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Tres Meses por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

Un nuevo capítulo, muchas gracias por pasarse por aquí.

Lo habían castigado ¡A él! ¡Al gran Aioria de Leo!

 Muy bien, puede que no sea tan grande con su metro diez de estatura y sus escasos seis años. ¡De acuerdo! Puede que de Leo solo sea un aprendiz, pero eso no tenía la menor relevancia. Con un mohín enfurruñado, el pequeño castaño se cruzó de brazos y desvió su cabeza, apartando así la mirada del mayor, no hablaría simplemente porque no había hecho nada malo…a su ver. Toda la culpa la tenía—cómo no—Milo. El mayor tomó la misma postura, demostrando así que sus berrinches no le amedrentaban en lo más mínimo.

Por el rabillo del ojo, el pequeño Aioria vio una silueta conocida acercándose a ellos, su salvador. Ah, porque ahí radicaba el problema; quien lo había castigado no era su sagrado hermano, ¡no! Los cabellos larguísimos de Saga se mecieron al girar, recibiendo de frente y con una amplia sonrisa a Aioros. Aioria refunfuñó por ese gesto, lejos del ceño arrugado que portaba hace escasos minutos, mientras le reprendía por su comportamiento. El mayor de los castaños no venía solo, sino que otra persona lo acompañaba, para irritación del aprendiz de Leo era el gemelo menor; Kanon.

 — ¡Saga me ha castigado injustamente! ¡Yo no hice nada malo, fue Milo quien dijo que Camus podía soportar nuestros ataques!

 Vociferó el menor apenas y los recién llegados se unieron al malvado Saga. Kanon ahogó una burla y Aioros enarcó una ceja, miró a Saga sosteniendo una conversación silenciosa con el mayor de los gemelos. Luego le regaló una sonrisa cariñosa y una caricia sobre el brazo.

 — ¿Y tú le preguntaste si era cierto?

 —No, pero…

 —Entonces te mereces el castigo—la decepción e indignación en el rostro infantil fue todo un poema—Sabes, Aioria, que nosotros como Santos debemos respetar los combates de justicia, atacar a alguien en inferioridad de condiciones no  está bien. Pudieron haber lastimado en verdad a Camus.

 Eso no. Él no quería lastimar a su amigo, todo lo contrario, simplemente buscaron demostrar su valor y fortaleza. El mohín altivo y petulante dio paso a un puchero de labios temblorosos y ojitos verdes acuosos. Aioros tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no sucumbir a la evidente actuación de su hermanito y levantarlo en brazos en ese momento para llenarlo de besos.

 —Hagamos esto; le pedirás disculpas a Camus y luego iremos a la biblioteca donde te ayudaré a redactar un ensayo sobre el honor y la justica que Athena, en toda su gloria, nos inculca para proteger este mundo.

 La voz sabia y solemne de Saga no le dejó opción alguna, sobre todo porque el traidor de su hermano lo observaba como si de la propia y divina Athena se tratase. Lo que Saga decía era palabra santa. La carcajada de Kanon resonó rompiendo el momento romántico y tácito que mantenían los dos únicos Santos de Oro.

 —Pero antes, pequeño león, ven conmigo, te compraré un helado de yogurt y hablaremos de cosas menos aburridas. El honor y la justicia siempre estarán ahí, pueden esperar.

 Kanon no esperó respuesta y lo alzó hasta ubicarlo sobre sus hombros, emprendiendo el camino descendiente hacia la aldea de Rodorio, dejando atrás dos pares de brazos en jarra y una sonrisa triunfante en los labios infantes. Por—al menos— ese día, el gemelo menor se había convertido en su persona favorita.

Aioria entendería muchos años después que Kanon, simplemente buscaba regalarle al par de enamorados unos minutos que sus deberes como la Elite de Oro no les permitía robarle al tiempo. Y esos gestos son los que su memoria valoraba más. Ya luego hablaría de la molesta forma de llamarlo. Apodo que sigue hasta sus días presentes.

Lo que Kanon no llegó a confesarle en esos tiempo de aprendices fue que, su presencia, su inocencia y candidez era lo único que le salvaba de dejarse devorar por la oscuridad, los celos y el abandono progresivo creciendo  en él, cada día un poco más…

Notas finales:

Muchas gracias por leer.


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