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Corazón Valiente por Alejandra018PK

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En el centro de la ciudad, específicamente en el área de edificios residenciales, Afrodita se encontraba caminando por los alrededores, el encierro en ese diminuto departamento lo estaba matando, el se consideraba una persona que debía ser libre, además se sentía muy inquieto por la situación actual, se negó rotundamente a dejar ir a Milo porque sabía lo que pasaría.
 
Regresará a lado de su familia, volverá a tener la atención que acostumbraba y la comodidad lo hará desear permanecer en su hogar, trayendo como consecuencia que el se quedara solo de nuevo.
 
Aún así quería tener un poco de esperanza por las promesas que le hizo Milo antes de marcharse, ser positivo e imaginar que finalmente tendría la oportunidad de formar la familia que tanto deseaba. 
 
Entusiasmado y con su energía renovada por su automotivación, tomó rumbo al centro comercial pues tenía la intención de hacer una cena para compartirla con Milo cuando regrese para pasar la noche con él. 
 
Vagaba por los pasillos indeciso por los ingredientes que utilizaría cuando al estar a punto de dar la vuelta por el pasillo de cereales escuchó unas voces familiares que lo obligaron a retroceder. 
 
-Kardia lo digo en serio, me siento muy mal por todo esto, los padres de Camus aún viven engañados pensando que la escoria que enviaron a casa de su hijo es alguien decente. 
 
-Lo sé cariño, pero lo que quiero que comprendas es que por más que nos moleste no podemos hacer nada al respecto, es asunto de Camus hablar con sus padres sobre lo que está pasando. 
 
-Por favor, como si no conocieras a Camus, mientras más dolor pueda evitarle a sus familiares mejor, te aseguro que él no les hablará de la situación a sus padres por eso me siento con el deber de hablar por él. 
 
Afrodita desde su escondite se ponía más nervioso conforme más escuchaba de aquella conversación, si a Degel se le ocurría avisar a sus tíos sobre su comportamiento eso significa a que le dirían a su padre también, hacer a un lado a alguien débil como Camus era sencillo pero enfrentarse a los demás le acarrearía problemas más grandes, tenía que hallar el modo de evitarlo. 
 
-En cuanto lleguemos a la casa llamaré a los tíos, Camus ya me lo agradecerá más tarde ya lo veras. 
 
-No por favor – los interrumpió Afrodita caminando hacia ellos rápidamente para evitar que se le perdieran de vista- por favor Degel, no les digas sobre esto a mis tíos… 
 
-Ja, ¿y tu que te crees?, no deberías tener la cara ni para hablarme siquiera, ¡como te atreves a decirme que hacer!
 
-Tienes razón, no tengo derecho a pedirte nada pero en realidad solo necesitas ponerte a pensar en qué mis tíos ya son personas grandes, un disgusto como este podría matarlos. 
Degel lo veía como quien no cree un gramo de sus palabras. 
 
-Tienes razón, ¿igual tu pensaste en eso antes de pasearte como ramera por una casa ajena y romper un matrimonio? 
 
Afrodita se quedó en silencio tragándose su coraje, de todos ellos, si había alguien que no soportaba, aún más que a Camus, era Degel y todo porque como en situaciones como esas, no haya la forma de contraatacar a sus mordaces comentarios. 
 
-Creo que tu ya tienes respuesta a eso, pero por ultima vez Degel, por favor no les digas nada, haré lo que digas con tal de que no lo hagas. 
 
-Hasta que dijiste algo interesante… bien, supongamos que acepto tu trato, ¿qué me asegura que cumplirás? 
 
-Si falto a mi promesa permitiré que tu mismo me lleves ante mis tíos y les diré toda la verdad de rodillas.
 
Degel se lo pensó por un momento, dudaba en tomarle la palabra, sabía la calaña de esos tipos y le constaba que si de algo no sabían era de honor y mantener promesas, pero bueno, a fin de cuentas si rompía el trato tendría por fin oportunidad de arrastrarlo de los cabellos hasta la casa de los padres de Camus, dos horas de camino en auto, pero sinceramente no le molestaría hacerse medio día caminando con tal de llevarlo arrastrando por toda la carretera. 
 
-Muy bien, lo que te pediré es sencillo y seguro ya te lo esperas, simplemente desaparece, por ahora seré condescendiente contigo y te permitiré permanecer en la ciudad pero que ni siquiera se te ocurra pararte frente a Milo o alguno de nosotros de nuevo por que entonces me vas a conocer enojado. 
 
Degel tenía razón, esa petición ya se la esperaba, lastimosamente su condición ya no le permitía oponerse, así que, no le quedó de otra más que aceptar. 
 
Una vez que Degel recibió una respuesta afirmativa departe de él, se marchó a continuar sus compras llevando del brazo a Kardia, en el rostro se le notaba claramente que estaba satisfecho por el suceso, esa sensación de confortabilidad le sacó una sonrisa altanera de los labios, este gesto alcanzó a ser percibido por Afrodita quien sentía una inmensas ganas de gritar por la humillación que le hizo pasar o mejor aún borrarle esa estúpida sonrisa a golpes. 
 
Al final de cuentas ya no tomó nada para hacer la cena que planeaba tener con Milo, simplemente se dedicó a tomar algunos perecederos para sobrevivir mientras buscaba un nuevo empleo. 
 
Llevando sus compras hasta el departamento comenzó a empacar sus pertenencias mientras se le escapaban lágrimas de coraje, con todo listo se dedicó a escribir una nota para Milo donde le explicaba la situación, no le envió un mensaje de texto por la simple razón de que al parecer había olvidado el móvil en el departamento y por nada del mundo llamaría a la casa de Camus por que corría el riesgo de que el le contestara, o no sabía si como de costumbr,  Degel y Kardia fueran a pasar el rato junto a ellos, si Degel llegaba a contestarle definitivamente no desaprovecharía  la oportunidad para terminar de pisotearlo y el no tenía ganas en absoluto de volver a escucharlo. 
 
No dejó más que esa nota, claro que como no tenía dinero, tuvo que tomar las pocas joyas de oro que tenía para empeñarlas y poder rentar un departamento sencillo por lo mientras, ya una vez que se encuentre un empleo se dedicaría a pensar en la forma de acercarse de nuevo a Milo procurando no ser descubierto por Degel. 
 
 
 
 

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