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La astucia de Shura por EtaAquarida

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Notas del fanfic:

Los personajes pertenecen a Masami Kurumada. Historia basada en la novela "El ingenio de Porportuk" de Jack London.

Notas del capitulo:

Dedicado a la comunidad del foro "Saintseiyayaoi.net". Espero que lo disfruten.

 

-Eta.

Camus había nacido en Francia, en una familia de carpinteros de entorno rural. Hijo único, tranquilo y centrado en sus estudios, enorgullecía a sus padres quienes lo veían como el posible primer miembro de su familia que alcanzaría a pisar una universidad. Niño prodigio con especial predilección por la filosofía, formulaba continuamente cuestionamientos sobre la ética y el deber, lo que, sumado a que aprendía rápido y con gran facilidad, hacía que sus cercanos le vieran futuro en la carrera de leyes.
 
La familia de Camus, conocida y apreciada por todos sus vecinos, intentaba día a día facilitar el futuro de su pequeña promesa intelectual trabajando hasta la extenuación para colmar sus necesidades de conocimiento; lo que incluía traer maestros al campo para enseñarle en casa, labrarle conexiones para el futuro con importantes personalidades de la zona y el pago de libros y material de estudio.
 
Durante los primeros años del niño sus padres consiguieron con agotador esfuerzo brindarle todas las herramientas necesarias, pero cuando éste alcanzó los siete años, el descenso drástico en los pedidos de trabajo hizo que la educación de Camus pasara por fuerza mayor a segundo plano. No hubo más libros, ni clases privadas y el escritorio de madera, fabricado con tanto cariño, hubo de ser vendido como parte de un trabajo de carpintería.
 
Sin embargo, un maestro en particular, viendo el potencial del niño, se había negado a renunciar a su educación y quería enseñarle a Camus a toda costa así la familia de éste no pudiera darle ni un centavo a cambio. Aquel maestro, de nombre Shion, era un excéntrico y temperamental hombre de ciencias que se había hartado del mundillo intelectual de las universidades y había optado por volverse educador infantil. Graduado de una universidad que los padres del niño desconocían, el hombre parecía ser toda una eminencia con estudios en todas las áreas del conocimiento. Le enseñaba al pequeño sobre cualquier materia y para sorpresa de todos Camus aprendía mucho más con aquel único profesor que con todo un equipo.
 
Shion y Camus pasaban juntos el día. Shion llegaba al amanecer, cuando ambos padres comenzaban su jornada laboral, y se llevaba al chico con sus cuadernos hasta casi caer la noche. Camus aprendía en contacto con el entorno, viajando con su maestro a las regiones contiguas a su pueblo, haciendo preguntas, resolviendo problemas y dilemas y hablando con Shion en diferentes idiomas; era a su vez sometido a actividades físicas intensas para acostumbrar el cuerpo al trabajo duro, la disciplina y el esfuerzo, por lo que con el tiempo adquirió un cuerpo fuerte y musculado para su edad, y sus padres podían observarlo algunos días en el jardín entrenando con su maestro y luego estudiando a ratos iguales.
 
Durante casi un año Camus y su maestro continuaron en esta dinámica de aprendizaje. El ejercicio le hizo abandonar al niño su timidez natural la cual suplantó por una silenciosa seguridad, la disciplina lo obligó a templar su carácter y el trabajo duro aplacó su arrogancia interior producida por el orgullo de sus propios resultados. A sus ocho años se comportaba intentando dar la imagen de un hombre serio, responsable, moderado en su actuar, que era crítico y analítico hasta con sus propios pensamientos, y había avanzado tanto que Shion mismo consideraba que no había nada más que él pudiera enseñarle, puesto que Camus poseía unas bases sólidas suficientes para que pudiera adquirir por su cuenta cualquier conocimiento que deseara obtener. Así fue que Shion optó por dejar al niño a su suerte, confiando en que podría valerse por sí mismo sin problemas, y se dispuso a hablar con sus padres al respecto.
 
Shion les dijo a ambos padres todo lo que pensaba sobre Camus y su educación y lo gratificante que había sido para él mismo haberle brindado todos sus conocimientos a un niño que sabría que los aprovecharía y, aunque ambos padres lo comprendían y estaban conmovidos, la situación no era la ideal. Ninguno de los dos iba a pretender hacer que Shion siguiera dándole clases a Camus pues no se sentían en posición de pedir nada luego de que aquel hombre hiciera el esfuerzo de educar a su hijo gratis durante todo un año todos los días de la semana. No obstante, no podían dejar de sentirse apenados y preocupados por el futuro de su hijo, a pesar de que Shion intentaba darles confianza en que Camus era un niño con un futuro brillante y de que cualquier puerta se abriría ante él. Ambos padres sabían que sería imposible por los próximos años brindarle ningún tipo de educación a menos que pasara un milagro y no querían obligar a su hijo a trabajar desde tan pequeño para costearse la vida como ellos habían tenido que hacer. Además estaba la duda acerca de qué le generaría a Camus perder de repente a su mentor, que además de ser su principal figura masculina a la que imitaba y seguía con admiración, era su único amigo y prácticamente un padre.
 
Tan lamentable era aquella situación para los dos progenitores, que Shion decidió hacer una oferta arriesgada con tal de brindarle algo de consuelo a aquella pareja que le había confiado a su propio hijo con tanta entrega y esperanza.
 
—Verán —dijo Shion con expresión seria—, esto que voy a proponerles quizá no les guste y yo lo comprenderé si así se trata, pero de todos modos no quiero irme sin sentir que les he ofrecido todas las opciones de las que dispongo. Aunque no soy nativo, yo me crié en Grecia, en un lugar apartado de la sociedad y en contacto con la naturaleza, justo como aquí, donde fui educado y aprendí a educar a la manera antigua: un maestro y un discípulo. Si ustedes lo permiten, repito, sólo si ustedes lo permiten, yo puedo llevar a Camus conmigo a ese lugar. Allí tendrá comida, hogar, maestros que le enseñen y lleven su conocimiento hasta la excelencia y podrá desarrollar todo su potencial tanto físico como intelectual.
 
—Pero... ¿qué lugar es ese? ¿Es una academia, un internado, un colegio militar? —preguntó el padre.
 
—Es un santuario —respondió Shion.
 
—¿Es cristiano? ¿Un monasterio? —inquirió la madre.
 
—No, no es de orden religioso. Es un santuario porque es un lugar único, santo según los antiguos griegos —dijo a la vez que un sutil brillo relucía en su mirada—. En la época de los mitos allí se veneraba a Atenea, y era un punto de reunión del culto a la diosa, pues se decía que era en los acantilados donde está situado ese santuario donde Atenea y Poseidón discutieron con los habitantes de Atenas el nombre de la ciudad, y donde algunos años después Atenea en persona formó una orden militar para proteger específicamente la ciudad de Atenas de las guerras que asolaban el territorio heleno —dijo en tono misterioso e hizo una pausa mientras echaba una rápida y casi imperceptible mirada a la puerta de la cocina—... Cierto el mito o no, el lugar ha sido mantenido hasta la actualidad. No deben haber escuchado hablar de él pues no está abierto al público: está alejado de la ruta turística de Atenas y los habitantes cercanos a la zona son muy hostiles con los turistas para proteger la edificación de ser tomada como una atracción. Créanme si les digo que la enseñanza que se brinda ahí no puede obtenerse en ninguna otra parte. Yo me formé allí, cualquiera de mis títulos son sólo papeles; es allí donde me brindaron mi verdadera enseñanza. Si ustedes así lo quieren me ofrezco a llevar a Camus conmigo para que estudie allí, y en un par de años traerlo de vuelta con ustedes una vez acabado su aprendizaje; todos los gastos corren por mi cuenta, todos —concretó con voz firme.
 
Los padres de Camus estaban en una terrible coyuntura, atinando sólo a pedir tiempo para pensarlo o de plano rechazar la oferta, pero Camus, que había estado en la cocina escuchando todo con su oído pegado a la puerta, entró de golpe en el comedor al oír la propuesta de su maestro y se acercó corriendo a sus padres a pedirles que por favor lo dejaran ir.
 
—Padre, es mi única oportunidad —le susurró Camus al oído mientras le tomaba la mano—. Por favor, padre, déjeme que vaya, por favor. Quiero que él me lleve. Quiero ir.
 
Era tan duro para su padre ver a su hijo tan ansioso y desesperado por algo, como nunca había estado en toda su vida, que se le partía el corazón de pensar en no darle lo que le pedía. Camus jamás le perdonaría que no lo dejara ir, y no tenía cara de negarle que sí, que muy posiblemente aquella fuera su única oportunidad. No podía esperar que su hijo se comportara como un niño obediente y crédulo cuando todo lo que había hecho había sido alentar su independencia y su individualidad. No podía exigir a su hijo sacrificar sus ambiciones otra vez, ni permitir que aprendiera a fracasar a tan corta edad. Camus era tan maduro, tan cuerdo, pero no dejaba de ser un niño, y era tan pequeño todavía... nada había que le asegurara ni siquiera que volvería a verlo, más que la propia certeza de su hijo de que esa propuesta era la opción correcta, y aunque le doliera tanto, sentía que aquel era el momento en que debía mostrarse él respetuoso con su hijo y no al revés; era él quien debía aceptar las decisiones de su niño y hacerle caso.
 
Camus le apretaba la mano a su padre, miraba a Shion y después a su madre con ojos suplicantes y exigía una respuesta.
 
—¿Tú crees que es lo correcto? —le preguntó el hombre a su esposa, pero ella miró a otro lado, tratando de desligarse de tomar una decisión sabiendo que podía lastimar terriblemente a su hijo, por lo que todo el peso de la resolución caía sobre él y debía zanjar eso allí mismo—. Hazlo —dijo al fin el padre a Camus, y le soltó la mano a su hijo con una sonrisa—, ve a Grecia. Después de todo... sólo serán un par de años, ¿no? —dijo con voz temblorosa mirando a Shion, pero éste sólo le respondió con una mirada fija.
 
Camus hizo silencio de repente y se detuvo a procesar aquel momento casi al borde de las lágrimas. Era difícil y doloroso separarse de su familia, pero a la vez rebosaba de una alegría inmensa que sentía que no debía mostrar para no lastimar a sus padres haciéndolos sentir poca cosa ante su claro preferido maestro. No sabía qué decir, por lo que sólo abrazó a sus padres en silencio, lloró unos segundos oculto en el hombro de su madre y se apartó de ellos un momento después para preguntarle a Shion cuando se iban.
 
—Hoy mismo si es posible —dijo Shion con un gesto resuelto—, vengo atrasando este viaje hace mucho.
Notas finales:

La historia constará de seis capítulos. Espero que lo hayan disfrutado :3

 

-EtaAquarida.


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