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A Bitter Caramel por HarukaChan

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Notas del capitulo:

*Los personajes pertenecen al manga de Boku no hero, escrito e ilustrado por K?hei Horikoshi. 

*Es una historia completamente ajena a la trama original. 

*One shot por la celebración de Halloween 2020

El bosque era tan oscuro como siempre. Los árboles se elevaban frondosos y los arbustos parecían ocultar terribles criaturas entre sus grandes hojas. Midoriya Izuku caminaba como si nada, siempre era lo mismo, el paisaje no cambiaba y sus habitantes tampoco. La vida para los seres inmortales era así, no obstante, algunas cosas sí que podían cambiar, olvidarse y transformarse. En el pasado seguramente hubiese salido corriendo con el más mínimo movimiento de una rama, pero ese tiempo se había quedado atrás.

—¡Hey, Izuku! Pareces realmente alegre hoy —cierto chico de cabello rubio con líneas negras asimétricas lo saludó con una sonrisa. Kaminari Denki era lo que se conocía como un diablillo, un demonio menor del inframundo. —Vas a visitar a Todoroki ¿no? Vas a tener una noche movida —soltó acompañado de una risilla. Una cola con punta de flecha, unos cuernos pequeños pero puntiagudos y unas alas pequeñas todo de color negro lo hacían resaltar.

—Oh, Kaminari… Buenas noches… —Izuku estuvo a punto de preguntarle cómo le estaba yendo pero sus siguientes palabras lo hicieron sonrojarse hasta las orejas—. ¡Kaminari! No digas ese tipo de cosas —no es como si fuese a negarlo pero le avergonzaba muchísimo que hablara de esa manera.

—Umph… Claro, hazte el inocente —se burló Denki con una sonrisa brillante. A diferencia de los otros habitantes del bosque, él veía al peliverde todo el tiempo. Eran buenos amigos así que se sentía feliz de que pudiese compartir tiempo con su persona querida.

—No me hago inocente… Es vergonzoso que andes diciendo esas cosas en voz alta, simplemente —Izuku no negaba para nada el hecho de que iba a tener una muy buena noche. Estaba realmente emocionado y por eso había querido llegar lo más pronto posible junto a cierto chico de cabello bicolor. 

—No te voy a entretener más entonces —comentó Kaminari con una sonrisa alegre. Si tuviese que escoger un mes favorito siempre sería Octubre sin dudarlo. Escuchó un aullido y rodó los ojos. Cierto, se había olvidado de ese detalle— ¡Que te vaya bien! —anunció el rubio mientras emprendía una huida rápida. 

—¿Eh? —Izuku siguió con la mirada al diablillo hasta que desapareció entre los troncos y pronto una silueta brotó entre los árboles. Justo frente a él, cierto hombre lobo de cabellos claros y mirada de fuego se había detenido—. Ah. Hola Kacchan~

Los ojos de Katsuki Bakugou se abrieron levemente al ver al ojiverde—. Hmph. ¿Ya es esa época del año? No creciste nada, pareces débil como siempre —cada que veía al peliverde sentía que su corazón experimentaba emociones contrariadas. Estaba feliz a su manera, pero también era frustrante. Le recordaba que no había podido protegerlo en el pasado.

Kirishima Eijirou le estaba siguiendo el paso a su amigo Bakugou, y cuando por fin lo alcanzó se sorprendió al ver una cara familiar—. ¡Oh, Izuku! ¿Qué tal? —se detuvo junto a Bakugou y sonrió levemente mostrando la hilera de dientes afilados. En su rostro lucía varias escamas de color rojizo al igual que los cuernos que sobresalían de su cabello y se curvaban ligeramente.

—¡Kirishima! Me alegra verte, parece que se divierten mucho juntos —Izuku sonrió. Ver a sus amigos siempre era algo que lo hacía feliz. Volver a ese bosque lo hacía consciente de lo muy solo que se sentía el resto del tiempo.

—Por supuesto, justo ahora estamos persiguiendo a Denki ¿puedes creer que se robó nuestra bolsa de dulces? —apenas el dragón terminó de hablar un gruñido lo hizo voltear, encontrándose con el ceño fruncido de Bakugou. Realmente le era difícil expresar que estaba feliz de ver al peliverde.

—¡Largo, nerd! Estamos ocupados —Katsuki mostró sus colmillos antes de tomar del brazo a Kirishima, jalandolo para poder salir de allí. Cada que respiraba podía sentir el olor a carne quemada… Y cada vez que veía a Deku, realmente se enojaba y la rabia lo carcomía. 

Izuku ladeó el rostro, como siempre Kacchan era impredecible. Sonrió con ternura sin sorprenderse cuando se alejó con Kirishima. Habían sido amigos de la infancia, crecieron juntos.

Eijirou movió la mano en señal de despedida para Izuku y cuando estuvieron un poco alejados, volteó hacia Bakugou—. Es doloroso ¿no? verlo con tanto tiempo de diferencia… 

—¡Tsk! —Katsuki chasqueó suavemente la lengua mientras caminaba firmemente siguiendo el olor de cierto diablillo—. Cállate, no quiero hablar de ello ¿entiendes? —con el ceño fruncido observó a Kirishima que se mantenía inerte. ¡Mierda! estaba cabreado y su ira no parecía encontrar consuelo en nada. 

—Está bien, es sólo que pienso que siempre se ve tan radiante… —Kirishima sonrió con calma antes de ser abrazado. Rodeó al rubio con sus brazos y sólo se quedó en silencio. Nada de lo que dijera serviría de consuelo. 

 

Izuku soltó una suave risa para sí mismo antes de continuar hacia su destino. Sus pasos eran constantes y algunos rayos de luz de luna parecían filtrarse entre la espesa vegetación. Suspiró suavemente cuando una enorme estructura se fue mostrando ante él, pronto un castillo de arquitectura gótica se elevó por sobre su cabeza. Las gárgolas murmuraron entre ellas y pronto el peliverde estuvo entrando por una ancha puerta de madera con acabados de metal negro.

El amplio recibidor estaba tan organizado como siempre, sin una telaraña o mota de polvo. Una alfombra de color vino se extendía hacia las escaleras de madera oscura y las paredes de ladrillo gris estaban cubiertas por diversos cuadros, bibliotecas o algún adorno temático. Siempre había pensado que combinaba perfectamente con la idea preconcebida de un hogar de vampiros.

 

Apenas su mirada se cruzó con la del peliverde su corazón latió fuerte y dolorosamente… Así era cada vez que se reunían, era su alma gemela pero estaba tan lejos—. Llegas tarde, Izu —Shouto Todoroki era el antiguo regente de ese castillo, un vampiro huraño y solitario que rara vez abandonaba la comodidad de su hogar. Con calma fue bajando por las escaleras, su cabello bicolor estaba dividido simétricamente entre rojo y blanco al igual que sus orbes turquesa y gris.

—Estoy de vuelta, Shouto —Izuku le sonrió y apenas se dio cuenta cuando ya el contrario lo estaba abrazando con fuerza. Inevitablemente se sonrojó y devolvió el abrazo con suavidad. Siempre lo extrañaba y el tiempo que pasaba lejos de él parecía una eternidad— lo siento, me entretuve hablando con Denki de camino aquí —respiró sobre la ropa del contrario, sintiéndose conmovido, se sentía tan emocionado… pero no debía llorar, Shoto sólo necesitaba de su sonrisa en esos momentos más que nunca. Las lágrimas siempre debían ir al final.

—Hmph… Sabes que odio cuando me haces esperar, prometiste venir temprano —el vampiro con suavidad tomó el rostro del peliverde para luego depositar un suave beso en sus labios. Era tan adorable que quería devorarlo pronto—. ¿Estás comiendo apropiadamente? te ves más delgado.

—Me estoy cuidando —le sonrió Izuku con las mejillas coloreadas por un sonrojo. Siempre que estaba con Shouto se sentía feliz, era como si pudiese soportarlo todo mientras fuera capaz de verlo de nuevo. Su corazón latía deprisa y sentía que en cualquier momento algunas lágrimas iban a brotar—. Me preocupa más el si tú te estás cuidando apropiadamente.

—Lo estoy haciendo, así que no debes preocuparte. Yo nunca rompo mis promesas contigo ¿o sí? —Todoroki dirigió sus orbes hacia el rostro de su amante y no pudo evitar sonreír de forma ladina al verlo negar. No podía creer que un chico pudiese ser tan terriblemente tierno, aunque ya debería estar acostumbrado. Rozó sus narices infundiendo valor, lo menos que deseaba era verlo llorar—. Exacto —volvió a abrazarlo, esta vez como si se le fuese la vida en ello. Realmente lo había extraño.

—Te ves sano —Izuku mantenía su radiante sonrisa fija en sus labios, y es que no podía expresar correctamente lo que sentía pero ya no había nada de qué preocuparse. Estaban juntos y sólo eso importaba—. Confío en eso —se aferró suavemente a la espalda del vampiro y pronto se vio alzado, provocando que soltara el abrazo—. Hey, espera, espera…

—Ya he esperado suficiente ¿no crees? —Shouto sonrió satisfecho al verlo sonrojar y pegar la cara contra su pecho. Subió las escaleras de nuevo, esta vez a una velocidad normal. Disfrutando de cada segundo en el que tenía al peliverde entre sus brazos, y es que era tan lindo… suspiró ante sus propios pensamientos. No era bueno expresándose, pero eso era algo que no le molestaba a su adorable Izuku.

—Tienes razón, supongo que debo mimarte por hacerte esperar tanto —Midoriya sonrió con dulzura. Se sentía seguro entre sus brazos, siempre había sido de esa forma. Sin importar los años que pasaran, las cosas entre ellos no cambiaban. Claro que no siempre había sido así pero su relación había superado muchas cosas y ahora que podían estar juntos no desperdiciaban el tiempo en tontas discusiones o desacuerdos.

—Hmph… —Todoroki fue subiendo manteniéndose en un cómodo silencio. El pasillo principal hacia su habitación estaba lleno de distintos cuadros, en uno podía verse claramente un grupo de personas entre los cuales se encontraban Izuku y él. Aunque por supuesto la ropa que usaban era de una época olvidada en el pasado. Atravesó una puerta de madera, encontrándose con un cuarto amplio y arreglado, en el techo se encontraba perfectamente acomodado un ataúd y justo debajo una amplia cama de dos por dos metros con sábanas de color gris. Un armario de madera oscura, un escritorio y dos mesas cuadradas, una a cada lado de la cama. No tenía demasiadas cosas, no las necesitaba. Incluso cosas como televisores o juegos le parecían artefactos innecesarios para su estilo de vida.

—De verdad que no ha cambiado nada, deberías conseguir algún aparato electrónico para distraerte un poco más —comentó Izuku con una pequeña sonrisa. Siempre se había preocupado por la forma en la que Shouto se alejaba y aislaba de los demás, no confiaba en nadie, y no podía culparlo.

—No es necesario, tengo suficientes libros y si quisiera algo diferente pasearía por la ciudad —Shouto dejó con cuidado a Izuku sobre las sábanas y con suavidad se recostó sobre él, abrazándolo de la cintura. Le dedicó una mirada y suspiró—. Me gustaría que no tuvieses que irte —fue todo lo que murmuró y cuando escuchó la voz del contrario empezar a sonar con un cariñoso “Shou…” —. No tienes que decir nada, lo sé.

Izuku le sonrió con dulzura y suavemente acarició su cabello, dejándolo que se relajara en su pecho. Se estremeció levemente al sentir las manos del contrario escabullirse por debajo de su camisa y un suave suspiro escapó de sus labios. Recordó las palabras de Denki y un sonrojo se extendió por sus mejillas sin remedio.

—Izuku… —Shouto se relamió levemente y sin más preparaciones empezó por retirar tanto el suéter como la camisa del peliverde, deshaciéndose además de sus zapatos con un rápido movimiento. La piel blanca e inmaculada de Izu era un festín al que no se podía contenerse. Empezó con un beso en los labios, a diferencia del primero este fue húmedo e intenso con un par de roces de lengua.

Midoriya correspondió con suavidad el beso, dejando que el vampiro de cabellos bicolor marcara el ritmo. Entreabrió sus labios y apenas sus bocas se separaron, jadeó levemente. Su piel ardía de ansiedad por cada roce de Shouto, era sensible a cualquier cosa que él le hiciera.

—Izu, eres tan adorable —Shouto murmuró antes de lamer con lentitud los labios de su pareja. Empezó a bajar, dando suaves besos y lamidas por su cuello. Respiraba profundamente antes de cada beso, queriendo grabar a fuego el olor del peliverde en su cerebro. Dirigió una mirada al rostro de Izuku antes de empezar a saborear uno de sus pezones y con su otra mano atendió el otro con suaves caricias.

Izuku se estremecía suavemente pero no podía evitar observarlo completamente absorto, el vampiro era tan atractivo y era suyo… Un suave gemido escapó al sentir que sus colmillos se rozaban contra uno de sus pezones. Cada nueva caricia lo hacía temblar y jadear—. Shou~

—Parece que te estás sintiendo bien ¿no? —A Shouto le gustaba la forma en la que los labios del peliverde se abrían provocativamente cuando jadeaba. Soltó con dulzura sus pezones y lo tomó de las caderas mientras volvía a besar su pecho bajando hacia su abdomen, apenas se encontró con el borde de su pantalón se deshizo de esa prenda junto a la ropa interior del contrario, liberando su erección.

—No preguntes, tonto… —murmuró Izuku avergonzado y con suavidad se cubrió la entrepierna—. Eres tan injusto, siempre soy yo quien termina desnudo primero… —hizo un pequeño puchero y sonrió satisfecho cuando el vampiro empezó a desnudarse también. Dirigió la mirada hacia sus abdominales y no pudo evitar desviar la mirada cuando liberó su hombría.

—Fuiste tú quién me pidió que me desnudara, así que debes mirar apropiadamente —Shouto sonrió complacido y se recostó con la espalda pegada a la cabecera de la cama—. Izu, ven, ponte sobre mí —le dedicó una sonrisa ladina que hubiese hecho desmayar a cualquier chica.

Midoriya tuvo que tragar en seco ante la petición de Shouto, se veía ridículamente apuesto cuando sonreía de esa forma—. No te metas conmigo —se quejó con voz suave mientras se acomodaba sobre las caderas ajenas, sintiendo sus erecciones presionarse la una a la otra, provocando un intenso sonrojo en sus mejillas.

—Tengo que hacerlo o no podría ver tus lindas expresiones de enojo —Shouto sonrió antes de rozar suavemente sus narices y suspiró con una pequeña sonrisa. Si tan solo pudiese tenerlo para siempre junto a él. Con los dedos de su diestra acarició los labios del peliverde—. ¿Puedes lamerlos para mí? Quiero tomarte —apenas los labios de Izu se abrieron, le ofreció sus dedos, sonriendo al sentir la suavidad de su boca.

Izuku solamente cerró sus ojos y se dispuso a ensalivar los dedos de su pareja. No importaba cuántas veces lo hicieran, seguía sintiendo vergüenza al igual que su primera vez—. Mhmp… Shou, apresúrate —murmuró con las mejillas sonrojadas mientras rodeaba con los brazos el fuerte cuello del vampiro.

—No seas tonto, no quiero lastimarte —Todoroki se dispuso a devorar los labios de Izuku con ansiedad. Nunca tenía suficiente de él así que sin importar las veces que lo tuviera entre sus brazos, siempre querría más. Deslizó su diestra por la espalda del peliverde y rozó sus glúteos, provocando que elevara levemente sus caderas.

Midoriya solo entrecerró los ojos para disfrutar de aquel beso, intentando seguirle el ritmo y no rendirse ante la falta de aire. No obstante, la intromisión de unos dedos en su interior lo hizo arquearse mientras soltaba un suave gemido.

Todoroki tenía la mirada fija en el rostro de Izuku, no quería perderse ninguna de las expresiones de placer que este hiciera por su causa. Y es que era tan dulce como él más adictivo de los caramelos, desde su primer encuentro lo había pensado. Empezó a mover sus dedos en un mete y saca, abriéndolos y cerrándolos en ese cálido interior que se le antojaba con avaricia.

—Shouto —jadeó Izuku con voz suave y los ojos entrecerrados. Su cuerpo ardía con cada atención que el vampiro le proporcionaba y reaccionaba en consecuencia sin poder controlarlo. No supo por cuántos minutos lo estuvo torturando, pero se mordió los labios apenas una corriente eléctrica azotó su cuerpo, terminando en un orgasmo. Movió sus caderas suavemente y buscó los labios de Todoroki para tomarlos en un dulce pero húmedo beso.

Shouto sonrió complacido al sentir la esencia del peliverde sobre su abdomen y no tardó en besarlo. Sacó sus dedos del interior ajeno solo para tomar sus caderas y poder acomodarlo correctamente. No se contuvo, y, mientras mordía el labio inferior de su pareja, entró de una sola estocada. Gruñendo ante el placer: húmedo y cálido, era perfecto.

—¡Shou! —Izuku separó sus labios de los ajenos al sentirlo en su interior y la comisura se llenó de lágrimas. Aquello era tan placentero que le costaba respirar. Se aferró suavemente a la espalda del vampiro, gimiendo con dulzura ante las cortas estocadas que le daba—. Shou… —una y otra vez repetía el nombre de su pareja.

—Izuku —gruñó suavemente el vampiro mientras volvía a tomar los labios del peliverde. Sus fuertes brazos lo rodeaban de la cintura para permitirle llegar todavía más profundo con sus embestidas. Lo amaba con locura y cuando se unían de esa forma no hacía más que sentirse ridículamente feliz y completo.

Midoriya mantenía sus manos aferradas a la espalda de Todoroki, rasguñándolo suavemente con cada movimiento que lo llevaba a lo más alto del placer. Sus gemidos iban en aumento aunque se ahogaban en aquel beso húmedo que compartían. Las zonas erógenas de su cuerpo empezaban a cosquillear.

Shouto mantenía un ritmo constante y de vez en cuando soltaba un leve gruñido. Le era muy difícil expresar cuánto amaba al peliverde con palabras así que lo mejor era demostrárselo con su cuerpo que no podría mentir. Deseaba abrazarlo para que no pudiese escapar nunca más. Aunque eso definitivamente no haría feliz a Izuku—. Te amo —murmuró con voz ronca el vampiro.

El sonrojo en las mejillas de Izuku se incrementó al escuchar esas palabras. No había nadie tan especial como Todoroki para él, sería su único amante eternamente. Se estremeció levemente, sintiendo que el vampiro abandonaba su interior solo para ponerlo contra las sábanas—. Shou… 

Shouto gruñó suavemente, no quería que todo acabara tan pronto. Así que volvió a acomodarse, esta vez entre las piernas de su adorable peliverde. Si iba a hacerlo correctamente, debía ser de frente, viéndolo a los ojos. Volvió a deslizarse en ese cálido interior que estaba ansioso por recibirlo—. Izu… 

Izuku gimió suavemente al sentirlo de nuevo, y no pudo evitar cubrirse ligeramente el rostro con sus manos, cuando Shouto hacía cosas como esa no podía evitar verlo todavía más atractivo—. Y-ya lo sé… N-no me estoy quejando… —su respiración agitada le estaba impidiendo hablar fluidamente, pero no importaba, todo lo quería era ver a Shouto.

El vampiro sonrió complacido y se acomodó mejor entre las piernas del peliverde, abriéndolas suavemente con sus manos—. Eres tan tierno cuando pones esa mirada —Shouto no mentía, realmente le gustaba todo de Izuku. Empezó a embestir de nuevo contra el cálido interior de su pareja, jadeando en el proceso.

Los gemidos de Izuku no tardaron en llenar la habitación acompañados del sonido de sus cuerpos al chocar. Volvió a aferrar sus manos a la espalda de Shouto, clavando ligeramente sus uñas—. Shou… Tócame más —Midoriya soltó al vampiro solo para aferrar sus manos a las sábanas, dándole mejor visión.

—Si eso es lo que quieres —el vampiro jadeó suavemente y se irguió levemente para con una de sus manos acariciar el abdomen del peliverde hasta llegar a su erección, la que empezó a acariciar mientras mantenía el ritmo de sus estocadas. Apretó ligeramente la mandíbula, sintiendo cómo su preciado Izuku parecía querer devorarlo.

Izuku cerró sus ojos con fuerza al sentir las nuevas atenciones de su amante, aquello se sentía realmente bien. Sus gemidos empezaron a subir de tono y el cosquilleo en su vientre anunciaba que estaba próximo al orgasmo—. Shou… Shou —entrecerró sus ojos sin desviar la mirada del rostro del vampiro.

Todoroki tenía el ceño ligeramente fruncido y soltaba más gruñidos que gemidos. Cada vez que acariciaba la hombría de Izuku, este apretaba su interior. Si seguían así definitivamente no podría controlarse hasta dejarlo hecho un desastre entre sus sábanas. No supo realmente cuánto tiempo estuvo embistiendo al peliverde pero nuevamente lo llevó al clímax y lo secundó, llenándolo con su esencia.

Izuku arqueó ligeramente la espalda y lanzó un gemido ronco a la vez que se quedaba quieto, jadeando con suavidad. Soltó las sábanas para obligar a Todoroki a besarlo, aprovechando para abrazarlo del cuello—. Te amo —comentó con dulzura mientras sentía su respiración intentar regularse.

—También te amo —gruñó suavemente mientras se recargaba sobre Midoriya. Aún no estaba para nada satisfecho, así que se dispuso a besar con suavidad su clavícula y verlo con ansiedad. Realmente adoraba a Izu, siempre lo había hecho.

 

Lejos del castillo, en un claro central del bosque había una situación que no se veía todos los días. Un enorme dragón rojo tenía a un diablillo guindado boca abajo mientras que un hombre lobo se reía a carcajadas de la mala suerte de su “amigo”. Algunas otras criaturas regulares del bosque se habían asomado solo para curiosear la graciosa escena.

—¡Jajaja! Buen trabajo Kirishima, el maldito pikachu no se esperaba eso —Bakugou no podía evitar reír mientras veía como Denki era balanceado de cabeza. Se lo tenía bien merecido—. Sacúdelo más hasta que se le caiga.

—¡E-espera, Kirishima! Voy a vomitar si sigues así —Kaminari se cubrió la boca con ambas manos, ese par siempre eran unos patanes. Aunque había sido culpa suya por robarle la bolsa de dulces a Bakugou.

El enorme dragón rugió orgulloso y empezó a sacudir a Denki hasta que un saco de golosinas cayó desde su capa. A lo que gruñó triunfante y luego de un suave movimiento soltó al diablillo que cayó a un par de metros del saco.

—Perfecto —Bakugou sonrió complacido y tomó sin problemas el saco, colocándolo sobre su espalda. Alzó la mirada, la luna empezaba a rodar por el cielo, anunciando que pronto el amanecer llegaría. Un extraño sentimiento se instaló en su pecho, maldita nostalgia. Desvió su mirada hacia donde estaba Denki, ya sentado—. Te lo tienes merecido.

Denki se estuvo acariciando el trasero por el golpe y únicamente soltó una pequeña risa—. Sólo me aproveché de que había un lobo distraído con tremendo botín. Vamos, al menos dame algunos. Halloween está por terminar y no podré venir de nuevo hasta el año que viene —comentó con una sonrisa divertida y alcanzó a tomar algunos dulces que le habían sido lanzados—. ¡Bien! 

—Este día pasa muy pronto. Siempre lo hace —comentó Kirishima a la vez que volvía a su forma humana y sonreía con calma—. Este año nos encontramos a Mina pidiendo dulces también, se estaba divirtiendo un montón —los monstruos del bosque aprovechaban esa época para salir a la ciudad sin temer nada.

—¿En serio? Genial, es una lástima que no pueda salir como antes hasta que me levanten el castigo —Denki llevó ambas manos hacia su nuca. El diablillo se metió en varios problemas por ayudar a un amigo, así que solo podía pisar la tierra de los vivos en la noche de Halloween.

—Eso te pasa por estúpido —Bakugou se encogió de hombros antes de caminar hacia Kirishima—. Vámonos, ya desperdiciamos demasiado tiempo con él —le dio la espalda a Denki antes de empezar a internarse en el bosque. Dejando atrás a Eijirou. 

—¿Qué le pasa? Está de peor humor hoy que nunca —Kaminari ladeó el rostro con curiosidad. Ya todos sabían que el hombre lobo tenía un carácter explosivo y terrible. Nadie sabía cómo es que el dragón se había enamorado de ese monstruo, pero debía admitir que se veían bien.

—Oh, es porque él quería darle algunos dulces a Izuku pero ya sabes, después de que entra al castillo de Todoroki no hay manera de sacarlo de ahí —comentó el dragón y luego de despedirse con la mano se apresuró a correr para alcanzar a su malhumorado novio. Incluso cuando tenía un humor tan terrible por lo menos podía ser tierno a veces.

—Ah… Eso lo explica —Denki sonrió divertido y se incorporó. Podía ver las luces del amanecer empezar a asomarse por el horizonte, anunciando el final de esa expedición. Suspiró, esperaba que el tiempo hubiese sido suficiente para ellos.

 

De vuelta en el castillo de cierto vampiro antiguo. El par de amantes se encontraban recargados sobre el grueso barandal de la terraza de la habitación principal. Antes de que el sol saliera debían aprovechar el paisaje. Izuku estaba escasamente vestido con una camisa blanca que cubría por debajo de sus glúteos. En cambio Todoroki llevaba un pantalón ancho.

—Ya va a amanecer —comentó Izuku mientras cerraba los ojos. Tenía la espalda recargada en el pecho de Shouto y las manos entrelazadas con las ajenas y reposadas sobre su regazo. Más que calmado, estaba resignado, sin importar sus deseos no podría quedarse más tiempo con él—. Fue una noche realmente bonita ¿no crees, Shou?

—Por supuesto que lo fue… —mantenía las manos de Izuku fuertemente agarradas con las suyas y recargó el mentón sobre su cabeza. No quería dejarlo ir...—. Izuku… Te amo —comentó con rostro serio y luego cerró los ojos, evocando un recuerdo del pasado que lo perseguiría por toda la eternidad como el inmortal que era.

 

El olor de la carne quemándose era algo que podría haber diferenciado aún si estuviese a kilómetros de distancia. Pero lo que Todoroki Shouto nunca hubiese imaginado era quién era la persona que estaba ardiendo en esa hoguera. Y no fue hasta que la noche cayó que pudo acercarse. Entonces lo encontró… Izuku Midoriya, la lluvia había apagado las llamas pero era demasiado tarde. Un grito desesperado provocó que hasta los cuervos del bosque se elevaran.

—H-Hey… Shou… Te amo —Izuku no podía ver ya para ese momento y cada respiración era demasiado dolorosa como para esforzarse en seguir haciéndolo. No obstante, morir sin decirle al vampiro que lo amaba era algo que no podía hacer. Poco a poco su corazón se fue apagando y lo siguiente que supo es que estaba fuera de ese irreconocible cuerpo quemado. Y su dolor no fue palpable hasta que vio al solitario vampiro derramar lágrimas con una mirada completamente vacía… justo como la primera vez que lo había conocido.

Bakugou no tardó en llegar guiado por el sonido de un grito. Apenas llegó a la escena se quedó helado, como si lo hubiesen golpeado y parado en seco—. Maldita sea… ¡Maldita sea! —como alma que lleva el diablo se transformó y aulló, guiado por la más fría de las rabias. Esa aldea sería consumida por su ira

Todoroki nada dijo, pero esa aldea pagaría con su sangre lo que habían hecho. Incluso si le costaba la existencia los mataría a todos, hasta que no quedaran nada más que cenizas. Mantenía su mandíbula apretada, las manos en forma de puño y unas amargas lágrimas se desbordaron por sus mejillas—. Izu… ¡Izu! —rogó sabiendo que su pequeño amante no iría a sus brazos como siempre. 

Midoriya intentó hablar con él, rodearlo, decirle que aún estaba por allí. Pero era inútil, ya no pertenecían al mismo mundo—. Shou, estoy aquí ¡Shou! —gritó una y otra vez mientras daba vueltas alrededor del vampiro… no tendría éxito, lo sabía, y aun así no quería dejarlo… No podía 

 

De ese entonces a ese momento habían pasado más de doscientos años y aunque había visitado a un sinfín de brujas ninguna había logrado darle una solución a largo plazo. En una ocasión le habían dicho que era completamente imposible sin un cadáver viable. Cuando viajó al norte la bruja anciana de allí le habló sobre reencarnación, mas el alma de Izuku se negó en aquella ocasión a olvidarlo y empezar de nuevo. Durante un tiempo mantuvo la esperanza en una tribu antigua, pero no, sus métodos no funcionaban a menos que la muerte fuese reciente. 

Shouto había buscado la manera de traerlo de vuelta a su lado como antes, pero todo siempre había ido en su contra. Fue con un demonio que consiguió un pequeño rayo de esperanza. Le dijo que durante la noche de Halloween los espíritus podían recuperar forma física, solamente necesitaban un lazo con el mundo de los vivos. Y Todoroki no se negó. Era una noche, una sola noche en la que podría amar a su siempre sonriente Izuku… pero era más prometedor de lo que había escuchado nunca. 

Por eso se había prometido amarlo como siempre, tratarlo con la familiaridad de quien se ve todo los días. Así habían llegado a un acuerdo no verbal de no mencionar las cosas tristes durante sus visitas, y aun así la desesperación parecía carcomerlo el resto del año. Cada vez se sentía más cerca de Izu, estaba dispuesto a cometer cualquier locura para estar con él. Una sola noche no era suficiente. 

—Izu, no quiero que te vayas… —fue todo lo que pudo mencionar mientras soltaba las manos del peliverde y lo abrazaba. Lo quería tanto que cada latido en su ausencia era como sentir estacas clavándose en su corazón a plena luz del día… Y más de una vez se había preguntado si tendría la oportunidad de ir junto a él si renunciaba a su inmortalidad… 

—Shou… No es como si tuviéramos opción —se soltó suavemente de aquel dulce abrazo y se volteó para poder quedar frente a frente con el vampiro—. Ha pasado demasiado tiempo desde mi muerte… y ni siquiera las brujas más poderosas han podido darnos la luz que tanto necesitamos —su voz empezó a temblar, traicionándolo. Debía ser fuerte, lo quería…

—Izuku —Aquellas palabras realmente llenaban a Todoroki de frustración… ¿por qué había tenido que ser él?... incluso después de vengar la muerte de su amante nada llenaba ese vacío. Shouto se sorprendió al ver las lágrimas del peliverde empezar a resbalar hacia el suelo.

—Y-yo… ¡Shouto! —Izuku se aferró al cuello ajeno. Si hubiese podido pedir un deseo seguramente sería que su amante no lo viese llorar de esa forma. Lo amaba, lo amaba tanto y deseaba estar junto a él. Cada año el dolor en su pecho recibía una caricia momentánea antes de volver a caer en el abismo de desesperación que representaba la soledad. 

Todoroki abrazó contra sí ese cuerpo que temblaba frágilmente, verlo llorar era su castigo por no haberlo salvado—. Te amo… Te traeré de vuelta. ¡¿Lo entiendes?! ¡No me voy a rendir contigo! —estaba desesperado por mantenerlo a su lado. No obstante, los rayos de luz solar empezaban a filtrarse y podía sentir claramente el cuerpo de Izuku empezar a desvanecerse.

Midoriya se separó levemente, las lágrimas no habían encontrado aún el final y con todo el dolor del mundo hizo lo mejor que sabía… Le sonrió, no quería que la última cosa que Shou viera fuese su rostro desconsolado. Así que debía sonreír con todo el amor que sentía por él, a pesar del tiempo, la distancia… y sobre todo la soledad que no lo había abandonado y parecía aferrarse a él—. S-Shou… Feliz Halloween. Te amo —cerró sus orbes, sin perder esa sonrisa aunque los ríos en sus ojos siguieran desbordando. Lo amaba. Lo amaba tanto como para soportar ese ciclo infinito al que parecían haberse encadenado. 

Todoroki se mordió levemente el labio y en respuesta solamente lo besó. Lo mantuvo abrazado hasta que poco a poco sintió como nada quedaba entre sus brazos. No importaba lo bien que se hubiese estado sintiendo momentos atrás, ahora nuevamente su corazón estaba roto. Miró a la nada, y un par de lágrimas resbalaron hasta caer sobre el barandal. La magia no podía llevar a Izuku de vuelta a él para siempre y ese ciclo de dolor seguiría repitiéndose en una despedida eterna. Soltó una amarga risa, burlándose de su propia miseria. Cada Halloween eso era lo único que obtenía: A bitter caramel.

 

 

 

Notas finales:

*Gracias por leer~ 


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