—Sabes que no era necesario traerme hasta aquí ¿Verdad?- Hablo sarcástico y quejoso a la vez mirando con los ojos entrecerrados hacia el camino cubierto de pasto y flores, con árboles en todo el paisaje mientras la luz del sol se escondía.
—Yo creo que si es necesario. - Dijo riéndose juntando sus manos detrás de su espalda y caminando algo rígido. No era usual tener a Ging para él solo en un día, así que debía aprovecharlo al máximo. El adulto suspiró sin dirigirle la mirada, escondiendo sus manos en sus pantalones holgados. Todo el día se estuvo preguntando "¿Por qué vine hasta aquí? ¿Había necesidad? Dijo que estaba bien, a pesar de perder de su nen. No entiendo porque... Debí de preocuparme tanto." pensaba escondiendo parte de su rostro en la larga bufanda que rodeaba su cuello. "¿Preocuparme por él? Pff. Yo no me preocupe por él, nunca lo he hecho."—Ya estamos cerca, enserio te va a sorprender. - Exclamó emocionado luego de unos cuantos segundos de silencio sepulcral. Ging hizo un sonido de asentimiento aunque al pasar de los minutos sintió algo que se recargaba en su brazo. Giró su rostro hacia abajo viendo como Gon tomaba su mano sacándola de su bolsillo y luego entrelazaba sus dedos con los suyos mismos. —Tu mano es muy grande. - La mano de Gon era pequeña, muy pequeña a comparación de la de Ging. Este último sintió su rostro calentarse suavemente por la tierna mueca de Gon al comparar los tamaños, al final no dijo nada y sólo veía el entusiasmo de Gon incrementar cuando comenzó a tocar más arriba. —Algún día seré igual de fuerte que tú Ging. - Estaba tocando su brazo por encima de la holgada ropa que portaba de forma descarada, y también se estaba intentando trepar en él . —Bajate Gon .- Dijo algo incómodo por lo repentino de todo. El moreno hizo un puchero pero accedió, infló sus mejillas bajando de Ging pero nunca separó sus manos. Esa acción estaba poniendo muy nervioso a Ging y no quería aceptar la razón.
El azabache de un momento para otro iluminó su mirada haciendo una mueca emocionada, Ging no pudo evitar pensar en lo adorable que su hijo era. "No, no es adorable." se mordió suavemente el labio inferior. —Estamos muy cerca. - Exclamó con sus mejillas sonrojadas por la gran sonrisa que tenía en el rostro. Sus grandes ojos color miel miraron profundamente a los de su padre el cual desvío la mirada dirigiendo su dedo índice a su mejilla, sobando ligeramente. —¡Apresurate! - De pronto fue jalado hacia adelante, siendo prácticamente arrastrado por el más pequeño.
Ging no dijo nada hasta llegar al lugar donde Gon dejó de correr lentamente, dejándose caer en el suave pasto haciendo a su padre desconcertarse por la acción repentina. Soltó su mano viendo los ojos de su hijo brillar entusiasta mirando hacia al frente. —Ging. - Susurró mientras el mencionado se sentaba a su lado apoyándose en sus brazos los cuales mantenían la acción por sus palmas en el pastizal. —Mira. - La mano de Gon se alzó, apuntando hacia el frente. Ging alzo la mirada viendo el atardecer esconderse detrás de un gran árbol rodeado de un pequeño riachuelo cubierto de nenúfares y luciérnagas volando cuando el sol ya no se encontraba a la vista, escondiendo sus últimos rayos.
Los ojos de Ging miraron a su alrededor por la magnífica vista. Había visto cosas parecidas en sus viajes, pero lo único que cambió fue que estaba siendo acompañado por su hijo quien tenía una sonrisa ligera y sus grandes ojos mirando a su alrededor. Su mirada color café no dejó de observar las reacciones de su pequeño hijo, él se encontraba ajeno a los pensamientos de su padre. "Adorable." Pensó el mayor quien se le escapó una suave sonrisa, no pudo evitar no contradecir ese pensamiento. —¿No es maravilloso, Ging? Cómo la naturaleza puede hacer una escena inolvidable. - Los ojos color miel se encontraron con los cafés quienes miraban directamente al menor con una mueca seria.
Gon ladeó su cabeza al no recibir respuesta, sin despegar sus ojos del mayor. —¿No lo crees? - Preguntó. Intentando en vano hacer a su padre reaccionar. Gon un poco incómodo dejó de mantener contacto visual mirando ahora hacia abajo un poco desconcertado ante la frialdad de su progenitor, jugando con sus dedos. "Malditamente adorable." Pensó nuevamente dejando de contradecirse a sí mismo, no podía evitarlo, su hijo era adorable en todo el sentido de la palabra.
—Sí... - Respondió Ging algo ruborizado e incómodo por haber aceptado lo anterior.
El azabache menor lo volvió a mirar, sonriendo radiante con la poca luz de la luna que reflejaba en su iluminado rostro. —Seguro has visto cosas así antes ¿cierto? - La mano de Ging tomó la de Gon haciendo a este callarse enseguida. De un momento a otro jaló al menor hacia él quien por inercia cayó sobre el pecho de su padre. —¿G-Ging? - Tartamudea inconscientemente al no esperarse esa muestra de cariño. Las grandes manos de su padre se desplazaron hacia su espalda, acobijandolo en un abrazo. El rostro de Gon se ruborizó un poco, Ging nunca lo había abrazado, nunca había demostrado acciones tan cariñosas con él.
—Eres malditamente adorable. - Murmura en un gruñido haciendo a Gon abrir grande los ojos por tal confesión.
Ging nunca había mostrado contacto alguno con él.
Ging nunca le había dicho que era adorable hasta ese momento.
Gon alzó su rostro, mirando a Ging quien aún lo acobijaba en sus brazos, sus mejillas estaban ruborizadas por la tierna vista de su hijo que tenía al frente suya
—Ging... - Susurra no sabiendo como responder, opta por pasar sus brazos por la ancha espalda del mencionado, sentándose en su regazo mientras apoyaba su rostro nuevamente en su pecho.
—Cállate, no digas nada. - Responde el mayor. Estaba consciente de que todo lo que había pasado no era catalogado como "normal". Solo quería tener a Gon con él un momento más, tal vez un par de días y después volver a dejarlo ir.
Porque sabía que si se quedaba más tiempo con él, probablemente todo saldría mal para su moral.
Muy mal.