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Vivir y Amar por JennVilla

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Harry gimió con satisfacción al terminar su vaso con agua. Era muy inconveniente que, en medio de su sueño, unas terribles ganas de beber algo le hicieran dejar la comodidad de sus mantas y bajar todo el trayecto hasta la cocina, para buscar algo que le calmara.

Además, estaba el hecho de que tenía que hacer todo en la oscuridad, puesto que no quería despertar a sus padres. Y sí, resultaba ser demasiado inconveniente puesto que muchas veces se había caído por las escaleras como el buen torpe mago que era al no utilizar un simple Lumos. En su defensa, la magia estaba prohibida fuera de Hogwarts, y esa era una excusa muy aceptable… bueno, no quería pensar mucho en que en realidad su padre era un Auror, y que esa norma no era de mucho cuidado, en su caso. Si no era con hechizos indetectables en toda la casa, era con las buenas influencias que podía hacerse ante cualquier otro.

En lo que sí tenía que pensar era en que si sus padres no despertaban con el ruido de las caídas de Harry, muchos menos lo harían con la luz que obviamente no les molestaría por estar en otra parte de la casa.

A veces Harry se cuestionaba su buen juicio y sentido común en las madrugadas.

Decidido a no perder el tiempo, Harry abrió la nevera que su abuela había regalado a Lily y que funcionaba a la perfección en su casa. Había muchas cosas allí, pero Harry sólo quería beber algo, así que tuvo que contentarse con sacar una jarra con leche, y dejar el zumo de naranja para otra ocasión.

Fuera de allí, las lechuzas de la casa regresaron y su ulular llenó la noche. Seguramente su momento de caza había terminado y Harry no quiso pensar mucho en las desafortunadas ratas y lagartijas de esa noche de carnicería. Por lo menos, Hedwig prefería comer golosinas y vegetales, a diferencia de las lechuzas de Lily y James.

Un chasquido resonó en la sala y Harry por poco deja que su vaso con leche caiga al suelo. Ahora, indudablemente, era un buen momento para darse de golpes mentalmente por no bajar a la cocina con su varita. Godric Hollow era un pueblo tranquilo, pero nunca podía desestimarse algún pillo que quisiera hacer de la suyas después de una borrachera.

Harry se acercó lentamente a la sala, intentando buscar en la oscuridad algo que le sirviera para golpear cabezas. Pero no tuvo que esforzarse mucho pues el estruendo había venido de alguien que había caído al suelo al salir de la chimenea. Chimenea que nuevamente sus padres habían dejado abierta.

— ¿Hola? —Harry tanteó, intentando no parecer asustado.

— ¿Hola dices? —la familiar voz de Draco reprochó— Ven y ayúdame a levantarme, Harry.

Harry suspiró aliviado y caminó por la sala hasta la chimenea, intentando no tropezarse con nada en su camino. Tenía suerte de que la forma de la chimenea se dejara ver por el leve resquicio de luz que entraba por la ventana.

—Haz un Lumos, Draco. De verdad que difícilmente puedo verte.

—Oh… —Draco parecía avergonzado y Harry rio quedamente. La tenue luz de la varita del rubio iluminó el lugar, y Harry pudo ver a Draco enredado en la alfombra que Gideon había regalado a James.

—Ya veo que caíste en la trampa. —rio Harry.

— ¿Qué se supone que es esto? —exigió Draco estirando una mano para que Harry le ayudara a salir— ¿A quién se le ocurre poner una alfombra de estas frente a una chimenea?

—Bueno, a los que creen que es mejor prevenir que lamentar, ¿no crees?

— ¿Me estás tratando de ladrón, Potter? —ya de pie, Draco le miró retador.

—No. Posiblemente ladrón de mi corazón, de resto, no puedo decir nada.

Draco sonrió y se adelantó un poco para besarle levemente.

—Bueno, aquí ha venido tu galán de novelas muggles a robarte. Quítate la ropa y vámonos.

—Se supone que tengo que ir con mi integridad intacta —Harry rio, siendo acompañado por Draco—. Ahora, de verdad, ¿qué haces aquí, Draco? De seguro que mamá ya nos ha escuchado y bajará a echarte la bronca.

—No te preocupes, no tardaremos mucho —Draco suspiró, mientras se pasaba una mano por el pelo—. En verdad necesito tu ayuda, Harry. Tengo un pequeño asunto que debo resolver, antes de que amanezca.

Harry alzó una ceja para luego mirarle sospechosamente.

—No me digas que te metiste en un problema con tus padres, Draco, porque me temo que no podré cubrirte la espalda esta vez. Estoy tratando de que mamá me deje ir al fin al mundial y no lo arruinaré a último momento. Ya sabes que falta poco y tengo que ir a como dé lugar.

—¿Ya? —Draco le preguntó.

— ¿Ya qué?

— ¿Ya acabaste con tu cantaleta? —Harry le dio un empujón y Draco sonrió— Lo que quiero es que me lleves a casa por medio de un Traslador.

— ¿Tu casa? ¿En dónde estabas antes, entonces? —cuestionó Harry con alarma.

—Mira, antes que nada, prométeme que me ayudarás y que irás por un Traslador de emergencia, ¿sí? La chimenea de la Mansión, a diferencia de esta, está cerrada, así que no tengo cómo más llegar allí.

—Eh… bueno, lo prometo. —Harry se encogió de hombros.

—Excelente —Draco sonrió—. Ya luego tú podrás regresar aquí por Red Flú, cuando yo abra mi chimenea. O si prefieres, puedes quedarte a dormir conmigo. En mi habitación —Draco alzó las cejas sugestivamente, y antes de que Harry le reclamara, continuó: —. A lo que iba… Lo que pasa es que mi madre está en casa de tía Andrómeda porque Dora se ha ido de excursión en la escuela de Aurores, y bueno, mi padre está en casa, pero seguramente llegó muy tarde de una reunión en San Mungo. Así que tía Bella me dijo que me acompañaría, pero a cambio de que tenía que acompañarla al… Callejón Knockturn.

— ¿Qué? —Harry exclamó— Tú sabes que ese lugar es peligroso y… oh, de seguro estuviste allí de noche, ¿no es cierto? —Draco le miró con culpabilidad y Harry suspiró— Bueno, por lo menos estás vivo. ¿Qué pasó?

—Yo no sabía por qué quería ir mi tía allí. Créeme, Harry. Pensé que algo sobre ingredientes para pociones, o libros… ¿qué se yo? El caso es que entramos en una taberna de mala muerte, y a que no adivinas quién estaba allí.

— ¿Quién?

—El profesor Tom y Regulus —Draco sonrió—. Y estaban… bueno, ya podrás imaginártelo. Y ya sabes, mi tía está obsesionada con Ryddle así que enloqueció.

—Merlín…

—Ajá. Pero se apaciguó para meterse allí como si nada pasara. Tuve que seguirla porque ella era la única forma que yo tenía de volver a casa, Harry, así que no me mires así. Bueno, la seguí y tuve que sentarme a la barra de allí mientras ella pedía esas pestilencias alcohólicas y bebía sin parar. Tom y Regulus no nos habían visto, así que Bella siguió y siguió y… la hecatombe llegó.

—Te metiste en problemas, ¿no?

— ¿Por quién me tomas, Harry? ¡Es obvio que no! Yo no tengo nada que ver en esos líos amorosos.

— ¿Y entonces? —Harry se impacientó.

—Que mi tía se fue a trompicones hasta ellos, y retó a Regulus a un duelo.

—Oh…

—Y obviamente, Regulus cedió y todo se volvió una locura.

— ¿Por qué no llamaron a los Aurores?

—No se puede llamar a los Aurores a ese callejón, Harry. No si quieres salir ileso después.

—Bueno, bueno. Ya entendí lo malandrín que se puede llegar a ser allí. ¿Qué hizo el profesor?

—Ya conoces a Tom. Al principio, no entendió la gravedad de las cosas, pues él también estaba muy ebrio, pero luego también se enfrentó a Bella y Regulus y todo el mundo les imitó y… eso fue todo.

— ¿Cómo llegaste aquí?

—Por flú, Harry —Draco le miró con obviedad—. Ahora necesito llegar a casa, y lo único que funciona es un Traslador. Así que mueve ese precioso trasero, y trae el Traslador para poder irnos.

— ¡Oye! Sin comentarios sobre mi… Y a todas estas, ¿por qué irnos? Puedo traértelo y tú te puedes ir solo, ¿no?

Draco pareció titubear un poco, para luego mirarle con seriedad.

—Es obvio que tenemos que ir juntos, Harry. Pues… no pensarás dejarme ir solo y… bueno… ¿y si me pasa algo malo en el trayecto? Necesito que un Potter me salve.

Harry no pudo contener una sonrisa por el show que se estaba montando Draco. Así que dio vuelta y subió silenciosamente las escaleras para ir al despacho de su padre. Al pasar por la habitación de sus padres, la culpabilidad y el miedo lo embargaron, así que tuvo que respirar profundo para poder seguir adelante.

Cuando pudo al fin hacerse con uno de los varios Trasladores con los que el Ministerio dotaba a sus Aurores, Harry pasó a su habitación para recuperar su varita, y luego bajar a la sala.

Draco le esperaba allí, sentado en el sillón favorito de James, y Harry por primera vez en esa noche, pudo apreciar la vestimenta y apariencia del chico. Sobra decir que su boca se secó.

— ¿No aprovechaste el tiempo para cambiarte el pijama? —Draco preguntó— No es que me queje, pero pasarás más frío.

—Sólo iré a tu casa y volveré aquí, no te preocupes por mi vestimenta —Harry sonrió y extendió el Traslador hacia Draco. Era un lápiz azul muy gastado—. Me corresponde a mí hacer la cuenta regresiva. ¿Estás listo?

Draco se incorporó y se acercó a Harry para tomar la otra punta del lápiz. Pero antes de Harry empezara a contar, Draco acercó en demasía su cara a la suya, para luego sacar un poco su lengua y lamer lentamente una de las comisuras de Harry.

— ¿Qué? ¿Por qué hiciste eso? —jadeó Harry, con los nervios a flor de piel.

—Seguramente bebiste leche antes, y por eso te quedó un poco —Draco le sonrió quedamente, y Harry se sintió en las nubes—. Haz la cuenta, Harry. —murmuró.

Harry así lo hizo, y se preparó para el tirón consecuente en su estómago.


Cuando arribaron a las afueras de la Mansión Malfoy, Harry no pudo evitar tropezarse en sus propios pies al aterrizar en tierra. Draco no tuvo el tiempo suficiente para atraparlo.

—¿Estás bien, Harry? —preguntó Draco, mientras se inclinaba hacia él y le tendía una mano.

—Mejor no puedo estar —ironizó Harry—. Ahora, ¿cuál es tu plan?

—Oh, ya es sencillo a partir de aquí. La verja se abrirá con solo poner mi mano en ella, como ya lo sabes. Sígueme en silencio.

Ya cruzadas las puertas, Draco y Harry avanzaron por el sendero que dirigía hacia uno de los muchos jardines que Narcissa cuidaba con tanto esmero.

Los pasos de los chicos eran sigilosos, y mientras andaban, Harry no dejaba de pensar en lo que había hecho Draco con él, momentos antes de tomar el Traslador.

El gesto en sí había representado una nueva sensación para Harry. Fue como si millones de chispas hubiesen explotado en su estómago, para luego pasar a su cerebro y hacer corto circuito. Fue grandioso, a pesar de lo poco que duró.

—Mm... ¿Draco?

Draco giró un poco la cabeza para darle a atender que tenía toda su atención. Harry carraspeó un poco.

—Eso que hiciste antes... eh, bueno... —Harry se rascó la nuca nerviosamente— No me importaría que lo repitieras en otra ocasión.

—Oh —Draco rio y detuvo su paso para que Harry le diera alcance—. Pensé que te había disgustado.

—Claro que no... Es sólo que fue algo nuevo para mí y... bueno, pues me asustó un poco al principio, pero luego todo fue genial.

Draco le sonrió y se inclinó hacia él lentamente.

— ¿Y si lo repito ahora?

—Ya no tengo leche. —Harry rio, intentando reprimir un escalofrío.

Draco le miró fijamente y luego dejó salir una larga y contagiosa carcajada. Harry le acompañó por el solo hecho de que ese maravilloso sonido era difícil de ignorar.

—Harry... —Draco jadeó en medio de risas— ¡Oh, si te hubieras escuchado!

— ¿Qué dije? —Harry preguntó, mirando embelesado las lagrimillas en las esquinas de los ojos de Draco.

—Oh, nada, olvídalo. No creo que quieras escucharlo —Draco le besó fugazmente en la frente y siguió su camino—. Más bien apresúrate, hace frío y ya tengo sueño.

— ¡Merlín, sí! —Harry por poco olvida que tenía que volver pronto a casa— Si mamá no ha notado mi ausencia, es que tengo muy buena suerte. ¡Tengo que volver antes de que se despierte, Draco!

— ¿Volver? —Draco frunció el ceño y ondeó una mano despectivamente— No hay necesidad, Harry. Puedes quedarte a dormir aquí, y mañana le explicas a tus padres que quisiste venir a visitarme.

—Oh, sí. Tan fácil que sería decirles eso, ¿no? —ironizó.

—No veo el problema —Draco se encogió de hombros—. No es como si te hubieras ido con alguien desconocido.

—Obviamente no es por eso. Es porque no les pedí permiso.

—Eres un niño. —se burló Draco.

Harry le empujó con un hombro y Draco dramatizó un gesto de dolor.

—Pues ya me dirás tú si tu madre o tu padre te tienen permitido hacer lo que te venga en gana.

—Bueno... —Draco pareció pensarlo un poco y Harry rio— Como sea, ellos no dirían nada si me escapo contigo —luego en voz casi inaudible, añadió: —. Estoy seguro de que no dirán nada hoy.

Harry se detuvo. Algo definitivamente se le estaba escapando.

—Draco...

— ¿Mm? —Draco parecía distraído.

— ¿Por qué estoy creyendo que me has traído aquí porque simplemente quisiste? —Harry preguntó.

Draco le miró ofendido mientras apresuraba sus pasos.

— ¿De qué hablas? Te dije que me había quedado sin forma de volver a casa y-

—No —Harry negó, cuando la compresión llegó a su mente—. Ahora que recuerdo, el profesor Tom está en Bulgaria y... ¡Oye, Draco! ¡Detente!

— ¡No! —Draco empezó a correr y Harry corrió en pos de él, cuando al fin pudo atar cabos.

Draco se había inventado toda una historia, sólo para sacar a Harry de su casa y convencerle de pasar la noche en la mansión.

Oh, pero qué tonto había sido.

Harry muy tarde había recordado que Tom estaba en un viaje en Durmstrang para un seminario en Defensa, así que era imposible que hubiera estado en Knockturn y compartiendo la velada con Regulus... ¡Regulus, quien estaba visitando a Charlie Weasley en Rumanía! Harry gruñó y gritó, pero las risas de Draco le hacían muy difícil el enojarse de verdad.

Mientras trataba de darle alcance al rubio en medio de pequeños arbustos, Harry sonrió muy a su pesar. Si Draco había inventado todo eso, sólo para tener a Harry acompañándole, entonces tenía mucho mérito, a consideración de este.

Cuando al fin pudieron entrar a la mansión, Draco rápidamente subió las largas escaleras haciendo uso del Lumos de su varita. Harry le siguió, y se lamentó mentalmente por el mal estado físico que había adquirido en las vacaciones.

Cuando al fin pudo terminar de subir, chocó con la espalda de Draco y por poco deshace todo el camino rodando por las escaleras.

— ¡Al fin te tengo! —Harry gritó, y capturó a Draco, pasando sus brazos por el pecho del otro chico

—Cállate —susurró Draco, tensionando su cuerpo y alarmando a Harry—. Actúa con naturalidad y sígueme el juego.

— ¿Qué...?

—Hola, papá —Draco dijo en voz alta—. ¿Qué haces despierto a esta hora?

Harry se contuvo de soltar un grito y más bien se asomó por uno de los costados de Draco.

Lucius, en su forma animaga, estaba observándoles detenidamente mientras una de sus patas delanteras estaba en el aire, como si hubiera estado andando cuando se encontró con Draco.

—Señor Malfoy —saludó Harry con nerviosismo—. ¿Cómo está?

El lobo inclinó la cabeza ligeramente para luego estirarse y volver a su forma humana. Lucius, en un elegante pijama gris, les miró con curiosidad desde su lugar. Al menos ya podía dominar el convertirse preservando su ropa, pensó Harry aliviado.

—Harry —Lucius habló—. ¿Qué tal la noche?

Su voz era engañosa, Harry lo sabía. Sólo le quedaba esperar que Draco supiera sacarles a ambos de ese embrollo.

—Muy bien, gracias. —Harry rio nerviosamente, sin saber qué más decir.

—Hola, papá —saludó nuevamente Draco, retorciéndose levemente en el abrazo de Harry. Este lo soltó de inmediato, tratando de controlar una exclamación nerviosa—. ¿No puedes dormir?

Lucius torció el gesto, y se cruzó de brazos.

— ¿No puedes dormir? —el mayor copió burlonamente la voz de Draco— ¿Y tú qué crees, mocoso?

— ¡Oye!

—Ni te atrevas, Draco. ¿Qué hacías fuera de casa?

—Yo-

—Déjame terminar. ¿Por qué está Harry aquí, a estas horas, corriendo como loco contigo? ¿Acaso decidieron que era buena hora de jugar al papá y la mamá?

— ¿Qué? —chilló Draco.

— ¡Señor Malfoy!

—Tienes que agradecer a tu suerte, Draco, de que Narcissa esté con su hermana y no aquí, esperándote con una buena reprimenda —Lucius miró con una ceja alzada a su hijo—. Ahora bien, el que sí está aquí, soy yo, así que dame una buena explicación.

Draco, aún en medio de su notable nerviosismo, se las arregló para girar su cabeza hacia Harry y decir:

— ¿Lo ves? No todo lo que dije era mentira.

— ¡Draco!

—Y tú, Harry —continuó Lucius, a falta de una respuesta de su hijo—. ¿Estás aquí con autorización de tus padres? —preguntó, andando hacia ellos— ¿Sabe Lily que estás aquí?

—Eh...

—Papá —intervino Draco, protegiendo a Harry con su cuerpo—, te puedo asegurar que Harry ha venido aquí por medio de engaños y maquinaciones. Nada más.

—Oh, déjame adivinar —Lucius sonrió con sorna—. ¿Maquinaciones tuyas?

— ¡No importa! —Draco exclamó— El caso es que él es inocente y lo he traído aquí porque no podía dormir.

— ¿Y qué eres? ¿Un niño de cinco años que necesita de su mejor amigo para dormir, como si fuera un muñeco de felpa?

— ¡Papá!

—Oh, ¿no le has contado a Harry que has hechizado a uno de tus juguetes para que se parezca a-?

— ¡Harry, no le escuches! ¡Miente!

— ¿Tienes un muñeco con mi rostro? —Harry rio enternecido, pero Draco le fulminó con la mirada y Harry se contuvo de hacer más bromas.

—Sólo quería pasar la noche en compañía —dijo Draco, mirando a su padre—. ¡No tiene nada de malo!

— ¿Y creías que yo te iba a dejar entrar tan campante a tu habitación con él? —Lucius inquirió.

—Señor Malfoy —Harry intervino, en tono herido—. No quiero incomodarlos más, de verdad. Yo puedo irme ahora y volver a casa sin que nadie se dé cuenta.

—No estás entendiendo, Harry —Lucius suspiró—. El hecho de que Draco te rapte, para traerte a dormir con él, no está bien, ¿entiendes? No siempre puedes estar a su disposición.

— ¡Lo dices como si yo fuera una especie de acosador, papá! Harry es mi amigo, y es normal que queramos dormir juntos

—Ya me dirás si es muy normal eso, Draco Malfoy.

— ¿Qué tiene de malo? —se defendió Draco— ¡No es como si tuviéramos en mente hacer cosas malas!

—De ti nada puedo esperar —Lucius miró con desdén a su hijo—. Lo que quieres, es meterme en problemas con tu madre, con Lily y con todo el clan pulgoso de James Potter.

—No hay necesidad de decir nada, señor Malfoy —persuadió Harry adelantándose y mirando a Lucius inocentemente—. Yo puedo regresar ahora mismo por red Flú a casa, y nadie se dará cuenta de que estuve afuera.

— ¿Me estás tratando de insinuar que cubra sus travesuras? ¿No ves que soy el adulto aquí?

—Puedes ser nuestro compinche, papá —Draco dijo con una grande sonrisa—. Cuando tú quieras que te cubra en algo con mamá, te puedo ayudar.

— ¿Me estás chantajeando?

—No señor. Estoy negociando contigo. Pero si lo quieres ver así, entonces puedo pasar al chantaje de verdad. ¿Qué tal si le digo que tú y Severus están negociando con una tienda para-?

Cualquier cosa que Draco quisiera decir, quedó cortada por una suave voz femenina que llegó desde el fondo del vestíbulo.

Lucius alzó las cejas, y luego se cubrió la boca dramáticamente.

—Ups... —dijo, poniendo en alerta a los dos chicos— Harry, creo que es hora de que pienses bien si te quedas o te vas. Y Draco... siento decirte esto, mi amado hijo —Lucius sonrió malignamente—, pero tu madre regresó temprano de casa de Andrómeda, y por casualidades del destino, apenas recordé ahora decírtelo.

— ¡Me has engañado! ¡Dijiste que no estaba! —Draco gritó.

Lucius guiñó un ojo a Harry, y con un suave movimiento de su mano, la Red Flú se activó en la planta baja y las llamas verdes iluminaron desde la sala.

— ¡Harry, ni te atrevas a dejarme solo! —Draco le miró casi con súplica, pero Harry no cedió.

—Lo siento, Draco —Harry dio la vuelta y empezó a bajar las escaleras—. De verdad que me ha costado lo mío el convencer a mamá para que me deje ir al Mundial de Quidditch.

—Harry...

— ¿Lucius? —la voz de Narcissa sonaba más cerca, haciendo sonreír al rubio mayor— ¿Qué pasa? ¿Estás con Draco?

—Quien llegue primero a ella, tendrá la versión verídica y oficial de los acontecimientos de esta noche —dijo Lucius en voz baja, ignorando el ruido de indignación de Draco—. Harry, sólo porque me caes bien, dejaré que escapes y llegues a casa y que te las arregles por tu cuenta.

— ¡No puedes hacerme esto, papá! —gimió Draco desesperado.

—Te estoy dando una alternativa, Draco. No puedes quejarte.

— ¡Eso no es justo!

—Adiós. —canturreó Harry antes de correr escaleras abajo, a tiempo de ver a Lucius convertirse rápidamente en lobo y correr por el vestíbulo, siendo perseguido por un furioso Draco.

Harry rio mientras se acercaba velozmente a la chimenea.

Tendría que lidiar después con el enojo de Draco, pero por el momento, tenía que llegar a casa y estar plácidamente dormido en su cama para que sus padres no sospecharan nada.

No podía perderse el Mundial.


...


 


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