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Corazón Valiente por Alejandra018PK

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Afrodita había decidido salir a pasear un rato, en vista de que se quedó sólo en la casa. 


Vio una buena oportunidad para conocer los centros comerciales que ofrecía la ciudad. 


Tomó un taxi hasta el centro comercial que le recomendó el chófer, al llegar se sorprendió de lo extensa que era la imponente construcción frente a él, se percató de que no estaba demasiado atiborrado de gente así que desde ese momento el ambiente le agradó, cada local exhibía su mercancía a través de elegantes vitrinas. 


En su exploración por el lugar llegó hasta el área de comida, tuvo el deseo de comprarse un helado así que miraba con cuidado en busca de una heladería, se llevó una gran sorpresa cuando vio a Milo platicando junto a Kardia dentro de una pizzería. 


Se acercó hasta el ventanal y le hizo una seña de saludo a Milo, aprovechando que Kardia no lo veía por estar de espaldas al cristal. 


Cuando tuvo su atención se esmeró en hacer la sonrisa más tierna que pudo, lo vio ponerse de pie y decirle algo a Kardia antes de salir, caminó hasta estar fuera de la vista de cualquiera que estuviera dentro del lugar pues sabía que Kardia bien podía iniciar un chisme y eso sería un tropiezo para sus planes. 


Vio divertido cómo Milo lo buscaba con la mirada desde la entrada de la pizzería. 


-¡HEY! - le gritó mientras agitaba su mano para que lo ubicara y lo logró pues Milo prácticamente corrió junto a él. 


-Afrodita, ¿qué haces aquí? 


-Pues, sólo vine a dar una vuelta, se me antojó un helado y estaba buscando una heladería, ¿me acompañas? 


-Vine con mi hijo… 


-Ah… bueno, supongo que iré solo entonces. 


La mirada de fingida pena logró hacerlo cambiar de parecer. 


-Está bien vamos, pero que sea rápido, debo regresar por Sam. 


-Será rápido, no te preocupes. 


Lo tomó de la mano y cual niño emocionado lo guió para comprar su capricho, Milo tenía la idea de que lo comprara, se lo comiera y dejara que regresara por su hijo pero Afrodita se empeñó en que le diera un recorrido por el lugar. 


Justo bajaban por las escaleras eléctricas cuando sintió su móvil vibrar, lo sacó de su bolsillo sólo para alarmarse por la hora, sin darse cuenta ya había pasado dos horas y media con Afrodita y es que éste perdía demasiado tiempo admirando hasta lo más mínimo que encontraban en las tiendas. 


Respondió la llamada, era de Kardia. 


-¿Qué ocurre? 


-¿¡Qué ocurre!?, en dónde diablos estás, tu hijo está preguntando por ti, ¿no se suponía que irías al sanitario? 


-Lo siento, me surgió un imprevisto y tuve que ir rápido a la oficina, llevalos a casa, yo llegaré más tarde. 


-Bien…


Seguramente Kardia deseaba asesinarlo ahora y él no se sentía del todo bien mintiendo de esa forma pero no había de otra, si le decía que estaba con Afrodita lo más seguro es que hiciera un alboroto al respecto. 


-¿Era Kardia? 


-Si, no me percaté del tiempo, ya llevamos más de dos horas aquí y se suponía que regresaría. 


-Jaja, lo sé tengo el don de hacer más ameno el tiempo, conmigo no te aburrirás nunca. 


Al decir esto se puso de puntillas para alcanzar a besar su mejilla, tenía la intención de salir corriendo pero chocó de frente con otro hombre, bastante alto de pelo azul, largo hasta por debajo de la cadera, que lo miraba con gesto reprobatorio al ver su traje nuevo arruinado por el helado. 


-Lo siento mucho señor… 


Intentó disculparse pero a él poco le importó ya que sólo lo hizo a un lado fastidiado por el molesto tono de su voz, junto a su estúpida torpeza además llevaba prisa y no se quedaría a discutir. 


-¿Estas bien? 


Milo sacó su pañuelo para tratar de limpiarlo. 


-¿Viste a ese tipo?, es un grosero engreído


Se quejó mientras señalaba en la dirección a la que se había marchado el extraño, tenía un puchero infantil en el rostro. 


-Jaja, que eres, ¿un niño de 10 años?, esos pucheros sólo los hace Samuel. 


-Es que en verdad es un grosero, mínimo se hubiera disculpado. 


-Pero si fuiste tu quien chocó con él por haber corrido, bueno, no vamos a discutir, vamos a comprarte una camisa nueva para que te cambies, no puedes andar por la vida cubierto de helado. 


Y así fueron de regreso al segundo piso para buscar un cambio para la prenda que se había arruinado. 


Todo les hubiera salido de maravilla de no ser por la mirada que siguió sus pasos desde el primer piso, Kardia estaba por salir junto a los niños cuando algo lo hizo voltear a su alrededor descubriendo la mentira de su hermano, la decepción lo invadió de nuevo, miró con pesar a su pequeño sobrino y afianzando más su pequeña mano decidió llevarlo con Camus, nada sería mejor para el pequeño que tener la compañía segura de su papá. 


Después de un rato probando ropa finalmente salían del centro comercial, ambos tomaron un taxi que los dejó en la entrada a la colonia por indicación de Milo. 


-¿Por qué no dejaste que el taxi nos llevara hasta la casa? 


-Por qué le dije a Kardia que fui a la oficina, no es conveniente que se entere de que estuve contigo, podría crear problemas. 


-... Tienes razón, entonces entraré a la casa y espera un momento para hacerlo también ¿de acuerdo? - se acercó para besar su mejilla - Gracias por acompañarme hoy, de verdad disfruté muchísimo de tu compañía. 


-Fue un placer - lo sujetó de la barbilla y se aventuró a besar sus labios, apenas un roce que logró llenarle el sistema de adrenalina como nunca antes. 


Afrodita se separó con las mejillas sonrojadas y sin decir nada entró a la casa. 


Él simplemente se sujetó el cabello y trató de calmarse, las cosas ahora si que se le habían salido de control, ya no podía negar sus sentimientos, deseaba a Afrodita de una manera insana y sabía que era correspondido, lo único que le estorbaba en el alma era ese sentimiento de culpa y lástima por Camus y su hijo jamás los dejaría, eso era seguro, pero si tenía una aventura junto a Afrodita y tenía el suficiente cuidado para evitar ser descubierto nada malo pasaría, ¿o no?... 


Ahora el verdadero problema había iniciado, como una pequeña bola de nieve lanzada para rodar a lo largo de una alta cumbre, ¿sería capaz de frenarla a tiempo o terminaría por sepultarlo?, la respuesta sólo la encontraría en su propia conciencia. 


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