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Inicios de vida y amistad por JennVilla

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—Baaby.

Narcissa se cubrió la boca, ahogando una exclamación. Su precioso hijo estaba aprendiendo muy rápido y era el bebé más guapo.

—Baco.

La cámara muggle casi cayó de las manos de Lily por la emoción al escuchar a su hijo Harry.

Las dos madres estaban reunidas en la sala de juegos de la mansión Malfoy, luego de haber compartido una deliciosa cena. Lucius y James también estaban allí, y ambos sostenían a sus hijos mientras ellos mismos se miraban retadoramente.

—Mi hijo va ganando. —susurró James triunfante.

—Eso crees tú. —susurró también Lucius entrecerrando los ojos.

Ambos hombres tenían suerte de que sus esposas sólo tuvieran ojos para sus hijos. De lo contrario, estarían en problemas, pues no tendrían que estar compitiendo por cuál bebé lograba hablar con más fluidez.

—Harry, cachorro, di Lily.

Harry giró la cabeza y miró a su padre con atención. Luego rompió en carcajadas y golpeó uno de los cubos de goma contra la mullida alfombra. A sus risas, se le unieron las de Draco y ambos bebés balbucearon juntos un sinsentido provocando los suspiros de sus madres.

Lucius volvió a la carga.

—Hijo, di Cissy.

Draco dejó de reír y estiró sus bracitos hacia su padre. Lucius, sin poder resistirse, le abrazó fuertemente y le dio un sonoro beso en la mejilla. Narcissa parecía querer derretirse en su sillón.

James frunció el ceño y sostuvo a Harry en sus brazos. Ahora la competencia era para ver quién era el más adorable.

—Harry, ¿sabes cómo hace el león?

Harry abrió su boca y no apartó la mirada de su padre. James se acomodó sus gafas y se preparó:

Roaarrgh —dijo suavemente para no asustarlo.

Harry abrió más la boca y luego frunció el ceño.

Barrrrrr —gritó.

Lily gritó con él y Lucius los miró con enfado. Pero Draco no se quedó atrás:

Barrr

Narcissa corrió hacia su hijo y casi arrebatándoselo a su esposo, le cargó en sus brazos con júbilo.

— ¡Mi bebé es precioso!

—Harry lo dijo primero. —dijo James.

—Pero Draco lo hizo mejor. —se burló Lucius.

Lily puso los ojos en blanco y finalizó el video. Guardó su cámara y fue hacia su esposo para recibir a su hijo. Harry le sonrió enseguida, y le tironeó del cabello.

Bibibibi

Lily quería llorar; su hijo era lo más bello que podía existir.

—Di mamá, cariño. Dilo.

Bababa

—Draco ya sabe decir mamá. —dijo Lucius con orgullo. Narcissa le miró con hastío.

—Pues Harry ya puede decir biberón —James volvió a la carga—. Harry, di biberón.

Bibon

—Oh, qué bonito —dijo Narcissa, sin poder evitar unirse al desafío—. Draco dice Malfoy.

Lily entrecerró los ojos y James se cruzó de brazos con incredulidad.

—A ver. —dijeron ambos.

—Draco, mi amor —Narcissa sonrió a su hijo—. Di Malfoy.

Draco sonrió y aplaudió con sus manitas.

Maoy

Lucius sonrió con orgullo y miró a James con desdén.

— ¿Qué más puede decir tu hijo?

James aceptó el reto, y Lily junto con Narcissa, frenaron la situación.

—Suficiente. No toleraremos que hagan competir a nuestros hijos. Lucius, sal de aquí y llévate a James. Hagan su espectáculo en otro sitio.

— ¿Qué te dije antes de salir, James? —regañó Lily— Si quieres pelear con Lucius, hazlo sólo con él. No te metas con los niños.

—Pero no estamos haciendo nada. —se excusó el azabache.

—Vete.

—Exacto. Vete, Potter. Dañas el ambiente. —dijo Lucius.

—Tú también te vas, Lucius. —dijo Narcissa.

Los dos hombres se rindieron y salieron de la habitación en medio de una sospechosa paz. Narcissa y Lily ya podían vaticinar la gran pelea que se daría tras las puertas, pero no es como si les importara mucho. Habían pasado nueve meses desde que los niños habían llegado al mundo y ambas madres no podían pensar en algo más hermoso e importante que el presenciar todo lo que hacían sus hijos.

Aunque aún esperaban con ansiedad alguna manifestación de magia.

Narcissa era la que más ansiosa estaba, pues en su familia y en la familia de Lucius, todos los magos y brujas habían tenido sus demostraciones mágicas a los cinco meses de nacidos.

¿Algo estaría mal con Draco? ¿Pudo ella haber fallado en algo, cuando le tuvo en su vientre?

Cada noche, antes de irse a dormir, Lucius iba a la habitación del pequeño y le alentaba con infinidad de trucos mágicos para que el niño se animara a dejar salir su magia. Pero Draco reía y aplaudía a su padre y no hacía más. Lucius nunca se desanimaba, pero unas noches antes había hablado con su esposa sobre ello y Narcissa entró en pánico y temió que Lucius les abandonara.

Lily observó el rostro pensativo de su amiga y se acercó con cautela.

— ¿Qué pasa, Cissa?

Narcissa parpadeó y sonrió a Lily.

—Es sólo que daría todo los galeones del mundo para que Draco mostrará algo de su magia.

—Cissa, acuérdate cuando nació Harry. ¿Recuerdas esa sensación tan bonita? Yo lo sentí como algo muy mágico. —dijo la pelirroja con voz soñadora.

Lily estaba frente a Narcissa. Harry, en sus brazos, balbuceaba y sonreía a un adormilado Draco.

—Lo recuerdo, sí. Pero Lily, eso pasa casi siempre cuando se da a luz. Me pasó igual con Draco, y a Andy con Dora.

—Bueno... Dora es una brujita encantadora. Así que eso es un buen indicio, ¿no?

Narcissa apretó los labios y escondió su cara en el cuerpo de su hijo.

—Oh, Cissa... No te preocupes por ello —Lily se adelantó y tocó el brazo de su amiga—. Ya verás que pronto podrás ver algo. Eso mismo espero yo con Harry. Claro que puede demorar un poco, porque él es un mestizo.

—No creo que eso tenga algo que ver. Dora es mestiza también.

—Bueno, entonces piensa que nuestros niños están esperando a darnos una gran sorpresa cuando menos lo esperemos.

Y así pasó. Lily sintió un empujón en sus brazos y casi grita con horror cuando sintió a Harry deslizarse de ellos. Narcissa ni bien se dispuso a ayudarle, vio con asombro cómo el pequeño cuerpo de Harry levitaba de arriba a abajo lentamente. Lily gritó emocionada y Draco abrió sus ojos completamente, y rio a carcajadas provocando que pequeños narcisos brotaran de su buzo de lana.

La puerta de la habitación se abrió con estrépito dejando a ver a un Lucius con el cabello desarreglado y a un James con las gafas rotas.

Ambos padres comprendieron enseguida lo que pasaba y no demoraron en unirse a sus esposas e hijos para celebrar tan dichoso acontecimiento.

Lucius limpió las lágrimas de Narcissa con adoración y sin que los demás le oyeran, le dijo:

—Sé que pensabas que yo podría alejarme de ustedes por motivo de Draco. No sé por qué piensas eso de mí, Cissa, pero déjame decirte que por nada del mundo les dejaría. Ustedes dos son mi vida y mi razón de ser. Jamás lo dudes.

Narcissa no pudo contener las nuevas lágrimas y besó a su esposo. Draco les golpeó con sus manos y ambos vieron cómo Draco dejaba brotar un hermoso girasol en el sitio de su corazón.


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