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Poké-school por Cat_Game

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Notas del capitulo:

En este fic todos los Pokémon se representan como humanos, estudiantes de un instituto, pero parte de una familia con sus entrenadores.

Pareja: Gyarados (M) Jet X Sylveon (M) Nero/Nina

Temática: Yaoi, romántico, fluff

Advertencia: Para todo público

Resumen:

Cuando eres uno de los más populares y provienes de un entrenador de la alta élite o de los grupos más poderosos, nada puede salir; el problema es que Nero es un Pokémon tipo Hada del gremio Sylveon que no tiene ni poder porque su entrenadora es una chica ordinaria, y, peor aún, su propia popularidad depende de una mentira. ¿Hasta dónde estará capaz de llegar por conservar su imagen falsa de “chica linda” y conseguir el amor de un Pokémon de la élite?

Aunque estoy enojado, más de lo que debería, no puedo mostrarlo. No, no puedo hacerlo porque entonces mancharía la imagen que debo mantener en la escuela, ya que así conseguiré que la reputación de mi entrenadora pueda subir. Pero estoy hasta el borde de la ira; quiero llorar, gritar, arremeter contra las cosas que se encuentran a los alrededores, aventar a los otros que se quedan mirando de vez en cuando y salir corriendo de ahí. Pero no puedo; porque voy hacia los casilleros, y tengo que ignorar ese sentimiento de rabia que me consume. Porque tengo que ir a clase, y la primera hora es con Mr. Aburrido; así que debo calmarme. Y sonrío cada que acaparo las miradas de aquellos que voltean a ver mi andar tan plácido y perfecto; a veces guiño el ojo a algunos chicos guapos, en especial a los del tipo Oscuro, porque son mis favoritos.


Al llegar al casillero, abro la puertecita de plástico sólido color gris, y miro el interior. Tengo un par de libros que ni siquiera he utilizado desde que inició el curso, pero no le puedo decir a nadie que no me interesa; en especial a mi entrenadora. Luego encuentro por detrás un par de moños pequeños que utilizo constantemente para mi cabello blanco-rosado largo. Y, al extremo de la derecha, hay una pila de cartas amontonadas, arrugadas, sin abrir, con sobres de diferentes colores y algunas adornadas con corazones y otras chorradas; pero todas dirigidas a mí. Bueno, al nombre con el que mi entrenadora decidió inscribirme a esta escuelita de élite. Fue una fortuna que consiguiéramos una oportunidad así al ganar contra un entrenador de esos que son poderosos.


Colgado en la puerta del casillero, hay un espejito que utilizo para ver mi rostro hermoso. Mis ojos de color azul cristalino relucen por el maquillaje azulado claro que utilizo como sombra, mi boca resalta por el labial rosado y cremoso que hace juego con mi tez pálida rosada y perfecta. Hoy traigo el cabello en dos coletas y he colocado un par de moños de un color rosado que compaginan con otros adornos de mi uniforme, y mis piercings de colores que uso en las orejas. Además, ayer pinté mis uñas de color azul claro, para que vayan con mis ojos. Sé que soy perfecto. Sé que soy hermoso. Lo sé, y me encanta; pero ni eso puede hacer que mi cabeza deje de dar vueltas en los últimos encuentros y mucho menos en lo que me molesta del mensaje que recibí en la mañana. Entonces, para calmar un poco la rabia, saco de mi mochila de mano, tipo bolso blanco elegante, un brillo para labios y alzo un poco la cara para maquillarme. ¡He quedado más que perfecto! ¡Radiante!


Pero, como siempre, como todos los días desde el año pasado que inicié en este colegio, un par de tíos se colocan a mi alrededor y me ofrecen regalos y cartas. Sí, ya sé, bola de imbéciles, sé que todos quieren conocerme más y que quieren declarar su amor por mí. ¡Pero qué jodidos están! Sé que creen que soy una chica, porque mi entrenadora consiguió burlar a los directores y así le ofrecieron un par de uniformes femeninos. Así que con la faldita, ajustada por mí un par de dedos debajo de la entrepierna, y con los moños que se enrollan con sus listones rosas en el cuello y mi figura delgada y estética, cualquiera creería que soy una chica más. Bueno, y es que cuando eres del tipo Hada, y del gremio de Sylveon, no es que tengas muchas opciones de negar la belleza. Y yo soy hermoso.


—Nina —pronuncia uno de los Pokémon tipo Oscuro que muestra su cara de pervertido de mierda, con su cabello largo y desaliñado—, ¿cómo estás? Hoy te vez más bonita que ayer… eh… Te traje chocolates hoy.


No me digno a voltear. Aunque haya visto su rostro por el reflejo del espejito en mi casillero, no merecen mi atención. Nadie la merece. Ninguno de estos idiotas vale la pena; todos son unos mocosos aburridos que no tienen capacidad de controlar sus hormonas. ¡Por todos los cielos! ¡Qué les den! Vayan a buscar a las pijas esas que parecen putas de congal, con sus minifaldas y sus cabellos estilizados, y sus rostros maquillados como si fueran adultas.


Cierro mi casillero y sonrío al grupo de idiotas que está frente a mí; luego pido el paso y guiño un ojo, para luego lanzar un beso al aire y decirles adiós. Es tan divertido verlos crear ilusiones a mi alrededor; tanto así que es algo que por lo menos vale la pena estar aquí en el cole. Continúo con mi camino hasta llegar al salón que dice B2.


No tengo idea de quién va a pelear por el lugar junto a mí hoy, así que me muevo con desaire, incluso hago algunos ademanes para acomodar mi cabello y capturar la atención de algunos chicos de mi clase. Me siento en uno de los lugares de la última fila y saco mi libreta con la portada de un corazón y letras ridículas que mi entrenadora me pide utilizar. Algunas de las chicas me saluda y replico el saludo con mi voz fingida, a una octava mayor; aunque no tengo que hacer mucho esfuerzo, sé que así nadie notará la verdad.


—Hey —una nueva voz se presenta a mi lado. El chico se sienta junto a mí y lo contemplo con interés; tengo que fingir un poco de respeto, ¿supongo?. Ah, sí, lo recuerdo. Durante el primer año era el chico ese de lentes, flaquito y feo, bueno, con el rostro lleno como de acné. Sé que solía sentarse solo junto a la ventana y los otros se burlaban de él. Ahora ya no parece un rarito; aunque su cabello ha cambiado un poco, porque ha evolucionado. Ahora tiene el cabello azulado y rojizo de las puntas, es alto, y se ve que ha ido al gimnasio muy seguido; porque, ¡mira nada más!, ¡esos músculos de sus brazos estéticos, ese pecho y abdomen marcado y varonil! Su rostro es agraciado, y sin marcas del acné, también luce como agresivo, casi como esas estrellas de rock de moda. Aunque todavía usa sus lentes, pero ya no son esos gigantescos que portaba el curso pasado, ahora son lentes delgados y que van con su imagen de chico popular—. ¿Te importa si me siento aquí hoy? Todavía no me acostumbro a la atención, y el resto parece temerme.


¡Ah! Sí, también lo recuerdo. A diferencia de mí, él es de uno de los entrenadores más renombrados de todo el mundo. Quizás había parecido como un rarito y un débil durante el curso pasado, pero sé que muchos de los entrenadores de las altas esferas entrenan a sus Pokémon al límite para convertirlos en bestias de combate. Mi entrenadora es igual, pero carece del dinero, fama y ovarios para plantear las cosas como deben ser; por eso no salimos de la miseria. Pero está bien; no la voy a juzgar, al final me quiere y acepta y es lo que importa. Pero él, este chico es uno de esos Pokémon que este semestre llegaron cambiados, por el entrenamiento de vacaciones, quiero creerlo así. Además, su entrenador es una especie de mafioso famoso que es conocido por sus ambiciones…y él, bueno es un tipo Agua, pero del gremio Gyarados. Esos son monstruos marinos, con la brutalidad de un dragón de las leyendas, con las capacidades de infundir terror hasta en los mismos de su propia especie.


—No hay problema —respondo al fin con una sonrisa plácida. Antes de regresar la mirada al frente, puedo notar que él desvía sus ojos hacia otro lado, casi como si quisiera evitarme. ¿Se sonrojó?


Antes de poder preguntar algo más, el profesor, ese Mr. Aburrido, llega y comienza con la misma frase de todos los días. “Buenos días, vamos a revisar la tarea” y ese tipo de cosas que me hartan. Hago caso omiso al profesor, así que saco el teléfono celular y reviso los mensajes; en especial aquél que me ha tenido tan molesto desde la mañana. Leo con atención y siento la furia otra vez en mi cuerpo; como si algo caliente y burbujeante se apilara en mi estómago y subiera por todo mi torso. ¡Maldita sea! ¡Hijo de la gran puta! Me usó…ese desgraciado sólo me usó. Y yo…de imbécil me enamoré. Pero, ¿qué podía hacer? Él es mayor que yo, maduro, con mucha experiencia y con prestigio. Pero me usó. Fui una fantasía de una noche, una “zorra” fácil que cayó a sus pies. Soy tan idiota.


Suspiro con fuerza e ignoro el resto de la clase. Sé que los primeros parciales van a comenzar ahora que terminó el festival ridículo de la semana pasada, pero no puedo concentrarme. Lo conocí durante el verano, en una de las excursiones con mi entrenadora; fuimos a la región de Kalos, y allí lo conocí. Pensé que lo nuestro iba en serio, pero no. Me equivoqué. Fui un idiota. Soy un idiota. Solamente me usó para satisfacer su fantasía, el muy cabrón…y todavía tuvo el descaro de mandarme este mensaje.


—Nina —la voz del profesor me regresó al salón—, ¿estás escuchando? Sabes bien que la regla es cero tolerancia con los móviles. Voy a tener que confiscarlo.


Contemplo a Mr. Aburrido y no hago ningún cambio en mi rostro. Bueno, tampoco es tan malo. Si entrego el teléfono no tendré que seguir leyendo este mensaje del desgraciado que me usó; aunque sé que ello no calmará mi enojo.


—Claro, profesor —acepto las palabras del profe y le entrego el móvil bloqueado.


—Podrás recogerlo una vez vayas con el prefecto del área B, ¿es claro?


—Sí. Lo sé.


—Él te entregará la retención para que la entregues a tu entrenadora.


—Vale —sonrío con descaro.


La clase continúa y muevo mis manos entre mis útiles escolares. Abro la libreta y comienzo a dibujar simbología que conozco por los libros de brujería que mi entrenadora tiene en casa. Pero, hasta ese momento, noto algo. El chico junto a mí, de quien ni siquiera recuerdo su nombre, tan sólo que era llamado “rarito” o “debilucho”, está mirando hacia mi lado…y entonces pienso…¿a caso vio el mensaje en mi teléfono?


Mi teléfono está bloqueado, y el profesor no podrá leer el mensaje, así que eso no me preocupa. Lo que me preocupa es que el rarito haya leído el mensaje. Era explícito, cruel y contenía una amenaza. Bueno, la amenaza es…porque el número de ese desgraciado todavía está en la memoria de mi teléfono. Suspiro y volteo hacia él.


—¿Pasa algo? —pregunto como un susurro para no ser escuchado por el profesor.


—Ah —el rarito intenta hablar—, el profesor dijo que podemos trabajar en equipos para el siguiente proyecto. ¿Quieres trabajar conmigo?


—No, gracias.


Soy honesto. No tengo idea de lo que será el proyecto, y prefiero esperar a esos chicos nerds que se amontonan como babosos frente a mí para hacer mis tareas, como si creyeran que les daré un beso o que aceptaré una cita con ellos. Pobres idiotas.


El rarito no dice más, así que mueve su cabeza al frente y parece escribir algo en su libreta. Yo hago caso omiso de él, y prosigo con los dibujos de simbología de magia de los cuentos humanos. Pero algo me toma por sorpresa; el rarito acerca su libreta hacia la mía y deja que lea lo que ha escrito. “¿Por qué te mandaron ese mensaje?, ¿de verdad era mayor que tú por casi treinta años?”


Dirijo mi mirada hacia él, y el rarito muestra una sonrisa, casi como si fuera amable, o como si quisiera ser mi amigo. ¡Qué va! No voy a estar jugándome la vida ahora que tengo oportunidad de elegir de entre las opciones para cambiar el destino de mi entrenadora. Entonces, como si fuera un idiota, me acuerdo que el rarito pertenece a un entrenador super poderoso en el mundo bajo y más elitista de la mafia. Pero es la mafia. Son los malos, contra los que mi entrenadora alguna vez peleó.


—Está bien —hablo con la mayor calma posible—, hagamos el trabajo juntos.


—¿De verdad? —el rarito pregunta. Luego mueve su libreta y raya el mensaje que había escrito.


En realidad, acepto su petición para dar una explicación falsa y hacer que no levante sospechas. Además, el mensaje del cabrón ese tenía referencia al sexo con un hombre; entonces el rarito debe sospechar que soy un hombre. Y no puedo dejar que eso pase, no, no puedo; porque entonces perdería la gama completa de Pokémon varones con mayor influencia con sus entrenadores y en el mundo de la élite. No puedo dejar que mi plan se arruine.


—¿Nos vemos en la biblioteca? —hago la cuestión con calma.


El rarito no responde. Ahora escribe otra vez en su libreta y vuelve a acercarla a la mía. “En la piscina. Hoy no hay entrenamiento”. ¡Maldición! ¿A caso debo ofrecer sexo a este desgraciado para mantener su silencio? Sí, sé que puedo parecer un fácil, y tal vez a veces lo soy; pero nunca en la escuela. Es una regla que tengo con mi entrenadora para cuidar la imagen y para conseguir un lugar en la élite.


—Está bien —replico con seguridad.


Cuando las clases terminan, salgo del salón y me dirijo al primer piso; busco el aula que corresponde al prefecto de los salones B y entro. El profesor Mr. No-Sé-Quién está sentado y escribe en su computadora; tiene un montón de papeles desordenados en su escritorio y parece ignorarme. El sujeto es de cabello negro y corto, y parece como esos cuidadores Pokémon regulares que sueles encontrar en las guarderías básicas.


—Vengo por mi teléfono —me expreso con suavidad y ternura.


—Ah, sí, Nina. Aquí tienes. Y debes entregarle esto a tu entrenadora; firmado, por favor. Es la primera llamada de atención, recuerda que con otras dos  más tendrás una suspensión —dice el hombre.


—De acuerdo —tomo la hoja y el teléfono que me ofrece el prefecto.


—Ah, Nina, por cierto; hay otra cosa que quiero que cuides.


Ni siquiera me muevo. ¿Ahora qué?


—Sé que muchas chicas de tu salón también lo hacen, pero las reglas de la escuela dicen que la falda debe ser a las rodillas no diez centímetros por encima de ellas. Te pido que cuides mucho tu imagen, eres una dama, así que debes comportarte como tal.


¡Qué estupidez! Pero no reniego. Sólo sonrío y asiento con la cabeza. Me despido y salgo del aula. Camino hacia fuera del edificio y tomo por las jardineras cerca del campo de entrenamiento de Fire-Ball; sé que la alberca de entrenamiento olímpico está junto al gimnasio, así que no pierdo el tiempo. Pero, como es costumbre, otro grupo de chicos me detiene.


—Hey, Nina, ¿cómo estás, bombón? —dice un tipo Oscuro del gremio Drapion; es alto y masivo por su estructura. Pero es horrible como un insecto. Va acompañado de otros tipo Oscuro de diferentes gremios—, oye, ¿qué harás después de clase hoy? ¿Quieres ir con nosotros al centro comercial?


—No, no puedo —uso mi clásico tono de voz de chica complacida al estar rodeado de hombres—, tengo un trabajo que hacer.


—Vamos, Nina —otro de los chicos dice al acercarse a mí y quedar a unos centímetros de mi espalda—, te divertirás con nosotros.


¡Asco! Total y rotundo asco. Estos hijos de puta lo que quieren es que me abra de piernas. No pueden ser más obvios…pero…detengo los insultos en mi cabeza. Lo hice. Hice lo que ellos están pidiendo ahora. Me abrí de piernas con un desgraciado, con ese maldito bastardo que sólo me usó para agregarme a sus logros de sus fantasías sexuales con un hombre.


—Nina —una voz conocida se hace presente en la cercanía. Es el rarito. Él se acerca y los otros cinco chicos se alejan de mí un poco—. Vayamos a trabajar, recuerda que es un proyecto importante y vale el cuarenta por ciento de la calificación.


—Sí, lo sé… —intento decir el nombre del rarito, pero no sé ni eso. ¡Uy! Qué pena…pero sonrío; al final todo es una fachada y un mundo de falsedades.


—Entonces, Nina —dice el primero de los otros chicos que me habían interceptado—, ¿nos vemos mañana, mejor?


—Sí, hasta mañana, chicos.


Me despido con una sonrisa coqueta y un guiño para hacerles creer que todo está bien. Camino hacia el rarito y ambos nos dirigimos hacia el edificio de la piscina. Sé que para los idiotas de hace unos momentos parezco un objetivo fácil; pero no saben con quién se meten. Quizá no tenga ninguna medalla que me identifique, o tal vez tampoco tenga la reputación como muchos otros; pero mi entrenadora se ha encargado de enseñarme a aprovechar mis ventajas.


Cuando llegamos a la piscina, entramos y pasamos por el pasillo de cristales que separan el interior y los baños de cambio y regaderas. Acepto la cortesía del rarito al abrir la puerta por mí y me adentro; camino hacia las gradas y el rarito me sigue. Es mucho más alto que yo, y, además, en ese momento, noto que es en exceso sexy ahora que camina. El tipo no se da cuenta de su potencial, porque con su cabello un poco largo y sin orden no deja que su rostro luzca todavía más atractivo. ¿Pero qué estoy pensando? Ese cabrón sabe que soy un hombre, y sé que me pedirá alguna estupidez para mantener su silencio. Pues…si debo revelar, acostarme con él no sería tan malo, menos ahora que veo que tiene un gran atractivo sexual.


—¿Quieres que iniciemos con las fuentes que hay que investigar? ¿O prefieres elegir el tema de una vez? El profesor nos dio opciones —el rarito habla como si realmente fuéramos a trabajar en el proyecto. Ya está sentado junto a mí, en las gradas y ha sacado su libro y libreta de su mochila tipo morral.


Está de broma, ¿verdad? Yo, por mi parte, me quedo expectante. No sé qué es lo que quiere de mí.


—¿Nina? —el rarito me mira a los ojos y nos quedamos así por unos segundos.


Yo acerco mi cuerpo a él y toco su brazo fornido, luego muerdo mis labios. Soy un idiota. En esos momentos actúo como esa bola de pervertidos que son incapaces de controlar sus hormonas; y así me siento, como si mi cuerpo estuviera en un trance, imposible de controlar. Tengo un deseo, un impulso. Y lo sigo. Sigo las órdenes de mis propias hormonas. Entonces, beso los labios del rarito y sujeto su cuello para acrecentar el beso.


De manera sorpresiva, él se aleja de mí y arroja una mirada de sorpresa.


—¿Nina? ¿Por qué hiciste eso? —me pregunta.


¿Pero qué mierda está pasando aquí? Si quería sexo, se lo he ofrecido fácil, ¿o qué? ¿Debo creer que realmente quiere hacer el trabajo conmigo sin ninguna intención ulterior?


—Eh… —busco por una respuesta con rapidez—, pues…viste el mensaje —decido enfrentarlo—, ¿verdad? Sabes que me usaron y que fue un Pokémon mayor que yo, un varón como…


Empero, me detengo. ¿Es estúpido? ¿A caso no se dio cuenta de que soy un varón?


—¿Justo como tú? Sí, sí leí el mensaje, Nina —revela el rarito con una clama que me saca de quicio. ¿Y qué, no me va a decir que va a usar esa información en mi contra?—. Si quieres puedes contarme sobre ello. En realidad no deseaba pedirte de esa manera las cosas. Desde hace tiempo, desde antes de que el curso anterior terminara, te había querido pedir que si podíamos ser amigos. Pero cuando te di una carta, la rechazaste y me llamaste rarito como el resto lo ha hecho. Me dolió mucho, Nina, de verdad. Muchísimo…pero…acepté que tal vez había sido extraño para ti que alguien como yo te pidiera eso. Sé que te gusta llamar la atención y que prefieres juntarte con los chicos de la élite, los que son del gremio de Charizard, Dragonite, Onix, Gardevoir, Rapidash…todos esos. Por eso comprendí tu reacción. Pero…también decidí intentarlo de otra manera, por eso hoy hice un esfuerzo por hablarte y acercarme a ti un poco más para conocernos.


Y aquí venía otra vez. La clásica conversación que iniciaba como: “es que me llamas la atención”, “eres bonita” y terminaban con el clásico: “me gustas”.


—Quiero ser tu amigo, Nina.


Me quedo pasmado. Así, como si fuera una pintura de esas de cuadros perfectos que han pintado al óleo con colores pasteles; porque soy como un hermoso caramelo…pero…¿qué dijo? ¿Quiere ser mi amigo? ¿Y no va a decirme nada sobre que soy un varón y que me visto así, como una chica? ¿Debo creerle?


El rarito suspira y mueve su cuerpo un poco para evitar mi mirada.


—Si no quieres que seamos amigos está bien. Desde aquella vez, durante el primer curso, cuando todos estaban riéndose de mí, y que me quitaron los lentes y los rompieron…tú fuiste el único que no se metió en ese asunto…y me ayudaste a pegar los lentes. ¿Lo recuerdas?


—Sí —replico con seguridad, porque realmente lo recuerdo. Pero lo había hecho por piedad del pobre rarito; él no me había hecho nada, y aunque después de ese incidente me había dado una carta, lo había ignorado.


—Desde ese momento pensé en hacerme tu amigo.


—¿Y para qué? —recrimino.


—¿Disculpa?


—Sí, ¿para qué quieres ser mi amigo? ¿Para luego decirme que te gusto, como el resto de los chicos que me mandan cartas, chocolates y estupideces de esas?


—No. No, Nina, no es por eso. Realmente quiero ser tu amigo. No conozco mucho más de ti, además de que te gusta usar maquillaje, de que no eres de un entrenador reconocido y…ahora que te gusta vestirte como chica. No sé más de ti. ¿Cómo me gustaría alguien que no conozco casi en absoluto? Me atraes, porque a veces, cuando no lo notas, tu rostro muestra una mueca de desilusión, y por ello creo que hay cierto misticismo en ti. Pero no por ello quiero tener una relación de pareja contigo sin conocernos bien. Quiero ser tu amigo, Nina…


—Ni siquiera recuerdo tu nombre —hablo con mi tono de que no me interesan sus palabras—, así que te puedes dar una idea de la clase de persona que soy.


—Sí, evitas las relaciones profundas, porque pareciera que estás como a la espera.


—Y… —suspiro con decepción. He sido un cabrón—. ¿Me dirías tu nombre?


—Me llamo Jet.


—Ah… Jet… Claro… —no sé qué más decir. Me siento como un imbécil, como una especie de gusano que se arrastra por el piso sin poder aceptar que ha cometido un error. El rarito…bueno, Jet, aquí está, frente a mí, sin pedirme nada de lo que leyó en el mensaje, ni una explicación, sin juzgarme…y yo… He actuado como un cabrón. Agacho el rostro y vuelo a respirar con profundidad.


—¿Estás bien, Nina? —Jet regresa a su postura cercana y toca mi hombro como si fuéramos camaradas desde tiempo atrás—, ¿dije algo malo?


—No —niego con la cabeza al replicar—, no para nada. De hecho, debería pedirte una disculpa, Jet.


—¿Por qué?


—Porque no te he tratado bien. De verdad, lo siento —levanto la cabeza y contemplo de frente a Jet—, pensé que ibas a pedirme algo así como sexo para no revelarle a la escuela que soy un chico.


—¿Y por qué iba a hacer eso? Además, eso es algo muy privado tuyo. No soy esa clase de persona.


¡Maldición! Nunca antes me había sentido tan frustrado y así de vulnerable. Por primera vez en toda mi vida me sentía valorado, respetado y genuinamente escuchado. Bueno, sí, no puedo ignorar a mi entrenadora y su amor tan profundo y real hacia mí, pero no es lo mismo. Mi entrenadora es eso…y Jet es un Pokémon como yo… Y yo… Creo que me agrada él.


—Entonces…¿sólo quieres ser mi amigo?


—Nina —Jet interpone—, sí. Pero… ¿Por qué me besaste?


—Eh… —¡ah! Sí, el beso… Bueno, y…¿cómo le voy a explicar que me atrae físicamente?—. Lo lamento, no fue mi intensión hacer eso.


De pronto Jet agacha el rostro. ¿Ahora yo dije algo malo? Analizo a toda prisa. Si yo fuera un rechazado como Jet, y luego fuera besado por un chico popular que alguna vez me ayudó…y luego que me dijeran que fue un error. ¡Ah! Bien, ya qué… Sí, es muy sexy, y ahora me sale con que no me va a pedir sexo a cambio del silencio… ¡Y qué si me doy cuenta que me atrae de verdad!


Así que levanto el rostro de Jet y lo vuelvo a besar, pero ahora con suavidad. Al separarnos, sonrío y coloco mi mano en su pierna; pero Jet reacciona e intenta moverse hacia atrás.


—Tranquilo —replico—, sólo quería volver a besarte. No te pongas nervioso. Anda…hagamos el trabajo, ¿vale?


—S-Sí —Jet dice con el rostro un poco apenado—, eh… ¿Nina?


—Dime —hablo al sacar mi libreta de mi bolso—, ¿qué pasa?


—¿Cuál es tu nombre real?


Volteo con rapidez hacia Jet, luego acerco mi boca a su oído y susurro.


—Me llamo Nero, Jet, y sólo tú tienes permitido llamare así cuando estemos a solas, ¿vale?


Jet me contempla, asiente con la cabeza y sonríe. ¡Va! Mira a este muchacho, aparte de guapo y sexy…es lindo también. Acepto su reacción y nos dedicamos al trabajo. Aunque por mi mente sólo pasa una idea: “quiero que él se enamore de mí”. Y tomo una decisión. Me daré a la tarea de enamorarlo, porque creo que yo me estoy enamorando de él…y después le pediré que seamos novios. ¡Ay! Mi querida entrenadora, lo tendrás que lamentar tú más que yo; porque el entrenador de Jet es de esa mafia malvada con la que solíamos pelear…pero… ¿Y eso qué? El amor debe ser libre, ¿o no?

Notas finales:

Si deseas inscribir a tu Pokémon, por favor, puedes hacerlo de la siguiente manera:

En un comentario, deja el tipo, sexo, nivel, gremio y apodo de tu Pokémon; si quieres puedes especificar el juego donde lo conociste. Debes especificar el nombre de entrenador y sexo del mismo. Una vez con esto, puedes agregar una sugerencia de qué tipo de aventura te gustaría que tu Pokémon pasara en la Poké-School.

Recuerda que se le asignará un salón y grado dependiendo de su gremio y nivel. De lo contrario, no podrá ingresar al instituto y convivir con los Pokémon que ya son parte del curso. También, del mismo modo, si especificas que no cuentas con una cantidad alta de dinero (en el juego o de manera ficticia) se le puede otorgar una beca; esto podrá repercutir en la manera de interacción con otros Pokémon, ya que Poké-School es un instituto prestigioso y que tiene muy marcada las clases de élite. Pero, descuida, esto podría agregar más sabor a la historia de tu Pokémon.

Cuando se publique un fic con tu Pokémon se especificará en las notas iniciales su origen, el nombre de su entrenador y el tipo de aventura que estará por vivir.

¡Recuerda, tu Pokémon podrá ser parte del instituto! 


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