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Too Sad to Cry por La Rosse

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Notas del fanfic:

Bonjour chicos, 

Sé que tengo pendiente otro fanfic; pero en realidad he estado teniendo unos momentos algo difíciles últimamente y quería sacarlos a través de esto.

Hace un tiempo escuché esta canción y en realidad me conmovió, sé que a veces tenemos momentos profundos de tristeza; pero no decimos nada por miedo a la incomprensión. 

Así que solo quería dejar en claro que está bien estar triste a veces y hay que hablarlo, dejarlo salir y volver a intentar ser felices.

Solo es algo que quería compartir y espero que les guste este two-shot

Nota: Les dejo el link de la canción

https://www.youtube.com/watch?v=xcYEiBI3abU

 

Notas del capitulo:

Chicos, les recuerdo que los personajes de Junjou Romántica no son de mi autoría.

Espero les guste y nos vemos abajo.

 Bajó del taxi dando un portazo, escuchó la voz del conductor llamarlo mientras corría cuesta arriba con el teléfono pegado a su oído.

“Lo sentimos, el número marcado…”

Colgó antes de escuchar el resto del mensaje, marcó nuevamente a la vez que apretaba los dientes con fuerza, la puerta del hospital se abrió y fue directamente hasta la pequeña recepción.

-Ryu- soltó con el poco aire que le quedaba- ¿dónde está Isaka Ryu?

La enfermera frente a él debía tener por lo menos unos cincuenta años; pero a todas luces se veía mayor, la mujer no demostró intenciones de nada que no fuera mirarlo con fastidio.

-Tsk- chistó molesto

Tal vez si estuvieran en otra situación durante aquel encantador día de octubre Kaoru hubiera usado esa simpática sonrisa con la que siempre se salía con la suya.

La sonrisa de un niño mimado, le decían con frecuencia

Pero ese no era un día cualquiera, no tenía tiempo para tonterías.

-Dígame dónde está Isaka Ryu- dijo con la voz más gruesa que consiguió.

La mujer abrió la boca para protestar; pero el castaño la cortó tajante.

-Ahórrese sus quejas y dígame dónde está mi novio.

Algo afectada y con el ceño fruncido buscó el informe de entrada del joven.

-Isaka Ryuichirou, le están practicando un lavado de estómago en este momento. Tiene que esperar aquí.

Caminó con pesar hasta el asiento más cercano y se dejó caer sintiendo que el mundo se venía abajo sobre sus hombros.

Apretó los dientes una vez más y marcó con ira el número que sabía de memoria, nadie contestó; pero esta vez espero la contestadora.

“¿Hanako? soy Kaoru ¡te llamé quince malditas veces! Ryu, sí, tu hijo intentó suicidarse, está en la sala de emergencias del hospital ¿Por qué no viniste cuando te llamaron? ¿qué clase de madre eres? Espero que sepas que, si no apareces ahora esto se acabó; me voy a encargar personalmente de que tú y tu estupidez se vayan directamente al diablo”

Colgó y se cubrió los ojos con las manos, dejando que la pena recorriera el camino hasta su corazón, permitiéndose llorar en silencio por el más pequeño.

Debió verlo venir.

 Cuando se cortó el cabello repentinamente o cuando lo encontró despierto en la madrugada, en esos momentos debió saber que pasaría; pero simplemente no lo hizo.

Los demás solían decir que Isaka había cambiado a los diecinueve, que cuando su padre murió se llevó toda su alegría; pero Kaoru sabía que no era así.

 

&&&&&&&

La primera vez que lo ve tienen solo catorce años, están en la dirección y Kaoru es todo un manojo de golpes y sangre reseca.

Peleonero, Buscapleitos, insolente

Es como lo describen todos, así que no es novedad verlo allí esperando su castigo, como siempre llamarían a su madre y siguiendo la rutina ella le diría que se justifique; pero él jamás se justifica porque no sabe cómo explicar que simplemente está molesto con él, con su padre y con el mundo.

Piensa en eso cuando siente un pinchazo en su herida recién hecha.

-Auch- se queja volteándose

Y ahí es cuando lo ve.

Más bajo que él, tal vez unos diez centímetros; con el cabello color chocolate y un par de ojos azul rey que le miran con atención, mientras su sonrisa tan dolorosamente burlona hace que casi sienta ganas de irritarse; pero la cálida mano que ahora acaricia su herida lo detiene.

- ¿Te duele mucho? - se acerca con curiosidad.

El se le atora en la garganta, el chico huele a vainilla y tiene el uniforme tan perfectamente arreglado que le hace preguntarse ¿Qué diablos hace en dirección?

La risa del bajito lo saca del pensamiento.

-Vengo a salvarte el pellejo, chico rudo. - le guiña el ojo.

Juega con él, sabe que es así.

-Ajá y ¿cómo vas a ayudarme princesita? ¿vas a usar tu varita mágica?

El otro se ríe de buena gana, estruendoso y explosivo, se ríe con tanto gusto que sus ojos casi desaparecen.

-Eso es un hada, idiota- le reprende- y no, vengo a decir que la pelea no la empezaste tú.

Kaoru deja de sonreír

-No van a creerte

- ¿Por qué? Es la verdad

-Ya, así no funciona.  Ellos no quieren la verdad, quieren un culpable.

-Y ese eres tú porque…

-Porque soy mala persona y lo saben.

-Chico rudo- pausó- no sabía que también eras imbécil.

- ¿Eh? - se veía tan genuinamente indignado que al otro le provocó ternura

-Claro que van a creerme, porque es la verdad y porque soy yo quien la dice

- ¿Y tú eres?

-El hijo del director- dijo como si fuera lo menos interesante del mundo- pero tú puedes decirme Ryu.

-Ryu- repite embobado

- ¿Tienes nombre chico rudo?

-Kaoru…yo…Kaoru

Se ríe apacible mientras camina a la oficina del director

- ¿Kaoru?

- ¿Mmm?

- No eres mala persona, solo tienes mala fama.

Y ese es el comienzo de todo, nadie sabe cómo; pero entre ellos dos funciona, Asahina Kaoru deja de sentirse como un ser herido sin un lugar al que pertenecer, deja de dar tumbos por la vida y se aferra con fuerza al amor que Ryu le da.

Para los quince ya nadie recuerda que fue un busca pelitos, ahora es un joven sarcástico y guapo, uno al que le gusta oír a su pequeño novio contar historias absurdas sobre la teoría del color, le gusta besar el lunar junto a su oreja y adora como esos finos dedos le despeinan distraídamente.

A los dieciséis, Ryu es todo luz y mejillas sonrojadas

Aún ahora lo recuerda, exhausto sobre su cama y besándolo tiernamente, siendo fanático del vaivén que crean juntos mientras el otro suspira como la más dulce de las criaturas,

 Pero a pesar de esa armonía, algo sucede dentro de Isaka.

Al principio Ryu tiene en Kaoru una compañía para sus horas tristes, quiere contarle todo, como la vez que se robó a la rana que iban a disecar en biología o cuando aprendió a andar en bicicleta.

Cuenta los minutos para decirle al chico de gesto serio cómo su familia se reúne a desayunar todos los domingos; pero casi sin darse cuenta, deja de hacerlo.

Deja de hablar de su infancia porque ya nada es así, no le dice que su madre y su hermano han discutido, ni que empieza a notar las grandes expectativas que pesan sobre sus hombros. Poco a poco deja de hablar sobre el desayuno de los domingos, porque esos son cada vez menos frecuentes.

Y el tiempo pasa, las peleas siguen, las expectativas aumentan dejando cada vez más que esconder detrás de su sonrisa y él sigue sentándose a la mesa los domingos; pero su familia nunca aparece.

Ya para los dieciocho tiene todo el juego claro, sabe que es completamente incapaz de cumplir con las expectativas de su madre, que todos en casa se han vuelto un poco más crueles y él se ha vuelto un poco más triste.

Sabe que solo tiene a Kaoru y a su padre para soportarlo todo. Sin embargo, cuando el último muere, algo dentro de él se rompe para siempre y esa es la primera vez que lo intenta.

 

 

Notas finales:

Gracias a todos por leer.

De corazón.


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