Shun estaba furioso ¿cómo mierda se atreve? El joven quiso darle una sorpresa a su novio, llegando temprano al departamento que ambos tenían, con pasteles e ingredientes para una cena romántica, pero no. Todo se fue por el caño.
El de cabellos verdes no puede creerlo. Pensó que de verdad había encontrado a alguien que lo entendiese, pero por su perra suerte, al llegar temprano de su estudio de arte encontró a Hyoga con una chica. En su cama. La cama de ambos.
Viendo rojo, Shun fue a su cocina y tomó uno de los cuchillos que iba a utilizar para la cena de hoy. Enojado, fue hacia la puerta principal y la bloqueó, porque si iba a vengarse de Hyoga, también lo haría de la perra que se acostó con su novio.
Pero sabía que con un simple cuchillo, no sería suficiente. Alguno de ellos se defendería lo suficiente como para abortar sus acciones, y Shun no quería eso, por lo que fue a su estudio, en donde tenía sus pinturas y demás en donde guardaba su fiel arma de fuego, algo que ni siquiera Hyoga sabía que tenía.
Teniendo ya todo lo que quería para matar al hijo de perra de su novio y a su puta. Fue a la habitación y con mirada fría, abrió la puerta y apuntó el arma en la chica, disparando en su pecho, matándola sin complicaciones ni arrepentimientos.
-¡Que mierda! ¡Shun! ¿Qué haces? ¿¡Qué hiciste!?.-
Shun vio con desdén al hombre rubio, en su desesperación mientras trataba de cortar la sangre de la chica con sus manos.
-¿Cómo me atrevo yo, Hyoga? Tú fuiste el culpable. Me engañas te con esa perra, tuviste sexo en nuestra cama.-
Hyoga vio la locura en los ojos del hombre que estaba delante suyo y no sabía que hacer. Estaba asustado más allá de lo que sintió en su vida.
-Shun, cariño, amor. Todo lo hice sin querer. Te amo. No me hagas nada. No diré nada. Pero por favor, no me hagas daño.-
¿Qué mierda? ¿Acaso Hyoga trataba de salvar su traicionero trasero? ¿Que es lo que había visto en el rubio en primer lugar? Ahora se daba cuenta de lo irritante que es el otro hombre, pero sabía que para poder clavarle el cuchillo que escondido entre sus pantalones tenía que hacer que Hyoga se sintiera seguro, a pesar de la perra desangrándose en su cama.
El hombre en la cama vio como su novio se acercaba lentamente hacia él, dejando la pistola (¿¡Desde cuando tenía esa arma Shun!?) en el piso.
-Cariño, no me vuelvas a hacer lo mismo. Sabes que te amo y que no soportaría perderte.-
El rubio miró como lentamente el hombre de cabellos verdes empujaba a su amante de la cama y se acurrucaba a su lado. Con el corazón a mil y temblando como una hoja en viento de otoño, alargó su brazo para atraer a su loco novio para tratar de calmarlo y escapar.
Shun vio toda la intención del hombre y más rabia le dio ¿cómo se atreve a tratar de engañarlo? Pues no. Se acabarían los engaños.
Sacando el cuchillo de cocina de su pantalón de manera sigilosa, lo puso en el cuello del hombre rubio, viendo cómo la respiración se agitaba aún más en el hombre al lado suyo, y sonrió con satisfacción. Nadie nunca más se metería con él.
-Hyoga, Hyoga, Hyoga… ¿Te acuerdas que te conté todas las veces que los hombres me han roto el corazón? Pues ya no más. Tu serás el último.-
Y con satisfacción empujó el cuchillo en la garganta del hombre que fue su novio. Vio los ojos asustados y el gorgojo de sangre.
Cuando finalmente ya estaba muerto, se alegró que vivieran en un edificio nuevo y que sus únicos vecinos estuvieran en unas vacaciones este fin de semana.
Shun fue a arreglarse, pues siempre le había disgustado estar sucio, y no quería estar manchado con la sangre de una cualquiera y de un hijo de perra insensible.
Ya estando limpio, intentó limpiar el departamento. Y fue ahí que se le ocurrió una brillante idea para deshacerse de los cuerpos.
Su hermano y su mejor amigo iban a venir en unos días para visitarlo y pasar un buen rato. Pero como la carne es cara, pues no hay mejor idea de economía y venganza que cocinar a su novio y regalar carne a los que más lo necesitaban.
...
-Mmm… hermanito. Te quedó exquisita esta carne al jugo.-
-Cierto Shun. Siempre supe que tenías talento para la cocina, pero esta vez te pasaste.-
-Oh, chicos, no hice nada tan complicado. Solo tuve que quitar la grasa de la carne, es todo. De hecho, todavía tengo carne en el congelador. Si quieren, se llevan un poco, no hay problema.-
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