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La polaridad de un desgraciado por anomnilerr

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-¿Senritzu? Hola, es Leorio, estoy bien el que me preocupa es Kurapika, no lo he visto desde el lunes...Si, lo acompañe a la terapia, salió muy molesto... Lo seguí hasta el departamento donde nos estábamos quedando, pero después de un rato dijo saldría y volvería más tarde...Efectivamente no lo hizo, no ha contestado mis llamadas y su teléfono tampoco me envía al buzón de voz, creo que el muy desgraciado lo apago…Ya veo, entonces no sabes nada, me preocupa que no se presente a su segunda sesión, o más bien, ya sabes cómo es, que simplemente desaparezca...De nuevo. No se dónde podría estar, no llevo nada, salvo algunos documentos y la licencia...Ya veo, gracias. 

Yo también lo intentaré rastrear, te agradecería que me avisaras si encuentras algo...Entonces cuento contigo, nos vemos. 

 

La lluvia caía la mañana del jueves, eran las 6:30 am. Leorio tomaba una taza de café cargada en un intento de que su ansiedad adquiriese otro nombre que no fuera el de cierto rubio voluble. No había dormido desde que Kurapika había salido por esa puerta. No fue el tiempo lo que desencadenó en él una profunda preocupación, más bien, eran las circunstancias en las cuales el Kurta habia desaparecido. Dos días y medio no significaban nada en comparación a los meses que había pasado en total ignorancia del estado de su amigo, pero al menos en ese momento la misión de este lo mantenía dentro de parámetros controlables, cierta satisfacción recorría su cuerpo en ese entonces al pensar que Kurapika, siendo la entidad apasionada que era, nunca dejaría las cosas a medias. Después de todo era a su forma, no se permitiria morir antes de completar su venganza, por lo tanto había garantías de que este estaría bien. Ahora sin nada de esto Kurapika era un auto a toda velocidad sin frenos, se preguntaba si había sido buena idea presionarlo, si acaso no era más responsable por costear la gasolina.

El cenicero reposaba oculto tras una pequeña montaña de colillas y cenizas, Leorio suspiró. Ya había contactado a todos los posibles conocidos del rubio y ninguna pista había tenido, se había encargado de darle a Kurapika una semana para volver dejándole en claro a todos que estaba bien, que era Kurapika y que esto era algo que el haría, lo normal. Todos sabían que estaba mal, que aquello era una actitud propulsada por un desinterés peligroso y autodestructivo, sin embargo, nadie (Ni el mismo) sería capaz de presionar. La situación estaba más delicada que nunca después de todo, y pensando en eso, una duda se centró en su mente. 

"¿Qué es lo que lo habrá desequilibrado tanto?" 

Encendió otro cigarrillo. 

 

Fueron dos golpes leves y delicados, Paladiknight se levantó rápido dejando caer su silla y el cigarro recién prendido al piso. Los pasos fueron tan mecánicos que podría haber jurado que desde la mesa de café hasta la puerta se había telentrasportado, entonces allí estaba. 

Leorio lo miro con un pequeño asombro, el cual muto de inmediato a una expresión severa. el rubio no lo estaba mirando a los ojos, su cabeza no estaba baja, pero la inclinación hacia el costado derecho de su mirada evitaba cualquier confrontación, su cuerpo se apoyaba del marco de la puerta con sutileza. 

 

-¿Puedo entrar?-Musito débil, Leorio lo miro de pies a cabeza, sus brazos cruzados en un intento de resistir el frío, su cabello soltando riachuelos, cascadas que parecían empapar toda su ropa. La nariz roja y las ojeras marcadas, intentando suprimir la orgánica reacción del temblor. 

Un suspiro de resignación se escapó de los labios del moreno. Este tapo su cara con una de sus manos y en un gesto más relajado declaró: 

-Diablos, siempre haces lo que quieres ¿No? Idiota. 

 

Silencio. 

 

-Entra, estás empapando la entrada. 

 

Kurapika elevó la nariz y miró a Leorio, las primeras palabras directas fueron lanzadas. 

 

-Huele a quemado. 

 

El cigarrillo había chocado con la alfombra, dando inicio a una pequeña fogata. Leorio corrió a apagarla entre maldiciónes, con un par de pisadas el fuego se controló. 

Kurapika aún en el umbral vio esto como una señal, estando empapado le venía bien un poco de calor. Pero el resultado de la entrega de este provocó un nocivo malestar, un ambiente pesado pasado a cenizas y alfombra quemada, el cubrir sus necesidades no traía más que desgracia a quienes lo intentaban.  

¿Qué hacía? ¿Qué es lo que en realidad deseaba? Tal vez poder hacerlo por su cuenta, así si salía dañado Leorio no tendría que quemar sus zapatos apagando su fuego. 

 

-No te quedes allí- Exclamó este- Se te congelará el culo. 

 

Claro que no pregunto, el rubio sabía que Leorio ni siquiera lo intentaría. Este había aprendido a no presionarlo a base del temor, miedo a su perdida. Era un chantaje cruel, debería ser al revés por donde lo viese. El cuerpo cansado y ahora seco del rubio observaba una taza de té recién hecha, su mirada se perdía en el agua turbia de la miel, Leorio había aproximado la pequeña estufa eléctrica y le había cubierto con una manta. Kurapika no dijo nada, solo lo acepto. Porque Leorio era feliz atendiéndolo y en ese momento, pensó que merecía hacerlo feliz. 

 

-Tu temperatura parece estar bien- Soltó Leorio revisando el termómetro que había extraído hace poco de la manga del Kurta. 

-Gracias. 

-Una buena forma de agradecerme es no tener retiros improvisados en plena inundación, si te complacen mis servicios médicos, deberías considerarlo.

-Claro.

 

Silencio. 

 

-Um... Kurapika- El rubio continuó mirando su reflejo magullado en la taza -¿Está todo bien?- Elevó la cabeza un poco exaltado ante la pregunta de Leorio, tragó saliva. Mentir era difícil con aquella sensación desagradable en el pecho, pero ya estaba tan acostumbrado a reservar su real carácter que pudo recuperar la compostura con facilidad. 

-Lo está ¿Hoy es mi cita con Calisto,no? 

-Si…Entonces, ¿Irás? ¿Estás seguro? 

 

Kurapika elevó los hombros y los dejo caer. 

-Yo…-Leorio puso atención, Kurapika inclinaba su vista hacia la ventana- ...me di cuenta de algo que no me gusta. 

Leorio no dijo nada, solo lo miro perderse. 

-Bien, entonces traeré…

-No. Iré solo. 

 

Claro que Kurapika pudo ver cómo Leorio apretaba su mandíbula y sus puños, había visto el momento justo en el que la negación le había quitado el aire del pecho. Sin embargo, este a los segundos se recompuso.

 

-Si, claro... - Leorio miró hacia otro lado- Como quieras. 

 

Calisto organizaba sus papeles, hoy tocaba la sesión con Kurapika, mientras su mente se sumergía en indescifrables dudas una de estar era si el chico si volvería a venir. 

Siendo sincero, no esperaba que desapareciera, Leorio llegó la tarde del martes pasado a confrontarlo y hacerle un un escándalo, recordaba que a penas abrir este lo había elevado del delantal, el profesional no se inmutó y le pidió a su secretaria exaltada que se calmara y los dejara solos. 

 

"Maldito ¿Qué le digiste a Kurapika?"

"No puedo revelarcelo, mi ética profesional me lo impide"

"El se ha ido"

"Uh, Eso es un problema ¿Crees que se presente a la siguiente sesión?" 

"¡Bastardo!" 

"Deberías darle espacio, en nuestra primera sesión el joven Kurapika se dio cuenta de bastantes cosas que le molestan de si mismo. Es normal que se encuentra confundido y desee replantearse algunas cosas, eso significa que está funcionando lo que estamos haciendo por el…"

Leorio calmado lo dejo caer, allí de pie de forma severa le contesto. 

"Entiendo su punto de vista como especialista psicologíco, pero yo soy su médico general y debo de preocuparme por esto, la última vez que Kurapika estuvo bajo mucha presión su vida corrió peligro ¡No puedo aprobar este método sin garantías de su bienestar!"

"Es respetable, no obstante, no hago milagros, joven Paladiknight. Tu puedes curar un cuerpo con teoría y herramientas, las mentes son diferentes, yo solo puedo entregarle las herramientas y la teoría a Kurapika para que esté lo haga por si mismo, tendremos que respetar sus recaídas, así como celebrar sus victorias. Pero por ahora, es muy probable que presente cuadros en los que necesite estar solo ¿Usted no lo querría si estuviese por cambiar su vida entera?" 

"No puedo aceptarlo…" 

"En ese caso, la única solución que le puedo dar es finalizar este tratamiento, puedo derivar a Kurapika a otros especialistas si desea. Claro que esto solo puedo hacerlo teniendo la autorización de este. Hasta la sesión del jueves no puedo hacer nada más" 

"¿Y si no se presenta? Ni siquiera yo sé si sigue dentro del país" 

"En ese caso se tomará como abandono del tratamiento y yo tendré el poder de cerrar su expediente, a penas él desee puedo reintegrarlo con otro especialista" 

Leorio se quedó en silencio. 

"La desición solo le concernirá a él, si no se presenta todo terminará y si viene, podremos continuar. Sin importar lo que pienses, el único que puede decidir lo que es mejor para él en este momento, es el mismo Kurapika. Asi que tendrás que confiar en él" 

Leorio se había retirado molesto, diciendo que lo dejaría pasar, pero que si a Kurapika le sucedía algo lo haría responsable y le destrozaria el culo. 

Calisto suspiró, había quedado a cargo de unos cazadores muy escandalosos ¿No? Esperaba que el chico volviera, si se era sincero era una pena, era tan joven y a la vez estaba tan roto. Esperaba poder ayudarlo. 

 

-Tal vez fui muy rudo con el ¿No, Bredlo?- Murmuró mirando la foto en blanco y negro que reposaba en su escritorio, el chico de rasgos gentiles recibía con emoción su diploma de graduación. El tiempo ya revelaría aquella desición. 

 

Leorio salió a distraerse, miró la hora en su reloj, 17:25 pm. La lluvia limpiaba el asfalto de aquella ciudad monocromática, un aguijón de incertidumbre le picaba en la conciencia. 

"Al final el anciano tenía razón…" pensó "...Si, esto debería estar bien" 

 

El reloj de la consulta marcaba las 17:25 pm. El sonido de un hervidor aglomerando las burbujas del punto de ebullición se hizo presente.

 

-¿Te gusta el azúcar? Muchacho. 

 

Sin respuesta.

 

-Seran dos entonces- Se contestó a si mismo Calisto. 

 

-Muy bien…- Dijo posicionando ambas tazas sobre la mesa, una leve mirada de comprobación por parte del especialista se dio al reloj. 

-Es hora de empezar…- Kurapika, quien hasta ese momento se mantenía con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, abrió estos últimos con una lentitud que pareció revelar lo cansado que estaba.

-¿Qué puedes contarme de tu infancia, joven Kurapika? 

-Yo…-Un soplo de aire frío recorrió su cuerpo, rápidos flashbacks de sangre, humo, rojo y Pairo, esperándolo más allá. Mordió su labio y se dispuso a ignorar aquello.

 

-Yo apenas si recuerdo algunas cosas, antes de que pasara….


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