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La pareja del Shutetsu por Ganimedes

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Notas del fanfic:

Captain tsubasa pertenece a yoichi Takahashi

 

Éste es un relato romántico/erótico que tiene como protagonistas a Hajime Taki y Mamoru izawa (Ted Carter y Paul Diamond en la versión original en Castellano).

Me he basado en los personajes y eventos del Remake de la serie de 2018. También he respetado todos los nombres originales en Japonés. Aunque el comienzo va a ser suave, tengo intención de ir añadiendo material más erótico y explícito según avance la trama.

Es el primer fic que escribo después de 8 años. Si tiene buena acogida igual me anima a seguir escribiendo.

Nankatsu, prefectura de Shizuoka

El día estaba despejado y soleado, la temperatura era agradable y desde la colina las vistas del monte Fuji eran impresionantes. El joven contemplaba la blanca cima nevada mientras jadeaba y se enjugaba el sudor de la frente tratando de recuperar el aliento, volvió la vista hacia la ciudad de Nankatsu, desde allí podía verla en su totalidad. Localizó su barrio y creyó distinguir su casa, había venido desde allí corriendo, doce kilómetros en total de los cuales cinco cuesta arriba. No podía demorarse, tenía que emprender el regreso de inmediato o se quedaría frío. Echó a correr animado por la idea de que el regreso sería cuesta abajo.

 

Apenas 50 minutos después se encontraba en el portal de su casa completamente bañado en sudor y resoplando. Subió las escaleras al trote hasta la tercera planta y entró en su apartamento. Sus padres aún no habían vuelto del trabajo, estaba solo. Cruzó el amplio salón y llegó hasta su cuarto, donde procedió a desnudarse para ir a la ducha. Dejó sus ropas deportivas del Nankatsu FC en una bolsa de ropa sucia y tomó una toalla de su armario mientras se dirigía a la ducha. Instantes después su joven y esbelto cuerpo recibía una reconfortante ducha caliente. Hajime Taki, Delantero del Equipo de Fútbol del Instituto Nankatsu de Secundaria, suspiró de alivio y satisfacción mientras se apoyaba en los azulejos de la pared dejando que el agua cayese por todo su cuerpo. Se sentía realmente cansado.

 

Cuando regresó a su cuarto comprobó su teléfono móvil y su ordenador. Aún no había recibido ningún mensaje de Wakabayashi. Su antiguo capitán y compañero del equipo Shutetsu, y el mejor portero de su generación en Japón, se había marchado a Alemania hacía dos años para perfeccionar su formación con el objetivo de convertirse en jugador profesional. Actualmente jugaba en el Hamburgo SV, pero solía mantener un contacto regular con sus antiguos compañeros tanto por e-mail como por whatsapp. A veces tenían videoconferencias por Skype. Hajime suspiró resignado y se encogió de hombros, Wakabayashi estaría ocupado con los entrenamientos de pretemporada al igual que lo estaban en el Nankatsu. Este año competían en el Campeonato Nacional de Secundaria y tenían la posibilidad de ser campeones por tercer año consecutivo. Taki sonrió confiado, con Tsubasa como capitán lo conseguirían. Dejó el móvil en la mesa de su escritorio y comenzó a vestirse con un cómodo chandal, luego salió al balcón de su ventana y dejó que la fresca brisa de la tarde secara sus cabellos todavía húmedos. Respiró profundamente y cerró los ojos. Podía oler el mar desde allí. Intentó relajarse y vaciar su mente de pensamientos, pero últimamente se mostraba preocupado, distante y algo melancólico. Sus compañeros habían empezado a darse cuenta de que algo le ocurría, lo sabía por que se mostraban cercanos y pendientes de él, pero como no parecía nada serio y no había afectado a su rendimiento en los entrenamientos de momento no se habían querido entrometer. Si era importante confiaban en que lo compartiría con ellos. Y así era. No solo eran sus compañeros, muchos de ellos eran verdaderos amigos en los que confiaba plenamente. Si su problema le llegaba a afectar seriamente, buscaría su apoyo sin dudarlo. La cuestión era que el “problema” era, precisamente, uno de sus propios compañeros y amigos. Apretó los puños en la barandilla del balcón mientras sus pensamientos volvían de nuevo a él.

«Izawa Kun ¿Qué me está pasando?», pensó Hajime con los ojos aún cerrados mientras visualizaba el rostro de su amigo.

«En éste último año he empezado a sentir algo por ti, algo que no parece correcto...».

 

El número 7 del Nankatsu permaneció un rato en silencio, sólo con el rumor del tráfico de la ciudad de fondo, mientras intentaba poner en orden sus pensamientos. En el fondo sabía perfectamente lo que le ocurría, y a sus 15 años había finalmente asumido su identidad sexual. Desde hacía dos años había empezado a percatarse de que se sentía atraído igualmente tanto por chicas como por chicos e incluso había llegado a tener sus primereas experiencias. No tenía dudas, era bisexual. Esto no le suponía un problema, se había aceptado a sí mismo con naturalidad, y sabía que no supondría ningún problema para su familia ni para sus amigos, le aceptarían tal y como era. Si bien era consciente de que tendría que ser algo discreto, dado que la sociedad japonesa era algo reprimida en algunos aspectos. No. El problema, el auténtico problema, era que se sentía culpable. No de sus preferencias, si no de sus sentimientos. Mamoru Izawa, Centrocampista del Nankatsu y antiguo compañero del Shutetsu, no era otro compañero de equipo más. Era su amigo. Sentir esto por el no parecía...correcto. Y aunque no podía hacer nada para cambiar sus sentimientos tampoco se atrevía a confesárselos a nadie, especialmente a Izawa. Temía ofenderle y perder su amistad. Éste último pensamiento le molestó especialmente. Abrió los ojos y sacudió la mano como si apartara una telaraña invisible mientras volvía adentro de su cuarto. Conocía a Izawa mejor que eso, desde la primaria, siempre habían jugado juntos con Kisugi como trío ofensivo en el fútbol. Se entendían y compenetraban muy bien. Sabía que él nunca le rechazaría como amigo aunque le confesara sus sentimientos, pero sabía que afectarían a su amistad de alguna manera. Era imposible que no lo hiciera. Sea como fuere su relación cambiaría de alguna forma que Taki no podía anticipar. Y era el miedo a ese cambio lo que realmente le atormentaba, el no saber si podría mirar a los ojos de su amigo de la misma forma, con la misma confianza de siempre. Apretó los puños sintiendo algo de rabia que dejó paso a una firme determinación. En cualquier caso tampoco podía seguir así. Era muy joven, pero de alguna manera lo bastante maduro para saber que si no confesaba sus sentimientos sólo conseguiría seguir sufriendo la angustia de la incertidumbre, y podría pasar mucho tiempo hasta que lo superase si es que realmente llegaba a hacerlo. La única forma que tenía de liberarse de ese sufrimiento era compartirlo con quien lo causaba, sólo entonces se libraría realmente de esa carga. Tanto si Izawa lo aceptaba como si lo rechazaba.

 

Campo deportivo del Nankatsu, tres días después

Morisaki se desplomó exhausto después de haber interceptado con éxito el balón que le había disparado el Capitán Tsubasa, había estado bastante brillante como guardameta aunque había encajado tres goles fulminantes durante todo el entrenamiento. Taki se detuvo sin resuello, el también estaba agotado. La sesión había sido particularmente intensa.

—¡Muy bien chicos, basta por hoy! —La orden del entrenador puso fin al entrenamiento, para alivio de todos—. ¡A las duchas!

Tsubasa era el único que parecía algo contrariado por el fin del entrenamiento, pero ya había decidido que no iría en contra de las decisiones del Míster. Se alejó bromeando con Ishizaki para animarlo, parecía estar incluso más hecho polvo que de costumbre.

Entraron al vestuario y comenzaron a desnudarse. Taki se puso tenso cuando Izawa se desnudó junto a él y por unos breves segundos sus ojos se posaron en el cuerpo desnudo de su amigo. Apartó los ojos de inmediato, visiblemente sonrojado. Esperaba que nadie se hubiese dado cuenta. Aunque se sintió algo culpable por su desliz, lo cierto es que no sintió excitación alguna. Había sido un acto de curiosidad más que otra cosa, aunque no pudo por menos admirar la perfección física de su amigo. Claro que allí todos eran jóvenes deportistas y estaban en una forma física excelente, pero aún y así Izawa parecía tener una perfecta armonía de proporciones en su cuerpo esbelto y atlético.

«Y además él tiene una sonrisa perfecta», pensó Taki sonrojándose de nuevo mientras pasaba la punta de la lengua por sus grandes incisivos.

«¿Le gustarán si quiera estos dientes de conejo?». Parecía una pregunta algo tonta. Nunca había sentido vergüenza por sus dientes. Sus incisivos eran un poco más grandes de lo habitual, pero no demasiado. Más de una chica le había dicho que lo encontraba muy guapo y que sus dientes le daban un aspecto desde tierno hasta sexy…

«¿Quién sabe? igual es cierto», pensó encogiéndose de hombros. Se ajustó la toalla a la cintura y se dirigió a las duchas.

A la salida de los vestuarios Taki se detuvo un momento mientras sus compañeros se iban marchando y se despedían hasta el próximo día.

—Kisugi Kun ¿Podemos hablar? —. La voz de Taki sonó realmente seria y firme.

Kisugi se volvió hacia su mejor amigo de siempre con un gesto de sorpresa y preocupación.

—Claro —contestó sin titubeos—. ¿En un lugar más tranquilo quizás?

Taki asintió sonriendo por la intuición de su amigo, el gesto pareció borrar la preocupación de la expresión de Kisugi que también sonrió, aunque con algo de reservas.

—¿En el campo de fútbol? —sugirió Taki.

—Vale —respondió Kisugi.

Salieron del edificio de vestuarios y se pusieron en camino sin decir nada.

 

Cuando llegaron, Taki se sentó en la primera fila de las gradas dejando su bolsa de deporte a un lado. Miró a su amigo a los ojos con aire serio. Kisugi dejó su bolsa y se sentó al lado de su amigo sin decir nada mientras le sostenía la mirada con aire expectante.

—Kisugi Kun… —Comenzó Taki haciendo una breve pausa—. Lo que voy a decirte es algo importante para mi. Es muy personal, pero tú siempre ha sido mi mejor amigo.

Hizo otra pausa. Kisugi esperaba en silencio.

—Y hoy más que nunca necesito tu apoyo y tu consejo. —Sus últimas palabras fueron algo inseguras, casi implorantes.

Kisugi le miró fijamente.

—Sabes que siempre puedes contar conmigo —dijo con una seguridad absoluta—. Para lo que haga falta. —Añadió.

Taki suspiró aliviado, pero empezó a sentirse algo nervioso.«Bien, ya estamos aquí, pero ahora… ¿Cómo se lo digo? ¿por dónde empiezo?»

—Verás, yo… —Se detuvo para tragar saliva. Estaba totalmente sonrojado y temblaba de puro nervio.

Kisugi se dio cuenta del trance en que se hallaba su amigo y comenzó a relajarse sospechando la naturaleza del asunto que les había traído hasta allí. Intentó sonreir con calidez y ternura para infundir confianza en su amigo de siempre.

—Taki Kun ¿Esto no tendrá que ver con que te gusta Izawa Kun? —Le espetó directamente. Su tono de voz tenía un aire divertido, casi cómplice, pero totalmente desprovisto de malicia. Invitando a la confidencia.

Taki estaba petrificado, con la boca abierta y los ojos a punto de salirse de sus órbitas.

—Kisugi...tú….¿Lo sabías? —logró decir cuando encontró su voz de nuevo.

El gesto de Taki era tan cómico que Kisugi no pudo evitar una risilla. Taki pareció enfadarse por ello.

—¡Perdona! ¡Perdona! —dijo Kisugi levantando las manos en gesto conciliador—. No me estaba riendo de tí, te lo aseguro, es que toda esta situación me ha parecido un poco divertida.

—¡¿Divertida?! —Taki parecía furioso —. Lo he llegado a pasar bastante mal ¿sabes?

El tono recriminatorio de Taki hizo que Kasugi se sintiera algo avergonzado. Bajó la vista al suelo.

—Perdona, supongo que no ha sido fácil. —La tristeza y arrepentimiento en las palabras de Kasugi eran tan evidentes que a Taki se le pasó el enfado de golpe.

Kasugi le miró a los ojos de nuevo, esta vez con afecto sincero.

—Si, lo sabía —dijo tranquilamente—. De hecho, se que te gustan tanto las chicas como los chicos.

La seguridad con la que Kisugi hizo tal afirmación dejó atónito a Taki. «¿Tan transparente soy?» Se preguntó.

Kisugi pareció leer sus pensamientos.

—Soy tu mejor amigo —continuó—. Hemos pasado mucho tiempo juntos durante años, me he dado cuenta de a quien te quedas mirando y a quien no —comentó con tono socarrón.

—Ya veo —Taki parecía dudar—. Creía que era más discreto.

Kisugi percibió algo de preocupación en su amigo.

—Lo eres, de verdad —aseguró—. Pero tu y yo tenemos una complicidad y un entendimiento que me ha permitido percibir tus… —dudó un momento—. Intereses e inquietudes.

Taki enarcó una ceja

—¿Así es como quieres llamarlo? —dijo con fastidio.

—Quiero decir que se como eres —respondió Kisugi de forma más intensa—. Me gusta como eres.

Las últimas palabras las pronunció en voz baja y con un profundo afecto.

Esta vez Taki ya no pudo contener la emoción y abrazó a su amigo mientras le ardían los ojos por las lagrimas que intentaba no derramar.

—Kisugi… —hizo una pausa—. A mi también me gusta como eres. Eres mi mejor amigo

Se detuvo otra vez mientras las lágrimas brotaban finalmente. De alguna forma consiguió que no le temblase la voz.

—Y te quiero, Teppei.

Su amigo había respondido a su abrazo y lo sostenía contra su pecho mientras le acariciaba el cabello con dulzura.

—Yo también te quiero, Hajime —sus palabras fueron tan afectuosas y sinceras como su abrazo.

Finalmente se separaron y Taki respiró hondo mientras se enjugaba las lágrimas con el dorso de la mano.

Estuvieron callados durante un momento. Taki fue el primero en hablar.

—Kisugi…

—¿Sí, Taki?

—¿Crees que Izawa Kun lo sabe? —Taki parecía inseguro de nuevo.

—Lo sospecha —respondió sin asomo de duda.

—¿Lo sospecha? —repitió Taki confundido. No esperaba esa respuesta.

—Quiero decir que sospecha que también te gustan los chicos —explicó—. De hecho, una vez me dijo: «¿Sabes, Kisugi Kun? Creo que Taki Kun juega en dos ligas diferentes, igual que yo».

Taki casi se echa a reir por lo descarado, ingenioso y, de alguna manera, apropiado de la analogía empleada por Izawa. La risa se esfumó cuando reparó en las palabras de Izawa:«Igual que yo»

—¿Igual que yo? —repitió— ¿Eso significa?

Kisugi asintió y terminó la frase

—Que Izawa Kun y tu tenéis más en común de lo que creías.

—¿Porque nunca dijiste nada? —le reprochó.

—Porque no quería entrometerme en asuntos tan personales —reconoció con franqueza y algo sonrojado.

—Entonces… — continuó Taki— ¿No es seguro que Izawa sepa acerca de mis sentimientos por él?

Kisugi negó con la cabeza.

—Me temo que no —respondió—. Tampoco sabría decir si el siente algo por tí, nunca le he notado nada a ese respecto.

Taki bajó la cabeza con resignación.

—Supongo que no lo iba a tener tan fácil —comentó con aire pensativo—. Si quiero poner fin a mis dudas no tendré más remedio que abordarle directamente.

—Sin duda es lo mejor —dijo Kisugi visiblemente animado—. Conoces a Izawa desde hace casi tanto tiempo como a mi. Sabes que es un buen amigo y confías en él.

Kisugi miró a Taki con complicidad y sonrió.

—Y ahora sabes que vuestros intereses coinciden —añadió divertido—. Aunque no corresponda a tus sentimientos su reacción debería ser muy positiva.

—Tienes razón, Kisugi Kun —asintió complacido—. Sería una lástima si al final del todo no pudiéramos estar juntos, pero ya no tengo razón alguna para temer confesarle mis sentimientos.

Kisugi estaba maravillado por la confianza y seguridad que su amigo había recuperado.

—Así se habla, Taki Kun. Pase lo que pase os deseo lo mejor a los dos.

 

Instituto Nankatsu, al día siguiente

Taki se aplicó especialmente durante las clases de la mañana tratando de no pensar en Izawa y en lo que le iba a decir. La concentración en los estudios le ayudó bastante. A la salida de la última clase se demoró, como era su costumbre, para esperar a sus antiguos compañeros del Shutetsu: Kisugi e Izawa. Los tres formaban un trío muy competitivo en la formación de ataque del Nankatsu, llevaban años jugando juntos y se compenetraban muy bien.

—¿Qué tal estáis llevando la semana, chicos? —preguntó Izawa mientras recogía su pupitre—. Mañana tenemos el partido amistoso contra el Shimada y tenemos que estar a punto.

Izawa parecía especialmente animado y enérgico. Lo cierto es que siempre se había distinguido por saber animar al resto de compañeros, era muy extrovertido y un gran creador de juego. Taki, por el contrario, siempre había sido el más reservado de los tres.

—Haremos un buen papel, como siempre —comentó Kisugi lleno de confianza—. No te preocupes por eso.

—¿Y tú que piensas, Taki Kun? —Izawa se había vuelto hacia él con interés—. Últimamente te noto más callado y distante de lo habitual, espero que vaya todo bien.

La preocupación de Izawa era genuina, y eso sólo aumentó más el respeto y afecto que sentía por su compañero.

—Yo… —respondió Taki dubitativamente—. Hay algo importante que tengo que decirte, Izawa Kun.

Esta vez su voz fue más firme y segura. Sus ojos también mostraban determinación.

—Creo que mejor los dejo solos —dijo Kisugi haciendo ademán de marcharse.

Izawa estaba intrigado por la actitud de Taki y la salida de Kisugi lo estaba haciendo sospechar.

—Kisugi Kun, no es necesario —explicó Taki—. Eres nuestro amigo y me gustaría que estuvieras presente.

—Vaya, cuanto misterio… —comentó Izawa intentando relajar la tensión.

—Izawa Kun, Yo… —Taki hizo una pausa mientras miraba a su amigo con intensidad.

Izawa miró tanto a Taki como a Kisugi. La sonrisa enigmática de éste último, junto con el evidente nerviosismo y ansiedad de Taki, le dieron la pista que necesitaba para resolver el enigma.

—Creo que se lo que me vas a decir —dijo Izawa con dulzura.

Taki abrió mucho los ojos por la sorpresa.

—¿Lo...sabes? —logró decir con una mezcla de alivio y confusión.

Izawa avanzó hacia su compañero y lo abrazó por sorpresa. Taki tardó unos segundos en reaccionar pero respondió al abrazo dejando que sus emociones se liberasen. Arropado por el cariño de Izawa se sintió seguro y tranquilo por fin.

Izawa aún tenía que sorprender a sus amigos de nuevo. Suavemente tomó el rostro de Taki con una mano mientras se inclinaba sobre él (Izawa era un poco más alto), y sus labios se fundieron en un beso apasionado. Con ese beso, Taki supo lo que su amigo sentía por él. Las palabras ya no eran necesarias. Se lo habían dicho todo.

Permanecieron unos momentos mirándose en silencio mientras Kisugi observaba sin atreverse a interrumpirles.

—Perdón ¿Ya habéis terminado? —la nueva voz en la puerta del aula sorprendió al trío del Shutetsu

—¡Ishizaki, kun! —exclamaron al unísono.

Ishizaki se había puesto rojo como un tomate y ahora se deshacía en disculpas.

—Os ruego que me perdonéis, no era mi intención interrumpir algo tan personal —balbuceó el defensa del Nankatsu mientras intentaba explicarse—. Me había olvidado unos libros en el pupitre y había vuelto a recogerlos cuando…

—Esta bien, Ishizaki —dijo Izawa con resignación—. No hace falta que te disculpes, sabemos que no eres un cotilla.

Ishizaki suspiró con alivio

—Bueno, entonces…con vuestro permiso...recojo mis libros y me voy —dijo como si no hubiera pasado nada.

Taki no estaba molesto pero sí algo preocupado.

—¿Podemos contar con que seas discreto, Ishizaki Kun? —preguntó con algo de aprensión.

—¿Qué? Pero...¡Por supuesto! —respondió Ishizaki molesto—. ¿Por quien me tomas? Esto no es asunto mío, no traicionaré vuestra confianza.

Taki sonrió con gran alivio

—Gracias, Ishizaki Kun.

Esta vez fue el turno de Ishizaki de sonreir.

—Si me permitís decirlo, haceis una bonita pareja y me alegro por vosotros —las palabras de Ishizaki eran sinceras. Se volvió hacia su pupitre y siguió hablando con algo de pesar—. Al menos vosotros os tenéis el uno al otro. Yo...no tengo a nadie.

La voz de Ishizaki no reflejaba envidia, solo tristeza, resignación...y anhelo.

—Ishizaki Kun, estoy convencido de que tu también acabarás encontrando a alguien —afirmó Taki con convicción—. Eres un buen jugador y mejor persona.

Ishizaki pareció conmovido por las palabras de su compañero.

—¿En serio lo piensas? —preguntó entusiasmado

—Bueno, por lo menos la parte de la buena persona… —respondió Taki con tono burlón.

—Ya decía yo.. —dijo Ishizaki con abatimiento tras desplomarse en su silla.

Los tres del Shutetsu estallaron en carcajadas.

—Es broma, Ishizaki kun —aseguró Izawa—. Eres un excelente defensa y un gran jugador de equipo.

—Gracias, chicos —dijo Ishizaki visiblemente sonrojado mientras se rascaba la cabeza.

Ishizaki guardó los libros en su mochila y se dispuso a salir. Se detuvo en el umbral de la puerta.

—Chicos, se que no es asunto mío, pero… —se volvió de nuevo hacia sus compañeros—. ¿Tenéis intención de compartir vuestra relación con el resto del equipo?

Su voz sonó ligeramente preocupada. Los tres se lo quedaron mirando de forma interrogativa sin decir nada.

—Quiero decir que podéis confiar en todos y cada uno de ellos plenamente —se apresuró a explicar apresuradamente—. Y os apoyarán sin reservas.

Taki miró a Izawa sólo para confirmar lo que ya había decidido y ambos asintieron en silencio. Después se volvió a Ishizaki

—Si —dijo—. Tienes razón, confiamos plenamente en ellos. Además merecen saberlo. Somos un gran equipo porque todos cuidamos de todos y nos preocupamos por el bienestar de nuestros compañeros. Dentro y fuera del campo.

Las palabras de Taki sonaron llenas de emoción y seguridad. Todos asintieron al escucharlas.

—¡Estupendo! —exclamó Ishizaki con alegría—. Nos veremos en la reunión de la tarde.

Se despidió de sus compañeros guiñando un ojo y salió al pasillo a la carrera con su mochila a la espalda.

Taki miró de nuevo a Izawa y apoyó la cabeza en su hombro mientras se abrazan de nuevo.

—Bien, creo que ahora si les dejo solos —dijo Kisugi saliendo por la puerta—. Nos veremos esta tarde.

Una vez Kisugi hubo salido, la nueva pareja se unió de nuevo con otro beso más largo y apasionado que el primero.

Notas finales:

Bueno, ahí dejo eso XD 

Creo que no está mal para empezar. En el próximo capítulo tendremos la declaración oficial ante el equipo Nankatsu y luego ya veremos a donde nos lleva todo esto..


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