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Chanel por anoniblast25

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Notas del fanfic:

{12 CAPÍTULOS, cortos}

Sonic the Hedgehog x Shadow the Hedgehog


sonic the hedgehog & co. © SEGA

Notas del capitulo:

Este trabajo la he publicado también en mi cuenta de ff.net y en mi AO3 (pronto en Wattpad), así que he decidido dejarla aquí también porque explícitamente trata de contenido sonadow {sonic x shadow}.

Dejo las notas puestas ya escritas en mis demás plataformas:

Si comienzan a leer mis historias, van a empezar a conocerme como el autor del “romance sin romance”, o más bien del “sonadow sin sonadow”. Amo a esta pareja, pero mi prioridad y gusto culposo es hacer a los personajes sufrir y para ello hay diferentes maneras. Este fanfic lo he hecho con una recopilación de varias ideas que he querido escribir porque me inspiré en varias canciones que he estado escuchando desde que comenzó este pedo de la cuarentena. Dejaré el título de las canciones en cada sección de “notas”. 

Por cierto, recuerden mucho esto: si una pareja empieza a estructurarse, de ley alguna otra va a tener que desmoronarse porque no todos podemos ser felices. 

Recalco lo mismo: la caracterización de personajes está basada en su versión japonesa. No tomo mucho recurso de la americana a excepción de gustos y aficiones de los personajes. 

Cualquier duda, díganme. Gracias.

También recomiendo leer mi one shot "Aching Horns", porque puede que tenga que ver en cuanto a continuidad.

Canción 01: Loving Nobody - GALXARA 

Chanel 
por anoniblast25 (El Grimes) 

La pesadilla comenzó, justo ese día en que se enfermó de una muy fuerte fiebre —y repercutió en catarro y garganta jodida—, cuando se estaba arrepintiendo tanto de esperar a Rouge en el comedor de la base en G.U.N. mientras ella hacía unos trámites por su última misión. Recién llegaban de un largo viaje, de un mes, en el que hicieron algo de observación y exploración en unas cavernas escondidas a lo lejos de Sunset Hills. Había sido una mañana algo pesada y lo único que quería Shadow era una aspirina porque le dolía tanto la cabeza que apenas podía pensar las cosas con claridad; en aquel momento, sólo intentaba dejar de prestarle atención al feo olor que le impregnaba en las fosas nasales y le revolvía el estómago. 

Sentarse en la cafetería del H.Q. era un  horror , en especial cada que las encargadas de la comida hacían su platillo de carne con chili que apestaba todo el lugar; también cada que su cuerpo le recordaba que tenía que descansar, que sus ojos debían cerrarse y su mente quería apagarse por al menos unas décadas hasta que se le pasase el cansancio… 

…Lo cual apestaba, considerando que él mismo se sorprendió —de estar en ese inútil estado porque la forma de vida definitiva no duerme, cabe aclarar— por arrepentirse tanto de dejar las cavernas que,  por Chaos,  ya hasta pensaba en volver corriendo con tal de no ver al Comandante ni darle el reporte que le esperaba al final de la semana. Ese día, en particular, no quería hacer absolutamente nada que conllevara esfuerzo físico ni mental; sólo quería irse lo más pronto a casa, acostarse unos cuantos días y quizá bañarse.  

Si le quedaban ganas, por supuesto. 

—Estoy harta —escuchó decir a Rouge cuando ésta se le acercaba, con una cara de pocos amigos también, mostrando el cansancio y el malhumor de su parte. 

—Ya vámonos —le insistió, por cuarta vez en mediodía, con las ojeras remarcadas; ni uno había dormido en días, ni uno había comido bien en  horas —. Juro que, si vuelvo a ver a alguien de la oficina, voy a vomitar. 

—No actúes como si fueses el único agotado —le murmuró ella, suspirando después al observar cómo a Shadow se le resbalaban las palabras y decidía cruzarse de brazos—. Yo también me siento mal, no hace falta recalcarlo. 

—Ya vámonos —mencionó el erizo, por quinta vez. La murciélago negó con la cabeza, exasperada de tener que quedarse otra hora en la base al igual que su compañero. 

—Tengo que esperar la rúbrica del informe —y se sentó a su lado, abatida por todo el movimiento en el que había estado de arriba a abajo por todo el H.Q.—. ¿Por qué no te adelantas sin mí? Prepara algo para cenar o hiberna de una vez —bromeó al final. 

—Te recuerdo que quien debe de ir a pedirle  ciertas  cosas al Guardián, como la llave de   departamento y también  mi  Esmeralda Chaos, eres tú, Rouge —le refutó él. La murciélago chistó la lengua, olvidando por completo que había dejado encargado tanto del hogar como una de las más importantes posesiones de Shadow a su prometido antes de que se fuesen de expedición—. Al menos te reportaste con él en cuanto llegamos, ¿no? —preguntó ahora él, y Rouge asintió un poco cansada. 

Shadow no era el tipo de persona que se metiera en los asuntos personales de los demás, era bastante obvio, por lo que no solía cuestionarle absolutamente nada a Rouge sobre su relación con Knuckles, pero en aquel instante lo primero que quería saber era si el Guardián había acatado las indicaciones que le habían dejado el día que se fueron, y para ello necesitaba usar de excusa a Rouge porque, en lo personal, él y el equidna no hablaban mucho. 

Él recordaba que la pareja llevaba bastante tiempo junta, pues no por nada el dúo estaba comprometido a unirse en un futuro... Futuro que Shadow veía muy lejos pero igual esperaba lo más pronto posible, porque eso de seguir compartiendo casa con Rouge, escuchando todos los ruidos que ésta hacía cada que Knuckles la llegaba a visitar, lo tenía más cansado que esa justa misión de la cual tanto se estaba quejando. 

No es que le molestase mucho —sí, sí lo hacía—, porque sabía que el equidna era buena persona y, aunque no quisiese admitirlo, comenzaba a tenerle un cierto respeto y confianza. El problema era que desde que el sujeto se había metido tanto en la vida de su colega, Shadow solía pasar más tiempo tratando de estar al margen aunque le era un tanto difícil despegarse de Rouge porque pasaban la mayor parte del tiempo juntos: la murciélago trabajaba en el mismo cuartel y organización que él, lo acompañaba a varias misiones en conjunto o en dúo, hacía el trabajo de oficina por él, lo obligaba a salir con ella, comía con él y... prácticamente vivía con él. 

Bajo el mismo techo. En las mismas cuatro paredes. Compartiendo el mismo baño y la misma cocina. 

Siendo sinceros, a Shadow no le parecía extraño que, sabiendo eso, la mayoría de los amigos de Sonic pensaran que estaban en una relación. Antes de que Knuckles y Rouge formalizaran algo, Shadow había escuchado en varias ocasiones rumores sobre tal, y a pesar de que había negado todos y cada uno de ellos, el único que le llegó a creer fue nada más y nada menos que Sonic. 

En aquel momento, cuando lo pensaba, sonaba un tanto estúpido haber tenido que aclararle las cosas a Knuckles sobre él y Rouge para poder hacer que ambos estuviesen juntos, pero le parecía lo más razonable porque la murciélago le insistía tanto que Shadow sentía que estaba dándole su bendición.   

—Despreocúpate —se dignó a hablar Rouge, rompiendo su concentración—. Lo menos que necesito ahora es tener que lidiar contigo en ese feo estado de humor —él siguió sin hacerle mucho caso, pero al final decidió negar la cabeza y rendirse, optando por escucharla—. Mi terroncito dijo que estaría esperándonos en su isla, así que podemos llegar a cualquier hora. 

Shadow se fijó una vez más en Rouge: el maquillaje se le había escurrido un poco y su lápiz labial ya no tenía tanto efecto en cuanto a su pigmentación, se había quitado los tacones y puesto las pantuflas que tenía guardadas en la oficina de ambos —y que ahora que lo analizaba bien, era buena idea tener un repuesto por si alguna emergencia—, mantenía uno de los tantos termos llenos de café que a menudo se traía de casa y, por si fuera poco, le importaba un comino el que algunos de sus compañeros la viesen en ese estado. 

Al final, después de una media hora de puro esperar el cierre de la misión, con Rouge firmando papeles para solicitar un pequeño paro de una semana —y así, poder recuperarse en  todos  los ámbitos—, ambos se largaron del cuartel. 

Cuando llegaron a Angel Island, encontraron al equidna sentado en las escalinatas del templo que custodiaba la Master Emerald, como normalmente. 

—¿Cómo les fue en su viaje? —había preguntado él justo después de devolverle el abrazo a Rouge y obteniendo una cansada mirada de Shadow como saludo. 

—Horrible, como siempre —contestó la murciélago, recargándose en el hombro de su  hombre,  guiñándole un ojo en forma coqueta—. Gracias por preguntar, tesoro. 

—Hacía mucho calor —fue lo único que dijo Shadow tras Rouge, cruzándose de brazos. 

—Claro, con eso de que no te gustan los lugares calientes... ¿O eran los fríos? —empezó Knuckles, tratando de hacer conversación con el ébano. 

—Me da igual, en realidad —respondió por su parte Shadow, todavía cruzado de brazos, con el semblante tan estoico como el mismo humor le permitía. 

—Tan neutral como siempre —sonrió Knuckles, obteniendo un asentimiento de Shadow, separándose de Rouge para dirigirse a ambos —. En fin, bienvenidos, chicos. Los demás les mandan saludos. 

—Awww, muchas gracias —la murciélago lo tomó de una mano y luego se acomodó a su lado, enganchando su brazo con el de él—. ¿Y qué tal las cosas por aquí? ¿Ha pasado algo nuevo en nuestra ausencia? 

—No sabes cuánto —le murmuró en la oreja, haciendo a Rouge temblar sólo un poquito. 

—¿Te parece si me cuentas mientras nos acompañas, guapo? —comenzó a juguetear ella, tocándole el pecho con la punta de sus dedos, haciendo a Knuckles sonreír burlón y a Shadow hacer una mueca. 

La verdad, apestaba ser el mal tercio. 

—Me encantaría —intentó Knuckles seguirle el juego, pero tras intercambiar miradas con un abatido erizo que sólo quería llegar lo más pronto a casa, Knuckles cambió su semblante y suspiró—, pero creo que los veré después. Van llegando, necesitan descansar y estoy seguro de que Shadow no quiere salir o hacer algo por ahora. 

El erizo se sorprendió un poco por las últimas palabras del equidna: ¿lo había incluido en sus planes? ¿Desde cuándo pasaba eso? 

Ignorando el detalle, Shadow observó cómo Knuckles se sacó un juego de llaves y una Esmeralda Chaos roja de las púas, esta última lanzándosela después. 

No te preocupes, fue lo que Knuckles le gestionó con los labios mientras Rouge miraba decepcionada hacia las llaves que su pareja le entregaba, totalmente distraída. 

Entendió con totalidad una vez que el equidna le guiñó un ojo. Knuckles conocía lo suficiente a Shadow como para saber que el erizo estaba harto de todo, y que lo único que necesitaba era tiempo para sí mismo. 

Gracias, fue lo que Shadow respondió de vuelta, devolviéndole una muy pequeña sonrisa que pasaba desapercibida. 

—Descanso mejor cuando estás conmigo, cielo —insistió la murciélago, pero Knuckles ya la estaba encaminando hacia el punto más despejado para que hiciesen su chaos control. 

—Iré a verte mañana, lo prometo —le dijo, y le dio un beso en la mejilla con el que Rouge sólo infló sus mejillas en bochorno por no obtener lo que quería—. Por cierto, Shadow, algo te está esperando en la sala —mencionó al final Knuckles, murmurando y dándole una palmadita en la espalda. 

Sin poder procesar bien la frase, Shadow se halló teletransportándose a Rouge y a sí mismo, apareciendo justo enfrente de la entrada al edificio donde residían.

.

—No sé por qué te preocupabas tanto... —se oyó la voz de Rouge tras la barra de la cocina, calentando  quién-sabía-qué  en el microondas— El lugar se ve impecable, justo como lo dejamos. ¡Ni siquiera hay platos sucios! —se dirigió hacia los estantes para sacar uno de ellos, tomó lo que estaba en el micro y lo posicionó en la porcelana, y comenzó a caminar en dirección a su habitación— Voy a encerrarme, si necesitas algo sólo dime, Shadow —levantó un poco la voz, tratando de obtener la atención del erizo que seguía parado en la sala del departamento. 

Shadow ignoró por completo las palabras de Rouge, estando absorto y concentrado en la situación que estaba viviendo justo en aquel instante. Por más increíble que sonase, no sabía cómo reaccionar ante el interesante hecho de que, tal como Knuckles había dicho, algo lo estaba esperando en su hogar. 

Desde que había llegado junto con Rouge, hacía no menos de veinte minutos, el erizo podía jurar que había analizando lo que sus manos sujetaban de pies a cabeza. Lo había encontrado al centro de su sillón favorito, ese donde siempre se sentaba para ver la televisión en los días de descanso que le otorgaban. 

“Supe, por obra de un pajarito, que por fin volvías.  

No diré mucho esta vez. Espero te gusten.  

Comienza a prestarle más atención a los detalles.  

Bienvenido.”  

Shadow ni siquiera se fijó tanto en el diseño plasmado en las galletas, pues su total atención se iba en el texto escrito de la tarjeta que venía pegada al empaque. Detuvo su actuar, ojeando la cristalina bolsita donde el postre reposaba entretanto inspeccionaba los detalles de la tarjeta con más curiosidad y cuidado: no había remitente, no había algún nombre o dirección descrita, no había siquiera una pista que dijese de dónde venía o de quién la había enviado. 

La bolsa cristalina, el listón de color dorado, la tarjeta de un ligero color rojo y las letras negras. Las galletas glaseadas en un sabor que ligeramente disfrutaba, decoradas con chispas arco iris. 

Frunció el ceño, se giró sobre talones hacia el pasillo, con la mirada perdida en busca de Rouge. ¿Podría haberlo hecho el Guardián? No, parecía ilógico que Knuckles hallase hecho algo semejante como tal detalle. Lo veía irreal, tenía que ser obra de otra persona... 

Y si así era, ¿en qué momento? ¿En qué ocasión? ¿Por qué habría dejado el objeto justamente en su sillón? ¿Por qué Knuckles le habría mencionado si quiera sobre tal cosa? 

Al final, Shadow se quedó parado en medio de la sala, pensando. 

Y, claro, preguntándose cómo era que alguien sabía que el sabor que más toleraba era el chocolate amargo. 


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