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Drabbles and Heroes por LeanaB

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Notas del fanfic:

Con mi adorada Dracu ya estamos haciendo de las nuestras~

Regresé de mi retiro y no había escrito durante los tres años que duró. No sé qué saldrá de esto, pero bueno, lean bajo su propio riesgo –soloquierohacerfelizaDracu-

El plan es publicar día por medio, comenzando en Diciembre y terminando en Enero. La idea inicial era hacerlo todos los días, pero sabíamos que no podríamos porque somos adultas y trabajamos y tenemos responsabilidades (?) y si, a la chingada.

También iré agregando las etiquetas a medida que vaya publicando.   

Notas del capitulo:

Katsuki Bakugou x Izuku Midoriya.

Eternidad

.

 

Las luces en los dormitorios ya estaban apagadas. Midoriya tragó con fuerza cuando escuchó la puerta de su cuarto ser abierta.

La luz de la luna era tenue al filtrarse por entre la tela, aun así, Izuku podía ver los ojos carmesí de Bakugou con suficiente claridad. Su estómago se retorció ante la expectación y pronto avanzó. Recibió su beso con la boca abierta, sintiendo la lengua húmeda y caliente deslizarse sobre la propia y todo tambaleó a su alrededor.

Bakugou deslizó la palma abierta bajo esa playera y la alzó a la par que su mano se detenía sobre su pecho. Sentía ese errático palpitar bajo su tacto. Era por él. Hasta sus latidos le pertenecían.

Se alejó levemente y sus ojos adquirieron intensidad. Midoriya sintió un escalofrío recorrerlo de pies a cabeza, todos sus sentidos estaban a flor de piel.

—Kacchan —susurró con voz suplicante y Bakugou no podía estar más complacido.

Midoriya apenas podía acostumbrarse a la idea de que tenían una relación, que Bakugou también estaba enamorado de él. Si lo veía en retrospectiva, muchas cosas se aclaraban en su mente. El rubio había intentado alejarlo de forma tan agresiva por miedo a sus sentimientos. Lo comprendía, porque él, incluso en ese momento, le tenía miedo al amor que albergaba.

Era demasiado grande. No tenía principio ni fin. Tal como la eternidad.

Era obvio que al ser tan jóvenes, no supieran como lidiar con ello antes. No supieran reconocerlo, hasta hacía unos meses.

Bakugou lo dejó caer sobre la cama, quitándole el bóxer que ya estaba húmedo. Sus ojos rojos parecían llamear ante la atenta mirada de Midoriya, que no podía hacer más que jadear ante las ansiosas manos que se deslizaban sobre él. Lo estaba tocando por todas partes, como si Izuku fuera a desaparecer en cualquier momento.

Los gemidos de Midoriya inundaban la habitación, haciendo que el otro se pusiera aún más duro.

—Mierda —jadeó Bakugou alzándose para poder mirar ese rostro sonrojado—. Ya quiero meterla.

Midoriya sintió su pene dar un respingo ante esa voz enronquecida, podía ver la mirada suplicante de Katsuki tras esa expresión de frustración y sólo atinó a morderse el labio.

Verlo así de necesitado y caliente, sólo hacía que la mente de Midoriya se elevara más, perdiéndose en las nubes de sentimientos que se arremolinaban en él.

Estaba disfrutando el roce, los dedos de Katsuki tocándolo tan profundo para dilatarlo. Entonces sus ojos verdes se clavaron en la expresión del otro, que jadeaba fuerte, apretando los labios cuando este se contraía en torno a sus dedos. El sudor caía por su frente y nariz, Bakugou estaba al límite.

—Kacchan —lo llamó, haciendo que esos ojos se clavaran en él—. Ya está bien.

Midoriya abrió más las piernas, tomando su rostro mientras Bakugou se inclinaba sobre él. Alzó las caderas en una clara invitación y el rubio se acomodó, entrando con lentitud, pero sin detenerse hasta llegar al fondo.

Sus caderas chocaron y Katsuki soltó un suspiro profundo, disfrutando del calor que lo apresaba.

—Se siente tan bien —sollozó Midoriya, sus ojos más llorosos que antes. Bakugou frunció el ceño un poco perdido—. Sentirte dentro, Kacchan.

—Joder, Deku —gruñó comenzado a embestirlo. Quería tomárselo con calma, pero Midoriya no solo le sacaba desquicio, sino que también sacaba su lado más salvaje.

Entraba y salía con fuerza, desesperado por sacar más de esos gemidos y se dio cuenta de que Midoriya lo tenía firmemente sujeto, sus brazos y piernas estaban aferrándose a él con fuerza.

—Oi, Deku —lo llamó enterrándose profundo antes de mirarlo—. ¿Qué pasa?

—Yo… es sólo… que estoy tan feliz —respondió con voz temblorosa, invadido por las sensaciones que lo recorrían. Estaba unido a Katsuki Bakugou en todo sentido, sus sentimientos, su cuerpo, sus sueños. Todo.

Bakugou sintió su pecho apretarse, sentía como algo caliente se alojaba bajo su piel, naciendo desde su estómago. Se sentía afortunado porque a pesar de que le había mostrado lo peor de él a Midoriya, él había aceptado sus sentimientos cuando incluso ni él los había entendido.  

—Izuku —lo llamó al inclinarse y besarlo profundo. Quería que Midoriya fuera capaz de sentir que el sentimiento era correspondido.

Dijo su nombre por primera vez desde que eran niños y para Midoriya fue como un detonante, todo en su cuerpo vibraba, placer y amor mezclándose. Vergüenza también, se sentía tan íntimo llamarlo por su nombre en esa situación, que simplemente se estaba derritiendo.

—Mierda, voy a venirme —jadeó Bakugou bajando por su cuello y mordiendo hasta llegar a su hombro.

—Dentro, llevas condón así que...

—Tú, de verdad… —Bakugou apretó los dientes y estuvo a punto de levantarse, pero se arrepintió, quería sentir cada trozo de piel pegado a Midoriya.

Enterró el rostro en la curvatura de su cuello y siguió embistiendo, rápido, desesperado por correrse, sintiendo como Izuku se volvía más estrecho en torno a él. No dejaba de gemir y el rubio lo sentía vibrar bajo su cuerpo.

Definitivamente no quería que Midoriya se diera cuenta del poder que ahora tenía sobre él.

Se enterró profundo y sus manos sostuvieron las caderas firmes del otro, que se corrió al instante, hundiendo los pies en el colchón con desesperación.

Era increíble. Todo aquello se sentía realmente increíble.

—Kacchan… Kacchan… —no podía dejar de susurrar aquel apodo, algo tan suyo, tan personal.  

Bakugou le dio un sonoro beso antes de dejarse caer a su lado, sintiendo sus ojos comenzar a cerrarse por el sueño. Alzó la mano y tomó a Midoriya de la cintura para acercarlo a él, besando su hombro antes de dormirse.

Izuku también cerró sus ojos, con la seguridad de que no importaba lo que sucediera luego, ni siquiera lo que pasó antes, de una manera que lo asustaba, estaba seguro de que nada podría borrar ese sentimiento. 

Su amor era innegable, poderoso y eterno.

Notas finales:

Besos de gato~


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