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Estrellas y galaxias por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola~

Ya es tiempo de otro capítulo. Espero que les guste.

 

 

----------------------------------->PORTADA<--------------------------------------

 Ha pasado otra semana desde el fatídico día, dos semanas desde que mi casa se ha convertido en una zona de silencio y mi existencia a un mero fantasma deambulante. A veces quisiera gritar y decirles todo lo que pienso, pero tengo miedo de terminar con mi familia.  Las clases siguen igual y en sí, la vida sigue, un poco deprimente, pero sigue. El clima está cambiando, las últimas noches han sido más frescas.  Por suerte el ejercicio que hago en andar en bicicleta ayuda un poco.

 

— ¿algo interesante hoy?

 

— Las estrellas siempre son interesantes— si soy honesto conmigo, venir aquí es el único alivio que tengo desde ese día. Eris siempre llega primero que yo, aunque salga más temprano de casa, él ya está aquí, lo que me hace sospechar que vive cerca. Tengo la suficiente confianza para llegar y acostarme en la manta mientras hablamos. 

 

— ¿a tus padres no les preocupa que estés solo en medio de la nada?

 

— saben dónde estoy. No sé si les preocupa tanto pero en vista de que no me han prohibido venir creo que solo es un poco. Tus padres…— escucho el tono indeciso de su voz.

 

— aun no me hablan.

 

— lamento escuchar eso.

 

— Al menos no me han empacado las maletas— esa es una de las cosas que temía, aun temo eso pero con el tiempo he tenido más confianza en que no pasara— tengo demasiados trabajos para entregar, espero avanzar algunos aquí.

 

— ¿Qué estas estudiando?

 

— Ahora mismo estudio el sistema penal. Estudio leyes, se supone que mi padre…. En fin, tiene un despacho jurídico— trabajaríamos juntos pero con esto ya no es tan seguro. Uno de los motivos por los que no estoy en mi propio departamento de universitario es porque la universidad queda relativamente cerca de aquí. 

 

— yo estoy estudiando matemáticas.

 

— ¿matemáticas? ¿En serio? 

 

— ¿no me crees?

 

— Esperaba que dijeras astronomía— Eris ríe.

 

— es solo un hobbie. No pienso dedicarme a esto— las noches que he estado aquí llegue a la conclusión de que Eris es muy inteligente, o algo así, porque yo sigo sin saber cómo encontrar algo en el cielo, mientras él lo hace con una facilidad que me hace sentir idiota. Esto me lo confirma.

 

— Traje hamburguesas— levanto la bolsa de papel. Eris deja el telescopio para voltear.

 

— oh...

 

— ¿no te gustan?

 

— no es eso, soy vegetariano.

 

— ¡Lo lamento! No lo sabía— entonces por eso siempre trae manzanas cuando está aquí.

 

— no te preocupes no lo podías saber.  Pero gracias por el gesto— pasamos un rato en silencio, él observando el cielo y yo comiendo y haciendo mis trabajos. Me gustan mucho los silencios que hay aquí, no es un silencio pesado o incomodo como los que hay en casa, es algo muy tranquilo, un momento en el que no son necesarias las palabras— Ian.

 

— ¿Qué?

 

— Ven a ver esto— me levanto y me acerco al telescopio. Eris me enseño a acercarme sin moverlo, así cuando él quiere mostrarme algo yo no tengo que volver a ubicar lo que quiere.  Veo un montón de puntos muy brillantes, sé que no son estrellas comunes porque observe algunas en los días pasados.

 

— ¿Qué estoy viendo?

 

—  es un cumulo de estrellas.

 

— Brillante— no lo digo con sarcasmo, en verdad es muy brillante, y se puede ver a simple vista aunque no es tan brillante.

 

— lo es. Habrá luna llena pronto.

 

— ¿y? ¿Qué pasa?

 

— Algunas cosas podrán ocultarse debido a la luz, pero es un buen momento para observar la luna—  no he visto la luna con telescopio. Si quito el hecho de que vengo para huir de casa, esto es divertido, nunca fui de los niños que pedían un telescopio de navidad, ni quise ser astronauta— además, si vienes con frecuencia puedes ver cómo va cambiando la fase lunar.

 

— tal vez aparezca un hombre lobo por aquí.

 

— nunca he visto un hombre lobo, y tengo mucho viniendo.

 

— ¿En serio?— sé que no nos hemos encontrado en la ciudad, y no me extraña, es grande y además hay un montón de universidades aquí— ¿vives aquí desde hace mucho?

 

— algo. Nos mudamos hace años… me gusta vivir aquí, aun se puede ver el cielo claramente— eso es verdad. Algunas nubes cruzan el cielo, pero entiendo de lo que habla— Mi madre es organizadora de eventos, tiene mucho trabajo, cuando era niño me compro un telescopio para poder entretenerme por las noches. Papá me enseño a usarlo…

 

— mi papá me enseño a conducir, fue divertido aunque al final me equivoque y pise el acelerador en lugar del freno, casi nos estrellamos con la cocina de la casa— se ríe y de pronto estamos contándonos anécdotas graciosas. Reír se siente bien, es relajante cuando sientes que no has reído en años.

 

— ¿has pensado en mudarte?

 

— ¿mudarme? No…— no estoy seguro de que mudanza habla— no me ha interesado mudarme a otro país, aunque si debo hacerlo por trabajo podría hacerlo ¿y tú?

 

— Me gustaría ir a Alaska— pensar en Alaska es pensar en nieve, frio y perros tirando trineos— pero no sé si podría quedarme a vivir porque solo me interesa ver la aurora boreal.

 

— Oh— claro, claro, también esta eso— nunca he pensado en verla en persona.

 

—  yo sí, mucho. Es mi sueño desde que era niño, no me importa si es solo un momento, yo quiero verla, estar bajo las luces, en un lugar lleno de nieve, tal vez con montañas al fondo— hay tanto anhelo en su voz que me hace sonreír.

 

— yo quisiera que mis padres me entendieran, que las cosas fueran como antes, no, mejor que antes. Así no tendría que mentir ni pasar todo esto— algo golpea el metal del telescopio, cuando miro me encuentro a Eris mirándome.

 

— he sido insensible, lo siento. Hablando sobre viajes y cosas sin importancia mientras tú estás pasando por todo eso.

 

— no me importa, habla de lo que quieras que no quiero pensar mucho en lo que pasa en mi casa— aun no parece convencido— de verdad, ya pienso todo el día en eso, necesito un descanso— eso no es una mentira, de verdad este es el único momento en que no pienso en nada.  Eris se queda callado un momento y luego comienza a hablar de los diferentes telescopios y cual es mejor para ver las estrellas.

 

*******

 

 

 

Ha estado nublado estos días. No ha llovido pero las nubes gruesas me hacen pensar que pasara en cualquier momento.  Las luces de los salones están encendidas, pero aunque no lo estuvieran siento algo extraño ¿es mi imaginación o todos me están mirando ahora?  Debe ser mi imaginación.

 

No creo que sea mi imaginación, cuando paso a la cafetería sigo sintiendo las miradas en mí. Camino entre las sillas y mesas hasta encontrar a alguien conocido.

 

— Hey, Ian.

 

— Lesley, dime ¿es mi imaginación o todo el mundo me mira?—  ella es como mi mejor amiga  aquí, no es muy alta, tiene el cabello castaño desgreñado y ojos oscuros. Paso mucho tiempo con ella aquí, pero no lo suficiente para contarle asuntos personales.

 

— pues…— deja de sonreír ¿acaso esta incomoda?— no todo el mundo, pero…

 

— ¿Qué paso?

 

— No me dijiste que eras gay— siento que la sangre se me congela ¿Cómo demonios lo sabe? Espera ¿por eso me está mirando todos? Giro la cabeza, veo algunas cabezas volteando, personas que me estaban mirando.

 

— ¿Qué…?

 

— no es importante. No estoy enojada o reclamando— Lesley levanta las manos— solo creo que tenemos la amistad necesaria para que me lo dijeras, o eso pensaba yo.

 

— era un secreto. Nadie lo sabía— ella se queda con la boca abierta y pone una expresión de dolor, de seguro ya comprendió lo que está pasando.

 

— lo siento.

 

— ¿Cómo te enteraste? ¿Porque todos lo saben?

 

— calma, no están así porque seas gay, hay varios chicos que lo son entre los compañeros. Se dice que tienes problemas en tu casa, una discusión muy fuerte porque estabas con… eh…— no. esto no puede ser real, esto no puede estar pasando— ¿Ian?

 

— ¿Cómo lo supiste?

 

— Jesse— me levanto, dejando la comida. Escucho a Lesley llamarme, pero no me detengo ni me giro para responder.

 

Encuentro a mi hermana saliendo de un aula, ella no me ve, pero antes de que siga caminando con sus amigas le tomó del brazo y la hago caminar.

 

— ay, me lastimas— quiero decirle que eso ha hecho ella primero conmigo, pero la suelto. Caminar hasta su facultad me ha dejado sin aire— sabía que te reaccionarias así.

 

— ¿¡Y como esperabas que reaccionara!?—  ella me mira, y puedo ver que esta arrepentida pero no me hace sentir mejor. No hemos hablado más de darnos los buenos días o las buenas noches en casa— maldición, Jesse, todo el mundo lo sabe— mi voz suena ridícula.

 

— Ian, no era… juro que no lo hice a propósito. Se lo conté a mi amiga, ella se lo conto a su novio, y a otra chica… todo se salió de control. Perdóname— cierro los ojos e intento respirar. La gente no me importa, no me importa que mis compañeros o maestros sepan que soy gay, porque como dijo Lesley no soy el único ni el primero ni seré el último, pero no esperaba hacerlo cuando todo estuviera patas arriba— si hubiera sabido que pasaría esto, yo no… 

 

— Ya no importa—  ella y yo nos parecemos bastante: los dos tenemos el cabello oscuro,  ella lo tiene lacio y largo, yo aun no me lo cortado y tengo que peinarlo hacia un lado para no verme como si me acabo de levantar. Los dos tenemos los ojos café claro, algunos dicen que color miel pero para mí no es una buena comparación. Ella es mayor que yo, pero yo soy más alto.

 

— Todo estará bien— me dice, y sé que no está hablando de lo que acaba de pasar— dale un poco de tiempo a nuestros padres.

 

— ¿Cuánto es un poco?— pero ella no tiene una respuesta para eso. Suspiro— como sea, supongo que no tiene caso discutir por lo que paso, solo ten más cuidado la próxima vez que le cuentes algo a tus amigos— ella parece avergonzada. Le creo cuando dice que no fue su intención hacerlo, pero el daño está hecho, además ahora que se cual es el asunto será más fácil ignorar las miradas. 

 

No me equivoco, es más fácil seguir con mis asuntos como siempre y tampoco creo que sea un tema tan interesante como para que dure. 

 

— Te estuve buscando— Lesley se pone a mi lado mientras camino a la salida— ¿terminaste las clases? ¿Quieres ir a comer?

 

— claro.

 

— vayamos por hamburguesas.

 

— Que sea otra cosa— me comí las dos hamburguesas que lleve a la colina la otra noche, no tengo demasiadas ganas de mas.

 

— Bien— terminamos en una pizzería. Los asientos mullidos y el aire acondicionado se sienten bastante bien— ¿vas a contarme lo que paso?— me dice, después de estar discutiendo por las respuestas del último examen.

 

— no hay mucho que contar, lo que sea que escachaste es verdad. Mis padres se enteraron que soy gay y aun estamos resolviendo eso— o eso me gustaría creer.

 

— no entiendo porque te hacen pasarlo mal, no es nada de otro mundo ahora.

 

— Pues díselo a ellos— como no quiero entrar en una discusión como esa, me levanto— voy al baño—  no necesito ir, pero es mejor que quedarme sentado. El local es lo bastante amplio para tener varias secciones, y cuando salgo, lo primero que veo es un grupo riendo bastante fuerte. Entre un paso y otro, alcanzo a escuchar una risa que reconozco muy bien, y… si, no me equivoque, Ryan está allí. Vamos, muévete, si no me vera parado aquí como idiota.

 

La pizza ya está en la mesa cuando regreso, agradecido de estar en otra sección y que no pueda ver al grupo de chicos que están allá.

 

— parece que viste un fantasma ¿todo bien?

 

— Si… huele bien— no estoy bien. Ver a Ryan riendo entre sus amigos fue como recibir un golpe en el estomago. Es injusto ¿Por qué yo tengo que pasarlo mal?  Ver eso me hace querer hundirme en la tierra, pero me obligo a tomar una rebanada de pizza y ponerla en el plato que tengo.  Aunque hablo con Lesley, apenas le pongo atención  aunque debería con tal de no estar pensando cosas deprimentes. Nadie parece saber lo que paso con Ryan, porque nadie se tomo la molestia de preguntarme que había  pasado con él, y ahora lo agradezco.  Cuando Lesley y yo salimos del restaurant, puedo ver como Ryan está muy cercano con otro chico.  Yo solo sigo caminando y ya no volteo.

 

Las nubes no se fueron, está muy nublado y la humedad hace que se me pegue la camisa a la espalda mientras pedaleo para llegar a la colina. Creo que ya me acostumbre a ver en la oscuridad, el lugar ya no parece tan oscuro y por eso veo que Eris no está aquí. Que decepción, la verdad la paso bien hablando con él y sin embargo no me extraña que no esté si no se ve ni la luna.  Sin las estrellas este lugar se ve bastante triste, aunque sigue siendo mejor que cualquier otro lugar, además ya vine hasta aquí y regresarme por nada… me quedare un rato aquí, tal vez tenga suerte y el cielo se despeje lo suficiente para ver las estrellas.  El viento comienza a soplar, y me quedo en el pasto, viendo el movimiento de las nubes que es mucho más entretenido de  lo que parece.

 

— ¡Ah, una estrella!— pero no hay nadie más aquí.  La nube sigue moviéndose, dejando a la vista otro montón de estrellas ¿serán parte de una constelación?  Me pregunto cuál será…

 

 

 

Por la mañana el sol es brillante y no hay  ni una sola nube en el cielo.  En las clases noto que ya no hay nadie mirándome, como yo había pensado. Algunos chicos me saludan, lo que hace que Lesley se ría con ganas y no deje de preguntarme si tengo algún tipo especifico.

 

— Ian— volteo hasta encontrar a mi hermano, André. Es dos años menor que yo, y se la pasa jugando videojuegos. Él no se parece tanto a mí,  su cabello es casi rubio, y tiene los ojos oscuros. Además es flacucho.

 

— ¿olvidaste algo?

 

— no ¿ya vas a casa? vayamos juntos— me siento tan aliviado y feliz que solo muevo la cabeza. Creo que empezar a hablar con mis hermanos es una buena señal, una señal de que no todo está mal y que las cosas pueden empezar de nuevo, porque no quiero que las cosas sean como antes tampoco— Jesse me conto lo que hizo. Creo que está mal.

 

— no es que a los demás les importe mucho. Solo fue un momento de sorpresa y ya.

 

— de todos modos, eso era algo privado tuyo. No le correspondía decirlo.

 

— Ya lo hizo, no hay nada que pueda hacer— André murmura algo que no entiendo— ¿Cómo va todo?

 

— Bien… — lo dice sin mucha convicción—  las cosas en casa están incomodas. Tampoco creo que sea tu culpa, Ian.

 

— eh, gracias.

 

— Aunque fuiste idiota por quedarte en la sala— se me escapa una risa, aunque no es alegre. Todo inicio por eso, si yo no me hubiera quedado en la sala todo sería diferente ahora— ¿Qué paso con ese chico? ¿Aun estas con él?

 

— terminamos.     

 

— que mal.

 

— supongo que es lo mejor— aunque hacerlo ese mismo día fue como darle un golpe a un moribundo. Después de lo que vi ayer, creo  que igualmente hubiéramos terminado con el tiempo,  o solo soy yo intentando convencerme de que así es para no sentirme tan mal. No le culpo por terminarme porque enfrentar esto no es nada fácil. Hubiera preferido que siguiera hablándome por lo menos, así tendría alguien con quien hablar.    

 

Jesse llega a la casa cuando acabamos de poner los platos en la mesa para comer, y por unos momentos, me siento feliz de verdad, en la cocina de la casa, riendo con mis hermanos. Como sigue sin haber nubes y las estrellas son visibles creo que Eris estará en la colina, además son varios días lo que no hubo estrellas. Dejo los libros de los trabajos, que ya termine y bajo para ir por mi bicicleta.

 

— Ian— la voz de mi mamá me congela en medio de la sala. No la vi, y según yo hoy tiene turno en el hospital así que no estaría aquí hasta mañana. Esta sentada en el sofá de la sala. No esperaba… ¿Por qué esta aquí?— hablemos.

 

— Claro—  me siento en el otro sofá, sintiendo una mezcla de miedo, nervios y esperanza. Mejor espero a que ella hable  primero. Ella esta frotando sus manos, alisando la tela del sofá.

 

— Quisiera que me respondas… ¿realmente nadie...? ¿Cuándo eras niño…?

 

— ¿Qué? ¡No! mamá, ya les dije que nadie me toco de esa manera. No es por eso.

 

— ¿entonces? ¿Hicimos algo mal?— mi corazón se rompe. Siempre pensé que era algo muy cursi, pero sus palabras me duelen y no encuentro otra palabra.

 

— no, no han hecho nada mal, mamá, ustedes han sido buenos padres. No hay nada malo conmigo, esto no es culpa de nadie, yo solo… solo me gustan los chicos— no es para nada el discurso que quiero dar, pero es lo que sale. El estomago se me retuerce de forma desagradable y mis manos empiezan a sudar. Esta no es la conversación que yo quería tener.

 

— Estuve viendo un poco en la clínica, hay muy buenos profesionales en el departamento de psicología que podrían ayudarte— al menos no dijo curarte. No soportaría escucharle decir que tengo que curarme.

 

— ¿ayudarme?  Solo para poder superar esto, porque a mi seguirán gustándome los chicos.

 

— Ian, no es así, solo estás confundido, pasando por una etapa ¿Ian?— no puedo escucharlo más.

 

— no puedo… no es así. No estoy confundido, ni tengo una etapa rebelde que se me pasara y tampoco estoy enfermo ¿no puedes escucharme? Me gustan los chicos, solo es eso. No hay más, y es un maldito dolor de cabeza que no lo entiendan.

 

— ¡Ian!— dejo la puerta abierta cuando corro a tomar mi bicicleta. Me subo, sin ver muy bien a donde voy. Todo es un caos, mis pensamientos, mis sentimientos, mi vida, todo es un caos y no sé cómo empezar a ordenarlo. Solo pedaleo, huyendo de nuevo de todo. Pedaleo y pedaleo hasta que las luces de la ciudad se vuelven oscuridad y el terreno más irregular.  Casi me caigo cuando me detengo de golpe al toparme con una luz roja. Todo es oscuridad y luz roja a mí alrededor. Alguien me toca, pero me aparto y camino hasta encontrar un tronco clavado en el suelo, debió ser parte de una cerca hace tiempo, pero ahora me sirve para desahogarme un poco. Dos veces intentan apartarme, y no es hasta la tercera vez que caigo al suelo, y ya no puedo levantarme.

 

— No hay nada malo conmigo— me escucho decir. Todo se mueve, aunque el suelo se siente firme bajo mis  manos.

 

— No, no hay nada malo contigo— hay mucha amabilidad en esas palabras— te heriste la mano.

 

— mi vida es un caos.  Mis pensamientos son un caos, mis sentimientos… mi familia cree que puedo curarme, el chico con el que salí probablemente este con alguien más como si no hubiera pasado nada,   mi hermana hizo que toda la universidad se enterara de lo que paso… todo es caótico, yo soy un caos— esas palabras flotan a mi alrededor, repitiéndose una y otra vez. Escucho el pasto crujir a mi lado.

 

— Del caos nacen las estrellas—  miro a Eris, con sus pantalones rasgados y las converse rojas. El no me está mirando, sus ojos miran a las estrellas—  Surgen de un montón de gases y polvo, un caos en el que la fricción crea calor, tanto calor que producen una reacción nuclear, de ese  estallido nacen las estrellas. Son el resultado de fuerzas distintas. Algunas son muy grandes, otras pequeñas, muchas son tan brillantes que aunque murieron hace muchos años seguimos viendo su brillo. El caos no siempre es malo, del caos puede salir algo tan hermoso como una estrella— y me rompo. Un sollozo da paso a las lágrimas, un llanto incontenible. No sé cuánto tiempo pasa hasta que al fin termina. Eris me da palmaditas en la espalda.

 

— debes pensar que soy un llorón.

 

— pienso que eres valiente. No sé lo que haría de estar en tu situación. Tengo pañuelos desechables en la mochila—  La luz roja esta a varios metros de nosotros, con todas las cosas de Eris. Me duele un poco la cabeza, pero caminamos de regreso hasta las cosas.

 

— eso que dijiste…

 

— es la verdad, así nacen las estrellas. Del caos nacen las estrellas, y a veces, hasta los planetas— sonrió, limpiándome la cara con los pañuelos que me dio.

 

— gracias.

 

— no es nada.

 

— no quiero ir a casa.

 

— nunca he visto el amanecer desde aquí. Y Marte es muy visible estos días, cerca de las cinco de la mañana— No tengo mucho humor para hablar, y Eris parece entenderlo. Él hace sus observaciones y anotaciones de siempre mientras yo solo observo las colinas o las estrellas. En algún momento me debí dormir, porque ahora Eris está sentado, y no usando el telescopio.

 

— deberías irte.    

 

— está bien, llame a casa. Tengo manzanas— señala el  tazón donde las trae hoy. Tengo hambre, así que no lo pienso cuando tomo algunos trozos.

 

—  no sé si es una broma o no, que traigas manzanas cuando tu nombre es Eris, el nombre de la diosa que causo la guerra de Troya con una manzana— él se ríe.

 

— me gustan las manzanas. Tal vez sea por eso. Ian, estaba pensando en algo que decía mi padre cuando estaba enseñándome a buscar en las estrellas. Yo le tenía miedo a la oscuridad, y  él no me paraba de repetir que solo en la oscuridad  pueden verse las estrellas— Eris me mira— ahora estas rodeado de oscuridad. Es tu momento de demostrar que también puedes brillar— quiero responder algo, pero no tengo palabras. Eris vuelve a mirar al cielo.

 

Nos quedamos allí hasta que el cielo empieza a clarear y los primeros rayos del sol asoman por las colinas.

Notas finales:

Gracias por leer, nos leemos el próximo sabado!!


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