Primer día de escuela.
Oh, tan memorable y entrañable cómo todas las personas alrededor del ancho y redondo mundo suelen recordarlo. Hoy, Aoba Seragaki ha logrado escalar un peldaño más en el ámbito de la realización personal; hoy, Aoba Seragaki asistiría a su primer día de clases en la prestigiosa universidad de Midorijima: Platinum Jail.
Esta universidad no era reconocida como la mejor de la isla sólo "porque sí". La universidad Platinum Jail es gratuita y al alcance de todo aquel que busque inscribirse en ella, cuenta con una reconocida excelencia académica y becas de diversos tipos para alumnos destacados, el campus y las instalaciones son impecables y verdaderamente amplios, y las carreras a las que los alumnos pueden aspirar son diversas y variadas.
Aoba se sentía verdaderamente afortunado de haber obtenido el puntaje necesario en el examen de admisión para ser admitido en la carrera que deseaba: informática. Se había esforzado muchísimo en estudiar, e indudablemente ese esfuerzo descomunal había rendido frutos. La universidad era increíble, nadie dudaba ni un poco de ello; y por lo mismo, Aoba había decidido que aprovecharía al máximo de todo desde el primer minuto de clases.
El joven de característica cabellera azul se encontraba ahí, de pie ante la puerta de su clase. Había entrado al campus sin una idea verdadera de que tan grande era, y había terminado perdiéndose; pero, gracias a indicaciones de demás estudiantes logró llegar sin ningún inconveniente más.
El joven tomo el pomo de la puerta y entró a su respectiva clase, con un nerviosismo que sentía que le iba a corroer el estómago. El salón era, tal y como se contaba, espacioso e impecable; las numerosas butacas se encontraban en orden ascendente, con el suficiente espacio para que los alumnos pudieran acomodarse; y el pizarrón junto con el escritorio y silla del profesor se encontraban en medio de todo. Aoba observó por unos segundos su salón de clases, y procedió a acercarse a las butacas ascendentes para buscar un asiento.
Entre los rostros de los alumnos que se encontraban esparcidos por los diferentes asientos, uno llamó especialmente su atención.
— ¿Ren?, ¿eres tú? — preguntó el chico peliazul al divisar a un jóven de cabello corto, de color negro-azulado, piel caucásica y collar tan característico.
Ren inmediatamente lo reconoció. Eran amigos desde hace ya algunos años atrás; ambos tenían el sueño compartido de estudiar informática e ingresar a Platinum Jail, y vaya, lo lograron.
— ¡Aoba! — Ren le sonrió ampliamente, dejando ver aquellos colmillos que lo caracterizaban. Aoba siempre había dicho en broma que lo hacían ver como un adorable cachorro, quizás un pomerania pequeño y esponjoso.
El chico peliazul tomó asiento al lado de su amigo, y lo saludó con entusiasmo. Era una gran coincidencia que estuvieran en la misma clase.
Ambos charlaron un poco, y se pusieron "al día" de los temas que no habían platicado el uno con el otro. Fueron unos par de minutos agradables de una charla amistosa y amena, pero lamentablemente el profesor en turno llegó y tuvieron que parar, de otra forma podrían ser reportados. ¿Y quién deseaba ser reportado en su primer día como estudiante?, ¡así es!, ¡absolutamente nadie!
Las primeras clases transcurrieron con normalidad, y con ellas, el tiempo también.
— ¿Quieres almorzar conmigo? — preguntó Ren a su fiel amigo, en cuanto la clase dió por finalizada y el profesor salió del salón. Él chico no perdía el tiempo, claro que no.
— ¿Tengo otra opción? — respondió sarcástico, pero riendo.
— Hasta que hagas nuevos amigos, no.
Ambos rieron, y después de guardar las libretas, lápices, lapiceros y plumones que utilizaron durante las clases, salieron del salón con rumbo a la cafetería. Eh... No sabían exactamente dónde estaba, pero seguramente no sería una tarea complicada, ¿no?
Lo que no imaginarían es que se extraviarían de regreso al salón, y perderían una clase en lo que averiguaban el camino para llegar. La clase perdida también fue mérito de un reporte, claro.
Ah, que increíbles son los primeros días de escuela. ¿No es así?