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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

En las dos últimas actualizaciones los capítulos llegaron a tener más de 150 lecturas en una solo semana, me parece una locura. Gracias a todos los que leen sin falta todas las semanas, sé que muchos me escriben y no tienen idea lo que aprecio que se tomen ese tiempo. Aún así hay muchos que no lo hacen pero agradezco de verdad su presencia y espero que les esté gustando cómo va la historia. Me encantaría saber lo que opinan todos, aunque sé que es imposible.

Cuídense mucho!

Sin más, disfruten el capítulo! 

 Capítulo 12:

Joey se sentía extraño; por estar inquieto y enojado. Caminaba detrás de Kaiba con las piernas temblorosas y las manos sudadas, y molesto por actuar exactamente de esa manera. Solo iban a dormir en la misma cama, eso era todo, no era como si fueran a tener sexo ni nada por el estilo.

Sacudió la cabeza de lado a lado. No Joey, no pienses en eso.

No era la primera vez que compartía la cama con alguien, ya había dormido con todos sus amigos, incluso con Tea. Esta vez no era diferente, debía de quitarle hierro al asunto. Centró su mente en el Sacerdote y fantaseó en cómo sería su aspecto, hacía eso un par de veces al día.

-¿Eres bueno en todos los videojuegos o ese es especial? –preguntó para romper el hielo y enseguida se arrepintió. Él y su manía de acabar con el silencio.

Kaiba abrió la puerta y encendió la luz, Joey la cerró al pasar. Kaiba lo miró con un gesto de suficiencia. –Soy bueno en todos los juegos, pero Biohazard es uno de mis favoritos para sacarme el estrés.

-Supongo que imaginas que aplastas la cabeza de tus empleados y no la de los zombis.

-Supones bien –Kaiba le sonrió malignamente y Joey soltó una carcajada. Kaiba tenía una manera extraña de bromear, aunque no estaba bromeando y eso lo hacía más gracioso.

Dejó de reírse cuando Kaiba le dio la espalda y comenzó a quitarse su remera caminando hacia el armario. Entonces de verdad tuvo que tomar aire varias veces para resucitar. Kaiba tenía la espalda más atractiva del mundo. ¿Existen las espaldas atractivas? Sí existen, esa pertenecía a Kaiba. Piel lechosa y músculos marcados, con un lunar entre los hoyos sobre su trasero. Se dio una bofetada mental.

Kaiba solo tomó un pantalón de pijama y se alejó para darle espacio. Había estado pensando en qué se pondría para dormir, armó su maleta creyendo que dormiría solo así que no veía problema en usar lo mismo de siempre. Pero desde que se dio cuenta de que dormiría con Kaiba, un bóxer y una remera vieja ya no parecía buena idea. De todas formas Kaiba dormiría con su pecho al aire, no habría problema si él dormía con las piernas desnudas, ¿verdad?  

Se moría de curiosidad por ver a Kaiba solo en ropa interior y por eso mismo no se volteó al escucharle descalzarse y cambiarse el pantalón. No quería saber si Kaiba lo miraría o no al cambiarse, saberlo podría golpear su ego, así que se cambió rápido dándole la espalda.

No se animó a hacer contacto visual cuando se volteó, dobló su ropa y la dejó en uno de los sofás mientras Kaiba iba al baño, escuchó como se lavaba los dientes. También fue al baño y a través del espejo recibió una gran imagen de sus abdominales.A este punto quería soltar una carcajada, esas que sueltas en los momentos más inapropiados y solo por pura vergüenza.

Kaiba prendió la luz junto a la cama y esperó a que Joey se metiera bajo la frazada, entonces apagó la luz del techo y se le unió. Dejó encendida esa luz, igual era muy tenue. De inmediato se dieron la espalda y se aprontaron para dormir cada uno en un extremo.

Estaban agotados, se durmieron enseguida.

Dos horas más tarde Joey se despertó, hacía diez minutos que despertaba y volvía dormir varias veces pero ahora se daba por vencido. Tenía calor. Se sacó de encima la fina frazada y levantó su remera hasta su estómago, eso generalmente le ayudaba, tenía experiencia con el calor pero esa noche era particularmente calurosa. Rodó y alejó cada vez más la frazada.

-¿No puedes dormir? –se sintió mal al escuchar la voz adormilada de Kaiba; era ronca y varonil.

-Tengo calor.

Apenas podía verlo pero recién entonces notó que Kaiba se había movido en sueños hasta estar en la mitad de la cama, apostaba que era la costumbre de tener una gran cama solo para él. Kaiba se refregó los ojos, se volteó y entonces alcanzó algo de la mesa de noche. Escuchó un pitido y luego el motor de un aire acondicionado.

-Lo siento, lo había olvidado. Después de un tiempo te acostumbras al calor.

Kaiba metió el control remoto debajo de su almohada. Joey volteó quedando de costado y cara a cara con Kaiba.

-¿Cuánto tiempo viviste aquí? –Joey se sentía extrañamente despierto de repente.

-Un poco menos de un año –al contrario que él, Kaiba caminaba en la línea floja entre estar dormido y despierto.

-¿Extrañas vivir aquí?

Kaiba lo miró fijamente mientras pensaba, Joey aprovechó la pausa para volver a taparse un poco. –No mucho, más bien extraño a la gente. Será más fácil cuando todos vivan en Japón.

-¿Piensan mudarse a Japón? ¿Cuándo? –se alegró por Yugi y por Atem, eso daría fin a su relación a distancia.

-La empresa está allí, es lo mejor –Kaiba se encontraba inexplicablemente abierto a las preguntas, quizá era una gran idea preguntarle sobre la ubicación de los Dragones Blancos-. Pero no sucederá hasta que se gradúen. Atem tiene planeado finalizar sus estudios en casa por abril igual que nosotros, Marik y Malik comenzarán en setiembre su último año y se graduarán en mayo. Hasta entonces tendremos que vivir con la diferencia horaria.

-¿Qué pasa con Akefia?

-Se graduó el pasado mayo, por eso es el que más viaja a Japón, pero tiene motivos para quedarse. No estoy seguro de que se mude definitivamente a Japón.

-Es una pena.     

Joey observó cómo los ojos de Kaiba se cerraban con cansancio y su respiración se ralentizaba. Se estaba preparando para volver a dormir cuando notó el accesorio de Kaiba descansando sobre el colchón entre ellos. Había observado ese collar en múltiples ocasiones, siempre lo llevaba colgando de su cuello y a Joey le llamaba la atención la forma que tenía; era el diseño básico de una carta de Duelo de Monstruos.

Se aseguró que Kaiba estuviese dormido y tomó el collar con cuidado de no despertarlo. Era pequeño y notó que se podía abrir, forcejeó un poco hasta que descubrió como.

No pudo evitar sonreír cuando dentro encontró la foto de un pequeño Mokuba de cinco o seis años.

Volvió a mirar a Kaiba para estar seguro de que dormía, pero se encontró con sus fríos ojos azules mirándole. Su corazón se frenó por un segundo del susto.

-Lo siento –se disculpó, aun así Kaiba no le dijo nada-. Vi que Mokuba tenía un collar igual, ¿tiene una foto tuya en su lugar?

-Sí –la voz ronca le hizo sospechar que era la segunda vez que lo despertaba, pero no se sentía culpable al ver como los ojos azules no apartaban la vista de su persona.

-¿De cuándo es la foto? Mokuba parece realmente pequeño.

-Él solo tenía cinco años. Estábamos jugando ajedrez en el orfanato cuando tomaron la foto.

Joey nunca se dejó llevar por todo ese lamento del pobre chico que vivió en un orfanato. Kaiba parecía molestarse cada vez que alguien lo mencionaba y más si trataban de tomarlo como historia de superación, lamento o cualquier cosa que pareciera salir de una película. Al igual que el resto de su clase, Joey había aprendido que no debía mencionarlo. Además le parecía estúpido, todos sienten lastima por aquellos que sufrieron y ahora viven como reyes, pero no les interesa aquellos que sufrieron y siguen sufriendo. Él mismo estaba en el peor momento de su vida cuando Kaiba entró al instituto y fue rodeado de personas que le dedicaban su compasión.

-Cuando creí que no podría ser más tierno, veo esta foto –Joey le sonrió y Kaiba se la devolvió, en el viaje se dio cuenta que el pequeño era el tema más seguro y a la vez más inseguro de tocar.

-Son los genes –presumió.

-Qué mala suerte para ti que no te haya tocado ninguno de esos genes –Kaiba lo miró indignado y lo pateó por debajo de la frazada, Joey se rio.

-Tú de envidioso.

-Ya quisieras –volvió a observar la fotografía-. Le quedaba bien el pelo largo.

-Lo tuvo así hasta hace poco. Supongo que notaste que está pasando por esa etapa en la que quieres madurar rápido. Yo ya me cansé de tratar de convencerlo de que lo deje.

-Eres un buen hermano –admitió. Cerró el collar y lo volvió a dejar sobre el colchón.

-Eso intento, es algo que sale natural –se volteó mirando al techo-. Lo entenderías si fueras un hermano mayor.

-Lo soy y lo entiendo. Serenity es mi hermana menor, haría cualquier cosa por ella. Aunque no la he visto en mucho tiempo… hace años –Joey se angustió de inmediato, al igual que todas las veces en que pensaba en su hermana pequeña.

Kaiba volvió a voltearse y lo miró con el ceño fruncido. -¿Por qué?

-Nos separaron –Joey se sintió incómodo de inmediato, no quería seguir hablando.

-¿Quién? –la voz de Kaiba se oía molesta, como si separar a dos hermanos fuera una ofensa personal.

-Es una larga historia.

Joey se volteó dándole la espalda. Su hermana era un tema sensible para él y por eso no la mencionaba a cualquiera, no sabía por qué la había mencionado ahora, pero al ver a Kaiba y su hermano durante todo el día… no sabía por qué pero pensó que él entendería.

Ya no quería seguir hablando de eso, debían dormir, no era buena idea desahogarse sobre los problemas en su familia en ese momento. Kaiba no volvió a preguntar nada y se durmieron.

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Yugi se sentía explotar de emoción. Sus nervios se habían ido en el momento en que vio la sonrisa en la cara de Atem al verlo. No había dejado de preocuparse con la sensación de que estaba invadiendo, de que capaz no lo querían ahí ese fin de semana que se suponía que sería de amigos.

Pero todo eso había sido innecesario.

Atem estaba sentado en un almohadón y recostado contra el costado del sofá, él mismo estaba sobre su pecho y sostenía una laptop sobre sus rodillas elevadas. Atem estaba enseñándole algunas cosas de “Magic & Wizards”, era increíble las opciones que tenía por ser administrador.

-¿Ves ese número allí? Es el código de tu avatar. Lo coloco aquí e inmediatamente me dirá el mapa y las coordenadas en donde te encuentras -de resultado apareció ‘error’ porque no se encontraba conectado-. De ese modo siempre se dónde estás.

Atem salió del juego y bajo la atenta mirada de Yugi entró a la cámara, enseguida vio el rostro de este y el suyo propio. Yugi lo miró sobre su hombro y captó ese perfecto momento en que se miraron a los ojos en una fotografía. Atem lamentaba no tener fotos de Yugi, sabía que podía malentenderse si le pedía que le enviara alguna, pero de verdad las querías. Tenía un par de capturas de pantalla de sus videollamadas pero no era igual. Y por supuesto, quería una de ellos juntos.

-Sonríe.

Colocó una foto de ellos de fondo de pantalla en su computadora, quizá lo distraería mientras estudiaba pero seguro que valía la pena. Dejó la computadora a un lado.

-Es increíble que estés aquí –envolvió sus brazos a su alrededor y le acarició el abdomen, zambulló el rostro en su cuello. Soltó un suspiro de lamento-. Ahora le voy a deber dos favores a Seto.

Yugi se rió entrelazando sus dedos. -Si puedo ayudarte dímelo.

-No te preocupes, va a pedirme cobrar esos favores en el momento más inoportuno, ya lo verás. Quizá me obligue a asistir a una de esas juntas horrorosas en su lugar.

-Pensé que después de Kaiba tú eras el que más participa de esas reuniones.

-Pues sí, debido a que somos los que tienen más mayoría de acciones y andamos mejor para hacer negocios con los inversionistas. Estos dos son un peligro, uno armaría una pelea y el otro te vendería la empresa sin querer –Atem señaló hacia atrás donde estaban Akefia y Marik jugando entre ellos una nueva partida de Biohazard, habían perdido la anterior a penas Seto y Joey se fueron.

Charlaron un rato más hasta que Yugi empezó a bostezar, apoyó su cabeza sobre el hombro de Atem y sus palabras salían a susurros. Atem entendió que ya era hora de irse, Yugi debía dormir a pesar de la siesta en el avión. Se despidieron del resto y emprendieron camino a su habitación, recogieron la maleta de Yugi en el camino.

Cuando llegó a la puerta de su habitación Atem recordó que ese día los empleados apenas habían estado y que no había pensado en tener visitas. Conclusión: su cuarto era un desastre. -Espera un minuto, ¿sí? Será solo un minuto, lo prometo -entró a su cuarto y dejó afuera a un atónito Yugi.

Le echó una mirada a la estancia y rápidamente recogió su ropa interior tirada y el traje de baño que utilizó en la mañana, quitó las sábanas sucias de su cama y colocó todo dentro del cesto de la ropa sucia en el baño. Tomó la ropa esparcida por los muebles y la metió a presión en el armario. Entonces dejó entrar a Yugi quien estaba entretenido mirando el jardín desde la ventana del pasillo.

-Ahora sí, pasa.

No había lugar en el armario para la ropa de Yugi pero de todas formas acomodó su maleta en un sofá. Yugi no podía creer el tamaño de la habitación y lo hermosa que era. Atem estaba poniendo nuevas sábanas en la cama y fue a ayudarle, lo hacía terrible, se preguntó si alguna vez se había encargado de cambiar sus propias sábanas. Atem le sonrió en agradecimiento y se sentó al bode del colchón, Yugi se sentó a su lado.

-Supongo que acabo de quedar como un completo niño rico y malcriado ahora mismo. Lo siento, juro que no soy mala persona…

Atem detuvo su parloteo cuando Yugi de repente lo besó. Se había aguantado las ganas de hacerlo desde hacía horas, habían compartido un beso en el porche frente a todos, pero realmente sus cabezas no estaban pensando entonces. Después de eso no se besaron de nuevo y no dejó de pensar al respecto, no podía esperar a estar a solas con él y compartir más momentos íntimos. Se alejó viendo a Atem sorprendido, él no le correspondió y eso lo estaba poniendo nervioso. Se volvió a sentar correctamente y miró sus pies balancearse contra la cama, entonces Atem tomó su barbilla y fue él quien lo besó esta vez.

No demoró en entusiasmarse, envolvió los brazos en el cuello de Atem y antes de darse cuenta estaba a horcajas en su falda compartiendo un apasionado beso, mordiscos y sonrisas.

-No sabes cuánto te extrañé –dejó escapar entre un suspiro mientras Atem besaba su cuello.

-Yo también, cariño –las manos morenas acariciaron sus muslos y apretaron sus glúteos. Yugi apoyó su frente contra la de Atem, se dirigieron una sonrisa-. ¿Quieres que te vuelva a prestar una camisa? Te veías bien con ella -metió sus manos bajo la remera de Yugi y acarició su piel.

-Si quieres verme con tu camisa de nuevo me la pondré –lo besó otra vez y tembló cuando un par de dedos rozaron sus pezones varias veces hasta endurecerlos.

-No es una mala idea, pero creo que prefiero verte sin nada esta vez, si se puede –solo necesitó pedir permiso para Yugi tomase su propi camiseta por el dobladillo y la quitara de su cuerpo. Se sonrojó al ver la forma en que Atem lo miraba y murmuraba un ‘wow’ a la vez que sus dedos iban de su clavícula hasta su ombligo-. Demonios. Me encantas.

Tomó a Yugi y lo arrojó a la cama, se sacó su propia camisa y entonces trepó encima de él, atacó su cuello de inmediato. Yugi se descalzó y él hizo lo mismo, se trasladaron al centro de su cama. Desprendió el pantalón de Yugi mientras besaba su pecho y este gimió, levantó sus caderas para que sea más fácil desvestirlo.

-No he dejado de pensar en esto desde la llamada –ambos se sonrieron traviesamente. Hacía una semana habían compartido su primera llamada sucia antes de que Yugi se fuera a dormir-. No puedo creer que lo hayamos hecho.

-Yo tampoco –Yugi no podía entender muy bien por qué su cuerpo deseaba hacer esas cosas cuando pensaba en Atem… solo quería hacer locuras, excitantes locuras-. Se sintió bien.

-Se sintió fantástico.

Se paró para salir de su ropa interior y Yugi demoró en decidirse a mirar su miembro, finalmente lo hizo pero enseguida volvió a mirar sus ojos sonrojado. Sintió su miembro hincharse. Era demasiado pedir que dejara de ser tímido de repente. Quitó la última prenda de su novio y entonces volvió a recostarse sobre él, era completamente diferente hacerlo cuando los dos estaban desnudos y con sus miembros frotándose.

Se besaron con desesperación, eran adolescentes que finalmente podrían tener sexo con la persona que amaban en completa intimidad. Era perfecto. Atem se incorporó y tomó sus miembros para masturbarlos juntos, era simplemente increíble. Yugi se sostuvo a las sábanas dejando salir un fuerte gemido mientras que Atem gruñía con placer, no podía apartar la vista de las manos de Atem y sus miembros, la piel de su novio era deliciosamente más oscura. Su propio estómago se estaba convirtiendo un charco de pre-semen. Unió sus manos a las de Atem creando más fricción.

Echó la cabeza hacia atrás y levantó su pecho soltando un suspiro entrecortado. -Mmh… ya no aguanto, se siente bien.

-Córrete, hermoso –Atem aumentó la velocidad haciendo que apartara las manos y volviera a apretar con ellas las sabanas.

Ya no aguantó más y se corrió sobre su estómago. Con la vista nublada de placer, contempló a Atem avanzar sobre su estómago y masturbarse rápido a sí mismo, fue cuestión de segundos para que se corriera con un gemido sobre su pecho.

-¿Cómo estuvo? -Yugi preguntó viendo desde abajo como el otro chico recuperaba el aire.

 Esperó a que ese par de ojos rojos se clavara en él para lamer lentamente el semen que había caído en la comisura de sus labios, sabía bien. Atem tragó saliva.

-Tú… pequeño… no eres para nada tan inocente como me quieres hacer creer –Yugi rio y terminó gimiendo cuando Atem frotó su propio semen sobre sus pezones. Se recostó a su lado-. Y te amo por eso.

-Yo también te amo –se dieron un beso dulce.

Recuperaron el aliento y Atem se entretuvo jugando con el semen sobre la piel lechosa, había algo cachondo sobre ver a Yugi lleno de su semen. Si seguía así fácilmente estaría preparado para la próxima ronda, ventajas de ser un adolescente.

-Amm… Atem, ¿tendrás algo para limpiarme? –Atem demoró en caerle la ficha de que para Yugi eso debía de sentirse muy incómodo, por más que a él le gustaba verlo así.

-Sí, claro –se paró para ir a su cómoda, del fondo sacó un paquete de toallas húmedas, Yugi se contuvo de reir al pensar que Atem posiblemente no quería que alguien las viera.

Volvió a recostarse a su lado, trazó con su dedo su miembro medio flácido de Yugi sobre su estómago y jugó con el semen allí. -Si vamos por otra ronda puedo quedarme así –Yugi le sonrió y el moreno se inclinó para besarle suavemente.

Al separarse vio como Atem se mordía los labios de manera pensativa mientras lo miraba desde los pies hasta la punta de su pelo. -Estás cansado, no deberíamos. Mejor vayamos a dormir -tomó una toallita y comenzó a limpiarlo con delicadeza. El golpe frío lo hizo temblar nuevamente.

-Estoy bien, no me molestaría seguir –Yugi se inclinó para mordisquearle la mandíbula y después unir sus labios. Se puso de costado para que sus lenguas puedan jugar mejor y entonces Atem apretó su culo.

-Déjame portarme bien por hoy –tomó a Yugi, lo acomodó bien para que durmiera y lo terminó de limpiar. Yugi le hizo un puchero, Atem lo besó-. Piénsalo de esta manera, cuanto antes nos durmamos, más tiempo tendremos en la mañana para repetirlo todas las veces que quieras.

-A dormir entonces.

Se durmieron desnudos haciendo cucharita. Atem demoró caer en el sueño por la hora, pero Yugi se durmió enseguida, supo que había tomado la decisión correcta, a pesar de que su miembro entre las nalgas de su novio dijera que no. No podía creer la suerte que tenía, moría de felicidad ahora mismo. No había nada que pudiera deberle a su primo del tamaño del regalo que este le dio.

A la mañana siguiente despertó a Yugi para volver a repetirlo, este prácticamente le saltó encima. Tuvieron una segunda ronda en la ducha donde su miembro fue dulcemente presionado por los muslos de Yugi mientras que lo masturbaba, Yugi se sostenía de la pared ante las estocadas que rozaban sus testículos y que le hacían querer pedir hacer eso de verdad.

-Me encantas –Atem le susurró al oído mientras rebotaba otra vez sobre su trasero y mordía su cuello.

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Joey pestañó múltiples veces al despertarse, lo primero que vio fue un cabello castaño frente a sus narices. Le llevó un minuto entero comprender a quién le pertenecía. Kaiba se había movido durante la noche, y no solo estaba muy cerca de él sino que también tenía su brazo suavemente envolviendo su cintura.

Impactado tomó el brazo y lo dejó en el colchón, entonces se levantó lentamente y contempló a Kaiba desde arriba con estupefacción.

Kaiba lo había estado abrazando durante toda la noche y él tranquilo durmiendo como tronco. Trago saliva y respiró profundo. Solo fue un accidente, sí, solo eso, no había por qué hacer una montaña de un grano de arena. Tenía que ignorar que había dormido con su crush y centrarse en el pensamiento del Sacerdote, a quien por cierto finalmente podría ver el próximo fin de semana. Lo sucedido durante la noche no era más que un recuerdo que podría compartir con él y ambos se reirían de lo irónico y alocado de la situación.

Era increíble sin embargo poder contemplar a Seto Kaiba mientras duerme. Lo tapó mejor y se fue al baño, notó en el espejo que se había sonrojado. Se cambió y bajó en busca de alguna otra persona despierta.

No encontró a nadie en la sala de estar pero escuchaba el sonido de un motor y la risa de Malik en la cocina.

-Debiste ver la cara que puso cuando Atem abrió la caja y sacó al dichoso gato.

Joey se apoyó en el marco que daba lugar a la gran cocina con mesadas de mármol blanco y en la isla estaba Malik tranquilamente sentado, como si lo hubiera hecho un millón de veces. Vestía un short y un top lavanda que dejaba ver su suave estómago moreno, comía frutillas de un bol que tenía entre manos.

-Yo le advertí que no debía entusiasmarse tanto, pero ya sabes cómo es mi chico, actúa como tonto cuando se trata de competir. Lo heredó de su padre, por supuesto –junto a Malik, que se reía de nuevo, una mujer regordeta decoraba un pastel. Entre ellos había una batidora terminando un merengue, Malik tomaba un poco con sus frutillas y se las llevaba a la boca.

-Tranquila, nadie pensaría que lo sacó de ti –recién entonces reparó en la presencia de alguien más-. Joey, buenos días, ¿dormiste bien o Seto te mandó a dormir en el suelo?

-La verdad que todavía me sorprende que no lo haya hecho.

Joey se acercó a ellos finalmente, le hizo una reverencia de respeto a la mujer y ella le sonrió dulcemente acomodándose el hijab verde que tapaba su pelo. Algo en él se conmovió y supo que le agradaría.

-Te presento a Anat, la madre de Marik. La mejor suegra del mundo –presumió Malik y Anat le pellizcó con cariño una de sus mejillas.

-¿Cómo hizo mi hijo para conseguirte? –ella se rio siguiéndole el juego-. Me alegro de conocerte Joey y de que hayas sobrevivido tu primera noche. El pequeño Seto siempre suele estar de mal humor el primer día.

-Estuvo bien –respondió simplemente Joey.

-Yo diría que ya no es tan pequeño… -Malik mordió una frutilla y le ofreció a Joey, tomó una.

-La primera vez que llegó medía la mitad que ahora, es la costumbre. Me muero de ganas de ver al pequeño Mokuba, Marik me dijo que está enorme. Ayer visité a mi hermana al otro lado de la ciudad por eso no pude estar cuando llegaron, espero que no hayan comido muchas porquerías –miró sospechosamente a Malik como si pudiera encontrar las migajas de las papas fritas y la Coca-Cola que se embutieron ayer. 

-En nuestra defensa, todos somos niños malcriados que no sabemos ni cómo cocinar un plato de arroz. Tuvimos que encontrar el modo de sobrevivir –se defendió Malik, a Joey le dio gracia que reconociera ser un malcriado. Anat se rio con ganas.

-Muy bien, niño malcriado, ve por tu novio y lleva a Joey contigo –se volteó y colocó frutillas sobre el pastel de chocolate-. Terminaré esto y ya apronto el desayuno. Dile que le quedan diez minutos, no quiero manchas sobre el mantel.

Malik asintió y le hizo una seña a Joey para que lo siguiera al patio. Joey no dejaba de sorprenderse con cada lugar nuevo que pisaba; la puerta doble en la cocina los llevaba a un porche trasero con sillones de jardín acomodados alrededor de un sitio para hacer una fogata, el piso de piedra se extendía alrededor de una piscina en la que deseaba poder meterse luego.

-¿Cómo vas con eso, cariño?

En el patio había dos motocicletas, una era realmente nueva y Joey entendió que esa era la famosa moto nueva de Atem. La otra, de color rojo, estaba siendo sometida a ligeros arreglos. Tristán también tenía una motocicleta así que Joey reconocía un cambio de aceite cuando lo veía, además de las manchas en la ropa y las manos de Marik que dejaban huella.

-¿Esa moto es de Marik?

-No, esa es mía. La suya está en el garaje.

Joey lo miró de inmediato, Malik no tenía pinta de manejar una motocicleta. Pero ahora, viendo su modo de vestir, su forma de actuar, de hablar y que tenía una motocicleta; Malik era definitivamente una de las personas más geniales que conoció en su vida    

Malik se acercó a su novio, le susurró un par de cosas y se besaron, Marik mantuvo las manos a sus costados para no ensuciar a su chico. Joey tuvo que apartar la mirada de la vergüenza, no estaba acostumbrado a ver muestras de afecto en directo.  

-¿Qué tal tu noche, Joey? –Marik le sonrió limpiándose las manos en un trapo-. ¿Dormiste en el suelo?

-Por suerte no –al parecer era algo importante.

-¡Milagro! A él nunca le gustó compartir, por eso no se ofreció a dormir con el Ladrón. Y si accede terminas en el suelo, o porque te manda o porque te patea hasta que terminas allí –Marik se acercó a una canilla en el jardín que tenía conectada una manguera, tomó el extremo de esta y comenzó a lavarse las manos-. ¿Seto ya se despertó?

-Seguía durmiendo cuando bajé.

-Ya debe de estarse despertando entonces.

Malik y Joey se encargaron de preparar la mesa en el jardín mientras que Marik ayudaba a su madre con el desayuno. Akefia no tardó en bajar, no se molestó en ayudarles y solo se tiró en uno de los sofás del jardín para seguir con su sueño. Mokuba apareció después y esta vez no se negó a que lo trataran como niño cuando Anat halagó lo guapo que se veía con el cabello corto y lo llenó de besos y abrazos. Los próximos en bajar fueron Atem y Yugi, venían tomándose de las manos y dirigiéndose sonrisas tontas.

Atem presentó a Yugi frente a Anat como si esta se tratara de su madre, ella estaba encantada. Joey no sabía dónde estaba la verdadera madre de Atem, nadie la había mencionado y Yugi tampoco le había comentado algo antes.

Kaiba fue el último en unirse, finalmente se veía fresco después de doce horas de sueño.

-¿Tuviste que dormir en el suelo? –Akefia le preguntó mientras se servía un jugo de naranja, estaba sentado frente a él del otro lado de la mesa.

-No –volvió a responder Joey. Se preguntó cuántos de ellos habían dormido en el suelo por culpa de Kaiba.

-Que sorpresa. Hay que anotar la fecha en el almanaque –el chico soltó una gran carcajada, Kaiba le lanzó un pedazo de pan que pegó en su frente y cayó al plato.

-Cállate. No quiero dormir contigo porque te la pasas moviéndote, para eso te quedas en el piso y ya –Kaiba le riñó sirviéndose café.

-Mira quien fue hablar –Akefia lo miró serio, reclamándole con la mirada todas las veces que Seto se apoderaba de la cama mientras dormía cuando se suponía que debía de compartir-.Tú eres el que más se mueve, ¿a qué no? –miró a Joey esperando su apoyo.

-Amm… -Joey miró de un chico al otro.

No tenía idea de qué responder, pero por suerte no tuvo que hacerlo porque entonces Kaiba y Akefia comenzaron una discusión sobre quién era peor compartiendo y quién era el peor amigo. Entre vuelta y vuelta Atem y Marik entraron también en la discusión. Joey miró a Yugi, luego ambos miraron a Malik quien estaba escuchando la discusión tranquilamente y comiendo un pan de pita relleno. No les llevó tiempo entender por qué no se preocupaba, pronto los cuatro chicos se estaban riendo mientras se decían insultos tontos.

Joey observó pasmado a Kaiba a su lado. Llevaba una bermuda, un buzo sin mangas y chinelas, en combinación soltaba una ligera sonrisa que le llegaba a los ojos. A pesar de su estado casual, nunca lo había visto más atractivo, nunca lo había visto siendo más él mismo.

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Después de almorzar estuvo atento a la hora de Japón desde su teléfono, usualmente el Sacerdote se conectaba a “Magic & Wizards” entre las nueve y media y las diez de la noche, eso equivaldría a las dos y media de la tarde en Egipto.  

Estaban en la sala de juegos de nuevo, el calor afuera era insoportable a esa hora. Joey había estado jugando a algunos juegos de caja con Mokuba y Malik, pero cuando se avecinaba la hora se arrimó a Atem para preguntarle si habría alguna computadora que pudiese usar. Atem le prestó su laptop y salió del sitio para ir a la habitación en busca de sus auriculares y donde tendría más privacidad.

-¿Dónde está Seto? –preguntó Marik.

-Se fue hace un rato, dijo que tenía que hacer algo –explicó Akefia.

Joey encontró a Kaiba en la sala de estar, tenía una computadora en sus piernas y se estaba colocando unos cascos en su cabeza. Se preguntó qué iría a hacer. Cruzaron miradas por breves segundos pero no se dijeron nada, Joey siguió su camino.

Entró a la habitación, dejó la laptop en la cama y la prendió, mientras tanto fue por sus auriculares. Estiró la frazada de la cama, se sentó y acomodó dos almohadas tras su espalda. Quedó impactado cuando vio la foto recién tomada de Yugi y Atem sonrientes a la cámara como fondo de pantalla, claramente había sido tomada ayer. Entró al juego y colocó su nombre de usuario y su contraseña.

Más rápido de lo usual se encontró en un pueblo en el bosque. Todos los mapas tenían un pueblo mayor donde podías conseguir la mayoría de las cosas y donde todos los avatares aparecían una vez entrar al juego, siempre en correspondencia con su mapa de origen. Si querían ir a otro debían dirigirse a uno de los cuatro portales. Al ser el pueblo más grande era donde más duelos se llevaban a cabo a la vez, por lo que fue a las afueras y esperó a que el Sacerdote lo encontrara.

“Creo que es la primera vez que me conecto yo primero”.

“¿Cómo sabes que yo no me conecté primero?”

“Para poder encontrarte tienes que estar conectado, si no te encuentro es porque no lo estás. Buenas noches, por cierto”.

“Buenas noches, Sacerdote”. Tuvo que reírse, el sol de la tarde que entraba por la ventana se reía también. “Ya dime, ¿cómo me encuentras? ¿Puedo hacerlo yo también o es algo que tiene tu cuenta por estar del lado de Kaiba Corp.?

“Lo segundo, tu cuenta no tiene la capacidad de hacerlo. ¿Cómo has estado?” Venía con la idea de que el Sacerdote le preguntaría por qué no se conectó el día anterior, pero no lo hizo, asumió que quizá él tampoco se había conectado así que prefirió no decir nada.

“He estado teniendo unos días de locos, buenos, pero de locos. Cuando nos conozcamos te lo contaré, te prometo que vas a enloquecer conmigo y nos reiremos un buen rato”. Joey sonrió al recordar que vería al Sacerdote el próximo fin de semana. “¿Y tú, cómo has estado? ¿Algo interesante que contar?”

“La verdad he estado mejor que de costumbre”. Joey se sintió bien por saber que el Sacerdote estaba bien… a ese punto había llegado. “En unas pequeñas vacaciones se puede decir”.

“No puedo creer que Kaiba te diese un descanso y que te estés tomando el tiempo de hablar conmigo cuando podrías estar haciendo cualquier otra cosa”.

“Él no es tan estricto cómo crees, todos debemos de tomarnos un descanso de vez en cuando”. Joey no podía estar más que de acuerdo en ambas cosas, después de todo él mismo estaba de vacaciones con Seto Kaiba en ese momento. Quizá Kaiba aprovechó para darle vacaciones a unos cuantos de sus empleados. “Y por supuesto que usaría ese tiempo para hablar contigo. Estoy de vacaciones y vine a visitar a unos viejos amigos, así que por más que quisiera hablar contigo más tiempo, digamos que sigo estando algo ocupado”.

“Me alegro que consideres gastar tu tiempo conmigo, de todas formas uno está ocupado cuando está con amigos. Es la mejor forma de gastar el tiempo. Y le daré un punto a Kaiba por ser buena persona. ¿Sabes una cosa? Creo que el engreído me está cayendo mejor”.

“¿Alguna vez te caerá mejor lo suficiente para que lo dejes de llamar ‘engreído’ o ‘ricachón’ u otro de tus múltiples no insultos?” Joey soltó una carcajada.

“Já, no lo creo, es demasiado a pedir”. Sentado en la cama podía oler desde la almohada el delicioso olor a perfume que usaba Kaiba, toda la cama que habían compartido olía a él y lo mareaba. “Primero tendrá que dejar de serlo para que yo deje de llamarlo así”.

“Dudo que alguna vez se vaya a la quiebra, yo trabajo en Kaiba Corp.”. Joey rodó los ojos ante el ego claro del Sacerdote.

“Hablando de personas engreídas… ustedes podrían ser gemelos si nos guiamos por sus enormes egos. Pero bueno, si Kaiba Corp. quiebra te quedarías sin trabajo, así que espero que no. Por lo tanto el ricachón seguirá siendo el ricachón”.

“Quizá al final Kaiba y yo nos parecemos más de lo que piensas”.

Joey soltó una carcajada de nuevo. Por supuesto que no, ellos no se parecían. Bueno sí, pero no. El Sacerdote era demasiado genial para compararlo con Kaiba. Él estaba enamorado del Sacerdote, si se pareciera a Kaiba sería como estar enamorado de alguien similar al ricachón. ¿Se lo imaginan? Una palabra: pesadilla.

“Sí que me has hecho reír. Lo conocí personalmente, claro que no se parecen”.         

“Pues también lo conozco personalmente y sí nos parecemos, demasiado diría yo”.

Joey pensó si era solo por dentro o también por fuera. No estaba muy seguro de cómo le caía esa información. Quizá se hubiera alterado si esa comparación estuviera frente a sus ojos hace un mes, quizá se hubiera desenamorado en un segundo si le decía que se parecía a Kaiba. Pero después de todas las mini conversaciones que había tenido con Kaiba, ver cómo se comportaba con su hermano y aquellos que eran sus mejores amigos, digamos que se estaba construyendo una nueva imagen de Seto Kaiba y dudaba de la veracidad de la imagen que tenía antes de él y aquella que pintaban los medios.

El Sacerdote volvió a escribir. “Espero que eso no sea un problema para conocernos. De verdad deseo verte, chico rubio”.

Joey se derritió entonces y no solo por el calor en la habitación.    

Notas finales:

¿Les gustó?

Últimamente se me ha hecho costumbre escribir algo, así que acá voy. Estuve un poco refrenada las últimas semanas al pensar en Yugi y Atem, ¿saben? El tiempo en Egipto lo pensé desde que se me ocurrió la historia y sabía que sería el momento cachondo para esos dos, pero me tocó decidirme sobre cómo sería y me estanqué.

Digo me gusta darle inocencia a Yugi y generalmente me voy con eso, pero teniendo en cuenta que mantienen una relación a distancia me dije: "son adolescentes y ya no soportan estar separados, la timidez se va por el caño, fin". Luego volví a dudar y teminé releyendo el manga, tomé la decisión definitiva cuando recordé que a Yugi le gusta el porno. Y eso fue todo, Yugi tímido, buen amigo y pervertido. Me encantó y evita que le empiece a dar vueltas a su relación, después me tiran huevos como en mi otra historia jajaja (vayan a leerla por cierto, si quieren, claro).

No les puedo ni decir lo que disfruto molestar a Seto y Joey, me gusta saber cosas que ellos no. Digo soy la autora, claro que sé cosas que ellos no, pero por alguna razón se siente como si fueran terceras personas y no salidos de mi hermosa y rara imaginación. En fin, es divertido que piensen que están separados por un continente entero y que al final estén en la misma casa en habitaciones separadas.

Por último, amo a este Malik, siempre me lo imagino como alguien atrevido, no mucho, solo un poco. Como que es atrevido pero finge que lo hace sin querer. ¿Ustedes no? 

Estoy escribiendo mucho (tengo que estudiar y no quiero, estoy haciendo tiempo), así que lo dejo por aquí.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!! 


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