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Cambios por JennVilla

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La reunión en Cabeza de Puerco transcurre con normalidad; el ambiente está lleno de risas y anécdotas divertidas entre Harry y sus amigos. Claro que Harry no es que esté participando muy activamente, pues por más que trate de evitarlo, Draco no sale de su mente.

—Estás muy callado, Harry —dice Hermione, mirándole atentamente y atrayendo la atención de los demás—. ¿Qué está pasando por esa mente inquieta? —sonríe.

Harry se sobresalta.

— ¡No me pasa nada!

—Escuché lo que hiciste hoy, Harry —dice Luna quien se había unido a ellos momentos antes—. Me alegro de que tú y Draco puedan ser amigos ahora.

— ¿No crees que es un poco raro, Luna? —pregunta Ginny después de un silencio incómodo.

—Creo que es muy bueno. Ellos dos tienen mucha química, ¿no lo crees, Ron? —pregunta la rubia viendo el rostro verdoso de Ron.

Él se ahoga con su bebida y Hermione le golpea con fuerza en un brazo. Harry entrecierra los ojos y mira con indignación a Ron.

— ¿Sabes? Draco no es tan malo como tú pareces pensar.

— ¿Draco? —Ron casi escupe el nombre.

Harry decide ignorarlo.

—Tal vez él esté buscando redimirse. Tal vez si ustedes le dan una oportunidad, él sería agradable con todos ustedes también. ¡Incluso contigo, Ron!

—Nunca sería su amigo, incluso si él rogara por ello. —gruñe Ron fulminando con la mirada a Harry.

El ambiente entre los chicos se pone tenso. Cada uno es capaz de notarlo, así que todos hacen lo mejor por dirigir los pensamientos en otra dirección, y evitar que la pequeña reunión se eche a perder.

— ¡Chicos! —grita Hermione luego de un rato, al parecer apenas cayendo en cuenta de algo— Son pasadas las once, ¿cómo es posible que se nos haya ido el tiempo así?

—Podríamos Aparecernos —dice Neville, asustado—. Será más rápido.

—No estamos autorizados para hacer eso. —dice ella con tono mandón.

—Entonces es mejor que corramos. —urge el chico con pánico en la voz.

Todos se ponen de pie y salen de allí antes de que tengan que pagar su pequeña noche de pub, con una detención en compañía de Filch.


Como siempre, Harry va tarde para pociones. Pero él sinceramente sabe que no es su culpa; lidiar con montones de niños de primeros años preguntándole sobre cosas de la guerra, o algunas chicas tratando de hablar con él sobre cualquier tema, sólo por robarle un beso después, es agobiante.

—Oh, Harry, muchacho. Qué bien que estés aquí —saluda el profesor Slughorn cuando ve entrar a Harry al aula—. Ve y toma asiento junto al señor Malfoy. Justo ahora estamos empezando con la preparación para el proyecto...

El profesor continúa hablando y Harry se apresura a llegar junto a Draco.

—Tarde como siempre, ¿no, Potter? —Draco sonríe con un poco de malicia— Si Snape estuviera aquí, ya habría restado cien puntos a Gryffindor por tu culpa.

—No es mi culpa. Todo el mundo está loco; por ejemplo, las chicas siempre están por ahí espiándome y buscando la manera de atraparme.

—Hay un precio que pagar por ser el Elegido.

—Eso sólo es un eufemismo. —dice Harry con tono aburrido.

—Esta poción de aquí —la voz de Slughorn se levanta sobre los murmullos—, es similar al Veritaserum. Claro que sólo funciona con preguntas un poco específicas y generales, pero lo que si es cierto es que de la boca del que la toma, sólo saldrá la verdad...

—Oh por el amor de Merlín, Potter —gruñe Draco mirando a Harry con desdén—. ¡Estás leyendo donde no es! ¡Vamos mucho más adelante!

—Cállate Malfoy. Yo sé lo que hago.

—Oh no —ríe Draco—. No dejaré que tú arruines nuestro trabajo. Pásame el libro, Potter, y deja de ser un insufrible Gryffindor.

Los dos chicos empiezan a forcejear con el libro. Harry no quiere ceder; quiere demostrar al ridículo rubio que él no es tan inepto para pociones.

— ¡Dame el libro, Malfoy!

— ¡Ni muerto!

—... así que necesitaría a dos voluntarios —sigue diciendo el profesor—. Oh, tal vez el señor Malfoy y Harry podrían colaborarnos en el día de hoy, ¿no es así? Pasen adelante, muchachos, por favor.

Draco y Harry interrumpen su jaleo y esconden las manos debajo de la mesa.

—Mira lo que has hecho, idiota. —sisea Harry. Draco le ignora y camina dignamente hacia el profesor. El anciano les entrega el vial y Draco se ofrece a dar el primer trago.

—Ahora, Harry, hazle una pregunta al señor Malfoy —dice el profesor—. Recuerda dejar las preguntas personales fuera de esto.

Harry sonríe y un pequeño rastro de temor pasa por los ojos de Draco.

— ¿Cómo te sientes respecto a los Gryffindor? —suelta Harry.

Sin pensar en lo que va a decir, Draco empieza:

—Pienso que ustedes son unos idiotas sin remedio. Pero algunos de ustedes son inteligentes, valerosos, y yo respeto eso.

El rubor en las mejillas de Draco se acentúa, y Ron desde su puesto, sonríe con diversión.

—Tendré eso en cuenta para una próxima ocasión. —murmura.

El profesor sonríe y pasa el vial a Harry.

—Muy bien, señor Malfoy. Tu turno, Harry.

—Asumo que se me permite preguntar lo mismo —dice Draco enseguida que Harry toma un trago de la poción—. Así que, ¿cómo te sientes respecto a los Slytherin?

—Bueno, si tendría que basarme en ti, Malfoy, diría que todos ustedes son crueles y egocéntricos —definitivamente Harry no diría eso en condiciones normales; ahora está terriblemente avergonzado—. Pero tú no eres del todo... malvado, y eres inteligente. Así que mi concepto puede cambiar si doy un segundo vistazo en tu casa.

—Muy bien —el profesor sonríe—. Gracias por su honestidad chicos, pueden sentarse.

Ambos chicos regresan a sus puestos con gesto pensativo y sin poner mucho cuidado a su alrededor.

—Quiero que continúen preparando sus pociones, no hay tiempo que perder. —anuncia el profesor antes de que toda la clase regrese a sus calderos y sigan con sus trabajos.

—Bueno... Así que el famoso Harry Potter no odia a los Slytherin después de todo, ¿eh? —Draco no puede evitar decir, mientras una sonrisa burlona se desliza en sus labios.

Harry no cae en su juego y más bien dice:

— ¿Sabías que el Sombrero quiso ponerme en Slytherin en primer año?

La cara de asombro de Draco no tiene precio y Harry tiene que controlarse para no reír a carcajadas.

—Creo que no debí haber dicho eso. Olvídalo entonces.

— ¿Estás hablando enserio? —Draco aún no se lo cree— ¿Quieres que olvide uno de los mejores secretos guardados de Harry Jodido Potter?

—No es para tanto.

— ¡Claro que lo es! ¡Todo el mundo piensa que tú eres lo más Gryffindor que puede existir! Pero… Merlín, ahora resulta que también tienes un poco de Slytherin en tu interior. —Draco no puede evitar reír.

—Bueno, sí —Harry dice—. Pero si hubiese sido Slytherin, estoy seguro que no me acomodaría a esas odiosas maneras de ser de ustedes.

Draco levanta una ceja con desdén.

—Y yo estoy seguro de que hubieras sido el peor Slytherin en todo Hogwarts.

— ¡Gracias Malfoy! Sinceramente eso me halaga. —Harry sonríe.

—No fue un cumplido —sisea el rubio con enojo—. Eres un tonto; sinceramente el uniforme verde hubiese quedado de maravilla con tus ojos.

Harry casi se cae de su silla al oír las palabras de Draco. Este, parece haberse dado cuenta de lo dicho, pues un leve sonrojo aparece en sus mejillas, pero no le da mayor transcendencia y Harry está alucinando.

— ¿Qué? —casi grita.

—No te ilusiones. De todas maneras sigues con ese nido de pájaros que llamas pelo, y esas estúpidas gafas. —Draco trata de quitar importancia al tema hablando con displicencia.

—Así que has estado observando mis ojos, ¿eh? —Harry sonríe pícaramente, obviando los anteriores comentarios del rubio.

—Vete al infierno.

Harry lo ignora.

—Bueno, tendría que darte un punto en cuanto a que me luce el uniforme Slytherin. Pero de todas maneras, ese luce mucho mejor en ti.

—Obviamente. Eso no tiene discusión —admite orgulloso y luego comparte una sonrisa con Harry—. ¿Te imaginas verme por ahí con una túnica de Hufflepuff?

Los dos ríen sonoramente llamando la atención de toda la clase.


Mientras Harry pasea por uno de los jardines, no puede evitar pensar en Draco. Un mes entero de clases donde Harry ve diariamente a Draco no se puede ignorar, y él no deja de preguntarse cuándo dejará de pensar en él como si... como... uff. Es que es alucinante que el Slytherin no salga de su cabeza.

Harry se acerca a un pequeño banco y casi enseguida llega allí Ginny para sentarse con él. Ninguno de los dos se da cuenta de que están siendo observados.

— ¿Qué? —dice Pansy con gesto socarrón mientras se para junto a Draco. Los dos Slytherin están en el césped a poca distancia de Harry y Ginny— ¿Ya le dijiste a Potter cómo te sientes? —ella observa con diversión cómo su amigo aparta la mirada de la espalda de Harry hacia ella con sorpresa.

— ¡Pansy! ¡Hazme el favor de no decir tonterías! —gruñe Draco.

Ugg es totalmente devastador verlos a ustedes dos así. Yo sólo quería ayudar un poco, ¿sabes? Ayudarte un poco en tu miseria.

—La única persona que me está atormentado la vida ahora mismo, eres tú —Draco le fulmina con la mirada—. Además, Potter tiene su novia Weasley.

— ¿Ellos siguen saliendo? —pregunta Pansy con curiosidad.

—Bueno... no lo sé... ¡y no me importa! —exclama queriendo reafirmar su punto.

—Claro, cariño, lo sé —dice ella con dulzura—. Me voy entonces, aquí te dejo con tu amor no correspondido. —ella casi corre antes de que Draco saque la varita de su túnica.

Cerca de allí, Ginny y Harry están en una amena charla:

—Te recomiendo que rechaces los regalos de ahora en adelante, Harry —aconseja ella con voz dulce—. Seguramente tienen algo de amortentia y pueden hacerte daño.

—Lo sé —suspira él—. Pero es que son muy persistentes y no sé cómo tratar con ellas. Es escalofriante y- —Harry se interrumpe sintiendo que alguien le observa detenidamente. Esa vieja sensación nunca desaparecerá, haya guerra o no. Harry gira un poco la cabeza y descubre a Draco mirándole. Antes de que Draco desvíe la mirada por la vergüenza, Harry levanta una mano y le saluda con una sonrisa. Draco le corresponde y regresa la mirada a su libro.

—Te gusta mucho, ¿eh? —dice Ginny a su lado y Harry casi brinca por la impresión.

— ¿Qué? —dice Harry asustado— ¿De qué hablas? Yo no-

—No te preocupes, Harry —dice ella mirándole extrañamente, como si contemplara algo ya perdido—. No estoy enojada ni nada parecido. Es sólo que veo cómo lo miras y puedo entenderlo.

— ¿Y cómo lo miro? —Harry no quiere pensar mucho en lo caliente que siente su cara y sus orejas.

—Bueno... Lo miras como solías mirarme a mí primero. —dice ella en voz baja.

—Oh... —Harry no sabe qué hacer con sus manos— Mira, sé que todo el mundo anda diciendo que estoy enamorado de él y todas esas cosas... Pero, sinceramente, me gusta mucho nuestra amistad, ¿sabes? Y no quiero arruinarlo.

—Ya veo... lo siento, no quería presionarte sobre ello, Harry. Luna está en lo cierto, entonces; ustedes dos tienen muy buena química.

—Eh... bueno, sí. Quiero decir... ¿No estás enojada?

Ella suspira.

—Lo estuve; nunca había visto a Malfoy haciendo algo que no fuera burlarse u ofender a los demás. Pero lo que he podido ver entre ustedes dos es diferente, ya sabes, ya no están tratando de matarse continuamente así sea con las miradas... Ahora es diferente. —termina ella con una sonrisa pícara.

—Creo que tienes razón. —Harry levanta la vista y su expresión cambia a una de terror. Varias de las chicas que han estado molestándole, se acercan a ellos. Ginny también se da cuenta de ello y sonríe divertida.

—Es mejor que te vayas, antes de que ellas puedan hacerte volar con sus suspiros o algo así.

—Sí, sí —Harry se pone de pie y se despide—. Nos vemos, Ginny.


Harry entra a la biblioteca con prisas, como casi siempre. No entiende cómo es que nunca puede ser puntual.

—Hola —saluda a Draco mientras se acerca a la mesa de estudio en la que el rubio está acomodado—. Lamento la tardanza, pero es que-

—No te preocupes —dice Draco—. No quise interrumpir tu pequeño picnic.

—Si quisieras, podrías unírtenos —dice Harry con simpleza—. A Ginny no le importa.

Draco bufa y esconde su cara detrás del libro

—Mi vida sí que está cada vez dando giros inesperados. Ahora hasta ya le agrado a los Gryffindor.

—Eso es porque te juntas con el Elegido. —dice Harry socarrón.

—Eres un cabrón arrogante.

Harry ríe y se dispone a estudiar. Draco lo imita y después de un rato, se da cuenta de que no es capaz de estudiar tan tranquilamente con Harry cerca suyo. Draco contempla detenidamente a su compañero, sin perder cada detalle del rostro ajeno. Por ejemplo, Draco piensa que las pestañas de Harry son ridículamente bonitas, y a pesar de las estúpidas gafas, ambas hacen una excelente combinación.

Draco se da cuenta del rumbo de sus pensamientos y furiosamente dirige su mirada al siguiente párrafo en el libro. ¡Merlín! ¡Él no puede estar pensando eso de Harry Potter!

— ¿Estás bien? —pregunta Harry mirándole con curiosidad.

— ¿Por qué tan repentinamente has decidido trabajar conmigo, Potter? —pregunta Draco sin poder evitarlo.

Harry le mira con confusión por un momento antes de decir:

—Bueno... porque eres una buena compañía. Además, tenemos muchas cosas en común. Más de las que tú crees. —Harry se ha sonrojado un poco.

Hay una pequeña pausa y Draco vuelve a hablar:

— ¿Estás saliendo con la chica Weasley? —al momento que la pregunta sale de sus labios, Draco quiere que la tierra lo trague.

— ¿De dónde viene esa pregunta? —inquiere Harry con sorpresa.

—De mi cerebro —bueno, por lo menos Draco siente que no ha perdido toda la dignidad que tiene—. Tú deberías usar el tuyo, de vez en cuando.

—Ese estuvo bueno —Harry sonríe—. Pero no, ella y yo no estamos saliendo desde... bueno, decidimos dejarlo. La guerra cambia a la gente, además, descubrí muchas cosas sobre mí mismo.

— ¿Ah sí? ¿Qué tienes mejor gusto en mujeres, quizá? —Draco sonríe con sorna.

— ¡Ginny no tienen nada de malo! —Harry le fulmina con la mirada— Es sólo que... descubrí que me gustan los chicos también.

Harry contempla con extrañeza el rostro lívido de Draco.

—Oh —dice este simplemente. Ahora no puede dejar de pensar en eso... A Harry le gustan los chicos...

—Así que dime, Draco, ¿estás saliendo con alguien?

Pfft, no tengo tiempo para esas ridiculeces. —dice Draco volviendo al presente.

—Ciertamente debe haber alguien que te guste...

—Te juro que si continúas con esta conversación, Potter, voy a hechizarte el trasero.

— ¡Qué atrevido! –dice Harry en tono coqueto y Draco tiene que mirar a otro lado para no pensar en algo que no es.

La campana suena anunciando las clases y los chicos se disponen a recoger sus útiles para salir de la biblioteca.

— ¿Cómo vas con tu tarea de DCAO? —pregunta Harry mientras ambos salen al pasillo.

—Bien, pero podría ir mejor.

—Puedo ayudarte, si quieres. ¿Nos reunimos más tarde?

Draco esconde una sonrisa y asiente.

— ¡Harry! —Ron viene hacia ellos con paso presuroso— Al fin te encuentro. ¡Vengo a recordarte de lo que planeamos para más tarde, no olvides tu promesa! Seamus y Dean dicen que-

—Oh lo siento, Ron —Harry le interrumpe con gesto contrariado—. Estoy un poco ocupado el resto de la tarde.

— ¡Pero dijiste que ibas a venir!

—Lo siento, Ron. Pero le prometí a Draco que le iba a ayudar con-

Ron, quien apenas ahora parece darse cuenta de la presencia de Draco, dice con enojo:

— ¿Te estás reuniendo con el hurón de nuevo? ¿Por qué no me sorprende?

—Parece que ya han hecho sus planes —dice Draco llamando la atención de los Gryffindor—. No te preocupes, Potter. Estoy seguro de que puedo arreglármelas yo solo.

—No —dice Harry tajante—. Ron, de verdad que estaré ocupado. Podemos reunirnos otro día.

— ¡Siempre estás ocupado! —exclama Ron— Lo único que haces es reunirte con él. Ya te olvidaste que tienes amigos. ¡Ya es hasta difícil verte en la torre Gryffindor!

— ¡No es justo que digas eso! —Harry exclama también— Tú y Hermione mantienen juntos y yo siempre quedo como el sujeta velas allí.

— ¡Eso no es cierto!

—Sí lo es. ¡Además, yo puedo salir con quien me dé la gana!

—Oh eso veo. Y también puedo ver que se te ha olvidado con quién es que sales. ¡El mismo cabrón que hemos odiado desde primer año!

—Las cosas cambian, Ron. Malfoy ha cambiado.

—No, no es así, Harry, y ya lo verás —la cara de Ron no puede estar más roja por la ira—. No quiero que vengas después, lamentándote con nosotros cuando él te apuñale por la espalda. —dicho esto, el pelirrojo gira sobre sus talones y se aleja de allí sin mirar atrás.

Draco puede ver cómo las manos de Harry tiemblan ligeramente. El moreno está observando con fijeza por donde se ha ido su amigo y Draco no puede evitar sentirse un poco mal. Pero de todas maneras, de nada le servirá lamentar algo, así que dice, con el tono más tranquilo que puede emplear:

—Bueno... eso fue entretenido.


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