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89. Hermoso Rojo (03) por dayanstyle

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1—Te lo estoy diciendo, me ha hecho un hombre más valiente—dijo Xiao Lee, mientras limpiaba las mesas en The Running Bunny. Agitaba el trapo hacia Jay, mientras hablaba. —Siento como si ahora, pudiera enfrentar a cualquier chico malo.


Jay negó con la cabeza, mientras le sonreía a Xiao. —Está bien. Te creo.
Xiao sabía que Jay no le creía. Nadie lo hacía. Pero, de nuevo, ¿qué esperaba? Había estado asustado de todo, su vida entera. ¿Se suponía que todos creerían que había cambiado durante la noche?
 
 
Jay cargó los platos en el fregadero, mientras Xiao agarraba la escoba del armario. Estaba cansado y listo para irse a casa. El sol ya se había puesto y el último de los clientes se había ido. No es que la mente de Xiao hubiera estado en el trabajo. Por las últimas horas, sus pensamientos habían estado en qué tipo de aventura podía llegar a entrar.


Antes de que hubiera sido secuestrado y colgado de una cuerda con una bomba atada, Xiao había tenido miedo del mundo, por no hablar de la oscuridad. ¿Ahora? Aún tenía miedo a la oscuridad. El casi ser asesinado, no había cambiado eso.


—Así que, estaba pensando, que tal vez, este fin de semana, podríamos ir a escalar o luchar con un oso—dijo Xiao, mientras colocaba las sillas sobre las mesas, así después podría barrer.


Jay terminó con el último plato y se secó las manos con una toalla, mientras se giraba para enfrentarse a Xiao. —Taeyang me arrancaría el cuello, si fuera a buscar un oso para luchar. Después del fiasco con los federales, aburrido y tranquilidad son las únicas cosas que alguno de nosotros está dispuesto a hacer.


—Si alguna vez encuentro a mi pareja, no voy a dejar que me domine —dijo Xiao, con certeza, cuándo comenzó a barrer. —Va a respetar lo que quiero hacer, sin importar lo que quiera hacer. Si quiero luchar con un oso, él va a ir a buscarme ese oso.

 

 
Jay se rió, y Xiao encontró el ruido molesto. Estaba hablando en serio, y su amigo pensaba que estaba bromeando. Todo el mundo, que lo conocía pensaba las agallas recién descubiertas de Xiao eran divertidas.
—¿Alguna vez has considerado con quién te va a emparejar el destino? — Preguntó Jay.


Xiao se detuvo y frunció los labios, dándole a la pregunta de Jay una seria consideración. —Tal vez alguien un poco más valiente que yo, dulce, que sonría mucho, y me abra las puertas. Quiero un hombre caballeroso que trate a su mamá con respeto y le guste ir agarrados de la mano.
—Esa es una gran lista.
 
Lo era, pero Xiao también sabía el tipo de hombre que no quería. Dominante, mandón, arrogante, cualquier tipo de shifter depredador. No era lo bastante valiente como para estar acoplado a alguien que lo asustaba con sus agallas recién descubiertas o no.


—Tal vez buscaré en línea y veré si tienen uno a la venta en Amazon. El señor sabe que ese sitio web tiene de todo.
La sonrisa de Jay se hizo más amplia. —O Walmart.


Xiao miró boquiabierto a Jay. —Oh, diablos no. ¿Has visto algunas de las personas que compran allí?—Negó con la cabeza.


—Preferiría pedirle una cita al siguiente extraño que me encuentre, que elegir a alguien de ese lugar. El descuento no es siempre algo bueno.
Cuando la campana sobre la puerta tintineó una campana que su jefe había instalado dos meses antes Xiao levantó los ojos y casi dejó caer el mango de la escoba.


—Lo siento, hemos cerrado—dijo Jay mientras se acercaba para estar junto a Xiao.
—Sólo necesitaba instrucciones —dijo el extraño, y Xiao sentía como si el aire hubiera sido succionado directamente de sus pulmones.


El tipo no olía como un shifter o un humano. Él no tenía idea de qué era el desconocido, pero devastadoramente apuesto encajaba definitivamente.

 

 
Tenía los ojos del color del carbón, el pelo tan negro como alas de cuervo, pelo facial que rogaba ser mordisqueado, y un cuerpo que no debería ser cubierto con ropa. El desconocido era todo aspecto oscuro y rasgos sensuales. El traje negro que llevaba, hacía que todo simplemente viniera en un solo paquete delicioso.


El hombre parecía hecho para el placer travieso.
Antes de su encuentro con la cuerda y una bomba, Xiao se habría desmayado cuando se enfrentaba a una figura tan imponente. Se sentía un poco mareado, pero logró mantenerse en pie.
—¿Conoces el lugar de los Lee?—Sr. Alto, moreno y guapo preguntó.
 
 
Jay dio unos pasos hacia atrás, sacó el teléfono y comenzó a marcar, mientras Xiao asentía. —Conozco el lugar.


El desconocido se acercó más, hasta que estuvo directamente delante de Xiao. Levantando su mano, el desconocido pasó el dorso de sus nudillos sobre la mejilla de Xiao, haciéndolo inhalar bruscamente. La mirada del hombre parpadeó sobre su rostro, mientras la esquina de la boca del chico se levantó en una leve sonrisa.


Xiao recordaría esa sonrisa mucho más tarde, cuando estuviera solo, haciéndole cosas traviesas a su propio cuerpo.
—¿Xiao? —Dijo Jay, pero él apenas oyó a su amigo. Sacudió la cabeza ligeramente, incapaz de apartar la mirada de los ojos en los que estaba cayendo.
—¿Quién eres? —Susurró Xiao.


El lado de la boca del hombre se levantó ligeramente más arriba, cuando Xiao envolvió sus brazos alrededor de su estómago, luchando contra el impulso de deslizarlos alrededor del cuello del desconocido y atraerlo. Nunca antes había tenido ese tipo de reacción, con nadie. Era como si el desconocido lo hubiera acariciado desde el interior. Él chilló, cuando el hombre enganchó su mano alrededor del cuello de Xiao y lo acercó.
Sus labios casi se tocaban.


—¿Quién soy yo?—Preguntó el hombre, y luego sus labios se deslizaron sobre los de Xiao, no en un beso, más bien como suaves alas rozándose sobre su piel.


Xiao se arqueó ligeramente, sus párpados aleteando cerrándose, mientras los labios del hombre acariciaron su mandíbula, la punta de su lengua chasqueando afuera para humedecer el lóbulo de la oreja de Xiao. El roce de la ligera barba del hombre, se sintió erótica contra su piel.
 
 
—S-sí—Xiao no podía respirar. No podía hacer nada más que estar allí y dejar que el extraño hiciera lo que quisiera. La extraña necesidad lo arañó, desesperadamente, y todo lo que el hombre había hecho, era rozar sus labios sobre la mejilla de Xiao.


—Soy tuyo, Rojo—el extraño susurro.
Los párpados de Xiao se abrieron de golpe, cuando sus labios se abrieron. Los iris del desconocido eran piscinas de tinta negra en las que Xiao quería ahogarse. —¿C-cómo?


La elevación en la boca del desconocido se convirtió en una completa atractiva sonrisa, cuando el hombre rozó sus labios sobre los de Xiao pero luego se apartó, como si lo provocara, con la promesa de un beso.
—¿Asustado?
No estaba seguro de lo que sentía, pero el miedo era sin duda el precursor en las emociones llenándolo. La lujuria era la segunda. El desconocido se movió otra pulgada, presionando sus cuerpos. Xiao no podía entender lo que estaba sucediendo. No tenía ningún sentido para él. No debería permitirle a este hombre tanta familiaridad, sin embargo, no era capaz de apartarlo.


—Sí—admitió Xiao. —Mucho.
El desconocido movió ligeramente la cabeza hacia la derecha y luego ligeramente a la izquierda, una sacudida singular. —No lo estés.
—¿Quién demonios eres?—Jay exigió, mientras Xiao siguió ahogándose en esa mirada penetrante.

 

 
La sonrisa del extraño se amplió ligeramente. Antes de que diera un paso atrás. Xiao negó con la cabeza, tratando de concentrarse, intentando despejar la nube en su mente, cuando el hombre lo soltó. Tuvo que agarrar al borde de una mesa, para mantener el equilibrio, pero el extraño parecía listo para atraparlo si se caía.


El hombre se giró hacia Jay, mientras presionaba una mano contra su abdomen plano. —Soy Ahn Hwan Hee Espelimbergo.
Xiao inclinó la cabeza hacia un lado, aún sintiéndose como si hubiera sido drogado. Sus piernas temblaban, mientras su corazón latía tan rápido, que su pulso latía en sus oídos.
 
—¿Conoces a los gemelos? —Preguntó Jay. Xiao estaba contento de que su amigo hiciera todas las preguntas, porque no podía enlazar dos pensamientos inteligentes juntos.
—Lo hago—dijo Hwan Hee. —Me han invitado para una visita, pero mi teléfono murió, y perdí el GPS.


Jay apartó la mirada, mientras repetía el nombre de Hwan Hee en el teléfono, mientras tanto Xiao se balanceaba ligeramente. Hwan Hee mantuvo los ojos fijos en él, su mirada era intensa, su mano todavía presionada contra su cuerpo. Xiao quería sentir esa mano de nuevo sobre él, abrazándolo, tocándolo. Su gato ronroneó, buscando la misma cosa.
El hombre sonrió, como si pudiera leerle los pensamientos. Sentía como si su alma fuera desnudada para Hwan Hee, lo que era una locura, porque él ni siquiera conocía al chico. Sin embargo, se sentía como si lo hiciera. No podía explicar cómo, pero había alguna profunda conexión entre ellos.


Xiao se quedó allí jadeando, mientras Jay colgó. Quería ese beso que casi fue. Se encontró inclinándose hacia Hwan Hee. El hombre tomó su rostro, y el mundo entero se desvaneció. Eran sólo ellos dos de pie allí, los dos simplemente viéndose el uno al otro.


Oscura, cruda y sucia lujuria, era lo que veía cuando miraba a Hwan Hee, y una vez más este sonrió como si pudiera leerle sus pensamientos.
—Es un vampiro—dijo Jay.

 

 
Pasaron unos segundos, para que las palabras embotadas de Jay llegaran más allá de la niebla que cubría su mente. Cuando Hwan Hee volvió a sonreír, Xiao vio la punta de uno de sus afilados colmillos.
Xiao retrocedió, tragando ásperamente, mientras trataba de recuperar el aliento. —¿Vampiro?
Hwan Hee se inclinó, y Xiao no podía moverse. Los labios del vampiro se presionaron contra su oreja, cuando el hombre dijo: —Un vampiro que quiere joderte, Rojo.
Él mordisqueó la oreja de Xiao, antes de girar sobre sus talones y salir.
 
 
—Wow—Xiao susurró, mientras observaba al vampiro desaparecer de su vista.
—¿Xiao?
Su pecho subía y bajaba en rápidos jadeos, mientras se humedecía los labios. Se giró lentamente y miró a Jay, que estaba de pie, junto a una mesa, mirándolo con extrañeza.


—¿Estás bien? —Le preguntó Jay.
¿Lo estaba? Se sentía como si hubiera tenido sexo. No había otra manera de describirlo. Su cuerpo se estremeció, mientras asentía. Todavía se sentía como si Hwan Hee estuviera de pie justo delante suyo. El calor del hombre se aferró a él, y esa colonia masculina persistía. Era un olor oscuro, terroso, y Xiao quería embotellarlo para poder sacarlo más adelante, e inhalar una gran bocanada.


—Xiao, él es un vampiro—dijo Jay, como si decirlo por segunda vez podría sacarlo de cualquier hechizo bajo el que estuviera.
—Sí, lo sé—dijo Xiao, cuando los efectos de la presencia de Hwan Hee finalmente comenzaron a desvanecerse. —Dios, lo sé—Sacudió la cabeza. Un vampiro. A medida que esa sola palabra, comenzaba a hundirse en su mente, se estremeció de nuevo, no porque quisiera al hombre, sino porque el interés de Hwan Hee en él, lo aterrorizaba.
La conexión que había sentido, lo asustaba hasta la muerte.

 

 
—No te desmayaste —señaló Jay y luego sonrió. —Estoy orgulloso de ti. Supongo que realmente eres más valiente.
No, no era eso. Xiao había sentido que sus rodillas se debilitaban, y las ganas de desmayarse habían estado allí, pero era como si Hwan Hee le hubiera impedido hacerlo, lo había mantenido firme sobre sus pies. Esa era otra cosa que no podía explicar.
—Creo que estas caliente por él—Jay cerró la puerta y se giró hacia él, sonriendo.
—No seas ridículo—Xiao desechó la loca idea de Jay. Es un depredador, ¿recuerdas? No quiero un depredador.
 —Tus labios dicen que no, pero ese raro brillo en tus mejillas y tus ojos aturdidos, dicen que sí.
—Estás loco—Xiao comenzó a caminar hacia la parte trasera, donde podía marcar su salida y volver a casa.
Jay continuó con sus burlas, mientras lo seguía.
—No sabía que te gustaban tan oscuros y peligrosos. Xiao tampoco. Eso era nuevo para él.
—Espera, ninguno de los dos le dio instrucciones. Jay frunció los labios.
—Tienes razón. Supongo que no las necesitaba, después de todo.


Si Hwan Hee no había necesitado direcciones, entonces ¿por qué el hombre se había detenido? A medida que Xiao marcaba su salida, una sensación de hundimiento comenzó a florecer en la boca de su estómago. Esa profunda conexión, que había sentido hacia Hwan Hee, sólo podía significar una cosa.
La mano de Xiao comenzó a temblar, mientras deslizaba su tarjeta en la ranura.
—¿Xiao? —Jay puso su mano sobre el hombro de Xiao.


—¿Qué es? ¿Qué pasa?
—C-creo que el vampiro es mi pareja. —Los bordes de su visión se enturbiaron, cuando el suelo se precipitó hacia él.
 
La mandíbula de Jay cayó, mientras miraba hacia abajo, a Xiao, que estaba inconsciente en el suelo. Corrió alrededor del mostrador y mojó una toalla, antes de llevarlo de vuelta a su amigo. De rodillas, Jay limpió la cara del shifter gato.
—Hey, despierta, amigo—Acunó la cabeza de Xiao en su regazo, mientras pasaba la toalla húmeda sobre su frente. Llamaron a la puerta de atrás, y Jay oró para que fuera Taeyang.


Afortunadamente todavía no había cerrado. —¡Está abierto! Cuando Taeyang entró, frunció el ceño. —¿Qué pasó?
Suspirando, Jay dio unas palmaditas en la mejilla de Xiao, tratando de despertarlo. —Hey, despierta
Miró a su pareja. —Creo que Hwan Hee es la pareja de Xiao. El pequeño gatito se desmayó, cuando la comprensión le cayó.
Acuclillándose junto a ellos, Taeyang pasó la mano por cabello rojo de Xiao.
—No envidio a Xiao.
Las cejas de Jay fruncidas. —¿Por qué?
—Porque—dijo Taeyang, antes de soltar un profundo suspiro—cuando Hwan Hee era un adolescente, fue atacado y torturado por un demonio llamado Shin Gwang Cheol. Desde entonces, Hwan Hee no ha estado bien de la cabeza.
Oh, eso era malo. Xiao podría haberse vuelto un poco más valiente, pero no sería mental o emocionalmente lo suficientemente fuerte, como para tomar a un vampiro roto. —¿Cómo es eso?

 
 
—Durante años después de su captura, no habló con nadie, ni dijo lo que había ocurrido—Taeyang sacudió la cabeza. —Una vez más, yo no envidio a Xiao.


Jay frotó la punta de los dedos sobre la mejilla de Xiao. Su amigo no tenía un camino prometedor por delante, pero Jay estaría allí, para el pequeño gato. Eso era todo lo que podía hacer.
Los párpados de Xiao se abrieron, antes de que frotara una mano por su rostro. —¿Qué pasó?
—Te desmayaste—Jay colocó la toalla en el suelo junto a él. —¿Puedes sentarte?
 
—¿Me desmayé?—Xiao sonaba tan decepcionado, que Jay quería abrazar al chico.
—Nadie puede culparte—dijo Jay, tratando de suavizar el golpe de que no era tan valiente, como él había pensado que era.
—Hwan Hee era bastante intimidante.
Los ojos de Xiao se abrieron, como si recordara por qué se había desmayado. Su cabeza giró de Jay a Taeyang, y luego gimió, antes de ponerse en  pie, balanceándose, y luego agarrar la barra.
—¿Necesitas un aventón a casa?—Preguntó Taeyang, con preocupación.
—No— Xiao dijo, mientras se humedecía los labios. —Puedo conducir. Jay y Taeyang observaron a Xiao salir por la puerta de atrás.
—No lo envidio—Taeyang murmuró, una vez que Xiao estaba fuera de la vista.
 
 
continuara...
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