a que hagas algo que no quieras, pero espero que cuando abras los ojos no estés en un hospital a punto de morir por una golpiza – mis ojos se llenaron de lágrimas, veía en su mirada tanta tristeza que supe de inmediato que ya había perdido a un paciente de esa manera.

-       Me voy a cuidar lo más posible, te lo juro May – la doctora sonrió y se despidió de mí, no sin antes darme carta abierta a visitarla cuando necesitara ayuda y también me dio su teléfono, me dijo que ella estaría lista para ayudarme en cualquier momento – muchas gracias.

 

Al salir del consultorio vi a una chica llorando en la recepción, tenía una hoja de laboratorio y su boca estaba literalmente llena de sangre, entonces entendí que el trabajo en ese lugar debía de ser horrible, yo no podría ver a todas esas mujeres o jóvenes entrando a mi consultorio con claras señas de haber sido golpeados o violados por un hombre malvado, por mi cabeza sólo cruzaba que en el mundo había demasiada maldad y yo quejándome de mi miserable vida, por Dios tenía más ventaja a comparación de esas chicas.

 

-       Joven Joey, ¿todo bien? – vi a Tristán en la entrada del restaurante y le sonreí decidido.

-       Ya se cual será mi siguiente proyecto – me vio con la mirada interrogante – vamos a ayudar a la gente que sufra violencia intrafamiliar.

 

Continuara…

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW


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