Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El abismo por Condesa Sangrienta

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer: Ningún personaje me pertenece, son todos de Kagami Takaya. 

Pareja: CrowleyxFerid

Título: El abismo.  

Resumen: Él estaba sumergido en las espesas profundidades del abismo y cuando creyó caer aún más abajo, una mano le salvó de la oscuridad, empero su salvador fue la serpiente sedienta de su sangre. 

Línea temporánea: AU. Italia del Sur, después de la segunda guerra mundial.

La carta había comenzado con una disculpa discreta, sin embargo, al leerla, Crowley había fruncido las cejas. Sus manos temblorosas a penas le ayudaban a visualizar la letra prolija, y cuando intentaba agarrarla mejor, la tierra de sus dedos pasaba a oscurecer el papel. Empero, al acabar de entender el mensaje, su mano cayó a un costado y sintió que en ese preciso momento debía de llorar, aunque no había lágrimas que quisieran hacerlo.

 El cielo anunciaba lluvia y mientras tomaba aire, deseó haber muerto en el campo de batalla, como sus amigos, como sus hermanos y padre. Casi dudando de la razón, vio el cielo exigiendo una respuesta, pero lo único que llegó fue una gota de agua a su nariz.

—¿Volverás a Hungría? —le susurró unos de sus compañeros que había sobrevivido. Crowley lo observó por unos segundos.

Gilbert parecía estar decepcionado con el resultado, sin embargo en sus ojos se notaba cómo su determinación aún no se iba. Quizás aún creía que su país tenía razón y la matanza de tanta gente había sido por un buen motivo. ¿Lo había sido? ¿Cuál era la verdadera razón para matar a tanto judío? Crowley aún podía imaginar con nitidez la sangre en sus manos, la gente suplicando y los cadáveres, todos unidos en un mismo escenario.

Tomó de nuevo aire, pensando en la pregunta que le había dado Gilbert. En Hungría no tenía nada, sus bienes fueron saqueadas por los aliados¸ su familia enterrada al igual que su orgullo. ¿Había algo bueno en volver a su tierra natal?

Mientras el auto se balanceaba suavemente, veía como los demás soldados parecían tener el mismo debate. ¿Volver a casa? ¿Escaparse? La vergüenza de haber perdido inundaba sus mentes y la idea que los extranjeros estuvieran en cada esquina les llenaba de ira.  ¿Cuántos de ellos habían perdido su honor después de la guerra?

—No creo volver —le dijo secamente, los ojos de Gilbert crecieron un poco, esperando una respuesta más heroica, pero Crowley estaba cansado de que le vieran así. Desvió la mirada— Me quedaré en Italia.

—Pero…

Gilbert abrió la boca para reclamar, después de todo Italia era una traidora y su gente odiaba todo lo que se refería al a guerra. Crowley lo sabía, se había enterado que los italianos con sus propias manos habían matado a su anterior gobernante y que lo habían colgado para que todos vieran el cuerpo tan destrozado. Pese a que muchos soldados temblaron al saber esa información, Eusford tenía un motivo un poco más personal para quedarse en el país de los traidores.

—No me iré contigo —denegó de inmediato, interrumpiendo el enojo de Gilbert— La guerra acabó, perdimos, ahora somos los malos, matamos gente inocente, nos recordaran con ira. Ya está, no hay más.

Todos los demás soldados bajaron la cabeza, algunos hasta lloraron en silencio. Todos se habían sentido así, enojados y devastados. Quizás era la primera vez que sentían esa impotencia. Sabían que las palabras de Crowley eran ciertas, a tal punto que nadie pudo contradecirle, ni siquiera Gilbert quién aún estaba seguro que los judíos eran malos y eran la razón por la que sus padres habían estado casi en la indigencia.  

—Entonces yo también me quedaré en…

—Ni lo piensen Gilbert —suspiró— Mira, ya está, todos estamos jodidos, ya no podemos hacer más. Solo ve a casa y vive tu vida.

—¿Usted no se siente molesto Sargento?

Crowley revolvió los ojos en ese instante. Su enojo se había ido hace un par de días, cuando estaban volviendo a Europa.  Con el mar calmo, con la cruz de Alfred en su cuello y la fotografía de la esposa de Víctor a un lado. Todo el sacrificio de sus amigos y camaradas fue en vano, no ganaron nada, solo destrucción, solo matanza. Estaba harto de ese pesar y aunque su corazón seguía enojado con el resultado, era un alivio no seguir durmiendo en trincheras, esperando al enemigo.

No le respondió a Gilbert, le ignoró por todo el camino. Su mano aún agarraba la carta que anunciaba la muerte de todos sus familiares y la embarcación de sus bienes.  Quizás si podida entregarle a la esposa de Víctor el anillo que él valientemente había usado por toda la guerra, entonces su vida podía valer la pena…

O eso pensó, mientras veía el cielo lluvioso y una ciudad cercana.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).