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R27 Week 2020 por 1827kratSN

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—¿Cuándo piensa formar una familia, décimo?

Tsuna casi escupe su vino al escuchar eso, Yamamoto no tuvo tanta suerte y él sí escupió el wiski que se sirvió. Ambos entrando en un pequeño pánico que fue asesinado cuando Lambo empezó a reírse a viva voz mientras golpeaba la mesa.

—Son tan divertidos.

—¿Dije algo divertido? —el aliado estaba confundido al igual que todos los demás asistentes.

—Familia —Lambo no podía parar de reírse.

Tsuna se incomodó, y era algo obvio, porque si su amado y huraño novio hubiese siquiera escuchado eso, ardería todo París. Para nadie era secreto que Reborn no toleraba hablar de “familia” o “hijos”, si a lo mucho sucumbió a los encantos de Tsuna y aceptó una relación normal y estable.

Puta madre.

—Eso es algo que no he considerado —Tsuna sonrió con amabilidad—. Y si me lo permiten, debo pedir que ese tema no se toque nunca más.

—Lamento si toqué un tema delicado para usted, Vongola.

—No hay problema. No muchos saben de… la importancia de evitar el tema.

¿Relación escondida? En realidad no. Todos sabían que el décimo Vongola salía formalmente con Reborn, antiguo arcobaleno del sol y asesino número uno, el propio azabache se los restregaba en la cara en cada oportunidad… El asunto era un poco desviado del tema inicial.

Todo eso provenía de la casta.

Lambo siguió riéndose todo el camino, perdido en su fortuna por ser beta, todo mientras Yamamoto reía suavemente por su falta de entendimiento respecto al tema pues él era un beta también… Y luego estaba Tsuna, quien cerró sus ojos, y deseó por un instante entender el problema que Reborn tenía en cuanto a esos temas.

—No mencionen esto.

—Claro que no —Lambo al fin se calmó, cuando ya casi estaban por llegar a casa—. No estoy tan loco como para hacer enojar a esa bola de feromonas en descontrol.

A veces Tsuna deseaba que su vida fuera normal, que los días fueran tan calmados y hasta bonitos mientras nadie parecía diferente del resto. Deseaba que Reborn se hubiese quedado en la neutralidad, como cualquier otro beta en la mansión. Por dios que lo deseaba, pero pedía demasiado, lo había pedido desde que el primer celo de Reborn se dio, cuando aquel cuerpo dejó de ser infantil y volvió un adolescente.

Era un verdadero caos.

Como lo era en cada celo que algún otro miembro de la familia tenía.

Pero ese era especial.

Tres veces al año, por un periodo de tres o cuatro días. Esa era la fecha donde todos se preparaban para fingir que era lo más normal del mundo… Pero incluso una semana antes de ese temido periodo, todos ya estaban muy tensos por el terrible comportamiento territorial de la segunda cabeza de familia

—Tardaste más de lo necesario.

—Me permito excusarme, juudaime —Gokudera se levantaba de inmediato cuando Reborn invadía la oficina—. Organizaré todo y en la tarde tendré el reporte.

—Gracias, Hayato.

—Sí… —Reborn gruñía bajito en advertencia—. Ya lárgate, muchacho.

—Una disculpa, Reborn-san —reverenciaba levemente.

—Y tomate los malditos inhibidores.

—Oh, pero tomé dos —la tormenta se olfateó.

—Hayato, tranquilo, solo es una amable invitación a que nos dejes solos —sonrió Tsuna.

Aun no se acostumbraba a lidiar con algo que no entendía, pero Tsuna hacía su mejor esfuerzo cuando era olfateado minuciosamente por aquel asesino, quien no aparentaba más de veinte años y quien le quitaba el saco para lanzarlo lejos porque seguramente detectó un aroma que no le gustaba.

—Nadie se me acercó a más de dos metros —le sonrió para calmarlo.

—Alguien sí lo hizo.

—Hayato cuando me entregó el correo.

—No… Ese idiota no fue —Reborn lo miraba acusatoriamente—. ¿Quién fue?

—Reborn, por favor.

—Dime.

—Reborn —Tsuna suspiró—. Ven, vamos a tomar un poco de café.

—No funcionará esta vez, Tsunayoshi —se quitó la fedora para no sentirse tan aprisionado y aflojó su propia camisa y corbata—. Dime quién fue el atrevido que se te acercó y dejó su hedor en ti.

—Reborn…

—Responde —mirada amenazante como siempre.

—No lo sé —Tsuna ya era inmune a eso—. En serio —sonreía a sabiendas que todo era culpa de aquella época previa al celo.

—¿Cómo no puedes saber quién se te acercó?

—Porque soy un beta, Reborn —Tsuna lo tomó de la mano y lo guio al sillón—. No puedo percibir los aromas y no sé quién se me acercó demasiado sin que haya inhibido su aroma… Ya hablamos de eso.

—No es justificativo… Debes ser capaz de detectar a un alfa u omega que se te acerque.

—No es fácil —sirvió dos tazas, dejando que el aroma del café opacara cualquier aroma adicional y extraño en la habitación—. Sé que algunos tienen ciertas características… pero otros no.

—Todos tienen algo…

—Tú no lo tienes… —lo miró al servirle la taza—. Y si los tienes, no concuerdan con lo que te hacen especial.

—Dame una lista de posibles víctimas.

—Reborn, tranquilo… Además, no dejaré que abandones la mansión siendo que estás a punto de tener tu celo.

—No me ordenas nada, Tsuna.

—Lo hago porque quiero cuidarte, es mi derecho como tu pareja.

—A veces creo que, si fueras un alfa, intentarías doblegarme con tu voz de mando —jugó con la taza y bebió sin ganas.

—Jamás haría eso —el castaño rio bajito—. No solo porque aprecio mi propia vida… Sino que sería muy horrible de mi parte intentar dominarte cuando tú eres un alma libre… Me gusta que seas libre. Respeto eso.

—Vaya, vaya —sonrió ya más calmado—. A veces dices cosas muy lindas, Tsunayoshi.

—Estuve practicando —bromeó para terminar con esa atmósfera tensa.

—Sigue así y fingiré que mi celo se adelantó para encerrarte en mi cuarto por un día o dos más de lo acostumbrado.

—Entonces guardaré silencio —rio divertido—, porque mañana tengo una reunión que ya aplacé.

—Más te vale dejar todo listo para tus días de ausencia.

—Por eso no puedo perderme la reunión de mañana —sonrió—. Así que dejemos que tu celo siga normalmente.

—Eres un aburrido.

Eran un apareja diferente, pero no por eso menos amorosa y comprensiva como las que eran consideradas normales. Aprendieron a sobrellevar esas diferencias para mantener confianza mutua, y aunque a veces había fallas, no era difícil superarlas. Aunque Tsunayoshi fuera beta, intentaba comprender todos los cambios de Reborn… y aunque Reborn fuera omega, trataba de no perder el control totalmente y seguir como normalmente hacía.

Pero había un detalle que tal vez no se podía controlar.

Nadie en la mansión tenía derecho a mencionar el asunto de agrandar la familia, por respeto a los conflictos de Reborn con su casta. La servidumbre no esparcía chismes, todos comprometidos a la fidelidad con sus señores. Los aliados sabían que habría fechas que no podían reunirse con el décimo cielo y que se verían en la obligación de aplazar algunas reuniones por el bien común.

Sencillo.

O no tanto.

Porque se estaba escondiendo un secreto.

Cuando la fecha se acercaba, Reborn pedía privacidad y se adueñaba de un ala completa para que fuera su lugar seguro. Era obvio que tenía ya una adecuación para sus días de calor, todo estaba bien estructurado y abastecido… O debería estarlo… pero no lo estaba… En esa ocasión algo faltaba.

Usualmente se refugiaba en su sección desde los días previos a su celo, pero en esa ocasión no podía hacer eso, algo dentro de él se sintió diferente y salió de su lugar de confort para explorar la casa. Fue raro y el mismo estaba consciente, pero nadie se atrevió a darle contra. No eran tan idiotas y lo agradecía… Agradecía más que todos hayan ganado la suficiente inteligencia como para alejarse de él lo más posible y no decirle nada.

Ni, aunque lo vieran revolviendo el cuarto de su cielo en busca de alguna cosa, o cuando lo observaran de lejos deslizarse por la mansión desordenando cualquier cosa, ni cuando lo hallasen en el cuarto de la lavandería arrojado cosas fuera de lugar y rasgando alguna tela.

Solo alguien fue tan estúpido para interrumpir su labor, pero fue un detalle… uno que Reborn arregló con una amenaza y un disparo.

—Tienes días libres —hablaba con su pequeño camaleón—. Cuida de que todo siga en pie para cuando yo salga —sonrió—. Quedas a cargo.

Ya era tradición que Leon vigilara todo y se desplazara en plena libertad en esos días, hasta era lindo porque eran en esos días donde podían acariciar al animalito como jamás podrían hacer frente a Reborn. Además, la independencia del pequeñito también simbolizaba que nadie debería pasar la línea de seguridad.

A excepción de alguien.

—Sabes todas las tareas que se deben cumplir —Tsuna miró a Hayato y sonrió—. Confío en que todo transcurra en orden durante mi ausencia.

—No se preocupe, juudaime.

—Y no te preocupes, estaré bien.

—Sinceramente espero que así sea… Y no como la última vez.

—Ya te dije que mi brazo roto fue un accidente.

—De todas formas, me preocuparé.

Tsuna reía divertido por aquel asunto, pero negaba, nada malo pasaría.

Siempre confió en la “delicadeza” de su pareja en esos días y esta vez no sería diferente. Pero eso no evitaba que se detuviera al diferenciar la línea roja en el suelo y se quedara unos instantes analizando o imaginando cómo se sentiría ser un alfa y verse abrumado por el perfume que desprendía esa zona.

Incluso él podía diferenciar un leve toque de rosas y miel, pero su nariz no era como la de alfas y…

—¡Oh, rayos!

Tsuna vio su muñeca y se regañó mentalmente porque se quedó pensando por demasiado tiempo, se pasó de la hora usual y ahora seguramente Reborn estaría enojado. Se apresuró finiendo que no notó aquel fallo, buscó el cuarto, respiró una vez más e ingresó esperando ser recibido con una protesta y tal vez una de esas mordidas que dejaban marca por semanas…

Pero no fue así.

Se topó con una tela de seda colgando del techo, recibiéndolo como una segunda puerta. Y cuando pasó aquella extraña bienvenida, se tropezó con alguna cosa y cayó de cara sobre algo muy suave. Poco faltó para ver el suelo lleno de cojines, almohadas y otras cosas. En parte lo agradeció porque así no se lesionó.

—¿Reborn?

Se dio el tiempo de levantarse y mirar que no era solo el suelo, sino que su cuarto era un lio de cobijas, edredones, telas varias y prendas de vestir suyas…, ropa que pensó perdida desde hace un par de días. Estaba sumamente extrañado y pensó lo peor, porque tal vez Reborn tuvo alguna crisis de ira o…

—Estaba seguro de que no sabrías lo que era todo esto.

La voz de Reborn era baja, casi susurrante, su respiración irregular y hasta pareció que se quebró en algún momento. Tsuna se preocupó y gateó directamente hacia donde Reborn se escondía en medio de una manta enorme de color celeste, pero lo vio normal y muy calmado, así que respiró aliviado.

—¿Qué pasó aquí?

—Ni yo lo entiendo bien.

—¿Tú trajiste todo esto?

—Sí —se destapó un poco, mostrando su pecho desnudo—, y es tu culpa.

—¿Mía? —dejó que Reborn se acercara y lo olfateara en el cuello.

—Tienes la maldita culpa.

Reborn no parecía enojado, solo cansado o drogado. Y todo era tan extraño. Tsuna se asustó, debía admitirlo.

—Odio mi calor.

—Yo creo que es algo muy especial.

—Odio que mi trasero se moje.

—A mí me parece chistoso.

—Odio que mi lado omega te ame tanto.

—Me siento halagado —sonrió antes de abrazarlo y besarle la mejilla—. Yo también te amo, Reborn.

—Odio querer una familia contigo y que mi maldita naturaleza me haya obligado a hacer un nido.

—Yo… No estoy seguro de lo que significa eso.

—Odio que huelas a flores… Porque no deberías tener aroma.

—Tal vez estás delirando —porque habían tocado el tema tabú y nadie estaba herido.

—Odio que no entiendas el punto.

—Si me explicas.

—Quiero sexo hasta desfallecer… Pero lo quiero para quedar preñado como animal —gruñó bajito en protesta por esa estupidez.

Silencio. Tsuna no supo cómo responder a eso.

—Maldita sea tu existencia.

—Estoy confundido, Reborn.

—Solo cállame la boca con un beso y no dejes que diga otra tontería.

—Espera, aún estoy confundido.

Pero no lo dejaron seguir hablando y lo empujaron en medio de ese nido suavecito y con aroma a rosas.

Bien sabía que Reborn no era buen orador cuando se trataba de sus propias emociones.

Así que solo lo dejo ser.

Lo amó con intensidad.

Le dio confort hasta el cansancio.

Y ya después se enteraría de la razón por la que Reborn armó un nido por primera vez…

Y no cualquier nido…

Era un nido para él, para Tsunayoshi, el beta que lideraba a los Vongola.


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