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La Maldición de Naruto por yuhakira

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VII

Cuando despertó, Naruto no estaba en el sofá como lo había dejado. Se restregó los ojos enojado. Orochimaru se asomó a su alcoba con el dorso desnudo y el cabello sujeto alrededor del moño en su cabeza.

—Hace calor —dijo, respondiendo a su mirada extrañada.

—¿Donde esta Menma? ¿ya despertó?

—Sí, esta con Naruto abajo —sonrió cuando lo vio arrugar el entrecejo— se enojo mucho cuando vio que lo habías traído a tu cuarto.

Bueno, al menos el muñeco no se había ido por si solo como había pensado al despertar.

Fue un día tranquilo. Luego de darle de desayunar a Menma estuvieron un rato en la piscina. Orochimaru preparo el almuerzo y luego fueron al pueblo mas cercano, donde visitaron el zoológico y comieron helado. Sin Naruto. Sasuke había intentado convencerlo de que no era buena idea llevarlo, pero no fue sino hasta que Orochimaru hablo con él que lograron convencerlo. No era que él hubiera dicho algo diferente de todo lo que Sasuke había intentado, fue solo su poder de convencimiento lo que había hecho que Menma cediera, bueno, ayudo que Menma aún le tuviera un poco de miedo. Volvieron a casa tarde. Luego de comer el helado descubrieron que el pueblo estaba de fiesta, por lo que se quedaron a ver el show de talento en la plaza principal y los fuegos pirotécnicos al final, aprovecharon también para comer las curiosidades de los puestos de comida. Al volver Menma estaba agotado, se había quedado dormido en brazos de Orochimaru y este viajo en la parte de atrás del auto con él en brazos.

Al abrir la puerta todo estaba a oscuras. Sasuke fue a tientas uno o dos metros hasta el interruptor. Al encender la luz no encontró más que desorden; las lámparas estaban en el suelo, rotas en su mayoría, alcanzaba a ver las ollas de la cocina desperdigadas por el suelo, pero eso no era lo peor de todo, lo peor era la sangre. La sangre estaba por todas las paredes a la altura de sus rodillas en espiral, por secciones incluso parecía que se hubiera detenido con la intención de dejar que el jugo chorreante llegara resbalando hasta el suelo. Debía tratarse de algún pedazo de carne dejado en la nevera, sobras sin cocinar del almuerzo. Por la altura de la mancha fue fácil para Sasuke deducir que había sido Naruto, en una asquienta y olorosa travesura, porque sí, apestaba, el jugo de la carne se descomponía en las paredes haciendo que la estancia se llenara de moscas.

Antes de irse habían dejado a Naruto en la habitación de Menma, recostado sobre la almohada para que no estuviera incomodo, una de las condiciones que había puesto Menma para dejarlo, igual al televisor de la alcoba encendido en su canal favorito. Pero Naruto no estaba en la habitación, no tuvieron que ir hasta allí para comprobarlo. Estaba echado de lado en el primer escalón de la escalera, con las manos de plástico sosteniendo aun el pedazo de carne, no, tocándolo con la punta de los dedos únicamente.

El gesto de Sasuke era impasible, serió, ni siquiera pudo girarse a mirar la expresión de Orochimaru, quién quería dar media vuelta y subir al autor para irse lejos, lejos del estúpido muñeco y el demonio encerrado. Lo tomó por el brazo obligándole a girarse, se encontró con su rostro enojado.

—Vamos, volvamos a casa.

—No puedo dejar la casa así, se supone que estaremos aquí al menos una semana, debo entregar este lugar como lo encontré. ¿No estarás pensando que lo hizo él cierto?

—¿Él? ¡Como si no pensaras tu lo mismo! Te refieres al muñeco como si se tratara de una persona, de algo vivo. Es eso, nada de él.

—¿Entonces porque quieres irte? Si no quieres creer que “eso” hizo todo esto, deja a Menma arriba y ven a ayudarme a limpiar.

—Que mandón eres.

Con el niño en brazos rodeo a Naruto y subió las escaleras hasta dejar a Menma en su cama, luego bajó para reunirse de nuevo con Sasuke. Al llegar al inicio de las escaleras, se percató de que las luces de la planta baja se habían apagaron. Imaginó a Sasuke en la cocina, por el ruido parecía que recogía los trastes caídos. Sacó su celular para iluminar las escaleras, cuando había intentado accionar el interruptor este no sirvió. En el primer escalón, donde había visto a Naruto por última vez, este no estaba.

—¿Tienes a Naruto contigo? —preguntó en voz alta, pero Sasuke no contestó— ¿Por qué apagaste la luz? —continúo caminando en dirección a la cocina, pero Sasuke no estaba allí— ¡Sasuke! ¿Dónde estás niño malcriado?

Una sombra en forma de bola paso a su lado en pasos largos, saliendo de la cocina de camino a la sala. Intentó encender el interruptor en un nuevo intento fallido. Sin embargo, la planta baja era la única que parecía estar sin luz, desde las escaleras podía ver como el segundo piso estaba completamente iluminado.

El rostro de Naruto aún manchado con sangre, se asomó por el borde del corredor en el segundo piso, cerca de la habitación de Menma. Lo vio fijamente a los ojos, sus ojos azules y grandes se cerraron en una especie de parpadeo, antes de desaparecer por el corredor en dirección a la habitación de Menma. «¿Dónde estas Sasuke?» se seguía preguntando mientras subía de dos en dos los escalones hasta el segundo piso. Cuando estuvo en el último escalón vio a Naruto recostado contra la puerta de la habitación de Menma, como si nunca se hubiera movido de ahí. Orochimaru se detuvo, se deslizó por el suelo con la intención de agarrarlo sin llamar su atención. Pero antes de que sus manos lo alcanzaran, el cuello de Naruto se giró para verlo. Su sonrisa cálida hasta ahora se borró y fue reemplazada por un gesto enojado, sus cachetes se inflaron y enrojecieron, así como sus ojos. «¿Dónde estás  Sasuke?» continúo preguntándose, mientras intentaba reunir el valor para enfrentar un muñeco que no era ni la mitad de su tamaño. Decidido se lanzo sobre él, pero una fuerza que sabía provenía de “eso” lo hizo rodar escaleras abajo. Al final, con la baranda de la escalera, se golpeo la cabeza. «¿Dónde estás?» volvió a preguntarse mientras perdía el conocimiento.

VIII

Sasuke había salido de la casa buscando el registro del agua. Cuando intentó abrir la llave en la cocina para mojar un trapo nada salió por la tubería. Golpeó un poco la grifería enojado, sin entender como era posible que todo eso le estuviera pasando, consciente de que incluso la imagen con la que se había encontrado, si lo pensaba con cabeza fría, tenía una respuesta lógica. Podrían haber entrado niños traviesos de la zona y causar todos esos daños. Sabía que lo mas sensato sería revisar sus cosas y ver que no faltara nada. Pero también sabía que cualquier persona que se atreviera a hacer una travesura así no estaba muy bien de la cabeza.

El registro, tal como había imaginado, estaba cerrado. Después de abrirlo recogió un poco de agua de la alberca en un balde y empezó a caminar en dirección a la casa. Se sentía mas tranquilo, vaya a saber con cuantos enfermos se puede cruzar uno en el camino. Se detuvo a unos pocos metros de distancia, al percatarse de que las luces del primer piso estaban apagadas. Entonces un sonoro golpe lo hizo derramar el agua sobre el suelo, para luego salir corriendo a pasos largos. Al entrar en la casa encontró a Orochimaru en el suelo, su largo cabello se enredaba en los barrotes de la escalera, por lo que le fue muy difícil ayudarlo. Hizo su mayor esfuerzo para ponerlo en el sillón mas cercano, gracias a la luz de la linterna que brotaba desde el suelo, lugar donde había terminado el celular de su mentor. Lo meció con fuerza, buscando que despertara. De su cabeza brotaba un hilillo de sangre, nada que causara verdadera preocupación en Sasuke. Finalmente, los ojos del científico empezaron a abrirse. Se mostró emocionado de verlo, pero en cuestión de segundos su rostro se lleno de terror.

—¡Menma! Quiere a Menma ve por él —gritó a lo que su pulmón le dio.

Sasuke lo dejó solo en el sofá y fue corriendo en busca de su hijo. Llegó a su habitación, la manija de la puerta estaba llena de la sangre acumulada en sus manos plásticas. Respiró hondo, mientras temía lo peor. Y lo peor pasó. Al abrir la puerta Menma no estaba, ni Naruto. Un grito desgarrador salió desde el fondo de su garganta, esparciéndose con furia a través de la casa. Todo lo que decían sus gritos era su nombre, con furia y rabia contenida. —¡Naruto! — Gritaba una y otra vez. Una y otra vez mientras recorría la casa de un lado al otro, azotando puertas y lanzando improperios contra el muñeco.

Orochimaru, luego de escuchar el grito proveniente de Sasuke supuso que era lo que estaba pasando. Debió deducirlo desde el principio, la historia era muy clara. Un niño. El temible espíritu dentro del muñeco no puede escapar de él, pero si logra traspasarse a un niño de verdad, cuando este muera, será para siempre libre. ¿Cómo era posible que hasta ahora nunca lo hubiera logrado? Resulta difícil de creer que hasta ahora no hubiera estado cerca de uno. Se levantó con calma, si Naruto tenía a Menma les costaría mucho encontrarlo.

Sasuke bajo las escaleras cuando termino de revisar el piso superior. Tenía los ojos hinchados por la furia, y se veía claramente descolocado. Orochimaru lo tomó por los hombros con fuerza y lo apretó contra su pecho.

—Cálmate —le susurro al oído.

—Tiene a mi hijo —le contestó él, intentando soltarse de su agarre.

—Lo sé, pero al menos que le des lo que él quiere, no te lo va a devolver.

—¿Y qué es eso?

—Libertad.

Las luces del primer piso continuaban apagadas, cuando de repente —luego de las palabras de Orochimaru— se encendieron al unísono. Orochimaru alejó a Sasuke curioso de la rápida respuesta. Le dolía la cabeza, al pasarse la mano por la frente descubrió un hilillo de sangre. Se limpió con el reverso de la mano y luego lamio su propia sangre. Una sonrisa vigorosa se dibujó en sus labios.

—¿Cuál es el plan?—murmuro Sasuke a su espalda.

—Primero debemos hacer que vuelva. —Sus pupilas color ámbar brillaron—. Consigue un muñeco.

—¿Qué, un muñeco?

—Si. Se creativo, sorpréndeme, yo me hare cargo aquí.

Sasuke pareció dudar unos instantes. Desde varios lugares de la casa les empezó a llegar el sonido de la voz de Menma, un quejido suplicante y lloroso, pero no muy claro, imposible de ubicar. Orochimaru lo empujó con rudeza y en un gesto le insistió en lo que debía hacer. Sasuke respiró hondo y volvió a subir al segundo piso en busca de algo que le ayudara en el propósito de Orochimaru. Empezó a buscar entre los juguetes que Menma había llevado con él. Sin embargo, mas allá de carros y figuras de arma todo no encontró nada más.

Orochimaru miro a ambos lados esperando que Naruto apareciera. Sabía que sin la presencia de Sasuke alrededor el muñeco buscaría retarlo. Así que empezó a hablar en voz alta.

—Se que quieres ser libre, todos queremos serlo. Tengo una duda, sin embargo, ¿Quién controla el cuerpo? ¿Quién hace todas estas cosas? No creo que un niño como Naruto pueda hacer todas estas cosas, es más, no puedo imaginar que tenga intenciones de lastimar un niño.—En la encimera de la cocina descubrió a Naruto mirándolo, sus ojos antes azules eran ahora rojos y salvajes— Obviamente no eres Naruto. ¿Por qué no me dices tu nombre?

—Kurama —los vellos de sus brazos se erizaron, las voz proveniente del interior del muñeco se escucho grave y áspera.

—¿Dónde está Naruto?

—No puedes ayudarlo—respondió— ¿sabes cómo liberarme?

—¿Tantos años han pasado y no lo has descubierto? ¿Qué clase de demonio eres?

Los ojos del muñeco ardieron en fuego ante sus palabras. Las cosas a su alrededor empezaron a moverse violentamente, los trastes caídos se levantaron del suelo y los que aún estaban en su sitio salieron volando, sin embargo, Orochimaru se mantuvo en su lugar.

—¿Es lo mejor que puedes dar? ¿Por qué no posees un cuerpo adulto como el mío y dejas el estúpido muñeco en paz? Oh lo siento… ¡no puedes! —el rostro de Orochimaru se contrajo en una mueca de satisfacción a pesar del dolor que sintió cuando su cuerpo dio contra la pared detrás suyo, empujado por una fuerza inhumana que solo podía provenir del interior del muñeco.

Su cabeza rosaba el techo de la sala, mientras veía al pequeño muñeco bajando del mesón son sus patas diminutas, caminando hacía él.

VIII

Se preguntó para que necesitaban un muñeco. Sí había una forma de cambiar el interior del muñeco, ellos no la sabían, por lo que pensó que en realidad no tenía importancia de que tipo de muñeco se trataba. En uno de los armarios de la habitación principal encontró un peluche en forma de zorro, del que desprendían nueve colas. Sostenía la totalidad de su torso con la palma de su mano y las colas caían en cascada hacía el suelo, tenía dos ojos negros en forma de gato que lo miraban directo.

Escuchó un golpe venir desde la sala. Saliendo de sus pensamientos supo que debía moverse rápido. Bajó las escaleras y encontró a Orochimaru contra la pared, sentado sobre el suelo. De sus labios salía un hilillo de sangre hasta su pecho, empapado ya en sangre, con demasiada sangre como para ser el resultado del que caía desde sus labios. Orochimaru estaba inconsciente, le levantó el rostro asustado de que sus impresiones fueran erróneas y en realidad estuviera muerto, pero aun tenía pulso. Su rostro cayó hacía un lado sin fuerza. Levantó su ropa consiente de que la sangre en su pecho seguía aumentando. En toda la mitad del pecho encontró la herida, seguramente hecha por un cuchillo. Se tapó la boca cuando sintió el deseo de gritar, consiente de que el muñeco podría estar en cualquier lado. Debía llamar una ambulancia, debía llamar a la policía, pero temía que nadie le creyera, ¿Quién en su sano juicio lo creería? Se secó las lagrimas que empezaron a rodar por sus mejillas en silencio. Aun debía buscar a Menma, antes incluso de poder pensar en ayudar a su mentor.

Estaba a punto de levantarse cuando Orochimaru reacciono. Vio la sonrisa en su rostro, esa misma sonrisa maliciosa de cuando trabajaba en sus experimentos. Lo tomó por el brazo evitando que se fuera de su lado, con esfuerzo levantó el rostro y lo miró a los ojos.

—Debes salvar a Menma, ¿tienes el muñeco?

—Sí —levanto el muñeco en su mano y se lo mostro— ¿servirá?

—Sí, es perfecto. Debo decirte que hacer —arrastraba las palabras y la fuerza que ejercía sobre su brazo era mínima. Él iba a morir, y mientras seguía escuchando las palabras que salían de su boca se lleno de pánico, solo de pensar que de nuevo, en menos de seis meses perdería de nuevo a alguien importante para él —. ¿Entendiste?

Sasuke asintió de forma afirmativa, mientras el gesto en su rostro se endurecía. Su mano resbalo y sus ojos volvieron a cerrarse.

Sasuke se levantó con firmeza y se dio la vuelta. Recordó las conversaciones que había tendido con Shikamaru antes de que este le alquilara la casa, las fotos que le había mostrado. Logró tranquilizarse y poner sus pensamientos en orden.

La casa estaba ubicada dentro de un conjunto, pero entre una casa y la otra había un terreno considerable por cruzar y a Kurama —como Orochimaru le había dicho se llamaba el demonio dentro de Naruto— le costaría mucho ir a otro lugar, por lo que debía estar aun en la casa. En el segundo piso no estaba, como ya había comprobado, dentro de la casa tampoco, el primero piso constaba solo de la cocina y la sala, las cuales podía ver desde donde estaba de pie. Por lo que solo quedaba un lugar en el cual buscar. Al otro lado de la piscina había un pequeño cuarto donde se guardaban los elementos para su mantenimiento.

Cruzó la puerta que separaba la casa de la piscina. El ruido de la naturaleza inundo sus oídos, los grillos y las cigarras. El olor de la hierba húmeda y el leve olor a cloro proveniente de la piscina. El poste de luz iluminaba con fuerza el agua azul. Cruzó al otro lado por la orilla, con el peluche en una de sus manos y en la otra un cuchillo que había tomado de la cocina antes de salir.

Al entrar, la luz robótica en el techo se encendió, por un momento sintió sus esperanzas desvanecerse. El cuarto no era tan grande, como para que tuvieran muchos lugares en los que esconderse, pero tampoco tan pequeño como para que no tuviera donde buscar. Llamó a Menma por su nombre esperando obtener alguna respuesta, pero no hubo ninguna. En cambio llamó a Kurama mientras levantaba algunas cajas del suelo para abrirse espacio. En el fondo, en un sitio donde la luz daba con menos fuerza, vio una sombra moverse. Sonrió con satisfacción. “Eso” demostraba no ser tan cobarde como había pensado en un principio, salía a enfrentarlo confiado de poder ganarle también, como había vencido a Orochimaru. Así fue. Con una habilidad de la que no lo creía dueño, Kurama con el hermoso cuerpo de trapo que poseía se subió sobre unas cajas en la esquina. Sus ojos, antes azules y hermosos eran ahora rojos, su sonrisa cálida y tierna era ahora una mueca distorsionada y diabólica. Su rostro de plástico estaba manchado por la sangre, probablemente de Orochimaru, y sus manos, pero esas estaban así desde la travesura con la carne, mas el cuchillo untado chorreaba con paciencia.

—¿Me llamas? —le dijo, más su boca no se movió y el sonido se esparció por la habitación llenándola—. ¿Ya se murió el viejo?

—¿Hablas de Orochimaru? No, no conoces al viejo, en este momento se está desinfectado la herida para poder cerrarla, buscara una aguja e hilo y se la cosera el mismo.

—¿Crees que el viejo sobreviva?—Sasuke sonrió de medio lado, sosteniendo su mirada con fuerza, lo vio endurecer mas su gesto, en esa mueca torcida y desagradable.

Se bajó con rapidez de la caja buscando darle alcance. El pequeño cuerpo saltó en su búsqueda. El sonido de los cuchillos metálicos se escuchó una y otra vez mientras Sasuke intentaba defenderse del ataque agresivo y desordenado de su contrincante.

Con la miraba buscaba a Menma, buscaba encontrar su cuerpo caído, tal vez dormido o inconsciente en algún lugar del suelo. Kurama acertó con fiereza un golpe en su hombro, sintió el cuchillo hundirse en su piel, cortar su musculo y luego salir dejando a su paso el fuego ardiente del dolor en su piel. Lo empujó con fuerza, logrando quitárselo de encima. Soltó el cuchillo y de inmediato llevó su mano hasta la herida buscando detener el sangrado.

—¿Dónde está mi hijo?

—En un lugar seguro, esperando el momento preciso.

—¿El momento preciso para que? —Kurama se encogió de hombros—. Devuélveme a mi hijo.

Kurama había caído con fuerza contra la pared al ser empujado por Sasuke pero no parecía herido o dispuesto a detenerse. La herida en su hombro había empezado a sangrar con rapidez, necesitaba hacer presión sobre la herida para detener el fluir de la sangre, pero obviamente no tenía tiempo para eso, no mientras no solucionará la situación con Kurama. Sasuke se levantó lentamente, no sin antes recuperar el cuchillo del suelo. Kurama sacudió con sus manos de plástico el polvo sobre sus pantalones naranja y luego en un movimiento hábil se abalanzó de nuevo contra él. Sasuke lo recibió a la expectativa de poder herirlo esta vez. Repasó en su cabeza las indicaciones dadas por su mentor. «Debilitado —le dijo— no importa que sea de plástico, se cansara» Sasuke seguía luchando, impaciente porque en realidad no parecía que Kurama pudiera cansarse. «No busques herirlo gravemente, solo necesitas hacer que se canse». De repente lo vio en su gesto. La mueca demoníaca que lo había estado molestando desde el principio empezaba a menguar, ya no era tan agresivo, ni tan rápido, le era más difícil empujar el cuchillo contra él. Pero Sasuke no estaba en mejores condiciones. La herida sobre su hombro seguía brotando sangre, y además había logrado atinarle una o dos veces sobre sus brazos. Ardían y como lo hacían, sentía su piel quemarle en las zonas de las cortadas, pero debía seguir, así la respiración le fallara y se sintiera cerca a perder el sentido. «En su interior está la llave. De la misma manera que planea apoderarse del cuerpo de Menma de la misma manera lo vencerás. Por eso también buscara pelear contra ti, porque solo de esa forma el demonio en el interior saldrá de su guarida» Orochimaru se refería por supuesto al momento en que el niño da el paso hacia a la adultez. Al hacerlo, el cambio hormonal en su interior es tan fuerte como un renacimiento, por eso el demonio podía ser liberado durante ese momento. Por eso los aldeanos en la historia de Naruto habían estado en peligro al intentar matarlo. Cuando el contenedor no es lo suficientemente fuerte para resguardarlo el demonio saldrá por si solo. Pero al tratarse de un espíritu, al haber perdido su cuerpo real culpa de los sacerdotes, se ha visto obligado a estar para siempre atado a un contenedor. Sasuke se preguntaba si hasta ahora en realidad nunca había podido salir de Naruto, si hasta ahora no había entendido la forma de hacerlo. Pero estaba pasando, a medida que se cansaba mas, a medida que sus movimientos se hacían más lentos, un aura rojiza cubría su cuerpo.

La sonrisa de Sasuke se ensanchó cuando vio a Kurama queriendo escapar. Intuyó que su raciocinio le decía que era momento de hacer el cambio, solo que sus planes no habían salido como esperaba, pues para ese momento, ya debería haber vencido a Sasuke. Escapó a rastras, utilizando sus últimas fuerzas para empujar a Sasuke contra la pared. Sasuke estaba muy débil también por lo que le resultó muy difícil seguirlo. Sobre todo cuando se perdió entra el arrume de cajas contra la pared. No podía ser posible que tuviera a Menma entre ellas. No podía ser posible que simplemente desapareciera frente a sus ojos. Guardo silencio y cerró los ojos, esperando que el sonido lo guiará. De repente lo escuchó, el plástico quizás de sus manos, chocó contra algo duro, cerca del techo sobre su cabeza. Al levantar la vista vio con asombro el brazo de Menma que caía desde el ducto de ventilación y a Kurama muy cerca de él. Sus ojos se abrieron con asombro cuando vio a Kurama ingresar con rapidez al ducto y cerrar la rejilla tras él, antes de que pudiera darle alcance.

—¡Maldición! —exclamo con fuerza, golpeando la pared.

Intento abrir la rejilla pero sus manos solo resbalaban sin encontrar la forma idónea de abrirla. Maldijo un par de veces más, seguro de haber perdido su oportunidad.

Empezó a escuchar ruidos provenientes del interior del ducto de ventilación. Siguió empujando con fuerza la rejilla intentando abrirla, mientras los golpes en el interior de hacían cada vez más fuertes. Finalmente la rejilla cedió y pudo levantarla. En un primer vistazo no pudo ver nada en el interior y los golpes se silenciaron de golpe. Empujó su mano hacia dentro buscando alcanzar a Menma, pero el largo de sus brazos pareció ser insuficiente. Volvió la vista al suelo, buscando una mesa o algo en lo que subirse para poder empujar su cuerpo al interior del ducto. Temía sin embargo que si soltaba la rejilla esta volviera a cerrarse. Cuando estuvo dispuesto a soltar la rejilla vio un resplandor azul, entorno los ojos buscando de dónde provenía la luz. Unos ojos azules le devolvieron la mirada. Pensó en Naruto, pero cuando los ojos al fondo del ducto se humedecieron pudo reconocer el gesto lloroso de su hijo. Era Menma. Su cuerpo se impulso solo hacia el interior del ducto alcanzado por fin el brazo de su hijo. Lo jaló hacia sí mismo pero el cuerpo parecía trancado del otro lado, tampoco pudo escuchar la voz de su hijo, a pesar de que esté parecía estar despierto.

—Te voy a sacar de acá, te lo prometo.

Sostuvo sus pequeños dedos entre los suyos. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad pudo divisar el muñeco detrás de su hijo, se movía compulsivamente, como si estuviera en medio de un ataque. Volvió a jalarlo hacia sí y esta vez el cuerpo lentamente empezó a moverse. Escuchó el gruñir de Kurama, como la amenaza de un perro antes de atacar. Entonces escuchó su nombre venir del interior del ducto.

—¡Sasuke! —escucho decir, pensó que era Menma quien le hablaba pero no era la voz de su hijo— tienes que sacarlo de aquí, jala con más fuerza tonto.

Abrió los ojos impresionado pero entonces pudo tomar el brazo de Menma por completo y jalarlo. Su cuerpo cayó hacia atrás mientras el cuerpo de su hijo caía sobre él. Chocó contra la pared y sintió las heridas de su cuerpo abrirse de nuevo, más eso no evito que abrazara a Menma con fuerza hasta que lo escuchó quejarse. Levantó su rostro en busca de sus ojos y él le sonrió con tranquilidad como si no fuera consiente de lo que había pasado hasta ahora.

—¿Dónde está Naruto? —preguntó.

Sasuke volvió a abrazarlo con fuerza cuando los golpes dentro del ducto volvieron a escucharse. De repente la cabeza de Naruto se asomó por el filo del ducto, empujando con su cabeza la rejilla. Sasuke apretó con fuerza a Menma sintiéndose incapaz de moverse.

Antes de poder levantarse el cuerpo entero del muñeco cayó frente a sus ojos, pero el aura roja que antes de desaparecer por el ducto lo había estado envolviendo ya no lo hacía, el muñeco levantó la mirada y los ojos azules que antes le habían gustado tanto volvieron a verlo, al igual que la sonrisa cálida. Soltó un poco el agarre sobre su hijo. La cabeza del muñeco quedó inmóvil sobre el suelo, Menma se estiró para cogerlo y Sasuke lo dejo hacerlo.

Detrás del muñeco estaba él, el chico de la foto que antes le había mostrado Orochimaru, le mostró toda su dentadura en una sonrisa que no pudo envitar devolver. Sintió algo cálido inundándole el pecho.

No fue necesario preguntarle que había pasado con Kurama, Sasuke lo adivino de inmediato. Algo había pasado al interior del ducto, el espíritu de Naruto se había revelado al demonio en su interior, al parecer no había estado tan débil como para no dar pelea. Tal vez por eso Kurama nunca había encontrado la forma de huir, porque Naruto siempre estaba ahí para detenerlo. ¿Habría encontrado la forma de vencerlo por fin? La imagen de Naruto enfrente suyo empezó a difuminarse y sin poder evitarlo las lágrimas salieron de sus ojos. Naruto le recordaba a su esposa, y al ver su espíritu esa idea de hizo más fuerte en su cabeza, como si ella hubiera sido una resurrección de él, la misma mirada calida y la misma forma de llamarlo tonto.

—Pa, algo está mal con Naruto.

—¿De que hablas?

—Ya no está aquí. —Menma sacudió con fuerza el muñeco y este solo meneo su cabeza de un lado al otro, luego se encogió de hombros— ¿Crees que vuelva?

—No lo creo. Está bien si no quieres conservarlo.

—No, está bien. Será más divertido así.

Estaba empezando a quedarse inconsciente, entonces recordó que sus heridas seguían abiertas y que pronto se desmayaría, Menma solo no podría ayudarlo. Ojalá sus palabras fueran ciertas y Orochimaru hubiera podido curarse, pensaba en eso cuando escuchó el sonido de la ambulancia llegando. Luego de unos minutos la puerta cerrada a su espalda se abrió de golpe. Un paramédico le quitó al niño de los brazos y lo subió a una camilla que luego otro hombre le ayudo a jalar hasta la ambulancia. Antes de que lo subieran vio a mucha gente alrededor de la casa, al parecer alguien se había percatado de que algo estaba pasando.

—En la casa hay un viejo… —El enfermero que lo empujaba lo miro afirmativamente— ¿Cómo está?

—No sobrevivió.

Sasuke se quedó en silencio unos minutos, sintió el golpe de la camilla contra el carro, escuchó atentamente el ruido de las llantas sobre el suelo de la ambulancia. Otro de los paramédicos ayudo a Menma a subir al su lado.

—¿Quién los llamo? —preguntó finalmente. El paramédico que rompía su camisa para poder revisar su herida en el hombro le contestó.

—Fue él quien llamó, dijo que habían encontrado un grupo de jóvenes haciendo maldades y que ustedes habían llegado en medio de su travesura y que todo se había salido de control —Sasuke se quejo de dolor cuando el paramédico empezó a desinfectar la herida para luego ponerle un vendaje provisional mientras llegaban a la clínica—. Aquí no hay jóvenes que hagan ese tipo de travesuras y menos que lleguen al punto de herir a alguien de la forma que usted está herido y menos… de matar a un hombre.

Desde fuera escuchó las sirenas del carro de policía llegar. Unos minutos después un oficial se asomó al interior de la ambulancia. Menma jugaba con otro de los paramédicos. Al parecer sus heridas no eran tan graves y luego de que el paramédico lo conectará el suero se sintió mucho mejor.

—¿Que fue lo que paso? —preguntó el oficial luego de presentarse. Sasuke le dijo lo que según el paramédico Orochimaru había dicho. El oficial le pidió una descripción de los sujetos y Sasuke le dijo que solo se acordaba de uno de ellos.

—Tiene cabello rubio y corto. Al principio pensé que tenía ojos rojos pero podían ser lentillas porque luego me pareció que eran azules. Tenía unas marcas en la mejilla, no podía tener más de quince o dieciséis años quizás, delgado y un poco más bajo que yo.

El oficial miraba a Menma jugando con el muñeco en sus manos, le pareció una descripción muy conveniente, una que no se ajustaba a nadie en la zona.

—Bien, señor Uchiha, por ahora puede irse al hospital a que atiendan sus heridas. Le informaremos si es necesario que nos de alguna información.

Al día siguiente le permitieron ver el cuerpo de Orochimaru. Le había herido directo en el pecho, había sido un milagro que antes de morir se hubiera podido comunicar con urgencias para darle una historia que contar, una historia a la que aferrarse, de lo contrario, si hubiera dicho la verdad, lo habrían tildado de loco y alejado de su hijo.

Naruto no volvió a darles problemas.

Notas finales:

Eespero les haya gustado la conclusión de esta historia. No olviden dejarme sus apreciaciones son muy valiosas para mí. Un abrazo.


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