Al día siguiente, después de haber recibido un sermón universal de mi extravagante amigo, me percaté de que en mi muñeca izquierda algo hacia falta. Había extraviado la pulsera contadora... Cuando recibí la llamada, seguro lo tiré, por consiguiente, el agua ya se lo adueñó...
A pesar de que era algo sin importancia, me inquietaba no tenerla, ya que la había cargado por largos años, siendo testigo de doce malos momentos, al menos no para mi directamente.
Estuve tentado a regresar al muelle para observar si al menos se quedó cerca, pero tuve que abstenerme a la idea ya que era la última semana de la Universidad, y los exámenes quitaron tiempo, anexando los papeleos para hacer el último paso que queda: Servicio Social...
Como la escuela tiene algunos convenios en compañías, al tomar la carrera de Administración de empresas, me asignaron cumplir las obligadas cuatrocientas ochenta horas, de lunes a viernes por seis meses.
Para mi buena fortuna, me tocó la gran reconocida corporación "Michaelis". A pesar de que es de re nombre nunca me puse a investigar más a fondo de su organización, ni quien es su fundador o quien lo dirigía en su actualidad.
Al siguiente lunes por la mañana, fui a hacer acto de presencia al lugar llevando mi papel. Entré a recepción donde expliqué el porque de mi llegada, para después dirigirme a presentar al mismísimo jefe. Él me asignaría un área y un supervisor que dará el visto bueno para liberarme oficialmente de la carrera, ya que por mi perfecto promedio escolar, me pude titular en automático.
- Es aquí - me indicó una enorme puerta doble - el señor Michaelis ya le espera.
Abrió la bien tallada puerta, permitiendo que pasara. Antes de que se fuera le agradecí para regresar mi visión al escenario del elegante despacho que tiene la cabeza principal de la empresa.
Escuché murmullos que provenían del dueño quien al parecer mantenía una llamada telefónica en su silla que estaba girado hacia el lado contrario.
- Buen día - le escuché hablar en voz alta - tu debes ser el alumno que viene a realizar su servicio. Tu debes ser... - cortó su oración al girarse totalmente para verme, notando su expresión de sorpresa.
- Si, soy Ciel Phantomhive - me presenté al notar que no salía de su asombro. ¿Tendré algo en la cara?
- Así que tu nombre es Ciel - su expresión me desconcertó - ¿no me recuerdas? - se paró de su lugar quedando apoyándose en su escritorio del lado de frente - por favor, toma asiento - indicó con respeto.
- Disculpe... - empecé a contestar mientras hice lo indicado - no lo... - al estar cerca, me percaté del color de sus ojos. Dos preciosos rubís... - hum, usted... Usted es... - con nerviosismo balbucié.
- Que bueno que me recuerdas - sonrió de lado divertido por mi culpa - es una grata coincidencia.
No pienso lo mismo... Mucho menos si fue testigo de aquel momento.
- Ah, si, una muy extraña coincidencia - seguía sin salir de mi asombro - aam, estaré a su cargo, señor. Esperando ser de ayuda.
- Por favor, no seas tan formal conmigo. Llámame por mi nombre - rayos... Ni siquiera sé su nombre cuando debería... - si sabes cuál es ¿no? - al parecer me pilló con la duda al notar que no borraba su sonrisa.
- Lo lamento mucho, yo... No investigué como es debido.
- Bueno, Ciel, toma este momento para tu primer aprendizaje para tu experiencia: Antes de establecer negocios con alguien, aprende todo lo que refiera tanto al dueño como a la empresa misma. Así conocer previamente a tu contratista o al revés.
- Claro. Le tomo la palabra. Estaré muy agradecido de sus enseñanzas aquí en su empresa, señor...
- Señor no - negó con la cabeza - Sebastian, solo así - me otorga una sonrisa radiante - y no uses el "usted".
- Me temo que es algo que no puedo hacer. Es mi superior durante estos seis meses.
- Entonces que solo sea cuando estemos los dos ¿te parece? Así como aquella tarde - al recordarlo, no pude evitar sentir pena.
- Está bien, señ... Digo, Sebastian.
- Mejor.
- ¿En qué área estaré?
- Como estudiaste la carrera de Administración de empresas, que mejor que aprender directamente el cómo se controla una.
- Y... Dónde sería.
- Aquí - expandió sus brazos - estarás trabajando conmigo. También implicaría que vayas a reuniones conmigo para que puedas presenciarlo, ya sea aquí o fuera del lugar.
- Oh vaya, eso es - no buscaba la palabra - genial, pero no quiero molestarte con eso. Sé que a todos los que han venido se les fue asignado un área, ya que eres alguien ocupado.
- Es correcto, pero puedo ver que eres alguien que tiene mucho potencial, pienso en que me encantaría ayudarte a explotar esas cualidades que incluso tu podrías enseñarme con ideas frescas, jóvenes, aunque aclaro, no soy alguien tan grande - aun con esa justificación, fue demasiado.
- No creo poder de mucha ayuda al no contar con experiencia, pero haré lo que pueda agradeciendo la oportunidad y la ayuda. Solo recordando que estoy cuatro horas diarias de lunes a viernes - ante eso, lo vi como ideando algo.
- ¿Y qué te parece si te pagara esas horas extra? Una jornada completa y el sábado hasta las dos de la tarde que se trabaja - no daba crédito a lo que había ofrecido.
- Pero... Eso no... No puedo, no porque tenga algo más que hacer, si no por estar prohibido el recibir pago por el Servicio Social.
- Sin embargo eso no quiere decir que no puedas tener un trabajo propio. Cumplirías con tu deber esas cuatro horas y lo que resta no - al ser algo por mucho bueno, no procesaba las ideas - vamos, solo di que sí - me extiende la mano.
- De acuerdo - le devuelvo el gesto como vínculo de cerrar nuestro trato.