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Viviré en tu memoria por NDTaurus

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Notas del capitulo:

Actualización!!

***

El mal sabor de boca que le había dejado la conversación le estaba impidiendo disfrutar de la comida de Sanji como le gustaría. Pero, de todas formas, agradecía que Zoro hubiera dejado el tema por la paz cuando le recordó que no iban a haber preguntas respecto a lo que hizo el tiempo que estuvo ausente.

—Lo siento —dijo Zoro mientras picoteaba su comida con el tenedor sin llegar a probar bocado.

—Está bien —respondió sin mucho ánimo

—No, no lo está. Fui el primero en aceptar no hacer preguntas y te estaba acorralando para que respondieras de todas formas. Lo siento —repitió bajando un poco la cabeza.

Law respiró despacio, tomándose su tiempo para responder —Yo… —se aclaró la garganta—, yo, no quiero que tengas problemas. No quiero, que las personas que amo salgan lastimadas. No podría soportarlo…, no otra vez… —se mordió el labio inferior al sentir como un nudo se formaba en su garganta, debido a la impotencia que le embargaba por enésima vez en el día. 

—Entiendo…

—No creo que lo entiendas… —Zoro le miró con preocupación—. Sé que, en tu cabeza, hay muchas preguntas, porque sabes mucho más de mí que el resto, y también sé, que si yo no contesto esas preguntas comenzarás a buscar respuestas por tu cuenta… —hizo una pausa y estiró su mano para tomar la de Zoro sobre la mesa—, así que, por favor. Por favor, Zoro-ya… No lo hagas. No te involucres en esto —afianzó un poco más su agarre—. No lo vale.

Zoro sostuvo la mirada suplicante de Law, y antes de poder responder a su solicitud, Sanji se acercó y colocó sus manos sobre los hombros del cirujano —Y, ¿Qué les pareció la comida?

Law pegó un pequeño salto por la sorpresa, soltando la mano de Zoro en el acto para sujetarse el pecho —Maldita sea Kuroashi-ya…—, Sanji comenzó a reír ante la reacción del mayor y tomó asiento con ellos.

—Lo siento, lo siento. ¿Interrumpo? —Zoro respondió con un escueto “no” y tomó un bocado de su plato mientras Law negaba con su cabeza—. Genial, no me acerqué antes porque había mucho por hacer en la cocina —un camarero puso delante de él una taza de té y Sanji agradeció—. Así que, desapareciste toda la tarde…

—Necesitaba tiempo a solas… —se excusó Law, peguntándose por qué rayos sentía la obligación de hacerlo.

—Sí, lo supuse —sonrió—. Cualquiera que pase por lo que has pasado tú se sentiría agobiado —agregó poniendo un semblante algo más serio—. Y, ¿físicamente cómo te has sentido?

La conversación casual iniciada por Sanji fue como un salvavidas para la incómoda situación, y ambos lo agradecieron internamente. Hablaron de cosas triviales por varios minutos, hasta que Sanji tuvo que retirarse nuevamente por motivos de trabajo.

—¿Vamos? —preguntó Zoro una vez que se despidieron del cocinero y Law asintió.

Llamaron al camarero para realizar el pago y tuvieron una pequeña discusión, porque ambos querían hacerse cargo de la factura —Yo invité, yo pago—, argumentó Zoro —si quieres, la próxima puedes invitar tú.

Law accedió no de muy buena gana para luego ponerse su chaqueta y salir del local.

Zoro realizó el pago para salir tras él, esperando que no se hubiera ido por su cuenta, y respiró tranquilo al verle apoyado en la barrera de contención de la calle.

—Por un minuto creí que te irías solo.

—Ganas no me faltan —habló con algo de dificultad.

—¿Te sientes mal? —preguntó Zoro con preocupación, pero Law no respondió—, ¿Debo llevarte a hospital?

—No —se apresuró a decir—, no es necesario —Zoro le miraba con algo de ansiedad—. En serio, estaré bien, es que… —cerró los ojos y soltó un suspiro, estaba tan cansado de todo—, ha sido un día largo, sólo es fatiga —concluyó con una sonrisa cansina.

Zoro soltó otro suspiro y se apoyó en la barrera a su lado —Posiblemente me dirás que no, pero, mi departamento queda mucho más cerca que el tuyo—. Law frunció el ceño —no me mires así, es para que descanses un rato.

Sopesó las posibilidades y se restregó las manos contra el rostro con algo de exasperación para luego fijar la vista en un punto fijo del piso —Sólo unos minutos.

***

Zoro no mentía cuando decía que su departamento quedaba cerca, se encontraba a tan solo unas cuadras de distancia del restorán, por lo que tardaron menos de 7 minutos en llegar caminando.

—Es aquí —dijo Zoro apuntando a la entrada del condominio, y fue cuando Law se percató de que esta era la primera vez que le visitaba, después de 6 años, ya que anteriormente vivía en otro lugar.

El dueño de casa saludó al portero que estaba de turno y cruzaron el umbral, entre la entrada del condominio y la entrada del edificio había un pequeño parque, más hacia el fondo podían verse juegos infantiles y una piscina. La estructura era antigua, pero estaba perfectamente conservada, y agradeció internamente al ver que, a pesar de ser una torre de solo 6 pisos, tenía ascensor. Pero Zoro dobló por la escalera antes de llegar a ellos.

—Zoro-ya —llamó Law y Zoro se giró con cara de duda a notar que no le estaba siguiendo—. ¿A qué piso vamos?

—Sexto piso.

—Bueno, normalmente te seguiría por las escaleras…, pero no hoy —Zoro se golpeó la frente con la palma de la mano y bajó los escalones que subió.

—Lo siento, es la costumbre.

Subieron por el ascensor y entraron al departamento. El lugar era amplio, y la escasa decoración que tenía Zoro le hacía parecer aún más espacioso.

—¿Puedes esperar aquí mientras tiendo la cama para que te recuestes? —preguntó sin esperar respuesta y se fue por el pasillo hasta el fondo. Law quedó con las palabras en la boca y, después de resoplar, se sentó en sofá.

Cuando lo hizo escuchó un pitido, que se repitió de una forma extraña al ponerse de pie, metió su mano entre los cojines y sacó una pequeña pelota de goma con silbato.

—¿Qué rayos? —La presionó para hacerla sonar nuevamente y dio otro vistazo alrededor, sobre la alfombra había otros juguetes, además de un par de platos para mascota vacíos. ¿Zoro tenía un perro? ¿un gato quizá?

En eso pensaba cuando escuchó un par de ladridos. La puerta de entrada se abrió y por ella ingresó corriendo un pequeño perro de cabello rubio rizado y patas negras, que corrió hasta él y comenzó olfatear sus pies con algo de desconfianza.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que me avises si vas a llegar más tarde? —preguntó una joven de cabello rosa entrando detrás del cachorro—, ¿Eh? ¿Quién eres tú?

—Perona —habló Zoro haciendo acto de presencia—, lo siento, hoy mi cabeza ha estado en otro lugar…

—Eso es siempre.

—Ja, ja, que graciosa. Perona, él es Law, un amigo. Law, ella es Perona, mi vecina —dijo a modo de presentación.

—¿Solo tu vecina? —preguntó ella alzando una ceja.

—Oh si, también es la niñera de Sanji.

Ella frunció el ceño e infló sus mejillas en un gesto infantil mientras la frase “la niñera de Sanji” seguía resonando sin sentido en la cabeza de Law.

—Como sea —dijo, para luego mirar a Law y darle una sonrisa—. Así que tú eres el famoso médico, un gusto, Law, eres incluso más guapo de lo que me había dicho el cabeza de chorlito —Law se sorprendió ante el comentario de la chica, sobre todo porque, en definitiva, no estaba en su mejor forma. Respondió con un “igualmente” y miró a Zoro, quien tenía un leve rubor sobre sus mejillas y un casi imperceptible tic en el ojo derecho, estaba notablemente avergonzado—. Quien diría que después de todo si tenías buen gusto.

—Perona… —pronunció como advertencia y la chica volvió a sonreír.

—Bueno, me encantaría quedarme a charlar para conocerte un poco más, Law. Pero mi novio me está esperando para ir a cenar.

—Claro, en otra ocasión será.

—Eso espero —dijo haciéndole un guiño mientras Zoro la tomaba del brazo y la encaminaba hacia la puerta.

—Muchas gracias por tu ayuda, dale saludos a Mihawk de mi parte —pronunció el dueño de casa con algo de exasperación y ella le regaló otra sonrisa burlona.

—En tu nombre, VECINO —dijo haciendo énfasis en la última palabra.

Zoro volvió sobre sus pasos y carraspeó antes de volver a hablar.

—Perdón por eso, ella es una, persona… “diferente” —se disculpó mientras tomaba a su perrita en brazos para mimarla un poco.

—Parece agradable —dijo Law refiriéndose a Perona y Zoro resopló.

—Si claro. Por cierto, ya puedes ir a recostarte.

—No era necesario que hicieras eso, podía recostarme en el sofá —Zoro alzó los hombros y caminó en dirección a la habitación siendo seguido por Law.

—¿Kuroashi-ya lo sabe? —preguntó con genuina curiosidad al ver la placa en el collar de “Sanji” y Zoro le miró con duda—. Que le pusiste su nombre a tu… ¿perra? —Zoro sonrió ampliamente con algo de malicia.

—Sí, lo sabe. No estaba feliz cuando se enteró —Law no pudo evitar sonreír y se acercó a ella para acariciarla.

—Pues, sí se parece a él.

—Fue precisamente eso lo que me impulsó a adoptarla —dijo mientras se la ofrecía para que la cargara, Law la recibió gustoso y ella comenzó a lamer su rostro. “Tienes que contarme cómo pasó”, pidió mientras tomaba asiento en la cama—. Lo haré, pero ahora debes descansar.

Law dejó a la pequeña sobre la cama y acomodó los cojines para recostarse. Cuando lo hizo, Sanji, automáticamente se acomodó a su lado, apoyando la cabeza sobre su estómago para mirarle con sus redondos y expresivos ojos.

—Lo siento, suele hacer eso conmigo. Quiere que le acaricies la cabeza —Law comenzó a hacer lo que Zoro le indicó, y sin darse cuenta, igual que la perrita, se quedó dormido.

Zoro quitó con cuidado uno de los cojines debajo de la cabeza de Law para que quedara en una posición más cómoda, le tapó con un cobertor y apagó la luz para salir de la habitación.

***

Tenía planeado quedarse a descansar solo por unos minutos, pero los minutos se volvieron horas, y al abrir los ojos pudo ver unos cuantos rayos de sol colándose por la cortina. Al principio se sintió algo desorientado, pero a medida que avanzaban los segundo, los recuerdos de la noche anterior se hacían presentes.

Bajó los pies de la cama y se calzó un par de pantuflas para luego salir de la habitación.

Zoro estaba sentado a la mesa con su ordenador y una taza de café, estaba tan concentrado en lo que hacía, que no notó cuando Law se ganó a su lado a leer lo que estaba escribiendo.

—Esa columna se ve interesante —dijo Law después de inclinarse hacia adelante y quedar a escasos centímetros. Zoro sonrió, movió un poco su silla y sacó la que estaba al lado para que Law tomara asiento. Law se sentó y Zoro movió un poco el ordenador en dirección al médico.

—Estoy atrapado aquí —dijo mostrándole un párrafo inconcluso—, tengo un terrible bloqueo y debo hacer algo al respecto antes de que termine la semana o mi editor me cortará las bolas —Law soltó una suave risa por las palabras del “escritor” y se dispuso a leer lo que le faltaba del documento—. ¿Qué quieres desayunar?

—¿Qué tienes para desayunar? —preguntó sin apartar los ojos del ordenador.

—Tú dime qué quieres y yo lo consigo —dijo mientras se estiraba con los brazos hacia arriba y hacía crujir los huesos de su espalda.

—Kuroashi-ya tiene entrega a domicilio ¿verdad?

—Sí —admitió con una sonrisa—, pero no en las mañanas, en las mañanas el restorán funciona como un café y es atendido por Pudding. Pero sí tenía pensado ir a comprar allá.  

—Algo dulce suena bien. Pero es tarde, debería irme —negó con su cabeza—, no debí quedarme para empezar.

—¿Qué te parece si, de camino a tu casa pasamos a desayunar? —Law meditó las palabas de Zoro sin estar del todo convencido—, y de paso puedo darle un paseo a Sanji.

—¿No debes avanzar con tu trabajo? —preguntó con una ceja alzada.

—Debo, pero estando encerrado aquí no conseguiré despejar mi mente. Así que… —alzó los hombros.

—De acuerdo…, pero es incómodo andar con la misma ropa del día anterior…

—Entonces, pasamos a comprar, desayunamos en tu departamento y después me devuelvo.

—Zoro-ya… algo me dice que no quieres dejarme solo —Zoro se rio y se apoyó con el codo en la mesa sin dejar de mirarle.

—Pues no, no quiero, tu salud está mal, y me preocupa. Pero sé que debo darte tu espacio pronto, así que déjame acompañarte hasta entonces —Law suspiró, y después de unos segundos que a Zoro le parecieron eternos, aceptó la propuesta.   

***

Una hora después de llegar al departamento de Law, Zoro se despidió y regresó a su casa en compañía de Sanji. Le dio una sonrisa y bajó por las escaleras. Law cerró la puerta, apoyó su frente en la madera y respiró. Estaba solo, al fin estaba solo.

—Tranquilo —se dijo a sí mismo y respiró profundo al tiempo que se abrazaba a sí mismo—, tienes que calmarte —dijo nuevamente, mientras sentía como esa angustia que había mantenido a raya desde que salió de la oficina de Doflamingo el día anterior, comenzaba a salir a borbotones de su cuerpo.

Durante todo el tiempo que estuvo acompañado, controlándose para no colapsar, su mente le repitió, una y otra vez, que Kid estaba muerto por su culpa, porque si, Doflamingo había matado a Kid, solamente por el hecho de estar con él.

—Él no tenía nada que ver con todo esto —le dijo encolerizado al saber la verdad—. ¡Él era una buena persona! —gritó, llevándose un manotazo en la mejilla por parte del más alto.

—Debiste pensarlo antes de fijarte en él —dijo con seriedad—. Law —le habló con un tono frío mientras le tomaba del mentón para hacer que levantara la mirada—. De ahora en adelante, no podrás estar con nadie que no sea apropiado para nuestra familia —Sonrió—. Porque estoy seguro de que tomarás la decisión correcta, te desharás de ese maldito y regresarás con nosotros.

Law no respondió, cerró sus ojos y entró en negación. Estaba en una pesadilla, en una maldita pesadilla de la que no era capaz de despertar —¿En serio es necesario que repita lo que pasará si no accedes?

Golpeó la puerta con fuerza mientras dejaba salir sus lágrimas, y un par de minutos más tarde, su timbre sonó.

Rápidamente fue a la cocina y sacó un par de servilletas, limpió sus ojos y su nariz antes de regresar a la puerta. El timbre volvió a sonar y respiró profundo antes de abrir.

Se quedó de una pieza, no podía creer lo que sus ojos veían, y la sorpresa no tardó en reflejarse en su cara. Sengoku le dio una sutil sonrisa desde el otro lado del umbral, soltó un suspiro y extendió su brazo, mostrándole una bolsa de papel que expedía un rico aroma a vainilla— ¿Puedo pasar? —preguntó con cara de circunstancia

Law dio un paso hacia atrás con algo de terror reflejado en su mirada ¿Qué hacía él ahí?, ¿Por qué estaba ese hombre parado frente a su puerta justo ahora?,

—¿Qué…, ¿Qué hace aquí? —preguntó Law tratando de mantener la calma. Pero los leves temblores que recorrían su cuerpo delataban su nerviosismo.

—Entiendo que sea una sorpresa verme, pero, me enteré de lo que ocurrió —habló el hombre con parsimonia—. Law, sé que no somos precisamente cercanos, pero tú eras lo más importante en el mundo para Rosinante, y él era como un hijo para mí —aclaró su garganta—, y sé que, a él le hubiera gustado darte su apoyo en un momento como este. Así que, me gustaría hacer eso en su lugar —concluyó.

Law sentía como la tensión en su cuerpo iba en aumento, soltó una risa nerviosa y negó repetidamente con su cabeza —No—, dijo entre los resquicios de la risa —, no, usted…, usted no puede venir, y decirme eso, no ahora, no —Sengoku le miró con algo de tristeza mientras Law seguía negando con fuerza. Ese muchacho bien podría haber sido algo así como su nieto, y eso no le permitía quedarse quieto al conocer la delicada situación en la que se encontraba—. Por favor —dijo Law sin poder soportar más la presión, dejándose caer de rodillas y apoyando las manos sobre la baldosa mientras intentaba recuperar el aliento—, por favor no lo haga. No haga esto más difícil para mí, por favor.

Law lloraba con amargura al tiempo que daba un par de golpes en el piso con su puño, sin poder contener la rabia.

Sengoku, abatido por la reacción de Law, se agachó a su lado y le atrajo hacia sus brazos de forma protectora. El cirujano peleó para zafarse, pero Sengoku no lo permitió, le arrulló con paciencia y esperó a que se calmara.

Law respiraba despacio, apoyado contra en hombro de Sengoku. No notó en qué momento había dejado de pelear, ni sabía cuánto tiempo había pasado desde que abrió la puerta. Tampoco quería pensar, pero era imposible no hacerlo.

—Perdón —pronunció en voz baja y el mayor dio un suspiro—. De verdad, lo lamento —susurró, antes de caer inconsciente, víctima de la bajada de presión arterial que le dio producto del estrés.

***

Despertar de esa forma ya se había hecho costumbre, y comenzaba a odiar las persianas color crema y las paredes blancas de esa habitación. Pero, ¿Y si nunca dejó la habitación del hospital?, ¿Si todo lo que había ocurrido los días pasados había sido producto de su mente?

Sabía que no era así, pero no podía dejar imaginar lo bien que se sentiría si le dijeran que todo había sido mentira. Vio una silueta en la puerta y cerró los ojos, no tenía ganas de hablar con nadie.

—Fue una crisis nerviosa debido a todo lo que ha tenido que soportar —dijo uno de sus colegas—, pero ya se encuentra estable.

—Gracias doctor —escuchó la voz de Sengoku y la puerta se cerró. Los pasos no tardaron en llegar a su lado. El mayor puso con cuidado una mano sobre su cabeza—. No estás solo, Law, y no dejaré que ese maldito siga haciéndote daño —acarició suavemente su cabeza—. Se lo debo a Rosinante.

Continuara…>>

Notas finales:

TT-TT 

Perdón por ir tan lento con este fic... cuesta un chingo escribirlo, siempre termino llorando! D':

Gracias por leer!


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