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K[Y]ONEKO por Raziel Soul

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Eran las 6 de la mañana, el día afuera era cálido y agradable, una leve brisa refrescaba el ambiente, no pareciera que podría llover pues ninguna nube se paseaba por aquel bello cielo azul, la estrella guardiana de los Kusanagi brillaba en todo su esplendor, algunas aves iban y venían por la ciudad, el tranquilo barrio se iba llenando poco a poco de estudiantes de instituto que con paso tranquilo se dirigían a la escuela que quedaba algo retirada de sus casas pero no tanto como para tomar un tren o un bus. Una chica vestida de forma elegante cierra la puerta de casa, ubicada en el pequeño edificio de departamentos, debe pasar por el del hombre mal encarado y obsesivo de los gatos, siempre le ha parecido atractivo, ni siquiera imagina que es 10 años menor que ella, y no es que se vea mayor, solo que jamás ha logrado sostenerle la mirada el tiempo necesario como para notar su edad, se enamoró del vecino por esa voz, su forma de cantar y ese aspecto varonil que posee, siempre ha sido muy callado excepto las veces que practica, pero ahora al parecer vive con alguien puesto que al pasar frente a la puerta de al lado percibe una conversación, claro que no se iba a quedar a averiguar de qué va.


 


 -No…no vas a ir  - la voz de Yagami resuena por el departamento


-Pero solo compras cosas que te gustan a ti - se queja el pequeño gatito que sigue a su “inquilino” por la sala mientras este busca su billetera


-¡Obvio¡ ¿de quién es el dinero? – tal comentario deja al otro cabizbajo en una esquina de la casa, con nubes negras sobre si


- Si yo pudiese tener mi plata no te pediría nada – las orejitas gachas hacen que Iori sienta un hueco en el estómago por el arrepentimiento


 


Pero lo importante es… ¿cómo es posible que Iori le entienda a ese gato sin necesidad del celular?


 


Flash back


 


Al día siguiente de que Kyo mandase el mensaje a su madre por conducto de la amiga del pelirrojo, justo al despertar se estiró como siempre, aunque con más flexibilidad debido  a su estado actual. Iori hace lo propio, agradecía tener unos días de vacaciones, y no es como si no quisiera ir a tocar, amaba lo que hacía y por ello siempre estaba al acecho de nuevos conciertos u organizando giras por el país. Pero también disfrutaba cada día de sus pocos descansos, se estira y al entreabrir los ojos nota como Kyo lo hace también pero con esa elegancia felina, se embelesa al verle lamer su manita pasándola por sus orejas, si no fuese porque el menor le reclamaría ya estuviese tomándole fotos o video.


 


-Buenos días – dice haciendo dar un respingo al otro


- ¡Por qué diablos me espantas! – reclama pero ya no como un maullido, es… su voz


- ¿Pero qué carajos? – le da con la almohada mandándolo fuera de la cama


- ¿Qué te pasa animal? – esta vez cayó bien – ¿quieres romperme la pata de nuevo o qué? – grita molesto


- ¡Estás hablando como una persona! ¡Es normal que me asuste tarado! – aclara el pelirrojo


- Yo qué voy a saber…- camina con cuidado para no lastimarse, el ojiazul nota como cojea por el yeso sintiéndose fatal


- Perdona – Kusanagi iba a rasguñarle por tomarle entre sus manos pero al ver que no era para hacerle alguna travesura se deja tocar – ¿no te lastimé? – le carga con tiento quedando frente a frente, nota como niega – joder todo esto es tan raro, y ahora escucharte hablar…


- Y eso que tú tienes el cuerpo de siempre, imagina como me siento yo – verle mover los labios era sumamente gracioso


- Si, supongo que si – le baja de nuevo para ir a hacer el desayuno. Lo estaba tomando muy bien, pero con todo lo que había pasado ya pocas cosas le harían perder la razón, o… sentía que estaba tan loco que no valía hacer escándalo.


Fin flash Back


 


10 minutos después frente al combini


 


.-Si no nos dejan entrar te llevo a casa y te conformas con lo que lleve –suspira mirando la puerta decidiéndose a entrar o no


-Sí, sí, lo que digas – Iori tenía a Kyo entre sus brazos, ya sin yeso en su patita pero sin con una pequeña férula, dan un paso y la puerta se abre para permitirles la entrada, de inmediato los intercepta un empleado


- Disculpe pero, las más…


-¡Hi-san! – Yamada-san hace a un lado al chico de turno aventándolo sobre el papel higiénico – pase, pase ¿este es el jovencito que tuvo el accidente? – Pregunta mirando con ternura al gatito – creí que no lo había conseguido – dice refiriéndose a que le creyó muerto pues estaba confundiendo a los felinos


- No… este no es… el otro sí murió


- Oh… - un gesto de pena genuina enmarca esa carita llena de arrugas – lo siento mucho Hi-san – Kyo ladea la cabeza, era raro ver a Yagami interactuar con otros seres humanos de manera tan… natural – ¿cómo se llama este chico guapo?


- Kyo – dijo sin más, el otro se sorprende un poco, pero al menos ya no le dijo “gatito”


- Kyo… - le examina detenidamente – no… no me gusta ese nombre… tú serás… Himawari (girasol)… pero te diré Hima-chan


- ¿Himawari? – parpadea el ojiazul


- Si, ¿acaso Hi-san no se ha dado cuenta del extraño lunar en su espalda? - toma con tiento a Kusanagi que se deja hacer, cuando Iori ve bien el lomito del animalito nota de nuevo esa marca, ahora que se fija no da crédito, era nada menos que el emblema del clan del sol, aunque para la anciana era más como un girasol. – Entonces ya estamos de acuerdo – dice triunfal Yamada-san cuando nota que su cliente sabe a qué se refiere. – bien Hima-chan, ¿qué has venido a comprar? – como si nada empieza a recorrer la tienda con el gato a cuestas


 


Iori no dice nada, nunca podría discutir con ella, es un amor en toda la extensión de la palabra, aunque obviamente él no la describiría así, para Yagami era una mujer “interesante”. Les ve andar por los pasillos para Kusanagi todo eso era nuevo, no es que no conociese un combini pero no solía frecuentarlos mucho; percibe el aroma que desprende la anciana, como a mentol, o… ¿alcanfor?, no sabe bien, pero no le desagrada, además el aura de la mujer era bastante atrayente. Seguro que cuando joven fue una mujer hermosa, de eso no había dudas.


 


-¡Nya! – maúlla de pronto al ver sus patatas fritas favoritas, debía comportarse como un gato normal, claro que ningún felino pedía papitas


- ¿Quieres esto? – le señala la mujer y él asiente – bien, bien… por eso estas tan gordo


- ¡Pfff! – Yagami se tapa la boca ante el comentario de la mujer y el moreno le mira de mala gana


- Jajaja, eres un muchacho divertido, y tienes unos ojos muy expresivos, no deberías enfadarte con Hi-san, si estás gordo es porque te alimenta bien – Iori iba a salir con alguno de sus comentarios sarcásticos, pero lo siguiente que dijo la señora Yamada le dejó frio - eso quiere decir que te ama


-¡Claro que no! – se le sale decir de pronto


- Usted también es muy divertido Hi-san – dice como si nada y sigue.


- Anda gato gordo pide lo que quieras que yo pago… para que ruedes por la casa con libertad – exclama Yagami con aire vengativo y va a otro pasillo para comprar las cosas de la comida, había pedido a los chicos un par de semanas más para descansar pretextando estar componiendo, y aunque si lo hacía también pidió los días para lograr averiguar qué hacer con Miausanagi.


 


Este último, pensando que el que pagaría sería el pelirrojo pidió varias chuches, lo más curioso es que la mujer que le llevaba en brazos no se sorprendía en absoluto, al contrario, con ayuda de uno de sus empleados echaba en una cesta todo lo que el gatito pidió. Cuando llegaron al mostrador la canasta de Kyo tenía más cosas que la de la compra en sí. La anciana no dejó de cargar al gatico mientras pasaban las cosas por el láser, sin embargo.


 


-Yamada-san no puedo acept…


- No se lo estoy regalando a usted Hi-san, es para este muchachote – el joven dependiente iba a empezar a cobrar lo de la segunda cesta pero ella le detuvo


- ¡Nya! – Kusanagi tenía ganas de morirse de la vergüenza, jamás creyó que algo así sucediera, al contrario, había pedido todo eso como venganza contra el pelirrojo ¿de qué?  Ni él sabía porque lo cierto era que, como dijo la mujer, él le trataba muy bien.


- B-bien…muchas gracias – dice Iori tomando a Kyo, hace una reverencia muy respetuosa – “esta vez te pasaste” – susurra a la oreja del felino quien las agacha arrepentido


- Enseguida mandaré a mis chicos para llevarle su compra, no se preocupe, debe cuidar bien a este jovencito, no queremos que le pasa nada ¿verdad? – acaricia como despedida la cabeza del moreno y salen de la tienda


- ¡¿Qué jodidos estabas pensando?! – le regaña en cuanto llegan a la casa, el camino fue todo silencio sepulcral y pasos apresurados


- ¡Lo siento! No creí… cómo iba a saber que ella… - las palabras se estancaban en su garganta, si fuese un gato normal ni siquiera hubiera pedido nada, pero él se sobrepasó enserio


- ¡Pues ahora ya lo sabes!… ¡fueron casi 4000 yens de todo lo que pediste!


- ¡Perdón! – repite y se notan unas lagrimitas bajar por su pelaje – no fue mi intención aprovecharme de Yamada-san – agachaba la cabeza arrepentido, el ojiazul tenía las manos en la cadera con pose de molestia, pero al notar aquella escena y ver un par de gotas caer sobre el posa brazos del sofá se sintió un poco mal, suspira internamente y le coge con cuidado, le pega a su pecho dejando que apoye la barbilla sobre su hombro


- Ya… no te pongas así, debí decirte que es bastante desprendida – nota un leve ronroneo y como se acomoda mejor, acaricia su lomito – además se le iluminaron los ojos nada más verte… y te cambió el nombre


- Sí… ahora soy un girasol – dice resignado y se aparta un poco para mirar a su rival a los ojos – en verdad lo siento – lame la mejilla ajena, ambos se sorprenden un poco.


Afortunadamente para ellos sonó el timbre, de lo contrario caerían en un silencio incómodo, bastante incómodo a decir verdad. Eran los ayudantes del combini, les agradece sus servicios y les da una propina, aunque fue difícil que quisieran aceptarla les pudo convencer. Yagami comenzó a poner todo en su lugar, la carne roja que llenaba su frigo ahora estaba complementada con pescado en diferentes presentaciones y de diversos tipos, algunas latas de atún de la marca que le gustaba a Kyo, leche especial.


 


-No me jodas… - en una bolsa extra iban las frituras que siempre ponía como polisones en las compras de Yagami


-“No crea que olvidé su parte Hi-san” – ponía una notita, una sonrisa genuina delinea los labios de Iori, Kusanagi que se había trepado a la mesa nota eso y su corazón vuelve a palpitar aprisa. Aunque el gesto ajeno se borra al notar que es observado


- Bueno, gato gordo, es hora de cenar… ¡oye idiota! – siente como las garras del felino se aferran a su espalda, están bastante afiladas


- ¡Gato gordo tu estampa! – se baja del otro no sin antes dejarle la espalda herida, no se notaba por la ropa, pero sí que le dio buenos rasguños. 


- ¡Juro que si no estuvieras con esa maldita férula te daba un punta pie! – le amenaza con una caja de leche, el menor solo voltea y le enseña la lengua metiéndose al cuarto. – ¡Estúpido Kusanagi – farfulla terminando de guardar todo, abre la pequeña trampilla en el piso para meter las frituras de ambos que ya no cabían en la alacena.


Prepara un poco de curry y asa un pescado para Kyo. Jamás creyó que terminaría como nana del bastardo aquel. Sin embargo no le molestaba tanto como hubiese pensado, incluso podría llegar a decir que era divertido tenerle ahí, no se sentía tan solo como antes. Comen tranquilamente, como todos los jueves en la tarde después de arreglar todo Iori comenzaba a componer, toma su bajo con cuidado, usa una pinza para detener su flequillo mientras trabaja, verle así de concentrado seguía siendo curioso para Kyo quien acostado en su cama especial no perdía detalle de cada movimiento. Poco a poco va cambiándose de lugar hasta que termina en las rodillas del pecoso, quien tres horas después logró buenos progresos con la melodía, ahora leía un libro, las mil y una noches. De vez en cuando acariciaba con cuidado a su roomate, este ronroneaba apenas pero ya no se quitaba como antes ni tampoco le intentaba aruñar.


La luz del sol comenzaba a menguar, regularmente no solía ver televisión pero en esos días era uno de los pasatiempos de Kusanagi, ahora que lo pensaba la poca actividad física tal vez estaba provocando que se viese tan “pachoncito”, se encoge de hombros, como gato no se veía nada mal, al contrario era tan suave, tan tierno, y esa colita parecida a la de un conejo le tenía muerto, sumado a sus almohadillas, y el cómo amasaba su pierna cuando empezaba a dormitar. Se regaña a si mismo por pensar de forma tan rara sobre su rival, porque eso eran, enemigos mortales, ladea un poco la cabeza sin dejar de pensar, seguro que si su padre supiera la situación le diría que aprovechara el momento para deshacerse de ese bastardo. Claro que en el estado que se encontraba jamás podría hacerle daño.


 


-¿Quieres? – una bolsa de las papas que escogió en el combini es abierta ante la respuesta afirmativa a esa pregunta, Iori no puede evitar sonreír cuando el otro mete la cabeza entera para sacar una patata. Todo fue normal hasta que tuvo que ir más adentro


- ¡Aaah! ¡Me atoré¡ - se levantó con la bolsa en la cabeza y comenzó a agitarse al tiempo que corría de aquí a allá, al principio Yagami se reía divertido pero después de unos momentos tuvo que perseguirle porque además de hacer reguero por la casa, podría lastimarse


- ¿No hubiese sido mejor que me pidieras vaciarlas en un bowl o algo? – el agua caliente relajaba ambos cuerpos, estaban metidos en el ofuro, después de que le sacara la bolsa y ver como estaba lleno del saborizante de las frituras decidió bañarle, pero Kusanagi parecía gusano pues no deseaba que le estuviese “toqueteando”, por lo que el ojiazul terminó empapado también y decidió aprovechar en darse una ducha para luego descansar en la tina. Kyo estaba apoyado en las rodillas ajenas para no hundirse.  


- ¿Pues pudiste hacer eso desde el principio sabes?... – le mira – mañana intentaré limpiar todo lo que tiré – asegura


- Pasaré la aspiradora y ya – le rasca el mentón logrando que entrecierre los ojos gustoso, pero recibe un rasguño  - que maldito bipolar eres


- ¡No me trates como tu  puta mascota! – de un salto baja del ofuro y se va, trastabillando un poco por sus patitas mojadas. Entra al espacio de la ducha donde comienza a agitarse para sacarse toda el agua posible


- No eres mi mascota – ve a Yagami salir poniéndose la toalla la cadera – pero si tienes forma de gato no puedo tratarte como humano, hay muchas cosas que no puedes hacer – le mira mal cuando iba a reclamarle el que le cargara para llevarle a la habitación – estate quieto, o te enfermarás – empieza a secarle con la secadora de mano, la cual compro especialmente para él – listo… - mira aquel pelaje esponjado que le hacía más adorable, se muerde el labio inferior para no tomarle la foto que estaba tentado a hacerle.


- Gracias… - farfulle el otro y como “premio” le dice que si quiere tomarle foto puede hacerlo


- ¿Tan obvio soy? – pregunta derrotado después de sacarle como diez


- Ahora que te conozco… si, no eres demasiado expresivo pero… he podido ver algunos gestos específicos – Kyo estaba recostado en la almohada de su lado de la cama


- Si tú lo dices – Yagami se acomoda – descansa – termina durmiéndose rato después, los ojos de Kusanagi pasean por ese rostro apacible, ronronea un poco, no quiere admitirlo pero estar al lado de ese energúmeno le hace sentir por demás tranquilo y seguro.


 


*****************************


 


Al día siguiente…


 


-¡QUÉ DEMONIOS! – de un brinco Yagami se aparta de la cama al ver aquello, el gato en el que se había convertido Kusanagi ya no estaba ahí, en su lugar un Kusanagi miniatura dormía plácidamente, apenas alcanzaba los 50 centímetros contando las… orejas.


 


Era un humanito, uno que se miraba bastante dulce, pero Iori estaba por demás nervioso, con ese sujeto en casa era impresión tras impresión, primero un gato, luego un gato hablador, ahora una especie de Kyonekochibi… y al parecer muy dormilón porque pese al grito no se inmutó, dormía plácidamente. Con paso lento se acerca, toma una varita que terminaba en algo esponjoso, el juguete favorito de Kusanagi aunque no lo admitiese, y le pica levemente. El duendecillo se volteó dejando ver la colita esponjosa, en su vida había visto una cosita más adorable, solo había un problema: estaba desnudo. 


 


-Si se despierta me va a tachar de abusador – piensa para si – ¡aagh! Y qué carajos me importa – farfulla – ¡ey tú! – de un movimiento rápido toma la almohada y la sacude mandando por los aires al moreno chibi


-¿POR QUÉ DEMONIOS ME DESPIERTAS ASI? – se escucha al otro lado de la cama – ¡mmm!... ¡mmm! – Unos quejidos leves de esfuerzo – ¡pero qué me pasó! – Yagami se sube a la cama asomándose al otro lado, Kusanagi estaba intentando trepar pero en esa forma no tenía la agilidad de cuando gato “normal” – ¿por qué estoy desnudo?... ¿qué ha pasado? – Preguntaba nervioso – ¿por qué  aún tengo orejas de gato? – alza la mirada observando a Yagami con sus ojos enormes, pero lo que casi provoca un infarto de ternura por parte del otro es el toque triste y desvalido


- ¡Yo no sé nada! – dice desviando la mirada para no caer en el encanto – espera – con cuidado le sube a la cama, Kyo se enreda con una sábana, ahora le miraba con ojos entrecerrados y desconfiados – ya te dije que no tengo nada que ver – el pelirrojo se cruza de brazos


- Esto cada vez se pone más extraño – suspira Kyo


- ¡Ja! Y me lo dices a mí… si mañana te vuelvo a ver como gato seguro termino en el psiquiátrico o muerto de un paro cardiaco…


- Que exagerado… - le enseña la lengua y a Iori se le salta una venita – bueno, ahora necesito ropa…


- Claro señor, ¿algo más? ¿Zapatos?... ¿Calzones? – su voz es sumamente sarcástica


- Obviamente, no voy a andar por ahí en pelotas… ya te dije que en cuanto pueda regresar a casa voy a pagarte  cada yen que gastaste en mi – el ceño fruncido del pequeño, sumado a esa voz que, aunque muy parecida a la de Kyo, tenía un toque muy infantil, hacían de ese enojo algo más parecido a un berrinche


- Sí sí, lo que digas-  Yagami intentaba no reírse porque si lo hacía seguramente se armaría un zafarrancho


- ¡GENIAL! – sus ojos se abren al ver que de la mano del chibi surgía una flamita escarlata


- Bueno, podrás trabajar de encendedor ambulante – se levanta revolviéndole el cabello dejándolo todo despeinado


- ¡Serás cabrón!


- Ven vamos a la cocina, ayúdame a prender la estufa – vuelve a burlarse, pero no se nota ofensivo, es como si más que herir solo buscara molestar


 


Le dice que primero desayunarán y después él iría a comprarle ropa, porque no podría llevarlo al mall con la apariencia que tenía, seguramente llamaría mucho la atención y no deseaba tener que dar explicaciones que seguramente serían por demás absurdas a quien las escuchase. Prepara pescado, como siempre, para su inquilino, aunque esta vez le sirve el doble, seguramente con ese tamaño debería comer más, también le sirve el doble de arroz y sopa de miso, los cuencos son demasiado grandes respecto a Kusanagi.


Comen sin mucho contratiempo, no dejaba de observarle, era bastante curioso, y esas orejas, se movían a cada ruido que se percibía por los alrededores, su forma de comer, era como un niño pequeño con modales adultos. No puede evitar acariciar un poco las orejitas que con el menor roce se agacharon, pero Kusanagi no se apartó, los dedos del pelirrojo bajaron a esas mejillas, el moreno alza su carita, justo como lo hacía en su forma gatuna, disfrutando de esas caricias, incluso se escucha un leve ronroneo proveniente del menor. El silencio reinó el lugar cuando ambos se dieron cuenta de la extraña situación en la que estaban.


 


-S-sabe muy bien – asegura Kyo volviendo a comer, Yagami le mira y también come un poco más.


- Es necesario que te compre ropa antes que nada, no puedes andar por la vida enredado en una sábana.


Dicho lo anterior se levanta y toma su cartera “no intentes escapar” le advierte antes de salir “ve con cuidado” contesta el chibi cuando Yagami le dice que regresará pronto. Lo cual no fue verdad, tardo más de cuatro horas. 


 


-¡Ya llegué! – anuncia y nota unas orejitas sobre salir del sofá, cuando Kyo se para suda una enorme gota


- ¿Q-qué tanto compraste? – pregunta por demás sorprendido por todas las bolsas y cajas, no es que fuesen 40 bolsas pero si era más de lo que esperaría, claro que al recordar todo lo que le compró cuando era un felino ya no le extrañó demasiado ver aquella escena


- ¿Limpiaste la casa? – parpadea el pelirrojo al ver todo ordenado


- Ya tengo pulgares ¿recuerdas? – comienza a cotillear lo que había en las bolsas, solo ropa de las mejores marcas, y como si hubiese sabido su talla exacta esta le quedaba perfecta.


 


Había pantalones, shorts, una batita de baño, tenis, sandalias, playeras, pantaloncillos cortos e incluso


 


-¿Un kimono? – suda una gota al ver aquello pero abre sus ojos al darse cuenta – ¡NO! ¡Nonononono ni lo pienses¡ - le avienta el obi a la cara – ¡no era tu puta mascota y ahora no soy tu juguete que vistas como se te dé la gana!!


- Oye…por mi puedes andar desnudo… solo que sería divertido hacerte un álbum de ropa – dice divertido, le agradaba hacerle enojar


- S-solo… ¡solo un par de fotos! ¡Y no me pondré el kimono¡


- Con que te pongas el kimono aunque no me dejes tomar más fotos


- ¡Maldito fetichista! – reclama sin poder evitar ponerse rojito.


 


Al final de cuentas terminó haciendo la pequeña pasarela, además era menester que se probase todo, al menos de la parte baja pues debían hacer una pequeña abertura para sacar esa bella colita esponjosa


 


-Siempre me he preguntado porque los bobtail no tienen una cola de gato normal – estaba anudándole el obi, era un kimono azul cielo con imágenes de peces koi, se notaba que era de muy buena calidad, incluso le llevó las geta y los sori. Sus ojos miraban encantados aquel “muñequito” frente suyo, no es que tuviese pensamientos extraños, solo que le parecía de cierto modo fascinante. – seguro que cuando eras pequeño te confundían con una niña ¿no? – pregunta sin tono de burla sino como plática normal


- Si… mamá siempre debía aclarar que era un niño – se deja tomar un par de fotos y se acerca a ver el celular ajeno, cuando se inclina un poco roza la mejilla de su rival con la punta de su orejita, Iori sonríe leve por eso, le toma del mentón dándole un beso en la frente con un dejo de ternura, se sorprende al sentir los labios del moreno en los suyos, nada intenso ni con toques románticos, más bien solo una muestra de cariño.  – bueno… ya tienes tus fotos ¡voy a cambiarme! – cómo puede baja de la cama y va al baño.


 


Iori mira el reloj, era ya la hora de la cena, estaban tan concentrados en la ropa que ni siquiera se dieron cuenta que el tiempo había pasado rápidamente por lo que no probaron bocado a la hora de la comida, así que seguro devorarían doble ración;  guarda la ropa de Kyo en el último cajón de su cómoda  para que no le fuese problemático tomarla cuando quisiera, ahora que reflexionaba tal vez compró mucha, ¿quién le aseguraba que estaría con esa forma por mucho tiempo? En fin, ya estaba hecho, solo guarda y va a la cocina a preparar algo, comienza a pelar algunas zanahorias, tal vez algo de curry o estofado.


 


******************************


 


Pasaron tres días sin mucha novedad, aún tenía bastante compra como para salir al combini, y de las frituras de Kyo ni se diga, todavía quedaban suficientes también, este por su parte iba y venía ayudando en todo lo necesario, llamaba a su madre todos los días,  y aunque su voz no era tan intensa como siempre Shizu jamás dudó que fuese él, aunque la primera vez que lo hizo Iori casi le saca a dormir a la calle.


 


Flash back


 


Tenía casi 28 horas de no hablar con Shizu-sama, por lo que se le hizo fácil marcarle desde el teléfono de casa, al muy tarado se le había olvidado que la señora Kusanagi tenía registrados tanto el celular como el fijo ¿por qué? Ella se lo pidió al ojiazul y él simplemente no se negó, esa mujer tenía un aura llena de paz a tal punto que lograba que muchos hiciesen cosas que no creían jamás hacer. En fin, ella se sorprendió en demasía y le preguntó qué hacía en el departamento de Yagami, si estaba bien, si quería que fuese por él, que volviese a casa porque le extrañaba. Como pudo la calmó, comentándole que estaba ahí porque había perdido una apuesta con uno de sus amigos – no dio nombre – y terminó siendo esclavo de su enemigo por un tiempo, si bien cualquier persona no se habría creído el cuento ella sí, y no porque fuese ingenua, sino porque sabía que su hijo podía llegar a ser una de las personas más despistadas del mundo como para aceptar ese tipo de apuesta, sumado a que confiaba en que Iori-san no se aprovecharía de ello en el aspecto de querer matarle a traición.


 


-Muchas gracias Yagami-san – dijo cuándo le pidió a Kusanagi le permitiese hablar con el pelirrojo – disculpe todas las molestias que le da mi hijo… si me permite puedo mandar a alguien que le lleve ropa y dinero por todos los gastos que seguro está haciendo – aquella mujer era tan buena y atenta que incluso le daba algo de pena estarle mintiendo así ¿pero qué iba a decirle? ¿Su hijo está aquí porque se volvió gato y lo rescaté de la calle? ¿Ahora es un pequeño duende con orejas y anda de un lado al otro como plaga?


- No se preocupe Shizu-sama, aunque lo de la ropa es buena idea, pero el dinero no es necesario


- Pero no puedo dejar que mi hijo viva con usted así como así, acepte lo que mi mensajero le dará, no me desaire por favor – “odiaba” esa voz que convencía a cualquiera


- Está bien… cuídese mucho – cuelga. Kyo estaba bastante sorprendido, pero también recordaba todas las veces que por azares del destino su rival terminaba conversando con su madre, entre ambos se percibía una extraña conexión, o tal vez ¿afinidad? No sabía describirlo lo cierto era que el mayor cambiaba siempre al estar frente a la señora Kusanagi.


- ¿No sabía que le hablabas así a mi madre? – dice de pronto


- ¿Así? ¿Cómo? – le mira sin entender-  más allá de que tú seas la persona a la que debo matar, y que ella sea tu familiar, es tu mamá… no hay nada en este mundo que se deba atesorar y respetar más que una madre – camina al baño empezando a desnudarse para tomar su ducha.


 


Fin Flash back


 


Como todos los días Yagami estaba en la cocina preparando la cena, había comprado kobe así que se darían un festín pues ante aquello ni Kyo, por muy fishfan que fuese, podría resistirse, cortaba con cuidado las tiras de carne, ya había picado las verduras y la sopa estaba casi lista, el arroz puesto en la arrocera tardaría no más de 20 minutos según el temporizador. Un extraño sonido le hizo agudizar el oído, algo así como un suave chapoteo, pero no le tomó demasiada importancia, seguramente era cualquier sonido del ambiente, dicho ruido se repitió un par de veces más.


Segundos después la carne queda regada por el piso, al moverse tan rápido se hizo un corte en la mano con el cuchillo pero poco le importó, no tardó en llegar al cuarto de baño, abrió la puerta con más fuerza de lo que debía pero pasó de ello, lo único que le importaba en esos jodidos momentos era…


-¡KYO! – con premura sacó al pequeñín del ofuro, el agua había desbordado un poco, no se preocupó por cerrar la llave, rápido le llevó a la cama, comenzó a darle RCP pero no respondía, la desesperación se notaba en su rostro – ¡joder! ¡Te dije que te esperaras idiota! – escuchó como Kusanagi le decía que mientras hacia la comida él prepararía el baño, Iori se negó pues podía ser peligroso, pero como siempre no le hizo caso, aunque el ojiazul no tenía idea que más allá de llevarle la contraria, el castaño solo quería dejar de ser tan dependiente, deseaba ayudarle un poco más – ¡Maldita sea! ¡Despierta! – no podía ser demasiado brusco o podría romperle las costillas, de pronto un chorro de agua sale de la boca ajena seguido de tos constante y una bocanada de aire.


- ¿Qué…pasó? – pregunta mientras se intenta reponer, pero lo que ve le sorprende sobremanera, las azules iris empañadas por lágrimas, el rostro de Iori no era de puchero o tristeza, estaba serio, se nota molesto incluso pero aquellas gotitas comenzando a resbalarse le hicieron sentir un vuelco en el corazón, lo que más le asombró fue el abrazo protector


-¡Te dije que te esperaras maldita sea! – le regaña sin soltarse, Kyo corresponde el abrazo, sus orejas totalmente agachadas, podía notar el miedo que sentía su rival, ¿pero miedo a qué?


- Lo siento – susurra sin notar lo que estaba pasando en esos precisos instantes.  


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