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My Way por borisgarc_

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- Quiero vomitar.— Walburga apenas si había oído decir a su esposo cuando se desmayó.

Habían perdido bastante sangre al no haber elegido rápido el momento al cual regresar, Orion se sentía mareado y con muchas nauseas, no pudo evitarlo y dejó salir todo el contenido de su estomago.

Se acercó a su esposa y trató de acomodarla en uno de los sillones pero no tenia la fuerza suficiente y menos para usar magia, no supo en que momento sitio la vista nublada hasta que cayó dormido junto a su esposa en medio de su biblioteca.

Despertaron en el suelo frío de esa enorme habitación, al parecer nadie los había necesitado como para darse a la tarea de buscarlos, ni siquiera Kreacher. Necesitaban una poción para regenerar sangre, aún se sentían débiles y somnolientos, pero no importaba, querían ir a ver a sus hijos.

Limpiaron todo el desastre que había ocasionado el ritual y bajaron cautelosamente, pudieron observara a Regulus y a Sirius en el comedor, ya eran las 3:00 p.m. y era obvio que esperaban a que Kreacher les sirviera la comida, los niños se percataron de la presencia de sus padres y ellos notaron el ceño fruncido de sus hijos.

Orion aun se sentía en un sueño del que no quería volver a despertar, ahí estaba su pequeño, apenas si tenia 12 años, aún era más bajo que él y Sirius, pero sabia que en unos años no sería así.

- ¿Cuándo volvieron? — A penas pudo preguntar Regulus cuando sintió los brazos de su padre al rededor de él.

Walburga se había acercado a abrazar a Sirius, podía sentir a su hijo removerse en su asiento pero no le importaba necesitaba sentirlo con ella, soltó al mayor solo para ir a abrazar a su bebé y Orion ya se encontraba abrazando a Sirius.

- ¿Están ebrios?

- ¡Sirius! ¿no podemos abrazar a nuestros hijos?

- Nunca lo hacen.— Sirius observaba a Regulus que estaba tan confundido como él.

- Creí que volverían hasta dentro de una semana.— Regulus trataba de cambiar el tema, ya se estaba formado un silencio incomodo.

- ¿De dónde? — ahora era Orion el confundido.

- De Paris…

Ya lo recordaban, ese verano habían ido unas semanas a Paris para descansar de sus hijos, las peleas entre Walburga y Sirius eran cada vez peores y los silencios de Regulus se habían vuelto más prolongados y por eso habían decidido alejarse unos días para evitar más regaños.

No podían culparse, era fácil olvidar algo que había sucedido seis años atrás.

- Bueno, decidimos volver antes, los extrañábamos mucho.— Walburga sonreía cerrando ese tema.

- Si claro.

- Sirius por favor no empecemos a pelear, mejor hay que salir a comer en familia, ¿qué les gustaría? -  Sus hijos se sentían inseguros de responder, Orion y ella  jamás habían sido así.

- Lo que sea esta bien.— Regulus seguía con ese tono de voz apenas audible.

- Fish and chips.

Orion y Walburga sabían que Sirius lo había dicho solo para molestarlos, pero eso ya no importaba, querían demostrarle a sus hijos que estaban cambiando y si él quería ir a un lugar muggle por comida rápida, lo harían.

Y ahí estaban Los Black en un local muy colorido en el puerto de Londres, tenían ropa muggle en su armario para ciertas ocaciones, pero era verdad que ellos nunca la habían usado, Orion llevaba un traje formal color azul y una camisa, Walburga un bello vestido negro con cuello peter pan blanco, llevaba el cabello en un moño alto y si le preguntan a Orion lucia muy hermosa.

Sus hijos se veían muy cómodos con esos jeans y los famosos converse que al parecer todo el mundo tenía, llevaban unas playeras de alguna banda muggle, seguro Sirius se había encargado de vestir a su hermano.

Walburga se había sorprendido cuando Sirius los guió hacia ese pequeño puesto, diciendo que su amigo Lupin los había llevado ahí el verano pasado. Solo contaba con tres mesas y era al aire libre, se podía ver a lo lejos a personas alimentando a las aves que llegaban.

El silencio era bastante incomodo, menos para Regulus que siempre prefería eso a escuchar gritos y peleas.

- ¿Y qué hicieron estos días? — Orion rompió el silencio.

- Nada.— Fue la respuesta por los dos menores.

- Algo debieron haber hecho, ¿jugaron quidditch?

- No, me castigaron la escoba antes de irse.

- No me gustan las alturas.

En serio eran padres horribles, la única cosa que le interesaba a su hijo y se lo habían prohibido mientras no estaban y peor aún no tenían ni idea de que Sirius le tuviera miedo a las alturas.

- ¿Desde cuándo? - Walburga dirigió su pregunta hacia Sirius.

- Desde que me subí a un árbol a los 7 y no me quisieron bajar porque yo me lo había buscado e intenté bajar y me rompí la pierna.

- Lamentamos haber hecho eso y el castigo de la escoba queda levantado.— Orion se sentía realmente incomodo, el accidente de Sirius había sido su culpa porque quería “darle una lección" a su hijo.

Walburga agradeció que empezaran a servir la comida en ese momento, el silencio entre los cuatro era pesado. Se sentía terrible, podía ver como Sirius tenia un odio enorme hacia ellos y Regulus siempre en su mundo ignorando todo lo malo, el apetito se le había ido, pero decidió comer para que Sirius no pensara que no le había gustado el lugar.

La comida no había estado del todo mal, Walburga quería aprender a hacerla, había notado lo mucho que le gustó a Regulus y era obvio que a Sirius también le encantaba, nunca había cocinado en su vida, pero era el momento de aprender, ese año le enviaría unas galletas a Sirius por su cumpleaños.

Llegaron a su casa y estaban agotados, Orion sintió que algo dentro de él tembló y no pudo evitar caer de llenó en el suelo de su sala, pudo oír los gritos de sus hijos a lo lejos “¡mamá!” “¡papá!”

- Sirius creo que están despertando.— Walburga trató de abrir los ojos a pesar de la incomodidad de la luz.

- ¿Sirius, Regulus? — Orion trataba de hablar, pero sentía su propia voz demasiado lejana.

Ambos vieron como sus hijos se acercaban a su cama, Sirius tenia una cara de enfado, mientras Regulus se le notaba bastante preocupado.

- ¡¿En qué estaban pensando?!

- Sirius no hables así, aún deben estar débiles.

- Cállate Regulus, merecemos una explicación, es obvio que tomaron algo, se portan raro y se desmayan después o tal vez… — Sirius corrió hacia Regulus y lo puso detrás de él con su varita en la mano apuntando a sus padres.

- ¿Sirius qué haces? — Regulus sonaba más asustado de lo normal.

- ¿Quienes son y donde están Orion y Walburga Black?

- Sirius baja la varita, somos nosotros.

- Pruébenlo.- Sirius observo a su "madre" que daba un gran suspiro.

- Cuando tenias 6 años, te enojaste conmigo porque te quité a pinky, ese peluche que estaba roto y viejo, lloraste y me dijiste que era la bruja más malvada que habías visto en tu vida y que nunca me lo ibas a perdonar.— Walburga trataba de sonar bastante neutral pero en el fondo siempre recordaba ese momento como uno de los más tristes de su vida.

Sirius bajó la varita y soltó a Regulus, algo en él se había roto al ver a su mamá así, tenía 6 años y no había sido su intención pero era lo que conocía, así se habían hablado siempre, a gritos.

Al parecer nunca iban a tener un momento que no fuera incomodo entre ellos cuatro.

Sus hijos los habían dejado descansando después de una mala explicación sobre los cambios de horario y que seguro algo les había hecho daño, ninguno se fue muy convencido pero estaban de acuerdo en dejarlos descansar.

- Lo logramos Wal.— Recostados en su cama Orion le sonreía a su esposa, ambos se sentían felices de volver a ver a Sirius y a Regulus.

- Es hora de hacer cambios.

- Quiero llevarlos a pescar.

- ¿Qué?

- Siempre quise hacerlo, a mi nunca me llevaron, de hecho no sé hacerlo, pero no creo que sea tan difícil.

- Seguro que les gustará.— Su esposa le regaló una sonrisa.

Necesitaban ir lento con sus hijos, empezar hacer cosas nuevas para agradarles, definitivamente seria difícil y mucho más con Sirius.

La mañana era muy calurosa, ambos se sentían mucho mejor, su cuerpo aún necesitaba otra poción para regenerar sangre pero podían vivir con eso unos días.

Encontraron a su hijos en la mesa del comedor esperando a que Kreacher sirviera el desayuno. Se sentaron en sus lugares habituales, podían observar a Sirius jugar con los cubiertos y a Regulus con la mirada fija en el plato, era tan extraño, todo era un déjà vu.

- ¿Les gustaría ir a pescar? — Orion había tomado la palabra para romper el silencio.

- ¿No deberían ir a San Mungo?

- Sirius estamos bien, no te preocupes por eso.— Walburga no parecía enojada, era increíble que haya extrañado los reclamos de Sirius.

- ¿Por qué no quieren ir? — Regulus lucia bastante preocupado.

- Le hablaremos al sanador Tremblay si eso los hace sentir más tranquilos.

Ninguno de los dos dijo nada y Regulus solo asintió despacio. Orion se sentía mal, su pregunta había quedado en el aire y no sabia como volver a hacerla sin sonar como un tonto. Se sentía como en sus años de escuela, cuando era muy retraído y no le gustaba hablar en publico, definitivamente Regulus era su hijo.

- Entonces… ¿si les gustaría ir? — Volvió a sacar el tema esperando que no lo cambiaran nuevamente.

- ¿Por qué? — Regulus fue el primero en contestar.

- Porque será bueno tener un poco de aire fresco y sentir el bosque…

- ¿Es obligatorio? — soltó Sirius

- ¿Como un castigo?

- ¡No hemos hecho nada!

- No es un castigo, ¿por qué automáticamente piensan eso? — Había dicho Walburga después de contar hasta diez.

- ¿Por qué iríamos al bosque?

- Es importante sentir la magia que habita en la naturaleza. — Orion podía notar el estrés subir por su cuello, pero no podía reflejarlo en enojo.

- ¿Nos van a dejar ahí? — preguntó Regulus asustado.

- ¡No hemos hecho nada! — repitió Sirius mucho más fuerte.

- ¡Ya sabemos que no han hecho nada! esto no es un castigo, solo queremos pasar tiempo juntos.

Orion habló más fuerte de lo que le hubiera gustado, realmente seria difícil aprender a controlar sus emociones y a no gritar a la primera.

- Si quieren ir podrían invitar a sus amigos, ¿qué les parece?

Se veía que a Sirius le había gustado más esa idea, de Regulus no estaban seguros sus expresiones faciales casi nunca eran notorias.

¿Qué tan malos eran si sus hijos creían que los iban a abandonar en el bosque? este sería un camino muy largo.

 

Notas finales:

Que miedo que tus hijos crean que los vas a abandonar en el bosque.

Espero que les haya gustado, nos leemos.

Boris.


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