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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Este es uno de esos capítulos que amé escribir, así que espero que también lo disfruten, además me parece que pasan cosas que estaban esperando ver suceder. Disfruten!

 

Capítulo 17:

Atem se quedó en la calle mirando como el auto negro se iba en dirección a la empresa, pensó en que capaz lo mejor era seguirle porque Seto se veía más alterado de lo normal, pero conocía su deber y este era hacerse cargo de la empresa, sobre todo si el socio principal no estaba. Debía de quedarse hasta que el evento terminara, ya sabría algo de Seto después.

Volvió a entrar por la puerta de emergencia y se propuso buscar a Yugi, lo encontró junto con sus amigos y con los propios, era bueno saber que todos habían formado un solo grupo. Vio que Yugi miraba disimuladamente hacia los lados y hacia atrás, probablemente estaba tratando de encontrarlo, no pudo evitar sonreír al notar que estaba de puntitas.

Fue entonces cuando se detuvo a pensar sobre lo que sabía de Seto y Joey. ¿Debía de contarle a Yugi?

Después de todo no estaba seguro de que Senshi y Joey sean la misma persona, Seto no estaba seguro y no confiaba en su propia memoria para recordar al avatar a quién ayudó hace meses. Estaba seguro de que Yugi o incluso Malik (que seguía desaparecido con su novio) podrían confirmarlo porque conocían el nombre del avatar de Joey, pero saberlo lo pondría en una fea posición. Porque si le decía a Yugi este podría sentirse obligado a contarle a Joey la verdad sobre quién era el Sacerdote, y no creía que Seto estuviese contento con eso; Seto sabía quién era Senshi pero podría no querer que Senshi supiera quién era el Sacerdote.

Suspiró con frustración. ¡¿Por qué tenía que ser tan complicado?! No quería ocultarle algo a Yugi, pero si le contaba y este le decía a Joey, Seto podría llegar a asesinarlo.

-¡Faraón! ¿Qué haces ahí? ¡Ven! –Akefia lo había ubicado y le hacía señas para que se acercara, fue hacia ellos-. ¿Dónde está Seto?

Atem abrazó a Yugi por la espalda, colocando sus manos sobre su vientre y la cabeza sobre la suya, escuchó como reía suavemente. -Seto se sentía mal, prefirió irse a casa. Seguro es porque no durmió bien esta semana.

-Hablando de chicos enfermos –Atem miró a una chica castaña que Yugi le había presentado como Tea, su mejor amiga-, ¿de casualidad no has visto a Joey ahí afuera? Dijo hace rato que saldría a tomar aire, pero aún no ha regresado.

-Yo no lo vi –se sentía mal por ocultarles que Joey se había ido hace rato-, quizá decidió irse.

-Probablemente, hace tiempo que buscaba una excusa para marcharse –Yugi suspiró jugando con sus dedos en su vientre-. Lo llamaré más tarde para ver cómo está.

La charla siguió y todos en ese sitio tuvieron el inmenso placer de ver un duelo de monstruos entre Yugi y Malik, una vez que este regresó. El holograma del Mago Oscuro dejó a todo el mundo con la boca abierta y coronó a Yugi con la victoria. Los nervios de Atem se crisparon cuando un montón de fanáticos rodearon a su novio con admiración y entusiasmo; todos querían hablarle, todos querían retarle a un duelo. Se obligó a calmar su ansiedad para que Yugi pudiese seguir disfrutando del evento y no se arrepintió al ver el increíble duelo que jugó contra Mako Tsunami, a quien logró vencer.

Fueron los últimos en retirarse, los amigos de Yugi ya se habían ido hace un par de horas. El crepúsculo estaba en el cielo cuando Marik, Malik, Mokuba y Akefia entraron en un auto manejado por Roland para regresar a la mansión. Yugi y él mismo irían caminando para disfrutar del tiempo juntos.

Yugi fue todo el camino deseando que su familia se comportara de manera normal y no lo humillaran como le habían estado amenazando, era solo una bromita… ¿verdad?

-¡Ya estoy en casa!

Enseguida escuchó los pasos apurados de su madre, la mujer se dejó ver con delantal y cucharón de madera en mano, había estado cocinando durante horas para impresionar a Atem. Al egipcio le gustó de inmediato la señora Muto, lo único que tuvo que hacer fue mirar su sonrisa y darse cuenta que era igual a la de Yugi.

-Es un placer conocerla, señora Muto –Atem se inclinó de manera profunda tratando de mostrar el mayor respeto posible-. Me llamo Atem.

La señora Muto estaba encantadísima al ver al atractivo chico que se había conseguido su hijo, quien por cierto se encontraba tan rojo como un tomate. Miró a su hijo y antes de que Atem se levantara le dijo un “me encanta” con los labios. Yugi ahogó la risa, su mamá era genial. -El placer es todo nuestro, Atem. Pasen de una vez, la cena ya está lista.

La cena había ido genial, Yugi pasó un poco de vergüenza pero no era nada grave. Su abuelo no dejaba ni tragar a Atem de tantas preguntas que le hacía sobre Egipto o sobre diferentes juegos, quizá no era tan buena idea juntar a tres fanáticos de los juegos. Al final Atem tuvo que aceptar obligado la propuesta del abuelo Muto para volver un día y enseñarle a jugar al Duelo de Monstruos. La señora Muto quería saber todo de la vida de Atem, desde su familia, a sus estudios y cada comida que le gustaba. Quería que Yugi mantuviera a ese chico y si la comida lo conseguía, ella se ofrecía a cocinarle siempre.

-Esto está delicioso –admiró Atem, luego miró a Yugi-. ¿Comes así todos los días?

Yugi estaba a punto de decir que no, que esta era una ocasión especial y que su madre había intentado tres veces esa semana el platillo principal. Pero antes de hablar sintió cómo lo pateaban por debajo de la mesa, miró a su madre y esta le daba una sonrisa enorme. Terrorífico. Entendió la indirecta.

-¿Sí? –dijo con un poco de miedo.

Su mamá soltó una carcajada de no estar satisfecha y agregó. -Es que me encanta cocinar.

Yugi ahogó la risa y miró a su abuelito que estaba en la misma situación, compartieron una mirada cómplice. Yugi no entendía por qué su madre quería sorprender a Atem, pero lo apreciaba.

Después de la comida ambos subieron a su habitación, la cual por suerte había sido limpiada por su mamá cuando él se marchó en la mañana, ya habían acordado que Atem se quedaría a dormir. Aunque quizá deberían redefinir la palabra dormir porque a penas Atem cerró la puerta detrás de él, Yugi saltó a sus brazos y no se aguantó ni un segundo más a besarle.

Atem lo tomó por la cintura pero enseguida sus manos bajaron a los muslos de Yugi y los tomó para que este envolviera las piernas a su alrededor. Yugi hundió sus dedos en el cabello de Atem mientras recibía un río de besos en su cuello, se sentía muy bien, tanto que no pudo evitar que un agudo gemido saliera de su boca. Una de sus manos voló a sus labios para evitar gemir cuando los besos continuaban y al minuto se sintió caer sobre su cama.

-Jamás me alegré tanto de que mi cama sea tan pequeña –Yugi conectó su boca con la de Atem permitiéndole a su lengua por fin divertirse.

Las manos de Atem se colaron por debajo de su camisa acariciando su piel, rodeando su ombligo y terminando por apretar uno de sus pezones. Elevó su cadera para frotarse contra su novio. Los botones de su camisa comenzaron a desprenderse uno por uno y se enderezó para deshacerse de ella finalmente, Atem se quitó su remera por la cabeza. Los dedos de Yugi fueron de inmediato a acariciar la barra de chocolate que tenía enfrente, no pudo evitar la tentación de pasar su lengua también y se mareó ante el suspiro que dejó salir Atem.

-Siempre tan bonito y tan poco inocente –Atem lo observó desde arriba con satisfacción.

Diez minutos después Yugi se encontraba desnudo con su torso sobre la cama y sus pies en el piso, sus piernas no dejaban de temblar porque Atem estaba detrás con sus manos separando sus glúteos y su lengua hundiéndose en su orificio. Mordió el peluche con el que siempre dormía con ganas, era la única forma en la que evitaba gritar cada vez que la sensación húmeda de la lengua de Atem bordeaba su ano y luego un par de dedos entraban en él con suavidad. Una de sus manos fue a su espalda para tomar el cabello tricolor de Atem y pedirle que termine con esa tortura.

-Estás muy impaciente –miró hacia atrás para contemplar a Atem desnudo y con los labios hinchados y brillosos. La boca se le hizo agua al ver como acariciaba suavemente su propio miembro-. ¿Quieres hacerlo ya?

-Por favor… -Yugi no sabía de qué otra forma decirle que no soportaba ni un segundo más estando tan vacío. 

-Eres un encanto –Atem se inclinó y besó su espalda.

Su miembro estaba en su culo frotándose entre sus mejillas resbalosas por el lubricante y la saliva. Yugi dejó salir un gemido de impaciencia mientras movía sus caderas hacia atrás en una invitación abierta. Atem se rió disfrutando de la suerte que había tenido, su novio era tan perfecto que a veces le costaba creer que era real.

Tomó un condón de los que había traído y se lo colocó, embadurnó su propio miembro con lubricante y lo acercó a la entrada de Yugi, que como siempre se veía apretada y rosa. Yugi tomó su propio trasero separando sus nalgas y facilitándole el trabajo. Una vez que la cabeza pasó, el resto fue fácil y les aturdió el placer.

Yugi no llegó a tiempo para morder su peluche, el gemido salió libre de su boca y retumbó en la habitación. Atem descansó sobre su espalda para dejar que se acostumbrara, no podía dejar de pensar en la presión que envolvía su miembro y sabía que solo podía sentirse mejor. Yugi empujó hacia atrás cuando estuvo listo, Atem entendió y empezó a moverse en un vaivén lento.

-Atem… -Yugi se abrazó a su almohada mientras disfrutaba de las estocadas un poco más rápidas. Una de sus manos había ido a parar entre su cuerpo y la cama para acariciar su miembro-. Más fuerte.

Atem se sostuvo de las caderas de Yugi para impulsarse sobre su trasero y darle lo que este quería. No podía apartar la vista del lugar donde su miembro desaparecía y los gemidos bajos de Yugi lo estaban volviendo loco. Yugi lo apretó aún más fuerte en su interior y su cuerpo se movía a medida que se masturbaba más rápido, estaba a punto de correrse y lo vio morder un peluche con furor.

Ver como su cuerpo se aflojaba una vez que llegó al orgasmo era de las cosas más maravillosas por las que había pasado. Con las manos acariciando su espalda dio un par de estocadas profundas y entonces se quedó quieto mientras se corría una y otra vez, no creía que alguna vez se hubiese corrido tanto.

-Eso fue increíble, no puedo ni decirte las ganas que tenía de hacerlo de nuevo -Yugi estaba desnudo en su cama bajo las sábanas, Atem estaba sobre él entre sus piernas.

Se habían limpiado con una toalla y acordaron disfrutar un rato más de la desnudez del otro, pero sí tenían que ponerse algo por si alguien entraba en la habitación por la mañana.

-Tú eres el increíble, te conservaste delicioso todo el tiempo. Un día voy a pasar toda la noche enterrado dentro de ti –Atem besó su cuello y sintió como el miembro de Yugi se hinchaba un poco-. Mejor durmamos, tenemos semanas para hacer una segunda ronda.

-Será un mes divertido –Yugi presionó con sus talones el trasero de Atem, pegando sus miembros.

-Sí que lo será.

+ - + - + - + - +

Seto se despertó el domingo en uno de los sillones de su oficina, no había querido ir a casa y encontrarse con todos sus amigos y su hermano. Lo conocían tan bien que seguro se daban cuenta de que algo había ocurrido, aunque el no haber llegado ya decía mucho. La cuestión era que todavía no estaba preparado para enfrentarse a la realidad del asunto, no lo había pensado lo suficiente.

Esa era la maldición de ser un “prodigio”; no dejaba que los problemas se fueran hasta que encontraba una solución para ellos. Una mierda que el amor no funcionara como los típicos problemas en su empresa.

Se sentó y se refregó la cara pensando en lo ridículo del asunto, él pensando en el amor. Joder. No creyó que volviera a pasar luego de lo ocurrido cuando tenía dieciséis, pensó que había perdido toda esperanza en el amor, pero no, acá estaba él de vuelta. Y para peor, el amor lo pateaba otra vez en el trasero.

Fue al baño en su oficina y se tiró un poco de agua fría en la cara, se lavó los dientes con el cepillo que siempre tenía allí y volvió a sentarse en su escritorio. Tentado prendió la computadora y buscó una red social, él no las usaba pero sabía que la mayoría de las personas de su edad sí. En el buscador escribió “Joey Wheeler”, le costó un minuto encontrarlo pero pronto en su pantalla había una foto de un chico rubio sonriendo a su celular junto a sus amigos. Jamás creyó que se rebajaría a la altura de revisar cada una de sus fotografías, pero estaba sucediendo, era como un acosador.

Llegó a una donde estaba solo Joey, alguien más se la había sacado. La fecha indicaba haber sido tomada en abril en un parque, supuso que probablemente había ido a festejar el hanami. Estaba sentado en el césped y sonriente al punto en que sus ojos apenas se veían, su pelo estaba revuelto por la mano que tenía allí, y a su alrededor caían pétalos de sakura. Se echó hacia atrás y se quedó largos minutos mirando la foto, disfrutando de la sensación que producía en él; habían mariposas haciendo cosas raras en su estómago. Le dio a descargar la foto junto a un par más que guardó en una carpeta de su ordenador.

Saber que Senshi era Joey lo cambiaba todo. Hace una semana se había convencido de que no podía confiarle sus sentimientos a nadie, pero hace una semana también se dio cuenta de que Joey era probablemente una de las personas en las que uno más podía confiar.

-Me imaginé que estarías aquí –Atem entró a su oficina sin tocar como siempre, se veía más feliz que nunca-. Llegué a la mansión y los chicos me dijeron que no habías regresado, pensé que te gustaría estar con alguien para ayudarte a lidiar con tu mierda.

-Y si no quieres compañía, pues bueno, te la aguantas porque no pensamos irnos –el segundo en pasar fue Akefia, quien enseguida saltó a uno de los sillones con zapatos puestos, como no-. Atem nos contó lo que había pasado. La carta, Senshi, Joey como sospechoso número uno –enumeró con los dedos.

-Entonces Sacerdote, ¿averiguaste de quién se trata Senshi? ¿Es Joey? -por último apareció Marik y agradeció de que su novio no viniese con él.

Seto suspiró cansado de actuar como idiota durante toda la semana y de haber estado tan a la defensiva. Al final era un adolescente más que recurre a sus amigos cada vez que tiene un problema. Agradecía que hayan venido a pesar de que con su comportamiento durante la semana lo único que se merecía era una patada en el trasero.

-Sí, es Joey.

-No puedo dejar de pensar que es una locura, es que digo, estuvo todo el tiempo a tu lado –el Faraón se sentó en uno de sus sofás-. ¿Y cómo lo llevas? ¿Estás bien con eso?

-Es extraño, si me hubiese enterado hace un mes probablemente pensaría que es una confusión y trataría de cortar las cosas, creo que ni lo hubiera intentado. Pero la semana pasada me di cuenta de que en realidad no conocía a Joey para nada, mi opinión sobre él cambió totalmente –pensó sobre las meditaciones que estuvieron en su cabeza durante todo el día para poder pasarlos a palabras-. Antes pensaba que era un idiota, digo aún creo que es un idiota, pero no todo el tiempo, y dudo que pueda haber una persona que entienda más mi situación como hermano mayor. Por alguna razón me es fácil hablar con él, dentro y fuera del juego. Y como si no fuera suficiente, es genial jugando biohazard.

Los chicos se rieron al ver que para Seto era importante en una pareja que este supiera jugar a su juego favorito. Alguien debía de ordenar sus prioridades. Aunque tenían que admitir que Seto y Joey jugando juntos eran aterradores.

-Ahora entiendo por qué estaban totalmente coordinados –reflexionó el Guardián-. Llevan meses jugando juntos sin tener idea.

-Cierto. Pero en resumen, llevo todo el día pensando en eso y en si vale la pena arriesgarse –Seto se paró de su silla con la intención de unirse a ellos. Le era extraño tomar la posición de ‘jefe’ con sus mejores amigos que también eran jefes.

-Apuesto a que has pensado en otras cosas también –Akefia le guiño el ojo desde su lugar tirado en el sofá-. Recuerdo claramente que le echaste una buena mirada a su trasero en la piscina.

Seto se elevó de hombros mientras se aguantaba la risa. -Es que tiene un buen trasero.

-A que eso influyó en tu decisión -el Ladrón soltó una carcajada.

-Puede que un poco -Seto admitió.

¿A quién iba a engañar diciendo que no? Ya se había admitido a sí mismo una vez que Joey encabezaba la lista de chicos rubios y atractivos que podían ser Senshi. Por más que lo odiase no podía negar que era lindo con sus ojos color miel y ese cabello rubio tan extraño para un japonés. Después de verlo en traje de baño no podía borrar de su mente toda esa piel blanca, las piernas largas y los pequeños músculos marcados en los lugares apropiados. No había aguantado mirarle el trasero aquel día, al igual que el resto de su cuerpo era perfecto.

Todo eso lo confundía más. Senshi… no, Joey, le había gustado por dentro por cómo era, por la forma en que borraba todo lo demás y lo hacía reír hasta en sus peores días. Ahora resulta que Joey le gustaba también por fuera y mucho. Jamás creyó que el tipo de chico que era Joey sería perfecto para él, ya lo habían hablado muchas veces; eran muy diferentes. Pero él no quería alguien igual a sí mismo, quería a alguien que encendiera sus días y eso es lo que hacía Joey todos los días desde hace meses.

-La última vez que hablé con él por el juego fui horrible. Le dije que solo quería ser su amigo y nada más –Seto admitió y enseguida escuchó un coro de “Auch” y las caras de sus amigos eran de dolor teatral.

-Sacerdote, tienes que disculparte y con suerte te perdonará –Atem le dijo-. Quizá sea mejor arreglar eso y luego le dices quien eres en realidad.

El resto del día mientras los cuatro trabajaban, no dejó de pensar en cómo decirle a Senshi, no, a Joey, quién era. Desde hace meses supo que no sería fácil decirle que era Seto Kaiba, Joey lo odiaba y ahora que sabía quién era entendía el por qué. Era gracioso darse cuenta de tantas cosas; por qué Joey no estaba entusiasmado por verlo justo a él, porqué tenían la misma experiencia con el lanzamiento del primer evento, por qué creía que era un ególatra, nerd y malagradecido, en fin: poco simpático. Prácticamente era el pensamiento de todos sus compañeros de clase. Pero con el tiempo, por suerte Joey había empezado a cambiar poco a poco su opinión sobre él dándole esperanzas. Joey creía que era inteligente y seguro de sí mismo, eso le gustaba a Joey de él, y ni hablar que lo tenía en la cima de la pirámide de sus amores platónicos.

Casi se desmaya cuando lo mencionó aquel día, fue entonces cuando supo que tenía que conocerlo. Siempre recibía halagos que le importaban una mierda, pero esa vez venían de alguien muy importante, su ego se había multiplicado por diez cuando Joey dijo lo atractivo que le parecía. Lo había disfrutado a más no poder, y claro que se rio un rato por eso, casi lo hacía sentir mal que hablara de Seto Kaiba como si no estuviera hablando con Seto Kaiba.

El miedo a confesarle quién era perduraba allí, pero debía decírselo.

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Al otro día solo él y su hermano madrugaron. Odiaba pensar que sus amigos estaban de vacaciones y él tenía que estudiar igualmente, si solo su tío lo dejara estudiar en casa… Al menos esta era la última semana antes de las vacaciones de verano.

Fue todo el camino a la escuela asegurándose de que su uniforme estuviese bien al igual que su cabello, dudaba que Joey le prestara atención, pero quería estar preparado por si sucedía. Por suerte las grandes ojeras que llevaba la última semana habían desaparecido durante la noche.

Al llegar al instituto lo miraron más personas que de costumbre, tal y como se lo había imaginado, era igual cada vez que con su empresa lanzaban un nuevo producto. Las miradas de odio le eran dirigidas a diestra y siniestra por todos aquellos que no recibieron una entrada para el evento, y a su vez muchos lo miraban y susurraban sobre los logros de su trabajo con admiración. Ignoró a ambos y fue a cambiar su calzado para ir directo a su clase.

Estaba pensando en tratar de actuar normal cuando alguien pechó con él al pasar corriendo. -¡Lo siento, estoy apurado!

Joey ni siquiera había reparado en quién había chocado, venía corriendo por el pasillo y apenas le dio tiempo para frenar en la puerta del salón. Seto se detuvo en el arco a observarle con curiosidad, se veía perturbado. Joey se quitó su mochila y la tiró descuidadamente en su silla, por algún motivo eso le hizo sacar una ligera e imperceptible sonrisa.

Joey fue enseguida con sus amigos que estaban hablando alrededor del novio de su primo.  -¡Yugi! ¿Has visto mi Dragón Negro? Ayer en la noche estaba revisando mi baraja y me di cuenta que no estaba allí, se me debió caer en el evento o de camino a casa. Dime que tú la tienes, por favor.

Yugi miró a Joey apenado. -No, Joey. Lo siento, no la he visto -Seto notó que claramente Yugi y la pandilla de la felicidad se sentían mal por no poder ayudar a un amigo-. ¿Por qué no intentamos ir a las arenas hoy y preguntar si alguien la dejó con los objetos perdidos?

-Es un Dragón Negro de Ojos Rojos, Yugi. Nadie que se lo encuentre va a ir a dejarlo con los objetos perdidos y menos ahora que están los discos de duelo que funcionan sin la necesidad de ingresar a tu cuenta -Joey sacudió su cabello con frustración-. Apuesto a que hay alguien muy feliz ahí afuera jugando con mi dragón en este mismo instante.

-Podríamos ir a ver de igual forma, quizá tengas suerte –ofreció Yugi sin mucho convencimiento, él también creía poco probable que alguien devolviese la carta.

-Yugi tiene razón, trata de ser más positivo –trató de apoyar Tea.

-Tea, tú sabes que te quiero, pero con la horrorosa semana que tuve lo menos que puedo hacer es ser positivo –Joey les dio la espalda a sus amigos y regresó a su asiento, sacó su mochila de la silla y se sentó sin ganas-. Es increíble que todo siga empeorando.

Seto sintió cómo su corazón comenzaba a latir con enojo al ver a Joey angustiado, el chico apoyó la cabeza entre sus brazos sobre la mesa, pensar que él podría solucionarlo pronto lo dejaba más tranquilo. Si quería una prueba más de que Joey era Senshi, esta era perfecta. Lo que sea, debía de arreglar las cosas pronto para borrar esa expresión triste de su rostro.

Entró al salón y fue a su asiento para empezar a acomodarse. Cinco minutos después otra vez el salón comenzó a llenarse de perdedores que le gritaban cosas, de verdad el pelo se le iba a caer con toda esa gente estúpida que estaba en el instituto. Directamente debía de dejar de venir a la escuela después de un evento o del aviso del mismo.

-¡Tus guardias de seguridad rompieron mi celular al empujarme! ¡Quiero que me lo pagues! –un chico que ni conocía se le puso en enfrente.

Tenía a dos amigos a cada lado y su cara estaba roja del enojo, era simplemente patético. Detrás de él escuchó la voz de Joey diciendo un “¿otra vez?”, y de algún modo se sintió humillado. Era la tercera vez que ese montón de nerds entraban en su salón con el objetivo de reducirlo, si fuera por él no les daría la atención que querían pero sabía que Joey se sentía con la obligación moral de defenderle. No quería verse como alguien que necesitaba la ayuda de alguien para cuidarse, no quería que Joey lo viera de ese modo.

Decidió pararse de una vez y se complació al ver que el montón de tontos daban varios pasos atrás. Eran patéticos. No solo se estaban enfrentando a un sempai, sino que también estaban tratando de intimidar a alguien que les llevaba más de cabeza y media de altura. Sencillamente le parecía estúpido pelearse con ellos, mirándolos desde arriba le era igual que golpear a su hermano.

-Oh, así que ustedes fueron los perdedores que trataron de meterse en la zona VIP. A mí no me culpes, me parece que era bastante obvio que ese no era tu lugar –los cinco chicos se pusieron más rojos y hasta temblaban del enojo.

Se sentía complacido con el resultado. No sabía si era porque estaba atento a él, pero escuchó muy claro como Joey se reía con burla de los chicos, eso le dio más confianza.

-Te crees la gran cosa… -el chico lo miró con la intención de insultarlo.

Seto le dio una mirada egocéntrica. -Soy la gran cosa. Ahora, lárgate.

El chico dio un paso atrás y entonces lo vio presionar su puño y tirar su brazo hacia atrás. Admitía que se sorprendió por las agallas del niño. Quizá él no iba a las clases de educación física y era un completo nerd, pero tenía tres amigos con los que peleaba todo el tiempo y era hermano mayor de un chico con mucha energía. Era estúpido pensar que podrían llegar a ponerle un dedo arriba como si nada.

-¡Seto! -escuchó la voz de Joey alarmada acompañada del grito de muchas chicas de su clase.

Seto no estaba asustado, ese tonto no lo había tomado por sorpresa. Cuando el gancho fue dirigido a su cara no tuvo que hacer más que levantar su propio brazo y empujar el de él mientras se corría hacia atrás por reflejo.

Distraído en mirar el brazo derecho del chico no se dio cuenta de que ahora trataba de golpearlo con el izquierdo. Vio un puño volar a su cara y enseguida levantó su mano para agarrarlo por la muñeca y detener el golpe. Grande fue su sorpresa cuando su mano envolvió la de otra persona.

Joey se había manifestado de la nada a su lado y había detenido antes que él mismo el golpe. Seto no pudo evitar que aire se le cortara al ver el furor en los ojos de Joey, era una mezcla de enojo y determinación. Joey ni siquiera lo miraba, estaba enfocado en el chico que de repente era consciente de la posición en la que se encontraba: dos chicos mayores lo tomaban por la muñeca.

-¿Quién demonios crees que eres para venir a golpear a tu sempai? Creo que ya es hora de que aprendas a respetar tu lugar -Joey dejó salir una voz que Seto nunca había escuchado y a su cabeza llegó la imagen de Joey en una pandilla. Los otros chicos dieron varios pasos atrás abandonando a su amigo a la suerte-. Ya estoy harto de verlos en mi salón armando alboroto, más te vale que esta sea la última vez o a la próxima yo mismo te sacaré a patadas a penas te vea.

Seto tuvo que ahogar una carcajada al ver la cara de miedo que se traía el chico, no dudaba que se hubiera orinado encima; el Joey a su lado era aterrador. Al ver su perfil con su quijada apretada y mostrando los dientes, sus ojos prendidos fuego y su cabello alborotado, debía admitir que sintió un pinchazo de excitación. Joey estaba salvajemente hermoso. No pudo evitar una ligera sonrisa invisible de las suyas.

-¡¿Qué está pasando aquí?! -la primera profesora del lunes apareció por la puerta.

Los chicos que estaban libres salieron por la puerta corriendo a penas la vieron, igualmente ella los llamó por sus nombres para que regresaran inútilmente, así que no dudaba que pronto estarían en problemas. Mientras tanto Joey y él soltaron sin ganas al cobarde que enseguida fue con la profesora a poner cara de lástima.

-Profesora, Kaiba y Wheeler estaban amenazándome…

Enseguida toda la clase comenzó a abuchearlo y a tratar de explicarle a la profesora que esa no era la verdad por medio de gritos. Seto no dijo nada pero Joey estaba histérico tratando de defenderse y mirando al chico de segundo con una cara de clara amenaza, estaba seguro de que si no se arrepentía ahora Joey haría que se arrepintiera después.

-¡Ya basta! Irán los tres a la oficina del director -Seto no podía creer que esto le estaba pasando de verdad.

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Joey estaba sentado fuera de la oficina del director, su profesora estaba dentro desde hace cinco minutos contando lo que había pasado. El tonto de segundo año estaba sentado del otro lado del pasillo y temblaba de miedo, esperaba a que se debiera a todas las miradas de odio que le estaba lanzando.

-¿Sabes? No creo que se muera a pesar de todas esas miradas matadoras –Seto le dijo sentado a su lado.

Recién entonces apartó la vista y lo miró. -No cuesta nada intentarlo, quizá tenga suerte y sucede –Seto bufó burlándose de él-. Además tú no tienes derecho a quejarte, esto es tu culpa. Al fin decides defenderte y terminas en detención. Fue un completo fracaso por si no te has dado cuenta.

-¿Disculpa? Tú fuiste el que dijo que debía de defenderme de estúpidos como ese -Seto señaló con el pulgar al chico de enfrente que no se atrevió a contradecirlo.

-Sí, pero pensé que lo harías bien y que no me arrastrarías contigo.

Seto revoleó los ojos. -Yo no te pedí que te metieras.

Joey no pudo evitar mirarlo con enojo. ¿De verdad podía llegar a ser tan malagradecido? No tenía idea de qué lo había movido a ayudarle. Solo recordaba haberse parado de su asiento cuando vio que el chico pretendía pegarle la primera vez, supo que no llegaría a frenarle, pero al menos estaba ahí cuando levantó el puño por segunda vez. Su cuerpo solo se había movido, igual que cuando quería defender a un amigo.

La profesora salió de la oficina y llamó al chico de segundo para que pasara primero. El chico los miró a ambos con suficiencia, como si pasar primero le diera ventaja. Joey trató por última vez de lanzarle cuchillos con los ojos. La profesora cerró la puerta y volvió a su clase.

-Bien, ahora ya sé que para la próxima solo debo dejar que te muelan a golpes –le dijo con todo el odio que pudo-. Fue una mala idea ayudarte. No sé si lo recuerdas pero tengo un trabajo, si me castigan voy a tener que faltar a trabajar y no sé cómo voy a explicarlo. Ellos creen que la escuela me dio permiso para trabajar y la escuela no sabe que trabajo. Estoy en un feo aprieto ahora mismo. Otra cosa que sumar a la peor semana de mi vida.

Vio a Seto suspirar y refregarse la cara, parecía enojado consigo mismo. Lo hizo sentir bien, se lo merecía. Y entonces Seto hizo algo que lo congeló por completo en su lugar. Una mano se colocó sobre la suya que estaba descansando en su pierna. Seto se volteó un poco y lo miró directo con ese hermoso par de ojos azules fríos.

-De verdad lo lamento, no era mi intención meterte en problemas.

Joder. Juró que se desmayaría ahí mismo de un momento a otro. ¡Seto acaba de pedirle disculpas! Eso ya era de otro mundo y todavía debía de sumarle que estaba tomando su mano con una suavidad increíble. Joder. Sentía que comenzaría a temblar en cualquier momento.

-Es-está bien, no hay problema…

-No, no está bien –Seto lo miró firme y ahora sí que no pudo evitar estremecerse. Apretó su mano y se paró de inmediato-. Tú espera aquí, yo arreglaré esto.

No tuvo tiempo ni de preguntar a qué se refería, Seto solo acomodó el cuello de su uniforme y sin tocar la puerta de la oficina entró como perro por su casa. Pasó el siguiente minuto con la boca abierta sin poder creer lo que había hecho y sin apartar la vista de la puerta esperando que Seto saliera reprendido por el director. El silencio era total, no escuchaba ni una sola discusión.

Pasaron minutos completos y eternos antes de que Seto saliera solo y con una sonrisa de suficiencia en su rostro. Enseguida se paró y fue hacia él para saber lo que había ocurrido. Seto colocó una mano en su cintura y lo obligó a comenzar a caminar.

-Ya no habrá ningún problema, está todo solucionado. Incluso con el idiota de segundo año, creo que de verdad va a pensárselo la próxima vez que quiera molestar -Seto no borraba de su rostro su buena sonrisa egocéntrica.

-Muy bien… me estás aterrando. ¿Qué fue lo que hiciste? –le exigió saber de camino a su salón.

Seto dejó salir una risa malvada que hizo a Joey estremecerse. El director no pudo haberlos dejado ir así como si nada. ¿Seto solo fue a contarle la verdad? Era un alumno ejemplar después de todo, pero no creía que eso fuera suficiente.

-Solo moví un par de cosas por aquí y por allí. Es bueno tener contactos en todos lados -miró a Seto, él se veían bastante orgulloso de sí mismo-. De verdad no tienes que preocuparte por nada, ya me encargué de todo. No habrá castigos ni avisos a tu padre o mi tío.

Joey estaba sorprendido. Ser capaz de manejar al director a tu antojo era el sueño de cualquier buscapleitos como él. No pudo contenerse y soltó una carcajada. Vamos, era genial imaginarse a un chico de dieciocho manipulando a un hombre de cuarenta.

-Admito que fue bueno.

-¿Ves? Es una ventaja llevarse bien con alguien como yo –Seto comentó tranquilamente.

-¿Dices que nosotros ahora nos llevamos bien? –Joey levantó las cejas con asombro.

-Yo creo que sí –Seto lo miró y hasta le sonrió ligeramente-. ¿Tú qué opinas?

-Claro, no está mal –le sonrió de vuelta.

Llegaron al salón y Seto tocó la puerta para poder pasar a clase.

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Esa noche se encontró sentado frente a su computadora esperando que el juego de “Magic & Wizards” cargase. No había entrado ni el sábado ni el domingo, no tenía humor para eso, pero el día de hoy el Sacerdote supuestamente iba a conectarse. La semana pasada entró todos los días y lo buscó por todos sitios, pero no pudo dar con él. Irónicamente ahora no estaba seguro de querer verlo; ya había pasado su etapa de enojo, de tristeza y estaba entrando en la tapa de aceptación de que el Sacerdote no lo quería y nunca lo haría.

Le dolía tener que hablar a alguien que rompió su corazón, quizá lo mejor era alejarse. Aunque eso sería actuar como cobarde. Decidió que entraría y leería lo que él tenía para decirle, luego decidiría qué hacer.

Apareció en el mapa del bosque a la misma hora de siempre y caminó hacia las afueras. Enseguida recibió un mensaje de chat privado.

“Hola, Senshi”.

“Hola”. Estúpidamente ver a su avatar lo enfadaba tanto como si viera a una persona. 

“Necesito hablar contigo”.

“¿Todas tus conversaciones van a empezar así? Realmente no sé qué decirte, la última vez que dijiste eso todo acabó mal para mí”.

“¿Te hace sentir mejor si te digo que también acabó mal para mí? Me di cuenta de que me equivoqué, y ya conoces mi ego, debes de imaginarte lo que me duele tener que admitir eso”.

Joey maldijo no poder evitar reírse al leer. Idiota, lo odiaba tanto en ese momento. “Espero que duela tanto como me dolió a mi toda la semana que me dejaras plantado”.

“Se me retuerce el estómago y estoy a punto de un ataque al corazón ahora mismo, así me hace sentir tragarme el orgullo, es horrible. ¿Así te hice sentir en la semana?”

Se escuchó sollozar mientras reía. ¿Por qué no solo dejaba que lo odiase con todo su corazón y ya? “Quizá un poco cerca”.

“Puedo imaginarte sufriendo y eso me provoca más dolor que tragarme mi estúpido orgullo que me hace actuar como un cobarde. No te estoy escribiendo para justificarme o para decirte que te quiero solo como un amigo. Esta semana me di cuenta de que no hay forma posible de que te vea solo como un amigo, ninguna, y que también lo arruiné todo contigo completamente. Quisiera que me perdones y que me des otra oportunidad”.

“No lo sé”. Demoró en pensar exactamente lo que quería escribir. “Esta semana de verdad me hiciste sentir para la mierda. Apenas quería levantarme o comer y casi no tengo recuerdos de haber estado en ese horrible evento que había esperado por semanas y por el cual no dormí durante días para poder ser el primero en recibir la entrada. Se suponía que sería especial porque tú estarías allí y podríamos conocernos por fin”.

“Lo sé y de verdad lo siento, Senshi”. Joey no se sentía complacido con ninguna de todas esas disculpas. Quería mandarlo a la mierda como no pudo la última vez. “Te debo una reunión para que nos conozcamos. Ambos vivimos en Dominó, ¿por qué no nos juntamos finalmente y te pido perdón como corresponde?”

Tuvo que leerlo dos veces porque tenía la sensación de que algo no cuadraba, y entonces lo entendió. “Espera, ¿cómo sabes que vivo en Domino? Yo nunca te dije de que ciudad era”. Joey pensó sobre sus conversaciones, estaba seguro de que no había dicho jamás en qué ciudad vivía. Recordó su última conversación donde creyó que el Sacerdote huía por saber quién era, sabía que había maneras de averiguar de dónde era un jugador. “¿Has estado buscando información sobre mí? ¿Qué más sabes? ¿Lo sabes desde antes que me dejaste plantado?”

El Sacerdote demoró en responder, supuso que era porque lo tomó con la guardia baja, quizá no era su plan revelar que sabía cosas de él.

“Lo supe después del evento. Rastree tu dirección IP”. Estaba seguro de que la IP no era suficiente para que se revelara su identidad, no sabía mucho pero claramente le había proporcionado algún detalle de su vida.

“Al evento van personas de todo el mundo, rastrear mi ubicación seguro que te permitió reducir bastante tu lista. ¿Sabes quién soy, verdad? Y no te atrevas a mentirme, Sacerdote. No estás en una posición en la que pueda permitir más mentiras de tu parte”.

Otra vez volvió a demorar. “Está bien, sí averigüé quién eres, Joey”. Casi se desmaya al leer su nombre. Era cierto, él sabía quién era y si confiaba en él, lo hacía desde después del evento. ¿Conocer quién era fue lo que lo hizo cambiar de opinión? “¿Puedo decirte que eres el más lindo de todas las opciones de mi lista? Al punto en que era demasiado bueno para ser verdad”.

“¿Así que volviste por eso? ¿Por qué me consideras lindo?” Joey se enojó ante este pensamiento.

“¡No! Ya me estaba arrepintiendo a penas te dejé la última vez que hablamos y lo confirmé cuando me sentí para la mierda en el evento. Solo quería que supieras que estoy bien con que seas tú, creo que me gustas más que antes. Eres un increíble y bonito chico rubio, Joey”.

“¿Entonces solo redujiste la lista hasta llegar a mí o mi IP te llevó a información personal?” De alguna forma no le gustaba pensar que él tuviese acceso a cuestiones privadas, no le molestaría hablar de su vida privada con el Sacerdote, pero que él averiguara cosas por su cuenta no le gustaba.

“Estabas en mi lista de sospechosos. En el evento traté de no fijarme en los chicos rubios para no averiguar tu identidad, estaba seguro de que lo conseguiría si te veía, por lo que no investigué. No sé si fue el destino o alguna de esas tonterías, pero vi que una carta se te cayó y me sorprendí al ver que era el Dragón Negro, enseguida comprendí que eras Senshi aunque por las dudas volví a Kaiba Corp. y rastree tu IP, ya no había dudas de que eras tú”.

“¡¿Tú tienes mi dragón?! Lo busqué por todos lados, ya lo estaba dando por perdido”.

Aunque odiase al Sacerdote en ese momento, se sentía aliviado de saber que él tenía su Ojos Rojos y no un friki cualquiera que estaba en el evento.

“Sí, está seguro justo a mi lado. Me recuerda a ti”. Sintió mariposas en su estómago, comenzó a enojarse por alguna razón. “¿Por qué no nos vemos en algún sitio y te devuelvo tu carta?”

“¿Esta es tu forma de manipularme para verme? ¿Usando mi carta?”

“¡No! Por favor, no me malinterpretes”. A pesar del pedido no podía evitar leerlo con los ojos achinados de sospecha. “Solo quiero reunirme contigo, igual que lo quería antes pero con más anhelo. Quiero que sepas que puedes tomarte el tiempo que quieras, también entiendo si quieres mandarme al infierno. Tu carta está segura cualquiera sea tu decisión, incluso podría enviártela si así lo deseas”.

“Quédatela por ahora”. Joey tomó aire antes de escribir lo siguiente. “Pero no quiero verte, no todavía. Estoy furioso contigo, me hiciste pasar la peor semana de la vida y el que sepas quién soy no ayuda tampoco. No me gusta que hayas cambiado de opinión luego de verme. No confío en ti ahora mismo y tampoco tengo ganas de si quiera hablarte”.

“Quizá podríamos hablar por aquí como antes hasta que te sientas cómodo”.

“¡Es que no me siento cómodo ni hablándote por acá!  No quiero hablar contigo por ahora. Creo que esta vez seré yo quien no se conecte por un tiempo. Adiós Sacerdote, seas quién seas”.

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Seto hundió su rostro entre sus manos con enojo al ver el avatar de Joey esfumarse. Eso había sido un fracaso total. Se lo tenía merecido. ¿Qué creía? ¿Qué Joey aceptaría verlo de inmediato luego de haber sido el culpable de provocarle un montón de sufrimiento? ¿Qué Joey estaría feliz al saber que estaba bien con el pensamiento de que él era Senshi?

Lo había arruinado todo hace una semana y ahora había vuelto a arruinarlo. Debió solo pedir perdón y no proponerle ninguna cita, sabía que a Joey no le gustaría para nada que supiera quién es sin habérselo dicho él mismo.

Temía que pensara que su físico tenía algo que ver en sus decisiones. Cuando supo que era Joey cambió de opinión de inmediato porque en el fondo Joey estaba comenzando a gustarle, conocer a Joey en Egipto le había revelado esos detalles que quería saber de Senshi algún día. Era como si al fin conociera a la persona completa y esa persona le gustaba.

Fue ahí cuando entendió la solución a sus problemas.

Joey estaba enojado con el Sacerdote, era a él a quien no quería ver, no a Seto Kaiba. Siempre había estado preocupado de que a Joey no le gustase Seto Kaiba pero sí el Sacerdote, era hora de que se enamore de Seto Kaiba también.

Después de todo, eran dos caras de la misma moneda.

Notas finales:

¿Les gustó?

Tengo tanto que decir que ahora ya no sé: Yugi volvió a montárselo con Atem y su madre me recuerda a la mía, Seto y Joey llegan a un acuerdo sobre ser amigos luego de una escenita que los manda a detención, a Seto se le escapa que sabe quién es Joey al intentar arreglar su mierda y ahora Joey no quiere saber nada del Sacerdote luego de la pésima semana que le hizo pasar.

Y ni hablemos de Seto siendo un completo acosador al buscar fotos de Joey, al menos podemos afirmar que está tan encaprichado de Joey como este lo está de él. Me encantó imaginarme esa escena.

He de decir que muchos de los que me escribieron adivinaron muchas de  las cosas ocurridas en este capítulo y me encanta, es divertido y tentador no poderles decir que sus teorías vienen por buen camino ajajaja. 

Bueno vayamos al punto del final. Sabía que Seto sería el primero en saber quién era Joey y pasar por la locura momentanea, creo que él necesita mucho tiempo para reflexionar sobre aquellas personas a las que deja entrar a su vida. Es complicado para él saber que la persona que ama está enamorado de solo una parte de él sin siquiera saberlo, pero está dispuesto a por fin dejar de hacer una división entre Seto Kaiba y el Sacerdote. Es hora de mostrarle a Joey que el conjunto vale más que las partes separadas. Ahora todo va a estar en manos de Joey, en sí puede ver a Seto como algo más allá de un capricho sexy o un amigo.

AVISO: actualizaré el próximo lunes! Ya tengo el cap casi listo. No prometo volver todos los lunes, pero esta vez puedo y lo haré.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!  


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