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«"Ken no Tanjoubi"» por Raziel Soul

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Notas del capitulo:

El Haiku ha sido hecho por mi también :3

10 de diciembre…


 Con pereza se estira, eran las 5 de la tarde, no es como si se hubiese desvelado esa noche ni nada por el estilo, sencillamente había tenido una agradable sesión de “amor” con el odioso pelirrojo, pero como siempre al despertar después del sexo se encuentra con la cama vacía, su mano pasea con tranquilidad por el lugar donde “debiera” estar su rival, se voltea abrazando la almohada de este, aún conservaba ese aroma varonil, no solo de la fragancia que usaba sino de su propia esencia, hunde la cara contra la blanca tela, quiere revivir las caricias dadas apenas minutos antes, o mejor dicho horas puesto que se quedó dormido más de dos, tenía poco de haberse mudado a ese pequeño edificio de departamentos, no era la primera vez que vivía fuera de casa, pero después de lo de Rugal y la desaparición de su padre, decidió regresar con Shizu-sama, ahora que Saisyu había regresado no tenía tanto remordimiento por salir de nuevo del nido.


Abre un ojito y nota el montón de cajas a su alrededor, 20 años de edad y llevaba casi una semana sin mover un dedo para arreglar todos sus tiliches, pero le daba demasiada flojera, extrañaba la servidumbre, y para colmo Yagami tampoco estaba dispuesto a echarle una mano, al menos no en ese aspecto, “no es mi asunto gato holgazán” fueron sus palabras cuando le sugirió que bien podía ayudarle para no tropezar con todo en ese lugar, después de casi matarse al pisar una de las mancuernas del moreno que estaban desperdigadas en el piso y rodar por el dándose en pleno coxis al caer de trasero.


 


-Tal vez tenga razón, debería escombrar un poco – susurra y se despereza estirándose como el gato que es, pese a esos músculos no es alguien pesado, al contrario, es bastante flexible, era lo mejor de saber entrenar, no solo desarrollaba “bolas” al por mayor, su cuerpo era atlético, pero nada exagerado, y tenía una enorme fuerza.


 


Se rasca la cabeza con flojera, toma el teléfono para mandarle un mensaje a su ¿novio?... en realidad, no había etiqueta que se ajustara a la relación que tenían entre ellos, a veces parecían los amantes más dulces, al menos por su parte, y al instante actuaban como casados desde hace veinte años por los zafarranchos que empezaban a armar. Sonríe de lado, recordar todo aquello le ponía feliz. Algo que le extrañaba un poco eran esas ausencias repentinas que comenzaron un par de semanas atrás, no debían estar pegados como siameses para que estuviese alegre, pero el ver a su pelirrojo desaparecer de un momento al otro sin avisar, o tener motivo aparente le intrigaba sobremanera, no se imaginaba siquiera lo que estaba sucediendo en ese mismo instante a varios kilómetros de su casa.


 


***********


 - “No” “es una idiotez” “déjate de tonterías y da media vuelta” – la voz interna de Iori parecía una grabadora sin fin repitiendo como en bucle aquella palabrería, sus manos sudaban un poco, nunca creyó que estaría en esa situación, ¿cómo era posible? Él, Yagami Iori, el ser más “frio” y “despiadado” de todo el hipocampo se encontraba de pie frente a la casa de una de las personas que más le desagradaban en el mundo, con una sola misión autoimpuesta, la cual aún estaba a tiempo de abandonar sin sufrir bajas ni vergüenzas.


 O al menos estaba a tiempo segundos antes de tocar el timbre, la melodiosa tonada se escuchaba provenir desde dentro del departamento, este se ubicaba en uno de los barrios más acomodados de Tokio, justo bajo el antiguo hogar de su rival, el moreno se había mudado ahí un par de años antes, buscaba independizarse un poco como para sentirse tan maduro como él,  lo cual le confesó el propio Kusanagi meses después de lo de Orochi, cuando su relación había dado comienzo, al menos de manera más formal, porque ya habían tenido sus quereres a escondidas y por “accidente”.


 


- ¿Qué haces tú aquí? – ahí estaba, frente a él uno de los modelos más sexys del mundo, con un cuerpo como de dios griego, ojos azules casi de su mismo tono, cabello rubio que caía por esos hombros redondos y bastante atrayentes, y que deseaba ser su eterno rival de amores.  Cualquiera que los viese desde afuera podría notar las chipas que emanaban ambos por sus ojos, como si su ki pelease de manera autónoma nada más verse.


-H…hola – el pelirrojo intenta hacer una mueca de sonrisa, pero da más mala espina que agradar


-Mejor no sonrías, en verdad das miedo – una vena salta en la frente de Yagami, Nikaido nota los puños cerrarse con fuerza – joder, no sé dónde está Kyo si eso vienes a preguntar yo… - un sobre es estampado en su rostro – ¡OYE QUÉ DEMO… - cuando lo separa de su rostro logra notar que es una invitación


- Sé… que son… los mejores amigos, así que – Benimaru se sorprende al posar sus ojos en el rostro de Iori, era la primera vez que lo notaba tan nervioso, ladea la cabeza, incluso podía apreciar por primera vez la apariencia juvenil del otro oji azul, siempre lo sintió como mayor que él pese a ser un año más joven – no faltes por … favor


- “Maldito” – piensa Nikaido para sí cuando cae en cuenta de lo que es capaz de hacer el tipo ese por Kyo, tragarse su orgullo para invitarle a lo que seguramente será una fiesta sorpresa, él no sabía si podría llegar a hacer eso, lo que más deseaba era apartar a ese pelirrojo del demonio de su amor platónico. – No faltaré… - dos palabras que salen lo más sinceras que pueden, y no porque no quisiera ir siendo una celebración en honor a Kusanagi, sino por el tipo quien se lo pide


- Bien… - cuando Iori da media vuelta siente una mano en su hombro poniéndose en guardia de manera instintiva


- Tranquilo, solo quiero preguntar si necesitas ayuda – nota al menor mirarle de arriba abajo con desconfianza y ese toque de desprecio de siempre, suda una gotita ante eso mientras le empieza a dar un tic en la ceja


- Si, no sé cómo decorar para una fiesta – espeta a regañadientes


- Bueno, te ayudaré con eso entonces, espera – entra y sale casi de inmediato, le tiende una tarjeta de presentación – mándame mensaje para que tenga tu número de móvil y me avises cuándo y dónde te ayude a engalanar todo – como si fuese un cachorro desconfiado el pelirrojo asiente alejándose después; una semi sonrisa enmarca los labios del rubio, niega – creí que solo era un capricho de tu parte- susurra notando la figura perderse en la distancia, para su mala suerte todas aquellas proclamaciones de “propiedad” no eran más que amor disfrazado de odio, de celos que carcomían cada centímetro de ese corazón que Benimaru no creyó que el otro tuviese, cuando Iori se pierde de vista él entra a casa cerrando la puerta tras de sí.


 


***************


 


- ¡KYYAAA! – un grito se escapa de los labios de esa mujer, la puerta iba a ser estampada en su cara, pero tiene buenos reflejos así que sencillamente la sostiene con una mano – ¿q-qué quieres? – la chiquilla traga saliva temblando un poco al ver ese gesto serio, incluso molesto.


 No tiene la mínima idea de qué busca ese hombre en su casa, quizá no encuentra a Kusanagi y va ahí para molestarle, pero ella no tenía la mínima idea de dónde se localizaba el moreno, tal vez un par de meses antes lo sabría, pero ya no, no después de aquello.


 Flash back


 -Kyo, ¿qué sucede? – intentaba que su voz no se quebrase, ella sabía que estaba pasando, tantos días sin verse, tantas llamadas sin responder, los “te amo” dejados al viento sin ser devueltos


- Yo, estoy enamorado de alguien más – su corazón se rompió con tales palabras – no quisiera lastimarte, lo menos que deseo es eso, pero – sintió esas manos tomar las suyas, pero por primera vez no notó la calidez de siempre, eran solo dos personas tomadas de la mano de forma casual sin sentimientos de por medio, al menos por parte del chico de ojos avellana


- Es normal que duela cuando la persona que amas no te corresponde ya – las lágrimas bajaron por sus mejillas, se separó de esas manos, dio un par de pasos atrás cerrando la puerta dejando fuera al que fuese el amor de su vida, deseando que sacar esos sentimientos de su corazón resultase igual de fácil.


- Lo siento Yuki, no me odies por favor – escuchó desde el otro lado, pero en ese instante su corazón dolía a tal grado que en verdad creyó que moriría sintiendo un profundo rencor por el castaño.


 


Fin flash back


 - ¡Ey! Responde – la voz del perpetrador la hace despertar de sus recuerdos – ¿vienes o no?, él aún te aprecia – Yuki baja la mirada a esa invitación de excelente caligrafía que sin saber cómo estaba ya entre sus manos


- ¿Por qué me invitas? ¿no tienes corazón? – sus ojos se vuelven a humedecer, Yagami en verdad era una mala persona, robarle al novio y ahora venir como si nada a invitarle a una fiesta


- No, no tengo uno… pero aún atesora los momentos contigo, siempre me está diciendo que quiere al menos lograr que sean amigos – farfulle de mal modo – tch… me molesta – vuelve su mirada a la chica – ¿en verdad quieres dejar de verle? Si es así no vayas, al menos sabrá que no deseas ni su amistad y me dejará en paz con tanta palabrería – quita la mano de la puerta, la jovencita parpadea, escuchar esas palabras no era nada fácil, pero decirlas no era menos difícil, más aún si quien las pronunciaba era ese sujeto


- ¡Yagami-san! – la voz le detiene y voltea – yo… asistiré, me dolerá mucho verles juntos – comenta con sinceridad - pero… - se muerde el labio inferior – no quiero dejar de ver a Kyo-san – sonríe leve – ambos me salvaron de la muerte, no quiero ser una mal agradecida y… si quiere puedo ayudar un poco, sé que lo conoce bien pero tal vez pueda hacer algo


- ¿Sabes… cocinar pasteles? – nota como asiente, chasquea la boca – pues hazle uno en forma de pez, seguro eso le pondrá feliz – dice con tono mandón dándole la espalda a esa chiquilla odiosa, a la que tanto tiempo despreció porque tenía lo más preciado para él, más allá de ello no había por qué sentir rencor.


 En tanto que Kushinada aprieta contra si aquel sobre, tal vez ese era el primer paso para poder superar a Kyo, además, alguna vez escuchó que cuando se ama de verdad uno debe apreciar la felicidad de quien quiere pese a no ser la persona que provoca la misma. Entra a casa, debía buscar en internet un molde en forma de pescado, o tal vez un enorme Taiyaki.  


 


*****************


 


- ¡MUCHAS GRACIAS YAGAMI-SAN! – no sabía si era buena idea tocar esa puerta, se sentía más inseguro que con Benimaru y Yuki, pero ahora estaba más arrepentido que nunca, Shingo no dejaba de gritar y agradecerle, creyó que al verle se orinaría de miedo, no obstante, lo primero que hizo fue preguntarle por Kusanagi.


 Y en cuanto le dio la invitación sus ojos se llenaron de estrellas, su mirada cambió a una de psicópata, pegó contra su pecho ese sobre asintiendo una y otra vez como respuesta, sumado a que se ofreció para ayudarle con todo, desde los globos, las serpentinas, el pastel, la comida etc. Tuvo que lanzarle un Yamibarai para que se callase la boca, al final de cuentas aceptó que ayudase en lo que más pudiese, e incluso sintió un poco de cringe al darse cuenta que lo que él, Yagami Iori, sabía de Kusanagi, no era ni el diez por ciento de todo lo que ese “Tomoyo” de 18 años conocía de su rival.


 


Estaba más que exhausto después de esa visita, ahora entendía porque su amante solía rehuir a ese sujeto todo lo que podía, sin embargo, era curioso ver que en el mundo existía alguien más obsesionado que él por Kyo. Ahora que lo pensaba bien era incluso algo gracioso de una manera bizarra. Mira la última invitación en su mano, no sabe si será conveniente, está consciente que su relación ha sido gritada a los cuatros vientos por el gato idiota, pero ¿hasta dónde puede ir él? Siempre se ha destacado por ser el más prudente entre ellos dos, pero también el menos afectivo y desea cambiar eso al menos un poco.


Camina con firmeza varias cuadras, se detiene al dar con la dirección bastante conocida pero poco frecuentada, mucho menos en una situación similar, de vez en cuando esperaba afuera a su rival para comenzar a pelear, para amenazar a su familia y que se decidiera a terminar su rencilla de una vez por todas. Da un hondo suspiro, frente a él la enorme mansión en donde el sol era el emblema familia, traga saliva, pero termina por tocar el timbre. Un hombre de la servidumbre le hace pasar, los jardines son hermosos, se nota a leguas la mano femenina en el arreglo de todo aquello, y pese a que los árboles han perdido varias de sus hojas nada ahí parece muerto, al contrario, existe una armonía tal que más que tristeza se transmite una gran paz, a los lejos se escucha el bambú subir y bajar al llenarse de agua, las campanillas colgadas afuera del cuarto de té suenan gracias a la brisa algo helada.


 


Arces sin hojas


suave nieve a mis pies


vida invernal


 


Un haiku que se le ha ocurrido es susurrado por el pelirrojo quien está encantado al cruzar ese caminillo que lleva a la casa principal, el mayordomo le conduce a la estancia donde el pelirrojo se arrodilla esperando a ser atendido por los dueños, la tranquilidad es tal que logra escuchar el crujir del tatami bajo el peso de unos pies que se acercan de manera pausada pero no lenta, más bien con un ritmo cortés. Una voz le saca de sus pensamientos.


 


-Enseguida vienen los señores – traga saliva con fuerza, su manzana de Adán escuece un poco por el esfuerzo y la sequedad que ha invadido su boca de un momento a otro


- “Lárgate ahora” – repite su cerebro – “Ya no hay marcha atrás” – responde su corazón, y antes que siquiera intente levantarse para escapar la voz que escucha le congela


- Buenas tardes Yagami-san – alza el rostro y la ve, parada frente a él, ese bello kimono azul marino, las manos tan hermosas y delicadas, la sonrisa que le desarma por completo, esa mirada que le dedica es capaz de sacarle un par de lágrimas, pero ha aprendido a contenerse, con esfuerzo logra levantarse y hacer una reverencia de sumo respeto, nadie más que Shizu tiene ese efecto en el pelirrojo, pues de cierta manera ve en ella la madre que perdió hace tantos años. Ambos se arrodillan nuevamente para charlar, el modo en que se sentaba era un perfecto seiza, definitivamente estar frente a Shizu-sama era toda una experiencia


-Buenas tardes Shizuka-sama – su rostro agachado por respeto, pero más aún como forma de escudarse ante todo lo que remueve esa mujer en su interior


- Lamento informarle que mi marido no se encuentra – él había pedido ver a los dos


- “Ese vejete loco no me interesa demasiado” – piensa un tanto aliviado de no tener que lidiar con el boca floja del padre de su … gato estúpido – no se preocupe solo – le tiende la invitación con ambas manos, alza leve la mirada, su flequillo le deja notar únicamente como los dedos ajenos toman el sobre


- Vaya, que hermosa caligrafía, usted es un cofre de sorpresas – él niega


- No es tan perfecta como me gustaría – asegura


- Es curioso, pese a haber vivido en américa aún conserva mucho de la humildad japonesa – sus mejillas se encienden y con ellas aquellas pequitas casi siempre imperceptibles a ojos ajenos. – una fiesta para Kyo – la voz de la mujer tiene un toque dulce y alegre – debo admitir que ha sido bastante difícil hacerme a la idea que no voy a tener nietos – aquello se siente como un golpe certero en su corazón – pero al mismo tiempo agradezco que sea usted quien esté al lado de mi hijo – nota a la mujer desplazarse con agilidad para llegar cerca suyo , las palabras que ha escuchado le dejaron más que sorprendido, pero no tanto como las manos que le hacen alzar el rostro, ¿por qué lo hacía? ¿acaso le gustaba verle así de vulnerable?


– “Deje de verme así” – piensa sintiendo su cuerpo temblar levemente, no puede siquiera preguntar a qué se refiere con lo que acaba de decir


- Ha logrado que tenga la fuerza para afrontar muchas cosas en su vida, no solo físicamente, me preocupaba que no aprendiese a madurar lo suficiente para tomar su camino, con Yuki-san todo era tan fácil, a tal punto que simplemente dejaba la vida pasar


- “No sigas mujer” – sus ojos iban y venía por la habitación sin quererse encontrar con los ojos ajenos, pero fue en vano, no pudo evitarlo más, quedó atrapado en aquellos hermosos ojos avellana iguales a los de su amante, pero que provocaban en él cosas totalmente diferentes, tanta ternura, sabiduría, madurez…


- El amor que se tienen ha superado tanto… que merecen ser felices – las pupilas del menor se dilatan, ¿Quién se creía esa mujer para hacerle flaquear de tal manera? – gracias por cuidar de mi hijo


- “No lo hagas” – Suplica por dentro cuando nota como los brazos ajenos le rodearon, sintió como le atraía y el calor ajeno cubrió su cuerpo, no pudo resistirse más, correspondió el abrazo, y se sintió como cuando tenía 5 años, tan vulnerable en los brazos de su madre.


 Al final de cuentas el vejete llegó cuando estaban tomando el té, algo que después de ese abrazó no pudo rechazar, al verle Saisyu casi se le va encima, pero un abanicazo por parte de Shizu le hizo estarse en paz, de mala gana aceptó también ir a la fiesta de Kyo que el menor estaba organizando, ella dijo que llevaría la comida favorita de su hijo, al tiempo que su esposo aseguró no hacer ningún comentario fuera de lugar, la mano de ambos se estrecharon, después de tanto tiempo parecía que los clanes estaban en paz. Se despidió con una reverencia de sus… suegros.


 


Eran las 10 de la noche cuando llegó a su departamento, estaba por demás cansado, no física pero si mentalmente, lidiar con tantas cosas en un mismo día, pero era menester que saldara esos asuntos lo antes posible, solo quedaban dos días para la fiesta del menor, agradecía que la mayoría de sus invitados vivían en otras prefecturas e incluso otros países, muchos de ellos seguramente no llegarían, como ese rubio desabrido del Bogard, su ceño se frunce nada más recordar como abrazó a Kyo al terminar de luchar en el torneo pasado, ¿Quién le permitía tocar sus cosas sin su permiso?, y ni se diga de aquel idiota García, o los hermanitos Sakazaki, muy confianzudos con su gato, aun así no podía no invitarles, si no iban ya no era asunto suyo, el cumplió con avisarles. Fue difícil localizar a Leona y sus guardaespaldas, afortunadamente Chizuru pudo hacerles llegar la invitación, ahora que recordaba debía agradecerle después a la sacerdotisa, fue su idea todo eso de la fiesta, o, mejor dicho, fue ella la que logró que dejara su pedantería de lado y se dejase llevar por esas ganas de demostrarle a Kusanagi algo de ternura al organizarle una celebración de cumpleaños.


 ************


 12 de diciembre, 5 pm.


 


Definitivamente jamás en su vida pensó, o imaginó siquiera que su hermano se prestaría eso, permitirle usar la casa de Osaka para llevar a cabo la reunión, en los jardines se encontraban trabajando varias personas, Benimaru, Shingo, Athena, Kensou y Yuki entre otros, colgaban globos y adornaban todo con los colores favoritos del menor, para Iori todo eso era exagerado, el bastardo… su pareja, no era un niño pequeño por tanto le parecía de mal gusto ver globos y serpentinas por doquier.


 - ¡Quita esa cara ya! – un golpe en la espalda le hace voltear, frunce el ceño al ver la sonrisa burlona de Yukari – mira que hace tiempo no se celebra nada en esta casa


- ¿A ti quién te invitó? – espeta de mal modo


- Qué amargado eres hermanito – la voz de Akane tras suyo le deja perplejo, pero nada comparado con lo que sigue


-Cuando Kaoru me dijo que ibas a hacer una fiesta no lo creí, mucho menos al enterarme para quien es todo esto…


- ¡DEJEN DE COLGAR GLOBOS COMO SI TUVIESE 5 AÑOS! – Yagami-sama y su hijo gritaron al mismo tiempo al ver a Shingo treparse a una de las sakuras para colgar el adorno, al escuchar la voz de ambos Yabuki perdió el equilibrio cayendo al estanque de los Koi, los demás Yagami se miraron cómplices aguantándose la risa, padre e hijo eran como una copia en sus actitudes.


- Pues si no te gusta bien puedes irte – farfulle Iori


- Es mi casa me iré cuando se me dé la gana, tengo derecho a estar aquí


- ¡Si te vas a quedar no quiero que hagas ningún maldito escándalo!


- ¡El que está haciendo un maldito escándalo eres tú, niñato engreído! – con fuerza jala las mejillas de su vástago


- Buenas tardes - la voz de Shizu-sama les hace voltear, Yume deja en paz a su primogénito y camina rápidamente hacia ella


- Tan hermosa como siempre – una reverencia elegante de su parte


- Y tu tan galante – la sonrisa que le dedica la mujer deja sin habla a todos ahí


- Tu, ¡deja de coquetearle a mi mujer! – Saisyu se interpone entre ellos


- No es como si en verdad quisiera coquetearme a mí – una risilla educada escapa de los labios de Shizuka mientras la oculta tras el abanico, los mayores tosen discretamente volteando al lado contrario que lo hace el otro, las mejillas de ambos con un leve rubor


- Llevaré esto a la mesa – anuncia Kusanagi-sama caminando hacia donde estaban los demás aperitivos para dejar las viandas que su mujer había preparado


- Sí que ha venido gente – Athena encuentra en la cocina al pelirrojo, sabía que se alejaría del barullo, le conoce más de lo que él cree, nota como asiente – creí que invitarías a Kagura-san –se recarga de la mesa como lo hacía su amigo


- Ella irá por Kyo


- Seguro vendrá muy enojado porque no has ido a buscarle hoy


- Supongo – estaba más monosilábico que nunca


- La verdad es que le tengo un poco de envidia – confiesa


- Sé que aún te gusta, pero…


- No, no me refiero a eso – le corta ella – tengo envidia de él… de todo esto


- Pero si tu celebras tus fiestas en grande – el oji azul frunce levemente el ceño de forma incrédula


- Lo sé, ammm – pone su dedo índice en los labios como meditando la respuesta que quiere darle – a lo que me refiero es… que pese a que el 99% de las personas que están aquí no te agradan… aun así las invitaste, has dejado a un lado tu propia tranquilidad para que él sea feliz, pocas personas son capaces de ello, muchos preferimos estar en lugares donde nos sintamos a gusto, con personas que queremos y nos dan confianza, salir de nuestra zona de confort no es fácil, para Kensou es hasta cierto punto fácil encajar, así que con lo único que tiene que lidiar es con sus propios celos – sonríe divertida – muchos de los cuales se inventa… - toma las manos de Iori entre las suyas – Kusanagi-san es una persona con suerte – besa la mejilla del mayor – deberías regresar afuera, seguro no tarda en llegar el festejado – le suelta caminando hacia la salida.


El pelirrojo ha quedado sorprendido, ¿persona con suerte? Piensa sin poder creerlo, no es que ella mienta, pero es una persona por demás amable, así que siempre mira lo bueno en las personas, aunque no lo tengan; de pronto desde donde está escucha un barullo mayor, se asoma por la venta, suspira apesadumbrado “lo que faltaba” susurra, pese a haberlos invitado estaba 100% seguros que no iban a ir, pero ahí estaban, los Bogard, Kim y sus vasallos, los Sakazaki con ese padre ridículo suyo, su mandíbula se tensa, no va a salir de ahí, lo ha decidido.


 


******************


Ese mismo día en la mañana…


 


Sus cejas están por chocar los cinco a medio entrecejo, se despertó hace un par de horas, se suponía que el idiota pelirrojo iba a dormir con él y despertarían juntos el día de su cumpleaños, pero el muy bastardo se fugó de su departamento en la madrugada, o al menos eso quería pensar, claro que conociéndolo seguramente apenas se durmió puso pies en polvorosa, era un maldito, un desgraciado sin sentimientos, de haber sabido habría dormido en su casa, su madre seguramente le despertaría con una canción, un pastel hecho por ella misma y un abrazo. Ahora sí, la uniceja en su rostro da cuenta de que se ha molestado más, precisamente por recordar que tampoco su madre le ha mandado nada, ni Benimaru, o Yuki, de ella era entendible, pero ¿Shingo?. Bufa con molestia y muchas ganas de tirar el móvil por el retrete, o deshacerlo de un golpe, miraba su Facebook e Instagram, pero nada… vaya, ni un pajarito con felicitaciones le llegó, claro que no hablaba de mensajes de fans, y no es que no los apreciara, pero muchos de ellos no le conocían, lo admiraban nada más, deseaba con todo su corazón que alguien de los que él conocía bien le felicitase ese día.


 -Te odio… imbécil – un pucherito aparece en sus facciones, ni siquiera por todo lo que han pasado su rival es capaz de demostrarle algo de cariño más allá del sexo, siempre con prisas, con enojos, reclamos, malas caras, y lo más despreciable es que así ama a ese jodido Yagami.


 Intentó entretenerse aseando su departamento, logró sacar la última caja de mudanza, oficialmente ese era su hogar, barrió y trapeó, mientras iba y venía no podía evitar echar un vistazo a su celular, notificaciones de desconocidos, nada más. A las 3 menos cuarto se tumbó en el sofá de su sala mirando a la nada, con los ojos un tanto rojos por aguantarse las ganas de llorar, y no es que pensase que el llanto es anti masculino, pero no quería sentirse tan vulnerable, el hecho de que los demás no se acordasen de su cumpleaños no tenía que ser lo peor del mundo, aunque sintiera como el hueco que comenzó en su estómago se fue extendiendo hacia su corazón, una tristeza tan grande, hasta cierto punto pudo comprender un poco más a su pareja, el por qué la frialdad de su ser para con los demás, lo hirieron tanto, pero él procuraba estar a su lado, festejaron el cumpleaños de Iori, el día blanco… y ahora estaba solo. Esconde su rostro entre sus rodillas pues estaba sentado con los pies arriba del sofá.


Da un respingo cuando el sonido del timbre rompe el silencio, ¡tal vez era Yagami!, se levantó más rápido que de inmediato, no se fijó siquiera en la mirilla, abrió de par en par


 


- ¿Tan mal te caigo que pones esa cara? – Chizuru parpadea, la sonrisa del otro se borró nada más verla


- Eh… ¡No! Lo siento Kagura-san… - una reverencia – por favor pasa… perdóname en serio, es solo que…


-Esperabas a alguien más – asegura, si bien Kusanagi no responde era obvio que eso pasaba – no te preocupes, ¡además! Este día no puedes estar triste, ¿es tu cumpleaños no? – los ojitos de Kusanagi se iluminaron un poco y asintió un par de veces – bueno, entonces ¿por qué no salimos? Tal vez algo de Karaoke… ir a comer algo


- Kagura… - siente escozor en su nariz provocado por las ganas de llorar


- Anda, anda, no te pongas así – se da cuenta que un par de lagrimillas quieren escapar de esos ojitos de bambi – ve, ponte más guapo y salgamos – escucha los pasos alejarse hacia la recámara, sonríe cómplice, niega para sí solo de pensar cuan enamorados están el uno del otro, este a tal punto que se ha vuelto algo dependiente de la atención de la joya, y el pelirrojo enfrenta sus peores situaciones solo por complacer a su espada.


Cómo buen hombre no tardó demasiado en prepararse, una ducha rápida, ropa cómoda pero no en “fachas”, un outfit bastante agradable a la vista, pantalones de mezclilla, unas botas tipo militar, playera negra con el logo de SNK en un costado, fajada al estilo francés, un cárdigan ligero en color vino, lo llevaba abierto para dar un aspecto formal pero juvenil. 


 


-Perdona el hacerte esperar – le ofrece su brazo de manera galante a su acompañante, “adiós penas” pensó, no era momento para añorar lo que no se tenía, debía disfrutar lo que iba a pasar, una tarde agradable con la que se había convertido en su mejor amiga, lucharon varias veces uno al lado del otro, sobrevivieron, ella conocía sus más profundos secretos y deseos.


- ¡Ay! – exclama de pronto la sacerdotisa cuando están por tomar el shinkanzen hacia Akihabara


- ¿Qué pasa? – aquello sorprendió al moreno, más aún la cara de la mayor


- ¡Olvidé que tenía un compromiso! - dice genuinamente preocupada


- Si quieres… lo dejamos para otro día – no deseaba sonar decepcionado, pero era imposible no estarlo


- ¡Claro que no!  Solo debo pasar a dejar un paquete – comenta de forma desenfadada, lo que no empataba con su actitud de suma preocupación de hacía segundos antes, sumado a que no llevaba ningún paquete, sin sospechar por supuesto que él, era esa entrega


- ¿Estás segura? – no recibió respuesta, en lugar de ello sintió como es jalado del brazo y toman el tren hacia otro destino


 El camino fue rápido, miraba a su alrededor pues no conocía ese barrio, si bien pudo haber pasado alguna vez por ahí no  es como si reconociera algo, ni edificios ni casas, que dicho sea de paso eran enormes, casi de una cuadra completa, y precisamente en una de ella se detuvieron, lo que le sorprendió en demasía era el antiguo grabado de la luna como si fuese el “escudo” familiar, su primer instinto fue dar media vuelta, pero la firmeza con que es tomado de la mano se lo impide, definitivamente Chizuru no era nada débil, el cómo le afianza le hace saber que no podrá escapar aunque quisiera.


 - ¡Ya vienen! - se escucha un susurro en la entrada principal de la casa, susurro que se va esparciendo de persona en persona para que estén preparados. Nada más ponen un pie dentro de la mansión Kyo es vendado de los ojos


- ¡PERO QUÉ!


- ¡Cálmate! – dice Chizuru divertida mientras le empuja por los pasillos, ayudada de Terry y Ralf


- ¡SORPRESA! – las decenas de voces le dejan perplejo, así como la visión que se revela frente suyo cuando el pañuelo le es quitado, bolas y lanza confeti son abiertos al mismo tiempo.


 


Se nota en su rostro no solo el asombro sino la felicidad, no se esperaba nada de eso, mucho menos ver a tantos amigos reunidos, su familia, Benimaru, Shingo, incluso Yuki, pero lo que en verdad le dejó sin palabras fue esa figura en medio de todas las demás, un gesto serio que intentaba una sonrisa y no porque la estuviese fingiendo, sino porque muchos años de su vida lo único que sabía hacer era mirar con molestia, odiar a todo el mundo porque el mundo que él conoció parecía odiarle también. Se acercó rápidamente abrazando a Yagami con fuerza, y sin importarle que les estaban mirando le tomó de las mejillas dándole un buen beso, todos se quedaron estáticos, especialmente aquel quien fue besado, pero nada más ver aquellos ojos marrones llenos de alegría al separarse un poco sintió que había valido la pena pasar tantas penalidades.


 


- ¡Qué viva el cumpleañero! – la voz de Kagura rompió el silencio que pese a todo no fue incómodo.


- Me alegra que apoyes a tu hijo en esto – comenta Shizuka-san cuando Yume se acerca a tomar un emparedado de atún


- ¿Qué más me queda? No hay más motivos para pelear, todo lo sucedido con Orochi dejó claro el engaño…


- Y terminamos siendo consuegros – dice ella divertida notando al otro sudar una gotita, a lo lejos Saisyu echaba chispas y deja a Heidern con la palabra en la boca para ir a apartar a ese Yazakani de su esposa


 Kyo iba de un lado al otro saludando a los invitados, agradeciendo los obsequios, pero especialmente el hecho de que pese a estar tan lejos decidieran tomar un avión solo para su cumpleaños. Charló bastante con Terry y Yuri, Robert le miraba con ojos entrecerrados al notar la cercanía con la chica Sakazaki, Ryu hubiese estado molestándole de no ser porque King estaba ahí y parecía perrito faldero tras ella, casi como Kensou con Athena la cual no paraba de conversar son su amiga Yuki, se sorprendió mucho al verla ahí, pero le alegraba saber que tenía la fortaleza suficiente como para poder seguir siendo amiga de Kusanagi pese a su background romántico. Akane a lo lejos estaba siendo acosada por Choi, afortunadamente Aoi la rescató de ese sujeto un tanto pervertido, para suerte de Bunge, porque si los hermanos de la jovencita lo hubiesen notado seguramente habría terminado rostizado.


 La fiesta duró casi 4 horas, bailaron, hubo karaoke preparado por Yukari, fotos al por mayor, reencuentros con antiguos rivales y camaradas, la comida preparada por Yabuki y su mamá causó sensación, casi tanto como la de Shizu, el pastel de Yuki fue en forma de un Taiyaki gigante, las referencias a la parte “gatuna” de Kusanagi no pasaron desapercibidas para ninguno de los invitados; al pasar el tiempo poco a poco se fue vaciando el lugar, aunque varios comenzaron a arreglar el desorden los dueños de la casa se los impidieron, la servidumbre limpiaría todo al día siguiente, dijeron restándole importancia al jardín que estaba hecho un lio. Las hojas que cayeron en ese tiempo crujían al compás de las pisadas.


 -Sabía que estarías aquí – bajo la wisteria, o al menos lo que quedaba de ella debido a la fecha, estaba Yagami sentado en una banca de piedra grabada con algunas figuras de Dragones, rastros de pétalos morados en las ramas dan un toque colorido a la escena


- Si es la primera vez que entras en esta casa – Yagami voltea al escuchar la voz de su pareja quien se sienta a su lado


- Ya, pero es la parte más alejada de la casa, no necesito ser un genio para saber que aquí es el mejor sitio para buscarte – recarga su cabeza en el hombro ajeno – 20 años… - susurra


- Si, y te sigues comportando como un chiquillo de diez – el ojiazul recibe un pellizco por parte del castaño – ¡joder que carácter! – reclama


- Mira quien habla de carácter – dice divertido el chico de ojos avellana – gracias por esto, la verdad es que creí que lo habías olvidado – dice al erguirse para mirarle a los ojos - ¿cómo es que contactaste a todos ellos? Y… ¿Yuki? Creí que me odiaba


- Con algo que se llama E-mail… y ella, solo fui y le pedí venir – se encoge de hombros restándole importancia, no desea voltear porque verá la incredulidad en ese rostro que tanto le gusta y eso es algo con lo que aún no sabe lidiar. La cálida mano de Kyo busca la suya entrelazando los dedos.


- Gracias – besa su mejilla. No quiere ponerle de malas agradeciéndole todo lo que deseaba, le conoce, y por el momento lo mejor que puede hacer es no soltar su mano.


- Jamás olvidé tu cumpleaños, me ofende que pienses eso – no era reclamo pese a que podría sonar como uno


- Tienes razón, ahora que recuerdo siempre llegabas a retarme en mi cumpleaños y al final de la batalla te alejabas farfullando un: feliz cumpleaños. Y creo que precisamente por eso me dolió bastante encontrar la cama vacía al despertar.


- Nunca había planeado una fiesta sorpresa… ninguna fiesta sorpresa o no en realidad – suaves rayos de luna comienzan a iluminar el lugar


- Por eso atesoraré este día por siempre – Kyo alza la mirada – mira, hasta Tsukiyomi-san ha venido a felicitarme – Yagami alza la mirada


- Logras que todo el mundo te quiera – por primera vez en todo ese rato le mira y le sonríe, aquello embelesa a Kusanagi, es raro ver ese tipo de gestos en su pareja, pero los guarda en su corazón cada vez que sucede.


Se inclina besándole de forma tranquila, el beso es correspondido y profundizado.


 ************


  La puerta de la casa de Kyo es abierta, si bien pudieron ir al hogar de Yagami el moreno le pidió a este último que pasaran esa noche en su departamento, al entrar al lugar Iori se quedó sorprendido de lo limpio que estaba, de no ser porque estaba consciente de que rompería el ambiente habría soltado algún sarcasmo, sin embargo se contuvo, acomodó sus zapatos en el genkan al lado de aquellas botas mal puestas, niega con una sonrisa torcida, definitivamente no duraría demasiado limpio aquel sitio, pero no tiene mucho tiempo para meditar sobre eso, una mano le jala con impaciencia hacia la recámara.


 -Oye, tranquilo, aún no te he dado tu obse… – los labios ajenos le impidieron seguir hablando, ya habría tiempo para eso, al parecer su gatito quería abrir otro regalo diferente – maldición – cierra un ojo al sentir aquella mano en su entrepierna apretándole un poco, delineando su hombría sin reserva alguna.


 Los besos han ido aumentando el erotismo, desde suaves roces hasta un par de lenguas danzando sin descanso, mordidas mezcladas con sonrisas, el sonido de la ropa al caer por ahí, en definitiva, no duraría escombrado aquel hogar. La mano derecha de Iori acaricia el pelito castaño, desde donde está puede notar los labios ajenos encargarse de su miembro, le gustaba bastante que se pusiera tan activo, claro está mientras no quisiera ser el “activo” como tal, eso no iba con él, y no porque le pareciera algo solo de “mujeres” simplemente no le llamaba la atención, adoraba el interior ajeno, el cómo le cobijaba sin problemas, los gemidos de placer de su gatito, y amaba también esa lengua que traviesa recorría desde el frenillo hasta el orificio uretral; una mueca de dolor se percibe en sus facciones, pero nada que impidiese seguir a Kyo con lo que hacía, al contrario, su lengua se interna un poquito en aquel pequeño hueco, a sabiendas que su amante es un tanto masoquista y eso es de las cosas que más le prenden, nota un espasmo en el falo ajeno, las venas se van marcando al tiempo que este se endurece hasta el límite, su boca comienza a recorrerle arriba y abajo, masturba un poco la base torciendo levemente su mano, puede sentir su saliva bajando por la extensión, la cual ayuda con esa masturbación, con el glande golpea el interior de sus mejillas.


 - “Maldito gato” – piensa el pelirrojo sin poder despegar sus ojos de lo que le están haciendo, mucho menos cuando su amante tiene ese rostro de placer y sensualidad al mismo tiempo. – maldición Kyo… me vas a hacer correr – es raro que le llame por su nombre, y precisamente por eso es que sobrepasa el límite, con algo de esfuerzo sus labios devoran la totalidad del miembro ajeno, nota algo de vello rozar su nariz, y logra escuchar un gutural y varonil gemido proveniente de su amante, a la par de algo golpeando su garganta desde dentro, una sustancia que baja despacio, pero que es tragada sin reparo cuando se separa del mayor cuya cabeza ha sido echada hacia atrás, la respiración agitada es audible, el marcado abdomen sube y baja constante, Kusanagi se inclina besando aquellos músculos marcados, sube con besos hasta los labios de su pelirrojo.


 Este le besa tomándole de la nuca para que no se aparte, puede degustar algo de su propio sabor provenir de esa boca. Pega ambas frentes mientras respira más acompasado.


 -Creo que te gustó – balbucea Kyo sonriendo triunfal.


 Pero apenas puede saborear su victoria unos segundos antes de ser tumbado boca abajo sobre la cama, con poco cuidado es puesto en cuatro, exponiendo ese trasero, la vista es demasiado sexy, pues no solo puede ver esas nalgas firmes, sino también los gemelos y el falo erecto apuntando hacia abajo con ayuda de la gravedad.


 


- Linda vista – se relame descarado, toma con firmeza ese par de glúteos para separarlos, deja caer algo de saliva en la rosada entrada inclinándose después comenzando un beso negro.


 Los dedos del chico de ojos avellana se aferran al cubrecama al tiempo que pega su frente contra el mismo, gemidos bajitos y constantes comienzan a escucharse en la habitación, definitivamente parecían los ronroneos de un felino, nada exagerados pero provocados por algo que le hacía sentirse bien; la lengua ajena no para de estimularle, hasta el punto que el presemen gotea sin reparo, ni siquiera necesita más estimulación en su falo para correrse minutos después.


 - Vas a tener que lavar las mantas mañana – dice burlón el ojiazul, pero sabe que su gatito está más concentrado en otra cosa


- No fastidies – pide y baja su torso un poco más, ofreciéndose sin reparo.


 Esto provoca que Yagami no pueda más, ya estaba casi listo antes de ese movimiento que terminó por ponerle a tono, se acomoda con cuidado, deja caer algo de lubricante, la entrada de su rival se contrae por acto reflejo al sentir la frialdad del viscoso líquido, le fascinaba como el cuerpo ajeno era por demás sincero en todos aspectos.


 - ¡Ah! – gime el moreno cuando siente el glande abrirse paso por su estreches, cada una de esas terminaciones nerviosas es estimulada por la virilidad de Yagami cuyo vaivén comenzó lento, pero sin detenerse, un ir y venir que minuto a minuto aumenta en velocidad y fuerza.


 Pero ¿cómo evitarlo? Si ese cuerpo se acopla al suyo a la perfección, si los gemidos y la piel perlada de sudor le suplican no detenerse, cada espasmo le indica que lo hace bien, sin mencionar los constantes gemidos de su amante, el aroma que desprende le enciende más y más, es adicto a ese cuerpo, a esas caricias y besos por los que se inclina para robarlos de los labios carnosos y sensuales de su pareja, es un hombre ¿y qué? Le ama y le desea como jamás sucedió con una mujer, y lo mejor es saber que es correspondido, que han superado tantas cosas para por fin estar ahí, uno en brazos del otro, entregándose sin reserva alguna. Sale del menor solo para ponerle boca arriba, sin embargo, esta vez no deja a Kyo con la espalda en la cama, hace que se arquee bastante, afortunadamente su fuerza y flexibilidad le permiten mantener esa postura en la cual Iori roza puntos nuevos, y mientras mueve su cadera con intensidad comienza a masturbarle, su mirada es dominante, escruta cada centímetro de ese cuerpo iluminado por los rayos de luna que traspasan las cortinas del departamento.


 - ¡Joder Yagami! – no puede evitar gemir con fuerza cuando su próstata es golpeada sin descanso, al ser su pene estimulado de forma directa las sensaciones se potencian aún más. Un fuerte gemido seguido de un espasmo que recorre todo su cuerpo le hace llegar al orgasmo.


 El falo dentro suyo es oprimido sin delicadeza, obligando al pelirrojo a correrse también sintiéndose exprimir por esa estrechez ajena. Sin mucha delicadeza le suelta dejándole caer sobre la cama como costal, pese a ello el moreno no se queja, solo siente como su amante se tumba a su lado boca arriba, ambos respiraban como si terminasen de correr una maratón, no podían negarlo, el sexo era muy bueno, ya fuese lento o rápido, siempre probaban un par de cosas nuevas.


 - ¿Ahora si puedo darte tu jodido obsequio? – pregunta el oji azul estirándose para sacar una cajita de sus pantalones, no era algo voluminoso.


 El castaño lo toma abriéndolo enseguida, abre sus ojos sorprendido que pese a que habían transcurrido varias semanas el mayor se acordara de ese detalle que para él había sido algo insignificante. Con cuidado saca la cadena para su billetera, era de plata y tenía grabado el emblema del sol. Le mira con una sonrisa de oreja a oreja para después abrazarle.


 - Gracias, todo ha sido maravilloso – se estira para decirle algo al oído – te amo – vuelve a recargar su cabeza en el pecho ajeno.


 Y solo por esas dos últimas palabras todo había valido la pena, desde escribir todas las invitaciones a mano, llamar a personas con las que nunca cruzó palabra, tocar puertas que en su vida creyó tener frente suyo, soportar multitudes y escándalo, pedir ayuda a su familia… ese “te amo” lo recompensó sobradamente, aunque no lo respondiera como lo suelen hacer las demás personas, pese a que simplemente besó la frente de Kyo, este último sabía que ese pelirrojo con gesto de pocos amigos lo amaba también, y le había dado uno de los mejores cumpleaños de su vida.


 FIN


 


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