Prólogo
Le había derrotado completamente. Lo último que vio antes de caer inconsciente fue la mirada de aquel Shinigami de ojos miel. Esos ojos que no importaba cuánto intentaba leerlos, no le odiaban ni temían.
Sintió que una calurosa mano le tomó para evitar aquella caída que él pensaba que significaría su fin, pero ya no tenía fuerzas para abrir los ojos y dar un vistazo a quien se suponía le había salvado de caer directo a su muerte. Aunque ya imaginaba quién era.
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Abrió lentamente los ojos. Ese techo no lo reconocía, no estaba en Las Noches, ni en Hueco Mundo.
“¿Dónde estoy?” Preguntó para sus adentros. Hechó un vistazo a su alrededor. Se encontraba en una pequeña habitación estilo japonés. Tocó su pecho recordando la herida que le hizo aquel Shinigami, pero ya no estaba ahí. Se incorporó un poco en el cómodo futón y se levantó poco a poco. Se peinó el cabello hacia atrás y suspiró pesadamente, su cabello ya no estaba largo. Miró hacia abajo y a su derecha estaba su espada, Pantera. Ya no quedaban rastros de la batalla con el Shinigami de cabellos naranja. Ni sus heridas, ni tampoco la liberación de su Zanpakuto.
Se percató de que alguien deslizó lentamente la puerta de aquella habitación, tomó a Pantera como reflejo, listo para pelear si era necesario…
Miró con extrañeza a la persona que se encontraba de pie justo frente a él. ¿Una niña? ¿Humana?
La chiquilla de cabellos negros cerró de inmediato la puerta y se dirigió a la habitación contigua a la suya. Le escuchó hablar con alguien más respecto a su estado actual.
—Ya despertó, Kisuke-san.
Sintió el Reiatsu de alguien más acercarse a su habitación. Esta vez tomó de la funda a Pantera y la colocó en su cintura, acto seguido se levantó del futón, esperando enfrentar a la persona que estaba a punto de entrar en aquella pequeña habitación.
Al igual que la chiquilla, vio como alguien deslizaba lentamente la puerta, casi tímidamente. —Parece que ya has despertado, Grimmjow —. Escuchó la voz del hombre que estaba justo frente a él abriendo graciosamente un abanico y colocándolo en su cara.
—¿Quién eres? ¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? —Preguntó. Tomando a Pantera con intenciones de desenfundarla en caso de que intentaran atacarle.
—Mmm. Parece que tienes muchas preguntas, Espada. —Le miró sombríamente, para después cerrar el abanico de golpe y sonreírle burlonamente—. Soy Urahara Kisuke y estás en mi tienda, en el mundo humano —. Comentó animadamente. ¿Acaso se estaba burlando de él? Conocía a ese hombre. Recordaba estar en una de las tantas reuniones con los demás Espada y haber escuchado a Aizen hablando de cuán peligroso podía ser.
Antes de que siquiera pudiera abrir la boca para objetar lo que ese tipo le decía, éste le dedicó una mirada obscura como si lo que estaba a punto de decirle no le fuera agradar en lo absoluto, agregando:
—Estás aquí porque Kurosaki-san me lo pidió —hizo una pausa— Sin embargo, si llegas a representar un peligro para nosotros, no me quedará más remedio que matarte. —Agregó esto último elevando un poco su Reiatsu, suficiente como para que a Grimmjow se le helara la sangre.
—Tsk —Miró al rubio furioso. Estaba en ese maldito lugar no porque él quisiera, ¿si no porque aquel Shinigami tuvo lástima de él y pidió que le sanaran las heridas? —¡No me jodas! —exclamó, tomando del mango a Pantera, preparado para atacar a Urahara en cualquier momento.
El rubio acomodándose un poco su característico sombrero de rayas, suspiró ligeramente y contestó a la ira del peliazul:
—Desconozco las intenciones de Kurosaki-san. Dudo mucho que me haya pedido que sanáramos tus heridas simplemente porque tuvo piedad de ti, él no es así. —Agregó esto último leyendo los pensamientos de Grimmjow, que no se podía encontrar más furioso y confundido.
“Entonces… ¿Por qué?” Pensó para sus adentros. No se podía sentir más humillado. —¿Dónde está ese maldito Shinigami? —Estaba dispuesto a ajustar cuentas con el pelinaranja y descubrir los motivos de éste para traerle a ese mundo que tanto le disgustaba.
—Lamento informarte que Kurosaki-san no está en condiciones de ver a nadie en este momento, y mucho menos de pelear… —agregó esto último denotando una mirada de… ¿tristeza?
—¿Qué dices? ¿No acabas de decir que él te pidió que me trajeran aquí? —Así ese desgraciado se estuviera muriendo iba a darle las respuestas que estaba buscando y convencería a ese tal Urahara de enviarlo nuevamente a Hueco Mundo.
—Así es. Pero él simplemente no puede verte —le contestó con seriedad — Ni a ti, ni a ningún Shinigami nunca más.
¿El sombrerero le estaba tomando el pelo? —¡No me jodas! Si ese es el caso entonces, ¿¡qué hago aquí!? —Le temblaban las manos de la ira que estaba experimentando, Ichigo hizo que terminara en aquel lugar, ¿y ahora no le permitirían ajustar cuentas con él?
—Verás Grimmjow —suspiró pesadamente. Lidiar con un arrancar que tenía esa personalidad tan explosiva, resultaba bastante cansado. —Kurosaki-san derrotó a Aizen —Vio como el peliazul reaccionaba con sorpresa ante su declaración—. Sin embargo, tuvo que pagar un precio bastante alto —hizo una pausa —Perdió sus poderes de Shinigami.
Grimmjow sólo pudo abrir los ojos como platos ante tal historia. ¿Kurosaki Ichigo se había quedado sin poderes?