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Princesa Heylin por minima

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I

Había pocas cosas que le sorprendían al príncipe heylin, siendo su existencia tan longeva tenía el privilegio de haber presenciado gran parte de la historia de la humanidad y del mundo con sus propios ojos. Fue testigo de guerras, caída de reinos e imperios, la construcción de otros, el nacimiento de los así llamados importantes figuras en la historia, vio cuando en el mundo las creaturas mágicas, no solo los dragones, andaban por la tierra con más frecuencia que como lo era ahora, basiliscos, unicornios y diversas creaturas que ahora solo podían ser conocidos por relatos e historias él las vio.

Chase Young en sí mismo era una existencia que sorprendía a cualquiera.

Por lo que sí, Chase podía decir que actualmente existían pocas cosas que le sorprendieran.

Jamás imagino que alguien como Jack Spicer, el patético gusano, lo llegaría a sorprender alguna vez.

Nada más y nada menos que con un hecho que jamás se le hubiera imaginado o relacionado con el adolecente de gabardina negra y googles amarillos.

Un bebé.

Jack Spicer tenía un bebé.

Pero regresemos un poco al pasado, al momento que lo cambio todo.

Los Spicer eran una familia muy adinerada, su fortuna era una de las más grandes en Asia, por eso es que no era de extrañar que gente tratara de acercarse a ellos para ganar su favor, en el mundo de los negocios pocos son considerados realmente amigos y mucho menos sinceros, a pesar que la mansión Spicer se llenara de personas en las fiestas que daban pocos eran los que estaban ahí por aprecio a la compañía de los magnates de exportaciones y comercio.

Jack lo sabía, por eso detestaba ir a esas fiestas, o la gente se acercaba a él con sonrisas hipócritas tratando de ser su “amigo” o sacarle algo de información de la compañía de sus padres, o lo miraba como si no encajara en el medio ambiente tan sofisticado de la fiesta, cosa que era cierto, jamás se sintió cómodo en esa clase de reuniones, no le interesaba socializar y prefería encerrarse en su laboratorio o ir a buscar un wu, pero no siempre podía escapar de estos encuentros sociales que organizaban sus padres.

Después de todo aun dependía económicamente de ellos, y para contentarlos de vez e cuando debía hacer ciertos sacrificios.

El último que asistió sería el que más detestaría en su vida y culparía y agradecería un poco a sus padres por ello.

Como ya se dijo Jack normalmente evitaba y lograba no ir a las fiestas de sus padres incluso si estas eran llevadas a cabo en la mansión en donde él se encontraba viviendo, sus padres a lo largo de los años dejaron de insistirle que asistiera a estos eventos en parte porque era muy terco y porque Jack sabía que sus padres se sentían más cómodos si este no interactuaba tanto con sus importantes invitados con todas sus “excentricidades”, ambos padres esperaban que cuando se le pasara la “etapa” de gótico y encerrarse en su dichoso laboratorio pudiera ser material para sus fiestas y reuniones sociales.

Pero no siempre se podía cumplir lo que uno deseara; los Spicer daban grandiosas fiestas, hombres importantes de negocio de todo el mundo asistían, y también grandes figuras políticas, más que socializar era una demostración de poder y de influencias que tenía la familia Spicer, que reflejaban una imagen de grandes empresarios, excelentes socialites y una FAMILIA poderosa, es en eso último en lo que debían esforzarse un poco más, ya que no podían ser familia si en todos los eventos un miembro de ellos faltaba siempre a las fiestas o reuniones aun si era un adolecente excéntrico.

Así que ahí estaba Jack Spicer, obligado y amenazado con quitarle su mesada o cuidar a su primita de nuevo para asistir a una de esas fiestas de sus padres, sus googles amarillos, su gabardina negra vieja y degastada, incluso sus preciadas botas y guantes dejados en su habitación para vestir un traje negro hecho a la medida, con gemelos de puños de plata con el logo Spicer en su camisa, mocasines negro brillante a juego y una estúpida corbata atada al cuello, incluso había tenido que aplacar su cabello y no usar su delineador porque según su madre esta era una reunión seria y no fiesta de disfraces.

Era irónico lo dicho por su madre, en esos momentos vistiendo toda ese atuendo formal y elegante se sentía que estuviera usando un disfraz en realidad que cuando usaba su ropa diaria, y en cierta forma lo era, porque no era como los demás herederos de las demás familias de magnates o políticos que también asistían a esa fiesta, no quería heredar realmente la compañía aunque si el dinero para planes a futuro, no asistía a estas reuniones para comenzar relaciones que le ayudarían en su supuesto futuro en el mundo de los negocios y definitivamente no presumía su apellido como si tenerlo ya era como tener una placa pegada en la frente que dijera a los demás que debían besarles el culo; no lo malinterpreten, estaba orgulloso de su nombre, porque sonaba genial y según la historia familiar contada por su abuela hubo personas interesantes en ella, pero él quería hacerse un nombre propio, no ser reconocido por ser el hijo de los “Spicer” sino por ser JACK SPICER, el genio del mal que algún día conquistaría al mundo.

Por eso mismo aunque había ocasiones en que personas se le acercaban para socializar lo miraban con burla o desprecio, ya que según ellos lo podían tener todo cuando creciera pero era demasiado “raro”, “un desperdicio que el heredero de los Spicer fuera un fenómeno”, “demasiado excéntrico”, “infantil”, entre muchas otras cosas que Jack estaba seguro que esos estirados pensaran.

Tal vez por eso era tan bueno con los insultos, prácticamente creciendo con ellos de manera directa o indirectamente tirados a él. Chase, Wuya, los tontos Xioling jamás fueron los primeros en insultarle o restregarle en la cara sus defectos.

La noche iba más que aburrida, sino fuera por la copa ocasional de vino que lograba tomar de los camareros que pasaban a lo largo de la fiesta sería más que insoportable.

Una de las pocas ventajas en esas fiestas era el alcohol y que los camareros no pidieran tu credencial o cuestionaran que fueras menor de edad, mucho menos si eras el hijo de los anfitriones de dicha fiesta; Jack en realidad no era un mal bebedor, que hubiera tenido tan poca supervisión en gran parte de su vida le había dando una gran libertad para experimentar y probar experiencias nuevas, lo que se traduce a que cuando le entro curiosidad llego a asaltar el armario de licores de la cocina y cuando quería probar cosas menos sofisticadas que los vinos y champaña o el escoces que en dicho armario se encontraba había salido de antro un par de veces y crear una identificación falsa o sobornar al gorila de la puerta para entrar y probar cerveza barata o el vodka con algún jugo de fruta dulce.

No era estúpido, sabía lo que el alcohol en exceso podía hacer y Jack apreciaba suficiente a sus neuronas para volverse un adicto a este o a cualquier otra sustancia adictiva además del café, aunque si tuvo un par de resacas en sus primeras experiencias y si decidía probar algo más fuerte prefería hacerlo en la intimidad de su casa en lugar de algún baño de mala muerte como había visto a algunos hacer.

Tenía 16, casi 17, sabía lo que quería en la vida pero eso no quería decir que no pudiera experimentar un poco y cometer algunos errores.

Ahora regresando a la fiesta.

La aburrida fiesta.

Ya había atendido los intentos de conversación de algunos socios menores de la compañía Spicer, respondió sus preguntas sobre la bolsa, planes de marketing e inversiones como un profesional, dejándolos con la boca abierta y callando a más de uno, pasaba a menudo que quisieran “ponerlo a prueba”, como ellos dirían, para ver qué tan preparado estaba (ponerlo en ridículo querían ellos, él lo sabía) y Jack siempre los dejaba callados, si podía armar un robot con los ojos cerrados prácticamente, responder esas preguntas era pan comido, además antes de los wu estudio tácticas militares, políticas, economía y demás materia para planes de conquista mundial que no implicaran magia y que se realizaran a la vieja escuela.

La mayoría de la gente olvidaba que era un genio, sino por su edad, aspecto o su forma de ser, porque creían al ser el niño “mimado” de los Spicer no le interesaría ese tipo de cosas.

Y hablando de gente que le subestimaba, había una figura fémina que no le había quitado el ojo en toda la noche, no precisamente interesada en su atractivo, aunque feo no era, pero estaba más interesada en la jugosa cuenta bancaria que representaban los Spicer y el medio en que pudiera conseguirlo por medio por el único hijo de la familia.

Simone de La Fontaine era la típica hija mimada de papi y mami, su familia era de Francia pero habían emigrado por cuestiones de negocios a China, decisión tomada por sus padres pensando que su negocio de exportación de telas y la casa de diseño de moda de su madre sería un éxito rotundo en continente asiático, lo cual así fue, o al menos así lo era los primeros años que llegaron, el negocio familiar se mantenía relativamente estable, pero los continuos derroches de dinero de toda la familia incluida ella habían llevado a la fortuna familiar a la ruina, tenían ahora más deudas que dinero, y aunque esto se había podido disimular por un tiempo no significaba que esto pudiera ser duradero a largo plazo.

A sus 21 años Simone jamás había trabajado en su vida, y se negaba rotundamente a dejar su lujoso estilo de vida solo porque el dinero empezó a escasear en la familia, y si sus padres no podían arreglar este inconveniente, ella encontraría la manera de arreglarlo al menos para ella.

De hecho ya lo había estado haciendo este último año, saliendo y acostándose con algunos de los ex socios de su padre, todos hombres mucho mayores que ella que le cumplirían sus caprichos solo por fingir algunos orgasmos o hacerles creer que una hermosa joven como ella pudiera sentir la más leve atracción por ellos, pero con el tiempo era fastidioso tener que esperar a que ellos tuvieran que acceder a comprarle cosas o darle dinero, y algunos podían ser demasiado fastidiosos o controladores en algunos aspectos, siendo que ella prefería tener el control de las cosas.

En estos casos nada mejor que pedirle consejo a una madre, y Simone era así imagínense la mujer que le dio a luz, su inteligente consejo fue: “consíguete un marido que puedas manejar y que te de todo el dinero que quieras”.

Simone no quería casarse tan joven, pero con el matrimonio tenía el beneficio de que todos los bienes de su marido pasarían a ella también, tarjetas bancarias incluidas y el divorcio al final siempre era una opción. Entre más lo pensaba no le parecía mala idea, pero ninguno de sus antiguos amantes tenía una cuenta bancaria que satisfacerla todos su caprichos a consideración de ella, ella siempre quería lo mejor, y lo mejor era un Spicer.

Por un momento pensó en seducir al señor Spicer, después de todo ella era mucho más hermosa y joven que su actual esposa, pero la vieja bruja rara vez lo dejaba solo, incluso trabajaban en la misma oficina en su compañía y lo acompañaba a todos sus viajes, pero cuando se enteró que tenían un hijo, apunto a por él.

Es por eso que se encontraba en esa fiesta, acompañaba a sus padres y aunque recibía elogios y coqueteos de varios hombres, mayores y jóvenes, tendría que dejar la diversión a un lado por el momento para concentrarse en atrapar al joven Jack Spicer.

Que el chico fuera algunos años más joven que ella la motivo más, sería fácil de manipular y entrenar, además, los bobos adolecentes solo tenían una cosa en mente según ella y a ella no le molestaba dárselo o creer que le daría sexo si eso hacía que obedeciera sus caprichos.

Pero la noche no iba como quería, el mocoso era todo un ser arisco y antisocial, incluso cuando paso frente a sus narices luciendo su generoso escote ni la volteo a ver, esta noche al menos debía ser perfecta para seducirlo, pero Jack Spicer no parecía estar interesado en nada en especial en esa fiesta.

No pensó que tendría que llegar tan pronto a esta parte del plan, pero conociendo lo esquivo y con la poca frecuencia con la que se le veía en sociedad al adolecente tendría que usar su haz bajo la manga.

Mamá siempre decía que los hombres podían ser volubles con sus amantes, pero con la madre de sus hijos siempre sabían darles su lugar.
Notas finales: Notas:

Es algo cliché lo de la vieja tratando de amarrar a alguien quedando embarazada, lo sé, culpo a las novelas mexicanas, en esas dé a huevo a la villana se le ocurre o al menos se le pasa por la mente cometer tal cosa, pero fue lo que se me ocurrió para que nuestro querido Jack terminara con su bendición, domingo siete, un escuincle o como quieran llamarlo. Y bueno, esto es un cliché de novela mexicana para atrapar al protagonista, pero Jack no es un héroe de novela mexicana, sino un villano y él no se dejara casar solo porque una puta se aprovechó de él, no señor.

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