Dicen, que las mejores personas llegan a tu vida sin buscarlas.
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-¿Cómo es que termine aquí?...
Se pregunto a si mismo Law al estar rodeado de gente, entre ella su amigo Kid. Quien ya había comenzando a tomar, riendo por la pregunta del cirujano.
-Pero que dices, si aceptaste mi invitación.
-No, te presentaste en el hospital gritando que ibas a revelar cosas muy privadas de mi persona, si no asistía a tu dichosa reunión...
-Pero quita la cara larga, esto es una fiesta.
-Sabes que odio los lugares ruidosos, con demasiada gente y...
-¿Me recuerdas porque somos mejores amigos?
-Fácil, nadie soporta mi forma de ser y a ti nadie te soporta por ser tan idiota.
-Auch, pero justo. Solo relájate Law, por una vez en tu aburrida vida.
-Claro que me relajo, pero no de la manera en la que tu y las personas promedio gastan su tiempo.
-Vamos a lo mismo... el señor perfecto ataca de nuevo... Cuando encuentres a una persona que te soporte, pobre de...
-No, no existe nada como eso. No tengo planeado enamorarme o casarme, no esta en mis prioridades conocer a alguien y perder mi tiempo de esa manera.
Se levanto dispuesto a irse, no pensaba perder más el tiempo en aquel lugar, mañana tenía varias operaciones y debía concentrarse en lo primordial. Fue seguido por Eustass, ambos saliendo por aquella calle nocturna poco transitada.
-Law-este se detuvo suspirando, sin querer ver a su amigo.
Apreciaba que corazón y él se preocuparan por él, pero algunas veces deseaba que lo dejaran solo.
-Oye Law, te estoy hablando.
-Quiero dejar las cosas en claro, ni corazón, ni tu tienen derecho a meterse en mi vida, por más cercanos que sean. Yo decidir que hacer y espero que respeten mi decisión.
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¿Qué son para mi los encuentros casuales? Supongo que jamás lo pensé, en toda mi vida siempre tenía que ser planificado tal y como decía mi padre se debía hacer, se hacía sin error alguno. Algo como la diversión, el amor, no existía.
Incluso cuando mi madre murió, todo aquello que creía que era felicidad se fue con ella. Ace y Sabo se preocupan por mi, pero eso no evita que mi padre siga pensando que de los tres, yo soy el mejor candidato para ser el futuro jefe.
Recuerda Luffy nunca te muestres como eres ante nadie, la sonrisa es solo una debilidad, como la risa.
Esas eran las constantes palabras que recibía de mi padre, vivía bajo la sombra que me plantearon, de ser hijo de Monkey D. Dragon, el hijo perfecto que podía hacer todo de la manera perfecta, aquel que iba a ser el futuro heredero de aquel imperio escondido.
Luffy, algún día encontraras la felicidad que tanto has buscando.
Las palabras de mi madre resonaban en mi cabeza, cuando me di cuenta donde me encontraba. Había salido de la escuela aquel día fue mi primer día, sin esperar que un grupo que conocía mi verdadera identidad fueran tras de mí, intente detenerlos usando aquellas habilidades que mi padre me obligo a aprender.
El ambiente olía sumamente desagradable para mi, como la luz me molestaba comenzando a removerme abrí lentamente los ojos al escuchar un ruido a mi lado.
-¿Dónde estoy?-susurro cansado y a la vez algo adolorido, agradecía por primera vez no ser tan idiota, sabía que había recibido uno que otro golpe, pero nada comparado a lo que le hice a esos chicos.
-En el hospital, señor... Monkey D. Luffy. Al parecer fue traído a urgencias presentando varios golpes y una cortada profunda, fue victima de un intento de secuestro según sus amigos.
¿Victima de secuestro?
Solté una risa amargada y forzada, a la vez que me quejaba del dolor.
-Será mejor que no se ría, puede que le duela un poco menos de lo que debería debido a los calmantes que se le aplicaron-explico aquella persona, aun mantenía mis ojos cerrados al no poder abrirlos debido a la luz de aquel lugar.
-No es nada comparado a como los deje...-susurre un tanto orgulloso de mi hazaña, cuando por fin pude abrir los ojos viendo a aquel hombre que se encontraba a mi lado, con su bata completamente blanca sosteniendo lo que era una tabla anotando algo.
Extrañamente me dio curiosidad conocer quien era aquella persona, cosa que no era normal en mi. Había aprendido a desconfiar en todo el mundo debido a aquel ambiente en el que crecí, pero ahora era diferente. Aquel hombre me daba curiosidad.
-¿Quién eres?...-susurro curioso, cuando este reacciono mostrándome por primera vez su rostro.
Mi vista se poso en la suya, como si fuera algo extraño comencé a sentirme completamente confundido de ver a aquel médico frente de mí, sus ojos fríos y grises sin demostrar expresión alguna más que una analítica.
-Mi nombre joven, es Trafalgar Law. Soy el médico de turno, un placer.
-Tra...-susurre suavemente intentando repetir aquel extraño apellido, aún perdido en sus ojos- Tra...-volví a pronunciar en busca de aquellas palabras- Torao...
Solté siendo engañado por mi propia voz, soltando por error aquel extraño nombre. Él tan solo me miro suspirando, ahora si podía morir de vergüenza al haberme equivocado con aquel médico.
-Como sea... le diré a tus amigos que pasen.
-¿Amigos?
-Si, son los chicos que te trajeron.
Salio sin dejarme darle una explicación, tan solo me golpe mentalmente. Nunca antes me había sucedido algo como eso.
-Luffy.
Me extrañe, girando mi cabeza y notar a una chica junto a un chico entrar. Se trataban de dos compañeros de mi escuela.
-Vaya, suerte que tienes-se río aquel chico, si bien recordaba su nombre era Usopp-Nami estuvo como loca cuando sucedió aquello.
-¿Cómo te sientes?-se acerco a mi, mirándome preocupada.
-Estoy bien, no es la gran cosa.
La verdad me sentía confundido, algo que alguien se preocupara por mi no era normal, siempre salía de aquellos enredos de mi padre. Ace y Sabo era de esas pocas personas que se preocupaban por mi, pero debido a que siempre se la pasaban lejos de mi, normalmente tenía que sobrevivir yo solo.
-¡¿Cómo que no es la gran cosa? Idiota!
-Vamos, tranquila Nami. Esta herido...
-Por el amor de todos...-suspiro- Según me parece llamaron también a tu abuelo, es la persona que esta a cargo de ti, ¿no?
-Si, gracias.
-Amigo, tienes que tener mas cuidado-continuo Usopp- Aunque jamás espere que en tu primer día fueras asaltado.
-Es cierto, existen muchos locos en la ciudad. Vienes del campo, ¿verdad?
Volví a asentir, debía fingir una vida totalmente opuesta a la que había vivido.
-Por cierto ese doctor-me susurro Usopp, desconfiado- Cuando llegamos lucía de mal genio, incluso nos grito que saliéramos.
-Solo hacía su trabajo.
-Si, como tu el tuyo, gritando que Luffy iba a morir.
-¡Cállate! Solo fue la intensidad del momento.
Miré como ambos se peleaban, soltando una risita. Me parecía que ellos eran muy amigables. Tal vez había encontrado a dos personas que podría considerar mis nuevos amigos. Aunque... aquel médico. Torao...