Milo quedó sin habla ante la respuesta de Saga, estaba a punto de contestarle pero pudo adivinar lo que su mirada desafiante le expresaba, tenía toda la intención de hacerlo enojar, y además no podía desperdiciar ni un minuto más pues en cualquier momento su jefe llegaría.
Pasó a un lado de Saga sin decir palabra alguna y caminó directamente a la cocina donde sabía que encontraría a Camus.
Ambos, Camus y Samuel se encontraban en la cocina, efectivamente, Camus estaba dándole los últimos toques a sus platillos mientras Sam se encargaba de acomodar en la alacena lo que su papi le había comprado en el súper.
Estaban concentrados en sus asuntos y no voltearon cuando escucharon pasos aproximándose a ellos pues sabían bien quien estaba junto a ellos.
-Saga ven a probar esto por favor, dime si está bien sazonado…
-¡Tío Saga ya estoy terminando de acomodar todo como me dijiste y me está quedando muy bonito!
Ninguno levanto la vista solo hablaron y continuaron en lo suyo.
Milo solo vio pasar detrás de él a Saga directo a donde su familia se encontraba, lo vio acercarse hasta donde Camus se hallaba cocinando, observó como puso su mano en la cintura de su esposo y se inclinó un poco para aceptar la prueba de la comida que le estaba ofreciendo, luego de darle su visto bueno y felicitarlo por sus excelentes dotes culinarias, finalmente vio como se agachó junto a su hijo y lo felicitaba por su buen trabajo.
Ante estas escenas le fue inevitable el sentirse desplazado, a pesar de que evitó hablar con ese hombre hace unos momentos este suceso que acaba de presenciar le hizo ver que esa persona le provocaría muchos problemas, empezando por la intención que le veía desde que lo conoció, ese tipo en definitiva estaba buscando entrar de lleno en su casa y borrarlo por completo.
-Camus
Llamó a su esposo con tono firme para que se percatara de su presencia, más sin embargo la reacción de su familia no fue la que esperaba, Sam seguía mostrándole orgulloso a Saga como había acomodado todo, Camus, por otra parte, solo le dedicó una mirada rápida y desinteresada para volver enseguida a lo que estaba haciendo.
-Ve a dejar tus cosas a la recamara, dúchate y cámbiate con toda confianza, la comida ya está lista.
-¿Puedes subir un segundo?, necesito hablar contigo.
Hablo y se fue directo a las escaleras, le bastó con escuchar los pasos a sus espaldas para saber que Camus lo seguía así que no se detuvo hasta que se halló dentro de la recamara principal.
-No comprendo que está pasando Camus…
Esa frase le extrañó un poco, como no va a comprender lo que está sucediendo si todo fue derivado de su decisión de ponerle el cuerno con su primo.
-¿Por qué no lo comprenderías?, creo que eres lo suficientemente inteligente y tienes la experiencia suficiente para advertir que todo acto trae consecuencias, ¿no es así?
-No me refiero a eso, quiero saber ¿de dónde rayos salió ese tipo?
-Es mi amigo, ya te lo dije
-Tu amigo, claro, ni siquiera tiene un mes que salí de aquí, es imposible que alguien como tu pudiera consolidar una amistad tan cercana como la que se aprecia entre ustedes en menos de ese tiempo.
-¿Qué estas tratando de insinuar?
-Qué tal vez ustedes se conocían desde mucho antes de que yo saliera de aquí…
-Te estoy diciendo la verdad Milo, pero a fin de cuentas ¿a quién le importa si me crees o no?
-Supongamos que en un rincón del universo si le importa a alguien, el asunto ahora es que se está tomando demasiadas libertades y se está entrometido mucho en mi familia, además….
-Milo basta por favor, no tienes idea de lo ridículo que te oyes diciendo esto, la familia se desintegró desde que saliste de esta casa la primera vez, esto solo es para aparentar y salvar tu puesto de trabajo pero no significa que todo volverá a la normalidad, ¿entiendes?
Harto de esa conversación que solo le estaba provocando un fuerte dolor de cabeza, Camus se dio la vuelta dispuesto a salir de ahí pero la voz de Milo lo retuvo una vez más.
-Lamento todo lo que pasó, en verdad, pero créeme cuando te digo que tu no necesitas a otro hombre en tu vida ni Sam a alguien más que lo cuide y juegue con él porque tu ya tienes un marido y él un padre que permanecerá a su lado.
Camus sintió que la cólera lo embargaba, al mismo tiempo quiso voltear y burlarse en su cara por las palabras ridículas que había pronunciado pero no, ya llegaría el momento de hacerle ver que la vida no es así de simple.
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