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Strawberry por Hakupaluszki

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Notas del fanfic:

Two-shot, mucho fluff, pende-fic. 

Ruki huele a vainilla y Akira huele a taquitos al pastor (nocierto).

 

Para Momo, feliz cumpleaños, te amo muchísimo. Gracias por ser mi amiga, ya quiero verte pronto. uwu

 

La historia también está en wattpad, pero tengo hueva de poner el link, algún día lo haré.

Había ocasiones en las que Akira no entendía cómo tanto enfado y mal humor podía caber en el pequeño cuerpo de su omega. El rubio, día y noche, solía darle muchas vueltas al asunto y también pasaba horas intentando comprender qué había hecho mal (o qué no había hecho) para que Takanori se molestara con él. 

 

Algunas veces no se bañaba, y eso ocasiona que el menor no se acercara a él; otros días olvidaba las fechas importantes, y entonces no había sexo. Incluso recordó que, lo más tonto por lo que Takanori se había enojado con él, había sido ese día, cuando se fue con Shima a ver la nueva película de Drangon Ball, olvidando por completo que visitaría a su suegra y a todas las hermanas de su pareja.

 

Había tardado días en que lo perdonara, pero al final un par de besos, ruegos y chocolates, habían bastado para que el menor dejara pasar el asunto y recibiera a su alfa con los labios hechos un mohín para que el mayor depositara mil besos en ellos, mientras le hacía el amor.

 

Y de esa última vez, habían pasado por lo menos cuatro meses. Akira pensó que todo se encontraba bien entre ellos dos, hasta que un lunes por la mañana, de buenas a primeras, Takanori lo echó de su habitación de la manera más sutil que había encontrado: gritándole que Akira no lo amaba más, haciendo un drama del que se enteraron todos sus vecinos. 

 

Incluso Yuu, el idiota que era pareja de su mejor amigo, se había burlado de la mala suerte de Akira, y eso era imperdonable porque el moreno solía rogarle a Shima por todo. 

 

Akira, tras horas de mirar el techo desde su nueva cama (el sofá de color verde-vómito que tenían en la sala), había terminado por hacer una extensa lista de todas las razones por las cuales el omega podría haberse enojado con él; pero Akira no encontró motivo alguno que explicara por qué Takanori lo había corrido de la habitación que llevaban años compartiendo. 

 

Se sentía tan frustrado que lo único que pudo hacer en ese momento, fue tallar sus ojos con poca delicadeza, al mismo tiempo que su lobo aullaba de manera lastimera pidiendo, casi a gruñidos, ir hasta donde estaba su omega.

 

El dulce aroma a vainilla, impregnado en todo el departamento, no ayudaba a que él o su lobo se sintieran mejor, sino todo lo contrario. Antes de que Takanori lo corriera, Akira solía despertar abrazando a su omega, aspirando con celo el delicioso aroma de su omega, que se intensificaba ahí donde estaba la marca que los unía a ambos; ahora, el único aroma que lo recibía por las mañanas, era el de perro mojado que desprendía Koron.

 

La siguiente hora la pasó en esa posición, aguantando al llorón de su lobo, que no dejaba de quejarse y exigir que Akira fuera hasta donde estaba el amor de su vida. Akira pensaba que su lobo era tonto, pero el animal pensaba que su humano era 10 veces más estúpido que él. Lo que ambos querían era estar con Takanori, pero a ninguno se le ocurría una buena idea para lograrlo. 

 

El lobo ya había intentado morder a Akira en más de una ocasión, pero se encontraba atrapado en el alma de su humano y así no podía divertirse, las mordidas solo se las podían imaginar. 

 

El aroma a vainilla se intensificó de un momento a otro, solo así Akira se dio cuenta de que su omega ya se había despertado y probablemente estaba soltando feromonas para calmarse a sí mismo, Takanori solía despertar de malas casi todos los días y Akira era el encargado de hacerlo feliz.

 

Aunque ahora no pudiera hacerlo.

 

No pasó mucho tiempo cuando Akira comenzó a escuchar movimiento en el departamento, al parecer Takanori ya se había despertado y estaba haciendo la misma rutina que había tenido desde el lunes. 

 

A los pocos minutos, la puerta de la habitación se abrió, liberando más de ese aroma que tanto le gustaba a Akira. Su lobo pidió, nuevamente, ir hasta donde estaba su pareja, pero Akira se contuvo, sabía que el omega solo había salido de la habitación para ir al baño. 

 

Si hubiera sido un día entre semana, Akira hubiera aprovechado para ir por ropa limpia y dirigirse después a su trabajo, pero teniendo el libre día por ser sábado, se quedó tirado en el sofá, como buen perdedor que era.  

 

—Maldita sea…

 

Se talló el rostro, sintiendo frustración nuevamente.

 

Gruñó, su lobo reaccionó de la misma manera, era increíble que él y Takanori llevaran una semana sin hablarse. Él necesitaba pasar tiempo con su omega, y sabía que el menor quería lo mismo que él; no quería pasar más tiempo en ese horrendo sofá que su abuela les había regalado, en vez de acurrucarse y pasar un fin de semana lleno de besos con su pareja. 

 

Se levantó, caminando descalzo hasta la puerta del baño, hablaría con Takanori y lo haría olvidar su mal humor repentino. 




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