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De apuestas con los zafiros por JennVilla

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Y por supuesto que Tom lo pensó. Pensó en todo lo bueno y todo lo malo; claro que después se dio cuenta que no había nada de malo en intentar algo con Dan.

Reunió todo el valor que le quedaba y marcó el número de Dan. No tuvo que esperar mucho.

— ¿Hola?

— ¿Estás en tu apartamento?

Eh... sí.

—Bien.

Tom colgó, evitando entrar más en pánico con la sola voz de Dan. Toda la temeridad que hubiera tenido, se había esfumado totalmente. Había viajado hasta allí con la firme convicción de que no iba a dejar pasar la oportunidad de estar con Daniel, y ahora se cuestionaba seriamente si estaba perdiendo la cabeza o no.

Pero recordó -mientras entraba en el edificio- todo lo que había vivido con Dan, todo las sensaciones que él despertaba en su cuerpo, las fantasías que despertaba en su mente; recordó sus zafiros, esos hermosos ojos que aún a él, siendo un niño de doce años, le había hecho pensar que eran y serían los más bonitos para él.

Recordó -mientras tomaba el ascensor- todos los buenos momentos, las apuestas cargadas de intención por parte de Dan, las risas, los abrazos, el beso.

Mientras se encaminaba por el pasillo, recordó lo que Jade le había dicho respecto a su casi obsesión con Dan. Recordó cómo la relación con aquella grandiosa mujer le había servido para saber que Daniel Radcliffe había calado hondo en su corazón.

Recordó -mientras Dan le abría la puerta de su apartamento- que él mismo había soñado con tener una relación con el atractivo castaño. Recordó cómo había bromeado con él y con David para que hicieran una escena romántica entre sus dos personajes. Había parecido una broma para ellos, sí. Pero Tom quería una excusa para besarse con Dan.

Y ahora la tenía, pensó mientras se abalanzaba sobre un sorprendido Daniel, para besarlo. Ahora tenía la excusa de que había sido un estúpido, y que había olvidado lo bien que se sentía besarlo. Aunque sólo lo hubieran hecho una vez antes, Tom no lo había olvidado, y mucho menos había pensado en ello como el pago de una apuesta.

La intensidad del beso se fue deteniendo hasta que Tom y Dan unieron sus frentes, jadeando por aire.

—Si hubiera sabido… que el dar mi dirección traería a chicos... tan guapos a la puerta de mi apartamento para... que me atacaran a besos, no habría sido tan negligente en darla. —Dan se veía supremamente adorable mientras tomaba aire para poder hablar.

—Cállate. —Tom rio y abrazó a Dan.

— ¿Te han dado Amortentia?

— ¿Eh?

—Ya sabes... referencias.

Dan estaba sonriendo mientras acogía a Tom en sus brazos.

—Sólo tú puedes pensar en absurdas referencias de películas en un momento así. —bufó Tom.

—Hay que calmar la tensión, ¿no?

Tom negó con la cabeza sonriendo y dijo:

—Voy a decirte a qué vine. No me interrumpas.

Dan asintió sin decir palabra.

—Bien... he decidido darte una oportunidad.

—No te creas tan importante, Thomas.

—Te he dicho que no me interrumpas. Como iba diciendo, he decidido-

—Ya me aburrí. —interrumpió Dan nuevamente.

— ¿Eh?

—Que luego puedes explicarme la monserga que sea que me vayas a decir. Los dos sabemos la verdad y ya no hay más que decir. Además, no esperas que viniendo tú aquí, atacándome a besos, me pone de humor para una charla y no para… otra cosa.

—Dan- —Tom quería creer que tenía voluntad de hierro, pero la sonrisa traviesa de Dan no ayudaba.

— ¿Por qué no mejor solucionamos este problema? —preguntó Dan de forma inocente mientras le tomaba de la mano y lo guiaba dentro de su apartamento.

—No vine aquí a-

—Claro que viniste a eso. El pequeño Tom está muy ansioso.

— ¿Qué? —Tom jadeó. La desvergüenza de Dan le sorprendía a veces.

—Y el pequeño Dan también.

Tom sintió su cara enrojecer cuando bajó la vista a los pantalones de Dan.

— ¡Daniel! ¡Me haces sentir incómodo!

—Por mí no te preocupes, estamos en confianza.

La queja de Tom murió en sus labios cuando estos fueron atacados por los de Dan con un beso hambriento y necesitado que quería decir muchas cosas.

Más tarde, después de una intensa sesión de besos, de que se desnudaran mutuamente y de que Dan repartiera besos por todo su pecho, Tom no pudo dejar de pensar en la suerte que tenía y en lo tonto que había sido por haber siquiera pensado en no estar así con Dan, negándose lo que siempre había querido.

Dan se arrodilló junto a Tom en la cama, con una mano apoyada en su pecho para inmovilizarlo mientras Tom se inclinaba para besarle ferozmente.

—Mierda... ¿Sabes cuántas veces he soñado con esto, Thomas? Con tu cuerpo desnudo frente a mí, tú tan duro y rogando que te folle.

Tom tembló mientras la mano de Dan descendía lentamente por su piel caliente para luego detenerse y agarrar su duro miembro.

—Estás muy equivocado si crees que yo iré abajo, Daniel.

Dan sonrió y dio un ligero apretón en el sensible miembro de Tom, provocándole un sonoro gemido.

— ¿Acaso no quieres que yo te folle, Tom? ¿No quieres que te haga gritar y gemir mi nombre? —los labios de Dan se movían sobre el pecho de Tom, marcando un sendero ardiente mientras dejaba marcas en su piel entre palabras.

—Cállate y hazlo. —respondió Tom jadeando y cerrando los ojos.

La mano de Dan prodigaba lentas e insinuantes caricias. Tom sabía que podía perder la cordura si seguía así.

—Daniel-

—Dime.

—No me hagas decirlo. No seas cabrón.

Estaba indefenso ante la avalancha de placer, mientras la mano de Dan agarraba su miembro, pero aun así, no iba a rogar. Sabía que Dan luego se aprovecharía de eso.

De repente, la mano desapareció y Tom sintió a Dan de pie. Abrió los ojos para ver al otro hombre parado junto a la cama quitándose la última prenda: los bóxer. A Tom se le hizo agua la boca ante la vista.

Dan volvió a arrodillarse junto a él.

—Eres jodidamente irresistible, Tom.

El tono de voz de Dan era pecaminoso; Tom no tardó en intentar darse alivio él mismo.

—Yo creo que luego tendremos tiempo para más preliminares ¿no crees? —Dan gimió.

—Estoy de acuerdo. —contestó Tom.

Dan asintió y apartó la mano de Tom de su tarea para luego empujar su cuerpo y hacerle caer de espaldas.

Tom abrió las piernas sin vergüenza alguna y volvió a acariciarse impúdicamente mientras Dan alcanzaba un pequeño frasco de su mesita de noche. Los zafiros nunca abandonaron los de Tom.

El sonido de un chasquido llamó su atención y observó cómo Dan goteaba lubricante sobre su erección.

— ¿Quieres prepararte tú mismo? —preguntó Dan mirándole intensamente.

—Creo que con lo tuyo es suficiente.

Dan rio y terminó de acariciarse para acomodarse entre las piernas de Tom.

—No dejas de ser un presumido.

—Y tú no dejas de ser un parlanchín.

Dan alzó una ceja y se mordió el labio.

—Bien. Entonces... ¿estás listo para mi polla, Tommy?

—Daniel. —siseó Tom con fastidio.

Dan se encogió de hombros y se inclinó para besar a Tom suavemente.

—Espero que esto signifique lo mismo para ti, como lo es para mí.

Tom se estremeció y luego sintió cómo la punta del miembro de Dan empujaba contra su entrada, robándole el aliento. La sensación de dolor hizo que casi se arrepintiera por no prepararse, pero trato de olvidar su incomodidad y más bien se aferró a la espalda de Dan.

Cuando Dan tocó fondo, este se inclinó para besar rudamente a Tom en los labios, mordiéndole mientras flexionaba sus caderas lo suficiente como para que Tom se quejara un poco. Dan iba a hablar pero Tom le calló con otro beso y adelantó sus caderas para encontrarlas con las ajenas. Dan siseó y se echó hacia atrás, hasta que sólo la cabeza de su miembro estaba dentro de Tom, antes de golpear sus caderas y volver a meterlo todo, estableciendo un ritmo profundo y duro que pronto tuvo a ambos jadeando.

Tom levantó y envolvió sus piernas alrededor de la espalda de Dan, y se empujó hacia arriba para hacer frente a cada golpe, jadeando y repitiendo el nombre de Dan con la voz cargada de placer.

Dan le miraba fijamente y cuando no estaba besándole, estaba hundiendo la cabeza en el hueco del cuello de Tom mientras jadeaba. Un rato después, cambió ligeramente su ángulo, y rozó la próstata de Tom, haciéndole gritar.

—Mierda, Tom, estoy cerca. —dijo Dan cuando los movimientos de sus caderas se volvieron más frenéticos.

Metió una mano entre ellos para alcanzar la erección de Tom, acariciándola mientras seguía empujando.

—Oh Dan...

Tom estaba cerca también, el estímulo en su próstata sumado a las caricias desesperadas de Dan lo tenían al borde.

Dan tranquilizó su mano sobre el miembro de Tom lo suficiente, como para inclinarse hacia abajo y tomar su labios en un brusco beso, gimiendo mientras sentía cómo la entrada de Tom comenzaba a estrecharse a su alrededor.

—Mierda. Se siente tan bien, Tom. —gimió.

Los empujes de Dan aumentaron en fuerza y su mano volvió a acariciar la erección de Tom.

Tom sentía sus testículos temblar mientras intentaba contener su liberación, hasta que no pudo aguantarlo más y se dejó ir mientras gemía roncamente. Dan le siguió y se corrió dentro suyo, casi gritando el nombre de Tom para luego caer como desmayado sobre él.

Tom abrazó su cuerpo y se sorprendió de poder soportar el peso de Dan, considerando que no tenía fuerzas. Dan se quedó quieto mientras intentaba recuperar el aliento antes de retirarse suavemente y moverse para recostarse junto a Tom.

—Eso estuvo genial. —dijo Dan después de un momento, cuando apenas pudo formular palabra sin necesidad de jadear.

Tom asintió en silencio, girándose hacia Dan y poniendo un brazo en su abdomen.

—Sí significó para mí lo mismo que para ti.

Dan fijó su mirada en la de Tom y sonrió.

Tom nunca había creído en el cuento ese de que las miradas hablaban. Eso se lo dejaba a las películas, donde él había tenido que fingir amor por alguna compañera de reparto. Pero ahora, mientras miraba los zafiros de Dan, se dio cuenta de que estaba equivocado.

—Has gritado.

Tom se alejó de su ensimismamiento y sonrió por la ocurrencia de Dan.

— ¿Eso es lo único que tienes que decir? Dañas el romanticismo, Daniel Radcliffe.

—Sólo lo decía porque ahora tienes que pagar la apuesta. Déjame recuperarme y te llevaré a cenar, mon amour.

Tom sonrió y besó la punta de la nariz de Dan. Luego de un momento, despertó totalmente de su adormecimiento.

— ¿Has dicho apuesta? —preguntó, sin querer saber la respuesta. Cuando Dan asintió, Tom quiso huir de ahí— ¡Pero yo no he apostado nada!

—Lo que pasa es que no te acuerdas, Tom —la sonrisa de Dan era enorme—. Pero así es, has perdido nuevamente así que prepárate para pagarla.

— ¡No!

Dan sonrió y se incorporó para quedar encima de Tom.

—Esta vez tiene que ver con Rupert, nuevamente.

— ¡No! —gritó Tom antes de ser atacado nuevamente por los labios de Dan.

 

 

 


fin


 

Notas finales:

¡Gracias a todos por leer!


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