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Su Salvación por JennVilla

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Tres años después...

Draco despertó y sin abrir los ojos completamente, se estiró con satisfacción en la cama provocando un leve quejido en su compañero de vida.

Harry...

Aquel hombre con cabello revuelto y desastroso que había cambiado su vida y había logrado mostrarle una luz de esperanza en un tortuoso camino que Draco pretendía empezar.

Aquel hombre que lo enloquecía en todas las maneras posibles y que hacía que Draco sonriera feliz y agradecido con la vida cada que se encerraba en sus pensamientos.

Draco sonrió ahora, como hacía a menudo en estos tres años. Estiró su brazo y acarició lentamente la hermosa y varonil cara de su Harry. Reconociendo con las yemas de sus dedos los rasgos tan queridos... Diciéndose una vez más que todo era real, que Harry Potter era suyo... Su ángel y ancla.

Harry abrió un ojo y luego bostezó sonoramente con la misma extravagancia que le caracterizaba. Draco sonrió de nuevo sin poder detenerse.

—Buenos días Draco.

Draco se acercó al cuerpo caliente de Harry y le besó ambas mejillas, apartándose rápidamente antes de que Harry besara su boca. Draco estiró su brazo por encima del tonificado cuerpo de su novio y alcanzó su varita para hacer un pequeño encantamiento refrescante en la boca semi-abierta por la indignación de Harry. Luego procedió a hacer lo mismo en la suya propia.

— ¿Es en serio Draco? —preguntó Harry entrecerrando sus preciosos ojos verdes— ¿Te vas a poner de pijo desde la mañana?

Draco sonrió con inocencia y ahora sí, besó a Harry en la boca con profundidad y lentitud, pasando levemente su mano por el costado de Harry provocando un leve estremecimiento.

Harry le correspondió con entusiasmo y acarició con una mano el sedoso cabello de Draco, recordándole así uno de los momentos que Draco guardaría celosamente en su corazón el resto de su vida.

Un Draco destruido y ausente después de visitar la tumba de su madre en un pequeño cementerio en una de las hermosas Villas en Francia. Nunca había podido averiguar el paradero de sus padres después de muertos, y allí después de tantos meses llenos de preguntas internas y casi asfixiantes, Draco al frente de la tumba de Narcissa Malfoy, se sintió vacío. La mano en su cabeza lo sacó de sus cavilaciones... Los ojos verdes y comprensivos de Harry Potter le observaban, dándole una pequeña sensación de calor en su pecho. Pero duró poco y Draco se derrumbó y lloró en los brazos del que fuera su némesis en Hogwarts. De aquel que en ese momento le mostraba que aún quedaba alguien que quisiera reconocerle como ser humano, y no como un mortífago caído en desgracia.

Draco no pudo evitar ahora, en medio del beso, estremecerse un poco con los recuerdos de ese tiempo en que él estuvo roto y fue armado nuevamente de pies a cabeza por la sonrisa gentil y las cálidas palabras de Harry. Quien proponiéndose ser su amigo, logró que Draco empezara a brillar con un suave esplendor por saberse comprendido y apoyado por alguien tan bondadoso como Harry.

Harry quien le hizo ver la cara buena de la vida y le ayudó en todo; curándole física y mentalmente para empezar de cero de manera correcta. Ese hombre obstinado que le hizo brillar como una supernova cuando al fin Draco comprendió el alcance de sus sentimientos por el Gryffindor, y cómo este le correspondía de igual manera.

Harry se separó de Draco y le miró con atención.

—Draco, ¿qué pasa? ¿Te sientes mal? ¿Aún tienes molestias en la garganta? Ya sabía yo que no tenías que trabajar en ese laboratorio con este clima. No, pero tú no haces caso y vas y te metes a esos calderos con la gripe tan terrible que tienes.

Draco puso los ojos en blanco e intentó reiniciar el delicioso beso. Pero Harry no dio tregua.

—Ah y ya sé lo que piensas... Es sólo una gripe por el invierno, Harry, además, ya estoy restableciéndome poco a poco y ya verás que pronto estaré como nuevo —Harry estaba imitando la voz de Draco a la perfección, el muy cabrón—. ¿Pero sabes qué te digo yo, como el Medimago que soy?

Draco escondió la cara entre sus manos y bufó con exasperación.

—Yo te digo que no —Harry continuó—, aún no estás en condiciones de ir a trabajar. Tienes que seguir cuidándote y tomando las pociones que te receté y que oh sorpresa, tú mismo mejoraste como todas las demás pociones medicinales para que tuvieran mejor efecto.

Draco puso los ojos en blanco y se dispuso a dar la vuelta para dormir y no escuchar más regaños de Harry Mamá Potter. Merlín, Draco sólo quería un novio guapo y sexy...

Aunque no se iba a cansar nunca de que Harry cuidara de él. Y tampoco iba a decirle que aún al día de hoy, recordaba sus días en Azkaban, y sus días bajo el yugo de un mago psicópata. Prefería que pensara que por ejemplo ahora, ese hubiera sido un quejido por la gripe que le venía arruinando los días últimamente... Principalmente cuando quería estar todo el día bajo las sábanas junto a su novio.

—Puedo hacer algo por ti, si me prometes que dejarás de ir a tu laboratorio en estos días. —dijo Harry con voz insinuante detrás suyo.

Harry...

—Ya sabes. Todo lo que hago, lo hago por tu bien. Y no quiero verte enfermo así que si evitamos ir a partes como esas, y más bien nos quedamos en casa cuidándonos como debemos, todo volverá a la normalidad en poco tiempo. ¿No crees?

— ¿Y por qué hablas en plural?

—Oh bueno, no sé... Supongo que en la clínica pueden prescindir de mí por unos días. Puedo ser tu Medimago personal —Harry cargó con intención sus palabras al llevar lentamente su mano por la entrepierna semi-interesada de Draco—, y aliviar tus horas de ocio.

Cabrón. Eso era Harry Potter, un cabrón desalmado que chantajeaba con sexo a un pocionista en pleno apogeo.

—Pues ya te digo yo que no. En estos días he estado perfeccionando una poción que contrarresta los estornudos con chispas de la Viruela de Dragón —dijo Draco tratando de ignorar esa traviesa mano que acunaba ahora sus testículos—. No vas a interrumpir mi trabajo.

Harry silbó con desilusión pero no apartó la mano. Antes bien, incrementó sus caricias y las llevó a otro nivel, pasando su pulgar por el glande húmedo y necesitado del pobre miembro de Draco.

—Bueno... Al menos lo intenté.

—Harry...

—Pero quiero que quede en constancia que te lo advertí. —dijo Harry cerrando la mano alrededor del tronco y subiendo y bajando lentamente pero con firmeza.

Draco gimió bajito y empezó a empujar contra la mano de su novio para buscar un poco de alivio. No era justo, de verdad que no.

—Harry, no puedes... hacerme esto. —suspiró.

— ¿El qué? Creo que he sido comprensivo y he puesto en primer lugar tu necesidad de acabar con una poción ¿no? —las caricias eran más rápidas ahora y Draco se estaba derritiendo— Después de todo, tu trabajo es más importante que tu salud y el estar con tu novio quien quiere cuidarte en casa. De verdad que me ha quedado claro.

Draco no creía aguantar más.

—Harry por favor...

Harry no respondió y mordió el hombro de Draco, moviendo con más fuerza su mano y pegándose a él lo más posible para que notara su erección.

— ¡Al carajo todo! —casi gritó Draco quien en un ágil movimiento -del cual seguiría sorprendiéndose más tarde-, se movió en la cama logrando quedar encima de Harry.

Procedió sin tardanza y delicadeza a retirar los bóxer de Harry mientras el moreno se afanaba con los suyos también. Ambos eran fuego en ese momento y tendría que pasar un buen rato para que se calmara y apagara.

Ya completamente desnudos, las caricias, besos y mordidas no se hicieron esperar dando paso a esa pasión desaforada que quemaba y hacía que los cuerpos, almas y corazones de Draco y Harry se fundieran en uno solo.

Las caricias aumentaron; las fricciones entre ambos cuerpos anhelantes se hicieron insoportables hasta el punto de que la excitación no dejaba cabida para otro pensamiento lúcido.

Draco preparó a Harry a conciencia; dilatando esa pequeña y apetitosa entrada rosa, masajeando alternativamente las piernas y el miembro ansioso de su novio para que la molestia inicial de sus dedos en ese interior caliente y apretado, se vieran opacadas por su toque.

Y el primer empuje de Draco en Harry fue glorioso, como siempre lo había sido. Draco tuvo que cerrar los ojos y contenerse para no terminar con aquella dulce agonía que le embriagaba cada que penetraba a Harry. Se inclinó sobre el cuerpo caliente de su novio y le besó con fiereza y profundidad siendo correspondido de igual manera por un Harry más que deseoso y ansioso.

Pero el auto-control tenía su límite, Draco empujó y empezó a embestir certeramente, moviéndose para encontrar el ángulo perfecto que llevaría a Harry al cielo.

El sudor en sus cuerpos formaba una fina capa brillante, que contrastaba casi mágicamente con la luz del sol que entraba por su pequeña casita en Francia.

Todo era perfecto, Draco no podía pedir más. Levantando las piernas de Harry y poniéndolas en sus hombros, embistió con más fuerza sin dejar de mirar al hombre que amaba, gimiendo audiblemente por las sensaciones tan avasallantes y por lo lleno de vida que se sentía.

Harry se corrió primero, con la ayuda de la fricción que se creaba entre el abdomen de Draco y su miembro. Los músculos en su ano se contrajeron y provocaron que Draco se dejara ir, llenando a Harry con su semen.

Se quedaron unidos por más tiempo, mientras Draco descansaba su peso en Harry y este le abrazaba fuertemente. Los jadeos eran más controlados y la respiración estaba volviendo a la normalidad.

—Supongo que ya te he convencido ¿no? —Harry dijo con voz seca producto de los gemidos que habían salido sin control de su garganta.

Draco salió de él y rodó a su lado de la cama para luego fulminar con la mirada a Harry.

—Cabrón.

Harry rio a carcajadas y atrajo en un abrazo apretado el cuerpo de Draco. Besándole la frente con suavidad, suspiró contento.

—Te amo, Draco. —dijo fijando su mirada en los ojos de Draco.

Te amo y haré lo que esté en mi alcance para que seas feliz y estés siempre a mi lado. Significaba esa mirada.

—Y yo te amo a ti, Harry Potter. —dijo Draco devolviéndole la mirada.

Te amo, y haré mi mayor esfuerzo por regalarte la misma luz y salvación que tú me brindaste sin reservas.

 

 

 

 

-fin-

Notas finales:

¡Hola!

Sí, hemos terminado con este mini-fanfic. Espero que les haya gustado, y que me acompañen en los próximos.

Jenn.

 


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